Capítulo 40: Crónicas de Yehud VI, La puerta (385-384 a. C.)

 

Crónicas de Yehud VI

La puerta

(385-384)

 

Ephraim, Chiquillo de Kothar, Nosferatu
Segunda advertencia

Ephraim, chiquillo de Kothar y hermano de Nahum, miembro del clan Nosferatu, se presenta ante la puerta de la granja donde Desdémona se refugia.

Fafner huele la enfermedad del leproso y pulula por la granja, mientras la Brujah invita a pasar al Nosferatu a su humilde morada. En un pajar lleno de pesebres con poca iluminación, los camellos descansan y Desdémona y Ephraim se acomodan en un discreto recoveco, donde el Nosferatu intenta alertarle de la estupidez que está a punto de cometer.

–No creo que debas aprovechar tu amistad con Kothar de esta forma –reprocha Ephraim a Desdémona mientas le extiende un pergamino enrollado– Tu encanto de mujer me recuerda a la pecadora Eva, que con su tentación consiguió que Adam sucumbiera a lo prohibido, a pesar de haber sido creada a partir de una de sus costillas… esto no fue escrito para que lo usases tú…

–Te estás equivocando –dice la Brujah herida en su orgullo– Kothar lo ha hecho el por qué cree que es lo correcto. ¿A caso crees que tu Sire es tan estúpido de darme esto si no quisiera que lo hiciera?

–No creo que sea estúpido. Creo que te lo ha facilitado para que tu tomes la decisión… es tu prueba… –dice Ephraim temeroso.

–Entiendo que no te guste el asusto –dice Desdémona– si yo lo viera desde fuera  me tomaría por una loca.

–El texto es solo para ilustrados. No sabrás usarlo. No es para ti. No lo hicieron para ti. No puede salir bien –Alerta Ephraim– Es un ritual de libación, un rito pagano que consistía en derramar determinado líquido sobre el suelo, fuego o víctima, después de probado. Hace mucho lo practicaban nuestros ancestros, pero ahora lo usan más los creyentes de otras religiones…

–Mucho mejor –dice Desdémona– Mejor que venga cualquier otra cosa que no nos imaginamos y no esté ligado al judaísmo, hará todo más fácil.

Ephraim se sorprende de su reacción. Que sus palabras no hagan temer lo que puede ocurrir, no entra en la mente del Nosferatu.

–No creo que lo que venga sea peor que lo que está por venir y de lo que  ya está sucediendo ahora mismo. Hay mucho cabrón suelto y alguien tiene que hacer algo. –Afirma la Brujah orgullosa.

–¿Acaso crees que debas ser tú la que desates todo eso?  pregunta Ephraim incrédulo.

–Soy una pecadora como otra cualquiera, seguro que no soy la única que me lo he preguntado, pero quizás nadie ha dado el paso de hacer algo en esa dirección… a lo mejor era lo que debía pasar. –Dice Desdémona intentando convencer  al Nosferatu– Igual debía ser así. Se me ha ocurrido a mí. Seguro que también le ocurrió al que inventó la rueda.

–¿Te comparas con el inventor de la rueda?¿Sabes que pecas de soberbia verdad? –pregunta Ephraim absorto por la comparación.

–Solo hago lo que no ha hecho nadie, me dejo llevar por mi innovación, por el idealismo que me motiva a cambiar las cosas. –Explica Desdémona convencida– no me creo mejor que los demás, si se lleva acabo y el ser que viene nos extermina a todos, pues caeré orgullosa por haberlo intentado. No me considero especial. Mi destino será el mismo que el de la mayoría. No quiero tomar la decisión de quien vive y quien muere. Quiero que venga un poder suficiente para hacer algo que pueda sanar al mundo… voy a tocar esa puerta desconocida.

–Puede que sí que lo haya hecho alguien, pero no haya vivido para contarlo… y debes saber que también puede que no vega lo que deseas… –alerta por enésima vez el leproso quedándose sin argumentos.

–Tu Sire Kothar me esperaba, sus profecías me vieron llegar pidiendo la invocación y el texto existía sin que yo lo supiera… todo me lleva por este camino y me convence más de todo esto que tu Sire esté en él, y sea alguien que ha participado con lo que le cuesta tomar partido… –dice Desdémona de forma tremendamente convincente.

–Supongo que tienes razón… dice Ephraim dudando de sus propias convicciones, ya que las palabras de Desdémona están convenciéndole y eso le asusta– Estaba escrito de alguna manera…

–Así será –dice la Brujah– Se que eres un buen hombre, no tienes nada que temer. Kothar te eligió por algo. Todo saldrá bien.

–Ojalá –dice el Nosferatu con la voz quebrada mirando hacia arriba.

–Imagina que los tiranos que aplastan a inocentes sean castigados de una vez por todas y para siempre...  ¡imagina que desaparecieran! y solo quedase en el mundo gente buena…. ¿te lo imaginas? –pregunta Desdémona al confundido leproso, que supone una sonrisa en la horrible cara del Nosferatu justo antes de desaparecer sin despedirse siquiera.

–Pero si Yahvé quisiera eso ya lo habría hecho… –dice Ephraim aun dubitativo.

–Es mi momento y voy a aprovecharlo –dice Desdémona.

La Brujah tiene en las manos un texto muy diferente a las tablillas en enoquiano que le enseño Kothar. Es un rollo de papel recién escrito que aun huele a tinta fresca.  Lo guarda entre sus ropajes, en un lugar seguro, y se dirige al salón del trono… esto será una sorpresa para todos, ahora espera que a Meir le parezca una buena idea, para que le ayude a ejecutar el ritual.

 

Agea, Archimaga troyana
Linaje perdido

Por muy nerviosa que estuviera Desdémona aquella noche, debido a su descubrimiento, no fue razón para que se durmiera más tarde de lo que el sol tardó en salir. Es un hecho que cuando el astro rey muestra su poder y sale, todo vampiro existente se duerme como por arte de magia, es uno de los pagos por vivir eternamente, o casi.

Esa noche Desdémona soñó algo, no es algo habitual en un cainita, no al menos de igual manera que cuando estaba viva. En su sueño Agea se comunicaba astralmente con la Brujah. Su cuerpo traslucido tenía colores difuminados que la hacían tener un aspecto mortecino y fantasmagórico. El aire era frío y la anciana, mientras flotaba sobre el lecho de Desdémona, comenzó a hablar:

–Desdémona, estoy preocupada. Eres la última de nuestro linaje. Línea de sangre que comenzó con Artemisa, La diosa griega de la naturaleza y la caza. Homero la describió hace casi 500 años como hija de Zeus y la titanesa Latona, hermana gemela de Apolo, casta diosa de la Luna…

Yo pertenezco a su descendencia y lo que es más importante, tu eres la ultima de su linaje. Y solo tú tienes la posibilidad de perpetuar nuestra sagrada familia ¿Has pensado alguna vez en la posibilidad de tener descendencia?

–Aun soy una neonata –dice Desdémona.

–Has huido de tu hogar y de tu Sire, robaste la lanza de Artemisa, salvaste a un Nosferatu, fuiste a la guerra nocturna contra los persas, mataste a un hombre lobo bebiéndote su sangre… ¿Neonata? Ya no eres una neonata… –Asegura Agea– No sería ahora. Cuando llegue el momento oportuno. Yo solo te lo digo para que lo pienses y elijas a tu futura chiquilla y no dejes pasar la oportunidad idónea.

–El Oráculo ha hablado conmigo –continua la ilustrada– el verdadero Oráculo, no tu Sire, ese farsante y asesino de la máscara blanca.

Me ha mostrado cómo alguien muy especial, que ha vivido mucho, pero sigue siendo mortal, visitará Jerusalén, próximamente.

Desdémona, he estado pensando mucho en la posibilidad de que nuestro linaje se extinguiera, si tú murieses, Zeus no lo quiera. Ya que el milagro de que yo engendrara progenie sería algo que no está ni siquiera en las posibilidades de mi magia.

Esta poderosa visitante podría ser abrazada a nuestra causa y pertenecer a nuestra sangre. Seria tu elegida para la inmortalidad y te prestaría la ayuda que precisas para conseguir tus ideales. El Oráculo dijo que ella aceptaría el regalo ya que su poder mengua por momentos. Sería una chiquilla atípica, si, pero no tengo claro si serás tú quien la abrace… en este punto el Oráculo tampoco fue preciso. Es una idea mía, de una hija de Troya a otra por el futuro de nuestro linaje.

–Tengo una idea sobre quién puede ser –dice Desdémona pensando en Noa– y si es ella, que al parecer tiene muchas miradas sobre su futuro abrazo, podría tener problemas si lo hago yo…

–¿Cuántos años tiene? –pregunta Agea refiriéndose a la sospechosa de Desdémona.

–No lo sé, pero no muchos, es una ghoul de Cartago. –responde la Brujah.

–No creo que sea ella. –Dice Agea– la que yo digo es muy vieja, quizás más que yo…

–Ah… entonces no creo que sea, no. –Rectifica Desdémona– ¿conoces su aspecto?

–No. –Responde Agea.

–No me siento preparada. Solo por perpetuar nuestra sangre. Es un poco egoísta ¿no crees? –pregunta Desdémona.

–No es un acto egoísta. Solamente es una inquietud mía, que deseaba transmitirte como tu antepasada que soy. Solo contémplalo y si se te presenta la oportunidad: no lo pienses. –Dice la anciana Agea– Ese es el mensaje que quería transmitirte.

–Te pido disculpas por mi escepticismo –dice Desdémona tumbada en su camastro de paja– Ando con la cabeza en otro asunto…

Se me ocurre otra posibilidad ¿Y si yo te doy una gota de mi sangre, la conservas, y si muero la usas tú para abrazar a quien consideres y así no se extinga nuestro linaje?

–Sí, es una posibilidad. –Responde Agea– Pero te lo decía ahora por que la visita de esta extraña es inminente y deberíamos aprovechar esta bendición. Mejor atraerla esta para que esté de nuestro lado y no en el bando de un enemigo…

–Has dicho que es más vieja que tú, es decir que tiene siglos… ¿es una maga o algo así? –pregunta Desdémona.

–No lo sé. –Responde Agea.

–¿Y si  por abrazarla la quito su poder y la despojamos de todo lo que es? –pregunta Desdémona.

–Seria más un ofrecimiento, un presente hacia ella, que un castigo. Responde Agea.

–Te prometo que lo tendré en cuenta. –Dice Desdémona.

–Es más de lo que me esperaba –dice Agea– me parece que estaba escrito que tuvieras esta respuesta. Acabo de tener un pálpito…

–Espero que todo salga bien. –Dice Desdémona.

–Espero que Zeus te oiga –Responde Agea mirando hacia arriba.

–Yo también espero que me oiga… ¡y bien alto! –responde enigmáticamente Desdémona justo antes de que Agea desaparezca y la Brujah despierte en su refugio. Ya ha transcurrido todo el día y es de noche de nuevo.

Al despertar Desdémona no sabe si Agea le ha visitado realmente en sueños, o lo ha soñado sin más… deberá descubrirlo por sí misma.

 

Oded, Senescal Toreador

Senescal y Primogénito

Oded, Primogénito Toreador de Jerusalén, está poniendo al día al Senescal Meir, en cuanto a lo hablado en el último Conclave, en el que el Capadocio no pudo estar.

Ambos se encuentran en dependencias cómodas de la torre de la Torá Negra. Aunque empieza a ser evidente que hay una falta de higiene del lugar y mantenimiento de la estructura, que le da cierto un toque tenebroso. El polvo sobre los muebles, la tierra en el suelo, el frío de la deshabitabilidad. Es cierto que Admiel vive aquí, pero él ha aprendido a vivir con lo más básico y sin comodidades, mientras pueda acceder a sus rollos de escritura, para él es suficiente.

–Querían decapitar a Orión y enviar su cabeza a Alamut –explica Oded a Meir, que le escucha atentamente, a pesar de parecer este un cadáver con buen aspecto.

–No se lo permitiste ¿verdad? –pregunta Meir en desacuerdo con los que querían dañar a Orión.

–Por supuesto que no –responde Oded orgulloso– la idea de Desdémona es inteligente, ya que hay que hacer algo con Alamut, enviarles un mensaje. Pero su estrategia es muy violenta y gratuita, queriendo matar a sangre fría a su compatriota Orión por no ser un buen Sire, a su criterio.

–Alamut no es Jerusalén y no está gobernada por ellos. A pesar de ser satrapía persa. –Asegura Meir.

–En cuanto a Alamut –dice Oded– está alimentando al ghoul del Espectro, el que  protege al gobernador Bagohi durante el día, sin embargo de noche, ya no tiene la protección del Espectro, desde la coronación de Tiro.

–Se toman muchas molestias por el gobernador Bagohi, curioso. –Dice Meir.

–Quizás ese rumor de que el Espectro es un asesino dormido sea cierto y haya sido despertado por Alamut. –Conjetura Meir.

–Creo que deberíamos proteger al gobernador durante la noche. Contratar a alguien… Amal, Nahum… no sé. –Dice Oded.

–Nahum, no es una mala idea. –Dice Meir– Sigues pensando en hacerte con el negocio del comercio de Samas, ¿verdad?

–Sí, pero es complicado. No sé por dónde empezar. No sabemos ni donde se refugiaba… –contesta Oded.

 –En cuanto al Espectro, ¿crees que será aliado o enemigo? –pregunta Oded– siempre ha estado ahí. Como todo vástago ha dedicado su no vida a lo que ha considerado, cada uno tiene su misión, no lo veo como un compañero fiable del todo, pero se puede halar con él.

–La verdad es que no ha dado problemas serios. Se ha plantado a veces contra el gobierno pero no ha llegado a más... –dice Meir–  si Alamut no interfiere no creo que deba ser enemigo. Y Nerea, la chiquilla de Orión, estuvo de su brazo durante toda la coronación...

–A lo mejor era para sacarles información. –Dice Oded.

–Hay que hablar con Orión, –dice Meir– entiendo que haya querido liberarla, pero debe ser responsable de ella, no como Sire pero si como Antiguo, no estaba preparada para ser libre y esto la hace impredecible.

–Habíamos hablado de apartarle de la Regencia –recuerda Oded– Tu asumirías el Principado, yo ascendería a Senescal y queda decidir sobre el papel de Orión…

–Sí. Tal y como estamos estructurando el gobierno. Lo dejaremos en un tercer plano. Nombrándolo Primogénito Toreador. El Cargo que vos dejáis libre. –Dice Meir– espero que sea comprensivo con su descenso de la regencia.

–En realidad no puede sentarle mal, le estas ascendiendo de Antiguo a Primogénito. –Dice Oded– el era Regente solo mientras Mudji faltase, pero ahora que está muerto, el poder recae en el segundo, que sois vos, el Senescal.

–Entonces el gobierno quedará de la siguiente forma: Yo seré el Príncipe, tú serás mi Senescal y Orión será ascendido a Primogénito Toreador. –Dice Meir mientras Oded asiente satisfecho.

Entre ambos Vástagos se han repartido las posiciones de poder en la corte de Jerusalén. Ambos son los más antiguos de la ciudad y por derecho propio se lo merecen. Aunque Meir no está conforme con su puesto, ya que no desea ser príncipe, por no hablar del tiempo que le va a quitar de ayudar a la búsqueda de la Torá Negra. Esto será algo pasajero hasta que todo se estabilice tras la muerte de Mudji.

 

Aquémenes, Ghoul de Orión
Nuevo gobierno

Oded y Meir, se encuentran con Orión en el salón del trono. El Toreador está sentado en el trono, como Regente, hasta la llegada de Mudji. Se encuentra pensativo con la mirada perdida y hay una notoria novedad en su aspecto. Acaricia un precioso e imponente gato persa de color gris que no quita ojo a los recién llegados.

–El gato se llama Aquémenes –dice Orión mientras lo acaricia y mira a sus compañeros de gobierno– es un antiguo ghoul de Cyra, una anciana Ventrue ahora extinta. Aquémenes ahora es mi ghoul y me hace compañía en estas solitarias noches…

–Aquémenes y Cyra eran hermanos. Ella era la primogénita, pero en Persia no puede reinar una mujer, así que fue apartada a un segundo plano, a pesar de estar mejor preparada para ocupar el trono que su hermano. Aquémenes gobernaría el Imperio persa, estaba escrito.

–Aquémenes fue rey. El primer Aqueménida, quien dio origen a la línea de sangre que actualmente gobierna Persia, por la que se denominan Aqueménidas.

–El Shah Aquémenes fue abrazado por los Assamita y Cyra por los Ventrue, y desde ese instante se convirtieron en enemigos en secreto, nunca públicamente, ya que ambos eran pesas.

–Su guerra era de afilada astucia y argucias secretas. Ambos perecieron aplastados por sus propias conspiraciones durante esta guerra secreta, que pocos conocían.

–Aquémenes, gato ghoul de Cyra, llamado así por el deseo ella de querer tener a su hermano bajo su mandato, pero éste era como un gato, no se dejaba manejar a su antojo.

–El gato que veis quedó abandonado tras la desaparición de su dueña. Hasta que un Gangrel que pasó por Jerusalén, lo vio por la calle y olfateo su edad. Era un animal que no estaba acostumbrado a buscarse la vida en callejones, pero había algo que le daba mucha más fuerza que sus congéneres, a los que aplastaba a garrazos certeros. Así que este Gangrel lo adopto, un animal de esas características no podía dejarse morir, que era lo que sucedería si nadie le daba sangre de vampiro en un mes, ya que envejecería y moriría por ser un felino de quizás… ¡siglos!

–Ese Gangrel era conocido mío y no sabía a quién había pertenecido antes el gato. Lamentablemente mi valioso contacto Gangrel ha muerto y he decidido adoptar a Aquémenes. El Gangrel era un viejo conocido mí de tierra Esparta, nos criamos juntos. Recientemente ha perecido de forma miserable, asesinado por enemigos atenienses. Él fue quien me puso en contacto con Alara… una trágica pérdida…

–Hemos descubierto el paradero de Mudji. Ya no está entre nosotros. –Dice Meir con voz firme– Se topo con los cambia-formas del desierto y lo mataron. Duros contrincantes, eternos enemigos de los vampiros. Salió de Tiro solo y eso le costó la vida.

–Lo lamento –dice Orión.

–Venimos Oded y yo para contarte cómo va a quedar el gobierno de Jerusalén. –Dice Meir– Me toca asumir el Principado de la ciudad, Oded pasa  a ser Senescal y tú serás Primogénito Toreador.

Acepto orgulloso su presente y os agradezco vuestra confianza en mí. Dice Orión con el semblante alto como el sol del mediodía

–No es un regalo, –corrige Meir– es una recompensa por tu trabajo. Nadie cuestiona tu devoción. Oded me ha contado que tuviste que tomar la difícil decisión de liberar a Nerea. Con lo bueno y lo malo de esa decisión. ¿Es así?

Orón asiente y no puede evitar llorar sangre.

–Orión, acepto la libertad de tu chiquilla, –dice Meir– pero te pido que si esta en tu mano, intentes orientarla a buen puerto. Sé que es una joven alocada y ahora a efectos cainitas, es libre y sus agravios no te repercutirían. Pero tú eres su Primogénito de clan, esa es ahora tu responsabilidad, no la de Sire…  

Esa es mi palabra, esa es la ley.

Meir termina de hablar y Orión asiente sin palabras. El nuevo príncipe no ocupa el trono, como los últimos gobernantes de la noche. Meir no es la primera vez que porta la corona del principado de Jerusalén, nunca se ha sentado en el trono y nunca lo hará, ahora mismo lo mira, fabricado de oro macizo y joyas y solo puede pensar en fundirlo para con los recursos conseguidos por él, se le pudiera dar mejor uso…

–Mi príncipe, –dice Orión– sé que mi chiquilla está con los Assamita para apoyar la guerra con Egipto. Me gustaría pedirle un favor: traer a mi chiquilla con vida de allí. No quiero que la ocurra nada. Una vez aquí, la castigaré con beber de mi sangre, para atarla más en corto y que el Vinculo de Sangre haga su trabajo. No voy a engañarle, estoy más preocupado que enfadado y prometo deber un favor de vida a quien la traiga con vida. Quizás quiera extender esta petición en el resto de su corte…

Orión llora sangre, muy afectado. Meir mira a Oded para ver cuál es su opinión. Oded se encoje los hombros.

–Si se brinda la oportunidad de traerla con vida, lo hare. –Responde Meir de forma inquietante– Siempre defenderé la vida antes que la muerte. A excepción de mis enemigos, que no suelen acabar vivos…

–En cuanto a las responsabilidades –dice Meir– Oded se encargará del comercio y yo de la religión y el gobierno la ciudad, incluyendo el gobernador humano. Tu Orión te encargarás de que los griegos de la ciudad vivan adecuadamente, serás responsable de tu dominio y de organizar y amenizar las reuniones vampíricas, como hasta ahora. Además de ser el Primogénito Toreador solo por debajo del Senescal Oded.

–¿Tienes información sobre el difunto Samas? ¿Dominio, refugio, área de influencia? –pregunta Oded a Orión para ver por dónde puede agarrar los cabos sueltos del Ventrue.

–Se que como buena rata traicionera no se refugiaba en Jerusalén, –responde Orión– si en la satrapía de Yehud, pero nunca supe donde. Viajaba mucho. Hace no mucho abrazó a una ghoul prometedora que es ahora su neonata. La vi en una ocasión, era una aristócrata de mediana edad, su pelo era blanco y vestía caros ropajes negros, del mismo estilo que los de su Sire. Pero ya no podrán conjuntarse más… –dice Orión con una sonrisilla.

 

Almacén de especias, Mizpa

Mizpa, centro administrativo

Oded mueve su influencia entre los agricultores para buscar a Ava, la chiquilla del difunto Samas, y le informan de que efectivamente han oído hablar de una mujer con esta descripción. Algunos de ellos la han visto en mercado nocturno, debe ser  alguien importante.

Asdrúbal, su contacto mercader de Cartago y Melkart, su ghoul mercader fenicio, se ponen manos a la obra y  consiguen contactar con ella, y arreglan un encuentro entre ella y Oded.

Ava, la chiquilla de Samas, es su mano derecha y reside en Mizpa, centro administrativo de la provincia de Yehud, situada en el este de la satrapía.

Melkart prepara una caravana de comercio y junto a Oded, viajan a Mizpa para encontrarse con Ava.

Antes de partir Oded se alimenta de su rebaño, tres agricultores que esperan la visita nocturna del Toreador, igual que sus campos esperan la milagrosa lluvia caída del cielo. Con el mordisco de Oded al alimentarse, el llamado beso, sienten un placer ilimitado parecido al que el propio Oded siente al alimentarse, aplacando su hambre no humana.

Una semana después, Oded y Melkart llegan a la ciudad de Mizpa. No está amurallada como Jerusalén, pero tiene más edificaciones y de mejor calidad que la ciudad del Senescal Toreador.

Asdrúbal,
Mercader de Cartago,
Contacto de Oded

En Mizpa se encargan de todo enlace entre Persia y Yehud. Es un puente entre las capitales de ambos reinos: Persépolis y Jerusalén. 

Por las empedradas calles camina gente  adinerada y acomodada, protegida por guardias que abundan en el municipio. Amplias son las ofrendas a Yahvé, que se dejan en sus templos, mas el olor a carne quemada en los altares, es algo habitual a estas horas de la noche.

Hay acceso a agua potable en abundancia, lo demuestran la multitud de fuentes que hay en la ciudad. También goza de sistema de alcantarillado, como Jerusalén, y eso hace que el aire no huela tan mal como en la mayoría de las ciudades que carecen de él. Es un emplazamiento estratégico para la administración y como no, para el comercio.

Melkart encuentra un refugio seguro para su señor en una rica taberna de la ciudad. El ghoul y su señor Oded, por diferentes causas, han estado ya en Mizpa y la conocen. Ya en el mercado nocturno, más grande y prospero que el de Jerusalén,  es imposible para Oded no hacer comparaciones, se encuentra con un criado de Ava que les lleva ante su señora.

Melkart,
Ghoul de Oded,
Mercader Fenicio

Oded intensifica sus sentidos con su Auspex y todos los olores, ruidos e iluminaciones se duplican, estimulando la percepción del Toreador, al que no se le escapa ni un solo detalle de lo que ocurre a su alrededor. Un ladronzuelo que roba una manzana, un mono que busca piojos en el pelo de su dueño, una mujer pudiente que hábilmente susurra tratos con un sospechoso caravanero y el llanto de un niño que despierta en medio de la noche asustado por que ha soñado con monstruos que no existen… ¿o sí?

Han encontrado a Ava y Oded le pide a Melkart que cierre una cita a solas con la dama.

El encuentro se celebra en un aromático almacén de especias, donde los toneles, cajas y cestas, esperan ordenados para abandonar Mizpa y acabar en las cocinas y despensas de todo Yehud.

Dos musculosos matones persas armados con sendas cimitarras, guardan la puerta del almacén de Ava, que espera con actitud amigable. Se encuentra sentada en un escritorio situado en un lugar discreto del almacén.

 

Ava, Ventrue
La neonata de Samas

Ava es una adinerada dama que viste con ricos ropajes negros y a penas ostenta joyas. Es una mujer mayor y claramente hace el trabajo que debería hacer un hombre. Su actitud es amigable pero sobrada, parece que nada le sorprenda y posee una mueca en su cara igual a la que los altivos nobles suelen tener con sus criados y empleados.  

–Ava soy Oded, Senescal de la capital –dice Oded– y tengo que comunicarte una mala noticia reciente. Es tu Sire… ha fallecido.

No hay ninguna expresividad en la cara de la adinerada mujer, y el Toreador le cuenta todo lo relacionado con la muerte de Samas, su Sire. Al menos todo lo que sabe.

Oded intenta, en vano, ver los colores de su aura y el silencio que reina tras la trágica noticia, deja fuera de juego a Oded.

Ava no ha abierto la boca y sin embargo su imponente presencia es algo que a nadie dejaría indiferente. Sin duda, Ava es chiquilla de Samas y pertenece al clan Ventrue.

–Como sabes soy Ava, la neonata de Samas. Mi Sire llevaba un par de semanas sin dar señales de no vida, algo me sospechaba. –Dice Ava–  Desde Mizpa he llevado sus asuntos desde antes de ser su ghoul siquiera.

–Tengo buenas referencias sobre ti en el mundillo del comercio. –Dice Oded– Teníamos un acuerdo con tu señor para conseguir una Jerusalén prospera, hasta que ocurrió este desafortunado importunio. Meir nuevo príncipe de Jerusalén, me ha enviado aquí para buscarte, el sería el único que podría darte la libertad, ya que aun no has sido liberada por Samas y ya jamás lo serás.

–Pero si lo deseas, podemos llegar a un acuerdo y puedo ser tu mentor desde Jerusalén y tú mis ojos aquí en Mizpa. Según como vea que estás haciendo tú trabajo serás recompensada con la libertad. Seguro que la merecerás en breve. Es una buena oportunidad para ti, tendrías lazos conmigo, el Senescal de Jerusalén, e irías ganándote tu lugar en la Estirpe para prosperar mucho más y mejor que si fueras por libre.

Hay unos segundos de silencio incomodo, la luz de las velas convierte las sombras de los presentes en danzarinas espectadoras de la conversación y la pétrea imagen de Ava comienza a hablar, fría y segura:

–Tras la muerte de mi Sire, soy libre. No pertenezco a nadie. Y mucho menos a ti. No necesito tener un mentor. Llevo mucho tiempo sola y me he ganado un merecido puesto en mi clan, mi sangre azul me precede, soy Ventrue, no voy permitir que nadie, que no sea mi Sire, me diga lo que tengo que hacer y menos, fuera de su Dominio.

–Soy el Senescal de Jerusalén. –Responde Oded nervioso– No has sido liberada. Te ofrezco llegar a un acuerdo, podemos llevarnos bien. Te doy la oportunidad de poder tener las puertas abiertas de Jerusalén y aliarnos para el bien mutuo.

–Estamos en Mizpa y no tienes autoridad aquí. Conozco las leyes cainitas, mi Sire me obligó a estudiarlas hasta la última palabra. Rechazo pues, tu apoyo. –Dice Ava echándole mucho valor a su jugada.

–No vengo a hacer enemigos –dice Oded.

–No necesito aliados –dice Ava– ¿Quién ha matado a mi Sire?

–Todo lo que sé, como la he dicho, es que fueron unos hombres lobo en su precipitado e imprudente viaje de regreso a Jerusalén. –Explica Oded.

–¿Se han buscado sus restos? –pregunta Ava mirando a los ojos del Senescal.

–Sí, yo mismo los toque con Auspex y vi el ataque. Un solo lupino fue suficiente para matar a todos sus guardianes y después dar buena cuenta de tu Sire. –Dice Oded.

–¿Quién ha investigado su desaparición desde el gobierno de Jerusalén? –pregunta Ava ligeramente alterada.

–Yo lo he investigado. También murió el príncipe Mudji. –Responde Oded molesto.

–¿Y sabes entonces quien envió a ese hombre lobo? –pregunta Ava incansable.

–De momento no sabemos nada más que su forma de morir… –responde Oded manteniendo el tipo.

–Samas ha sido un pilar en la recuperación de Jerusalén y yo he estado tras ella. –Asegura Ava– Se podría decir que obramos un milagro… y después de ser tan útil a la ciudad… desaparece ¿y nadie se preocupa por quien lo ha matado? Temo que lo hayan podido asesinar por intereses ocultos.

–Estamos trabajando en la investigación. –Responde Oded de forma convincente sabiendo que no habían considerado continuar la investigación, atribuyendo las fatídicas muertes, tanto del príncipe Mudji como la de Samas, a un desafortunado accidente. Los lupinos no necesitan una razón para matar a un vampiro que atraviesa por sus tierras. Aunque por supuesto todo esto, no se lo dice Oded a Ava, le daría argumentos para dejarle en evidencia y la mujer tan solo es una neonata excesivamente ambiciosa.

–No hemos empezado de la mejor forma –dice  Ava cambiando su discurso y su tono a uno más amigable– Disculpa mis modales. Me acabo de enterar de que ha muerto la persona más importante de mi existencia. Empecemos de nuevo: ¿Puedo ser libre dejando de ser neonata, residir en Jerusalén y llevar mis asuntos en la ciudad, heredando la posición de Ancillae de mi Sire?

–Eres libre y bienvenida a Jerusalén para retomar los negocios de tu Sire, –responde Oded muy seguro de sí mismo– pero no soy yo quien para otorgarte una posición sin hablarlo con el actual príncipe Meir. Por mi parte tendrás mi apoyo  para ascender, pero no sin antes ver que lo mereces.

–Sigue como hasta ahora, ayudando a Jerusalén y tendrás mi apoyo. –Dice Oded– Si nos ayudas te ayudaremos. Y tendrás algo que tu Sire consiguió al final de su no vida, la posición de Ancillae de la ciudad.

–Yo soy mucho más valida que mi Sire. –Asegura Ava– No tengo por qué esperar los mismos tiempos que él para alcanzar lo que consiguió poco antes de morir. Debéis tener en cuenta que si yo prospero, Jerusalén prospera, y vosotros prosperáis, es bueno para todos. ¿Acaso no ves las diferencias entre Jerusalén y Mizpa? ¡Hasta un ciego lo haría! …Todos estos avances los he conseguido yo.

–Acepto tus términos Oded. –Responde Ava haciendo una perfecta reverencia– Un placer hacer negocios contigo.

Ava ofrece a Oded permanecer en Mizpa gozando de su hospitalidad, mientras ella prepara todo para regresar juntos a Jerusalén. Solo necesita una semana. El Senescal acepta la invitación y en las noches sucesivas el Toreador le cuenta su proyecto de fabricar un molino para prensar olivas y manufacturar aceite de la mejor calidad. Será un prospero negocio, bueno para la ciudad y sus habitantes, no carente de pingues beneficios.

Ava acepta pagar el proyecto, siendo socios, y Oded le agradece su ofrecimiento alentando su iniciativa y ambición.

–Haremos tu sueño realidad. Asegura Ava muy convencida mientras Oded se percata de lo mal que empezaron y lo bien que están ahora que son socios.

Tras una semana, ambos cainitas viajan juntos dirección Jerusalén en una caravana liderada por Melkart, el ghoul de Oded.

 

Proyección Astral de Anat,
Matusalén Brujah
El espectro de Anat

Meir deambula por el interior de la torre de la de la Torá Negra. Ese viejo edificio que con tanto esfuerzo y sudor ha levantado a partir de una simple idea: guardar y proteger todo el saber posible.

Los rollos polvorientos apilados en los estantes de la biblioteca, son un trofeo de valor incalculable y pululando por aquel lugar de ilustración, esta Admiel, el viejo bibliotecario, siempre incansable entre escritos, con aspecto de joven rata de biblioteca, que atesora miles de horas de estudio y dedicación a un sueño que tuvieron dos Capadocio hace casi 200 años.

El aire frío y la iluminación de las velas ambientan el lugar, mientras un sonido lejano de crepitar trae un viento desde un lugar más lejano que el más allá. La biblioteca comienza a iluminarse mientras una figura espectral se materializa flotando frente a Meir.

Es la imagen traslúcida de Anat, la Matusalén Brujah, que desde Tiro ha viajado astralmente para poder hablar con Meir, mientras su cuerpo descansa lejos de Jerusalén. Admiel escondido tras un estante escucha la conversación sin hacer ruido.

–Buenas noches Meir –dice Anat con voz cavernosa– Deseo hablar con el príncipe Mudji, es de vital importancia. Veo que no está encaminado en la dirección correcta, más bien en la contraria. Debemos solventar nuestras diferencias pero no le encuentro en Jerusalén. ¿Sabes dónde puedo hallarle?

–Mudji ha muerto. Fue atacado por un lupino durante el viaje de regreso a Jerusalén desde la coronación de Tiro. –Dice Meir apesadumbrado–  De todos modos no creo que en su interior hubiera una intención de enemistarse contigo…

–Lamento su perdida. –Dice Anat– Enemistad ya sabía que no. Teníamos nuestras  diferencias, que podíamos solventar, al menos lo hubiéramos intentado por mi alianza con Innominat, su mentor. 

–Mudji no estaba preparado para ser príncipe –continua Anat– debe ser príncipe alguien dispuesto para ello. Innominat lo entenderá, de hecho el le dio la opción de elegir al futuro príncipe y prefirió encargarse él, a pesar de no haber sido formado para ello. Mudji era un guerrero sin experiencia en gobernar, ni en tomar decisiones diplomáticas. Fracasó utilizando la política y todo el mundo sabe que tras ese fracaso, como consecuencia del mismo, viene la guerra.

Admiel,
Ghoul Bibliotecario de Meir
–¿Quién es el Príncipe ahora? –pregunta Anat.

–Lo tienes delante –dice Meir con resignación– para mi tormento… pero ahora es la mejor elección.

–No lo creo –asegura Anat Como sabes yo era la princesa de Tiro, y abdiqué para emplear todo mi tiempo y recursos en la búsqueda de la Torá Negra. Tú también estas en esta sagrada misión ¿lo has pensado verdad?

–Claro que lo he pensado –dice Meir– pero dada la inestabilidad actual he decidido asumir temporalmente el gobierno de la noche. No quiero ser príncipe, nunca lo he querido. Pero mi edad, mi compromiso y mi posición de Senescal, a la muerte de Mudji, me ha hecho tomar esta decisión circunstancial.

–¿Y qué hay de mantener al elegido por Mudji antes de su marcha? –pregunta Anat– tengo entendido que el espartano no lo hacía mal de Regente.

–Si era una opción –responde Meir– pero me hubiera causado un problema, ya que su gobierno hubiera hecho que llegase la sangre al rio entre nosotros. Hay reticencias hacia él entre la corte actual en Jerusalén. Y sospechaba que si él fuera príncipe, todo podía acabar mal por culpa de unos energúmenos.

–¿Lo has quitado del trono por una sospecha y por la opinión de unos energúmenos? –pregunta Anat.

–No. Simplemente no es el momento. –Responde Meir.

–Creo te estás equivocando –asegura Anat– has hecho un movimiento del gobierno en tu ciudad por miedo, apartando a la mejor elección.

–No lo he apartado. Gobernamos los tres. Oded, Orión y yo. –Dice Meir muy serio– Anat, ahora mismo Mudji está muerto. El ambiente no está para dejar  a alguien como Orión en el trono. Dejaré pasar unos días y veré si esta maniobra debe readaptarse. Es una medida temporal. No quiero ser príncipe pero si no lo hago corro el riesgo de que esto se resquebraje para siempre. Hay determinados problemas con los Assamita que pueden ponernos a prueba, y hemos tardado casi dos siglos en disponer del gobierno de Jerusalén para perderlo ahora…

–Te entiendo –responde Anat– lo que haces es peligroso. No sé si has pensado que Orión puede estar a tu lado, pero también puede irse de Jerusalén y perderlo para siempre si no se siente que confías en el. Orión sería un buen príncipe de Jerusalén: espartano, diplomático, leal… no tiene que ser perfecto, pero de este modo os aseguráis su alianza, como he hecho yo en Tiro, y tendríais el apoyo de alguien al que has aupado al trono y te lo debería todo.

–Por miedo, no se puede tomar decisiones, y es exactamente lo que has hecho. –Continua Anat preocupada– No te lo diría si no afectase directamente a nuestra empresa, pero sabes que lo hace… recuerda nuestro acuerdo, dedicarnos en cuerpo y alma a la búsqueda de la Torá Negra.

–Búsqueda que se verá enturbiada por el asesinato de dos de mis sabios en Tiro –aprovecha Meir para decirlo, muy molesto– No creas que no me dan ganas de ir y darle bofetón al príncipe de Tiro…

–No sabía nada de esto –asegura Anat claramente afectada– como sabes ya no estoy en la política y no debería meterme... Afectaría a la búsqueda y a la seguridad que tenemos en Tiro. Las represalias hacia la misma, pueden ser peores que lo sucedido. En todas las guerras mueren inocentes Meir. Debes entender que Mudji mato a un héroe, a un rey, al ghoul de Evágoras y Adón le ha respondido golpeando con fuerza, a la única influencia de Jerusalén sobre Tiro. Lamentablemente que estaba vinculada ti, el Senescal de Mudji, pero no deja de ser una maniobra de respuesta para hacer daño al príncipe de Jerusalén. Te aseguro que si Mudji viviera le hubiera afectado también, que es lo que Adon buscaba. A mi parecer estáis en tablas…

–No lo justifiques –pide Meir.

–¿Qué deseas hacer ahora? –pregunta Anat.

–Por el momento seguiré con mis asuntos y ayudaré en la búsqueda como, le dije a mi Sire –dice Meir– pero que no venga Tiro pidiendo ayuda...  

–Creo que haces lo correcto –dice Anat– Pero no te mortifiques, fue Mudji quien empezó. Yo lamento no poder hacer nada más al respecto…

–Acepto sus muertes y ahora decido apartar el asunto, en el futuro ya se verá. –Dice Meir

–Lamento sus muertes y te doy mi sentido pésame. –Dice Anat.

–Yo también lo lamento responde Meir.

–Cambiando de tercio. Aun tengo a mi chiquilla en Egipto y me dijiste que quizás podías ayudarme con ella.  Dice Meir

–Alara ha retirado su alianza conmigo por haber rechazado apoyar su defensa de Egipto. La misiva está enviada, pero no va a hacer caso a mi petición de proteger a tu chiquilla ahora que ya no le apoyo. –Dice Anat.

Meir siente angustia al ver que Anat no puede ayudar a Donna en el lejano y peligroso Egipto setita. Al menos la carta de Anat, servirá para que Alara sepa que la chiquilla de Meir se encuentra en Egipto en una situación peligrosa.

 

Salón del Trono del Príncipe, Jerusalén
Ambición Ventrue

La noche siguiente Meir se encuentra solo en el salón del trono, de pie ante el mismo. Pensativo espera la presentación de una nueva cainita que viene con Oded. Es Ava, la chiquilla del difunto Ancillae Ventrue, Samas.

La madura mujer, impecablemente vestida cual noble de luto, efectúa una perfecta reverencia al príncipe Meir y deja que Oded, en un segundo plano hable y la presente:

–Su nombre es Ava, del clan Ventrue, chiquilla de Samas. –Dice Oded mientras Ava le sonríe cómplicemente por haberla presentado como chiquilla y no como neonata, un detalle importante para el estatus de una sangre azul.

–He llegado a un acuerdo con ella para que resida en Jerusalén –dice Oded– y siga con el esplendido trabajo de su Sire Samas, y tener la posibilidad de conseguir, con esfuerzo y dedicación, aumentar su posición y su reputación.

–Conseguir la posición de su Sire Samas… –dice Meir.

–Más bien ofrecérsela cuando se lo gane. Va bien encaminada. –Apunta Oded.

–Si es capaz, no habrá problema –dice Meir.

–Va a ayudar a financiar nuestra obra –dice Oded con una tímida sonrisa.

–¿El molino? –pregunta Meir sorprendido.

Ava asiente y Oded sonríe abiertamente.

–Un buen proyecto y lo celebro y agradezco. –Dice Meir.

–Dejo que se presente ella y que tenga bien en hablar con vos. –Dice Oded haciendo un gesto con la mano para permitir que la mujer hable ante el príncipe.

–Soy Ava. Ventrue, chiquilla del difunto Samas. –Dice Ava con voz melódica pero rotunda– reclamo mi derecho y mi libertad por la muerte de mi Sire y quiero agradecer la oportunidad de que me permitáis continuar con las labores de comercio que ejercíamos en toda la satrapía de Yehud. En gran parte el éxito de las mismas, era debido a mi trabajo.

–Se bienvenida responde Meir No veo pega alguna si cumples tú cometido con óptimos resultados.

–Príncipe –Ava hace un gesto de cabeza como muestra de respeto Me gustaría proponerle algo. Dado que mi Sire Samas está muerto, ganó su titulo de Ancillae antes de perecer y en gran medida lo consiguió gracias a mis habilidades… me gustaría heredarlo yo en este momento y ejercer como Ancillae Ventrue de Jerusalén, le aseguro que estaría a la altura.

–Eres una joven ambiciosa y muy hábil en la negociación, por lo que veo. –Dice Meir– Otorgarte una posición que no te has ganado, sería contraproducente… ¿qué te parece conseguirla en tres meses, si demuestras que eres valiosa para Jerusalén?

–Lo hare en un solo mes. –Propone Ava.

–Si lo logras en un mes, la posición es tuya. –Responde Meir sorprendido por la agilidad mental de la mujer.

–Así será –dice Ava tras lo cual hace una reverencia y se va dejando a Meir y Oded en el salón del trono.

 

Desdémona, Brujah Troyana
Sospechas y discursiones

La puerta del salón del trono se cierra retumbando. Meir y Oded se encuentran en él y el príncipe Capadocio rompe el silencio:

–Oded, ¿Quieres ser príncipe de Jerusalén? –pregunta Meir tocando sus sienes con los dedos de su huesuda mano derecha.

–No –responde rotundamente el Senescal Toreador.

–Estoy pensando en nombrar príncipe a Orión –propone Meir.

–Me parece una decisión precipitada… –responde Oded.

–Se me ocurre traer a su chiquilla del frente persa por la fuerza y pedirle a Orión ser príncipe, pero debiéndonos la vida por haber salvado la de Nerea… –dice Meir mirando a Oded y dándose cuenta al instante de que no funcionaria– lo sé, es un plan ambicioso y demasiado complicado… no sé cómo deshacerme de la corona y mantener el control…

–Me ha surgido una duda Meir –dice Oded– ¿crees que alguien envió a los hombres lobo para acabar con Mudji y con Samas?

–No creo que nadie los enviara. –Responde Meir– solo veo capaces de hacer tratos con los lupinos a los Gangrel y no sé de ninguno que fuera enemigo de Mudji o de Samas. Creo más que fue fortuito. También nosotros fuimos atacados.

–Fortuito ¿y justo matan al el príncipe? ¿no te parece mucha coincidencia? –pregunta Oded.

–A nosotros también nos atacaron, si Mudji hubiera venido con nosotros puede que siguiera con vida… No lo sé… –dice Meir confuso.

–Si fue un plan de alguien –dice Meir– debía ser alguien muy poderoso, tanto como para controlar unos lupinos sin que lo mataran a él mismo.

–¿El espectro? –pregunta Oded.

–No lo veo capaz de tratar con hombres lobo –afirma Meir– el embajador Bicor tenía más razones… ¿y el Matusalén que le acompañaba en la coronación? … ¡Assur! ese igual si tiene el poder…

–Pero la verdad Oded, prefiero pensar que fue voluntad del señor, mala suerte, y dormiré más tranquilo. –Dice Meir– Si fuera uno u otro… ¿Qué podríamos hacer frente a tanto poder?

–Buena adquisición esta Ava ¿eh Oded? –dice Meir cambiando de tema, mientras se abre la puerta y entra Desdémona.

Buenas noches –saluda la Brujah, que viene con su fiel lobo Fafner junto a ella. – ¿Qué hay de nuevo?

Meir es el nuevo príncipe y yo el Senescal –dice Oded.

No queda otra. Sé que en mi ausencia estuvo a punto de llegar la sangre al rio. –dice Meir mirando a la invidente troyana.

–Me alegro de que le hayas echado valor y hayas quitado a esa serpiente de Orión del trono –dice Desdémona sin pudor alguno.

–Orión es ahora el Primogénito Toreador. –Dice Meir.

Es un Setita –suelta Desdémona sin pudor alguno– Tiene tratos con Alara, que no los tendría con un simple Toreador, espartano y cobarde. Además su chiquilla es más Setita que Set…

Entonces Anat también debería ser Setita. –Dice Meir– ella se alió con Alara, tú estuviste allí.

–Anat fue una Diosa egipcia, hace miles de años. –Asegura Desdémona– Lo veo hasta lógico, que tenga una relación especial con Egipto. Además es una Matusalén, con su edad puede tener tratos con quien desee. Pero sobre Orión  ¿qué sabes de él?

–Es espartano –Dice Meir.

–¿Un espartano cobarde? –pregunta Desdémona incrédula– todos los espartanos son guerreros durante casi toda su vida. Orión no es un guerrero.

–A lo mejor lo fue se cansó de ello y ahora desea emprender otro camino… –dice Meir– cobarde ¿por qué?

–No quiso viajar a Tiro por miedo y no quiere ir a buscar a su chiquilla por la misma razón. –Dice Desdémona.

–Su miedo no estaba infundado. Mira lo que nos ocurrió. –Argumenta Meir– Y viajar solo a por su chiquilla seguramente le costaría la vida, por lupinos o por los propios Assamita…

–No entiendo esa obsesión por matar a todo el mundo que no es como yo quiero… –dice Oded molesto dirigiéndose a Desdémona– ¿realmente hay que matar a gente para ser bueno? ¿no te hace eso o malvado?

¡Parecéis porteras de un prostíbulo! Todo lo que necesitas son sospechas, nada de pruebas… ¡y a cortar cabezas!

Pruebas Desdémona ¡pruebas! Si tienes pruebas de lo que dices estaré a tu lado… ¿Tienes pruebas de que Orión es Setita? ¿o solo supersticiones?

–Quizás has visto algo que nosotros no… –puntualiza Meir.

–No. Solo son sospechas –asegura Desdémona.

–Yo no veo a Orión como un cobarde –dice Meir– siempre ha estado a nuestro lado sin miedo alguno y ha regentado Jerusalén, también sin miedo, cuando ha hecho falta. Un cobarde nunca lo hubiera hecho.

–Desde que su chiquilla era una ghoul, todos le augurabais que mataría a su Sire, por ser mala malísima, y ahora que se la ha quitado de encima, muy lógico por cierto, le criticáis porque es un cobarde. Si le iba a llevar a la muerte: ¿qué cobarde ni que cobarde? ¡ha sido listo! y tiene mi aprobación. –Argumenta Oded muy molesto con los insultos hacia su compañero de clan.

–¿Recordáis las malas compañías de su chiquilla cuando solo era humana? Sus consumos de sustancias y placeres terrenales. ¿No es eso puro Set? –Asegura Desdémona.

–Ahora mismo Nerea ha tomado partido por el clan Assamita y su Sire no. –Dice Meir– No veo que vayan por el mismo camino. No los veo urdiendo el mismo plan.

–Puede ser que sea tremendamente ambiciosa, y esté en el clan Assamita para espiar y pasar información al clan de los Seguidores de Set –dice Desdémona– si así fuera, tiene los ovarios bien puestos, lo reconozco, y tendría mis respetos.

–Bueno… ¡que me alegro de que seas príncipe! –dice Desdémona dirigiéndose a Meir para cambiar de tema, puesto que en el anterior está en inferioridad y ambos son sus superiores vampíricos, máximas autoridades de Jerusalén.

Oded le cuenta a Desdémona el capitulo vivido con Ava, chiquilla de Samas, y la Brujah está convencida de que será un buen perfil, si tiene la mitad de la efectividad que tenía su Sire.

–¿Qué vas a hacer con tema de Persia? –pregunta la Brujah a Meir– ahora que Meir es el príncipe ¿habéis pensado como posicionarnos en la guerra?

–Tengo mis pensamientos en la Tora negra, más que en ninguna guerra  responde Meir.

–Sabes que la guerra va a afectar a Jerusalén ¿verdad? continua Desdémona– y que vas a tener que tomar parte de alguna de las facciones…

–Somos una satrapía persa. Jerusalén hará lo que quieran los persas. –responde Meir.

–¿Y los Assamita? –pregunta Desdémona – Deberías seguir el consejo que el príncipe de Tiro le hizo al difunto Mudji: hacer ghoul al gobernador y esclavizarle. Así podrás posicionar a Jerusalén dónde quieras. Deberíamos ser neutrales y ser enemigos del primero que nos ataque. Elijamos bando o hagamos nosotros el nuestro propio, o más temprano que tarde, nos limpiaran el forro.

–Es buena idea  dice Meir– Al menos ganaríamos tiempo. El embajador vendrá seguro. Debemos alargar el tiempo de transito poniendo todo en orden. Una buena opción es declararse neutral.

–Si decido controlar al gobernador Bagohi y declararnos neutrales, aparece el ejército persa, y nuestro gobernador no es fiel… lo decapitan y arrasan Jerusalén. El gobernador no puede tomar esa decisión, es traición. –Dice Meir.

–Aunque así sea, deberías intentarlo –dice Desdémona.

– Yehud humana es persa. El Reino de Judá ya no existe. –Dice Meir.

–El gobernador Bagohi es ghoul Assamita desde hace mucho. –Dice Desdémona– Igual debe haber un sucesor. En algún momento debería morir y tú nombrar un sucesor y darle sangre haciéndole tu ghoul.

–No voy a influir a su muerte –dice Meir– Bagohi es un buen judío, pio y defensor de Yahvé.

Melkart, mercader fenicio y fiel ghoul de  Oded, llama a la puerta y le susurra a su señor que hay alguien que desea hablar con el príncipe.

–Es alguien egipcio y por su aspecto alguien muy importante. –Asegura Melkart con cara de haber visto un fantasma. Tras este comentario Oded se lo cuenta a Meir y el príncipe hace pasar a su misterioso invitado.

 

Alara, Matusalén
Seguidor de Set
La visita de un Dios

Su presencia de Dios inunda toda la estancia. Es un gigante con aspecto humano. Sus ojos amarillos de Matusalén no parecen humanos, en ellos hay siglos de sabiduría. Su aspecto es el de un Faraón de Egipto, que va de caza.

Su collar de oro sobre la curtida y oscura piel, pintada con gehena tribal, dice de él que posee montañas de oro; Su musculatura bien formada, expresa que es un ser saludable; Su olor a mar y a desierto, evoca a lugares lejanos y exóticos; Su perilla egipcia, meticulosamente arreglada, dice que muchos criados arreglan su cuerpo a diario; Y sus ojos pintados le dan la protección de Ra, el poderoso Dios Sol.   

–Agradeced a Orión mi presencia hoy aquí –dice Alara con voz perfectamente proyectada desde el diafragma–  vengo a presentarme al príncipe.

–Soy Meir, Señor de la Noche de Jerusalén –responde Meir sorprendiendo a Alara.

–No sabía que había habido un cambio de príncipe ¿Qué ha sido de Mudji? –pregunta Alara.

–Esta con el Señor –responde Meir mirando hacia arriba– o eso espero.

–Venia para forjar una alianza –dice Alara adaptándose fácilmente a la nueva situación Como sabréis, Persia va a atacar Egipto, y si me ayudáis a repeler el ataque tendréis un aliado contra un enemigo común: la corte Aqueménida.

–Hace 227 años mi chiquillo Raoteph fue el segundo príncipe de esta ciudad tan especial, Jerusalén. Lo fue durante 15 años nada menos… hasta que los Assamita babilonios llegaron y lo decapitaron, usurpando el trono y el reino para ellos… –cuenta Alara con un tono de narrador de historias.


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–Pero ya no entra en mis planes tener ninguna influencia sobre el noble reino de Judá –confiesa Alara– En su tiempo, fue una estrategia generada por la expansión de Egipto y la conquista de los reinos vecinos, pero ahora estamos otra la situación.

–Egipto es una serpiente herida y Judá un león dormido. –Dice Alara bajando la voz y casi susurrando al oído de Meir – Serpiente y león pueden ser aliados contra el Águila de Alamut.

–No muchos Matusalenes vendrán a ofrecer su mano como aliados, pero cuando sucede, debería ser considerado. La frontera entre aliado y enemigo es muy fina y os aseguro que no deseo pasarla, y vos tampoco lo deseáis. –Dice Alara subiendo el tono a uno un tanto más amenazador.

–Hoy Egipto, lleva libre del yugo persa casi dos décadas y pude seguir así con la ayuda de aliados. Actualmente tenemos a Esparta, Chipre y Fenicia de nuestro lado y todas ellas están libres de persas. Si Judá se alía, también puede tener esa ansiada libertad que anheláis. Sobre todo ahora que Mudji ya no es el príncipe e Innominat se ha retirado a descansar a Alamut…

–Príncipe Meir, si vienes conmigo y consigues que los demás lo hagan, ayudaré a que Jerusalén prospere. Te ayudaré proteger y recuperar a tu chiquilla, y también al chiquillo de Amal, uno de tus súbditos. Anat me contó que no se encuentran en la mejor de las situaciones, allí en mi reino. Es tu elección. –Concluye Alara.

–Agradezco tu ofrecimiento y tus sabias palabras. –Dice Meir– Sé que Assur, el Matusalén Assamita, se autoproclamaba tu enemigo y te ha declarado la guerra. Debido a ello exigieron a Mudji a tomar partido del bando de su clan, los Assamita. Jerusalén está viviendo momentos duros. La pérdida de un príncipe y un Ancillae Ventrue señor del comercio en Jerusalén, nos deja un futuro incierto. Son tiempos convulsos. Estoy pensando en qué camino debemos tomar…

–Así que responderé con la mayor brevedad posible. –Continua Meir– Pido no nos metáis presión. Somos unos aliados leales, pero necesitamos tiempo para tomar una decisión correcta. Cierto es que tus formas son más agradables que las exigencias de los Assamita. No puedo decidir ahora mismo. Me alaga que hayas venido en persona desde Egipto y hayas abandonado la seguridad de tu dominio para hacernos el ofrecimiento. Sé que Orión ha estado en contacto contigo para llegar a estos acuerdos. Es un Toreador sabio y le tengo en estima, sus consejos serán escuchados y tus palabras tenidas en cuenta para decidir, lo único que te pido Alara, es algo de tiempo.

–Hay rumores de que el ejercito persa se acerca –dice Meir para tantear sobre el tiempo del que dispone para responder.

–El ataque es inminente –responde Alara– ya se están movilizando.

–¿Cuánto tiempo tenemos? –pregunta Meir.

Un ciclo lunar para que lleguen a Egipto –responde Alara preocupado.

–28 días –añade Meir– podemos reunirnos mañana, más tranquilos y tendré la decisión tomada.

–Una luna. Perfecto –dice Alara– Volveré mañana a la misma hora para poder ser aliados o retirarme para ver como Assur acaba con vosotros, uno a uno. Ya lo intentó enviando a lupinos contra Mudji y su corte…

–¿No iban los lupinos vestidos como egipcios? –pregunta Desdémona que hasta ahora había permanecido en silencio.

–¿Lo iban? –pregunta Alara– Si es así, es una burda estrategia para evadir las sospechas y llevar las miradas en otra dirección.

–Tanto suya como vuestra. ¿Cómo sabeos que no fue un ataque vuestro? –Acusa la Brujah poniendo a prueba a Alara, que la mira pensativo, ya que Desdémona había formado parte de la liberación de Chipre y Tiro, igual que Alara y todo Egipto, en su alianza con el difunto rey Evágoras de Salamina. 

No tengo razones para atacar a alguien que estuvo a mi lado en el pacto de Anat. –Responde Alara– No tengo manera de demostrar mi inocencia, igual que tú no puedes demostrar mi culpa, ni la de nadie sin pruebas. Deberás confiar en mi palabra, por eso estoy aquí.

–¿Habéis probado conseguir alianzas en Cartago y o en Troya? –pregunta Desdémona como Troyana.

–Estamos en ello. Todos los aliados son bienvenidos. No puedo daros más información sin saber si vais a formar parte de la alianza o del bando contrario… –responde Alara.

–Tengo entendido que Anat se ha retirado de la escena. –Dice Desdémona para corroborar la información.

–Ya no somos aliados. Espero que no nos convirtamos en enemigos. –Responde Alara convincentemente.

–¿Acaso no destruyo a mis enemigos haciéndolos mis amigos? –pregunta Alara haciendo una reverencia de despedida, tras unos segundos de silencio. Es evidente por las miradas entre los jerosolimitanos que necesitan hablar en privado para tomar una decisión.

El Setita abre las puertas y se va clavando su hipnótica mirada dorada en el príncipe Meir, que pensativo permanece paralizado como un cadáver exhumado.

 

Meir, Prínipe de Jerusalén,
Capadocio
La decisión

Cuando Alara abandona el salón del trono, Meir espera un tiempo prudencial, para que la serpiente se aleje del lugar, por precaución y rompe el silencio…

–Pues nada… Quizás esto solo pueda solucionarlo el Ángel de la muerte… –dice Meir en tono sarcástico.

–¿Y qué me dirías si te dijera que puedo llamarle? –pregunta Desdémona al desesperado príncipe Capadocio.

–¿Puedes llamar a un Ángel del Señor? –pregunta Meir incrédulo, creyendo que la Brujah esta gastándole una broma, ya que su comentario solo era una frase hecha sin importancia.

–Necesito que me ayudes en esto. –Dice Desdémona– Pero he de pedirte que si te cuento esta historia, te pido, te guste o no, que me permitas hacerla y no vayas en mi contra, repito: te guste o no…

–Soy ciega y no puedo leer la invocación y aunque pudiera hacerlo, no tengo el conocimiento para realizar el ritual, pero si tú me ayudas… –Dice Desdémona muy seria, continuando con el tema.

–¿Me estás diciendo que puedes hacerlo? –pregunta Meir a la Brujah sin dar crédito a lo que escucha.

–Me plantee ciertas cosas cuando escuche que en Jerusalén había habido demonios. –Explica Desdémona muy enigmática– Si todos intentan invocar seres del Infierno, ¿por qué no a lo contrario?

Llamar a un Ángel para defender a los justos y puros de corazón. Después compartí mis inquietudes con alguien muy respetado y puro de alma y corazón. El podía darme respuestas sobre este asunto y por causas que es capan a mi comprensión, como un milagro, tenía unos escritos en enoquiano, que hacían exactamente lo que estaba buscando y lo que es más importante: me los ha traducido.

–La información que tengo y el ritual son fidedignos y reales. –Asegura la Brujah– No son ninguna farsa.

–¿Me estás diciendo que posees en tus manos un ritual para traer a un ser celestial al plano terrenal? –pregunta Meir aun incrédulo– Tal divino tesoro no solo me interesa a mí, si no a cualquiera de mi clan… o a cualquier erudito benévolo… u oscuro. Sería como acariciar lo divino… también sabrás que hay un tremendo riesgo de convertir Jerusalén en un cráter inerte ¿verdad?

–Se que tiene su riesgo. Pero tanto si sale bien, como si sale mal, será la voluntad de tu Dios. –Asegura Desdémona.

–Lo que me impacta es el mero hecho de invocar un Ángel. –Dice Meir con la mirada perdida hacia el techo de la estancia.

–¿Estas interesado? –pregunta Desdémona.

–Por supuesto –responde Meir sin pensárselo dos veces.

–Lo tengo conmigo aquí mismo. –Dice Desdémona tocando su túnica a la altura del corazón– La traducción. Sé que es un ritual que debe hacerse vertiendo sangre, agua y vino… pero no se mucho más sobre su técnica de ejecución. Por eso te necesito Meir.

–Meir. Antes de dártelo para que lo hagas he de ponerte dos condiciones. Sé que tu clan mataría por esto, así que su existencia no debe salir de aquí. –Desdémona eleva la cabeza y la gira enfocando a todos los presentes, aun sin verlos, para hacer extensible la advertencia.

–Y lo segundo que he de pedirte –continua Desdémona– es que independientemente de la posición, no tener que seguir las ordenes de nadie, salvo las tuyas. Es decir: ser liberada mientras seas príncipe o mientras nombres tú, a un sucesor.

No me parece mal –responde Meir.

–El texto original estaba grabado sobre unas tablillas en enoquiano. –Dice Desdémona mientras saca de sus ropajes un pergamino enrollado– Se donde están los originales, pero no puedo decirlo, Meir.

Meir lo coge y con mucho cuidado, lo desenrolla y lo lee. Está traducido a un hebreo antiguo, pero perfectamente legible por el sacerdote judío. El Capadocio no puede creérselo: ¡el ritual es verdadero!

 

Ritual traducido al hebreo
Buena "mierda"

Meir lee atentamente el valioso documento que acaba de caer como un milagro sobre sus manos. El Capadocio es consciente de que este texto no es legible para cualquiera, solo un sabio muy versado en ocultismo podría interpretarlo, y efectivamente: él lo es.

El Capadocio lo lee en silencio y prestando atención a todos los detalles. Según los conocimientos de Meir, basándose en sus estudios y sabiduría, el rito tiene que ver con su religión, sin duda alguna, por los adjetivos empleados al referirse al Altísimo. Y parece escrito por alguien divino… ¡o por el propio Yahvé! Hay historias que cuentan que el mismísimo Dios vivió con los pobladores de Enoc. Aunque también se dice que fue Caín el que lo hizo…

–Te dije que era "mierda" de buena calidad. –Dice Desdémona con sorna y satisfecha cuando escucha los suspiros del Capadocio al leerlo… ¡y eso que el Capadocio ya no necesita respirar!

–Si este texto cae en malas manos podría ser muy peligroso –dice Meir– pero en buenas manos… ¡también es muy peligroso!

–Por eso no puede salir de aquí –dice Desdémona.

–Requiere de estudio y preparación. –Dice Meir tras leerlo en diagonal.

–Os pido por favor que no investiguéis de donde viene esto –pide Desdémona dirigiéndose a Oded, ya que sabe que con solo tocar el pergamino y utilizar su Auspex, podría saber quién es la misteriosa persona que se lo ha dado a Desdémona y cuya identidad la Brujah intenta proteger a toda costa.

–Insisto –dice Desdémona cuando Oded se acerca a Meir para coger el papel.

–Puedes estar tranquila –dice Meir mirando a Oded mientras  el Toreador levanta ambas manos enseñando las palmas y sin decir una palabra, mostrando que no tiene intención a realizar psicometría sobre el texto.

–¿No te fías de mi? –pregunta Oded.

–No quiero desvelar a  la persona que me lo ha dado, si lo ves, lo involucras y prometí no hacerlo –dice Desdémona– Te pido por favor, que no utilices tu Auspex sobre el papel.

–Depende… –dice Oded mirando a Meir y esperando órdenes mientras mira el texto con curiosidad.

–Oded, no lo hagas, por favor –pide el príncipe Meir mientras el Senescal Toreador asiente y obedece.

–¿Puedes leerme lo que pone? –pregunta Desdémona más tranquila. Aun no he podido hacerlo.

Meir muy precavido lo lee en voz alta, pero omite y varía algunas de las palabras esenciales del texto, por si alguien pudiera estar escuchando, en cuyo caso no podría hacer el ritual, por no disponer de toda la información real, que en estos casos es imprescindible para realizarlo con éxito.

Este es el texto original al que Meir leyó, con lágrimas de sangre en sus muertos ojos mientras lo hacía:

 

“Se debe invocar con la sangre de los  presentes

mezclada en un cáliz de oro,

vino, agua y una pluma de paloma blanca por persona

y debe mezclarse mientras suceda un acto de verdadero amor.

Se hace la libación sobre suelo,

otra sobre el fuego

y otra sobre una víctima

y se leen las siguientes palabras de invocación:

 

“Clamo al verdadero Dios,

aquel que mora en las alturas,

hacedor de la luz y la oscuridad,

creador del cielo y la tierra,

Padre de toda vida mortal,

dueño de todo lo que existe

y Señor del amor y la guerra.”

 

Ruego que uno de sus Ángeles ministeriales

se presente y venga aquí,

a la ciudad de Enoc,

 para escuchar nuestra humilde suplica.

Por el todo poderoso

que todo lo sabe y todo lo ve.”

 

Oded queda perplejo al escuchar palabras escritas hace tanto tempo, sobre todo por la fuerza y la sinceridad de las mismas. Como Toreador es algo que remueve su alma, es como asistir una obra maestra, pero de forma acústica.

–Es real –dice Meir elevando la vista del texto– Está relacionado con Yahvé. Desconozco a que Ángel está dirigido… habría que investigarlo. No tengo claro que sea una buena idea realizarlo.

–Yo tampoco. Demasiados secretos y no sabremos de dónde procede –dice Oded reticente.

–¿No os fiais? ¡Cojo el rito, me largo y fuera! –dice Desdémona amenazante– Solo he pedido dos cosas: no investigar de donde viene y carta blanca. ¿Aceptáis?

–Acepto. Mientras sea el príncipe –responde Meir.

–Y si designas un heredero ¡también! –puntualiza Desdémona inquieta.

–De acuerdo –dice Meir– aunque después de hacer el ritual, igual no lo cuento.

–Hará falta alguien pio para invocarlo –dice Oded.

–Meir, eres la persona más pía que conozco –confiesa Desdémona.

Igual estas aquí para trascender por todo esto –dice Oded.

–Entonces la idea es invocar a un Ángel para que defienda la ciudad ¿verdad Desdémona? –pregunta Meir.

–Eso es –responde la Brujah.

–Decisiones… –dice Meir– …pesada es la corona en la cabeza que la porta…

–Si no fueras príncipe, estarías en la misma situación exactamente –dice Desdémona.

–Pero además de eso, debemos elegir facción –dice Meir.

–Si gana Persia y Bicor hace lo que desee –dice Desdémona– o gana Egipto y viene a conquistarnos y a apuñalándonos por la espalda. Unos irían de cara y otros no. Dos caras de la misma moneda.

Llamemos a este ser sobrenatural para que tome partido de nuestra mano y con su poder limpiemos el escenario y actuemos en consecuencia.

–¿Nadie ha pensado que lo más seguro es que implosiones al instante de ver un Ángel verdadero, por su tremenda fe? pregunta Oded– pero eso sí: ¡has visto un Ángel!

–Que así sea si el Señor no quiere que lo hagamos –dice Meir tajante.

–Yo no voy a estar ahí dice Oded– más bien estaré bien lejos.

–Si es lo que Yahvé quiere, es por lo que has llegado hasta aquí Meir –dice Desdémona.

–¡Me dan ganas de enviárselo a mi Sire! –piensa Meir en voz alta mirando el texto con los ojos como platos– ¡esto lo tiene que saber Abraham!

–Esa no es la idea Meir y no la mía –dice Desdémona– hago esto por un bien altruista, no para beneficiar a nadie más que a la humanidad misma. Si quisiera sacar algo por ello estaría hablando directamente con tu Sire Abraham.

–¿Y por qué lo has encontrado tu? –pregunta Meir– alguien que no cree en mi Dios… hay sabios y píos que llevan siglos buscando algo semejante y lo encuentras tu, ¡una pagana!

–Ironías del destino –responde Desdémona– ¿pero no has pensado que ni siquiera puedo leerlo? Tiene sentido. Yo no puedo usarlo, pero yo que lo imaginé, decido en qué manos cae, y aquí está al fin y al cabo.

–¿Qué buscabas para encontrarlo? –pregunta Meir absorto.

–Invocar un Ángel –responde Desdémona– Os lo he dicho. Hay gente inocente y pura que necesitan que alguien mire por ellos. Los demonios del infierno han caminado por Jerusalén. ¿Por qué no Ángeles del cielo?

–Yo estoy convencido –responde Meir ¿pero te fías por completo de quien te lo ha dado?

–Si –responde rotundamente Desdémona.

–¿Es un mortal? –pregunta Meir intentando deducir la fuente, para saber si es de fiar, y no fuera todo una trampa del maligno…

–No  es un mortal  responde la Brujah– y le  fiaría mi vida con gusto.

¿Qué Meir? no lo esperabas ser príncipe e invocador de ángeles en la misma noche ¿eh?

–Esto no es algo banal –recuerda Meir– Veo los ingredientes para hacer el ritual y no creo que sean complicados de conseguir… excepto uno: un acto de verdadero amor…

–Se me ocurre el acto perfecto de amor y no es tan difícil de conseguir. –Sugiere Desdémona El auto-sacrificio.

–¿Qué muera el invocador? –pregunta Meir.

–No. Me refiero en preparar un escenario en el que alguien enamorado deba sacrificarse por salvar a su amada –sugiere Desdémona con malicia en su rostro.

–Eso es asesinato… –dice Meir– Para invocar a un ser celestial… Empezamos mal. Un acto de amor se refiera a un sentimiento de una madre hacia un hijo, alguien diciendo te quiero, una sonrisa a tu padre…

–Eso lo dejo en tus manos –dice Desdémona desentendiéndose de esta parte más técnica del rito.

–Forzar un acto de amor verdadero en ese instante justo, es algo muy complicado que no se me ocurre como conseguir… –piensa Meir en alto.

–¡Tengo confianza en que podemos hacerlo! –Dice Desdémona– daremos con la solución.

–Llamar a un Ángel, ya es en sí, un acto de verdadero amor. La fe mueve montañas –dice Meir.

–La fe es peligrosa –Asegura Oded temeroso.

–La fe necesita un empujoncito a veces –dice Meir– veo pocos ingredientes. Es una invocación austera, en cuanto a lo que hay que conseguir. No pide la escama de un dragón, ni nada semejante. Quizás lo más difícil de conseguir sea el cáliz de oro, sin contar con el acto de amor verdadero…

–A lo mejor existe otra traducción del oro en el texto orinal. –Dice Desdémona

–Lo de la víctima, me escama –dice Meir.

–Puede ser un animal –dice Desdémona.

–Pone víctima… –dice Meir– y Enoc… la segunda ciudad…

– El texto se escribió allí –dice Desdémona.

–Los Salubri saben enoquiano –dice Meir– con el texto original podríamos saber si la traducción es fiable…

–No será necesario –dice Desdémona– No creo que se haya equivocado quien lo  ha traducido. Me fio por completo de su sabiduría. Seguro que lo ha leído mil veces…

 

La guerra

–Dejando a un lado el tema del ritual… –dice Meir– abordemos el asunto de la guerra. Solo tenemos 24 días para que estalle la guerra entre Egipto y Persia.

–Ya sabemos que quien mató a Mudji fue Assur –dice Oded– Ya tenemos al culpable de matar a nuestro príncipe, ya tenemos un enemigo. Aliémonos con Alara pues.

–No vamos a creer al primero que culpe al otro ¿verdad? –cuestiona Desdémona.

–No va a mentir en algo que podemos saber –responde Oded.

–Solo tenemos su palabra, nos lo ha dicho bien claro –dice Desdémona.

–¿Y no te vale la palabra de un Matusalén de siglos de antigüedad? –pregunta Oded– No creo que vaya dando su palabra así por así.

–Es cierto que la palabra de Alara en persona le da más credibilidad que la de su enemigo Assur y sus exigencias. –Dice Meir.

–¿Habéis visto un mapa de Persia? –pregunta Desdémona– estamos exactamente entre Persia y Egipto.

–Me han dicho que va a venir alguien importante… –dice Desdémona ¿de Troya? ¿de Grecia? No lo recuerdo bien. Será en las próximas noches… dispongo de información vaga, pero puede que nos ayude a tomar esta decisión… pero no tengo claro cuándo será. Si deseáis esperar…

–No tenemos tiempo –dice Meir.

–A lo mejor puedo contactar con Cartago. Me parece que tenemos pocos aliados… asegura Desdémona.

–Yo quiero pactar con los griegos, mi clan, los Capadocio, es originario de Grecia –dice Meir.

–Yo tengo caza de sangre en toda Persia, así que a lo mejor me abstengo de viajar… –dice Desdémona– quizás una carta…

–Llegará el ejército persa a Yehud, de camino a Egipto, antes de que llegue la respuesta a tu carta –dice Meir.

–El ejército humano no es problema dice Oded– somos persas ¿lo habéis olvidado? No nos atacarán. No tienen por qué saber nada de nuestras nuevas alianzas vampíricas.

–Voy a decantarme por aliarme con los egipcios. Mi chiquilla esta allí y los prepotentes Assamita no nos han tratado bien. –Dice Meir convencido.

–Lo de tu chiquilla lo entiendo –dice Desdémona– Alara te lo ha dejado claro…

–Sí. No me ha gustado nada ese comentario –dice Meir.

–Y que Anat se la haya jugado… tiene que escocer –dice Desdémona.

–Además en Egipto hay mucho conocimiento antiguo y puede que encontremos algo interesante para la búsqueda de la Torá Negra. –Dice Meir.

–¿Cómo ha quedado Orión entonces? –pregunta Desdémona.

–Ha aumentado de posición, igual que Oded y yo –dice Meir– ahora Orión es Primogénito Toreador.

–Podemos preguntar a Alara si Orión si es Setita –sugiere Desdémona.

–Nos aliaremos con Egipto de cara a esta batalla. A ver cómo queda el asunto humano… –dice Meir.

–¿Oded? –pregunta Desdémona, buscando su opinión sobre la alianza.

–Me parece bien que nos aliemos con Alara –afirma Oded.

 

La decisión

La noche siguiente los tres cainitas esperan a Alara en el salón del trono. El príncipe Meir, con luciendo su aspecto de sacerdote cadavérico pero santificado al mismo tiempo. Oded, Senescal de Meir, arreglado y atractivo, seguro de sí mismo, como siempre. Y Desdémona, una Brujah troyana que se preocupa por el futuro de los indefensos, mientras su fiel ghoul lobo Fafner, le lame su mano fría y muerta.

El silencio y la penumbra, envuelve el lugar y Alara entra por la puerta, cerrándola silenciosamente tras de sí. Su aspecto de Dios terrenal y su aura de poder descomunal, lo acompañan mientras camina sinuosamente hasta situarse frente a Meir. El Matusalén Seguidor de Set, hace una reverencia al príncipe Capadocio de Jerusalén y sin más dilación pregunta:

–Y bien Meir ¿Cuál es tu decisión? –Alara mira fijamente al Capadocio con sus brillantes ojos amarillos.

–Hemos estado dándole vueltas y, mi corte y yo, hemos decidido ponernos de parte de Egipto, en esta contienda contra los persas. –Responde Meir– Ha surgido una duda que solo es un pequeño detalle pero me veo en la obligación de preguntarle: ¿Orión es un miembro de tu clan?

–No es de mi clan –afirma Alara tajantemente y a Meir le parece que dice la verdad.

–Habéis tomado una sabia decisión –dice Alara reencaminando la conversación.

–Si… –dice Meir molesto te diría que la próxima vez que vayas a proponer una alianza, no saques un tema tan delicado como la chiquilla de alguien en peligro... por mera cortesía hacia tus anfitriones...

–¿Por qué debía ocultarlo? –pregunta Alara molesto– si es algo que te importa, a lo mejor hace que te decidas a causa de esa razón. Tómatelo como quieras. Así es como hacemos las cosas en país del Nilo, te guste o no. Además creo que se algo más sobre negociaciones y diplomacia que tu… te llevo unos cuantos siglos de ventaja. –Asevera Alara dejando claro  su desacuerdo.

–Los jóvenes también podemos tener buenas ideas y que estas sean mejores que las de nuestros mayores. –dice Meir atrevidamente, aumentando la tensión entre él y su nuevo aliado.

–Espero tu ayuda, Meir –dice Alara de forma tajante para zanjar el asunto anterior y dejando claro por qué ha venido hasta aquí, en persona.

–Será la máxima ayuda posible. No se cuanta… –dice Meir sin parecer muy seguro de querer involucrarse demasiado en su nueva alianza, ahora que Alara necesita su apoyo.

–Esperemos, príncipe Meir, que estéis a la altura de la alianza  advierte Alara con cara de pocos amigos, percatándose de la actitud del Capadocio, queriendo ganar una alianza pero sin sacrificio ni esfuerzo alguno por su parte. Alara espera que llegado el momento el Capadocio no se acobarde y cumpla su palabra, si no la alianza se romperá por sí sola.

–En las batallas de Chipre y Tiro ahí estuvo Jerusalén ¿verdad? –recuerda Meir.

–Espero que la ayuda que prestes esta vez, esté a la altura de la alianza –recuerda otra vez Alara para que le quede claro al Capadocio.

–Ahora mismo, al saber la alianza que tengo contigo, los Assamita destinaran asesinos aquí, a Jerusalén. Assamita que no estarán allí en la guerra –dice Meir dejando contrariado a Alara, que no parece muy conforme en cuanto a la dirección que acaba de tomar el inicio de su alianza.

–Me temo Meir que eso no es así. Alamut no sabe de nuestra alianza, y puede que no lo sepa nunca, a no ser que te estén espiando ahora mismo o tu se lo comuniques… –dice Alara– y aunque lo supieran, no van a prescindir de nada ahora que se avecina una guerra y necesitan toda su fuerza disponible por lo que pudiera ocurrir. Porque ¿quién dice que la defensa de Egipto no se pueda convertir en una conquista al imperio persa y hacer que cambien las tornas?

Desdémona toca a Fafner para que olisquee si hubiera algún espía en las inmediaciones y el lobo le devuelve un toque en su rodilla, queriendo decir que están solos aquí. Alara se fija en el lobo ghoul de Desdémona, percatándose de todo.

–Espero que mi chiquilla disfrute su estancia en tu tierra –dice Meir advirtiendo a Alara de sus verdaderos intereses.

–Creo que tuvo algún encuentro con lupinos de la zona… –dice Alara inquietando a Meir, al que se le quitan las ganas de seguir importunando a su nuevo aliado.

–Te deseo suerte en tu empresa –dice Meir para despedirse.

– En NUESTRA empresa –corrige Alara confirmando el compromiso del Capadocio, espera equivocarse, pero la alianza no parece demasiado firme.

–Nuestra… empresa –rectifica Meir mientras Alara le lanza una última mirada de advertencia. El Matusalén no se toma esto como un juego y no se va tranquilo con la actitud de su supuesto nuevo aliado, que no ha cesado de corregirle, advertirle y no dando seguridad alguna a su palabra. Meir no parece un diplomático hábil, al menos esa ha sido la impresión que se ha llevado el Faraón Alara, Matusalén de los Seguidores de Set.

 

Ely Yahu, Malkavian
El regreso del Profeta

Ely Yahu, el Profeta recién llegado a Jerusalén, aparece por la puerta y camina hacia Meir. Arrastra los pasos como si llevara cadenas en los tobillos. Su aspecto de zarrapastroso desaliñado no inspira ninguna confianza. Tiene en la mirada una expresión como de estar perdido, ausente, como de no encontrarse en el lugar adecuado. Observa con calma el salón del trono donde Meir, Desdémona y Oded comparten palabras para orientar correctamente Jerusalén, en asuntos tan graves como la diplomacia, la guerra, o el propio Dios.

Ely Yahu pregunta por las novedades y Meir le resume su recién adquirida alianza con Egipto.

–Yo me prestó voluntaria para ir a la guerra –dice Desdémona– a no ser que, ahora que solo recibo ordenes de ti, Meir, tengas algo que decirme.  

–¡Malditos Egipcios! los judíos estuvimos secuestrados por Egipto. Merecen la muerte. –Dice Ely añadiendo tensión al ambiente.

–Harás lo que diga tu príncipe, que ahora es Meir –dice Oded mirando a Ely y después al Capadocio.

–¿Así que no estás de acuerdo con nuestra alianza con Alara? –pregunta Desdémona– Si no recuerdo mal hubo una serpiente en vuestro paraíso.

–En la Torá no aparece ese pasaje –dice Ely Yahu desdeñando las palabras de la mujer.

–No soy yo quien debe cuestionarte –responde Desdémona.

–Le ordenaré a Ava sabotear las caravanas de víveres que abastecerán al ejercito persa en la guerra dice Oded– de esa forma ella demostrará su fidelidad al gobierno de Jerusalén y apoyaremos la alianza de Alara desde una posición de poco riesgo para nosotros.

–Hay que ahogar sus ejércitos en sangre, trasmutando su oro falso en podredumbre… –dice Ely Yahu– ¿Y que hay para Yahvé en estos tratos con la serpiente?

–Tú crees en Yahvé. Pues ha sido él quien ha puesto al mando a Meir y ha decido que vayamos en esa dirección –dice Desdémona al profeta.

–Un ejército se dirige hacia Egipto lleno con oro persa… –dice Ely Yahu crípticamente– El oro viene y va. Sin él no son nada…

Oded interpreta las palabras de Ely y cree entender su estrategia: El “alimento” que mantiene al ejército persa unido es el oro. Si este oro desapareciese, de verdad o imaginariamente, el ejército persa no sólo desaparecerá, sino que puede rebelarse contra sus propios amos persas...

Esa noche todos los cainitas van a descansar a sus refugios, algo más inquietos por la situación de incertidumbre creciente.

El príncipe Meir, de forma mágica, recibe una carta con un escueto mensaje, que se materializa en su refugio y que el Capadocio lee antes de ir a dormir.

 

¿Cómo apoyareis a Persia en la conquista de Egipto?

Bicor, embajador de Alamut

 

Es más que evidente que no hace falta una respuesta física y que los Assamita sabrán si Jerusalén ha apoyado el ataque cuando lo vean en el frente o sepan de evidencias que se han situado en el bando contrario. 

 

Mercado de Jerusalén
Sabotaje

A la noche siguiente, Oded, Senescal de Jerusalén, hace una visita a Ava, la ambiciosa Ventrue recién llegada y responsable del comercio en la ciudad y la satrapía.

–Ava dice Oded– Ha llegado el momento de demostrar tu interés real por ascender a la posición que obtuvo tu Sire antes de morir.

–Para ser Ancillae de Jerusalén, deberás sabotear las caravanas de víveres que abastecerán al ejército persa en la guerra contra Egipto. De esa forma demostrarás tu fidelidad al gobierno de Jerusalén.

–¿Atacar a nuestro Rey de Reyes por la retaguardia? –pregunta Ava– ¿Esta será la forma de ascender?

–De forma meteórica –responde Oded.

–¿A Antigua? –pregunta Ava sin dique de ambición.

–Obtendrías la posición que tenia tu Sire. Ancillae –responde Oded sin ceder.

–¿Cuándo será esa guerra? –pregunta Ava.

–En menos de un mes –responde Oded.

–Me pides sabotear en la guerra a nuestro imperio, la corte aqueménida, cometiendo la más vil de las traiciones ¿Con que fin? –pregunta Ava.

–Liberar Egipto y comenzar un camino para ser libres del yugo de Persia –responde Oded.

–Pero Yehud ¿también va a la guerra? –pregunta Ava sin entender muy bien al Senescal.

–No se va a mover –responde Oded– solamente será una ayuda entre vampiros.

–Entiendo. Sería una liberación, no de la satrapía humana, si no libre de Alamut ¿verdad? –pregunta Ava.

–Sí. Ese será el primer paso responde Oded percatándose del amplio conocimiento de la joven cainita.

–Nuestro príncipe ha pactado una alianza con Alara, poderoso Seguidor de Set de Egipto –dice Oded.

 –Conozco la forma de abastecerse que tiene el imperio persa. Todos los canales por los que les llegan víveres y agua, en este caso concreto, será por mar. Puedo hacerlo, no sin riesgo, pero cuenta con ello –asegura Ava.

–Si es así tendrás entonces tu posición –responde Oded antes de despedirse y marcharse de los dominios de Ava, cercanos al mercado nocturno.

 

Orión, Primogénito Toreador
Ofensiva Persa

Mientras Oded se ve con Ava, Meir tiene un encuentro con Orión en el salón del trono. El príncipe Capadocio informa a Orión de la alianza con Alara, gracias al contacto que el propio Toreador ha mantenido con el Matusalén egipcio.

Orión se siente satisfecho por ver cómo algo que comenzó el, acaba en una alianza para la inminente guerra y el Primogénito Toreador aprovecha para informar a Meir sobre el conflicto humano:

–El Faraón Acoris, bajo la sombra de Alara, se ha aliado con los diarcas de Esparta Los diarcas son una pareja de monarcas cada uno de una dinastía diferente, cada uno maestro en su especialidad, militar o religiosa. Toma la iniciativa uno de los dos según las circunstancias.

–Ahora, para la guerra con Persia, el diarca militar, Agesilao II, va a la guerra mientras el diarca religioso, Agesípolis I, se quedaba cuidando de Esparta.

–El Faraón Acoris cuenta con ayuda de Agesilao II, rey espartano militar, que cuentan con su ejército y flota ya de camino para defender Egipto de la ofensiva Persa. Allí se sumará a ellos la flota marina del faraón Acoris.  

–Desdémona ha decidido ir a ayudar a Egipto, así que se pondrá en contacto con esta flota –dice Meir– También debo informarte que a partir de ahora la Brujah solamente responde ante mí.

Orión asiente y continúa, restándole importancia al anuncio de Meir sobre la Brujah.

También dispongo información importante sobre de los cainitas que controlan los hilos: El Espectro, del clan Assamita, ha sido puesto al mando de la ofensiva nocturna en la guerra. Mientras el ejercito Aqueménida del Rey de Reyes, el Shah Artajerjes II, prepara la ofensiva para recuperar Egipto, reino perdido hace 19 años.

Diarca espartano
–Se rumorea… –dice Orión mientras baja la mirada y el tono de voz– que una bella vampiresa de tez blanca y pelo negro acompaña al Espectro en tal campaña, pero se desconoce su identidad, siempre bajo un velo oscuro. Pudiera ser Nerea, sin dejar ver su rostro para no ser reconocida.

–Pediré que si fuera posible la capturen con vida –dice Meir.

–Decidle a Desdémona que no la mate. Nerea no es una guerrera y no estará en primera línea… –pide Orión preocupado.

–Así será –asegura Meir.

–Te lo agradezco Meir –dice Orión de forma sincera.

–¿Has conseguido contactar con ella? –pregunta Orión a Meir con cierta esperanza.

–No hemos tenido oportunidad –responde Meir.

–¿Por qué crees que está junto a los Assamita? –pregunta Meir.

–He pensado en ello –dice Orión– y he llegado a la conclusión de que puede ser una fase de su rebeldía pero también puede ser que esté actuando como una espía para Jerusalén. No sé si habló con Mudji antes de irse, pero de lo que si estoy seguro es de que no sabe que Mudji ha muerto. Así que sigue defendiendo el clan de su príncipe de Jerusalén, a todas luces nada malo.

–Espero que sea capturada. Haré lo posible para que así sea –dice Meir antes de despedir a Orión.

 

Biblioteca de la Torá Negra
Preparativos

Meir dedica las siguientes noches para investigar en profundidad todo lo referente a los preparativos sobre el ritual y va consiguiendo los ingredientes más fáciles para cuando llegue el momento.

Un odre de vino y otro de agua, plumas de paloma blanca, y un cáliz de oro. Son cosas que no le cuesta conseguir moviendo hilos con sus influencias en Jerusalén.

Meir elegirá el lugar adecuado pero de momento va recopilando ingredientes que lleva encima, dentro de un zurrón, por si necesitaran hacer el ritual de forma apresurada.

Queda por hacer dos cosas para tener todo listo: decidir el lugar donde se hará la invocación y quienes estarán presentes. Tampoco tiene claro cuál será el acto de amor verdadero que se hará en ese momento.

Estos últimos detalles quiere hablarlos con los demás para ver si pueden ayudarle.

 

Torre de la Torá Negra
Ely Yahu

El príncipe Meir decide encontrarse a solas con Ely Yahu, en la torre de la Torá Negra, y contarle lo referido al ritual de invocación. A lo mejor el profeta ve algo que no Meir no ve y puede ayudarle.

–Voy a invocar un ángel para proteger Jerusalén –le dice Meir a Ely mientras le enseña el pergamino con la traducción del ritual de invocación. Ely Yahu lo coge y lo lee con atención. 

–¡Blasfemia! Queréis invocar a los becerros de oro… Yo nunca invoque al Señor Yahvé –dice Ely Yahu crítico con la idea.

–Es a un heraldo de Yahvé a quien llamamos no a Yahvé –dice Meir– Me vale con que venga un soldado del cielo. Entiendo por tus palabras que crees que está mal usarlo y no quieres formar parte de ello… pero podrías estar allí para ver que sale bien

–Estaré presente –dice Ely Yahu– pero no me parece bien y nunca me parecerá bien.

–Los rituales blasfemos solo sirven para invocar al enemigo de nuestro Dios Yahvé... –asegura Ely Yahu.

–Hasta donde yo sé, tampoco tengo todo el conocimiento, es algo benigno y es real. –Dice Meir– si puede invocar un demonio ¿por qué no un ángel?

 

Antes de la invocación

Meir reúne a sus cainitas de confianza, Oded, Desdémona y Ely Yahu, y les cuenta lo que ha hablado con Orión, dándoles toda la información que ha sacado de allí, sobre la flota espartana y sus diarcas, su alianza con el faraón y los poderes Assamita en las sombras.

–Desdémona –dice Meir– te pido que si te encuentras a Nerea en el campo de batalla, en Egipto, no la mates.

–No seré yo quien dé el primer golpe, pero como sea ella, la matare sin remordimientos –responde Desdémona.

–He recibido una misiva de Alamut para saber cómo vamos a actuar en la guerra –explica Meir– He pensado hacernos los locos y cuando los Assamita pregunten por esto, digamos que aun esperamos a Mudji.

El propio Meir sabe que llegado el momento si tuviera que mentir a los Assamita sobre la llegada de Mudji, iría en contra de las leyes de Yahvé. El Capadocio espera que no llegue a ocurrir, aunque sabe que algún día Alamut rendirá cuentas, sería estúpido pensar lo contrario. Ante los Assamita de Alamut, la estrategia de Meir es mirar para otro lado.

–Cambiando de tema –dice Meir– sobre el ritual, tengo dudas de si un cordero puede ser tratado como una víctima…

–Y aun no se qué acto de amor verdadero puede ocurrir en el ritual –dice Meir.

–Yo torturaría a dos y les obligaría tomar la decisión de salvar la vida a solo uno de ellos… –dice Oded– ese me parece un acto de amor perfecto. 

–¡Ya lo tengo! –dice Meir– ¡un parto! El amor de una madre hacia su bebe recién nacido es un acto puro de amor verdadero y no muy difícil de predecir.

Ely Yahu se encuentra en trance, sus ojos en blanco y en su visión sobrenatural ve un rostro tan bello que parece un ángel. Está bañado con la luz divina que ilumina desde cielo con rayos blancos y puros. Después rayos y truenos caen del cielo y tras ello llega la calma… la paz lo consume todo… pero después no hay nada… hay un abismo de oscuridad… Ely Yahu no sabe qué ocurrirá, ni si será bueno o malo. El futuro a ese respecto está por escribir. Pero al parecer algo divino será invocado precedido de la oscuridad más aterradora. Ely Yahu se ve mirando a la cara del ser celestial y reconociendo parte de tu pasado…

Todos buscan por Jerusalén a una mujer que vaya a dar a luz en las siguientes noches y el destino ha favorecido a Desdémona, ya que su ghoul el camellero dueño de la granja donde se refugia, tiene nueve hijos y una de sus hijas va a dar a luz en breve.

La Brujah habla con Moshé, su ghoul, y le pide que un sacerdote de confianza, Meir, oficie el parto para bendecir a la criatura que está por venir a este mundo. El padre de familia accede, está vinculado a Desdémona y todo lo que ella le pida es ley para él.

El hombre ruega que su hija no corra peligro y la Brujah se lo promete diciéndole que un Ángel verdadero puede venir a bendecir al bebe. Moshé feliz, prepara todo para que dentro de 9 días su hija dé a luz a su enésimo nieto.

 

Moshé, Camellero, Ghoul de Desdémona
El rito

Nueve días con sus respectivas noches han pasado y todo está listo para realizar el ritual para la invocación.

La granja de camellos de Moshé es el  lugar elegido por Desdémona, sobre todo por la comodidad de que la embarazada dé a luz en un entorno cercano y conocido. Allí Meir ultima los detalles del ritual.

El lugar es un pajar debidamente acondicionado y limpio para el parto y el ritual. Meir prepara el vino de la mejor calidad que ha podido conseguir. El agua, la más pura y limpia posible. “La sangre de los presentes”, que cada uno de los cainitas que van a estar sangra un poco dentro del cáliz de oro, sangre de Oded, de Ely Yahu, de Desdémona y del propio Meir.

Oded ha comprado en el mercado nocturno un cordero y lo ha llevado a la granja, el será el holocausto. El indefenso animal descansa atemorizado y atado junto al afilado cuchillo que dentro de poco le quitará la vida por un fin puramente luminoso.

Los cuatro cainitas ya están presentes, ante una antorcha, que servirá de fuego para el ritual. La embarazada se encuentra tumbada en un camastro de paja y mantas. Agarra fuertemente la mano de su padre y está asustada al ver a todos los cainitas que asistirán a su parto. Moshé, su padre, la tranquiliza y le da ánimos, aunque parece que hay muchas posibilidades de que de luz durante el día, esto no es una ciencia exacta…

Al estar todo listo para el ritual, Oded se ofrece para provocar el parto en la joven. El Toreador tiene conocimientos sobre medicina, necesarios para ser un buen torturador de la corte real, allí en la lejana Babilonia, cuando era humano. Desdémona da su bendición y el Senescal se limpia las manos con agua y daga en mano, se dispone a forzar el parto, una práctica tremendamente difícil que pone en peligro tanto a la madre como al bebé. Moshé intranquilo mira a Desdémona y esta le calma tan solo cogerle la mano. El ghoul no puede hacer otra cosa que fiarse de su Domitora, cuya mano está fría como la de un muerto.

Los gritos de la joven asustan a sus hermanos, que desde la casa contigua al pajar, esperan ansiosos el nacimiento de su primito o primita, La sangre inunda el lugar, algo va mal… muy mal, la mujer palidece por la falta de sangre. Oded está forzando algo que debería seguir su curso natural y tanto la mujer como su bebe corren serio peligro de muerte.

La mujer se desmaya del dolor y los nervios se apoderan de la tensa escena, iluminada pobremente por la lumbre de la única luz que hay en el pajar, la antorcha para el ritual de invocación.

Desdémona reacciona y cortándose la muñeca, se la pone en la boca a la joven y le da de su sangre para que beba. Es conocido el poder de la Vitae de vampiro para sanar las heridas humanas o al menos para otorgar fuerza y energía sobrenaturales, que es lo que la aspirante a madre necesita ahora mismo.

La Brujah salva la vida de la joven y Oded continua asistiendo el parto. Es la primera vez que lo hace con tanta presión. Alguna vez ha tenido que ayudar a dar a luz a alguna mujer de los granjeros que viven en su dominio, pero nunca ha sido uno tan complicado cómo hoy.

Gracias a sus conocimientos de medicina y a su tremenda habilidad, Oded obra el miagro de la vida y el bebé, un niño, nace sano y muy llorón. La madre sonríe y abraza a su retoño mientras Oded corta el cordón umbilical y limpia el lugar.

El cariño con el que la madre besa y abraza al bebe, es la muestra de  amor más evidente a la que los presentes han asistido en mucho tiempo.

En el aire aun flota el olor a sangre y los gritos de dolor de la madre previos al parto, han sido cambiados por los lloros de vida del bebe. Sangre, gritos y lloros, parecen palabras que jamás debieran estar asociadas al amor verdadero, sin embargo así es, y ocurre siempre que nace una criatura.

La madre abraza a su hijo recién nacido, a la luz de la antorcha, con la piel en carne de gallina por el frío, debía haber un hogar pero Meir ha preferido que no lo hubiera por el temor a que la bestia huyera por sentir el calor del fuego purificador. Siempre es más fácil apaciguar a la bestia si el fuego es más pequeño y si Oded no hubiera necesitado más luz para asistir el parto, Meir hubiera hecho el ritual con una simple vela. Este punto seguro que no era un problema para los invocadores originales, hacia los que iba dirigido el ritual, pero el fuego es y siempre será un problema para los vampiros.

Meir alza la copa de oro, con la sangre de los presentes, el vino, el agua, las cuatro plumas de paloma blanca, una por persona, y todo mezclado es bebido por Meir, para a continuación verter parte de la mezcla sobre el suelo. En el instante que la sangre baja por su garganta, el Capadocio siente el poder del vínculo de sangre hacia sus compañeros presentes, que será algo que les unirá a ellos por siempre jamás, ahora el Capadocio los ve con mejores ojos a todos, son sus amigos y juntos serán testigos de un milagro.

El sacerdote inmortal vuelve a repetir la libación bebiendo y vertiendo parte de la mezcla sobre el fuego esta vez. (La libación es un rito pagano que consistía en derramar determinado líquido sobre el suelo, fuego o víctima, después de probado.)

Al acercarse al fuego Meir sufre el terror al mortal elemento que todos los cainitas sufren por maldición. Por dos veces Meir intenta evitar este intenso temor al fuego y gracias a su fuerza de voluntad consigue apaciguar su bestia. Hubiera sido fatal para el ritual si Meir hubiera salido por patas huyendo del lugar, pero esta vez el Capadocio ha ganado la batalla a la tentación del diablo.

Meir coge el cuchillo, agarra fuertemente al cordero y lo degolla sin miramientos. El animal muere en los brazos del Capadocio y repite el rito de libación por tercera vez, pero esta vez sobre el cordero ahora muerto, su víctima.

El Capadocio lee en alto las siguientes palabras para completar el ritual de invocación. Sus palabras suenan con fuerza en el pajar mientras el silencio, el miedo  y el frio reinan en el pajar:

“Clamo al verdadero Dios, aquel que mora en las alturas, hacedor de la luz y la oscuridad, creador del cielo y la tierra, Padre de toda vida mortal y dueño de todo lo que existe y Señor del amor y la guerra.

“Ruego que uno de sus Ángeles ministeriales venga aquí, a la ciudad de Enoc para escuchar nuestra humilde suplica. Por el todo poderoso que todo lo sabe y todo lo ve.”

Moshé, padre de la reciente madre, abraza a su hija y a su nieto y los ayuda a salir del pajar, para dejar a los cainitas con sus oscuros y tenebrosos asuntos. Al abrir la puerta del pajar para salir, un viento huracanado golpea la granja con furia.

Los truenos y relámpagos hacen acto de presencia, fuera la violenta fuerza de naturaleza parece gritar. Entonces, sin explicación aparente, uno de los rayos impacta de lleno contra el lugar de invocación y una luz cegadora los hace postrarse a todos los presentes. El rayo ha golpeado en el suelo, cristalizando un círculo en el suelo, pero no hay agujero en el techo por el que haya podido entrar ¿Cómo es posible?

Una nube de humo llena el lugar y cuando empieza a disiparse, muestra a todos los cainitas arrodillados, sin ellos quererlo. Hay un fuertísimo olor a rosas característico de las apariciones divinas y de los milagros de los santos.

Sin previo aviso y sin explicación alguna, una bandada de palomas blancas da un par de vueltas al pajar y huyen volando por una ventana alta, perdiéndose en el cielo de la negra noche.

 

Palomas blancas

Abriendo la puerta

De entre el humo, emerge una imagen sorprendente, es la belleza personificada y Oded, como buen Toreador, queda embelesado al verla debido a su debilidad, le pasa siempre que está en presencia de la belleza, en cualquiera de sus representaciones. El Senescal queda completamente embobado y paralizado, solo puede admirar a la Diosa que se presenta ante ellos y unas palabras surgen de su celestial garganta:

–Esto no es Enoc y vosotros no sois enoquianos… ¿verdad? –pregunta la increíble mujer, que tiene la copa de oro del ritual en las manos.

Su aspecto no es el de un ángel. Es una joven mujer de tez suave y tersa de un tono pálido pero atractivo. Su belleza emerge por cada uno de sus poros; Sus labios pequeños y sugerentes; Sus ojos oscuros y enigmáticos; Su pelo negro como el azabache; Sus pechos pequeños pero perfectos; Sus vestimentas constan de una túnica roja con remates dorados, y una corona de origen difícilmente terrenal.

Astarté, Madre Naturaleza


–No, esto no es Enoc –
dice Desdémona tomando la palabra rauda y aun de rodillas. Ella es la única que no ve a la Diosa, pero siente su presencia divina que continua hablando con una voz dulce y aterciopelada, lo hace en su idioma pero hay algo en su acento inexplicable para los asistentes:

–Me conocen con muchos nombres: Astarté, Inanna, Ishtar, Astarot, Athar, Astar, Ashera, Uni-Astre, As-tar-tú, Attart, Tanit, Azzuhara, Sekhmet...

–Me han llamado Ángel celestial, Diosa, Hacedora e Hija de la Luna. He caminado por la tierra en otras eras… conoceréis el capítulo de la soberbia de Babilonia. Querían llegar hasta el cielo con su torre, una ofensa hacia lo divino… bueno pues yo me encargue de solucionar el problema, nadie entendía a nadie y se les acabaron las ganas de construir nada más alto que un altar.

Meir reconoce el pasaje como uno de sus sagradas escrituras de la Torá y esa labor efectivamente fue lograda por ángeles enviados por Yahvé. No puede creerse que esté ante un espíritu celestial.

–Que sed… –dice Astarté mientras mira el cáliz de oro, ahora en sus manos. Lo mueve grácilmente y bebe de él, acabando hasta la última gota y quitando graciosamente las plumas manchadas de sangre de su boca.

–¡Ummmmm! está fuerte… –exclama Astarté arqueando las cejas–¿Para qué me habéis llamado?

Desdémona da un paso adelante para disponerse a hablar pero el profeta le pisa la palabra…

–Meir… ¿por qué has blasfemado contra nuestro Dios Yahvé? –pregunta al príncipe Ely Yahu enfadado.

–¿Elías eres tú? –pregunta Astarté dirigiéndose al profeta mientras este la mira extrañado sin reconocer a la espectacular mujer.

–¿No me recuerdas? –pregunta otra vez Astarté acercándose al cainita.

–¿Eres tu mi ángel? –pregunta Ely Yahu sin entender bien lo que está ocurriendo.

–Veo que el tiempo ha hecho mella en ti –asegura Astarté mirando con ternura al profeta.

Desdémona da otro paso hacia delante llamando la atención de Astarté.

–Yo he sido quien empezó todo esto –confiesa Desdémona– solo he visto como gente cruel y poderosa aplastan a los puros de corazón, en todos los lugares de nuestro mundo. Te hemos llamado para que protejas a toda esa gente…

–¿Qué tenéis que ofrecerme? –pregunta Astarté.

–Mi no vida. Te la ofrezco con gusto –responde Desdémona.

–¿Me pides que proteja a todo ser inocente en la tierra a cambio de tu no vida? –pregunta Desdémona con tono jocoso.

–Igual es mucho pedir, pero quiero darles una oportunidad. –Dice Desdémona apuntando alto.

–Tengo un modesto poder, pero no puedo afectar a todo ser de la creación. –Dice Astarté– No tenéis muy claro cómo funciona esto… ¿verdad?

–Entonces destruye a todos los seres más viles de la creación. Todos los que existan ahora mismo. –Pide Desdémona.

–¿Eres consciente de lo que me pides? ¿y donde se encuentran esos seres? –pregunta Astarté extrañada ya que presupone que quien tiene el conocimiento para llamarla, lo tiene para saber hasta dónde puede pedir... o debía tenerlo al menos.

–¿Podrías ser  mas concisa, mujer? –pregunta Astarté.

–Los que orquestan estas guerras en las que estamos metidos una y otra vez. Son seres no vivos, especiales como nosotros… –responde Desdémona con dificultad para hacer la descripción de quienes quiere exterminar.

–¿Me habéis llamado para matar a vampiros? ¿y no sabéis donde están? pregunta Astarté.

–Para proteger a los inocentes… –responde Desdémona.

–Proteger y matar no es lo mismo –puntualiza Astarté– de todos modos. No vengo para matar a nadie y si pudiera, no tengo un poder tan vasto como para extinguir a tanto ser sobrenatural...

–¿Tienes herramientas para que podamos hacerlo nosotros? –pregunta Desdémona.

–Soy una Diosa, ¡yo soy la herramienta! No sé cómo puedo ayudaros –dice Astarté mirando a los cuatro cainitas presentes, de los cuales solamente habla la Brujah.

–Si no puedes matar, aunque sea protege a los inocentes de esta ciudad… –pide Desdémona afinando y quedándose sin opciones.

–Protégelos mientras dure la guerra y hasta que llegue la paz –puntualiza Meir rompiendo su silencio y apoyando la petición de Desdémona.

–En esa petición estamos más alineados sobre lo que puedo ser capaz de  hacer. –Responde Astarté satisfecha.

–¿Dónde estamos? –pregunta Astarté a Meir.

–Jerusalén –responde Meir– Ventana de penurias, ciudad sobre la que se cierne una gran guerra entre dos grades imperios. Si pudiera proteger la ciudad a los…

–¡Inocentes! –termina la frase Astarté.

–A la gente que lo necesite, a los desamparados a los desprotegidos, en toda guerra perecen sin cesar. Queremos que en esta que se avecina no lo hagan. –Explica Meir con el corazón en un puño.

–Así que queréis que haga de escudo divino para los inocentes de Jerusalén y protegerlos de la guerra que se avecina y presumiblemente va a afectar a la ciudad, ¿verdad? –pregunta Astarté.

Iluminados por la luz de la antorcha, los presentes asienten y esperan pacientemente la respuesta del ser divino.

–Lo hare –asegura Astarté asintiendo y cerrando los ojos por un instante, en el que se aprecia la belleza de su rostro, seguramente esculpido por un Dios.

Astarté se acerca a Ely Yahu y comienza a acariciarle con la punta de sus delicadas manos, muy superficialmente su fea cara.

–Elías, has cambiado… ¿De verdad no recuerdas tu vida humana? Fuiste mi fiel seguidor durante décadas. Tú fuiste quien sacaste a Amal Faruk del infierno. Era solo un bebe cuando lo hiciste… si no llega a ser por ti, Amal se hubiera criado como el demonio que es. Tú le salvaste. –Asegura Astarté dejando hipnotizado y en silencio al lunático profeta– Deja que te ayude…

–Salvar a cualquier hijo del infierno es una alegría para mi alma –dice Ely Yahu sin recordar de lo que le habla Astarté.

Astarté le toca la frente al profeta con su dedo índice y la luz envuelve la visión de Ely Yahu. Un fragmento de su memoria devuelve varios recuerdos que el profeta tenía olvidados.

En ellos Ely Yahu, se llamaba Elías, y como sirviente de Astarté salvaba a un bebe alvino, al que sacaba de una oscura y tenebrosa cueva, donde había nade menos que una puerta secreta al infierno. Ely, por orden de Astarté dejó al peculiar bebé a los pies de una obra, allá en la vieja Babilonia, era la construcción de la famosa torre de Babel.

Además Ely Yahu, recuerda a Astarté, primero con sus palabras y después con su imponente imagen de luz. Ella le despertó hace no mucho de su sopor, pero… ¿fue real o lo hizo desde sus recuerdos?

Y en un tremendo flash de luz que ciega a los presentes, la bellísima Astarté desaparece apagando la antorcha con una ráfaga de viento frío, dejando todo a oscuras con ese característico olor a quemado y el humo que poco a poco sube y desaparece.

 

Amal Faruk, Ravnos
¿Ángel?

La paz, el silencio y la oscuridad reinan en el lugar. Fuera, no muy lejos, se escucha el llanto de un niño y las puertas del pajar se abren iluminando el oscuro y cargado lugar.

Entra Amal Faruk, extrañado por las tinieblas, ya que mientras venia hacia aquí, después de haber buscado en todos los refugios de sus compañeros, vio una tremenda luz que salía del pajar del refugio de Desdémona.

Amal agudiza sus sentidos y percibe algo mejor a sus compañeros, que están arrodillados y en silencio. Una escena un tanto perturbadora…

En el aire flotan pequeñas plumas blancas, pero esta granja es de camellos, huele a un fuego recientemente apagado y la penumbra lo cubre todo.

Meir mira hacia el techo y no hay un agujero… ¿y el tremendo rayo que golpeó en el suelo al traer a Astarté? Piensa: ¿No lo habrán sonado verdad?

Oded acaba de salir del trance, ahora que Astarté se ha ido, dejando ese dulzón olor a rosas en el ambiente. El Toreador no se ha percatado de nada de lo que ha ocurrido desde que la Diosa hizo acto de presencia Y confundido se levanta, intensifica su vista con Auspex y mira alrededor.

Desdémona aun de rodillas llora sangre y deja caer la cabeza al suelo del pajar.

–¿Ocurre algo…?  pregunta inocentemente Amal.

Ely aun de rodillas, reza por el ángel que lo despertó, que acaba de visitarle y ha sanado parte de su dañada memoria.

–Pensábamos que habíamos invocado a un ángel… y es una Diosa –dice Meir un tanto desilusionado.

–Ella es el ángel que me susurraba las palabras a mi oído. Hazme caso Meir. Si es un ángel. No te dejes llevar  por su apariencia –dice Ely Yahu.

–No es un ángel. Para mí no –responde tajantemente Meir a pesar de haber visto ciertos detalles claramente divinos.

–¿Cuántos ángeles has visto zoquete? ¿Cómo vas a saber tu el aspecto de todos ellos? Meir acabas de asistir a un milagro, no niegues la verdad. –Dice el profeta al Capadocio.

–¿Ha venido un ángel? Yo puedo reproducir eso sin despeinarme. Dice Amal cuestionando que lo que hayan vivido sea real.

–No seáis impíos… ¡es un ángel enviado! –asegura Ely Yahu.

–No era un ángel. Quizás sea un ser celestial pero no un heraldo de Yahvé dice Meir.

–¿Me puedes dar el pergamino? –pregunta Desdémona a Meir levantándose y extendiendo su mano derecha hacia el Capadocio.

El pálido príncipe se lo da y la Brujah se acerca a la antorcha aun humeante y quema el pergamino junto a sus propias ilusiones…

–¿Se puede saber que ha ocurrido? –pregunta Amal al ver el desconcierto que hay entre sus compañeros.

–Hemos invocado un ángel para proteger a los inocentes de Jerusalén – dice Meir pensativo.

–¿Queréis un consejo básico? –pregunta Amal– No pactéis con nadie al que hayáis invocado. Los demonios engañan. A lo mejor habéis hecho un trato con un demonio y no lo sabéis… yo una vez cometí un error similar.

–Era un ritual para invocar un ser celestial. Lo identifique como tal. No era algo malvado. Estaba escrito en enoquiano el idioma de los ángeles –se justifica Meir sin aceptar las estrafalarias teorías del Ravnos.

–¡Puede ser todo un truco! –dice Amal– ¿No crees que los demonios puedan saber enoquiano? ¿No les crees capaces de hacer todo esto? Luces, ilusiones… ¡vamos! ¡Es el príncipe de las mentiras! Tú lo deberías saber mejor que nadie. ¿No puede crear un ritual que parezca real y que sirva para llamar a uno de los suyos?… hace eones fueron ángeles, no lo olvidemos. Los demonios son ángeles desterrados al infierno por Dios, así que técnicamente un demonio es un ángel expulsado de su labor en el cielo… Si no era el arquetipo de ángel, a lo mejor era porque es un demonio… y además con forma de mujer… más a mi favor.

–El mayor truco del Diablo es hacer pensar a la humanidad que no existe. Me cuesta creer que un ángel haya venido –asegura Amal reticente.

–Era un ser celestial… –dice Meir.

–Yo mismo hice un trato con el que creía que era un ángel y al final era un demonio –dice Amal.

–Se acabo la discusión. No voy a perder más el tiempo. Yo soy el príncipe y si sigues con esas acusaciones injuriosas ¡sales de este lugar! –dice Meir muy enfadado dirigiéndose al Ravnos. No permite que le acuse de haber hecho algo tan grave como invocar un demonio.

–Acabáis de vender la ciudad a un demonio. Los ángeles no se invocan. Deberías saberlo tú que eres sacerdote –asegura Amal.

–Amal, el ritual era real. Todo es fidedigno –dice Desdémona desilusionada tras asegurarse que se ha quemado hasta el último pedazo del papel traducido– Si es un Demonio debe ser uno mucho más poderoso que quien me lo ha conseguido… y eso es casi imposible…

Amal observa los restos de ritual para ver si puede tener algo que ver con algún rito demoniaco disfrazado de otra cosa.

–Es un ángel. Ha venido un ángel. No lo dudéis. Os lo dice vuestro profeta particular… –dice Ely Yahu mientras mira a Amal de cerca y le recuerda a cierto bebe que salvó hace varios siglos…

–¿Y si los dioses fueran vampiros y ya está? –pregunta Desdémona pensativa– es decir que todo sean Antediluvianos y hemos llamado a una más…

–Pues que no te extrañe –dice Oded.

–¿Y se puede saber por qué queríais invocar un ángel? –pregunta Amal.

–Se me ocurrió  a mí y conseguí las herramientas adecuadas llamando a las puertas oportunas dice Desdémona.

–¿Quién te consiguió el ritual? –pregunta Amal muy curioso.

–No puedo decírtelo. Prometí no involucrarle –confiesa Desdémona.

 –Yo no recuerdo nada. Debía ser algo extremadamente bello –dice Oded.

–Veo rastros de ritos paganos que ya no se emplean en las prácticas actuales del judaísmo. –Dice Amal– no es tan evidente que fuera un ritual divino.

–El ángel ha dicho que te saco del infierno. Que Ely te saco del infierno. –Dice Desdémona a Amal –Eras un bebe… dijo.

–Así que Amal… ¿de verdad ibas para demonio? ¿Cazas a los tuyos? –pregunta Desdémona al Ravnos.

–Ahora soy un cainita –dice Amal– Pero supongo que en mi vida pasada si debí ser mitad demonio… ¿pero como sabéis todo eso? Yo acabo de descubrirlo en un viaje en solitario, cazando demonios por Yehud…

–Nos lo ha dicho la ángel que ha venido –dice Desdémona.

–No creo que fuer aun ángel –insiste Amal– Y no os equivoquéis. Me estoy preocupando de que no cometáis los mismos errores que he visto cometer infinidad de veces. Yo los cazo y se cómo actúan. Aquí hay actividad demoniaca, lo percibo a la legua… pensad que igual no era lo que creíais.

–Todo tiene sentido Amal. Era un ángel. Es de total confianza. Yo la conozco. Te ayudó cuando eras solo un bebe. –Dice el profeta.

Amal se acerca a Ely Yahu, se arrodilla ante él, agarra su mano y agachando la cabeza le dice con voz firme:

–Gracias por salvarme en mi pasado. Yo solo era un cachorro. El Oráculo me lo mostró. –Dice Amal mientras Ely lo bendice poniendo su mano en la cabeza del Ravnos y rezando a Yahvé.

–Amal, y tú que sabes de esto… para invocar algo más poderoso ¿qué tengo que hacer? –pregunta Desdémona al Ravnos– proteger a los inocentes de Jerusalén me parece poco…

–Yo estoy en contacto con un ser que nos podría ayudar. Lucha contra el Wyrm, que es todo mal representado en múltiples formas. –Dice Amal.

–El bien no existe sin el mal. Es un ser  del destino, no crea, ella teje el destino. Me ha pedido que elimine el Wyrm para equilibrar la balanza. No es destrucción del mal, si no equilibrio necesario… –dice Amal Faruk desvelando sus intereses más profundos y personales.

–¿La ves a menudo? –pregunta Desdémona.

–La última vez que la vi estuve muerto un tiempo… –responde Amal crípticamente pero diciendo la verdad.

–Te lo agradezco Amal, pero creo que no es lo que busco… no quiero deber nada a nadie –dice Desdémona.

Meir cabizbajo y pensativo se despide abruptamente de los presentes y decide irse y dejar a Oded al mando, necesita pensar sobre todo lo ocurrido.

A lo mejor un tiempo de retiro para aclarar la mente de todo el ruido que llena su cabeza, como dice la Torá de Yahvé:

“En momentos de inundaciones, lo primero que escasea es el agua potable”.

Eso es lo que buscará, pensamientos limpios como el agua potable.

La noche está llegando a su fin y todos los cainitas se retiran a sus refugios. Mañana por la noche volverán a verse, esta vez al mando de Oded cómo Regente, para continuar tratando temas tan importantes y vitales para Jerusalén.

 

Astarté, Diosa de los Cielos en Tiro
(Hermana de Anat)
Astarté

Meir acaba la noche buscando, en la biblioteca de la Torá Negra, información sobre lo que ha invocado esta noche. Y da con múltiples documentos entre los que construye una historia con bastantes piezas del puzle.

Astarté (en fenicio Ashtart) es la asimilación fenicia-cananea de una diosa mesopotámica que los sumerios conocían como Inanna, los acadios, asirios y babilonios como Ishtar y los israelitas como Astarot. (Israel es el reino del norte de Judá, hace siglos eran el mismo reino)

Representa el culto a la madre naturaleza, a la vida y a la fertilidad, así como la exaltación del amor y los placeres carnales. Con el tiempo, se tornó también en diosa de la guerra y recibió cultos sanguinarios de sus devotos.

Está relacionada con el planeta Venus. El nombre es cognado del nombre hebreo Esther. Su culto se expandió con su faceta de Tanit, venerada especialmente en la ciudad de Cartago.

La iconografía de Astarté se caracteriza por la desnudez, símbolo de sexualidad y fertilidad, y el león, emblema de guerra y fiereza. Las representaciones astarteas la emplazan desnuda, en ocasiones alada y dotada de discos solares y lunares sobre la cabeza, (alada y con discos en su cabeza, esta es la referencia clara sobre a la posibilidad de que originariamente fuera un ángel) y con leones echados a sus pies.

Representación de Astarté, 
Diosa de la Fertilidad

Astarté ostentaba facetas nutricias, carnales y guerreras, volviéndole una personificación del cambio en la vida humana, como el nacimiento, el acto sexual y la muerte en el campo de batalla. Su adoración incluía libaciones e lustraciones con vino y agua. La libación es un rito pagano que consistía en derramar determinado líquido sobre el suelo, fuego o víctima, después de probado.

Deidad principal de Tiro, Sidón y Elath. Era una diosa de los cielos, del amor y de la guerra; hermana de Anat, con quien compartía muchas características, incluso puede que, en origen, fueran las dos una misma diosa. Fue adorada en Egipto, siendo asimilada a Isis y a Hathor. 

Levada a Hispania por la colonización fenicia alrededor del siglo VIII a. C., Astarté se convirtió en la Diosa más icónica del mundo íbero, asimilándose a deidades indígenas de atributos parecidas relacionadas con la feminidad y la fertilidad.​ Su culto se extendió por toda la costa mediterránea, donde contaba con centros de culto en las ciudades de Gadir, Híspalis y Cástulo, (Cádiz, Sevilla y Linares, Jaén) y llegó a alcanzar regiones más modernas de Medellín (Badajoz) y El Berrueco (Madrid).

Meir se duerme durante los rayos de sol y antes de caer mágicamente en el sopor que todos los vampiros caen durante el día, piensa en las repercusiones que la llegada de Astarté puede ocasionar… recuerda una frase de su Sire Abraham:

–En la política y en la guerra, en ocasiones, es mejor dejar las cosas como están, recuerda que siempre pueden estar peor…

 

Pesadilla terrenal

Un estruendo atronador despierta a Desdémona de su sueño sobrenatural diurno. Es muy complicado despertar a un vampiro durante el día, a no  ser que se monte tal escándalo que el cainita pueda escuchar. Por lo normal los no muertos caen en un sopor involuntario durante todo el tiempo que dura el día.

Si alguna vez se despiertan de día, lo hacen muy débiles y con sus capacidades claramente mermadas y eso es lo que le ha ocurrido a la Brujah, pero con la peculiaridad de que su conciencia se ha apagado nada más sobresaltarse, ya que no es capaz de mantenerse despierta, cayendo profundamente dormida. Ya nada será capaz de despertarla, hasta que de nuevo llegue la noche, esa es la maldición.

Tras una larga agonía llega la noche. Desdémona se despierta con un extraño olor a quemado en el ambiente. 

Invoca la lanza sagrada de Artemisa, que se materializa a su pensamiento en sus manos. Su tacto frío y metálico contrasta con su poco peso y Desdémona aprieta la lanza con las dos manos, preparada para luchar por su no vida si fuera necesario.

Lanza de Artemisa,
Arma Sagrada de Desdémona

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que algo no va bien cuando huele tanto a sangre en tu propio refugio. El hedor es tal que Desdémona siente el sabor de la sangre en su garganta. Sus pasos son cuidadosos y firmes hasta que tropieza con algo…

Desdémona desciende lentamente hasta el suelo y toca algo frío, es un cadáver. Parece pequeño y el alma de la Brujah se hiela al pensar de quien puede ser. Múltiples cuerpos descansan tirados entre las herramientas rudimentarias de la granja. La sangre ha salpicado todo el lugar y empieza a oler muy fuerte mientras las moscas se arremolinan sobre los pedazos ensangrentados de carne muerta que antes eran una familia.

“No pueden haber masacrado a toda la familia de la granja…” piensa Desdémona mientras la historia de su pasado se repite y se visualiza cuando era una niña y perdió la vista al ver a su familia carnal asesinada por un lunático con mascara blanca.

Un ruido animal se arrastra bajo una cama. El animal corre y salta hacia Desdémona como si la vida le fuera en ello. Golpea a la Brujah tirándola al suelo y descubre con alivio ¡que es Fafner! ¡Y está vivo! 

El animal está cubierto de sangre seca y tiembla de terror. Se aprieta contra Desdémona como si esta fuera su única salvación. No está herido, pero si atemorizado hasta la medula. Seguramente pensaba que no iba a ver más a su dueña y mueve nervioso la cola mientras poco a poco comienza a calmarse.

Los cuerpos son los de de la familia de granjeos que vivía en el refugio de Desdémona, y lo más aterrador de todo es descubrir a la madre y a su recién nacido abrazados e inertes sobre el suelo de tierra rebozada en sangre, que ya huele a rancio. 

De la oscuridad aparece Moshé completamente enloquecido. El ghoul  de Desdémona cae al suelo escupiendo sangre y hablando en lenguas ininteligibles. Se convulsiona, grita, parece muy enfermo…

Moshé, Ghoul de Desdémona (poseído)
La Brujah no sabe que le ocurre pero se acerca a él y le da de beber de su sangre para ver si su mente se cura y al menos puede salvarse. Pero lejos de ponerse mejor, reacciona violentamente y comienza a golpearse contra las paredes, como un lunático fuera de sí, mientras vomita la valiosa Vitae que su Domitora le ha dado.

Fafner comienza a gruñir a Moshé, que se acerca tambaleándose a Desdémona, sus ojos blancos, sangre en su boca y camina a trompicones, como poseído por algo. El lobo tira de su dueña, alertándola del peligro. Parece como si Moshé emanase podredumbre maligna.

Desdémona no puede soportar su sufrimiento y sin pensarlo dos veces y con un movimiento certero, le atraviesa el corazón con la punta de su lanza.   

–Perdóname…. susurra Desdémona al endemoniado Moshé, padre de familia, trabajador y bueno como el pan. Le duele más a ella que al propio Moshé, que agoniza en el suelo hasta quedarse quieto como una estatua de carne. Sus ojos, ahora negros, lloran sangre y la Brujah aprieta los dientes abrazando a Fafner.

Fafner se asusta y mete el rabo entre las piernas, mira con miedo a su dueña. Ambos lloran abrazados, cuando se dan cuenta de que la pesadilla aun no ha acabado.

La peste a quemado viene del piso de arriba, donde Desdémona descubre cinco cuerpos carbonizados desperdigados en círculo por el suelo. Han muerto luchando, pero lo que quiera que los matara no tuvo piedad ni pareció costarle gran trabajo. Son las cinco guerreras de Artemisa de Desdémona. Murieron defendiendo a su Señora, luchando con valentía y si no fuera por ellas seguramente la Brujah ahora estaría muerta, dada su debilidad diurna. Sus cuerpos están desgarrados, hechos trizas y calcinadas hasta los huesos.

Algo claramente infernal ha matado a su familia, otra vez. Fafner es lo único que la queda y lo abraza mientras llora rodeada de los cadáveres de sus fieles soldados.

La injusticia, la rabia, el dolor y la impotencia se apoderan de su cuerpo y Desdémona arroja a Fafner lejos para no dañarlo, sabiendo lo que viene ahora, es una Brujah. El lobo observa paralizado de terror como su dueña entra en frenesí y golpea paredes, muebles, e incluso el suelo para desahogarse. Sus colmillos fuera amenazantes y sus gritos rasgan la noche dejando un vacío frío y oscuro en el interior de la Brujah.

Cuando se calma Desdémona se arrastra hasta encontrar a Fafner. Ambos caminan a toda prisa en dirección al valle de Hinnom, no hay tiempo que perder.

 

Valle de Hinnom,
Colonia de leprosos Nosferatu
Lamentos en Hinnom

Una vez en el valle, las entradas oscuras de las cavernas, hogar de los leprosos, dan la bienvenida a la Brujah a Hinnom, el lugar olvidado por todos, donde el tiempo no pasa, al margen de la maligna sociedad exterior. Civilización que una vez los marginó y ahora viven en su propio mundo de enfermedad y lepra. 

Desdémona llora mientras camina y se topa con Ephraim, chiquillo de Kothar. El Nosferatu se asusta del mugriento aspecto de la Brujah, que implacable camina buscando al Profeta de los leprosos.

Ephraim, impactado, no sabe lo que sucede, aunque pude intuir que algo ha ido mal con la invocación, era de esperar pero no se le ocurre decir nada a Desdémona y la guía hasta la cueva en la que espera Kothar, El Profeta.

El anciano Nosferatu, viejo como el tiempo, se acerca en silencio y con mucho cuidado abraza a la mujer. Y en susurros le pregunta:

–¿Lo invocaste verdad? pregunta Kothar a la abatida mujer.

–¡Han muerto todos! Ofrecí mi vida pero… –dice Desdémona llorando sangre y señalando a su lobo– es lo único que me queda…

Kothar lee sus ojos y en silencio se aparta de la mujer dejando entre ellos un abismo insalvable.

–Ha venido algo más que la criatura celestial que llamasteis… –dice Kothar elevando la voz– ¿verdad? Algo que aprovechó la puerta que abristeis… no sabía cómo, pero el maligno siempre encuentra la forma de pasar… ¡Esto ocurre por jugar con fuego divino!

–El ser que atendió a nuestra llamada tampoco era divino… era… diferente dice Desdémona sin saber muy bien cómo describir a Astarté.  

–No me quiste escuchar –dice Kothar en tono de reprimenda– Abristeis una puerta por la que vino el primer ser diferente, como lo llamas, y no cerrasteis debidamente la puerta al terminar su llamada. Seguramente vino durante el día, para no tener oposición de cainita alguno.

Lo que ha atravesado esa puerta seguramente sea igual o más poderoso que el espíritu divino al que invocasteis. No estáis preparados. Pensé que era el momento pero no...¡Debes irte! ¡No puedo ayudarte Desdémona!

La cainita, no obtiene el aliento ni el apoyo necesario que debería venir de un aliado. Todo se desmorona en su sencillo mundo. Confusa se lleva las manos a la cabeza…

–¿Qué he hecho? –se pregunta Desdémona mientras el fuego de la ira arde en su alma y la bestia interior se prepara para salir a escena.

¡¡¡ALEJATE!!! grita la Brujah sabiendo que si entra en frenesí junto a Kothar seguramente sea lo último que haga… 

Kothar desaparece en la oscuridad de la cueva y Desdémona entra en el frenesí más brutal que se recuerda en este valle.

Kothar, el Profeta, Matusalén Nosferatu

Durante toda la noche la desesperada Brujah golpea la piedra del interior de la montaña que tiembla a cada puñetazo. Los gritos de desesperación y los embistes de violencia contra la roca viva, hacen que esa noche todos los habitantes de la colonia de Hinnom teman por sus vidas. No pueden entender cómo un ser lleno de amor y luz, se ha convertido ahora es eso que está destruyendo las entrañas de la tierra.

Desdémona no sabe cuánto tiempo ha pasado y se encuentra arrodillada sobre piedras punzantes, con los puños en carne viva y sin más lagrimas de sangre que llorar.

Envuelta por el manto de la noche, ha recobrado la cordura y por fin han cesado los seísmos en Hinnom.

Un pequeño hilo de luz de luna entra por una hendidura natural e ilumina la desencajada cara de Desdémona, aun con los colmillos fuera.

Fafner se acerca poco a poco, casi arrastrándose, con miedo en el cuerpo, pero sabe que su ama le necesita más que nunca. Se acerca y lame la sangre de la cara de Desdémona, dándole calor y una razón para vivir. La Brujah abraza a su lobo y hechos un ovillo se duermen durante el día.

Desdémona solo espera despertar y que todo haya sido un sueño…

 

Desdemona, Brujah
Desesperación

La noche siguiente Desdémona sale del valle de Hinnom como alma en pena, guiada por Fafner y sin nada en su cabeza, llena de culpa y desesperación. Su humanidad ha mermado y siente que la bestia está ganando la batalla por su alma.

La Brujah camina arrastrando los pies, lo hace todo el recorrido desde el valle de Hinnom hasta el palacete de Innominat y hecha trizas se presenta en el salón del trono, donde sus compañeros cainitas discuten su siguiente paso a dar.

Los tres cainitas, Oded, Amal y Ely,  se quedan de piedra cuando ven entrar al despojo que ahora es Desdémona, bañada en sangre seca, con los puños descarnados y su cabeza baja, derrotada.  

Solo Fafner les mira con ojos de pena, pidiendo ayuda a gritos, pero en el idioma mudo en el que solo saben hablar las bestias.

Oded no se fía y mira el aura de la maltrecha Desdémona. Su color es rojo pálido, el rojo quiere decir que la Brujah está enfurecida y el tono pálido es el peculiar de todo vampiro.  

–¿Estás bien? ¿qué te ha ocurrido? –pregunta Amal mientras se acerca con buena voluntad.  

Desdémona está físicamente pero sus pensamientos están lejos…

–Todos muertos… todos... mis guerreras, mi ghoul, sus hijos, su granja arrasada… todo… todos han muerto… –dice Desdémona con la voz entrecortada por la emoción.  

–¿Quien?  pregunta Amal– ¿Ha sido el ángel?

–Es un ángel, ella no ha podido ser –responde por inercia Ely Yahu.

–¡TU ANGEL ES UNA PUTA MIERDA!  grita Desdémona manteniendo el control para que la bestia no salga a flote – No fue esa cosa que invocamos. Algo llegó después que ella. Algo más poderoso.

–¿Me llevas? –pregunta Oded para investigar el lugar y saber más detalles de lo ocurrido.

–¿No se supone que nos iba a proteger? –pregunta al aire Desdémona.

–Puede que no haya podido proteger a nadie de un ataque invisible para ella. –dice Amal dando un paso atrás, lejos de la Brujah– Uno que solo un Demonio puede ocultar a ojos de un ángel. Pueden hacer eso y mucho más. No creo que sea culpa suya… Siento mucho todo lo que ha ocurrido, ahora la ciudad está en peligro.

–Solo me queda Fafner –dice Desdémona acariciando suavemente la cabeza de su lobo, que mueve la cola al sentir el aprecio de su dueña.

–Llévanos al lugar. Veremos que ha ocurrido y nos prepararemos para la lucha –dice Amal– he leído mucho sobre la cultura de los demonios y Astarté no es una de ellos, ni parece tener ningún demonio históricamente interesado en hacerla daño.

Por el camino Ely Yahu decide caminar hacia el desierto, necesita comunicarse con Yahvé, la confusión que reina es razón suficiente para que sus cuervos vuelen en busca de respuestas. El profeta esperará sus sabias palabras, las palabras de Yahvé.

La Brujah lleva a los demás a su refugio y el espectáculo que hay allí es dantesco. El olor es algo indescriptible y los insectos ya se están adueñando del lugar. Todos los camellos de la granja están muertos, parece que alguna enfermedad fulminante les ha reventado el cerebro que les chorrea por todos los orificios del cráneo. Los gusanos están dando buena cuenta de los cadáveres de decenas de camellos.

Es curioso ver como todo alimento a la vista está podrido y cuando entran en el interior de la granja es el infierno en la tierra, la masacre es mucho peor de lo esperado.    

El epicentro de todo parece el lugar donde impactó el rayo, donde después apareció Astarté. Ahí se ha abierto la puerta al más allá.

 

La madre de demonios

Oded se agacha y toca el círculo cristalizado donde impactó el rayo y con su poder del toque del espíritu, ve y vive todo lo ocurrido. El fue un torturador en Babilonia, ha visto y causado mucho dolor, pero esto no se puede describir con palabras. 

Ocurrió a plena luz del día. Tras una implosión de oscuridad en el mismo lugar exactamente donde apareció Astarté, horas antes. Un demonio hembra, con patas de cabra y aspecto tremendamente sexualizado aparece rodeada de una nube de azufre. Su llegada provoca muerte, destrucción, podredumbre, veneno… el lugar es marcando como un faro de mal, la negrura la acompaña y la carnicería está servida, suenan tambores desde el infierno.

Logriksa, Madre de demonios

Nada vive a su paso y disfruta tremendamente al asesinar a sangre fría a todos y cada uno de los presentes. Mediante una danza macabra, perfectamente coreografiada, la demonio asesina a la mayoría de los presentes, excepto al padre de familia, que lo posee un demonio tras ella besarle en la boca lascivamente. 

Las ultimas en morir son las cinco guerreras de Artemisa, que luchan con valor pero son asesinadas como ovejas por un lobo. No tienen la menor oportunidad de sobrevivir, pero defienden el refugio de su Señora Desdémona hasta la muerte como espera de ellas la Diosa Artemisa. Después de matarlas, la demonio calcina sus cuerpos con solo mirarlos, lo hace porque una de ellas ha osado hacerle un rasguño en la mejilla, que sangra con sangre ponzoñosa, color verde oscuro.

Guerreras de Artemisa
de Desdémona
Antes de marcharse la demonio, ve a Fafner escondido cerca de la puerta que baja al refugio de Desdémona, asustado, paralizado por el miedo y rugiéndola al verla. La asesina de piel roja no hace nada con el animal, acaricia sus propios cuernos y sonríe dejando ver su lengua bífida color negro obsidiana. La asesina desaparece en una nube de azufre, como por arte de magia, justo antes de tocar la luz del día.  

Oded coge una sabana limpia y con la sangre del suelo comienza a hacer un retrato de la engendro que ha masacrado a estos inocentes mientras les describe lo que ha visto, obra de un artista de la muerte. Oded en parte la admira, su naturaleza de monstruo siempre ha hecho que disfrutase de infligir dolor a los demás. Pero esto es algo que supera la imaginación de un perturbado sanguinario.

–Esta demonio debe ser una contrapartida de Astarté –explica Amal Faruk, experto caza demonios– Ha ido siguiendo la estela de su camino y se ha colado por la puerta que usó la diosa que invocasteis con el rito. La teluria, manto que separa este mundo del otro, quedó rasgada cuando llegó Astarté y la demonio aprovechó para venir tras ella. 

–No sabemos nada sobre quien escribió el rito original ¿Y si fue algún ser malvado? ¿Y si Caín, como primer asesino quería la destrucción de todo? Quien sabe la verdad… –dice Amal mientras mira como Oded dibuja con sus dedos, y lo hace de forma magistralmente inquietante.

Oded termina de pintar a la culpable y Amal se queda paralizado cuando la ve…

El Ravnos parece reconocerla y con la mirada perdida mientras ve el dibujo magistral que Oded ha hecho, Amal comienza a recitar:

–Se llama Logriksa:

…la demonio había sido enviada a la tierra desde el 4º Círculo para corromper y conseguir el alma del hombre más puro de la creación.

El que pondría en peligro toda su existencia, ya que había una profecía en el Infierno, que decía que el hijo del hombre más puro de la tierra crecerá y desencadenará la destrucción del Infierno.

Ella pensando que se encontraría con un ser amenazador y destructivo, lo hizo con un hombre amable, cariñoso, honesto y justo. Se enamoró perdidamente de aquel al que debía destruir, y en una noche de amor incondicional, fue fecundada por él.

Logriksa huyó, por miedo a haber desencadenado la destrucción de su mundo.

Su hijo podría ser parte de los acontecimientos que desencadenarían el fin de los suyos.

Increíblemente no quiso mal para el hombre del que se había enamorado y huyó lejos. Tampoco quería matar a su semilla, que crecía sana en su impío cuerpo sin alma, milagrosamente no creado para dar vida.

Embarazada y a punto de dar a luz, solo tenía clara una cosa: regresaría al infierno para parir a su vástago, y se llamaría como su padre: Faruk.

–¿Es tu madre? –pregunta Oded.

–¿Por qué me salvó? … –pregunta Amal con la mirada perdida y sin escuchar a Oded.

–No puede ser… ¿cómo es posible? … –Amal Faruk se lleva la mano a la cara.

¿Quién es esa puta? ¿La conoces? pregunta Desdémona.

–Ella me pario –dice Amal pensativo.

–Tu puta madre –asevera con rabia Desdémona.

Amal Faruk afirma con la cabeza sin decir nada.

–¡Me cago en tu raza! –insulta Desdémona.

–Lo siento… yo no pude elegir. Ella me creo, yo nací de sus entrañas –se disculpa Amal sin saber que decir.

–¡Llévame  dónde está esa zorra! exige Desdémona apretando los dientes.

–No sé donde está –responde Amal– No es tan sencillo encontrar un demonio. Tiene su técnica y no podemos precipítanos. Hay que cazarla con astucia, no con impuso. Si no moriremos todos.

–No tengo todas las piezas del puzle. Hasta donde yo sé, no es del todo malvada… me salvo la vida sacándome del infierno –dice Amal.

–¿No es del todo malvada? ¿Y esto qué es?  –pregunta Desdémona refiriéndose a la masacre.

–Es su naturaleza. Lo que hizo por mi demuestra que es capaz de sentir amor por las cosas, algo inaudito para un demonio –dice Amal extrañado.

–Yo también puedo sentir amor… ¿Qué hacemos entonces.. ¿la dejamos ir? –pregunta con ironía Desdémona.

–Yo también estoy sobrepasado, como tú –explica Amal– Hace poco me he enterado de que tenía una madre y que me sacó del infierno. Si no fuera por ella ahora no sería yo mismo. En este viaje me he encontrado con esta verdad… En esencia soy un demonio cazador de demonios... y es gracias a su acto de amor desinteresado.  

–¡Debes cazarla y matarla! –dice Desdémona con ira en su voz.

–No puedes matarla. No muere. Solamente la destierras al infierno. Que para nosotros es como morir… o algo peor –dice Amal.

–¿Y Astarté es un ángel? –pregunta Oded.

–Podrías llamarla así, no sería la primera vez –responde Amal– La imagen de un ángel tiene varias apariencias. Algunas de ellas son bellas como una Diosa. Hay mucho sobre otros planos que no comprendemos. Las cosas no son blancas o negras; Ángeles o Demonios; Bien o mal. Todo es mucho más complejo.

–Y tal y como nosotros lo conocemos ¿Ángel o Demonio? –insiste Oded.

–Seguro que Astarté no es del todo bondad, igual que Logriksa no es del todo maldad… –dice Amal– los Ángeles de Yahvé han sido causantes de atrocidades, masacres y matanzas dignas de cualquier demonio. Y hay demonios que han ayudado a hombres mucho más que lo que ningún ángel les ayudará jamás, seguramente por interés. Hablo de hechos, no de conjeturas. 

–Quizás ambos vienen del mismo plano. ¿Infierno? ¿cielo? –pregunta Amal.

–Logriksa y Astarté son enemigas… –dice Amal– perseguí un culto a Logriksa en Mizpa, descubrí que me conocen en el infierno como: “el que olvidó”

–Tengo miedo de encontrarme a mi madre y no saber reaccionar… hay un conflicto en mi interior... necesito respuestas… dice Amal dubitativo.

–Ha matado vilmente a todos estos inocentes –dice Oded.

–No puedo negaros que no sé cómo voy a reaccionar ante su presencia. Tengo miedo y muchas preguntas… –dice Amal pensativo.

–¡Se le hacen las preguntas a su hermana la buena! A Astarté –dice Desdémona molesta– ¡a la Demonio muerte y destrucción, que es lo que merece…!

–Logriksa me ha parido y me he salvado y Astarté me acogió y ha velado por mí. Ely Yahu le ayudó porque Astarté lo pidió que me protegiera… –piensa Amal en voz alta.

Oded coge la sabana con el dibujo de Logriksa, pintado con sangre muerta, y se lo da a Amal. Este se lo agradece y guarda el retrato bajo sus ropajes.

 

Ofensiva persa

–Desdémona, recuerda que habías pensado ir a Egipto para luchar en la guerra contra Persia ¿Qué vas a hacer?  le recuerda Oded.

–Si no voy, vamos a quedar muy mal con Alara y peligrará nuestra alianza –dice Desdémona– buscar a la demonio no es cosa de un día ni de dos. Debería ir a Egipto con lo poco que me queda y dejar que hagáis vuestro trabajo buscando a la demonio, y esperaseis mi regreso para matarla con todo lo que tengamos... No sé ¿qué opináis?

–¿Qué guerra es esta vez? ¿mortal o vampírica? –pregunta Amal.

–Egipto se defiende de Persia que quiere volver a conquistarlo –responde Desdémona– Habrá batalla nocturna también, seguramente naval.  Estarán los Assamita, el Espectro lidera el ejército de la noche. No es ninguna tontería…

–He encomendado a Ava que sabotee los suministros del ejercito persa –dice Oded– De esa forma libramos en cuanto a nuestra participación con nuestro aliado Alara. Desdémona, no es necesario que vayas, seguramente te necesitaremos aquí y si vas, igual no vuelves y la demonio campa a sus anchas por Jerusalén. Es suficiente con lo que hacemos ya, pero es tu decisión.

–No sé qué es lo mejor... dice Desdémona.

–En otro momento igual iba contigo, sabes que hemos luchado en guerras juntos, pero ahora esta demonio tiene prioridad absoluta –dice Amal– Asuntos mundanos, mortales, humanos, incluso conspiraciones vampíricas… ¡me es indiferente! Protegeré Jerusalén de las fuerzas del infierno. No me importa esa guerra lejana.

–Desdémona –dice Oded– Te hablo como Regente al mando, en ausencia del príncipe  Meir. Te pido que te quedes. Ya estamos haciendo suficiente, no tenemos más recursos disponibles ahora mismo. Las acciones de Ava darán una ventaja grande a los persas y nos servirá para que Alara no nos diga que no hemos ayudado. Si vienen los Assamita a pedir cuentas ¡pues les arrancaré la cabeza y listo! 

Finalmente los persas lanzan su gran ofensiva contra Egipto. Esparta apoya con su alianza a Acoris, Faraón de Egipto. Una gran batalla naval se desata en las inmediaciones de la costa del país del Nilo. La línea de suministros persas es hundida en el mar y debilita al imperio persa, haciéndoles perder valioso tiempo y reluciente oro.

Flota Egipcia
La ofensiva persa finalmente fracasa. Ha sido una dura derrota para la corte Aqueménida que se retira para lamerse las heridas, pensando en recuperar otro reino más cercano perdido hace poco: Chipre.  

Algo que no ha ocurrió, es que ningún ejercito ha pasado por Jerusalén, como esperaban Meir y Desdémona. Astarté fue alertada de que defendiera Jerusalén, porque había una alta posibilidad real de que los persas pasaran por la ciudad, y debido a la tirantez con Alamut pensaron en una posible represalia contra Jerusalén, que no ha sucedido. Así que de momento no ha habido inocentes a los que proteger de la guerra y Astarté no ha tenido que defender a los inocentes.

 

Ascenso a Ancillae

Poco menos de un mes después de su recomendación, Ava pide su ascenso a Ancillae, como Meir y Oded la prometieron.

Debido a sus éxitos en la guerra, dado que Persia no ganó la guerra contra Egipto y ella fue la que saboteó la línea de suministros de los persas, Ava pide su merecida recompensa.

Oded, como Regente en ausencia del príncipe Meir, la nombra Ancillae, la misma posición que consiguió su Sire poco antes de morir.  

Ava comunica a Oded que investigará la muerte de su Sire y ya que lo hizo la misma noche, también la del príncipe Mudji. Si descubre algo dará a conocer.

 Al Regente Oded le parece perfecto y le da su bendición.

Antes de que Ava marche, Oded le da toda la infamación que tiene al respecto de los asesinatos, incluida la acusación de Alara sobre su eterno enemigo Assur.

Ava negocia su siguiente ascenso con Oded. Si descubre la verdad sobre quien mató a su Sire y al príncipe Mudji, será ascendida a Antigua. Oded no se lo puede prometer ya que es una decisión de Meir, pero por su parte la promete que si lo hace bien, él en persona, intercederá para que ascienda.

Ava se encamina hacia Tiro, con el peligro que conlleva su viaje, después de lo sucedido con su Sire y con Mudji.

Desdémona se lleva una buena impresión de ella, mejor que la que tenia de su Sire, que la odiaba solo por ser griega. Amal piensa en ella como una futura conquista, cuando se pueda, no se le va a escapar.

 

Promesas y Pensamientos

–He perdido todo que tenia intentando proteger lo de los demás –se queja en voz alta Desdémona abatida.

–Tienes mi palabra de que te ayudaré a recuperar todo lo que has perdido –promete Amal a Desdémona.

–No son objetos –dice Desdémona– era mi familia.

–Hare todo lo que pueda para que vuelvas a estar bien. Yo te ayudaré. –Asegura Amal.

–Busca a tu puta madre…  –pide Desdémona– ¡la voy a cortar los cuernos!

Amal sonríe, sabe que tendrá en Desdémona una compañera fiel para cazar a la demonio y eso es algo muy valioso.

Desdémona recuerda las palabras de Kothar que resuenan en su cabeza una y otra vez y se pregunta por qué no le hicieron pensar y deshacerse de la idea de salvar el mundo. Esas palabras fueron:

Esto no debía existir… no fue creado para esto… Es imprevisible. No sé lo que puede ocurrir si se utiliza ahora. No fue creado para este tiempo. Solo Yahvé es el gran hacedor y decide donde y como deben aparecer los Ángeles. Desdémona, yo no quiero tener nada que ver con el asunto. No debemos jugar a ser Dios… hará caer a quien lo intente, en una inevitable espiral de caos de la que no regresará jamás.”

La Brujah no escucho nada de lo que Kothar dijo esa noche, ya que le alertó claramente de lo que iba a suceder, no por nada se le conoce como: EL PROFETA.

 

Unas noches antes de los acontecimientos de esta aventura…

 

Fafner, Ghoul de Desdémona
Invocando ayuda

Desde que murió su querida Hylia, Desdémona ha estado dando vueltas al sentido de la vida, ¿Por qué los bondadosos y puros de corazón son siempre castigados y asesinados sin piedad? ¿Qué podemos hacer para salvar a los indefensos? ¿Siempre tienen que ganar los seres malignos de corazón? ¿Si se puede invocar la ayuda de un Demonio, porque no la de un Ángel?

La Brujah busca respuestas y quizás su aliado Kothar pueda dárselas. Quiere que el anciano Nosferatu la ayude a llevar a cabo una descabellada idea que se le ha ocurrido: invocar un ser celestial para salvar a la humanidad. Algo ambicioso, lo sabe, pero su maestra, la suma sacerdotisa del templo de Artemisa, allá en Troya, la enseño que si no lo intentas, nunca lo lograrás.

El cometido de este ser seria limpiar de impíos el mundo, para que se salven solo los elegidos por su bondad. No sabe mucho de los conocimientos del ocultismo, pero sabe que existen magos, vampiros, hadas, demonios… ¿y por qué no Ángeles?

Desdémona cavila mientras Fafner la guía fuera de las murallas de Jerusalén, hasta llegar al valle de Hinnom, situado a unas horas a pie por el desierto. Finalmente llega al oscuro y lúgubre lugar, que le acogió hasta hace no mucho tiempo.

Hinnom es una colonia de leprosos que fueron apartados de la sociedad desde los inicios de la fundación de Jerusalén. Viven en cuevas y entre los enfermos hay miembros del clan Nosferatu, que se alimentan de ellos y conviven pacíficamente junto a los marginados humanos.

Kothar, el Profeta, es su anciano líder, un aliado de Desdémona, más viejo que las piedras de la zona. Si alguien tiene respuestas a estas preguntas, ese debe ser Kothar.

–Amiga, te estaba esperando –dice Kothar con una voz quebrada que surge de la oscuridad más absoluta, en una cueva inaccesible del valle– se porque vienes a visitarme, no en vano me llaman el Profeta. Mi Señor me alertó de tu llegada –dice Kothar mirando hacia arriba ante la atónita Desdémona– pero aun así te escucho, mujer: habla.

–Estarás al tanto de lo ocurrido recientemente –dice Desdémona.– Sufrimos un ataque regresando de Tiro y la mitad de mis guerreas fueron asesinadas… pero lo peor fue la muerte de mi querida Hylia, compañera sacerdotisa que velaba por mi descanso desde que tengo uso de razón –dice la Brujah con rabia en su voz.

–Algo he oído –dice Kothar escuchando atentamente a la mujer ciega.

–Me he dado cuenta al conocer mundo, que hay algo en común en todas las tierras –explica Desdémona–  los humanos están siempre en lucha continua por el poder. Creo que esto tiene que cambiar. He oído historias de demonios que vienen a la tierra, e incluso de algunos de ellos que han caminado sobre Jerusalén. Pero no he oído de llamadas a Ángeles o seres de luz. Tal vez deba venir la otra cara de la moneda para cambiar las cosas. Sé que es ambicioso pero quiero intentarlo.

Kothar asiente y coge de la mano a Desdémona, que junto a Fafner se adentra a través de diferentes grutas y agujeros oscuros. La empatía de Desdémona nota resignación en el Nosferatu, que la guía por un verdadero  laberinto de roca, excavado en el interior de la tierra.

–Lo que me ha llevado a tomar esta decisión ha sido la muerte de Hylia –dice Desdémona con pena en su rostro mientras camina guiada por Kothar– el ser más bueno de la creación, la recordarás por que cuando vivimos aquí cuido a los leprosos con el mayor amor posible. Dios, Yahvé, Zeus o quien sea,  debería, haberla protegido y no lo hizo. Los dioses no están mirando y a lo mejor necesitan que los llamemos.

–Dios, Yahvé y Zeus son lo mismo pero con diferentes nombres –dice Kothar.

–Se que desde hace tiempo esperas que Dios destruya la civilización, como castigo por su impío comportamiento –dice Desdémona.

–No tengo claro que haya llegado el momento –dice Kothar.– No me ha sido comunicado aun. Pero si tengo claro que ha llegado tu momento.

Llegan a una gran cámara en lo más profundo del interior de la tierra, Desdémona ha perdido la noción del tiempo y aquí ha dejado de hacer tanto frío, la Brujah juraría que hace algo de ¿calor?

Desdémona  debe apaciguar su bestia, ya que por la sangre ardiente de su fogoso clan corren los instintos de liberar su ira aquí mismo, solamente de pensar en lo ocurrido.

Desdémona se detiene y con su mano, aprieta la pared de dura piedra, dejando la huella de su mano, para siempre. A lado de la misma, hay otra huella, mucho más antigua, y es la de Kothar ya que el Nosferatu pone su mellada mano sobre la misma dejando claro que él también ha sufrido esta misma sensación hace mucho… pero en este mismo lugar. Seguro que es una señal divina. Ahora las huellas de la mano de ambos vástagos estarán jutas en la piedra a lo largo de toda la historia o al menos hasta que esta montaña sea destruida por el mismo que la creo.

Se encuentran en una gran bóveda rocosa y en el suelo, en mismo centro de la cámara pétrea, hay una roca gigantesca del tamaño de una casa. Kothar comienza a levantarla y el ruido de la roca, al moverse, alerta a Desdémona que le ayuda sin pensarlo dos veces. Nadie ha movido este peñasco en siglos. Ambos consiguen desplazar la gran roca para desvelar un viejo arcón hecho de bronce, que el Nosferatu coge con extrema delicadeza.

Abre su tapa y de su interior saca unas tablillas de arcilla con símbolos cuneiformes esculpidos en ellas.

–Esto no debía existir –dice Kothar– no fue creado para esto…

–Se cual fue tu primer pensamiento Desdémona, invocar un Demonio… –dice Kothar inquisitivo– no, un Demonio no, pero si uno de sus hermanos divinos, aquellos que decidieron no seguir a Lucifer para después ser desterrados al infierno. Uno de los soldados de Dios… un Espíritu Divino.

–Es la escritura original tallada en enoquiano, el idioma de Enoc. Los humanos cuentan la historia de una forma peculiar:

“Enoc, fue uno de los hijos de Caín, el séptimo patriarca después de Adam. Fue un profeta que construyó una ciudad para el pueblo de Dios a la que llamó con su nombre: Enoc. Fue fundada al este de la tierra prometida, y las sagradas historias cuentan que fue una isla surgida del mar, para protección del pueblo elegido. Fue bendecida por montañas que la resguardaban de todo mal y en ella vivía la tribu primigenia de los hombres.

Ciudad de Enoc
No vivieron solos allí, ya que abrieron sus fronteras para todos los pueblos que arrepentidos necesitaban ayuda y cobijo. Era una ciudad con ciudadanos limpios de corazón, llenos de voluntad y de fe. No había pobreza y debido a su predicación y liderazgo los habitantes de Enoc eran tan rectos que el Señor Yahvé habitó con ellos en ese sagrado lugar. Convivió con su pueblo por que eran los elegidos. Por esta razón todos los habitantes de Enoc fueron agraciados y convertidos en Ángeles del ministerio de Yahvé. Siguieron sus órdenes para impartir su palabra a diestro y siniestro, por todas las tierras conocidas.”

El texto en enoquiano lo escribió Dios mientras vivió con ellos. Es un rito de invocación, fue escrito por Yahvé para llamar a uno de sus hijos celestiales, una vez Dios hubiera abandonado Enoc para siempre. Lo creó antes de decidir que todos sus habitantes serian premiados y convertidos en Ángeles. En esta sagrada escritura se explica cómo invocar a un Ser Divino, a un Soldado de Dios, a un Espíritu Celestial, a un Ángel.

–¿Puedes leerlo? ¿Me lo puede leer? –Pregunta Desdémona impresionada mientras toca las marcas de las tablillas milenarias.

–Es imprevisible –dice Kothar– No sé lo que puede ocurrir si se utiliza ahora. No fue creado para este tiempo. Solo Yahvé es el gran hacedor y decide donde y como deben aparecer los Ángeles. Desdémona, yo no quiero tener nada que ver con el asunto. No debemos jugar a ser Dios.

Jugar a ser Dios hará caer a quien lo intente, en una inevitable espiral de caos de la que no regresará jamás. Cometerá un grave pecado capital: la apreciación descontrolada de nuestro propio valor ante los demás: La soberbia. Es uno de los pecados más serios. Las personas soberbias se caracterizan por considerarse superiores a quienes les rodean. Y no seré yo quien camine esa senda. –Dice Kothar muy apesadumbrado e intentando alertar a Desdémona para que no lo haga.

–No me siento superior a nadie. –Dice Desdémona– Es uno de los motivos que me lleva a hacer esto, Hylia si era superior. No camino por la soberbia, me siento culpable como el resto.

–¿De dónde has sacado esto? pregunta Desdémona sintiendo el peso de los años en el peso de las viejas tablillas.

Kothar no responde, y se hace el silencio entre ambos cainitas.

–Tu –dice Kothar– demostraste ser digna de la salvación trayéndome con vida a uno de mis hijos, Nahum... lo más querido que tengo. Así que su hermano, mi querido Ephraim, te hará legar una copia traducida al hebreo. Ya no se me da tan bien escribir, y menos sin dedos –Kothar muestra sus manos que casi son muñones y deja que la Brujah las toque sin repudia alguna. Los Nosferatu siempre la han tratado como una hermana más y ella les ha correspondido con el mismo aprecio y eso Kothar, lo sabe y por eso la respeta tanto.

–¿Sabrás volver? –pregunta Kothar pensativo a Desdémona, tras unos segundos de silencio. 

Fafner, su lobo, la guía por el llaverito de piedra a través de grutas interminables y dejan atrás, en la oscuridad a Kothar… llorando. Los incomprensibles sollozos del profeta van menguando.

Desdémona piensa que haber desenterrado este secreto, ha removido sentimientos hace mucho escondidos en estas viejas cuevas. La Brujah piensa que si Kothar se ha derrumbado de tal forma, es algo que realmente le importa, sin saber que el anciano leproso no llora más que por la futura desesperación de la troyana.

La Brujah sabe que necesitará ayuda de alguien versado, si falla con semejante arma, es consciente de que su fin es más que posible. Quizás incluso se abrirían las puertas de su infierno personal.

Pero Kothar no llora por eso, lo hace por Desdémona, sabe que esto será el fin de su vida, tal y como la conoce, pero no puede hacer nada para evitarlo, así está escrito y así se lo ha transmitido Yahvé.

Tablillas en enoquiano (escritura cuneiforme)