Capítulo 30: El resurgir de Yehud VI, Luz y Oscuridad (397-396 a.C.)


El resurgir de Yehud
Sexta parte
Luz y Oscuridad

(397–396 a.C.)


Kayhana, Embajadora Persa, Assamita
Largo viaje a Alamut
El Príncipe Innominat ha sido reclamado por el clan Assamita en Alamut, el refugio del Viejo de la Montaña, líder del clan, donde el consejo toma las decisiones esenciales y se dice que descansa el propio Haquim, Antediluviano Assamita y primero del clan.

Deja todo atado en Jerusalén y comienza su camino hacia el nido de Águilas. Un viaje que emprende junto a Kayhana, la embajadora de Persia. Sale con poco equipaje y durante el transcurso del viaje, Innominat, en todo momento se muestra curioso sobre los lugares que van avistando. A Kayhana le parece inocencia por su aspecto de niño pero es simple interés por la actualidad de los entornos desconocidos de otra época a la suya.

El Príncipe le pregunta con frecuencia temas humanos y vampíricos de cada zona a la embajadora para después contarle como eran en su época, en plena era Mesopotámica.

El buen clima acompaña durante todo el largo viaje y lo hace influenciado por los poderes atmosféricos de Innominat. Debiendo hacer parada de vez en cuando en poblados para alimentar discretamente su voraz sed de Matusalén, esta vez de sangre, no de conocimientos.

El Assamita no indaga demasiado sobre los detalles de su visita a el Alamut, parece despreocupado o quizás impotente ante la ineludible llamada del centro neurálgico del clan. A la embajadora le asalta esa duda durante todo el viaje.

Kayhana se encarga de toda la organización del viaje. Es un largo camino y llevan compañía de ghouls que se encargan de todo. Rutas seguras, refugio, alimento, imprevistos...

La embajadora es muy diplomática y correcta. No toca el tema de la razón de su convocatoria y es un tranquilo viaje. Le contesta a Innominat todas las dudas que tiene, haciendo más ameno el trayecto.

El ancestral hogar del Clan Assamita se encarama sobre las cambiantes arenas de la venerable Persia como un halcón, y los sangrientos céfiros portan la muerte cada noche desde él a todo lo largo y ancho del mundo.

Kayhana comenta a Innominat que aunque pocos Vástagos forasteros han adivinado la localización del bastión del Clan de los Asesinos, la paranoia se apodera de la fortaleza de la montaña al tiempo que los Assamitas, asolados por los cismas internos y sitiados por los enemigos externos, vigilan temerosos los movimientos de sus propios Antiguos y a los clanes alineados contra el Clan.

El histórico refugio es una fortaleza de piedra donde aproximarse sin ser descubierto por los centinelas Assamitas es prácticamente imposible. Alamut es un antiquísimo bastión donde los asesinos entrenan y los hechiceros del Clan almacenan su conocimiento arcano. Bajo la montaña, desde la que el enigmático “Viejo” dirige los asuntos del Clan, yace una cantidad indeterminada de secretos de los Assamitas.

 
Alamut, el Nido de Águilas

La embajadora, poco a poco, se confía y cuenta a Innominat que algunos sospechan que el Clan ha descubierto a su progenitor Antediluviano, al cual guardan celosamente. Otros perciben cambios en el comportamiento del Clan y sospechan que Matusalenes rivales luchan por el poder en las más oscuras profundidades del fortín. Y aun otros temen lo que ven como una creciente consolidación Assamita. Los recientes peregrinajes de todas las edades a la sede del poder del Clan hacen poco por mitigar sus temores. Es la imagen que cultivan los Asesinos, convirtiendo la perceptible debilidad de los enfrentamientos entre facciones en una fuerza radicalizada. Con estas palabras de Kayhana, Innominat comienza a entender lo que realmente sucede...

El Príncipe se da cuenta de que el lugar no ha cambiado desde la última vez que vino. Sin embargo el ambiente hace que se sienta incomodo y lo comparte con la embajadora. Aquí fue instruido y aprendió la Hechicería de la Sangre.

El lugar está más deteriorado y más concurrido. Aún así se respira ese halo de poder qué sólo tienen algunos lugares en todo el mundo. Pocos viven este momento dos veces...

La embajadora está ensimismada, también es la segunda vez que viene. No está aquí desde su iniciación. Los recuerdos acuden raudos a su mente y hacen que sonría por primera vez en todo el viaje.

Kayhana lleva a Innominat a una cámara subterránea hecha de piedra. Tiene símbolos arcanos, probablemente de protección, esculpidos en la fría roca y está dispuesto como un lugar de meditación. Huele a incienso y es un lugar cómodo a pesar del frío de la Montaña, que se filtra por su ladera.

Kayhana se despide. Regresará dentro de una noche para abandonar el nido de Águilas. Innominat se queda sólo en la penumbra, esperando, cuando de pronto escucha unos pasos metálicos.

Davar, Mentor de Alexios
Una inmensa armadura se acerca hacia él. Sus movimientos son gráciles para el peso que debe tener. Una gran lanza en su mano izquierda y su yelmo protegiendo su rostro. Su presencia es atronadora.

El gigante mira al niño y agachándose estira su brazo derecho en forma de V para saludar como lo hacían los guerreros de la antigüedad. El Príncipe de Jerusalén le corresponde agarrando su poderosa mano con su manita de niño inocente.

–Innominat, soy Davar. Te conozco, yo viví en tu tiempo y seguí con interés tu trayectoria hasta tu muerte. Soy un ferviente seguidor de la Senda de la Sangre y hay muchas cosas que nos unen –la voz atronadora del guerrero resuena en la gran cámara de piedra.  

–Davar, hermano Matusalén; Yo Innominat, Dios del juicio y la verdad, te saludo –dijo con voz solemne y respetuosa el “pequeño” Príncipe al poderoso guerrero.

­–­Muchas cosas han cambiado desde tu muerte. Nada es igual. El Viejo de la Montaña duerme y el consejo del clan está ciego de ambición. Yo no soy animal político, soy un guerrero y por mi leyenda aún respetan mi palabra.

–Me alegré mucho cuando escuché que un Assamita Caldeo se había proclamado Príncipe de Yehud sin el apoyo de Alamut. Y me alegré más aún cuando descubrí qué eras tú. Me gusta cómo haces las cosas y creo qué tienes lo necesario para mejorar la situación actual. Parece qué no todo está perdido. Yo creo en ti y te apoyaré desde aquí. Nadie podrá cuestionar tu palabra sin cuestionar la mía, por eso debes poner todo lo que tienes en tu interior para ser el mejor gobernante. A la altura de estos turbulentos tiempos para dejar el nombre de nuestro clan a la altura qué se merece. Somos los jueces de la Estirpe, demuéstralo Innominat.

–Aplaudí tu decisión de ejecutar al infame de Aleatsh, a pesar de ser otro miembro del clan, tras transgredir varias leyes cainitas, además de actuar con deshonor y en contra de las leyes de Haquim.

–Tengo bajo mi tutela a Alexios, un joven y prometedor guerrero. Ha demostrado estar curtido en piedra, por dentro y por fuera. Le he mandado recientemente a la ciudad de Jerusalén, para demostrar su apoyo a ti, su actual Príncipe.

Acto seguido con gran dolor y pesar Innominat mira a los alrededores, e incrédulo como quien viera su hogar en llamas pregunta a Davar:

–¿Cómo ha llegado el clan a esto? ... hermanos que pelean contra hermanos. Jóvenes que intentan diabolizar a sus propios antiguos. Tretas y triquiñuelas de la más baja calaña para vencer al enemigo a cualquier precio, romper las tradiciones sin remordimientos bajo la premisa de que el fin justifica los medios... Haquim no nos enseño esto.

El yelmo de Davar se inclina hacia abajo en señal de duelo y durante unos instantes reina el silencio.

Yo me pregunto lo mismo... cada noche... –y eleva su lanza mirando la punta afilada y posicionándola hacia el techo dando un golpe seco en el suelo qué parte una enorme piedra. –El eco del golpe resuena en la cámara.

–Tú eres un gobernante, gobierna. Yo soy un guerrero, lucharé. Quizás así podamos enmendar este entuerto... –los ojos negros de Davar miran al infinito bajo el gran yelmo de guerra. Después los clava fijamente en los de Innominat. En su mirada hay penar y rabia.

Innominat le devuelve la mirada con confianza y determinación.

–Quizás Haquim quiso que despertara. Para juzgar al clan. Mantendré el nombre del clan bien alto. Tú y yo juntos cazaremos a todos aquellos que han caído en la oscuridad. Haremos la voluntad de Haquim.

–Eres ambicioso Innominat. No es tan sencillo, si así lo fuera yo mismo lo hubiera hecho... Empezaremos por Jerusalén, allí puedes demostrar qué el sueño de Haquim es posible. Pero recuerda que su vía es la de la Sangre y ella es la que debe guiar nuestros pasos, compañero… ¿no crees que es momento de cambiar de camino?...

–Nunca volveré a ser un Dios ¿verdad? –lagrimas de sangre corren por las mejillas de Innominat.

–Nunca más Innominat –responde el guerrero.

–Aún hay gente que cree en mí. –reprocha Innominat.

Hay que creer en Haquim. Solo así conseguiremos que esto cambie. Haz qué se crea en Haquim. De ese modo cuándo regrese se sentirá orgulloso de sus hijos. –Impone Davar con voz firme.

¿Sabes que para eso debo renegar de tres mil años de existencia? ¿Eres consciente de lo que me estas pidiendo a mi edad? Cambiar de camino, después de tanto tiempo. Siempre ha sido mi camino compatible con el de Haquim… replica escéptico Innominat.

–Quizás sea cierto que mi vía deba ser esa y mis métodos y creencias la herramienta. Siempre había sido al contrario hasta ahora. –reflexiona el Príncipe en voz alta.

Esa sería la forma de mirar al futuro y no al pasado. ¿Qué me dices Innominat? –pregunta Davar.

–El clan y Haquim están por encima de mis egocéntricos deseos...Que así sea. Mi poder está al servicio del Señor de la Sangre. El es un verdadero Dios al fin y al cabo. responde orgulloso el Príncipe.

–Así sea pues. –sentencia Davar.

Durante los meses siguientes Innominat efectúa el necesario cambio de vía, viviendo en Alamut. Allí Davar le ayuda a romper lazos con sus antiguas creencias y abrazar la vía del único, Haquim. Es un adiestramiento intensivo que le permite visitar esporádicamente la biblioteca de los Hechiceros de Sangre, donde consigue algún escrito interesante que quizás le pueda ser útil en el futuro.

Innominat corrobora en primera persona, con gran pesar, los problemas de los que le habló la embajadora de camino a Alamut.

Tras la larga formación donde Davar ha enseñado a Innominat cómo seguir la ética y las leyes de la senda, da su trabajo por concluido. El Príncipe puede regresar a Jerusalén, en la satrapía Persa de Yehud.

Davar e Innominat se despiden con un gran abrazo, ahora son aliados. Sus caminos ya están unidos por un fin común, la vía de Haquim, el camino de la Sangre.

La embajadora Kayhana vuelve a por Innominat, casi dos años después de que partieran de Jerusalén. Cuándo están saliendo de Alamut, un grupo de aprendices pelea entrenándose para la mayor pelea de sus no vidas, sobrevivir en la tormenta de ahí fuera y morir luchando si esa es la voluntad de Haquim. Algunas de sus miradas le dicen que no está todo perdido, ya que muchos de ellos siguen la vía de Haquim.

Mientras descienden del nido de Águilas:

–¿Conseguiste hablar con el consejo? –le pregunta la embajadora con una ligera sonrisa en sus carnosos labios.

Recibí un gran consejo más bien  –responde Innominat.

–¿Cual fue? pregunta Kayhana con curiosidad.

–Simplemente he recordado lo que el Señor de la Sangre espera de mí y de cada uno de nosotros… y dime jovencita, ¿tu a quien sigues?... –pregunta Innominat con una sonrisa picara.

La humanidad. No somos muchos, pero mi labor es más efectiva con esta vía. La diplomacia es otro tipo de guerra. –responde Kayhana.

Es una noble vía. No la que nos enseñó mi abuelo, pero comparte el deber y la preocupación por el bienestar de los humanos. Eres un animal político. Estas en medio de la vorágine política del clan. ¿No sientes que te es imposible remar ante esa corriente en la dirección correcta? continúa el Príncipe.

–Mi labor es efectiva, solamente hago lo que me ordenan desde Alamut. No intentes cambiar una decisión del Consejo. –exclama la embajadora pensativa.

–Jamás lo intentaría dice Innominat.

–¿Que tal con Davar?, te vi despidiéndote de él... –pregunta Kayhana.

–Es un guerrero de la vieja escuela. Nos conocíamos desde hace milenios. Me ha venido bien hablar con él. responde Innominat satisfecho.

–Davar es uno de los mejores y más antiguos guerreros del clan. Temido y respetado. El consejo siempre ha tenido en cuenta su opinión. Muchos años de experiencia a sus espaldas. –apunta la embajadora.

–Somos amigos. –añade el Príncipe.

–¿sabes lo que haces? –pregunta Kayhana preocupada.

–El tiene la misma visión que yo del clan. La misma que Haquim. Ya no estoy preocupado, ni tengo miedo. Sé exactamente porque he despertado y que debo hacer. responde Innominat muy seguro.

La embajadora cavila sobre las palabras de Innominat mientras permanece pensativa y en silencio la mayoría del viaje.

Por fin llegan a Jerusalén y en la frontera de la Satrapía de Yehud.

–Innominat, hemos adquirido cierta confianza en este largo e importante viaje. Permíteme que te de consejo: debes alejar a Mudji de ti. La infamia de su diabolista Sire, ahora anida en él y ese estigma va a perjudicarte. Necesitaría mucho tiempo para que el clan olvide los actos atroces de su Sire, el mismo que intentó diabolizarte. Hay un dicho que dice: “De Sire diabolista, chiquillo marcado”. No se limpia un nombre con facilidad y esa infamia te acompañará a ti y a tu gobierno aunque no lo quieras. Ensuciaras tu nombre. Debes ser duro con él y castigarle más severamente que a los demás o lo lamentarás. –se despide Kayhana con esta advertencia.

–Mudji es mi aprendiz, y será alguien en el clan, ya lo verás. No voy a juzgarle por los pecados de su padre. Él me salvó de la Diablerie de su Sire. Esta es una decisión que no voy a cambiar, le pese a quien le pese. –puntualiza muy decidido Innominat.

Kayhana apesadumbrada pide a Innominat que se piense el destierro de Mudji y el Príncipe la responde que lo pensará, pero no promete actuar de inmediato.    

–Larga no vida a Innominat, Príncipe Assamita de la casta de los Hechiceros –se despide la embajadora de Persia.

El Dios con apariencia de niño camina hasta las puertas de Jerusalén.


El Origen del Nazareno
Meir tomó una difícil decisión: dejar el gobierno de Jerusalén en manos de Oded, su compañero Toreador, para poder averiguar más detalles sobre el origen de un enemigo que ronda la ciudad, El Nazareno.

Era el némesis del difunto Jacob y al parecer sigue buscándolo a pesar de su desafortunada muerte. El Nazareno fue objetivo de una infructuosa caza de sangre sentenciada por un gobierno anterior al del actual Príncipe, al que Meir pertenecía, un consejo de vampiros que duró muy poco. Ocurrió entre el principado de Amara y el de Innominat.

Esa caza de sangre, alimentada por el odio de Jacob, ya no sigue vigente y Meir cree que puede haber esperanza si averigua por qué el Nazareno sigue con tanta inquina a Jacob, quizás si descubre que está muerto obtenga la paz y el descanso que se merece.

Meir sabe que en el pasado, El Nazareno, fue un hombre Santo y que tras conocer a Jacob dedicó su vida y su muerte para darle caza.

El Capadocio investiga en la propia Nazaret, una pequeña y humilde aldea de la provincia de Judá, la Satrapía de Yehud. Dada su apariencia de santidad, nadie sospecha del inquietante sacerdote con aspecto mortecino. Tirando del hilo descubre que el propio Nazareno se encuentra escondido aquí.

Kiroun, El Nazareno
Una vez ante él, en la vieja casa de su familia, se da cuenta de que el aura del Nazareno está completamente corrompida y emana un evidente poder maléfico. Sus ojos son del color del fuego del infierno y el odio que reside en ellos es más fuerte que cualquier sentimiento que anide en su alma, si es que aun la posee.

Meir le cuenta toda la verdad al Nazareno. Cómo Jacob había sido engañado por el Señor de las Moscas, Belcebú, que había acabado quedándose con su milenaria alma.

El Nazareno ante la noticia se encuentra perdido y asolado, al parecer matar a Jacob se había convertido en su único objetivo. Ahora sin él no sabe qué hacer.

Cuenta a Meir que su familia murió aquí, en Nazaret, en esta misma casa. Sucedió cuando Jacob, El Monstruo, llegó para reclutar hombres de fe, seguramente para corromperlos después. Muchos inocentes fallecieron envenenados por la sangre del Nosferatu, entre ellos su mujer y sus dos hijas gemelas. Kiroun, como realmente se llama el Nazareno, juro venganza y dar caza hasta la muerte a Jacob el culpable de todo.

Por el camino Kiroun reclutó a más cazadores y todo cambió tras la caída de Jerusalén a manos de los babilonios ya que Jacob se escondió como una sabandija, seguramente sumido en el letargo que no permitiría al Nazareno hacer efectiva su venganza.

En ese momento apareció en escena Belcebú, que le ofreció la inmortalidad para continuar con su cacería sin preocuparse del paso del tiempo, ahora por fin con la balanza equilibrada. El Nazareno fue abrazado como Baali y dedicó su tiempo a esperar hasta que Jacob diese señales de vida. Jacob despertó tras más de un siglo y regresó a Jerusalén.

Pero el Nazareno llegó tarde, Jacob había muerto. Ahora entendía que ambos habían sido engañados por el mismo Demonio, El Señor de la Vivienda Celestial, El Señor de las Moscas, Belcebú. Él fue el que le robó el bastón sagrado al Nosferatu comenzando una secuencia de acontecimientos estudiados que acabaron favoreciéndole solamente a él.

–El odio une más que el amor –espeta el Nazareno ante Meir. La venganza fue su única salida, lo que daba sentido a todo en su vida y ahora que se da cuenta de que ha sido utilizado en un juego diabólico… ya no hay esperanza.

El Nazareno, arrodillado y desarmado, pide a Meir que lo mate para terminar con todo de una vez por todas y descansar al fin.

Meir se niega a acabar con la vida del pobre diablo y se da cuenta de que no ha sido más que una víctima en este plan del Maligno.

Luz y oscuridad –dice el Capadocio con tono sereno.

No ha llegado tu hora –le mira a los ojos y el Nazareno llora sangre negra como el tizón. Su mirada es como la de un niño perdido que busca a su madre.

–He tenido dos crisis de fe en toda mi existencia. –Narra Meir muy seguro de sí mismo.

Una de humano y otra tras mí abrazo. De ambas he salido. Todo es un plan del señor. ¿Quieres redimirte?, este es el camino. Yo te puedo enseñar. Puede formar parte de su Gran Plan…

“Busqué a Jehová y me libró de todas mis angustias y desde entonces fui el Ángel de Jehová.” Recita en alto Meir calando hondo en el alma del Nazareno.

–¿Y ahora qué? –pregunta el Nazareno sollozante.

Vendrás conmigo a Jerusalén, yo te enseñare como regresar a la senda del cielo. Tendrás una segunda oportunidad –responde Meir con tono amigable.

Tras lo cual, juntos se encaminaron hacia la ciudad santa de Jerusalén. Durante el viaje Meir comenzó a recordarle los cimientos de la vía del cielo, los ladrillos de la casa de Yahvé.


Amal Faruk, Ravnos
El Vínculo de Amal
“Una de las capacidades más maravillosas y terribles de la Vitae de los Vástagos es la de esclavizar a prácticamente cualquier criatura que la beba tres veces. Cada ingestión de la sangre de un Vástago en particular da a éste un mayor poder emocional sobre el consumidor. Si se llega a tomar tres veces la sangre del mismo vampiro se cae víctima de un estado conocido como vínculo de sangre. Un Vástago que tiene un vínculo de sangre sobre alguien se dice que es su regente, mientras que el subordinado es su esclavo.”

Amal bebió una vez de la sangre de Shaytana, la seguidora de Set judía venida de la isla Elefantina, en Egipto. El Ravnos comienza a experimentar sentimientos intermitentes pero poderosos hacia ella. Sueña con ella y se ve frecuentando “por casualidad” el lugar en el que culminó el vínculo de sangre. Esto debe ser lo mismo que todos los chiquillos sienten por sus Sires, ya que el propio Abrazo incluye el beber su sangre.

Pero esto Amal no lo recuerda, está borrado junto con gran parte de su pasado. Amal está comenzando a amar a Shaytana y este sentimiento de dependencia es algo nuevo para él. Cuando su mentor le explicó lo que era el vínculo de sangre, le dijo una frase que Amal no la entendió hasta ahora “El vínculo que ata es el vínculo que mata.” Palabras al parecer dichas los antiguos vampiros de otras eras.
   
Sabe que no es su esclavo, pero hay un lazo que no sabe cómo romper, aunque tampoco desea hacerlo. El cazador de Demonios continúa vigilando las calles buscando indicios sobre su Némesis, Belcebú, pero no hay pistas sobre él y su atención siempre acaba centrándose en la mujer que ocupa sus sueños.

Shaytana y él, se encuentran a menudo y su vínculo mutuo hace que se lleven muy bien y que hagan el amor cada noche que se ven, de momento sin efectuar un segundo trago, al parecer ya fue suficiente para ambos.

La pareja de vampiros sienten que se encuentran en la misma situación, y Shaytana entristecida, llora sangre ante Amal y algo la perturba. Algún secreto que no quiere contar a Amal. Ella asegura que es para no perjudicar a su amado pero sabe que tarde o temprano tendrá que decírselo.

Amal le cuenta lo ocurrido con Zikaron y el Espectro, el juicio y la sentencia que no deja nada tranquila a la Setita. 

Una de estas noches de placer, mientras sus cuerpos desnudos se bañan con la luz de las estrellas y el sudor de sangre. Shaytana hace prometer a Amal que velará por ella ocurra lo que ocurra. Amal lo promete sin dudarlo y ella le abraza como un náufrago se agarra a un tronco, como si fuera su única esperanza de vida. Quizás lo sea.

Shaytana le confiesa tener un oscuro pasado que vendrá por ella, le gustaría huir de él, pero cree que no será posible. Amal le promete estar a su lado y ayudarla, juntos lo superarán.

La Setita prefiere asegurar su petición ante el Regente Oded. Se presenta ante él para dejar claro que desea que se haga justicia con el Espectro, por haberla enviado a su chiquillo para matarla.

Oded le asegura que se está encargado del asunto y que tiene vigilado al Assamita, cosa que no es cierta pero Shaytana no sabe. La Seguidora de Set le asegura que si no le castiga debidamente cometerá un grave error. 


Mudji, Assamita
La marca de la infamia
Mudji es contactado en secreto por el Espectro, un siniestro y misterioso miembro del mismo su clan, Assamita. El encuentro es bastante tenso ya que el enigmático Espectro reprocha la maldita unión que tuvo, tiene y tendrá con su difunto Sire Aleatsh.

–Eres una vergüenza para el clan –sentencia violentamente el Espectro.

Innominat se equivoca contigo, no sé cómo le has engañado pero te llegará el momento Mudji. Lo único que haces a su lado es perjudicar su imagen y jamás será bien visto con tu mancha de corrupción a su lado. Una manzana podrida no puede sanear jamás.

Mudji controla la bestia de su interior que desea salir y arrancarle la cabeza al Espectro. Aguanta estoico los reproches del compañero de clan que termina su acusación con esta frase lapidaria:

–Deberías pagar tú, por los delitos de tu infame Sire. Aleatsh y toda su línea de sangre debería exigirse para siempre.

Y con estas duras palabras El Espectro escupe sangre a los pies de Mudji y se da media vuelta dejando al guerrero apretando los colmillos para no luchar a muerte por su honor. Será uno de los primeros temas que tratará con Innominat cuando regrese de Alamut.

De momento Mudji recoge del suelo el esputo de sangre del Espectro, tiene planes para él…


Cartel de la taberna de Zikaron
El negocio debe continuar
Lo primero que ha hecho el Regente Oded es buscar un sustituto para ser el dueño de la taberna de Zikaron. Era un gran líder y un estupendo tabernero y será difícil encontrar a alguien con sus cualidades. A pesar de la dificultad, Oded lo intenta aunque no consigue a nadie que pueda encargarse de todo ahora mismo.

Opta por reunir a todos los trabajadores de la taberna, ¡diez en total!. Camareras, limpieza, seguridad, cocina. Todo el grupo está expectante ante la apremiante reunión nocturna organizada por Oded.

Les explica que Zikaron se ha tenido que marchar de viaje para conseguir nuevos y mejores proveedores y tardará en regresar. Les dice que el dueño le ha transmitido que quiere que todo continúe con normalidad a excepción de sus asuntos más “personales” con los que conseguía bebida especial para cierto sector que ahora no podrá ser atendido. 

No se sienten nada tranquilos y a pesar de la insistencia del Toreador porque de entre ellos surgiese un líder, no lo consiguió. Zikaron tenía demasiada personalidad como para asumir todas las responsabilidades importantes, era un tipo muy desconfiado.

Oded asigna a uno de los guardianes de la taberna como responsable temporal hasta que encuentre a alguien mejor para el cargo. Su nombre Álano. Con la ayuda de la Disciplina de Presencia del Toreador, consigue que acepte el puesto para agradarle al mismo tiempo que agrada a su señor Zikaron. Todos sospechan que algo sucede y no creen que su dueño se haya ido de viaje, pero Oded consigue que continúen su labor lo mejor que puedan.


El Cónclave de Oded
Oded, Regente Toreador
El Regente convoca una reunión con la corte a la que acuden Mudji y Amal Faruk.


Es en el salón del trono, aún tapado por una sabana ilusoria creada por el Ravnos. Oded ha despejado la mesa escritorio de Meir, aquella que ordenó instalar en un modesto segundo plano de la estancia. Allí los tres vampiros hablan sobre la actualidad de Jerusalén.

Amal le pide a Oded que acepte a Shaytana en la ciudad, aún no lo ha hecho oficialmente y el Ravnos cree que sería positivo para la pluralidad de la ciudad.

Mudji aboga por expulsar a la Seguidora de Set a lo que Oded responde que no ha hecho nada para merecer ese destino. Se reitera como Guardián de Innominat y decide mantenerse en no dejar a la Setita hacer la presentación oficial en forma de celebración, como ella le pidió cuando llegó a la ciudad.

El Regente Toreador pide a Mudji que supervise la taberna de Zikaron tras la nueva situación, de la que informa a los presentes. También le ordena vigilar al Espectro, no quiere que haga ningún movimiento sospechoso que pueda poner en peligro a nadie.

Mientras tanto Meir llega a Jerusalén junto con su nuevo acompañante…


Año 397–396 a.C.

Meir, Senescal Capadocio
Luz entre las tinieblas
Durante ese año Meir decide mantener como Regente a Oded y se lo pide personalmente. Le cuenta la razón real, que es dedicar todo su tiempo y esfuerzo en reconducir la senda de un hijo prodigo, el Nazareno. Ha sido engañado por el maligno y suya es la responsabilidad de que vuelva a caminar por la senda del Cielo. Pero para llevar a cabo esta labor tan dura se requiere dedicación plena.

Espera que Oded lo entienda y este acepta a regañadientes seguir siendo Regente, ya que Meir no confía en nadie tanto como en el Toreador. Ambos son compañeros desde hace más de un siglo y se conocieron ya de humanos en Babilonia, por no decir que Oded es tan anciano como él.

Meir, en secreto, dedica sus noches a que Kiroun, el Nazareno, vuelva a ser un siervo de Yahvé. Primeramente renegando de su actual oscuro camino. No es tarea fácil pero Kiroun es alguien fuerte que de alguna manera mantiene la semilla de lo que fue, enterrada en lo más profundo de su oscura alma, pero sigue allí.

Esta enseñanza pone en tela de juicio la vía de Meir, ya que está dando una segunda oportunidad a alguien con la marca del maligno, cuando debería acabar con él sin dudarlo. El Capadocio es fuerte y a pesar de su gran dificultad es capaz de mantenerse firme en su camino. Lo hace por un fin benévolo y lo demostrará ante Yahvé.

Todo transcurre según lo previsto por el Capadocio, Kiroun es como el chiquillo que nunca podrá tener y ahora Meir se siente como un Sire en toda regla. Mientras le instruye comparte con él sus avances con la hermandad de sabios de la Torá Negra, de la que algún día Kiroun formará parte, sin duda.

Tras todo este duro año de enseñanza y de traer de la oscuridad a la luz a un alma descarriada, Meir se siente más elevado en el camino del Cielo, ya que ha recuperado a alguien Santo que fue corrompido por la mismísima semilla Satanás.

Al mismo tiempo, en momentos de descanso Meir pide a Kiroun que transcriba todo su conocimiento sobre Demonios en los documentos que guarda la Torá Negra. El Nazareno lo hace con gusto, sabiendo que este saber puede ser útil a muchas otras personas interesadas en combatir el mal.

Donna, Doncella de Meir
Como tarea paralela Meir, indica a su ghoul, Donna, que elabore de camino a su refugio, bajo las tumbas, en las catacumbas de las criptas, un “laberinto” flanqueado por varios Mezuzás sagrados. Solo debe colocarlos como él le ha indicado en un plano.

El Mezuzá es un pergamino con versículos de la Torá que se guarda dentro de una pequeña caja colocada al lado de las puertas de las casas judías, incluyendo viviendas, escuelas y Templos. La tradición tiene su origen en el Deuteronomio donde se estipula que hay que “escribir las palabras de Dios en las puertas y postes de entrada de las casas”. Cualquier vampiro que entre en este lugar y no sepa “el camino correcto” acabará envuelto en llamas para su purificación eterna.

Es una excelente medida de seguridad para su refugio y la biblioteca de la Torá Negra. Solo Meir y Donna saben el camino correcto para no acabar reducidos a cenizas si eres un Cainita indiscreto.


El humilde Toreador
Atrás quedaron los tiempos donde la tortura guiaba su no vida y ahora estar entre los labriegos que aran la dura y seca tierra, es su verdadero lugar. Oded se encuentra cómodo junto a los agricultores a los que ha ayudado durante años para que apenas consigan sustento con el sudor de su frente. Este es su área de influencia y aquí tiene su rebaño del que se alimenta. Viven fuera de las murallas ajenos a los asuntos políticos de la ciudad.

Así mismo el Toreador continúa interesado en crear una red de comercio, pero esta tarea se le queda grande, así que se limita a aprender la habilidad de mercaderes y comerciantes que pasan por los alrededores dejando Jerusalén de lado, ya que apenas es un punto de interés en cualquier ruta que se precie.

No se olvida de visitar periódicamente la taberna de Zikaron, pero las cosas no van bien en ella. Desde que Zikaron no está, el negocio no acaba de arrancar y se está perdiendo dinero. Al Toreador no le queda otra opción que cerrar la taberna hasta nueva orden, despidiendo y agradeciendo sus servicios a los trabajadores que se deberán buscar la vida en otro lugar.

Amal sabe que Meir ha regresado pero lleva casi un año sin dar señales de no vida. Lo habla con Oded que le disculpa, ya que está dedicando su tiempo a una tarea muy importante, de la que aún no se debe saber nada. Esto deja a Amal intranquilo e intrigado a partes iguales.  


Sahytana, Seguidora de Set
La ardiente tentación
Amal no puede dejar de vigilar y guardar el refugio de su nuevo amor, Shaytana. En este año se hacen amigos y mantienen una relación abierta que satisface a ambos. El Ravnos no olvida su verdadera tarea, la razón por la que llegó a Jerusalén, pero el Señor de las moscas no enseña su hocico peludo y todo está tranquilo por aquí.

Otra cosa que Amal no olvida es cortejar a Donna, la bella doncella de Meir. La agasaja con presentes y flores cada vez que puede. Para él es un reto ya que no había conocido mujer que se resistiera a sus encantos. La bella rubia es un agradable misterio para Amal. Además  posee el morbo añadido de ser la sirvienta de un compañero vampiro y esa situación la hace más “prohibida” y atractiva.

Una noche Donna sucumbe a los encantos de Amal y se encama con el Ravnos. Es un escarceo rápido y muy visceral, tras el cual la mujer se siente tremendamente culpable, como si hubiera engañado a su Señor Meir.

Se viste apresuradamente y llorando jura no volver a caer en la tentación. Para el Ravnos la victoria sobre Donna le deja el gusto agridulce, ya que por un lado ha conquistado una pureza inocente difícil de superar, y por el otro lado no se siete bien, ya que no puede dejar de pensar en cierta Setita mientras está con otras mujeres.


Farsi, jefe caravanero
Los movimientos de Mudji
Mudji mantiene viva la llama de su pequeña red de contactos y se encuentra a menudo con ellos en la taberna del difunto Zikaron. Está molesto por la pérdida de éste, pero poco a poco el tiempo va haciendo que todo vuelva  a la normalidad.

El guerrero Assamita contactó con Donna para que por medio de la hermandad de sabios de Meir pudieran descubrir cómo poder mantener “fresco” de algún modo el escupitajo del Espectro. Si lo conseguía podría ofrecérselo a Innominat cuando regrese y así éste podría usar su magia sobre su sangre. Seguro que el Príncipe consigue valiosa información con su Vitae.

La bella Donna pide permiso a Meir y tras otorgárselo, ésta recoge el esputo envuelto en un trozo de tela y se lo lleva a él Maestro herbolario para que lo mantenga “fresco” hasta el regreso de Innominat.

Mudji vigila de lejos al Espectro, que se percata incomodándole enormemente la situación. Al Assamita no parece preocuparle y no niega que en cierto modo disfrute provocando al compañero Assamita, prefiere hacerle saber que está vigilado, para que así no tenga la tentación de hacer ninguna tontería.

Por último, habla con Farsi, "El Persa", su contacto caravanero, para que busque para él un candidato ideal para suplir el puesto de Zikaron. Alguien digno de llevar el especial negocio que afianzó en la ciudad. Farsi continúa su viaje en ruta comercial, aceptando la búsqueda. Mudji sabrá de sus resultados si los hubiera. 


Innominat, Príncipe de Jerusalén
El regreso de Innominat
El Príncipe camina por las calles de Jerusalén para descubrir, muy a su pesar, que ha habido sutiles cambios. Hay más cuerpos de condenados colgados de lo que suele ser habitual, la violencia y las ejecuciones públicas han crecido en su ausencia. Al mismo tiempo observa que los símbolos de Dioses a los que se adora en la ciudad son plurales. Ahora hay nuevas deidades en los altares de los ciudadanos de la ciudad monoteísta de Yahvé.

Umaskal se reencuentra con su señor y muy contento arrodillándose ante él le suplica sangre fresca, lleva dos años bebiendo Vitae conservada mágicamente y necesita volver a saborear la vida en sus labios. Innominat se hace un corte en la palma de la mano y le da de beber sangre a su fiel ghoul.

Lo primero que se encuentra Innominat al llegar al salón del trono es éste tapado por una sábana blanca que retira para sentarse de nuevo sobre él. A un lado está Oded sentado a la mesa de Meir, estudia rutas comerciales y cuando levanta la cabeza, sorprendido y aliviado se encuentra a su “joven” Príncipe en el trono.

Oded disculpa al Senescal Meir e Innominat, muy serio, pide que el Regente reúna a la corte de inmediato. El Toreador se lo comunica a Donna y esta se encarga de hacerles llegar a todos la noticia de que el Príncipe ha vuelto y que les convoca a todos en el salón del trono.

Mientras esperan, Oded explica porqué se encuentra él de Regente en lugar de Meir de Senescal y cuenta a Innominat lo sucedido en su ausencia durante estos dos largos años. También le cuenta que hay dos nuevos vampiros, una Setita y un vampiro misterioso que está al cargo de Meir. A medida que Oded va resumiendo los acontecimientos Innominat va cambiando su semblante, llegando a tener que controlar  a la Bestia debido a su evidente enfado.

Una vez Amal, Mudji y Meir llegan al salón del trono y ven la cara del Príncipe, sobran las presentaciones. Los cruces de miradas y la tensión inundan la estancia.

Jerusalén vuelve a tener Príncipe –asegura Innominat en voz alta y clara. Acto seguido reprende a Meir por tres cosas: la muerte de Zikaron; los múltiples Dioses a los que ahora se adoran en Jerusalén; y la Regencia de Oded en lugar de estar él de Senescal como le ordeno.

–¡No te has hecho cargo de la ciudad! –grita al Capadocio mientras las bestias internas luchan por salir y solucionarlo todo con violencia.

No entiendo como no has castigado al Espectro por sus crímenes. –a lo que Oded responde diciendo que fue la decisión que tomó y fue la mejor a su parecer, lo asume. Innominat no está enfadado con el Toreador, bastante trabajo ha hecho sin corresponderle. El Príncipe está enfadado con su Senescal por dejar el mando y ambos vampiros discuten sobre ello.

–¿Por qué no has gobernado la ciudad, Meir? –insiste Innominat un tanto molesto dirigiéndose al Capadocio. El Senescal responde creer haber obrado erróneamente pero asegura que ha estado encargándose personalmente de una amenaza real, un enemigo de Jerusalén: El Nazareno. El Príncipe confundido pregunta si está muerto y Meir responde que no, pero asegura que ahora sigue “nuestra causa”, como la denomina el Capadocio.

El Príncipe confundido exige a Meir que le cuente la verdad. Éste le narra su viaje a Nazaret y cómo allí encontró a una oveja descarriada que con mucho esfuerzo y sacrificio ha conseguido traer al redil de Yahvé. Ante el atónito Innominat, Meir  confiesa que el Nazareno es un Baali que sigue ahora el camino del Cielo.

–Deberías haberlo matado cuando lo encontraste… ¿Entonces el asunto es que has escondido a un Baali durante mi ausencia? –cuestiona Innominat.

–Sí. Se ha arrepentido y con gran esfuerzo y sacrificio ahora sigue la senda de Yahvé –responde Meir orgulloso. Innominat no cree estar escuchando esto de la boca de Meir, un sacerdote del Dios de los judíos.

¿no será Belcebú el que te está engañando ahora? –interrumpe Amal dejando la pregunta en el aire.


Regreso del corazón
Innominat ya ha tenido suficiente y pide que el Nazareno se presente ante él aquí y ahora.

–No lo mates sin más, permítele explicarte la verdad –suplica Meir temeroso. El Príncipe no responde al Capadocio y mirando a Amal le pregunta sobre su cometido durante todo este tiempo. El Ravnos le explica que ha buscado al Señor de las Moscas, el cual no ha dado señales de vida; y ha protegido a Shaytana, la Seguidora de Set.

El Príncipe pensativo mira a Meir para intentar saber porqué ha habido tanto descontrol durante su gobierno. El Senescal no reconoce ningún error, solamente prioridades que decidió como gobernante, sin tener preparación para ello.

Innominat pregunta por qué no mataron al Espectro y Oded responde que quiso hacerlo pero no recibió el respaldo de su corte en el momento adecuado. En este momento todos los vampiros discuten opinando sobre su visión de los hechos. Reina la discordia entre ellos e Innominat escucha atento sus palabras.

Mientras hablan, el Príncipe abre un saquito de sal; con mucho cuidado comienza a dibujar con la sal un círculo perfecto en el frío suelo de mármol. Tiene un par de metros de diámetro y en su interior hay símbolos arcanos. Innominat pide silencio y con el lejano eco de sus palabras de fondo, comienza a recitar palabras en sumerio.

No lo piséis –exclama concentrado Innominat. 

Meir ha ido en busca de Kiroun, el Nazareno. Por el camino le explica la difícil  situación y cómo el Príncipe le va a poner a prueba. Ambos sabían que este momento llegaría y están preparados para él. Cómo suele asegurar Meir, Yahvé proveerá.

Kiroun llega al salón del trono y Meir le da su apoyo antes de dejarle andar hacia Innominat, que mirando al círculo del suelo le indica al Nazareno donde se debe colocar. El Príncipe Assamita escudriña el aura del Baali y no puede creerse los colores que en ella ve, ya que ninguno le hace pensar que sea un ser maligno.

El Nazareno con la cabeza alta y mirando orgulloso a Innominat, dice con voz firme:
 Esta será mi prueba de fuego. Afrontaré mi destino.

Umaskal, ghoul de Innominat
El Príncipe pide al Nazareno que le diga su verdadero nombre y que se corte con una daga ceremonial una de sus muñecas para desangrar parte de su sangre en un cáliz enjoyado. Umaskal acerca el cáliz y la daga. El Nazareno aprieta los dientes y responde mientras llena la copa de sangre negra y ponzoñosa.

Mi verdadero nombre es Kiroun.

Innominat ya con el cáliz de su sangre recita su nombre acompañado de salmos caldeos. Tras lo cual le acusa de ser un Baali. Asegura que todos ellos son demonios que solo desean la destrucción de la tierra.

Todos no –responde Kiroun mientras se postra de rodillas en el círculo del suelo. En ese instante comienzan a surgir rayos azules que rodean el cuerpo del Nazareno, envolviéndolo en una especie de red luminosa.

El ritual que acaba de hacer Innominat supone una grave maldición para los miembros con menos Humanidad de la Estirpe. El Nazareno afectado por este poder recupera la parte de su alma que agoniza lentamente en su interior. Si fuera un criminal no podría soportar los remordimientos a causa de sus acciones y lamentaría el modo en que obro. Si el Nazareno es un mentiroso, un asesino o un ser malévolo ahora pagará por todos sus pecados y sucumbirá al juicio de la Bestia pagando por todos sus pecados, uno por uno, aquí y ahora. Su mente no lo soportará, la culpa lo carcomerá y la Bestia gobernará su cuerpo para ser ajusticiado como se merece…

Pero nada de esto ocurre. Innominat no puede creerse lo que ocurre a continuación. Cuestiona toda lógica.

Kiroun permanece inmóvil como una estatua y de uno de sus ojos surge una tímida lágrima de sangre negra y ponzoñosa. Esta oscura gota recorre la mejilla del pétreo Nazareno. Parece romperse algo en su interior, pero el ritual deja claro que su alma es pura, ya que no ha cometido pecado alguno. Algo increíble para un Baali, pero así es evidenciado por la Magia de Sangre del hechicero caldeo.

El Nazareno mira a Innominat con sus ojos enjuagados en sangre negra.

–¿esa lágrima porque es? –pregunta el Príncipe.

Es por la decisión de convertirme en un vampiro inmortal, para poder llevar a cabo la venganza de mi familia asesinada por Jacob. –responde Kiroun apretando los dientes.

De pronto el poder de la fe se manifiesta a través del herido Kiroun. Su cuerpo transmite un poder invisible que hace que todos los vampiros presentes noten el miedo en sus huesos, en mayor o menor medida. Las bestias de los Vástagos desean huir del lugar, ya que el poder de la fe de Kiroun puede destruirles en el peor de los casos.

Meir y Mudji hacen un esfuerzo sobrehumano con su fuerza de voluntad para no huir del lugar, que es lo que su instinto les dice que hagan. Oded y Amal dan un paso atrás un poco más lejos del Nazareno.

Me muero de ganas de arrancarte la cabeza por ser Baali, pero lamento no encontrar razones para hacerlo –afirma asustado Innominat y le mira con rabia contenida.

–Kiroun, es ahora mi chiquillo. Tenlo en cuenta Innominat. –recuerda Meir a Innominat.

El Príncipe alterado, confiesa no saber qué hacer.

–Acéptame. Meir es mi Sire –responde Kiroun.

De todos los presentes Amal es el único que da un paso adelante, a pesar de la resistencia de la fe. Lo hace para apoyar a su compañero el Senescal Meir. Al mismo tiempo el Ravnos observa el aura sobrenatural del Nazareno, que es la de un Baali, clan Satánico por excelencia.

–A mí en el pasado, me ocurrió lo mismo que a él. Y Yahvé tuvo clemencia conmigo. Tenla ahora tú también, Innominat –dice el Capadocio.

Soy el Ángel de Yahvé –exclama Kiroun con voz alta y clara. Sus palabras resuenan en el lujoso salón del trono de oro.

La decisión está tomada. Kiroun, se te acogerá en Jerusalén como un vampiro más y de por vida Meir, tu mentor, responderá por tus pecados. Trabajarás junto a tu Sire por el bien de Jerusalén. Y esto es gracias a la clemencia que muestro hacia alguien de tu maldito clan. –el Príncipe Innominat sentencia con decisión y tras decir estas palabras mira a Meir.

Éste acepta los términos pero Kiroun no está de acuerdo con que Meir deba responder por sus pecados.

–Cualquier otro Príncipe, en cualquier otra ciudad os habría matado a ambos –responde Innominat. A pesar del desacuerdo del Nazareno, éste acepta los severos términos de la sentencia de Innominat, Príncipe Matusalén de Jerusalén.

Innominat mira a Meir y le aconseja que por seguridad Kiroun debería beber sangre de Meir, para así tener al menos el mismo vinculo que tienen los Sires con sus chiquillos. El Capadocio se niega, no quiere que su Vitae influya en el libre pensamiento de su pupilo. Si acaso beberían mutuamente para así vincularse ambos entre sí. Finalmente bebe solamente Kiroun de Meir, por decisión del primero, no le importa tener este vínculo de sangre con Meir, el vampiro que le otorgó su nueva vida.

Ambos Vástagos sienten un placer indescriptible que roza lo blasfemo, Kiroun bebiendo sangre de Meir y el Capadocio sintiendo como su Vitae se le escapa ingerida por su aprendiz.   

El Nazareno mira con gran admiración a su recién proclamado Sire Meir. El Capadocio pide a su “chiquillo” que se retire al refugio mientras trata unos asuntos con el Príncipe y su corte.

–Aprovecha esta segunda oportunidad. Hemos pasado la prueba de Yahvé. –susurra Meir a Kiroun.

El Nazareno se despide amablemente y se va del salón del trono, dejando al grupo de cinco vampiros mirándose entre sí. Umaskal cierra las puertas dejando tras de sí un silencio sepulcral.


Arreglando entuertos
–Y todo esto en dos años… ¡los judíos sois tremendos! –susurra Innominat sentado en los escalones que llevan al trono. Está abrumado por tantos acontecimientos importantes en su ausencia.

–Tratemos el problema entre cierto Assamita y cierta Setita –apunta el Príncipe, para continuar con el siguiente asunto por orden de importancia. 

Mudji ofrece la sangre del Espectro a su Señor. Esta ha sido preservada fresca por uno de los sabios de Meir. Innominat efectúa un sencillo ritual sobre el esputo de sangre e inmediatamente descubre la generación del Espectro, séptima, y ve las imágenes y sabe el nombre de su Sire y Abuelo vampírico. Ninguno de ellos es conocido por los presentes, pero ahora los conoce.

Hablando del asunto de la Setita y su presentación, el Príncipe pide el cofre de oro y joyas entregado por Shaytana cuando esta se presentó. Donna la doncella de Meir confiesa habérselo gastado en necesidades para el mantenimiento del palacete y el dominio de Meir.

Oded hace una petición al Príncipe. Teniendo su área de influencia entre los agricultores de Jerusalén y poniendo en conocimiento del problema de sequías con el que deben lidiar cada noche; El Toreador pide a Innominat si pudiera hacer llover periódicamente en las huertas de sus trabajadores, entre los que se encuentra su rebaño. Inicialmente el Príncipe deniega tal petición, no se rebajará con tal tarea, hay asuntos más importantes de los que preocuparse. Pero tras la insistencia y elocuencia de Oded, el Toreador le convence para que haga que llueva cada dos semanas a cambio de un diezmo y medio de las cosechas.

En un descanso de la reunión, Mudji pide estar a solas con el Príncipe para tratar un asunto que le preocupa. Hablan sobre su infamia, contagiada por los atroces actos de su Sire, sobre todo sus innumerables Diableries hacia miembros de su propio clan. Innominat decide no hacer caso a Alamut; no va a apartar a Mudji de su lado. Ambos descartan inventar argucias para que de puertas hacia fuera piensen que Mudji es un ser non grato en Jerusalén. Los embustes y engaños no son el sello de identidad de Innominat, más bien todo lo contrario.


Sala del Trono Jerusalén
Shaytana ante el Príncipe
Tras hablar con Amal sobre su situación con la nueva Vampiresa, Shaytana, Innominat pide que la Setita se presente ante él. Amal va a buscarla y la bella mujer aparece en cuestión de minutos. Tras una reverencia perfectamente ejecutada se presenta con gran respeto ante el Príncipe de Jerusalén.

La Seguidora de Set cuenta su historia: vino de Egipto hace un año, de la isla Elefantina, una colonia judía de mercenarios. La causa de su huida, junto a varias decenas de familias, fue la elevada violencia de aquel lugar. Vio la oportunidad perfecta cuando murió la anterior Setita interesada en esta ciudad, Auset, Sire del huido Liezer. Su especialidad son las fiestas cortesanas y la religión y se encarga de ejercer cierta influencia sobre los sacerdotes judíos de Jerusalén. Gracias a esto las cosas están tranquilas y sosegadas en el ámbito religioso en Jerusalén. Hay tres Dioses en su altar, Yahvé,  Anat y Khnum y a los tres ofrecen suculentos sacrificios para su apaciguamiento.

El Príncipe se enfada mucho cuando se entera de su área de influencia, los sacerdotes judíos, ya que él mismo estaba interesado en ellos. Discuten sobre este asunto y Shaytana le explica que no conocía este interés del hechicero Assamita, y acaba disculpándose ante él.

Mudji apunta que el Espectro puede estar molesto con la Setita por este asunto, ya que los sacerdotes están muy cerca del Gobernador Bagohi, al que protege con celo. La Seguidora de Set pregunta sarcástica si habla del mismo Vampiro que intentó matarla, a lo que Mudji responde afirmativamente. Hay cierta tensión en el ambiente.

Para llegar a un entendimiento, la vampiresa se ofrece ser la Ministra de Religión de Jerusalén, sirviendo e informado directamente ante Innominat. Al Príncipe le parece una gran idea y le permite mantener su poder siempre y cuando no se pase de la ralla. Asimismo ella y los suyos deberán mantener en secreto su adoración por otros Dioses que no sean Yahvé.    

Shaytana, observando sus hábitos no hebreos, pregunta a Innominat a que Dios adora él.

–A mí. En el pasado yo y los míos reinábamos como Dioses… responde nostálgico el Príncipe.

Innominat se preocupa por Anat, ya que es el nombre de la Sire de Bintanat, abuela de Helena de Lyth, Brujah Regente aliada de Cyra de Persia. No quiere que esa vieja vampiresa Brujah se inmiscuya en sus asuntos aquí en Jerusalén, ya hizo suficiente daño con sus conspiraciones. El Príncipe pregunta a la Setita si la conoce y Shaytana asegura no saber nada de ella.

Tras esto pregunta a la Seguidora de Set por la senda que sigue y esta le confiesa que una atípica para su clan, la Humanidad, tras lo cual Innominat se encuentra satisfecho apuntando que es una noble vía.

El Príncipe es capaz gracias a su hechicería de saber, aquí en este lugar, si alguien le engaña en su presencia. Al parecer, de momento, la mujer no ha dicho ni una sola mentira. Amal no la quita ojo de encima, los sentimientos de ambos son evidentes por la forma en la que se miran.

Shaytana saca un último tema antes de despedirse. El asunto del ataque a traición por parte del Espectro cuando llegó a Jerusalén. De no ser por Amal, aquí presente, estaría muerta o algo peor. Amal Faruk sonríe a la Setita sintiéndose halagado. Ella le devuelve una sonrisa de complicidad. Innominat no es capaz de percibir este sentimiento, no es lo luyo, pero para el resto de presentes es evidente lo que ocurre. El Príncipe dice no poder dictar una sentencia diferente a la que ya dictó en su día su Regente Oded. Afirma no dejarse influir por los arquetipos de clan para tomar decisiones de relevancia.

–¿Conocéis la clemencia? pregunta muy seria la Setita al Príncipe. Una pregunta que deja fuera de lugar a los presentes.

Sí, claro que la conozco. Esta noche la estoy practicando constantemente –responde Innominat un tanto airado.

Tanto Meir como Oded se percatan de que Shaytana parece inquieta por algo pero satisfecha por la respuesta del Príncipe. Amal, por el vínculo que los une, sabe que tiene miedo por alguna razón desconocida.

Meir pide intervenir y comienza su discurso diciendo que aborrece a todos los Dioses que no son Yahvé. A pesar de esto le da su palabra de que no va a tomar medida en contra de su gente por asuntos de religión. A pesar de sus creencias deberán respetarse mutuamente. Tiene una fe errónea pero es mejor unir para beneficiar que separar para perjudicar. El Capadocio la hace una petición: que por favor no fomente las nuevas creencias más allá de las familias que ya las siguen. El sacerdote judío es mucho más permisivo de lo que  cualquiera de los suyos. Meir empieza a creer cada vez menos en la violencia como solución de todos los problemas. Shaytana acepta sus condiciones y da las gracias al Capadocio por su comprensión. 

La Setita pide permiso al Príncipe para celebrar aquella fiesta de bienvenida que quiso hacer hace un año, cuando llegó a Jerusalén. Innominat la advierte que las últimas dos celebraciones vampíricas acabaron con cabezas rodando, pero le da permiso para organizarla y celebrarla en este salón si así lo desea. Shaytana agradece el gesto y su cara se ilumina pensando en la celebración.

Innominat le explica que si respeta su autoridad podrá ser feliz en Jerusalén, y pidiéndola que cuando lo tenga, le comunique cuál es su dominio, la despide. Ella se va lanzando una mirada de alivio a Amal y el Ravnos le hace un gesto para que se vean ahora fuera del palacete.
 
Ya a solas, Amal la pregunta por el miedo que ha observado en su presentación ante Innominat.

–Estoy mirando a los ojos al abismo, no quiero hacerte daño Amal. Solo encadenándome a ti puedo salvarme, ahora lo veo claro. No quiero que mueras. confiesa Shaytana. Tras mirarse a los ojos durante unos segundos, se dan un beso eterno que paraliza el tiempo.        

Espíritu de la abuela de Meir
Meir habla con su abuela, esa que es su mentora y que pulula por el mundo de los espíritus siempre a su lado, es su ángel de la guarda. El Capadocio le pide que vigile desde el más allá a la pareja de Amal y Shaytana para después contarle de qué hablan. Unos minutos más tarde la Yaya de Meir vuelve aterrorizada.

–Meir esa mujer es el mal en persona y es una…–y sin terminar la frase con un grito de agonía puro, la abuela desaparece sin dejar rastro para nunca volver. Siente lastima y espera que no haya sufrido. Al menos por fin ha continuado su camino hacia el cielo, donde ahora debe descansar.

El Capadocio, que ha estado ausente hablando con el más allá, regresa llorando sangre por su abuela y cuenta a los presentes lo ocurrido. Algo en el mundo de los muertos, en la Umbra, ha matado a su abuela. Arrancando los grilletes que le ataban a lado de Meir.

Quizás sea mejor así. –solloza Meir. 


El Oráculo de Amal
Muraguri, mentor mago de Amal, decidió concederle hace tiempo un preciado regalo, el Don de la percepción de los Oráculos, abriendo sus sentidos a los presagios del destino. Amal nunca sabe cuándo se abrirá esta poderosa caja de Pandora, pero sabe que las visiones del futuro pueden condicionarle para llegar al mismo… ¿o quizás ya está escrito?

Amal, con los ojos en blanco, ha entrado en un trance que le muestra una imagen del futuro, el Oráculo de Muraguri hace efecto y le enseña algo de su destino:

“El Ravnos se encuentra en el salón del trono. La estancia está llena de bruma blanca y a su alrededor hay más vampiros, aunque sus caras están borrosas. En el suelo de mármol arrodillada se encuentra Shaytana, su semblante es de pavor y los ojos de la mujer buscan los de Amal. Al cruzarse las miradas el Ravnos sabe que podía haber hecho algo para salvarla pero no lo ha conseguido. Con la pena infinita en el semblante de Shaytana un filo baja raudo y la decapita. La expresión del amor de Amal permanece en la cabeza que rueda por el suelo mientras envejece a pasos agigantados, parando finalmente a los pies del Ravnos y quedando la tez de la vampiresa marchita como la de una anciana. Sus ojos aun lloran sangre roja…”

La amargura de Amal al despertar de esta visión tan desgarradora hace que el Ravnos caiga de rodillas y apriete puños y dientes reprimiendo la bestia en su interior. La rabia y la impotencia que sentía en su visión la siente ahora mismo, aunque se da cuenta de que el amor que tiene por Shaytana no es tan intenso como el que ha sentido en su instantánea de futuro.

Los presentes enmudecen al ver la reacción de Amal e Innominat rompe el incomodó silencio preguntándole qué es lo que ha visto en su visión, deduciendo que no ha estado aquí durante los últimos instantes.

Amal cuenta al Príncipe lo que ha vivido y afirma que Shaytana es alguien importante para él. Seguidamente queda sumido en una melancolía que le deja tremendamente pensativo. Desea abrazar a Shaytana y protegerla de todo mal.

Innominat da por concluida la reunión cuando Umaskal viene a buscarle, alguien desea tener un encuentro secreto con él. El resto de vampiros asistentes se retiran a sus quehaceres habituales. 


El Espectro, Assamita
A solas con el Espectro
Umaskal, fiel guardián y servidor de Innominat le transmite al Espectro el lugar de encuentro. La taberna, ahora cerrada, de Zikaron. Cuando el Príncipe llega el Espectro se encuentra de pie en medio del comedor, esperándole en silencio.

–En tu ausencia el gobierno ha sido un desastre, el gobierno del Artesano, Oded, ha culminado en la muerte de mi chiquillo Zikaron. Ha quedado demostrado que no ha estado a la altura y ha demostrado que solo los Assamita somos dignos gobernantes. Set es el mal y eso nunca cambiará. Si no quieres problemas expulsa a la Setita, no caigas en el mismo error que ellos. Si no deseas consecuencias con Alamut prohíbe la entrada en Jerusalén a todos los del clan de las sierpes venenosas…–explica al Príncipe el Assamita protector del gobernador.

Innominat interrumpe las intensas palabras del Espectro y sin que este se lo espere se acerca a él y subiéndose a una silla pone su cabeza a la altura de su yelmo, agarrándolo fuertemente con sus dos manos de niño mientras le mira a los ojos:

Espectro, escúchame, me dan igual las consecuencias de Alamut. Todos los vampiros tienen su oportunidad en Jerusalén siempre y cuando sigan mis leyes. Todos.

Alamut me envía y vigila mis pasos. El consejo del nido de Águilas son los que me han enviado aquí para mi sagrada misión y no puedo fallarles. Nada debe interferir en ella, ni Setita, ni vampiro, ni humano… –responde el Espectro impactado por la reacción de Innominat. Tras las palabras mantiene la mirada del Matusalén con apariencia de niño hechicero.

–¿A quién servirías dado el caso a Haquim o al Consejo? pregunta Innominat por sorpresa al Espectro.

A Haquim, sin duda. –contesta sin pensárselo el Espectro.

–Entonces no tienes nada que temer, estamos en el mismo bando. Hazme caso Espectro y todo saldrá bien. Yo soy tu Príncipe, tu antiguo, respétame y no asesines a nadie sin mi consentimiento. Debes aceptarme y seguir la senda de Haquim, esa es nuestra guía. –dice Innominat muy seguro de sí mismo.

El espectro pensativo y cabizbajo acepta las palabras del Príncipe y promete seguir la senda de Haquim, últimamente se ha apartado de ella, no puede negarlo, pero volverá a ser un soldado Assamita del que sentirse orgulloso.

Innominat satisfecho se despide de él y ambos regresan a sus refugios antes de que amanezca.


Segundo trago
Amal, temeroso por su visión, decide pasar la noche con Shaytana, quiere brindarle su apoyo para que no se sienta sola. Mantienen relaciones carnales y la Setita pide permiso para beber de él, solo así será libre, ya que para romper sus actuales cadenas debe ponerse otras y el vínculo con Amal es su vía de escape. Amal consiente que beba de él y él mismo se siente en la obligación moral de corresponderle y beber de la sangre de ella. Ambos completan en segundo trago del vínculo de sangre.

Ahora los sentimientos son tan fuertes que afectan al comportamiento de ambos vampiros. Aunque en modo alguno están esclavizados, ambos pasan a ser una importante figura en sus respectivas vidas. La influencia de ambos es tal que podrían persuadirse o darse órdenes sin mucho esfuerzo.

Amal promete a Shaytana que no le ocurrirá nada mientras esté a su lado, ya que él también ha decidido seguir esta difícil vía, a pesar de que se da cuenta de que sus obligaciones quedan relegadas a un segundo plano en este momento. Ella es lo más importante ahora mismo.

La celebración de la presentación en sociedad de Shaytana saldrá perfecta, de eso se encargará Amal en persona. El Ravnos comienza a organizar junto a su amada la recepción en el salón del trono. Imagina cómo sus ilusiones pueden darle un aire único a la celebración. Algo especial pero sin resultar demasiado cargado. Adornar el lugar como nadie lo ha pensado jamás. Ambos amantes se ponen manos a la obra imaginando la celebración perfecta.


Símbolo de Innominat
Preparativos
Meir pide permiso a Innominat para aprovechar y presentar a Kiroun en sociedad en la fiesta de Shaytana. El Príncipe le da permiso y el Capadocio habla con el Nazareno para ver si le parece bien, a lo que el Baali responde afirmativamente.

Innominat está dándole vueltas a la presentación de Shaytana, piensa que fue demasiado bien. Absolutamente ninguna mentira en su discurso. Y esto le escama. Intenta recordar si llevaba algo especial en su indumentaria, algún talismán o anillo mágico quizás. Le llamó la atención la diadema que portaba, una finísima joya de orfebrería digna de un maestro artesano. El Príncipe piensa que a lo mejor le ha neutralizado mágicamente su ritual con algún tipo de hechicería Setita. Aunque solamente es una superstición, no tiene pruebas de ello.

Teniendo en cuenta este palpito, por si acaso, el Príncipe decide hacer instalar en el techo, justo sobre la puerta de entrada, su espejo ritualizado, capaz de mostrar la verdadera naturaleza de los seres que refleja. Así Innominat podrá ver a cada uno de los invitados de la celebración por este filtro de la verdad y saber si alguien non grato se cuela en la fiesta.

Innominat recibe la carta desde Esparta. Es un Toreador llamado Orión. Se presenta como un amante de la sabiduría que desea asistir a la presentación de Shaytana. El Príncipe le da permiso para presentarse a él esa misma noche. Su idea sería instalarse en la ciudad, durante un tiempo, ya que su Sire tenía en buena estima Jerusalén. Todo su clan en Grecia ha enviado a muchos de sus hermanos del uno al otro confín del mundo conocido, con el fin de difundir la sabiduría por el mundo y aprender a su vez de tierras extrañas.

Por fin ha llegado la noche de la presentación oficial de Shaytana ante la corte de Jerusalén. Todos los Vástagos de la ciudad preparan sus mejores galas para asistir a un evento donde seguro que habrá sorpresas, las fiestas en gobierno de Innominat no dejan indiferente a nadie…


Tercer trago
Esta misma noche Amal visita a Shaytana con la idea de completar el vínculo de sangre. Sin hablar ambos amantes se funden en un abrazo que culmina en un mordisco recíproco que les hace llegar al más sublime éxtasis.

En este punto ambos están completamente atados.  No pueden cesar de mirarse y saben que sus vidas están ligadas para siempre. Cada uno piensa del otro que es la persona más importante de su vida; todo el mundo pasa a un segundo plano ante esta pasión devoradora.

El vínculo de sangre es un amor absoluto, aunque de una forma ligeramente retorcida y perversa. Los caprichos del amor podrían hacer que ambos, esclavos del vínculo, hagan cualquier cosa por su amado, incluyendo el asesinato y el suicidio.

Un vínculo de sangre total, una vez formado, es casi inviolable. Ya no pueden ser atados a otros vampiros, mientras estén vinculados el uno al otro. Ellos no saben que en realidad es una pasión artificial, pero la viven como real y la sienten en sus corazones muertos. Algo que muy pocos vampiros son capaces de experimentar una vez son no muertos.

Sin embargo, tras la formación de este vínculo completo todas las sensaciones menores son barridas, Amal solo puede pensar en Shaytana y Shaytana sólo puede pensar en Amal.

Ambos vampiros amantes con su vínculo mutuo, emulan una representación lo más cercana que estos seres pueden llegar del amor verdadero. Dicen que esta sensación puede convertirse en disgusto o en odio con el paso de los siglos y en cualquier caso pocos Vástagos son lo suficientemente confiados como para someterse a ella voluntariamente. Amal y Shaytana son la excepción de esta norma.

Un vínculo de sangre es una fuerza poderosa que los atará hasta el fin de los días de uno de los dos, situación en la que ninguno puede llegar ni a imaginarse. Es una de las sensaciones emocionales más potentes que se conocen. Ambos experimentan una absoluta devoción mutua. Haciendo prácticamente cualquier cosa por el otro.

En esta situación Shaytana cuenta a Amal la verdad sobre su situación:

Es una Baali, que tenía órdenes de Enki, el hermano rival de Innominat, para conseguir información sobre Jerusalén y sembrar la semilla del caos para allanar el camino de la Venganza. Con el vínculo de sangre ha roto las cadenas que le unían a Enki y ahora su no vida depende de Amal. Shaytana llora sangre por miedo a su incierto destino.

Amal la abraza y la ofrece huir juntos para empezar una nueva vida lejos de Jerusalén. Shaytana con lágrimas de sangre en la cara duda que su Señor no la encontrará.

–¿si huimos, estarías haciendo lo correcto? ¿Es lo que deberíamos hacer? ¿Huir dejando los problemas atrás? Si deseas salvarte ¿no deberías quedarte junto a tu Príncipe en vez de huir conmigo? pregunta Shaytana “abriendo su corazón”.

Esto hace recapacitar a Amal y piensa que Shaytana está pensando en él antes que en ella misma. Le hace decidir dar un paso en la dirección correcta y tener valor quedándose y afrontando la situación con valor y no con cobardía. Confiesa a Shaytana que él dará su vida por ella si fuera necesario y la convence de que todo saldrá bien.

Shaytana y Amal se preparan para la ocasión y por el momento deciden no contar su vínculo de sangre al resto, esperando que llegue la situación adecuada para hacerlo.  De momento ella agarra fuertemente el brazo de él y se encaminan hacia el palacete de Innominat donde les aguardan para la presentación de ella en la sociedad vampírica de Jerusalén.


Verdadera apariencia
El salón del trono está irreconocible, las ilusiones de Amal lo han dejado adornado de tal forma que parece un lugar de ensueño. Los olores a jazmín, las flores frescas adornando cada rincón, el mobiliario de la mejor calidad y las obras de arte que adornan e lugar. Nadie es capaz de darse cuenta de que es solo una bonita ilusión. Ni siquiera se lo cuestionan por que puede ser perfectamente factible hacerlo, lo que no saben es que no ha costado más que un poco de imaginación por parte de Amal, del clan Ravnos.

En lo alto del trono de oro enjoyado, Amal ha creado otra ilusión permanente, una talla en la que pone “Innominat”, que junto a los símbolos de su antigua Mesopotamia dejan claro que Jerusalén es su dominio.

Del servicio y los músicos se ha encargado Shaytana y los suyos, todo está listo para la presentación: las copas de sangre, las pesadas cortinas tapando las ventanas, los sirvientes atentos a las necesidades de los invitados y los guardias protegiendo el lugar liderados por Umaskal, guardián de Innominat, que no quita ojo a cualquier cosa fuera de lo habitual.

No ha venido toda la corte humana de Shaytana, debió considerarlo una forma de sumisión, por lo que ha venido sola junto a Amal.

Los anfitriones ya están en el salón: Oded, con sus mejores galas de Toreador y su alta apariencia. Meir, pálido y mortecino como buen Capadocio pero con su aura de santidad que le hace tan especial. Junto a Meir se encuentra Kiroun, el Nazareno, imponente pero al mismo tiempo tímido ante la atípica situación para su experiencia.  Mudji, arropado con su capa del desierto que tapa sus cicatrices y su cara desfigurada por las quemaduras del sol. E Innominat, el aparente niño inocente vestido con una túnica ritual diseñada hace milenos. Muy atento el Príncipe mira el espejo instalado en el techo de la entrada para ver la verdadera forma de cada uno de los invitados.

Abraham, buscador de las Revelaciones Sagradas
Llega Abraham, Sire de Meir, su aspecto es el de una momia deshidratada vestida con una raída túnica gris. Saluda a los anfitriones y Meir le presenta a Kiroun, su nuevo pupilo. El Capadocio se interesa por su situación y parece agradarle la idea de Meir de tener un súbdito, ya que no puede abrazar a nadie.

Ante la sorpresa del propio Príncipe se presenta Kayhana, la bella embajadora de Persia.
–No me perdería una de tus fiestas por nada del mundo. dice Kayhana a Innominat con un desenfadado todo.

Por primera vez en un evento de tal calibre, aparece el Espectro, con su imponente armadura y su aire de superioridad, permanece apartado de los demás y observando en un rincón. Se encuentra fuera de lugar, pero por su presencia aquí se puede deducir que desea integrarse en la corte de Innominat bajo su sombra, ¿o quizás no?...

Ephraim, Nosferatu
Un Nosferatu atufa la estancia con su desagradable aroma a enfermedad, su aspecto es el de un infectado de lepra con llagas purulentas por todo su cuerpo. Es pequeño y torpe. Se acerca a Mudji saludándolo como si lo conociera de toda la vida. Es Ephraim y por primera vez muestra su verdadero aspecto de Nosferatu, ni siquiera Mudji lo había visto nunca. El chiquillo de Kothar se encuentra emocionado y atemorizado a partes iguales. Y charla nerviosamente con el guerrero Assamita mientras se presenta a los vampiros que se le acercan.

Mientras los vampiros presentes comienzan a charlar y a beber sangre, disfrutando de la música de varios bardos traídos de lejanas tierras, Irrumpe Shaytana del brazo de Amal. Hacen una pareja de ensueño, ella con su pelo rubio brillante, su tez sonrosada, con la apariencia de un ángel y él con su piel violácea y su largo pelo liso y blanco, con ropajes estrafalarios pero con clase. Innominat parece enmudecer cuando observa el espejo para ver la verdadera apariencia de Shaytana.

El Príncipe ve un ser aterrador: un Demonio hembra con enormes zarpas de lobo, gigantes alas de murciélago, colmillos de bestia, y pelo de lobo en las piernas. El largo cabello de su cabeza es blanco como la leche y la expresión de su cara, de melancolía absoluta. Va acompañada por una especie de lobo descarnado, sin pelo, con fauces afiladas como cuchillos que camina despacio a sus pies.


Orión, Toreador griego
La Llegada de Orión
En ese momento llega el griego Orión, montaña en griego, del clan Toreador. Un anciano con barba blanca, rostro amable y una simple túnica marrón. Se presenta a Innominat como Maestro orfebre y comienza a hablarle con mucho desparpajo sin percatarse de la expresión atónita del Príncipe.

Tengo por oficio hacer y vender objetos artísticos de oro, plata y otros metales preciosos. soy de Argos, estado aliado de Esparta. No me gusta la guerra, si la política, que es la guerra sin armas. Huí de la guerra de Atenas contra Esparta, griegos contra griegos un conflicto  interminable.

Comienza a narrar con aire épico para que los presentes más cercanos escuchen sus palabras:

–Las Guerras del Peloponeso acaban de finalizar hace cuatro años. Comenzó con el intento de Espata de reducir el poder Ateniense, Atenas reto la superioridad numérica de Esparta en tierra y al contrario por mar. Cuando la marina Espartana consiguió la victoria en Egospótamos, los atenienses perdieron la guerra. Aun así, Atenas sigue participando en complejas guerras en la actualidad, y la polis de Tebas ateniense está a la altura de los hoplitas espartanos…

Innominat, a quien Orión está hablando desde hace unos minutos, no está atendiendo al recién llegado, solo puede pensar en el verdadero aspecto que ha aparecido en su espejo ritualizado. El Príncipe se disculpa con el Toreador y mira a Amal con una mirada asesina.


Sahytana, Baali

La mano de Yahvé
Amal temiendose lo peor, pide a Shaytana que se quede con Mudji y pide al Assamita que por favor la cuide hasta que él regrese. El Ravnos mirando a los ojos a Innominat se dirige hacia él apartándolo a una esquina de la estancia.

Kiroun le confiesa a Meir que la acompañante de Amal le da mala espina y se pone muy nervioso. El sacerdote Capadocio pide al oído a Kiroun que no se aparte de Abraham, se ha percatado por la expresión del Príncipe de que algo grave está sucediendo.

Oded observa atentamente al Espectro, sin quitarle ojo de encima. Sospecha que pueda hacer algo inesperado. Cuando de pronto Meir se le acerca y le dice que Shaytana pone nervioso al Nazareno, a lo que Oded responde, con un ingenioso comentario, que el Nazareno le pone nervioso a él.

El Espectro acelera el paso y se presenta ante Innominat y le arroja a sus pies una estatuilla de piedra pulida negra. La escultura se parte en mil pedazos.

–Estaba en el altar del gobernador. Es una estatua del repugnante Dios Baal ¿Qué más pruebas quieres de que esa puta está haciendo el mal? –dice el Espectro muy enfadado señalando con rabia a Shaytana. Innominat pide al Espectro que esté alerta y éste se aparta del Príncipe no quitando ojo a la Setita.

Innominat se topa de bruces con Amal y le enseña la verdadera imagen de su acompañante. El Ravnos le pide clemencia y que se apiade de Shaytana. Lo hizo con el Nazareno y  no sería justo que no le diese una oportunidad a ella. Sin llamar la atención, pero muy afectado, le intenta explicar que ella es buena a pesar de su apariencia. Amal pide a Innominat que mire el aura de Shaytana y que por favor no la juzgue a la ligera.

–Innominat, no me obligues a hacer algo que no quiero… –dice muy serio el Ravnos.

Shaytana, temblorosa, suelta a Mudji del brazo y se encamina decidida hacia Innominat. Una vez ante él le cuenta la verdad a bocajarro, todos los presentes pueden escuchar sus palabras, aunque no todos lo hacen.

–Soy Shaytana, soy del clan Baali. Fui enviada a Jerusalén por tu hermano Enki, el Dios de los ríos y las aguas subterráneas. Mi cometido era sembrar el caos para que su camino hacia la venganza fuera más sencillo. Pero conocí a Amal y durante este año me di cuenta de que vinculándome a él conseguiría escapar de la influencia de Enki. Así que decidí quedarme con Amal rompiendo lazos con Enki y aquí estoy. No deseo nada malo para vos ni su gobierno y clamó misericordia del Dios de la Verdad. Antes de matarme debes pensar que soy la mejor forma que tienes para llegar a tu hermano. Y yo puedo ayudarte a matarlo para siempre.

Amal, asustado, se acerca a Shaytana y la agarra del brazo, apoyándola ante el Príncipe de Jerusalén. Parece ser que no todos los invitados se han percatado de la conversación, aunque algunos han escuchado palabras sueltas que les han escandalizado: Baali, caos, Dios de las aguas subterráneas, venganza, Amal, vinculándome, matarlo para siempre …

El Príncipe pide a Umaskal que se lleve a la embajadora fuera de peligro pero no demasiado lejos. El ghoul del Príncipe así lo hace, apartando a Kayhana a una esquina de la estancia, cerca de una salida. La embajadora confía en el criterio de Innominat y se queda al margen pero observando todo.

El Espectro que si  ha escuchado la conversación de la Baali, se acerca al Príncipe y en voz baja le exige a Innominat que la mate sin más dilación.

–Ella es algo insignificante comparándola con quién está detrás de todo esto. –el Príncipe le responde tras haberle escuchado con atención. El Espectro no puede creerse que Innominat no esté ejecutando a la Baali sin pensarlo. Muy enfadado se da la vuelta dejando al Príncipe con la palabra en la boca y se va del salón del trono airado y rabioso.

Kayhana, la embajadora se acerca a Innominat y le pregunta qué es lo que está pasando. El Príncipe le explica que un demonio Baali de 3000 años ha entrado en el juego. La embajadora con los ojos como platos no da crédito a las palabras de Innominat y éste le pide por favor que salga en busca del Espectro e interceda por él, no desea que se lleve una idea equivocada de lo que aquí está sucediendo. La embajadora, por la confianza que tiene en Innominat le hace caso saliendo rauda a buscar al Espectro.

Amal muy alerta agarra fuerte a Shaytana con una mano y la coloca a su lado para
Espantosa cuchilla de los Demonios
Espada de Amal
protegerla. Nadie va a hacerla daño sin pasar por encima de su cadáver. En la otra mano le aparece una fantástica espada de filo luminoso azulado, parece una hoja forjada por seres sobrenaturales de otro mundo, su nombre: “Espantosa Cuchilla de los Demonios”.

El Nazareno atraído por el aura malévola de Shaytana como una polilla es atraída a una antorcha, se acerca a la vampiresa y eleva despacio su mano para tocarla. Ella paralizada por el momento no es capaz de articular palabra. Antes de que la mano santa del nazareno toque la fina piel de la Baali, haciéndola arder en llamas  Amal Faruk con un rapidísimo y certero tajo cercena de cuajo el brazo de Kiroun.

Shaytana eleva su mano “de porcelana” y con la palma direccionada hacia El Nazareno escupe por ella unas llamas de fuego negro que acaban calcinando hasta la médula a Kiroun. El Nazareno no ha sido capaz ni de percatarse de lo ocurrido antes de perecer consumido por los fuegos del infierno, literalmente.

Innominat se fija en una sombra que sobrevuela el techo sobre ellos. Tiene forma humanoide está hecho de negra y fría oscuridad.

¡¡¡Da la cara cobarde!!! –grita el Príncipe hacia la sombra.

Tras esto la negrura comienza a descender poco a poco, su forma es vaporosa y traslúcida muy oscura. Mientras Innominat invoca una tormenta en el exterior y los truenos y el viento comienzan a retumbar fuera, siendo audibles desde el mismo salón del trono.

Amal protege con su cuerpo a Shaytana que se encuentra muerta de miedo, tras haber matado al Nazareno. Está arrodillada y llorando sangre sobre las brasas negras de Kiroun.

Abraham, Sire de Meir, alerta a su chiquillo para que no se acerque a Shaytana, ve lo afectado que está y no quiere que muera nadie más.

Ephraim, el Nosferatu del Valle de Hinnom, está muerto de miedo y Mudji, su contacto, le pide que se vaya para salvar su no vida. Es decirle eso y Ephraim ya no es visible y su olor comienza a desaparecer raudo en dirección a la ventana más cercana.

Mudji está preparando su celeridad para tomar partido en la escena, pero espera la orden de Innominat, que ahora mismo está ensimismado mirando al infinito. Lo que Mudji no sabe es que está viendo una sombra que se está manifestando frente al Príncipe.

Con la tensión del momento a Shaytana se le cae la tiara de la cabeza y de repente se ve su aspecto real. La descripción más certera para definirla es: una horripilante demonio salida del infierno más profundo.

Amal muy templado, recoge la tiara de la Baali y se la da con una sonrisa, parece no afectarle su cambio de apariencia. Después imagina una ilusión, que para el resto de vampiros es real, una pared los refugia a ambos, dejándolos al margen de todos los presentes. Ya nadie les ve, es como si la habitación se hubiera remodelado mágicamente para proteger a los amantes, y en cierto modo así sucede la mayoría.

Mudji desenfunda su espada de acero de Damasco y se coloca a lado de Innominat, protegiendo a su Príncipe. Oded ha sacado sus dagas y también se acerca poco a poco a Innominat. La tensión se palpa en el ambiente.

Innominat debe estar viendo algo que el resto de vampiros no son capaces de percibir y es lo siguiente: una gran cabeza oscura y traslúcida se está materializando frente al Assamita.

Enki, hermano de Innominat

–Ha pasado mucho tiempo hermanito… dice la aparición en idioma Caldeo con una voz  cacofónica, solamente audible por Innominat.

Tras esto la enorme cabeza negra abre la boca llena de largos y afilados dientes y se abalanza sobre Innominat intentando morderle. El hechicero Caldeo reacciona rápidamente y desaparece. Se ha teletransportado mágicamente apareciendo en el otro lado del salón.

Amal sale del subterfugio creado para proteger a su amada. Casi sin conciencia y  alicaída en el frío suelo de mármol, continua protegida por la ilusión real de Amal.

Meir consternado, llorando sangre y conteniendo la bestia, se agacha y comienza a recoger los restos humeantes de Kiroun. Tras hacerlo, en silencio abandona la estancia despacio y pensativo. Oded se cruza con él mientras sale y le dice con tristeza:

 siento tu perdida. Meir no responde al Toreador y sale de la escena.

Mudji espada alta en mano, espera órdenes y pregunta a Amal que es lo que ha sucedido. El Ravnos le explica la situación y Shaytana sale del subterfugio creado por el Ravnos y dejándose ver acompaña la explicación de Amal. Ambos vampiros están muy compenetrados y se agarran la mano con fuerza mientras argumentan que viva puede ser más útil que muerta. Es la mejor manera de llegar a Enki, el hermano del Príncipe, verdadero causante de todo esto.

Innominat da una orden silenciosa a Mudji para que ejecute a Shaytana y Amal protege a la Baali con su cuerpo. Con celeridad Mudji carga sobre Shaytana y Amal se interpone entre ambos. Los vampiros van a comenzar el combate y la primera estocada de Amal atraviesa el estómago de Shaytana.

La vampiresa se ha lanzado a la espada del Ravnos antes de que impacte sobre Mudji, lo ha hecho para evitar un final fatídico para su amado. Así que decide sacrificar su no vida para salvar la de Amal. El espadazo del Ravnos era tan violento que resulta mortal para Shaytana, que arrodillada, antes de morir mira a los ojos del Ravnos. En su mirada hay impotencia y rabia. Amal recuerda esa mirada de su visión de oráculo y se siente como en ella: sabe que podía haber hecho algo para salvarla pero no lo ha conseguido.

Tras morir ella, el vínculo de sangre y los sentimientos que otorgaba desaparecen. Al ser liberado Amal siente que la atadura que tenía con Shaytana se rompe como una copa de cristal en el momento de su muerte definitiva.  El vínculo que ata es el vínculo que mata, decían los antiguos…

Mudji, en celeridad, decapita el cuerpo inerte de Shaytana, haciendo que la cabeza ruede por el suelo de mármol. La piel de la Baali comienza a envejecer dejando su cuerpo marchito tumbado y decapitado en el suelo. En cuestión de instantes el Assamita golpea con la parte de la empuñadura de su espada a Amal tirándolo al suelo sin ánimo de matarlo, si no de reducirlo.

Amal herido y confundido se levanta del suelo. Viendo la escena comienza a entrar en razón y a pensar con claridad. Se siente liberado y acercándose despacio hacia Mudji le da la mano y le agradece su actuación.

Una vez todo ha acabado y los vampiros supervivientes se encuentran en sus dominios e Innominat escribe una carta dirigida al Espectro:


“Hoy han muerto dos Baali y el Príncipe de las Tinieblas ha hecho su aparición.

Así hacemos las cosas los verdaderos Assamita.

Innominat, Príncipe de Jerusalén”


El Príncipe le da la carta a Umaskal para que la entregue en mano al Espectro.

Otra noche inolvidable en Jerusalén…

 
Jerusalén, 396 a.C.