Capítulo 41: Crónicas de Yehud VII, Las dos caras... (384-382 a. C.)

Crónicas de Yehud VII 

Las dos caras…

(384-382 a. C.)

 

384 a. C.

Espartano
Historia de un griego

Tres cainitas son convocados en el salón del trono de Jerusalén. La llamada es de Orión, primogénito Toreador de la ciudad. Desdémona, Amal y Nahum, reciben y acuden la llamada de su superior, el actual regente de Jerusalén.

El lugar está oscuro y la opulencia del salón acoge a los presentes, que esperan ante el ostentoso y enjoyado trono de Jerusalén. Sentado en él, Orión, acaricia a su centenario gato persa, Aquémenes. Su pelaje gris, distinción persa, lleva brillando decenas de años, puede que siglos y sigue igual de suave que cuándo solo era un gato común. Ahora es ghoul de Orión.

Al fondo, pegado a la pared, Ephraim, el horrible leproso quieto como una estatua monstruosa que dejaron apartada en alguna mudanza. El Nosferatu hace un gesto con la cabeza a su hermano Nahum, cuando este entra por la puerta, a modo de saludo cordial. Nunca han estado especialmente unidos, a pesar de haber sido abrazados por el mismo Sire: Kothar, aquel al que llaman el Profeta.

–Buenas noches –dice Orión, saludando a los presentes– Gracias por acudir a mi llamada. Desdémona, especialmente a ti. –Dice Orión, mirando a la Brujah con cierta ternura– Llevo mucho tiempo sin actuar y al fin el destino me ha colocado en el lugar adecuado para poder hacer algo, quizás este sea mi sino.

–Pero antes que nada, creo conveniente contaros mi historia. Sea vista como una muestra de cercanía por mi parte… –dice Orión, asintiendo con suma suavidad.

–Soy de Argos, un estado aliado de Esparta. Aunque me siento espartano en alma y corazón, ya que ellos me enseñaron todo lo que se. Es cierto que actualmente me he acomodado… mi época de guerrero ya pasó, la dejé allí lejos, junto a mi vida humana, tan lejana y olvidada ya…

–Viví 40 años de guerra, como los pocos que llegan a ancianos en Esparta, y me gane la libertad. A continuación fui maestro de los lobeznos, con el fin de transmitir mis habilidades a los más jóvenes, para que fueran mejores y más letales que yo. Pero todo cambió cuando fui abrazado Toreador, apartado de la guerra y la enseñanza. Fue entonces cuando recuperé una tradición familiar, y me convertí en un honrado maestro orfebre. Mi oficio era confeccionar joyas artísticas de oro, plata y otros metales preciosos. Como Toreador había descubierto que amaba el arte y aun hoy lo sigo haciendo.

–Mi vida había cambiado drásticamente. Cuando era humano dedique mi vida a ser primero soldado y después maestro de soldados; Y de Cainita dejé esa violenta vida para ser  maestro orfebre. Este nuevo camino me obligo a tomar la difícil decisión de partir de mi patria. Me había cansado de tanta guerra, Atenas contra Esparta, griegos contra griegos, era una guerra interminable que duraba ya demasiado. Demasiada sangre y destrucción sin fin. Dejó de apasionarme la guerra, pero sin embargo me interesé por la política: la guerra sin armas. Como sabéis, la guerra es el fracaso de la política…

–Reuní a todos mis familiares, amigos y afines a mi forma de pensar, un puñado de valientes que junto a sus familias se vendrían conmigo. Sabía que mi Sire tenía en buena estima Jerusalén. Todo mi clan había enviado a muchos de nosotros del uno al otro confí­n, para difundir la sabiduría por el mundo griego y aprender a su vez de tierras extranjeras.

–Y acabamos aquí, en Jerusalén. Fuimos acogidos por el príncipe Innominat… y de eso ya hace ya diez años, parece toda una vida...

–El resto es historia. Ya me conocéis, soy amante de las artes, algunos me consideran muy avanzado por mi sabiduría y mis conocimientos de filosofía y religión. He aprendido de los mejores pesadores de Grecia, Demócrito, Protágoras, Sócrates, Heráclito… –llegado a este punto hace una pausa dramática.

–Conocéis de sobra la tortuosa relación que tengo con Nerea, mi querida chiquilla, os pido por favor que no me lo toméis en cuenta… –su semblante se llena de pena y su voz se vuelve acongojada– no me hace sentir orgulloso, ya que por amor he cometido errores y me he comportado como un autentico necio. Nada de esto debe influir en lo que es importante ahora mismo, que es: Jerusalén. Sacaré lo mejor de mí, lo mejor que aprendí cuando fui criado como espartano. Lucharé y sangraré por ese sueño llamado Jerusalén.

–Llegados a este punto me gustaría disculparme públicamente con Desdémona –Orión mira a la Brujah mientras se levanta del trono sin prisa alguna– no debí echarte en cara jamás que no la trajeras por la fuerza de Tiro a Nerea. Está claro que es una mujer inestable y no es culpa ni responsabilidad tuya, si no mía. Asumo mi error y me disculpo sinceramente.

Desdémona Asiente muy seria, le cuesta mantener la compostura, ya que claramente se encuentra inestable, asunto peligroso para una Brujah.

–Ahora deseo que este asunto personal no interfiera en absoluto en los importantes temas que debemos tratar ¿Estáis de acuerdo?

–¿Por qué hemos sido convocados? –pregunta Amal impaciente y aburrido.

–Cuento con vosotros –responde Orión– Creo que es importante que permanezcamos juntos en este difícil momento y no creo que deba actuar sin consultar ni contar con vosotros…

–¿Dónde están el príncipe Meir y el senescal Oded? –pregunta Amal mirando fijamente al Toreador mientras este vuelve a sentarse en el trono.

–Ambos mandatarios han abandonado Jerusalén por causas que desconozco –responde Orión– pero si lo han hecho, seguro que es por una buena causa y por el bien de todos nosotros. Ante la ausencia del príncipe Meir y del senescal Oded, mi posición de primogénito Toreador me deja como regente de Jerusalén, hasta su regreso.

Ephraim… –dice Orión mirando al esquivo Nosferatu, acogido entre las sombras– fue ordenado por Mudji para espiarme, lo descubrí y en lugar de enfrentarme a él, me dejé aconsejar y entonces decidimos, que éramos más fuertes juntos. –Orión cierra el puño en alto.

–Fui contacto de Mudji durante muchos años –dice sorpresivamente el esquivo leproso con voz áspera– y ambos nos nutríamos de una relación mutua. Yo mantenía informado a mi colonia y Mudji obtenía valiosa información de mi. Pero al faltar él, ha sido Orión quien me ha propuesto ocupar su lugar y ambos tenemos una relación de apoyo mutuo, que ya está dando sus frutos.

–Ephraim me ha ayudado mucho –dice Orión poniendo en valor la relación que le une al Nosferatu– sobre todo a recopilar toda la información de la que dispongo ahora, gracias a él, soy más poderoso, ya que como todo el mundo sabe, la información es poder.

 

Orión, Regente Toreador de Jerusalén
Yo Regente

–Desdémona, conozco la carta blanca que Meir te otorgó dice Orión dirigiéndose a la Brujah– por la cual solo debes acatar órdenes directas del príncipe Meir. Estoy dispuesto a respetar la carta blanca en su lugar. Con lo cual, eres libre de acatar o no mis órdenes, bajo tu propia responsabilidad, siempre que no trasgredas ninguna de las Tradiciones de la Estirpe, ni entorpezcas la habitabilidad de Jerusalén ¿Estás de acuerdo?

Desdémona asiente silenciosa y peligrosa.

–Supongo que esa carta blanca me añadirá también a mí. –Dice Amal de sorpresa.

–Por supuesto que no –responde Orión– a no ser que tengas un acuerdo con el príncipe que yo desconozca.

–No tienes poder para ordenarme nada. Ni príncipe, ni senescal te han puesto en el cargo. Nada te sitúa sobre mí –dice Amal desafiante.

–Si tengo poder sobre ti –responde Orión tengo mi posición. Soy el vástago con más posición ahora que no están, ni el príncipe, ni el senescal. Soy el Primogénito Toreador, nombrado por el propio senescal Oded.

–Me parece muy bien, todo eso es parafernalia dialéctica. Exigencias que no me afectan –dice Amal desafiante.

–¿Acaso eres un Caitiff que no se rige por Tradiciones ni leyes? –pregunta Orión.

–No soy un Caitiff, soy un Ravnos, pero soy nómada –dice Amal.

–Vives en Jerusalén, y yo soy tu regente, tu antiguo. Me debes obediencia si no, ya sabes donde tienes la puerta de la ciudad… –dice Orión levantándose y señalando la muralla de Jerusalén a través del enorme ventanal por el que se ve la ciudad. Aquémenes el gato persa de Orión, antes situado en el regazo del Toreador, salta sobresaltado, acomodándose bajo el trono y mirando a Amal.

–¡Jerusalén no es tuya! –dice Amal elevando la voz.

–No quiero tener ningún problema contigo Amal –dice Orión intentando ser comprensivo con el rebelde cainita– Sé que eres alguien apreciado por el príncipe y el senescal. Pero debes respetar el estatus actual, lo dictan las Tradiciones de Caín, soy tu Antiguo y debes respetarme, te guste o no.

–¡No respeto tu estatus! –dice Amal provocativo.

–¡Soy tu Señor! –dice Orión utilizando su Disciplina vampírica de Presencia, con la que Amal comienza a sentir un respeto y un miedo obligado por el regente, ahora muy enfadado con el Ravnos.

Con gran fuerza de voluntad, Amal, consigue sobreponerse al poder del Toreador y costándole muchísimo esfuerzo de su boca salen unas palabras amenazantes:

–No sigas por este camino… –dice Amal molesto e impresionado por el poder que emana del regente, ahora que está utilizando su Presencia. Los demás presentes también están afectados por la Disciplina pero al no estar en su contra solo sienten un refuerzo de su verdadero sentimiento que no les molesta en absoluto.

–Es el camino que has comenzado a caminar tu mismo –dice Orión manteniendo el pulso emocional con el Ravnos.

–¡Rectifica tu actitud o abandona el salón del trono! –ordena Orión.

–¡Capullo! –insulta el Ravnos haciendo de nuevo uso de su fuerza de voluntad para neutralizar los poderes del Toreador. Y dicho eso se da media vuelta y abandona el palacete, claramente abatido por el consumo de fuerza de voluntad.

Por la cara de Orión se nota que pasan pensamientos fugaces, seguro que alguno de ellos es ordenar empalarlo y castigar la pataleta inmadura del insolente Ravnos, pero decide dejarle marchar para no crear un nuevo conflicto con el que lidiar. Bastantes asuntos tienen ya, como para juzgar a un cainita de confianza del gobierno vampírico de Jerusalén.

Orión mira a Ephraim, el Nosferatu que se encuentra cercano a la puerta y en ese momento el leproso desaparece. Presumiblemente está siguiendo al Ravnos, para ver que no cometa ninguna estupidez.

Ante la tensa situación, Desdémona no mueve un musculo y Nahum permanece callado y expectante.

–Disculpad –dice Orión– quizás no debía haber invitado al Ravnos, pero quería que todos formaseis parte de esto…

–Por la concordia en Jerusalén os agradecería si pudieseis hablar con Amal y hacerle entrar en razón, por el bien de todos –Pide Orión a los dos cainitas presentes. Ambos asienten sin mediar palabra, se nota que no están de acuerdo con la actitud de su compañero.

–Bien, continuemos: No soy alguien al que le guste estar quieto, sobre todo cuando dispongo de los medios para hacer… –Orión mira a Desdémona sin que esta sepa que lo hace– y como regente me gustaría dejar claro cómo funcionará el actual sistema de gobierno, al menos hasta que regrese el príncipe o el senescal:

–Me gustaría nombrar a Desdémona como mi senescal y consejera, mientras dure esta situación. Fuego Brujah y sabiduría Toreador. Ninguna de las dos pude funcionar sola.

–Ahora mismo me cuesta mucho mantener mi autocontrol –responde la Brujah– Hace poco atacaron mi refugio y mataron a mis humanos protegidos, mis soldados y mi murió mi ghoul humano. No sé si ahora mismo soy la más indicada para dirigir nada. Mis energías se centran en no aplastar cada piedra del camino.

–No deberás dirigir nada. Solo aconsejarme si lo preciso –puntualiza Orión.

–Tú eres el eres el regente –dice Desdémona acatando la palabra de su superior.

–Nombro y a Nahum, aquí presente, Arconte de Jerusalén, cargo superior a Antiguo e inferior a senescal. –Dice Orión mirando a Nahum– Arconte es una palabra griega que significa “gobernante”, utilizado con frecuencia en mi tierra como el título de un determinado cargo público en un gobierno.

–Nahum, debido a tus habilidades, serás el Arconte vigilante y protector de Jerusalén. Tu cargo define tu responsabilidad. Detectarás y neutralizarás amenazas. Era un cargo que hubieras compartido con Amal, pero viendo lo ocurrido, serás tú el único responsable. Por supuesto si hay amenazas que se escapen a tu control, o dudas poder contenerlas, entonces las trasladaras a vuestro senescal, Desdémona, que será la que tome la decisión de solventar la situación. Solo si ella ve que hay algo que la supera o es suficientemente importante para que yo, como regente, la conozca, en ese caso, nos reuniremos en un Conclave y decidiremos democráticamente como proceder.

Será mediante un sistema helenístico, una vez expuestas nuestras opiniones, decidiremos qué hacer mediante votaciones, si fuera necesario. El voto será personal, y en caso de no saber cómo actuar, yo como regente tendré la última palabra.

–Siempre habéis estado unidos al gobierno de la noche y he pensado que debíais tener reconocimiento por ello, y vuestra posición debiera demostrarlo, ante cualquier extraño o cainita menos implicado con Jerusalén. Por supuesto también iba a nombrar Arconte a Amal, pero dada su actitud de rechazo hacia mi autoridad...

–Aclararemos este malentendido con Amal –dice Nahum satisfecho con su nueva posición.

–Volviendo con lo de vuestra posición, –continua Orión– no es lo mismo acudir a una reunión diplomática con un titulo de alcurnia vampírica, legítimamente conseguido, que acudir sin nada, como un mero neonato espectador o chiquillo del montón.

–Ahora que formáis parte de mi gobierno, deberéis acatar el sistema por el cual, en Conclave expresareis todas vuestra opiniones, y en el momento que se decida hacer algo, aunque no sea lo que tenías pensado, si es lo que se decide finalmente, se deberá acatar la decisión que la mayoría ha votado. La unidad del grupo hace la fuerza y  es el corazón de un gobierno fuerte y estable. Si yo meto la mano en una hoguera, porque es lo que hemos decidido entre todos, vosotros la meteréis después de mí ¿Queda claro?

Desdémona y Nahum asienten estando de acuerdo. Ahora forman parte del gobierno del actual regente de Jerusalén.

–Propongamos los temas que os inquietan, para poder tratarlos… –dice Orión mirando a los dos cainitas.

Desdémona le cuenta a Orión, como su refugio ha sido atacado por una poderosa Demonio llamada Logriksa, apodada “Madre de Demonios”. El ataque ha sido descarnado y la oscura narración de la Brujah deja a Orión de piedra, ya que desconocía lo ocurrido.

–Por esto Amal ha reaccionado así. El es un cazador de Demonios y considera que cazar a esta Demonio era algo prioritario, al margen de los formalismos de la Estirpe…  puntualiza Desdémona a Orión.

–¿Y en vez de decírmelo, cuestiona mi autoridad abiertamente? –pregunta Orión.

–Estoy de acuerdo contigo Orión –dice Desdémona– pero debemos investigarlo, ya que es algo que consideramos de suma importancia. No tenemos demasiada información al respecto. Por esta razón yo personalmente no fui a la guerra en Egipto, de otro modo hubiera estado allí personalmente, ya lo tenía pensado.

–Debes hablarlo con Amal, para calmar las aguas… –dice Orión– no nos interesa llevarnos mal…

Desdémona asiente pensativa.

–Y ahora tratemos los temas más importantes que deben ocuparnos –sugiere Orión cambiando de tercio.

 

Salón del Trono del Príncipe, Jerusalén
Egipto, Demonios y Ángeles

–Sé de la escasa ayuda que prestamos a Egipto en la guerra contra Persia –dice Orión caminando frente a los presentes– Tras haber declarado una alianza con ellos. No creo que Alara esté contento con nuestro “apoyo”. Debemos estar preparados para responderle…

–Yo iba a haber ido a apoyar la defensa de Egipto, pero ocurrió lo del ataque a mi refugio… –recuerda Desdémona– tras decírselo a mis compañeros, todos decidimos ocuparnos de la “Madre de Demonios”, no sé si para Alara será una excusa lo suficientemente convincente… por eso deberíamos reconducir a Amal. Como experto cazador de demonios, creo importante que nos apoye en esto.

Orión asiente pensativo mientras se mesa la barba.

–Con el escaso apoyo que hemos dado a Alara, hemos dejado pasar la oportunidad de liberar Yehud de las garras persas. Viendo que Egipto ha ganado, no les hubiera costado nada ayudar a Yehud, reino vecino, y liberarnos a nosotros, no olvidemos que no hay gran presencia persa por aquí. Pero ese barco ya ha zarpado y seguimos sometidos a la corte Aqueménida y a los Assamita ¿hasta cuándo? Nadie lo sabe.

–Algo innegable es que ahora somos aliados de los egipcios, vencedores del intento de conquista aqueménida y esto demuestra que los persas no son imbatibles… ¿Cuál será nuestro siguiente movimiento al respecto de Egipto y Alara? –pregunta Orión dirigiéndose a Desdémona.

–Debiéramos explicarle que estamos con él –responde la Brujah– y convencerle de que no hemos podido apoyarle con más recursos debido a los acontecimientos recientemente sucedidos en Jerusalén.

–No tengo claro que Alara crea que un ataque personal a tu refugio, Desdémona, sea una razón para no apoyar su guerra –dice Orión.

–Creo que es algo más importante de lo que crees, Orión –dice Desdémona–Mí atacante se hace llamar Logriksa, es alguien con un nombre relevante como para tener en cuenta su amenaza. Puede ser muy poderosa y quizás todo Jerusalén esté en peligro.

–¿Una amenaza más importante que la guerra en Egipto para apoyar a un aliado? –esa será la pregunta que se hará Alara.

–La llaman  la “Madre de Demonios” –dice Desdémona– sabrá más de esto Amal…

Orión mira a Nahum esperando su respuesta.

–Ayudare a lo que pueda –dice el Nosferatu, que ha permanecido en silencio arropado por las sombras.

–¿Qué opinas de lo que estamos hablando? –pregunta Orión esperando que el Nosferatu participe en la conversación.

–Habrá que ir a por esa demonio –responde el leproso parco en palabras.

–¿Sabéis porque está aquí? ¿Cuál es la razón por la que está en Jerusalén? –pregunta Orión.

–Está aquí porque su contrapartida, una Diosa protectora llamada Astarté, está en Jerusalén –responde Desdémona.

–¿Una deidad? ¿La Diosa Astarté? ¿O Alguien que dice que es una Diosa? –pregunta Orión– podría ser una cainita…

–Es la verdadera Diosa Astarté –responde Desdémona.

–Conozco el mundo de tinieblas, sé que hay lupinos, espíritus, vástagos, demonios… pero ¿deidades? –pregunta Orión.

–Es una divinidad seguro –dice Desdémona Astarté, sea lo que sea, está en Jerusalén.

–¿Y por que ha venido a Jerusalén? ¿Qué busca? –pregunta Orión desorientado.

–A ver cómo te cuento esto… –dice Desdémona sin saber cómo empezar– la invocamos nosotros para proteger a los inocentes y castigar a los impíos. Vino Astarté, hablamos con ella y accedió a proteger Jerusalén ante un posible ataque persa, así que conseguimos que se pusiera de nuestro lado… –la cara de Desdémona cambia, volviéndose más severa en sus facciones– y después llegó Logriksa, su enemiga. Las dos caras de la misma moneda…

Orión, desconocedor de estos detalles, escucha atentamente sin intervenir.

–¿Qué creéis que debemos hacer a este respecto? –pregunta educadamente el regente Toreador mirando a ambos cainitas.

–Deberíamos vigilar Jerusalén por si aparecen –sugiere Nahum.

–Yo, contaría con Amal –dice Desdémona.

–Ha sido él, el que ha decidido faltarme al respeto –dice Orión orgulloso.

–Se me ha olvidado comentarte un pequeño detalle… –dice Desdémona– Logriksa es la madre de Amal.

–¿Su Sire? –pregunta Orión.

–No. Al parecer Amal era un demonio. Logriksa era su madre antes de ser abrazado…–responde Desdémona.

–Un demonio ¿eh?... –dice Orión enfadado– Ahora es un cainita. Me da igual su vida anterior al abrazo. Es un Ravnos y debe seguir, como todo Vástago, las leyes de Caín. Así deberá ser y así será mientras forme parte de mi corte.

 –Si recapacita, estoy dispuesto a otorgarle la misma posición que iba a darle antes de irse, la de Arconte, para que trabaje junto a ti Nahum. Lo dejo en vuestras manos –dice Orión mirando primero al Nosferatu y después a la Brujah.

–¿Qué solución proponéis para esto? –pregunta Orión

–¿Matar a la demonio? Mira lo que hizo con la familia de inocentes en mi granja –responde Desdémona sin bacilar mientras Orión asiente y Nahum también.

–¿Y Astarté? –pregunta Orión.

–No pudo ayudar a las víctimas de Logriksa, y me había prometido proteger a los inocentes de Jerusalén. Opino que deberíamos prestarla atención pero como un segundo plato. –Responde Desdémona.

–Bien, según tus palabras, así sea pues, Desdémona. –Dice Orión La venganza se sirve fría, porque en caliente mueres antes de efectuarla. No veo a Astarté como malvada. Si es la némesis de Logriksa, por lógica, una debería ser la forma de legar a la otra…

Los tres vástagos permanecen pensativos mientas Aquémenes, el gato de Orión, salta a su regazo de nuevo, ahora que el regente vuelve a estar sentado en el trono. El Toreador acaricia su suave pelaje gris, mientras el animal ronronea con los ojos cerrados.

 

Alamut, El Nido de Águilas
Alamut, el nido del Águila

–¿Qué vamos a hacer con los persas? ¿Y con los Assamita? –pregunta Orión.

–Por mi parte, según vayan llegando a Jerusalén, los vamos decapitando uno a uno, y enviamos sus cenizas a Alara, y así se quedará contento. Alamut ya sabe que no somos aliados suyos. Prefiero golpear primero. –Responde Desdémona con firmeza.

Orión mira al reservado Nahum, esperando arrancarle su respuesta.

–Golpear primero me parece bien –dice el Nosferatu de acuerdo con Desdémona.

–Además Amal y yo tenemos Caza de Sangre en toda Persia impuesta por Alamut –recuerda Desdémona– Así que si un Assamita se presenta ante mí, es porque viene a matarme.

–Debemos tener en cuenta la diplomacia… –dice Orión– son el clan de los asesinos, no creo que les costase acabar con todos los vástagos de Jerusalén.

–Crees que se van a molestar –dice Desdémona– Somos pequeños y estamos en el culo del mundo. Somos aliados de los Setitas de Egipto, no querrán más problemas.

–No es probable que Alara siga contando con nuestra alianza… –puntualiza Orión.

–Las cenizas de Assamita pueden cambiar eso dice Desdémona.

–Son acciones que podrían desencadenar acontecimientos sin precedentes –dice Orión.

–Además, la actual no presencia Assamita en la ciudad, es un  claro giño a Alara –dice Desdémona.

–¿Tú qué harías? –pregunta Desdémona a Orión.

–Jugaría la carta de la Alianza con Alara y pondría toda la carne en el asador posicionándome con Egipto. Seguramente nos daría otra oportunidad. Si Alamut no actúa antes… –dice Orión alineándose con la Brujah pero de forma precavida.

–Si Alamut actuase, ya no tendríamos ninguna duda –dice Desdémona.

 

Nerea, Toreador

–Tengo información que puede cambiar la balanza en cuanto a Persia –dice Orión cambiando de tema–  Es sobre mi chiquilla Nerea, no quiero escuchar lo que haríais en mi lugar, simplemente os relataré como son los hechos:

–Estuvo, junto a los Assamita, concretamente junto al Espectro, en la batalla que Persia acaba de perder en Egipto. Al final nadie fue a buscarla como pedí. Mayormente pueden haber ocurrido dos cosas con ella: que haya muerto o que regrese a Jerusalén, sana y salva.

–Si regresa, la castigaré por haber actuado tan impulsivamente, obligándome a liberarla sin estar ella lista aun. La vincularé a mí, con una segunda toma de mi Vitae, atándola más en corto y acercándola al vínculo completo, su esclavitud emocional hacia mí.

Os pediría que no fuéramos excesivamente duros con ella, ya que oficialmente somos persas y ella ha estado luchando en el bando persa. Esto nos puede hacer tener una posibilidad de cordialidad ante los Assamita, ya que ella sí que los ayudó, y sigue siendo mi chiquilla, puede ser que yo se lo pidiera, por qué no… y esto Alamut, no lo sabe. Si la matamos según llegue, Alamut no creerá que estaba de nuestra parte, al castigarla tan severamente, en vez de premiarla.

–Inteligente, y en caso de seguir viva, te quedas con tu chiquilla. Buena jugada. –Dice Desdémona.

–En cuanto al Espectro, su último acompañante, supongamos dos escenarios: En el primero: Mi chiquilla no vuelve, ha muerto o desaparecido. El Espectro tendrá prohibida la entrada en Jerusalén, por abandonar su responsabilidad de cuidado del gobernador Bagohi y se le hará una Caza de Sangre, que pondremos en práctica en el momento que cruce la muralla. Como muy bien has dicho Desdémona.

–En el segundo escenario –continúa Orión Mi chiquilla vuelve sana y salva y  jugaremos la baza de que es aliada de Alamut, como mi chiquilla de Jerusalén, para estar a buenas con los Assamita, y los castigaré a ambos con el vínculo de Sangre, por las causas antes explicadas ¿Opiniones?

–No descartes la posibilidad de que vuelvan los dos y Nerea te traicione –dice Desdémona causando una mueca de horror en Orión– imagínate que tu chiquilla exige el trono de Jerusalén secundada por el Espectro, ahora que Jerusalén ha tomado partido por Egipto por medio de la alianza con Alara.

–En ese caso habrá que impedírselo, lo tenemos claro –responde Orión– no tiene por qué estar enterada de nuestros acercamientos con los Setitas, por mi parte no sabía nada de mis contactos con Alara. Esperemos que todo se solucione con un vínculo de sangre, no me gustaría dañar a mi chiquilla…

–No eres objetivo en este tema, Orión –dice Desdémona.

–Lo sé –dice Orión– Pero ahora mismo estoy en disposición de poder ganar la partida, tengo mucha más posición que ella, y eso me pone en un plano superior y aventajado. Tengo más margen de movimiento que ella. Esta vez la diplomacia puede ganar sobre la violencia…

–Me parece bien intentarlo, solamente alerto del peligro de todo esto, yo soy una guerrera, para mí la política siempre ha estado en un segundo plano, no soy una diplomática. –Explica Desdémona sincerándose.

–Soy griego, odio la hegemonía aqueménida. Como espartano tengo el odio hacia los persas en la sangre. –Dice Orión sincerándose también.

–Desdémona –dice Orión tras una pequeña pausa– Tú dijiste que ibas a la guerra en Egipto y después no fuiste ¿ves como las circunstancias personales son solo comprensibles por la persona que toma la decisión?

–Yo también quise ir a buscar a Nerea. –Continua Orión haciendo pensar a la Brujah Pero un espartano, entre persas, como están ahora las alianzas, Esparta con Egipto, me hubiera presentado y los Assamita me hubieran decapitado nada más exigir la libertad de mi chiquilla. ¿Lo entiendes ahora? Eran mis circunstancias y esas fueron las tuyas ¿no somos acaso hijos de la misma Grecia, creados por el mismo dios Zeus?

–No estoy en tu contra, Orión –dice Desdémona– siempre y cuando hagas las cosas bien, como ahora.

–Te lo agradezco –responde Orión satisfecho mirando al infinito, para poco después retomar la reunión hablando de Ava, la chiquilla del difunto Samas, comerciante Ventrue de Jerusalén.

 

Ava, Ventrue

–Sé que Ava ha sido recientemente ascendida a Ancillae y que se ha ido a investigar la muerte de su Sire y de paso la de Mudji. –Expone Orión– Me parece correcto, pero en mi opinión debería pagar un tributo a Jerusalén para cubrir gastos básicos del gobierno. Si no, sería una sanguijuela más, como lo fue su Sire ¿Qué opináis al respecto?

–¿Se la tenéis jurada eh? –pregunta Desdémona sin esperar respuesta– Sé que Samas te odiaba por ser griego. A mí también, pero trabajamos juntos un tiempo y respondió profesionalmente. No creo que su chiquilla haga extensibles los odios de su Sire. Ahora ha decidido hacer una peligrosa y útil labor que puede aportarnos luz en nuestras sombras…

–No digo que no lo haga –dice Orión– solo comento que si es de Jerusalén y se beneficia del comercio de la ciudad, no estaría de más que page un tributo por ello, no hay oro en las arcas del príncipe de Jerusalén y es algo que podríamos solventar y nos ayudaría, los recursos siempre son importantes.

–Sé que es una experta en temas económicos y ha sido ascendida recientemente por su ayuda saboteando al ejército persa en la guerra contra Egipto. –Dice Desdémona– si consideráis oportuno cobrarle tributo, no tengo inconveniente, no soy experta en estos menesteres.

 

Adjudicando responsabilidades

–Llegamos al final del Conclave –dice Orión– Está siendo muy productivo y hemos llegado a interesantes conclusiones. Una vez hemos abordado todos los temas importantes, creo necesario repartir las responsabilidades para solucionarlos entre nosotros tres. Así nos aseguramos de que no hay nada que dejemos de lado. Nos reuniremos mensualmente, como tarde, para darnos las novedades.  

–Por supuesto no trabajaremos solos, seremos ayudados por los demás, si fuera necesario, pero cada responsable responderá sobre su asunto en concreto.

–No saldremos de Jerusalén, este es el único lugar que controlamos totalmente, y ahora con la ayuda de Ephraim, aun más, él es mis ojos y mis oídos en la ciudad… –Orión eleva el puño derecho al aire– Aquí somos fuertes, si consiguen separarnos nos debilitarían, sin duda.

–Yo me encargaré de los asuntos de Ava y Nerea –dice Orión acariciando a Aquémenes que duerme plácidamente sobre el Toreador.

–Quedan los asuntos de Egipto, Alamut y los Ángeles y Demonios ¿Cómo queréis dividiros las responsabilidades? –pregunta Orión.

–A pesar de que Amal no esté aquí, el debería encargarse de los Ángeles y Demonios. Es un experto en ello y no nos lo va  a negar, seguramente este ya con ello. –Dice Desdémona– Egipto y Alamut  nos encargaremos Nahum y yo.

–Se me ocurre una cosa… –dice Desdémona pensativa– nos comentó Alara que los hombres lobo que nos atacaron pudieron ser enviados por los Assamita. Sé que Ava está investigando eso, si encontramos pruebas, será la justificación que necesitamos para ir contra Alamut.

–Como veáis, –responde Orión– pero no debería ser en el terreno, sería demasiado temerario. No olvides que tienes una Caza de Sangre… Aun así, haz lo que debas Desdémona, tienes mi bendición.

–Anat y yo, somos del mismo clan y en el pasado combatimos juntas en el mismo bando. –Dice Desdémona–Tengo contacto con ella, y ella con Alamut. Así que podría hacer llegar  una carta a Alamut a través de ella y ver como están las aguas en esa dirección.

–Entonces te encargarás tu de Alamut, Desdémona ¿Verdad? –pregunta Orión.

–Eso parece –dice la Brujah pensando cómo hacerlo.

–Eso te deja a ti, Nahum, como responsable del tema de Egipto ¿de acuerdo? pregunta Orión al silencioso Nosferatu.

–Hare lo que pueda –dice Nahum sin tener ni idea de por dónde empezar.

–En cuanto a Amal Faruk –dice Orión dirigiéndose a Desdémona– Si está dispuesto remar en nuestro barco, yo estaré dispuesto a aceptarle, pero debe acatar las Tradiciones. La segunda Tradición es la del Dominio. Tu dominio es tu propia responsabilidad. Todos los demás te deben respeto mientras se encuentren en él. Nadie puede desafiar tu palabra en tu dominio.

–Descuida Orión, entrará en razón. Nos interesa a todos, a él el que más. Amal es un especialista en cazar demonios –dice Desdémona.

Los tres cainitas se despiden y dejan a Orión en el trono acariciando a su gato. Cuando abren la puerta, entra Ephraim, que ha estado vigilando ofusado a Amal, por si se le hubiera ocurrido hacer alguna temeridad, que no ha sido el caso.

Ephraim entra y se sitúa junto a Orión. Con su mirada tranquiliza al regente que esteraba la respuesta de su secreta vigilancia.

Amal ha estado esperando tras la puerta de salida del palacete, a que sus compañeros salieran de la reunión con el regente Orión. Ya está pensando cómo dar caza a su madre pero desea conversar con sus compañeros antes de empezar para ver que les ha dicho Orión.

 

Amal Faruk, Ravnos
Ravnos fuera de la ley

Desdémona y Nahum abandonan el salón de recepciones dejando a Orión sobre el trono acariciando a Aquémenes. Ephraim, el Nosferatu les otea desde lejos, con una mirada tranquilizadora hacia el regente, a la que Orión responde asintiendo mientras se mesa su larga barba blanca.

Una vez fuera, la noche abraza a los dos cainitas que se encuentran con Amal. Este los espera apoyado sobre la pared, junto a la entrada principal, con cierta actitud de soberbia.

– La has liado bien –dice Desdémona al Ravnos.

–¿Liado? ¿Por qué? –pregunta Amal altivo– no tiene autoridad sobre mi…

–Tiene la posición legitima, Meir se la otorgó responde Desdémona– es el Primogénito Toreador y ahora, en ausencia del príncipe y el senescal, es el regente.

–Para mí no ha sido nombrado regente por nadie –responde Amal enfadado– Meir si es mi príncipe, pero nade mas. No sé quien le ha puesto en esa posición. Sirvo a Meir por el bien de Jerusalén. No me fio de ese tipo.

–Creo que te equivocas. Son las Tradiciones, debemos seguirlas. –Dice Desdémona mientras Amal niega con la cabeza cerrando los ojos por un segundo.

Desdémona le explica al Ravnos todo lo que han hablado y Amal Faruk escucha a la Brujah con atención.

–¿Tu hasta que punto le sigues? –pregunta Amal a su compañera Brujah.

–Si me preguntas si voy a hacerte una Caza de Sangre si Orión me lo ordena, la respuesta es no, no voy a cazarte Amal –Responde Desdémona tranquilizando al Ravnos– Pero creo que debemos seguir las Tradiciones. Son una base sin la cual todo esto se iría al traste. Te conviene estar  a buenas con el Antiguo de la ciudad, te guste o no.

–Me suda los cojones –dice Amal con desprecio agarrándose sus genitales y moviéndolos groseramente– No he roto ninguna Tradición y las sigo todas. Hago lo que creo oportuno ¡Que se vaya  a bailar por ahí con su politiqueo! y yo me voy a encargar de la demonio. No necesito que nadie más lo haga, ni me diga lo que debo hacer. Yo no soy de vuestro mundo.

–Repito que no acato su Posición, no comulgo con su mensaje –dice Amal muy molesto– No me fio de este cobarde Toreador atípico ¿Los Toreadores son artesanos que no suelen tener ambiciones de poder? Y mira este. Espartano y cobarde que no quiere ir a por su chiquilla y nos envía al peligro una y otra vez. No debería ocupar ese puesto. No lo considero mi antiguo.

–Si quiere, tiene la posición para joderte –dice Desdémona.

–¡Que se atreva! ¿Y además utiliza la Presencia sobre mi? ¿Quién se ha creído que es? –dice Amal en voz alta sin ningún cuidado con sus palabras.

–Le has insultado, lo veo normal –dice Desdémona defendiendo las acciones de Orión.

–¡Jerusalén no es suya!  dice Amal elevando el tono cada vez más. Parece no importarle que nadie le escuche.

–Yo respeto su posición y por tu bien te aconsejo que la respetes también –dice Desdémona, actual senescal de Orión.

–Lo haré en su justa medida… si me lo pide no voy a lamerle el falo. Soy Ravnos, ¡me la suda! –dice Amal con un despectivo tono soez haciendo gestos guarros.

–Yo me voy a encargar del tema de los demonios… –dice Amal concluyendo la discusión.

–Si encuentras a la tiparraca esa dímelo –pide Desdémona a Amal.

–Por cierto –dice Amal ladeando la cara al mirar a la Brujah con un ojo medio guiñado– ¿qué es eso de que tienes una carta blanca?

–Es un acuerdo al que llegue con el príncipe Meir –dice Desdémona– por el cual le ayudé con la invocación del Ángel, Astarté, y a cambio solo respondo ante él, sin intermediarios de posiciones más bajas. Me lo concedió como un trueque por mis servicios.

Amal piensa en las palabras de la Brujah envidiando su carta blanca.

–¿Qué me aconsejáis con el tema Egipto? –pregunta Nahum preocupado.

–Es un  tema complicado –dice Amal– Tengo allí a un chiquillo. Quizás deberías viajar a Egipto y enterarte a ver qué ocurre…

–¿Y sobre Alamut? pregunta Amal a Desdémona, interesándose por saber que van a hacer.

–Tengo contacto con Anat, la Matusalén de mi clan –responde la Brujah– se que ella también lo tiene con Alamut y la voy a pedir que envíe una carta al nido de Águilas y descubra como esta allí la situación hacia nosotros. Lo considero esencial antes de hacer nada relevante.

–En cuanto a Egipto… –dice Desdémona a Nahum– no sé por dónde empezar, por eso elegí hacer algo con Alamut. Supongo que podrías investigarlo in situ, o quizás con los espartanos, que acaban de aliarse con ellos.

–Dile que se encargue a Orión, que tiene medios. Tú no puedes hacerlo y así vigilas la ciudad conmigo y me ayudas a buscar a Logriksa –dice Amal despreciando la palabra del regente.

–Orión sabe como contactar con Alara, ya lo ha hecho antes, y tiene contactos con Esparta, es de allí –dice Desdémona.

Ephraim da media vuelta, vuelve a entrar en el palacio y se dirige al salón del trono. Mientras Desdémona y Amal siguen hablando en el patio de la entrada.

–Por cierto soy senescal de Jerusalén. Tengo responsabilidades, aunque no sé muy bien cuales son… –dice la Brujah gesticulando con su boca.

–Ese Orión está muy contento en el trono... ¡demasiado! –dice Amal con sorna.

 

Nahum, Arconte Nosferatu
Dudas

Nahum entra en el salón del que acaban de salir y Orión acaricia a Aquémenes mientras charla en bajito con Ephraim. Nahum no escucha de que hablan pero al acercarse ambos se callan y lo miran extrañados.

–Regente Orión –dice Nahum– Me gustaría ayudarte, pero no va a ser posible. No dispongo de medios para contactar con Alara, ni sé dónde dirigirme en Egipto…

–Ayudarme no es una opción Nahum, es tu responsabilidad, recién adquirida –responde Orión– No siempre es fácil conseguir nuestros objetivos y no por eso dejamos de intentarlo… ¿Qué medios necesitas, Nahum?

–Necesito contactos que me ayuden, o medios para ir a Egipto –responde el Nosferatu sinceramente.

–¿Quién es tu Sire? –pregunta Orión a Nahum para hacerle pensar.

–Kothar… pero no está muy contento conmigo… –responde Nahum– no creo que quiera ayudarme, no va a querer saber nada de mí...

–¿Cómo lo sabes?¿Es una afirmación? –pregunta Orión.

–No. Es mi opinión... Sigue siendo mi mentor, supongo que puedo acudir a él… –dice Nahum convencido por el regente.

Orión baja de su trono y se acerca al Nosferatu poniéndole la mano sobre el hombro.

–Nahum, debes hacer todo lo posible por el bien de nuestra supervivencia afirma Orión.

–Iré de tu parte. Al fin y al cabo eres el regente de Jerusalén –dice Nahum.

–No Nahum, no irás de mi parte –ordena Orión de forma sutil– Tu objetivo es conseguir salvar la alianza con Alara y si no lo consiguieras, al menos que el Matusalén no nos considere enemigos. Sería un éxito aceptable que quisiera seguir en contacto con nosotros sin pasar al otro extremo de la alianza. Y si debes hablar con tu difícil Sire, como su comprometido chiquillo, deberás hacerlo Nahum.

–Lo hare, conseguiré que no sea nuestro enemigo –asegura en Nosferatu muy convencido de su resultado y Orión le sonríe asintiendo.

–Confío que así sea –dice Orión.

–Hablare con Kothar –dice Nahum asintiendo justo antes de despedirse de Orión, mientras Ephraim se despide de su hermano Nosferatu, con un gesto de cabeza. Nahum cree que Ephraim es el chiquillo mimado de su Sire, quizás el pueda suavizar su encuentro, pero no será Nahum quien se lo pida.

Nahum vuelve a salir fuera del palacete y Amal le espera apoyado, igual que antes. Desdémona ya no está y el Ravnos le pregunta por su encuentro con Orión, a su criterio el “nefasto gobernante”.

–Seguiré con el tema de Egipto… –dice Nahum mientras Amal le mira extrañado– voy a intentar acudir donde mi Sire Kothar y pedirle ayuda.

–¿Ya te ha liado, eh? –pregunta Amal a Nahum.

–Voy a intentar que Kothar me consiga una reunión con Alara –dice Nahum al Ravnos, que vuelve a quedarse solo ante la búsqueda de su oscura… madre.

–¿Le has dejado claro que no voy a seguir sus ordenes? –pregunta Amal al Nosferatu.

–No he hablado con él de ese tema –responde Nahum– No se lo he mencionado. Le he contado mi dificultad para ocuparme de las nuevas de Egipto y me ha propuesto hablar con mi Sire…

Amal arquea las cejas, se despide de Nahum y comienza su búsqueda por el lugar donde empezó todo: la granja de Desdémona.

 

La granja maldita

El Ravnos camina entre los restos de lo que fue una vital granja de camellos. La muerte puede olerse en el aire, los cadáveres de humanos y de bestias medio descompuestos, son carnaza para los gusanos y otras alimañas. Las hordas de moscas dan buena cuenta de cada pedazo de carne despedazada por Logriksa, la madre de Amal.

El Cazador llega al lugar donde todo comenzó: el pajar. Ahora es un oscuro “infierno” de podredumbre y sangre seca. En el centro del lugar un círculo irregular donde el suelo ha sido transformado en una placa cristalizada, aquí fue donde cayó el rayo, apareció Astarté y por donde más tarde se coló Logriksa.

El silencio latente es un eco de los gritos que hubo la noche de la masacre. Todo ha sido tocado por la mano del maligno, la comida está podrida, los cuerpos descompuestos muestran sus huesos bancos. La profanación del lugar ha sido completa, el agua rezuma veneno, incluso las paredes y la paja tienen un color negruzco y un pestilente olor a azufre.

Lejos de encontrar ninguna pista, Amal se da cuenta de que la enfermedad del lugar ha calado hasta la propia esencia de la realidad. La corrupción es tal que pasarán años antes de que nada pueda crecer sano en este maldito lugar.

Amal no sabe si Desdémona sigue refugiándose aquí, pero por si acaso, y para espantar a cualquiera que entre, crea la ilusión de un susurro audible en el lugar. Las palabras dicen lo siguiente: “No duermas aquí”

El Cazador de demonios se encuentra en un callejón sin salida y decide limpiar el lugar, empezando por enterrar todos los cadáveres que “pueblan” la granja. Encuentra una zona adecuada más allá de la muralla y para no llamar la atención mientras vaya llevando los cuerpos, crea otra ilusión esta vez que afecta a la vista: todo el que mire hacia el lugar, se dará cuenta de que todo va como debe, nada parece fuera de lugar y funciona correctamente, son llamar la atención en la granja maldita.

Amal comienza a cavar una gran fosa para dar entierro a los cadáveres de todos aquellos que fueron asesinados aquella fatídica noche.

Desdémona pasa por allí para agradecer al Ravnos su labor. Amal le alerta de que no sería buena idea dormir allí, ella ya lo había pensado y el Ravnos le invita a dormir en las tabernas, donde él suele hacerlo, pero la Brujah declina el ofrecimiento, decide refugiarse en alguna cueva a las afueras y junto a Fafner.

Lobo y cainita salen por la puerta de las basuras camino de su nuevo refugio, el lobo es un experto en buscar lugares así y dejan a Amal con la limpieza del lugar.

Amal necesita dos noches enteras para dejar todo decente y limpio. Todos los cuerpos están ya enterrados, y sobre ellos, el Ravnos, crea la ilusión permanente de que una suave capa de césped cubre el lugar dejando un agradable olor a hierba, que será un bonito epitafio al viento para recordar la muerte de los inocentes en la granja.

Una vez ha terminado el trabajo, el Ravnos decide visitar la biblioteca de Meir, situada en la torre de la Torá Negra. Allí Admiel, ghoul del príncipe Capadocio, le informa de que no puede tener acceso a los conocimientos escritos, sin antes pasar por él. Lo han decidido con Meir, después de haber sufrido robos de libros.

Amal convence al sabio bibliotecario, diciéndole que necesita información para cazar a un peligroso demonio. Admiel no necesita escuchar nada más. Su señor estaría orgulloso de ceder su biblioteca para ayudar a desterrar  a cualquier criatura maligna que amenazase Jerusalén.

El Ravnos pasa las siguientes noches entre rollos de escritura, investigando sobre Logriksa y los demonios venidos a la tierra.

En un viejo rollo de papel descubre algo que puede ser de sumo valor: Logriksa, debido a su poder, podría tener habilidades para volverse imperceptible de forma sobrenatural. Podría permanecer oculta, si es que aun está en Jerusalén, esto dificulta dar con su paradero hasta que hiciera acto de presencia, cometiendo alguna maldad.

Amal aprovecha para saber sobre Astarté, y además de descubrir su historia, ya conocida, descubre algo muy interesante: Desdémona como participante de su invocación, puede reclamarla “invocándola” a voluntad. No descubre cómo hacerlo, pero los escritos dejan claro que podría hacerlo siempre que fuera necesario.

 

Kothar, el Profeta, Matusalén Nosferatu,
Sire de Nahum
Visita a Hinnom

Nahum ha caminado el largo sendero hasta el valle de Hinnom, donde la colonia de leprosos, que vive en cuevas excavadas en la fría y dura roca, le da la silenciosa bienvenida. En una de las cuevas, la más fría y oscura, Kothar espera a su chiquillo y lo recibe a solas.

El aspecto del Profeta, como le llaman aquí, es el de un cadáver andante, pero en un estado muy avanzado de putrefacción, parece un milagro que aun permanezca en pie.

–Espero que estés siguiendo tu senda por el camino del cielo, Nahum –dice Kothar con cierta dificultad para hablar.

–Al final no soy Azote del príncipe, me han nombrado Arconte y ahora puedo usar ese poder para hacer que más sigan nuestro camino del cielo y salvar a gente inocente, haciendo que sigan la luz –explica Nahum.

–¿Eres un soldado de Dios? –pregunta Kothar.

–Estoy en camino de serlo –responde Nahum a su Sire Tengo un plan en mente y necesito tu ayuda.

–Te escucho chiquillo –dice Kothar desde la oscuridad.

–Ha habido una guerra en Egipto, contra Persia. –Explica Nahum– La alianza de Jerusalén con Egipto pende de un hilo, y con ella la paz de la ciudad. Necesito que me ayudes a conseguir una reunión con un Matusalén, seguro que lo conoces, se llama Alara y es un Seguidor de Set.

–¿Que quieres conseguir, Nahum? –pregunta Kothar a su chiquillo, poniéndole su endeble y esquelética mano de leproso en su hombro.

Valle de Hinnom,
Colonia de leprosos
–Evitar una enemistad con Egipto, mantener  su alianza y evitar una guerra donde inocentes puedan sufrir –responde Nahum.

–Quizás se merezcan esa guerra… son mezquinos y sucumben al poder de Satanás... –dice Kothar con resquemor en su voz.

–¿Y los inocentes? –pregunta Nahum metiendo el dedo en la yaga.

–Ellos no merecen sufrir… –responde Kothar piadoso– Te ayudaré. Haré que Alara se ponga en contacto contigo,  pero siempre y cuando sigas el camino de la luz que te enseñe y no te desvíes de él. Habla con tu hermano Ephraim, el te ayudará.

Nahum, regresa a Jerusalén y vuelve esperanzado. Al fin y al cabo ha conseguido que su Sire y mentor le ayude y eso es todo un logro hablando de Kothar.

Ephraim, hermano Nosferatu de Nahum, le espera en lo alto de la muralla, mirando dirección Egipto. Allí en lo alto ambos Nosferatu se saludan fríamente.

–Debo pedirte que le hagas llegar a Alara que contacte conmigo, es de vital importancia. Nuestro Sire Kothar ha dado su permiso. –Dice Nahum.

–Así será –responde Ephraim sin irse por las ramas.

–Gracias –responde Nahum– que la luz te ilumine tu camino Ephraim.

Ephraim asiente y desaparece. Nahum se adentra en la ciudad perdiéndose por sus callejuelas, aquí los humanos le conocen como Gad, el justiciero.

 

Admiel,
Ghoul Bibliotecario de Meir
Alamut se pronuncia

Desdémona visita la torre de la Torá Negra y se encuentra en la biblioteca con Admiel, ghoul de Meir. La Brujah pide al bibliotecario que le ayude a mandar una carta a Tiro.

Admiel, preocupado, accede y la redacta la propia Desdémona:

 

“Anat,

Tú que tienes contactos con el Nido de Águilas.

Me gustaría saber si puedes enterarte sobre si en Alamut tienen pensado tomar medidas contra Jerusalén.

Agradecida: Desdémona”

 

Una vez Admiel ha terminado de escribir la carta, que le ha dictado la Brujah ciega, el ghoul la envía a Tiro para que le llegue a la Matusalén Brujah. Es una tarea difícil, ya que la Torá Negra ya no tiene representantes en la ciudad tiria, pero Admiel tiene medios y contactos para hacer llegar la misiva a la anciana del clan Brujah.

Desdémona se retira fuera de las murallas de Jerusalén, guiada por su fiel lobo Fafner, que encuentra una acogedora cueva que la Brujah adecenta para que sea su refugio diurno.

La Brujah descansa junto a su lobo, con cierto aire de melancolía, su vida ha cambiado de la noche a la mañana. Hasta hace pocas noches su no vida estaba rodeada de personas a las que consideraba su familia y ahora solo tiene a Fafner. Así que lo abraza sintiendo su calor y con él, se duerme.

Semanas después, Desdémona recibe una carta de Alamut. La recibe ella, no siendo la receptora de la misma, seguro que Anat ha tenido algo que ver en esto. En ella está la información que la Brujah deseaba:

 

Bicor,
Embajador Assamita
de Alamut
“Al príncipe  Meir, o a su gobierno:

¿Piensas que somos tontos? 

No habéis actuado en Egipto a favor de Persia pero si en su contra.

Una de vuestras súbditas ha saboteado los suministros de la flota persa.

O la castigáis o ateneos a las consecuencias.

Este es el mismo camino que tomo Mudji y mira como terminó.

Damos oportunidades de corregir el rumbo de ese erróneo sendero:

Debéis castigar a Ava y en la siguiente batalla demostrar vuestra participación inequívoca.

Si no, ir olvidando el gobierno de Jerusalén y seréis historia.

Alamut advierte y Alamut cumple.

Bicor, Embajador persa de Alamut”

 

Desdémona deduce gracias a sus escasos conocimientos de etiqueta, que esto no es un ultimátum, más bien da la posibilidad de hacer algo para enmendar el error hacia Alamut dando un poco de manga ancha al nuevo gobierno. Parece que no van a actuar en breve y no todo está perdido. Advierten de lo que podría suceder si no corrigen sus actos.

 

Desdémona, Senescal Brujah
¿Justo castigo?

La senescal Desdémona tiene un encuentro con Orión, en el salón del trono. Allí el regente Toreador recibe la información de su mano derecha en lo relativo a Alamut y su inquietante respuesta. Orión lo ve como oportunidad de enderezar el rumbo del barco, algo que no esperaba la verdad.

–¿Cuál es tu opinión sobre esto Desdémona? –pregunta Orión mesándose la barba.

–Debemos elegir: Alara o Alamut –dice Desdémona.

–Tengo mis dudas sobre la alianza con Alara. No creo que sea fácil enderezarla tras nuestro último desplante. Yo si fuera Alara, no me fiaría de nosotros –dice Orión preocupado– “y en un abrir y cerrar de ojos tus aliados se tornaran tus enemigos…” –recita mirando al infinito mientras acaricia a su gato Aquémenes.

–¿Sabéis si podemos contar con los Brujah de Cartago? –pregunta Desdémona.

–No sé nada de ellos responde Orión– se que Mudji había comenzado acercamientos diplomáticos, pero desconozco la naturaleza de los mismos. En la guerra humana no se han metido, permanecen al margen de las conquistas persas y ambos mantienen una relación cordial ciertamente tensa, debido la nueva situación de libertad de Fenicia, reino de origen del imperio Cartaginés.

–Castigar a Ava es completamente injusto. Nosotros le pedimos que sabotease a la flota persa y ahora bebemos castigarla por ello si queremos tener el beneplácito de Alamut… –dice Desdémona cambiando de tema.

–Y si fuera un castigo oculto –sugiere Orión– de cara a Alamut fuera castigada pero en realidad lo hiciera por el bien diplomático de la tensa situación, sabiendo que nosotros no tenemos nada en su contra. Nos vemos obligados a hacerlo por un fin más importante.

–Siendo castigada ya va a ser dañar su imagen y una macula en su clan. Ya conoces a los Ventrue, están casi más pendientes de las victorias y los fracasos de sus congéneres que de los de ellos mismos –dice Desdémona con mucha sabiduría.

–Hablando de Ava –dice Orión– ¿Crees que se merece realmente ser Ancillae siendo tan joven? Hace poco menos de un año que ha dejado de ser una neonata a la sombra de su difunto y codicioso Sire Samas.

–Oded se lo dio y se lo ha ganado legítimamente –dice la Brujah defendiendo a la Ventrue.

–¿Y está realmente preparada para ser Ancillae? –pregunta Orión.

–No lo sé –responde Desdémona– Le ofrecieron la posición de su Sire por hacer determinadas tareas y las ha cumplido. Mi posición de senescal es mucho más injusta que la de Ava.

–Veo a Ava peligrosamente ambiciosa –dice Orión– será mejor atarla en corto. En cuanto a tu posición, creo que te la mereces. Siempre has obrado por el bien de Jerusalén y ahora mismo eres la cainita en la que más confío. Creo que el castigo de Ava, es un sacrificio legítimo

–¿Castigarías a alguien que ha hecho algo bueno por Jerusalén? ¿Por qué crees que es príncipe Meir? –pregunta Desdémona molesta– podemos equivocarnos con Ava, si la castigamos se sentirá traicionada y no hay nada peor…  sobre ella recae la sana economía del comercio en Jerusalén.

–¿Y qué propones? –pregunta Orión.

–Hablar con Ava y ver si no le importa sacrificarse por un fin mayor –sugiere Desdémona– A mí personalmente me daría igual ser castigada, si por ello conseguimos algo importante para Jerusalén, pero a ella que es Ventrue, iría en contra de sus valores. Le exponemos la situación y a ver que nos dice…

–Muy interesante tu punto de vista, pero peligroso, ya que puede no estar de acuerdo y entonces tendríamos que hacerlo a la fuerza… –dice Orión– y eso sin duda alguna, es peor.

–Podríamos concertar una cita con ella y que no parezca una encerrona para imponerle nada dice Desdémona.

–Podrían ayudarte cainitas de tu confianza –sugiere Orión– Sobre Amal ¿cómo está el asunto? –pregunta Orión.

–Está algo disperso. No creo que vaya a romper ninguna Tradición. Sé que está ya buscando a la demonio. Yo no le daría posición alguna, pero le dejaría estar a su aire. –Sugiere Desdémona.

–De acuerdo Desdémona. Haré lo que sugieres y me fiaré de tu palabra –responde Orión– Efectivamente será mejor para todos. Puedes transmitirle que tiene mi beneplácito para continuar con su búsqueda, siempre que cumpla las Tradiciones y no haga nada contra Jerusalén.

Ambos vampiros se despiden cordialmente y Desdémona reúne a Nahum y a Amal, en una de las salas auxiliares del palacete del trono para explicarles la situación actual con Ava.

–En resumen vamos a joderla por hacer lo que la pedimos –dice Desdémona.

–Orión es un cobarde – dice Amal abiertamente y sin pelos en la lengua.

–Estoy de acuerdo –dice Desdémona– pero ahora no es relevante. En este caso, es nuestro superior, nuestro Antiguo y está haciendo lo que debe, no es raro nada de lo que plantea, es lógico, y yo he estado decidiéndolo con él. Creo que está más preocupado por su chiquilla que otra cosa y que le interesa estar a buenas con los Assamita para protegerla, además de lo evidente, que es lo que ya sabemos.

–Tiene miedo por lo que le pueda pasar a su chiquilla. Es un cobarde todo lo hace por su cobardía –dice Amal.

–¿No te das cuenta que si ocurre algo ahora mismo es su cabeza la que corre peligro? déjale ahí. Pase lo que pase, si es equivocado le va a llover la mierda a él, ¿no lo ves? –dice Desdémona para que Amal vea lo positivo de que Orión esté en el trono.

–Si castiga a Ava públicamente, por ser esta una Ventrue, la va a hacer mucho daño, no se lo merece –defiende Desdémona  a Ava.

–Por cierto Desdémona –dice Amal– he estado leyendo escritos en la biblioteca de la Torá Negra y si solicitas que Astarté te visite, puede venir a ti sobrenaturalmente.

También se que Logriksa puede esconder su rastro con sus poderes. Se me ocurre que Astarté haga de cebo, como participaste en su invocación puedes invocarla siempre que desees e igual ella nos lleva ante su enemiga.

Nahum contacta con Ephraim, su hermano Nosferatu y ambos leprosos se presencian ante Desdémona que le pide, como su senescal, que pida a Ava presentarse aquí, en Jerusalén, para un asunto importante. Ephraim accede y le hará llegar una misiva para que ese encuentro se haga realidad.

 

Satrapías persas

Durante unos meses…

Lo primero que hace Nahum es informar a Orión sobre su fructífero encuentro con su Sire. Después, pasa las noches vigilando ciudad desde lo alto de sus tejados y de la muralla. Busca indicios de la demonio, que tanto daño ha causado a su compañera Brujah.

También intenta averiguar cualquier noticia sobre Egipto, pero el pueblo no dispone de más información que la que ya saben los cainitas.

Si es cierto que durante los próximos meses, en sus noches de vigilancia, mientras ejerce la justicia en las calles como Gad, famoso entre los desfavorecidos, no descubre nada nuevo pero si percibe que hay intranquilidad entre en rebaño humano.

Amal dedica estos meses a visitar la biblioteca de la Torá Negra. Busca información con la ayuda de Admiel sobre todo lo relativo a Logriksa, Astarté y los demonios en general. El bibliotecario está volcado por completo en ayudar al Ravnos y disfruta de la labor de documentación que requiere Amal.

Este ghoul vale su peso en oro y facilita muchísimo el trabajo del Ravnos. Es más Admiel aporta conocimiento a Amal, que ni siquiera está escrito en su biblioteca. Tras casi dos siglos recopilando esta biblioteca, es uno de los sabios más ilustrados de Jerusalén, descartando al Sire de Meir, Abraham.

Desdémona, como senescal de Jerusalén, pasa estos meses al tanto de posibles comunicaciones de amigos y enemigos.

También ayuda a Amal a buscar a la “Madre de Demonios”, no con rastros ni pistas físicas, si no con paseos en la noche, buscando esa horrible sensación de mal que vivió durante la masacre de la granja, en su antiguo refugio.

Siempre va con Fafner, que le ayuda a olfatear todo aquello que no sea natural. Pero todo está inquietamente tranquilo. A Desdémona le da la sensación de que puede que Logriksa no esté en Jerusalén ¿quizás esté  preparando su próximo golpe lejos de aquí?

Los tres cainitas se preocupan de tener reuniones cada dos semanas para estar al tanto de los avances de cualquiera de ellos.  Se reúnen en una sala auxiliar a la del trono para intercambiar este tipo de información. Aunque en ocasiones lo hacen en la sala del trono, si Orión no encuentra en ella.

Así mismo, una vez al mes Nahum y Desdémona, como miembros del gobierno de Orión, se encuentran con el regente para mantener una comunicación fluida sobre sus avances. No hay nada nuevo sobre Nerea, la chiquilla ausente de Orión, al igual que nada se sabe sobre el Espectro, Assamita residente, hasta hace poco, de Jerusalén.

 

383 a. C.

Alara, Matusalén Setita en proyección Astral
La voz de la serpiente

Desdémona, Amal y Nahum, se encuentran en el salón del trono del Señor de la Noche de Jerusalén. Orión actual regente y vampiro con más poder de la ciudad, no se encuentra con ellos, con lo cual el ostentoso trono de oro está vacío esta noche.

El ambiente es caluroso, y la luz tenue de las antorchas, tintinea creando sombras que danzan inquietas sobre el rico suelo de mármol.

Los tres cainitas permanecen atónitos mientras una espectral aparición se presenta en el centro de la sala, flotando a un par de metros del suelo.

Su cuerpo es traslucido y azulado. Es Alara, el Dios Faraón, Matusalén Seguidor de Set. Milenario y poderoso ser, que representa los intereses del pueblo del rio Nilo, tanto de la noche, como del día, ya que tiene completamente vinculado al Faraón diurno: Acoris, su esclavo fiel.

Cuando los tres vampiros escuchan la voz de Alara dando las buenas noches, se tranquilizan al saber que es él, ya que a priori no es nadie al que deban temer, sobre el papel aun son aliados, aunque esa posición se tambalee como una gaviota sobre un trozo de madera a la deriva.

Nahum, Nosferatu, responsable de las relaciones con Egipto, tal y como quedaron con el regente Orión, toma la palabra:

–Bienvenido Alara. Agradezco que hayas venido. He requerido tu presencia porque necesito hablar contigo –dice Nahum ligeramente nervioso.

–Por eso estoy aquí Nahum. Tu Sire “el Profeta” es alguien al que mejor escuchar… –dice Alara con cierto aire socarrón.

–Toma asiento –dice el joven Nosferatu sin tener en cuenta que su proyección astral no requiere descanso, ya que su cuerpo se encuentra muy lejos de ellos, puede que a ciertos reinos de distancia.

–Es evidente, joven Nosferatu que no lo necesito –dice Alara– ¿para qué deseabas mi presencia?

–Quería pedirle disculpas en nombre del reino de Jerusalén –dice Nahum convincentemente– Se que la ayuda que enviamos a la guerra, en la que su reino estaba metido, no fue la más acertada, ni estuvo a la altura de nuestra alianza. Como Arconte de Jerusalén, me gustaría enmendar el error y ofrecerle nuestra ayuda ¿Qué podemos hacer para recuperar su confianza?

–Como muy bien has dicho joven Nosferatu –dice Alara con voz cavernosa que retumba en las paredes intensificando el mensaje– Judá no ha intervenido como debía, con lo cual, seguirá siendo aqueménida. Habéis perdido la oportunidad de liberaros de los persas y de Alamut, y la habéis desaprovechado. Ahora podíais haber sido arropados por Egipto libre, más fuerte que Persia, lo hemos demostrado.

–¿Ayuda de aliado? Le pregunté a vuestro príncipe Meir, no presente aquí y ahora, si estaría a la altura de la alianza… me aseguró que si… ¡¿y el sabotaje de sus suministros es lo máximo que habéis podido hacer por mi?!

–Siento escaso el apoyo de Jerusalén –dice Alara severamente– tan solo de una de vuestras chiquillas, los demás no hicisteis nada, con lo cual es evidente que aquí y ahora, se rompe la alianza. Si lo deseáis estaremos en contacto habitual, como pago por vuestro apoyo, y ayudare a regresar a Donna, chiquilla de Meir a Jerusalén, tal y como acordamos.

–Meir me ha demostrado con sus acciones que no somos aliados. Sabéis que habéis declarado vuestra enemistad con Alamut, al no presentaros en su línea de batalla, y ahora los persas han perdido, ¿no crees que buscaran culpables que no los han ayudado a ganar? –dice Alara señalando a Nahum.

–No estaré aquí –Alara baja su dedo índice señalando al suelo– cuando Assur, Matusalén Assamita, venga a Jerusalén a pedir explicaciones.

–¿Hay algo que podamos hacer para salvar nuestra amistad? –pregunta Nahum desesperado, escuchando en su cabeza las palabras de Orión: “Tu objetivo es conseguir salvar la alianza con Alara y si no lo consiguieras, al menos que el Matusalén no nos considere enemigos. Sería un éxito aceptable que quisiera seguir en contacto con nosotros sin pasar al otro extremo de la alianza”

–Amistad no. Pero aun hay algo que podéis hacer para salvar esta relación, no está todo perdido –responde Alara dando cierta esperanza.

–Permitid residir en Jerusalén  a los miembros de mi clan –dice Alara con orgullo– los Seguidores de Set. Podría ser una ciudad hermanada con Egipto. Si lo hacéis, podríamos encaminar de nuevo la senda de la posible alianza ¿Aceptáis? –dice el poderoso Dios egipcio mirando a los cainitas presentes.

–Alara… –dice Amal mirando al espectral Seguidor de Set– ¿nos permite un minuto a solas?

–Os ofrezco poder responderme mañana a la misma hora que hoy, y aquí, en el mismo lugar –dice Alara con tono frio y distante.

–No hemos ayudado, por qué no hemos podido, no porque no querido –explica Desdémona con lagrimas de sangre en los ojos y los puños apretados con rabia– Hemos tenido problemas serios con demonios. No es que no nos diera la gana ayudarte.

–¿Problemas serios con demonios? –pregunta Alara en un tono tranquilo y ciertamente incrédulo.

Desdémona mantiene la calma a fuerza de su voluntad, no puede reprimir el recuerdo de sus seres queridos difuntos.

–Quizás tú tuviste problemas, pero estabais todos en la alianza –dice Alara.

–Todos estuvimos implicados en este ataque… –dice Desdémona– ¡yo he perdido todo!

–Es una lástima… pero nuestra alianza estaba en juego –dice Alara– Lamentablemente no puedo ayudaros con ese demonio, ya no somos aliados… –dice Alara con cierto tono irónico– priorizar en la no vida… todo son consecuencias de nuestros actos.

–Mañana hablamos ¿de acuerdo, Alara? –dice Amal pidiéndole discretamente tiempo para hablar entre ellos, antes de tomar ninguna decisión.

Alara inclina la cabeza hacia el Ravnos y se desvanece con la velocidad del rayo.

–Debiéramos hablar con el regente Orión –dice Nahum dirigiéndose a sus dos compañeros.

–¡A Orión que le den por culo! –dice Amal con desprecio.

–Amal, ahora es cuando se necesita, que apechugue Orión y tome la decisión –dice Desdémona dejando la responsabilidad en manos del regente.

 

Ephraim, Nosferatu Espía de Orión
Opinión de regente

Los tres cainitas deciden convocar a Orión en el salón del trono y Ephraim, Nosferatu espía del regente, se encarga de traerlo ante ellos.

Orión, con su gato en brazos, saluda cordialmente a los tres, incluido a Amal, y se sienta en el trono mirando al Ravnos fija y severamente durante unos incómodos segundos. Solo con este gesto, ha dejado claro que permite que Amal esté, pero que no le va a pasar ni una.

–Buenas noches Orión –dice Nahum– Tengo buenas noticias sobre mi misión. Alara ha sido muy preciso. No seremos enemigos, pero para mejorar la situación actual, quiere un favor: Que los Seguidores de Set puedan entrar libremente en Jerusalén para residir en la ciudad.

–¿Cuál es exactamente la situación actual con Alara? –pregunta Orión al Nosferatu.

–No somos enemigos, ni aliados, pero deja una puerta abierta a la alianza –responde Nahum.

–Somos sus contactos y si acogemos Setitas, cambiamos la situación acercándola a una futura alianza –dice Desdémona.

–Amal me alegra verte aquí –dice Orión dirigiéndose al Ravnos, ya que es el único de los tres que no ha hablado– Supongo que has entrado en razón. Debes saber que no quiero tener problemas contigo. Solo te pedí eso…

–No hay problema alguno –responde Amal sin entrar en detalles. El Ravnos sabe que en definitiva le ha dejado a su aire, que era lo que realmente quería. Y siendo un embustero de primera, no deja en evidencia la inquina que Amal realmente le tiene a Orión, ya que el Ravnos es capaz de disimularlo de forma magistral.

–¿Qué opináis sobre esto? –pregunta Orión mirando a Desdémona y proyectando su voz sobre la Brujah ciega y su lobo Fafner, tumbado a su lado claramente aburrido. De vez en cuando el can, mira a Aquémenes, en el regazo de Orión, pero desiste de dejar rienda suelta a sus instintos, mirando a su dueña y aceptando su domesticación para después tumbarse a descansar a sus pies.

–Alara ya no hará de escudo ante Assur, ambos son enemigos Matusalenes. –Explica Desdémona– Nos lo ha dicho claramente. Hemos faltado al trato que teníamos con Alara y se lo debemos. Si hubiéramos cumplido el trato hubieran llegado setitas de igual modo, ya que seriamos aliados del Seguidor de Set más poderoso y no tendría sentido negarles la entrada en Jerusalén. Así que no veo problema en que los Setitas lleguen a la ciudad con cierta mesura.

–Si los Setitas están en Jerusalén, se van a defender de los Assamitas, ante un posible ataque o repesaría de Alamut hacia Jerusalén. Así que nos viene bien que venga carne de batalla –dice Amal inteligentemente, dejando sorprendido a Orión por sus comentarios constructivos. El Ravnos es una caja de sorpresas.

–Haciendo de abogado del diablo, Alamut  se tomara como una ofensa que acojamos a sus enemigos, los Seguidores de Set, y distanciaremos de nuevo la oportunidad que teníamos de salvar las diferencias con ellos –dice Orión.

–Puedes decirle a Alara que si, y si en un momento dado necesitas expulsar a los Setitas para agradar a Alamut, siempre puedes hacerlo. Además los Setitas no tienen por qué llamar la atención de nadie, incluso de Alamut. Sería mejor para todos que estuvieran escondidos. Ahora Alamut no tiene ojos directos  sobre Jerusalén –dice Desdémona– su espía era el Espectro y ya no está.

–Estoy de acuerdo –dice Orión mirando a la Brujah con tono apremiante– Desdémona, eres una excelente senescal, celebro tus consejos.

–Gracias –responde la Brujah sorprendida.

Tras esta reunión todos se retiran a sus quehaceres habituales. Orión ha decidido no asistir a la reunión con Alara, y deja la potestad del encuentro en manos de su excelente senescal Desdémona, ya que en la primera reunión con Alara no estaba el regente, y su presencia en la segunda podría malentenderse como una innecesaria muestra de poder.

 

Fafner, Ghoul de Desdémona
Respuesta a la serpiente

Los tres cainitas del anterior encuentro, están a la hora acordada en el lugar acordado, y el espectro de Alara se presenta, etéreo, vaporoso, espeluznante.

–Buenas noches de nuevo Alara –se presenta Desdémona– Ya hemos tomado una decisión. Nuestra respuesta a tu propuesta es: si. Desde el principio estábamos contigo. Pueden venir sin problema, pero deberán hacerlo de forma  soterrada y neural, para que no corran peligro ni se hable de ellos donde no nos interesa…

–Algo lógico –puntualiza Alara satisfecho.

–¿Volvemos a ser aliados? –pregunta Desdémona intentando conseguir más de lo esperado.

–Para ello necesitamos recuperar la confianza  mutua y para eso deberéis demostrar que vuestra palabra es real. Desde la última conversación con Meir, ya no me fio de las promesas vacías, aunque vengan de ti, Desdémona –dice Alara en tono suspicaz. No ha colado.

–Amal Faruk ¿verdad? –pregunta Alara dirigiéndose a Amal, sin esperarlo nadie– Hay un chiquillo tuyo en mi reino, se llama Arang…

–Así es –responde Amal– ¿Cómo se encuentra?

–Parece que ha incomodado a alguien por aquí, ha tenido un encontronazo con algún otro vástago de vuestra ciudad, de Jerusalén –dice Alara crípticamente.

– Me extraña que Arang hiciera algo en contra de los dirigentes de tu ciudad –asegura Amal.

–No ha tenido problemas con los Seguidores de Set –explica Alara de forma sibilina y sonriente– Creo está teniendo sensaciones nuevas y está siendo preso de sus propios sentimientos. No sabe que algo como el amor, puede atarte hasta la muerte.

–¿Te incomodaría que viajase a tu tierra? –pregunta el Ravnos al espectro de Alara.

–Por supuesto que no. Mis tierras están abiertas a tu clan –dice Alara haciendo recordar a Amal que fue expulsado del clan Ravnos como tal.

–Arang está en su bautismo de fuego, si consigue sobrevivir volverá conmigo, será liberado y juntos cazaremos más demonios para restablecer el equilibrio... –dice Amal sonriendo y orgulloso.

–Creo que ahora, el demonio contra el que lucha, es un demonio interior. Da igual hacia donde viaje, siempre lo llevará dentro… –dice Alara inquietando a Amal.

–Cuando acabe todo esto, me encargaré de él. No te he comentado nada por que procuramos ser discretos y no quería importunarte –responde Amal Faruk haciendo una ensayada reverencia al Matusalén egipcio.

–Es evidente que puedo ayudaros, siempre y cuando nuestro acuerdo llegue a buen puerto y acojáis a los Setitas como se debe. Entonces yo acogeré de igual modo a vuestros chiquillos –explica Alara– transmitirle el mensaje a Meir. Espero que esta vez cumpláis lo acordado…

Y bajando la cabeza con un silbido de aire frio, Alara desaparece atravesando un sólido muro del salón del trono. Tras su marcha se apagan todas las antorchas y dejan a los tres cainitas en una incómoda e insospechada acogedora oscuridad.

 

Ava, Ancillae Ventrue
La antesala del juicio

Unas semanas después del encuentro con Alara. Ava, la Ventrue comerciante, llega al palacio del regente de Jerusalén. Viene de la capital de Fenicia, Tiro, donde investigaba la muerte de su Sire y el anterior príncipe Assamita, Mudji.

La convoca Desdémona, la senescal de Jerusalén, en nombre de Orión, regente de la noche. La Brujah quiere aclarar todo lo relativo al futuro juicio que se celebrará contra Ava, con el que la propia Desdémona, está en completo desacuerdo debido a la injusticia del mismo, curiosa paradoja siendo ella Brujah y Ava Ventrue, clanes rivales.

Ava entra a una sala auxiliar del palacete del regente. Con exquisita etiqueta, la Ventrue besa la mano de la senescal, según el protocolo, ahora debería arrodillarse ante su superior en posición y es exactamente lo que Ava hace.

–Gracias Ava, no es necesario que te arrodilles –dice Desdémona ayudándola a alzarse ante la sorpresiva mirada de Ava.

–Mi senescal, he de darle mi enhorabuena por su ascenso  –dice Ava bajando la cabeza ante la invidente Brujah.

–Ha sido algo inesperado, no voy a engañarte… –dice Desdémona quitándole valor a su reciente adquisición de posición.

–Como sabe estoy investigando la muerte de mi Sire y de paso la del anterior príncipe de Jerusalén, Mudji –dice Ava explicando sus avances, seguramente crea estar aquí por esto… no puede estar más equivocada– Adón, el príncipe de Tiro, me ha acogido en la ciudad de forma correcta y no interfiere en mi investigación. Si me vigila constantemente, por medio de su senescal Nosferatu. He de confesar que no me importa, no hago nada que deba ocultar, así que me da credibilidad. Al fin y al cabo la situación en Tiro no es tan mala como me la pintó el príncipe Meir. No parece haber hostilidad hacia mi persona por ser de Jerusalén, más allá de observarme varias horas a la noche.

–Supongo que con la muerte de Mudji, que era con quien tenía algo personal, todo ha quedado en una mala anécdota –dice Desdémona.

–El príncipe de Tiro me preguntó mis intereses por “remover las tumbas” y le dije la verdad –dice Ava– El primogénito debe vengar a su padre. Yo soy la primogénita. Obtener la venganza es mi forma de ganarme el derecho a la libertad por mis méritos, y no por la prematura muerte de mi Sire.

–En cuanto a mis avances en la investigación –continua Ava– creo que hay más que un mero accidente de haberse encontrado con una manada de lupinos. Sospecho de Nerea, la chiquilla de Orión. Es de Jerusalén y tuvo tratos con los Assamita. Creo que es una espía, aunque aún no se de quien. Si ella movió hilos para matar al príncipe y a mi Sire, no sé tampoco porque razón. Nerea es una cainita muy turbia y puede que todo fuera una treta para ganarse a los Assamita y el favor de Alamut. Debo averiguar como lo hizo, a priori no tiene los medios necesarios. Opino que es una traidora a Jerusalén y debe ser ejecutada por tal afrenta. Aun no tengo pruebas pero las conseguiré.

Desdémona detecta, con su empatía, que en Ava claramente hay una intención lanzar mierda sobre Nerea y esto resta credibilidad a la hipótesis de la Ventrue. Su Sire Samas y Orión se odiaban por sus orígenes persas y griegos y la Brujah teme que su chiquilla tenga los mismos prejuicios por la descendiente del rival de su difunto Sire.

La senescal permanece callada mientras sus sentimientos encontrados con Ava llaman a la puerta de la bestia, que duerme plácidamente en su interior. No olvidemos que los Brujah necesitan poco para sacar a pasear a la rabia interna y empezar a destrozar a cualquiera que se comporte de forma indebida, bajo su criterio…

Desdémona aprieta los puños y da un paso atrás, momento en el que Ava se percata y deja de criticar a Nerea. Fafner, el lobo de la Brujah se da cuenta de la tensión entre ambas cainitas y empieza a rugir a la Ventrue, defendiendo a su ama. Se acaba de romper la armonía debido al defecto del clan Brujah, algo que Desdémona no puede controlar y nunca podrá hacerlo.

–Intenta dejar de lado las diferencias entre griegos y persas –dice Desdémona firme y midiendo sus palabras– Tu Sire tenia latentes esos odios y no le llevaron a nada bueno. Las tiranteces van en las dos direcciones. Seamos serios. Somos de Jerusalén y debemos llevamos bien. Yo soy griega y te he hecho venir aquí para hacerte un favor, algo que no tendría que consultarte y me da igual que seas persa. Soy  suficientemente clara ¿verdad?

Ava asiente sin pestañear y si tuviera necesidad de tragar saliva, lo haría.

–¿Tienes alguna prueba real de lo que sospechas? –pregunta Desdémona muy molesta– Me interesa mucho tu investigación. Uno  de los lupinos que mató a tu Sire, también mato a mi mejor ghoul y si encuentras al culpable,  le arrancaré la cabeza.

–Es solo mi opinión –dice Ava impresionada y bajando la cabeza– lo lamento.

–La sangre habla por nosotros y tenemos que ser objetivos. Seremos más eficaces –dice Desdémona cambiando el tono a uno más amigable.

–De acuerdo –dice Ava haciendo una ligera inclinación de cabeza y declarándose vencida por la Brujah en este movimiento. Ya sabe que no debe hacer en presencia de Desdémona.

–Vayamos al asunto por el que te he convocado aquí y ahora –dice Desdémona con voz muy seria– Alamut ha enviado una carta en la que dice  saber tus acciones en la guerra contra Egipto, y han exigido un castigo para ti, para no ser enemigos nuestros.

–He de confesarte… –dice Desdémona– que no me ha parecido bien, que por salvar nuestro culo, pongamos una macula en ti, uno de nuestros vástagos de Jerusalén. Sé que para los Ventrue es un tema delicado. Jamás lo haría sin que a tu te parezca bien a ti. No voy a salvar mi culo a costa de manchar a alguien. Ahora que conoces los detalles… ¿Cómo deberíamos abordar el asunto?

–¿Quieren castigarme por una orden que me dio Oded, el senescal de Jerusalén? –pregunta Ava atónita.

–Eso mismo responde Desdémona avergonzada– Si decidieras apechugar, seria todo un detalle y también entiendo que no lo hagas, sea como sea, te apoyo en tu decisión y la respeto profundamente.

–Aceptare, si el mismo castigo que se me quiere dar a mí, si le da también a la persona que me lo ordenó –dice Ava arriesgando su propia no vida con esta condición.

–Ahora Oded no está en la ciudad… y castigar a dos en vez de a uno, me parece más injusto aun… –dice Desdémona pensativa– sin embargo… castigarnos a todos por igual sería algo curioso y mucho más justo. No estaríamos incumpliendo nada con Alamut.

–¿Cual es el castigo? –pregunta Ava entrecerrando los ojos de mala leche.

–Lo desconozco –responde Desdémona– no lo sé, yo no te castigaría. Si hay que enfrentarse a Alamut, lo hacemos, pero no me parece bien caer tan bajo. No ha sido culpa tuya…es su forma de humillarnos por no estar con ellos y hacer que seamos menos fuertes divididos.

–No sé si esto que voy a decirte tiene algún sentido ahora mismo, ya que he pedido que también castigasen a Oded, por haberme ordenado ir contra los persas –dice Ava con su rostro desencajado– Con mis recursos, han comenzado las obras para el molino… Están al sur de Jerusalén, será un molino tirado por animales de carga… el Molino de Oded, mi socio…. Ahora quizás por mi culpa le castiguen a él también –dice Ava sonriendo al borde del llanto y los ojos se llenan de sangre de pura rabia reprimida.

–Puedes venir personalmente a tu juicio, presidido por el actual regente, Orión. Yo iré contigo y te apoyaré. Podrás hablar libremente. Tienes ese derecho –dice Desdémona entendiendo sus sentimientos de impotencia.

–Gracias –responde Ava elevando la cabeza de forma altiva y mirando de reojo la puerta que da al salón del trono.

Desdémona camina sin prisa hasta la puerta, la abre y hace un gesto de cabeza para que Ava pase delante de ella. La Ventrue, con paso firme, se dirige hacia el salón del trono, hasta colocarse ante el trono de oro, en el que está sentado Orión, acariciando a su gato Aquémenes.

 

Aquémenes, Ghoul de Orión
El juicio de Ava

Al lado derecho del regente Orión, está su senescal Desdémona, y al izquierdo su Arconte Nahum. Alejado, junto a la puerta, está Ephraim el leproso hermano de Nahum, en un segundo plano, como al margen de todo. Arropado por las sombras…

La cara de Ava es un poema. Sus dientes se aprietan con fuerza en su fina boca y sus labios son un tajo rojo que contrasta con sus ropajes negros, casi de entierro.

–¿Y bien Desdémona? –pregunta Orión dirigiéndose a su senescal.

–Hemos hablado –dice Desdémona con un tono frio y sin sentimiento– Ava me ha sugerido una opción, acepta su castigo pero la persona que le ordenó atentar contra el ejército persa, recibiría el mismo castigo que ella. Todos estuvimos de acuerdo con Oded, así que creo que no debería ser castigado ninguno.

–¿Arconte? –pregunta Orión mirando a Nahum.

–Estoy totalmente de acuerdo con Desdémona. No tengo nada que añadir –responde brevemente el Nosferatu mirando a la Brujah.

–Regente, se me ocurre otra opción...  –interrumpe Desdémona con su faz iluminada por una idea– Yo ya tengo mi infamia bien ganada en Alamut, me han castigado con una Caza de Sangre y podía perfectamente asumir esta irresponsabilidad y castigarme a mí. Mi imagen no será manchada y los Assamita lo recibirán de mejor agrado.

Ava, por su cara, no entiende nada ¿la senescal Brujah se ofrece para que la castiguen en su lugar?

La Ventrue, ahora mismo, se cuestiona todos los valores que le han enseñado en su clan, donde por supuesto los Ventrue los buenos y los Brujah siempre son los malos.

–El castigo para estas situaciones es el vinculo al antiguo, una toma, en este caso a mí, como regente –dice Orión añadiendo más tensión al ambiente mientras mira a Desdémona.

–Es una opción… –dice Desdémona– se me ha ocurrido un castigo más notorio que el propio vinculo de sangre. Yo, renunciaría a la carta blanca que tengo con el príncipe, considero que es algo más valioso y prefiero eso que vincularme a vos. Es un gran privilegio y arrebatármelo, de cara a clan Assamita, sería algo grato para ellos.

–Ava –dice Orión dirigiéndose a la Ventrue– Desdémona asume tu castigo y siendo ahora mismo, por el poder que me ha sido otorgado, despojada de su carta blanca con el príncipe de Jerusalén, Meir.

Desdémona te utilizó a ti, Ava, para dañar a los persas, siendo la instigadora rebelde al margen de la ley también en Jerusalén. Y por ello ha sido castigada y despojada de sus privilegios, que no ha sabido utilizar, a pesar de ser tú la autora material de los hechos. Esto es lo más apropiado para mantener la paz en Jerusalén.

Ava se despide y pasa antes cerca de Desdémona y la susurra que quiere hablar  a solas con ella.

–Desdémona –dice Orión– Has actuado como una verdadera líder. Esto no caerá en saco roto y respaldaré ante Meir, mi decisión de aumentarte posición en su corte, no solo en la mía. Te lo mereces y me haces sentir orgulloso de la sangre griega de nuestro pueblo.

 

Desdémona y Ava
Mujer contra mujer

Una vez ha terminado el juicio. Ava y Desdémona se encuentran a solas en una de las salas auxiliares del palacete del regente.

–No sé muy bien que ha ocurrido en esa sala –confiesa Ava señalando la puerta que conduce al salón del trono.

–No tienes que pensarlo mucho –dice Desdémona– Solo hemos hecho lo mejor para el bien común de Jerusalén. No hay que darle más vueltas. Todos debemos remar en la misma dirección y en conjunto seremos mucho más fuertes.

–Lo que ha ocurrido no es común –dice Ava con sinceridad– Aun no creo que sea real. Estoy esperando algo que no sé, y le dé sentido… Te dan violencia… ¿y respondes con honor y sacrificio? Eso no es lo que me dijeron de los Brujah…

–Nuestros clanes solo tienen diferencias salvables preconcebidas –dice Desdémona– piénsalo, si predico con el ejemplo, los demás sentiréis lo que os quiero transmitir, y así puedo mostraros la mejor forma de ayudarnos.

–Me has ayudado. A partir de ahora, si te parece bien, te la devolveré y nos ayudaremos mutuamente. Seguiremos en contacto ¿te parece? –pregunta Ava acercándose suavemente a la Brujah.

–Perfecto –responde Desdémona.

–He de confesarte algo –dice Ava susurrando al oído de la Brujah– algo que nadie sabe… pero que tú te has ganado el derecho a conocer. Algún día seré la Reina de la noche de Jerusalén. Te lo confieso por que cuando me veáis ascender y acabar en el trono de oro, llegará la noche en la que todos deberán arrodillarse ante mí y tú podrías tener un sitio a mi lado…

–No olvidare jamás esta noche Desdémona –dice Ava acercándose más al oído de la Brujah.

–Espero que para bien –responde Desdémona.

Ava sonríe y besa cariñosamente la mejilla de la Brujah, en agradecimiento. Desdémona siente que Ava está tremendamente excitada y atraída por ella. La Ventrue da un segundo beso a Desdémona, esta vez alargándolo más… desea ver cuál es la reacción de la Brujah mientras coge la mano de Desdémona y la acaricia suavemente.

Desdémona es virgen. Jamás ha estado con hombre o mujer que haya mancillado su intocable cuerpo. Artemisa es la Diosa de la pureza y todas sus seguidoras son vírgenes. La Brujah se percata de que nadie le ha dado cariño carnal de este modo, ni siquiera en su vida humana.

Ambas cainitas tiemblan y se acarician los rostros. La atracción es mutua pero Ava deja de sea Desdémona quien decida si dan un paso más, o no.

Desdémona, muy perdida, pisa territorio desconocido y es Ava quien lleva la iniciativa acercándose peligrosamente a la invidente. Fafner no siente el acercamiento de la Ventrue como una amenaza y se tumba aburrido a un lado.

Guiada por Ava, Desdémona es conducida a un mundo de placer donde la pasión carnal se desata. Se besan frenéticamente y sus cuerpos desnudos se contonean en la vieja danza de amor, que las dos mujeres bailan sincronizadas a la perfección.

El placer no es semejante al de beber sangre humana, pero es agradable y sensual, como un baño de agua caliente en invierno. La Brujah se deja llevar por Ava, que sin duda tiene más experiencia en este tipo de aventuras carnales. Besos, abrazos, caricias. Ambas mujeres se pierden en el sexo de la otra y descubren una compenetración espectacular entre las sabanas.

No dan el paso de intercambiar sangre, aunque Ava estaba dispuesta a hacerlo en el momento del clímax. Ambas cainitas han enviado sangre a sus genitales, para de esta forma disfrutar más, pareciéndose a alcanzar un orgasmo pero en cuerpos muertos y fríos como las piedras.

Viendo el sensual combate cuerpo a cuerpo que ambas mujeres están teniendo, nadie diría que sus clanes se odian. Quizás todo sea tensión sexual y debiera resolverse en las alcobas…

Esa noche, Desdémona la pasa con Ava. Descubriendo secretos inconfesables. Ninguno de sus compañeros sabe, ni sospecha, nada de este encuentro amoroso.

 

Petición de una madre

Mientras Amal Faruk duerme, tiene un sueño tremendamente vívido por el que deduce al despertar, que sus poderes de oráculo le están mostrando el futuro. Es curioso, ya que no es el canal habitual por el que las visiones del porvenir, que suele tener Amal, se muestran ante él. Normalmente sucede en cualquier momento de la noche, introduciendo al Ravnos en un profundo trance, que después interpreta cuando despierta de él. Pero esta vez todo ha sido un sueño… ¿Será verdad o solo un deseo del subconsciente de Amal?

Amal ve la escena desde el cielo, como si flotase invisible ante lo que comienza a ocurrir en un paisaje desértico. Dos figuras se encuentran cara a cara y ambas tienen una presencia completamente sobrenatural.

Uno es un ser con piel violeta, orejas puntiagudas, pelo largo, liso y blanco como la leche y su aspecto es el de un aventurero, o un oscuro cazador. Ante él, una mujer con aspecto demoniaco. Su piel roja brillante, sus cuernos enroscados cual cabra, sus peludas patas de carnero y sus garras afiladas, denotan que no es de este mundo. Lleva ropajes muy extravagantes y atípicos, como de otra era, cultura o plano.

Son Amal Faruk, Ravnos caza demonios y su madre Logriksa, llamada en el infierno “Madre de Demonios”.

La luna llena y las estrellas iluminan la escena, y el frio viento silba cortante mientras ambos seres hablan con intensidad, mirándose a los ojos, claramente inhumanos.

–Amal, quiero disculparme por mi sangrienta llegada a Jerusalén. No fui yo, fueron mis instintos oscuros, digamos que fue un peaje de carne viva que debía pagar para atravesar la puerta que separa nuestros mundos –dice Logriksa con ojos llorosos y un sentimiento de culpa evidente mientras agarra las manos de Amal Faruk, su hijo carnal.

–Hijo, estoy cansada de viajar de la tierra al infierno, sin embardo se como cortar el ciclo y salir de la circulación del Averno. Solo hay una opción que no sea matándonos, debes abrazarme… –pide la “Madre de Demonios” a un atento Amal Faruk, que ahora vive la escena en primera persona.

–Piénsalo Amal –continua la demonio– Dejaré de ser una Demonio para ser una cainita y pertenecer a la estirpe, ni mas mala ni mas buena que cualquiera de vosotros. Si lo haces, cuando desees, me iré para empezar una nueva vida y no sabrás de mí. Si es lo que realmente quieres…

–Yo hice mi acto de amor liberándote –continua Logriksa con un tono intenso y emotivo– Todos esperaban que te criara como un demonio, o te matase para acabar con tu sangre impura. Pero te liberé. Actué por amor. Por eso page siglos de condena en un la negrura… Ahora hazlo tú Amal, haz tu acto de amor. Abrázame y estaremos en paz. Tu acto de amor desinteresado… y yo te lo pagaré haciendo que recuperes tu lugar entre los de tu clan. Aquello que Belcebú te hizo perder. Yo puedo devolverles la vida a todos los que murieron, sabes que tengo el poder para hacerlo y con ello recuperar tu maltrecha reputación entre los Ravnos ¿Qué ocurriría si después de siglos regresa el Ravnos que  expulsaron por matar a su pueblo y lo hace con todos ellos vivos?

Amal llora sangre y se acuerda de su familia adoptiva, aquellos a los que condenó por vivir más años de lo normal… pero Belcebú le engaño y se lo concedió a costa de las vidas de todos sus familiares, a los que enterró junto al neonato Cainita Ravnos Amal Faruk. Por esto fue expulsado del clan, sus muertes pesaron mucho ante los antiguos del clan de gitanos.

–Tú me abrazas y yo te devuelvo ser Ravnos. Después, no volvemos a vernos, si es lo que deseas... Y si después de esto quieres darme caza y matarme, porque es tu trabajo, lucharemos a muerte, te mataré, junto a tus compañeros más preciados. Tú despertarás y yo seguiré mi camino. Si eso es lo que realmente es lo que deseas –dice Logriksa con voz intensa y expresión sincera– Si me abrazas, con ello morirá mi camino y mis poderes infernales. Para ellos habré muerto, habré cambiado de vida, convirtiéndome en una cainita de la Estirpe. Con otras normas y otra no vida. Seré libre al fin…

–Podríamos volver a ser una familia Faruk –continua Logriksa mientras abraza a Amal y le susurra al oído– Abrázame, es la única salida.

Amal despierta llegada la noche. Está completamente empapado de sudor de sangre.

El sueño ha sido increíblemente real, ya que dejó de ser un espectador para ser el protagonista de la historia y aun tiene el horrible olor a azufre de Logriksa dentro de sus fosas nasales. El Ravnos duda de si su Oráculo le ha otorgado un mensaje, o solamente es un deseo que el propio Amal, quiere que se convierta en realidad.

 

Desierto de Judea
Invocando a una Diosa

La noche siguiente, Desdémona, Nahum y Amal deciden salir de Jerusalén y adentrarse en el desierto, donde poder invocar a Astarté, como ha descubierto Amal que Desdémona puede hacer.

La luna nueva da un ambiente oscuro y tenebroso a la escena. No se ven las estrellas ya que debe haber nubes que las ocultan. Durante esta luna se esconden los ladrones y se quieren los amantes. Durante la luna nueva también se reinvocará a una Diosa legendaria: Astarté.

–¿Cómo lo hago? –pregunta Desdémona a Amal.

–Tiene un vínculo contigo y con los que la invocasteis y solo puede venir bajo vuestra petición –responde Amal mientras se aparta con Nahum y la dejan sola sobre una duna a Desdémona, mientras ellos observan desde otra más lejana.

Desdémona piensa intensamente en Astarté y grita su nombre rompiendo el silencio de la noche. Al no suceder nada en absoluto, la Brujah muerde su mano y vierte su Vitae en la arena helada del desierto… pero tampoco ocurre nada. Así que decide pensar muy profundamente en ella, igual que lo hace cuando quiere invocar su lanza de Artemisa. Y con el poder de su fuerza de voluntad, Desdémona lo consigue. Sobre esa fría duna, Astarté se presenta ante Desdémona y la hace una reverencia, que es incapaz de ver pero si de intuir.

El aspecto puro y frágil de la tremendamente bella Astarté deja embelesado a Amal, que la observa sin apenas poder reprimir sus instintos carnales, o eso dice su lasciva mirada y su lengua relamiendo sus labios mientras mira la delicada piel de la femenina Diosa.

El olor a rosas es muy fuerte y el viento balancea grácilmente el hermoso pelo de la Diosa encarnada. Sus finísimos pies descalzos caminan sobre la fría arena y hace otra reverencia a Amal Faruk que pensativo desde la otra duna,  la mira como un león mira a una gacela antes de saltar por ella. Nahum, observa todo desde un segundo plano, sin mediar palabra.

Astarté está acostumbrada a causar este efecto sobre los hombres, sean cainitas o no.

–Buenas noches –dice Astarté con voz muy dulce.

Supongo que estas al tanto de lo que ocurrió el día después de invocarte... –dice Desdémona mientras aprieta los puños. Astarté no parece saber de qué habla la Brujah, llena de pena y rabia– Vino el mal. Logriksa arrasó con todo, mis soldados, mi ghoul, el bebé rucien nacido… ¡todo! Escucha atentamente lo que tenemos que decirte…

Amal mira a Astarté desde la duna lejana y le grita: –¡¿Nos puedes a ayudar?!

Astarté se acerca el dedo incide a la boca y manda callar al Ravnos con un sensual Chss. Amal, desde la duna lejana, calla y recibe el aroma intenso a flores que ahora inunda el aire cercano. Nahum alerta, mira a la Diosa frente a su compañera Desdémona. 

Astarté se centra en Desdémona, que se encuentra ante ella conteniendo la ira y las ganas de destruir, a quien debió proteger a los inocentes de Jerusalén y no lo hizo…

–Me pedisteis defender a los inocentes de Jerusalén de una guerra que nunca llegó –explica Astarté– La guerra fue reino vecino de Egipto. Debía defender a los inocentes de morir en esa guerra, que iba a no menos que arrasar la ciudad... puede esté por suceder, pero de momento no ha ocurrido.

Astarté apenada, se acerca a Desdémona

–Quiero pedirte perdón por no  haber sido capaz de proteger a tus allegados –Desdémona siente el calor de Astarté y su sinceras disculpas y le recuerda a su madre, allá en la lejana Troya. La Brujah llora sangre que se derrama por sus mejillas manchando de rojo carmesí sus humildes ropajes.

–No percibí ese ataque debido la naturaleza impía del mismo, y por ello asumo mi castigo, ya que fuiste tú quien me pidió protección… –Astarté se arrodilla ante la Brujah y baja la cabeza cerrando los ojos, quedando a merced de Desdémona.

–Esperabais a un ángel celestial –dice Astarté elevando el rostro y volviendo a abrir sus increíbles ojos negros, permaneciendo aun de rodillas– un ángel de la muerte que de haber venido, hubiera convertido en cenizas ardientes con su fe, a cualquier Vástago con su sola presencia. Si hubiera venido –insiste Astarté– hubierais muerto todos… por semejante fe santa. ¿No lo habías pensado? ¿O creías que no os afectaría por querer el bien de la humanidad?

–Asumía que iba a ser así –dice Desdémona rompiendo su incomodo silencio– pero con gusto hubiera muerto, si hubiera conseguido lo que quería.

–Pero no hubieras podido pedir nada ardiendo… –insiste Astarté.

–Invocábamos a un ser de semejante poder, que seguro sabría lo que queríamos al llamarle. Y si tiene poder para destruir, también para contener la destrucción. Es lo que supuse –explica Desdémona.

–No sé por qué he venido yo –dice Astarté– No soy un ángel, pero si es cierto que me han comparado con ángeles y con dioses... quizás no hubiera ninguno disponible… o a lo mejor el ritual que hicisteis era para humanos y al ser vosotros vampiros, ha tenido un efecto diferente…

Aquí estoy: no soy un ángel, pero soy Astarté la Diosa de la Naturaleza, de la agricultura e incluso para algunos, de la guerra… –su rostro se vuelve graciosamente malicioso cuando dice esto último.

–Logriksa es mi némesis –dice cambiando el tono a uno muy severo– Me la tiene jurada. Si estoy en la tierra, siempre encuentra la forma de venir y fastidiar mis planes. Y ahora todo vuelve a empezar, en una espiral de destrucción mutua e interminable. Sin mi, no creo que podáis hacer nada contra ella. Ni siquiera con esa lanza forjada por dioses –dice señalando a Desdémona, que no tiene lanza alguna– ¿Crees que forjarían un arma capaz de matarlos a ellos mismos? La respuesta es: podría, pero esta vez es que No.

–Es posible, pero sirve para hacer daño a muchos otros… –responde Desdémona defendiendo su reliquia de Artemisa– No te niego que no iba a intentar matarte, te he culpado de sus muertes tanto como a la asesina. Injustamente, pero no te voy a mentir, desee tu muerte tanto como la de Logriksa… ¿dónde está?

–No lo sé, pero seguro que no muy lejos de mi –dice Astarté con condescendencia– La última vez que la “Madre de Demonios” estuvo en la tierra, fue para otro asunto. Debía asesinar a cierto ser pio y acabó embarazada del hombre al que tenía que matar. Muy bonita historia de amor. Sé que por ello fue  condenada en el infierno, a medio milenio en un oscuro agujero… Pero de algún modo ha conseguido salir, con esa puerta que abristeis para llamarme a mí…

Astarté mira a Amal, pensativa y sonríe mientras susurra sonriendo: –¿Amal Faruk?

–Es el hijo de Logriksa –dice Desdémona mientras Astarté mira al Ravnos en la alejada duna, junto a Nahum el leproso.

–¡Fue él del que os hable la noche que me invocasteis! El bebé que salvó del infierno mi sirviente Elías. Yo se lo pedí –dice Astarté absorta por los caprichos del destino.

–¿Coincidencia? –pregunta Desdémona.

–Yo me encargaré de buscar a Logriksa y devolverla al infierno –asegura Astarté– Protegeré Jerusalén de ataques externos, como me pediste. Es lo que he prometido hacer y realmente puedo hacerlo. Estoy atada hasta que pueda cumplir mi palabra y defender Jerusalén.

–La maldad propia de la ciudad –dice Astarté– el Wyrm como lo llaman los Garou, no puedo controlarlo. Un ataque grande, un asedio, o un asalto para conquistar Jerusalén, de eso sí puedo proteger la ciudad, ya que podría planificarlo y unificar mis poderes. Pero un asesinato en el seno de la noche. Eso no soy capaz de percibir, a no ser que este cerca, igual que lo podrías hacer tú. He perdido mucho poder. Hace años podría hacer milagros, pero mi nombre ya no es venerado como antes y el olvido se ha cobrado gran parte de mi poder... al igual que los espíritus inquietos, sucumbo al olvido.

–Ya no tengo el poder que tenia –dice Astarté con tono nostálgico– Mi era ha pasado, pero a lo mejor he venido aquí por otra razón, Desdémona... Quizás eres la precursora y conseguirías que los humanos vuelvan a venérame en Jerusalén… eso me haría más fuerte… y conmigo también a ti –Astarté agarra las manos de la Brujah, transmitiéndola su calor más que humano.

–Nadie permitirá que en Jerusalén se venere a otro Dios que no sea Yahvé –asegura Desdémona tajantemente– los judíos no lo permitirían y el príncipe actual tampoco, te lo garantizo.

–Entonces, este es el poder del que dispongo dice Astarté enseñando las palmas de sus manos abiertas, a una ciega que no las ve, pero intuye su posición por la intensidad de sus demás sentidos– Buscaré a Logriksa y sabréis cuando la encuentre.

–¿Puedes con ella? –pregunta Desdémona– Sin querer ofender con la pregunta…

–Ha habido veces que si… –responde Astarté crípticamente.

Un estallido de luz blanca ciega por unos segundos a los cainitas presentes, hace que Astarté desaparezca y la fría oscuridad vuelva a ser el protagonista de la noche. Con Astarté había un calor que ha desaparecido con ella. Desdémona se ha sentido como cuando era humana y ahora la nostalgia invade su ser.

Los tres cainitas regresan a Jerusalén, lo hacen en silencio absoluto y el desierto deja paso a las murallas y el modesto templo de Jerusalén, que les dan la bienvenida a su venerado hogar.

 

Agea, Archimaga troyana
Carta de Agea

Desdémona tiene una carta con fulgurante luz verdosa, posada sobre el camastro improvisado de su cueva. No la ve pero de algún modo puede sentirla.

La Brujah coge la carta mientras Fafner mueve el rabo contento. La abre y las letras comienzan a transportarse por el aire hasta introducirse literalmente en la cabeza de Desdémona. Ella no es capaz de ver la danza espectacular de caracteres griegos luminosos, que después se visualizan en su mente. De este modo la voz de Agea, su antepasada Archimaga, se reproduce en su cabeza diciendo lo siguiente:

 

"Desdémona,

¿Recuerdas la mujer que te dije que iba a aparecer y seria digna de tu abrazo?

Está ahora mismo en Jerusalén y se llama Astarté."

 

 

Astarté, Diosa de la Naturaleza,
Chiquilla Brujah de Desdémona
Proposición a una Diosa

A Desdémona le falta tiempo para, la noche siguiente, invocar a Astarté. El lugar elegido esta vez, es la oscura caverna donde Desdémona se refugia desde lo ocurrido en su anterior refugio. La Brujah se concentra pensando en la Diosa y ésta aparece en el interior de la cueva, como un rayo de luz en la oscuridad. Con ella viene ese olor a rosas que es tan característico de su presencia.

–¿Ha ocurrido algo? –pregunta Astarté extrañada– hablamos ayer mismo…

–Te pido disculpas por interrumpirte –dice Desdémona– Me ha dicho una sabia que a lo mejor podías estar interesada en recibir el abrazo y así formar parte de la Estirpe cainita siendo mi chiquilla. Si es así confírmamelo y dime como querrías hacerlo.

–Estoy aquí gracias a ti… –responde Astarté– Pero a lo mejor no para hacer lo que tú pensabas. Puede que haya venido por otra razón. He estado pensando... ¿no habrás imaginado recientemente en perpetuar tu sangre verdad?

–Yo no –responde Desdémona.

–¿Alguien de tu sangre, quizás? –pregunta Astarté.

–Una Archimaga de miles años –responde Desdémona– Es una antepasada mía y me ha dicho que podrías estar interesada.

–Lo digo porque fui yo la elegida para venir a vuestra llamada y quizás fue por la necesidad de perpetuar una línea de sangre especial, una que está a punto de extinguirse ¿me equivoco? ¿Tienes hijos o chiquillos? –pregunta Astarté.

–No, nada de eso. Mi única familiar es Agea y es una antepasada de hace generaciones y nos hemos conocido hace poco –responde la Brujah.

–Desdémona, tú eres capaz de devolverme el poder que necesito, para moverme en la sociedad, que ahora mismo tiene el control de la humanidad: los canitas. –Dice Astarté en un tono muy convincente– No se lo concedería a cualquiera, pero creo que podemos ayudarnos mutuamente si decides abrazarme, Desdémona.

–¿Y cómo quieres hacerlo? –pregunta Desdémona– Primero debo pedir permiso al príncipe. Y pensándolo, me parece absurdo ser tu Sire, seguramente tu sepas mucho más que yo… ¿qué te voy a enseñar yo a ti? Serias mi chiquilla para seguir el protocolo, pero después de recibir el abrazo y aprender lo básico, deberías ir por tu cuenta.

–Hay muchas dudas que serán resueltas joven niña –responde Astarté– Veo que se te había anunciado mi llegada y que no sabías que era yo… ¡la que tu invocaste!… ya te habían hablado de mi venida. Entonces también sabrás que si no eres tú la que me concede la bendición del abrazo, será otro, quizás algún enemigo vuestro, alguien hecho de oscuridad y no de luz.

–Me lo dijo Agea. Yo no lo había pensado siquiera –dice Desdémona– no se me ha pasado por la cabeza que quisieras ser abrazada.

–Recibiría poder con tu abrazo. El poder que ya no tendré más… y os podría ser muy útil –dice Astarté.

–Jamás ha entrado en mis planes utilizarte como un arma –explica Desdémona.

–Lo sé –dice Desdémona– Quiero que sepas que me parece una gran idea recibir tu abrazo, es lo menos que puedo hacer para resarcirte de mis errores. Sé que no puedo salvar a tus seres queridos, que eran mi responsabilidad y lo lamento profundamente. También se que perderé los pocos dones que aun poseo cuando me mates, pero que aprenderé nuevas Disciplinas y sé que me orientaras para que juntas, luchemos contra ese mal que tanto te atormenta.

–Desdémona… –dice Astarté acercándose a la Brujah y susurrándola al oído– llamaste a un Ángel y he venido yo. Abrázame pero no hay razón para que permanezca más dentro de esa muralla si tú lo decides –Astarté señala Jerusalén a través de la entrada de la cueva.

–Ven conmigo –dice Desdémona conduciéndola hasta la entrada de la cueva dirección Jerusalén– antes debo hablar con el príncipe para pedirle permiso para abrazarte, esa es nuestra ley. Es una importante Tradición y debo obtener el permiso de mi antiguo, si me lo da te abrazaré.

Astarté sonríe y sigue a Desdémona, guiada por su lobo Fafner, con destino Jerusalén. Los tres caminan despacio y el frio aire acaricia sus cuerpos y mece sus largas cabelleras al viento.

 

Diosa inmortal

Cuando Desdémona llega acompañada de Astarté y se presentan en el salón del trono, Orión se queda petrificado al ver semejante belleza viviente: la Diosa Astarté.

El regente queda completamente hipnotizado y sin poder ni articular palabra. La belleza de la mujer es tal, que deja completamente vulnerable al cainita que más poder tiene ahora mismo en Jerusalén. Este embelesamiento es debido a la debilidad de todos los Toreadores, que se quedan embobados ante la belleza suprema, sea como fuere cómo se exprese.

Desdémona se acerca a Orión y poniéndose entre él y Astarté, agita ligeramente al Toreador para que salga del trance que le tiene completamente hipnotizado, mirando a una sonriente y rebosante de vida, Astarté.   

Orión vuele en sí, ensimismado, y continua mirando de reojo a la Diosa. Pero hace caso a Desdémona y la saluda, hasta ahora no era consciente ni de su presencia.

–No te he pedido nunca nada, pero ahora me gustaría pedirte permiso para abrazar a la dama aquí presente –dice Desdémona con voz suave y servicial.

Astarté se acerca contoneando sus caderas y caminando como si flotara. Orión sonríe como un niño y mira a Desdémona con pura envidia, que la Brujah no es capaz de ver debido a su ceguera.

–Es cierto, esta es la primera vez que me pides algo… –dice Orión mirando fijamente y de arriba abajo a Astarté– ¿En verdad deseas matar a esta bella flor? Te mentiría si te dijera que no te envidio…

–Ella también está convencida de que le dé el abrazo –explica Desdémona– además, si lo hago la podrás ver habitualmente.

–Ciertamente no había pensado en la posibilidad de que abrazases a nadie próximamente... –dice Orión embelesado y sonriente– pero adelante… tienes mi permiso para detener el tiempo en esta obra de arte viviente.

–Es guapa y no puedo verla –dice Desdémona sonriendo– que paradoja.

No es guapa… ¡es una Diosa! –dice Orión con los ojos desorbitados mirando a Astarté.

–Literalmente –dice Desdémona en tono jocoso.

Astarté permanece callada, cual lobo antes de cazar… la Diosa se gira hacia Desdémona y se arrodilla ante ella.

–Diosa Astarté, ¿estás de acuerdo en ser abrazada entonces? –pregunta Desdémona mirando a los ojos a la Diosa, ahora arrodillada ente ella.

Astarté cierra los ojos y muestra su cuello desnudo. Sus arterias palpitan y dibujan un rio de suculenta Vitae en el interior de su cuerpo perfecto, tras esa fina y suave piel.

Orión está tan extasiado con la visión de semejante Diosa, que su bestia está a punto de desbocarse y actuar descontroladamente por puro instinto. Por suerte se reprime, apretando sus puños y sus dientes, ahora con colmillos afilados.

¿Puedes calmarlo? –pregunta Desdémona a Astarté, refiriéndose al inestable Orión.

Astarté lanza un beso al aire en dirección a Orión y este se duerme al instante.

Con todo el cariño del mundo y extrema suavidad, Desdémona extiende sus colmillos, muerde el cuello de Astarté y bebe su sabrosísima sangre, hasta que la vacía y su cuerpo queda inerte y pálido.

Astarté está muerta en brazos de Desdémona. La sangre que la Brujah acaba de tomar, es la más dulce que jamás ha probado, es como beber néctar de Dioses. El placer es sublime. La cainita no recuerda nada igual.

La Diosa, ahora blanca, muerta y frágil en brazos de la Brujah extasiada con el estomago lleno de sangre de Diosa.

Desdémona se muerde la muñeca y vierte su sangre sobre la boca de Astarté, resucitando a la bellísima Diosa, en cuestión de segundos, que abre los ojos, tímidamente, a un nuevo mundo de tinieblas. Sus colmillos afilados en su boca y la neonata hambrienta se levanta zafándose de su Sire y lanzándose hacia el cuerpo inconsciente de Orión.

Desdémona la coge y la inmoviliza para proteger la integridad del dormido Orión. Astarté está en frenesí hambriento y su bestia ansia sangre. Tiene hambre, hambre no humana. La Brujah alimenta a su neonata con su propia sangre, hasta que esta se calma saciada y extasiada tras un clímax de placer infinito para ambas.

Astarté mira a los vacíos ojos a Desdémona y le dice susurrando.

–Ahora siento una unión hacia ti que debe ser el vinculo de sangre –dice Astarté con tono meloso– este sentimiento debe ser reciproco –dice Astarté mientras se muerde la muñeca con sus nuevos colmillos dejando correr la sangre por su blanco brazo– Sintamos lo mismo…

–De acuerdo. Me parece justo –dice Desdémona tras lo cual bebe de la sangre de su neonata vinculándose una vez a ella, y equiparando los sentimientos que siente hacia ella, ahora mutuos. Ambas cainitas sienten admiración y cercanía como si fueran amigas de siempre o incluso familiares. Ahora ambas están en igualdad de condiciones con respecto al sagrado vínculo de sangre.

–Deberíamos presentarte en sociedad –dice Desdémona mirando el cuerpo inerte de Orión, tendido en el suelo mientras Aquémenes, su gato se lame el pelaje de la cola sobre el trono de oro– Si no lo hacemos, cualquiera pudiera malinterpretar todo lo ocurrido aquí.

 

Logriksa, Madre de Demonios,
Chiquilla Ravnos de Amal
Petición de una Demonio

Un paisaje desértico, aunque no exactamente como lo recordaba Amal en su sueño premonitorio. Dos figuras se miran profundamente, ambas son de origen infernal.

Uno es Amal, con su piel violeta, sus orejas puntiagudas, su pelo largo, liso y blanco puro, siempre con aspecto oscuro cazador. Ante él, Logriksa, una mujer con aspecto demoniaco. Piel roja brillante, cuernos gruesos y enroscados, patas de carnero y garras afiladas como cuchillas en sus dedos. La “Madre de Demonios” viste ropajes muy extravagantes y atípicos, como de otra era, cultura o plano…

La luna media, la de los jueces, y las estrellas iluminan la escena, no hay ni gota de viento y ante la quietud, ambos hablan seriamente, mirándose a los ojos.

–Amal, quiero disculparme por mi sangrienta llegada a Jerusalén. No fui yo, fueron mis instintos oscuros, digamos que fue un peaje de carne viva que debía pagar para atravesar la puerta que separa nuestros mundos –dice Logriksa con ojos llorosos y un sentimiento de culpa evidente mientras agarra las manos de Amal Faruk, su hijo carnal.

–Hijo, estoy cansada de viajar de la tierra al infierno, sin embardo se como cortar el ciclo y salir de la circulación del infierno. Solo hay una opción que no sea matándonos, debes abrazarme… –pide la “Madre de Demonios” a un atento Amal Faruk.

–Piénsalo Amal –continua la demonio– Dejaré de ser una demonio para ser una cainita y pertenecer a la Estirpe, ni mas mala, ni mas buena que cualquiera de vosotros. Si lo haces, me iré para empezar una nueva vida y no sabrás de mí. Si es lo que deseas…

–Yo hice mi acto de amor liberándote –continua Logriksa con un tono intenso y emotivo– Todos esperaban que te criara como un demonio o te matase para acabar con tu sangre impura. Pero te liberé. Actué por amor. Por eso page siglos de condena en un la negrura… Ahora hazlo tú Amal, haz tu acto de amor. Abrázame y estaremos en paz. Tu acto de amor desinteresado… y yo te lo pagaré haciendo que recuperes tu lugar entre los de tu clan. Aquello que Belcebú te hizo perder. Yo puedo devolverles la vida a todos los que murieron, sabes que tengo el poder para hacerlo y con ello recuperar tu maltrecha reputación entre los Ravnos ¿Qué ocurriría si después de siglos regresa el Ravnos que  expulsaron por matar a su pueblo y lo hace con todos ellos vivos?

Amal escucha atentamente y cada vez tiene más claro lo que va a hacer.

–Tú me abrazas y yo te devuelvo ser Ravnos. Después no volvemos a vernos, si es lo que deseas... Y si después de esto quieres darme caza y matarme, porque es tu trabajo, lucharemos a muerte, te mataré, junto a tus compañeros más preciados. Tú despertarás y yo seguiré mi camino. Si eso es lo que realmente es lo que deseas –dice Logriksa con voz intensa y expresión sincera– Si me abrazas, con ello morirá mi camino y mis poderes infernales. Para ellos habré muerto, habré cambiado de vida, convirtiéndome en una cainita de la Estirpe. Con otras normas y otra no vida. Seré libre al fin…

–Podríamos volver a ser una familia Faruk –continua Logriksa mientras abraza a Amal y le susurra al oído– Abrázame, es la única salida.

Amal Faruk agarra fuertemente a Logriksa y despliega sus colmillos afilados. Con ellos muerde el cuello de su madre y le cuesta traspasar la correosa piel. Cuando lo hace bebe de ella hasta la última gota de sangre. La sangre quema al bajar por la garganta del Ravnos, y el picor en su boca es constante, ¡quema como el inferno! Pero ambos sienten un placer inaudito y extasiado. Así Amal da muerte a la “Madre de Demonios”.

Difunta, pálida, en brazos de su hijo Amal. Ahora sería fácil dejarla muerta y decapitarla para que regresara al infierno, pero el lazo madre hijo es más fuerte que todo lo demás y Amal se muerde la muñeca desangrándose sobre la boca de Logriksa, que vuelve a la vida como cainita, con sus colmillos al aire. La hambrienta neonata bebe de su Sire hasta saciarse y una maquiavélica sonrisa se dibuja en su boca roja, llena de dientes afilados.

–Lo primero que deberás aprender neonata, es a ocultar este aspecto, los humanos no entenderán tu belleza inhumana –dice Amal. Justo tras decirlo, un hombre a camello pasa por allí, rompiendo la paz de la noche y el aspecto de Logriksa se transmuta al de una joven cualquiera, una mujer que no llama la atención entre las demás. Parece que ha heredado la peculiaridad de su Sire de poder ocultar su aspecto a los mundanos. El hombre pasa extrañado al ver a un hombre y a una mujer cualquiera, en medio del desierto, pero poco después olvida que los ha visto y sigue con su vida de humano.

–Te presentaré a los cainitas de Jerusalén como mi neonata Ravnos –dice Amal sonriendo y orgulloso de su pálida creación.

–¿Estarás preparada para cazar a los tuyos? –pregunta Amal.

–Por supuesto Sire –responde Logriksa sonriendo– A partir de ahora es mi destino.

 

382 a. C.

Ha pasado casi un año desde los últimos acontecimientos ¿En que han estado ocupados nuestros protagonistas?

Nahum, el leproso Nosferatu, ha mantenido vigilada la ciudad de Jerusalén, informando puntualmente de cualquier cambio importante al regente Orión. Hay un rumor que se ha instalado en el inconsciente colectivo y es el de que los egipcios van a invadir Jerusalén, asesinando a las mujeres, esclavizando a los hombres y matando a los ancianos y niños. El sentimiento de odio que recorre la comunidad judía empieza a ser preocupante, ya que no van a dejar que ningún egipcio venga a expulsarles de la tierra prometida y mancillen el altar de Yahvé para poner a sus falsos y paganos dioses.

Nahum le transmite a Orión, este preocupante rumor y Ephraim, espía de Orión,  le informa de que ha sido Amal en causante de propagarlo, al parecer no era su intención, debía querer todo lo contrario para preparar un agradable recibimiento a los Setitas que están por venir, pero el Ravnos ha conseguido el efecto contrario y ahora el odio se respira en la ciudad, odio a los egipcios, cortesía de Amal Faruk.

Durante este año y en secreto y las afueras de la ciudad, Amal Faruk se ha dedicado a enseñar a su neonata Logriksa, todo lo relativo a las Disciplinas vampíricas y poderes sobrenaturales que debe saber, al igual que saber sobre asuntos de la Estirpe que le pueden venir bien. El Ravnos tiene claro que su chiquilla cazara más demonios que nadie, ya que sabe todo sobre ellos.

Desdémona, por su parte, también en secreto, todo este año, ha vivido en su cueva con Astarté y se ha dedicado a enseñar a su neonata todo lo que debe saber para valerse por sí misma. Lo bueno es que el vasto conocimiento que Astarté tiene sobre lo oculto, es algo que juega a su favor. Igualmente la Brujah enseña a su neonata cual es la situación política actual y cómo influye la Estirpe en ella.

 

Abraham,
Buscador de las Revelaciones Sagradas,
Matusalén Capadocio, Sire de Meir
Conclave del solsticio de invierno

Se acerca el solsticio de invierno, fecha en la que Orión organiza todos los años, un gran festejo en el salón del trono, donde invita a todos los Vástagos de Jerusalén.

Esta vez será especial ya que lo hará como regente, debido a que aun no han regresado ni Meir, ni Oded y en su ausencia el Toreador es el máximo representante de poder vampírico en Jerusalén.

Música entonada por los mejores trovadores de la zona, amenizan la velada. Las mejores viandas para los ghoules y sirvientes que acompañan a sus señores y Vitae servida en copas de cristal para que los cainitas degusten cuanto deseen y sacien su ansia de la mejor sangre.

Todo está listo cuando los invitados comienzan a llegar poco a poco.

Orión sentado en el trono de oro, viste sus mejores galas y mesa su barba blanca, mientras saluda cordialmente a todos los asistentes por orden de llegada.

Ephraim, el leproso informador de Orión, envuelto en harapos, pasea en solitario y no se involucra en demasiadas conversaciones, más bien escucha todas las que puede sin intervenir, por lo general.

Ava, Ancillae Ventrue, vestida con ropajes negros, por supuesto de la mejor calidad, porta una capa de color azul tirio, color elaborado en la capital fenicia solamente utilizado para vestir a la realeza.

La Ventrue pasea rodeada de un sequito de comerciantes y cortesanos, que le bailan el agua constantemente y permanecen atentos para darle lo que necesite, conversación, Vitae o consejos de toda índole.

Elsh, El Constructor de Templos,
Anciano Toreador
Abraham, sabio Sire de Meir, anciano cadavérico del clan Capadocio. Con aspecto de momia andante, viste con una sencilla túnica de otra época y viene acompañado de Elsh, anciano Toreador de Tiro, maestro arquitecto constructor de templos. El cainita fenicio, viste con modestos ropajes de artesano, ligeramente manchados de material de construcción. No parece tener siglos de antigüedad y decenas de templos construidos a sus espaldas.

Nahum, el leproso, viste sus mejores galas y con la posición de Arconte luce una estaca y un puñal al cinto, que junto a su arco y carcaj con flechas, deja claro que es un cainita de acción. No se encuentra demasiado cómodo en la fiesta pero tiene todo bajo control, sobre todo las puertas y ventanas.

Desdémona, la senescal Brujah, hace aparición. Sus sencillos ropajes de corte griego, cubiertos por una oscura túnica. Acompañada de su fiel lobo Fafner, que camina a su lado derecho, ya que agarrada a su brazo izquierdo la bellísima Astarté, ahora con su piel pálida y sin esa aura de tanto poder como tenía cuando era una Diosa. Su aspecto mortecino inquieta en demasía, pero sigue siendo una de las mujeres más atractivas que han pisado jamás Jerusalén.

La ciega Brujah presenta a su neonata ante todos los presentes y Elsh y Orión, como Toreadores, no le quitan ojo. En general todos los presentes se sienten agradados por la neonata que parece educada y rápidamente integrada.

Cuando ya llevan un par de agradables horas de celebración, cerca de la media noche, Amal Faruk y su neonata, irrumpen en la fiesta. El Ravnos y su aspecto fantástico y Logriksa y su aspecto demoniaco, con un tono de piel ligeramente pálido, mortecino y más apagado que cuando era una demonio de pura sangre.

Las miradas de todos los presentes se posan sobre la increíble pareja, un cazador de demonios del brazo de una demonio de cierto renombre ¡Esto es inaudito!

Desdémona percibe claramente que Logriksa está en el salón y el fuego de la venganza comienza a arder dentro del cuerpo de la Brujah.  Ella fue la que masacró a su familia en la granja hace apenas un año. Astarté agarra fuertemente a su Sire y la susurra palabras suaves para encontrar su calma y que el frenesí no de paso a la bestia descontrolada de una Brujah con potencia para tirar una torre a puñetazos.

–Esto no tiene por qué ser un baño de sangre –susurra Astarté al oído de Desdémona, mientas ésta aprieta sus puños hasta dejar brotar la sangre roja que gotea sobre el suelo de mármol blanco. La neonata de Desdémona, Astarté, acaricia suavemente la cara de Desdémona, mientras esta sigue en tensión y alerta.

–Buenas Orión –dice Amal del brazo de su neonata Logriksa, con un tono amigable una vez se encuentra ante el torno frente a Orión–  Esta es Logriksa, mi chiquilla. La presento en sociedad.

La demonio, ahora neonata de Amal, hace una reverencia dejando ver su larga cola rojiza que se mueve como si tuviera vida propia y cuando baja se ven sus inquietantes cuernos de carnero. Su aspecto es el de una demonio en toda regla.

Orión no da crédito y sin mediar palabra, su mirada perdida se traduce como que el Toreador no se encuentra en este momento y en este lugar. Esta situación le sobrepasa, sin embargo el regente permanece en silencio y pensativo, mientras los susurros se multiplican en el salón y los músicos des tensionan el ambiente con música exquisitamente tocada desde sus laudes en un tono más alto.

El Conclave del solsticio de invierno no ha hecho más que empezar…