Capítulo 18: Retorno a Jerusalén II, Seres de las Tinieblas (538 a.C)

Retorno a Jerusalén
Capítulo II: Seres de las Tinieblas

تولد دوباره به تاریکی
(en Persa)



Nahum
Nahum libre
Hacía mucho tiempo que no era un hombre libre, desde sus orígenes nómadas.  Nahum se encuentra en una taberna bebiendo solo, apartado del gentío que festeja la libertad del pueblo de Israel, intentando pasar desapercibido, ya que para el mundo Nahum está muerto.

Sus compañeros esclavos, ahora libres también, ebrios de vino barato lo identifican y atónitos se abalanzan sobre él sin dar crédito a lo que ven sus ojos. Se habían llevado el cuerpo de Nahum de la obra del Templo, recuerdan claramente su cadáver pálido antes de que fuera llevado a enterrar. ¿un milagro? ¿una farsa? ¿por qué está Nahum entre los vivos?.

El nómada se presenta como Jeremías y niega rotundamente ser Nahum, tal es el convencimiento con el que lo dice que sus compañeros esclavos le creen y piensan que se han equivocado confundiéndole con otro muy parecido a Nahum. Brindan por su compañero muerto y dejan al personaje tranquilo y pensativo.


Benshajar
Benshajar tentado
El sepulturero se encuentra recogiendo sus escasas pertenencias para abandonar su cementerio cuando tres sacerdotes de Marduk se presentan ante él. Le piden ser un sacerdote de Marduk y partir con su pueblo Israelita hacía Jerusalén, donde podría llegar  a ser   Sumo Sacerdote del Dios Marduk.

Benshajar les responde: “Condenaría mi alma, soy venerado por los míos. No puedo traicionar a mi Dios, el Dios de Abraham. Sois unos paganos que intentan tentarme. Vosotros deberíais uniros a la única religión de Yahweh”

Los sacerdotes le chantajean diciendo que saben de sus prácticas de profanación que no son bien vistas en su religión y si en la de Marduk y le prometen el conocimiento sobre la Muerte que tanto anhela conseguir.

Benshajar rechaza su oferta y es amenazado sutilmente por los sacerdotes que le dicen que duerma con un ojo abierto ya que tienen seguidores suyos entre el pueblo Israelita.


Lazarus
Lazarus rechazado
El Héroe se dispone a despedirse de Babilonia, yaciendo en la cama de una adinerada noble que lo ha invitado a beber en una oscura taberna, donde los  secretos son guardados como oro en paño.

La bella noble bebe con Lazarus y tontea con él antes de culminar en un acto del que su marido jamás se enterará. Mientras tanto el apuesto dueño de la taberna adulado por su empleado, el  responsable de la taberna, saluda a la pareja mientras la noble cambia de objetivo carnal. 

Cuando Lazarus quiere darse cuenta la zorra ya se encuentra entre los brazos del rico dueño de la taberna y el Héroe Israelita les ofrece compartir el lecho con ambos a lo que niegan mientras se besan dejando a un lado a Lazarus. Este apura su copa y se va sabiendo que esta noche no copulará con una zorra babilonia, pero que ella se lo pierde.


Meir
Meir ¿corrupto?
Un sacerdote del Templo, recién nombrado por el Rey de Persia para reconstruir el Templo de Jerusalén, se presenta secretamente ante Meir y le ofrece la oportunidad de ascender a sacerdote del Templo, un honor del que pocos son elegidos. El sería el que ascendería a dicho honor, pero para ello debe matar a un corrupto y odioso sacerdote del Templo con un veneno que un encapuchado les proporciona desde las sombras.

Sustituiría a un sacerdote que no merece estar en ese prestigioso lugar, solo llevando un frasco a una taberna, donde el dueño se lo proporcionará a la victima, matándolo en el acto y sin opción a que puedan sospechar de él.

Meir coge el frasco aún sin aceptar y tras la reunión conspirativa lleva el veneno a su amigo Benshajar para que lo diluya y que no haga el efecto mortal predicho. Benshajar dice conocer al objetivo, es alguien respetable por lo que llegan a la conclusión de que se trata de una venganza personal.

Meir tira el veneno y decide no condenarlo declinando la tentación de conseguir influencia y poder a cualquier precio.  


Babilonia bajo los persas
Después de pasar varias vicisitudes, tras la ocupación Persa, Babilonia ahora pertenece al imperio de Ciro II, el Grande, Rey de Persia.

Ciro II justifica ante el pueblo que es bueno y justo sucesor de los antiguos reyes de Sumer y Akad y que les va a tratar bien, además que el dios babilonio Marduk, soberano de los hombres y los países, le ha dado el dominio de Babilonia y su Imperio Neo babilónico y por ello le tienen que obedecer.

Con Ciro, Babilonia se convierte en un centro de aprendizaje y avance científico. Los eruditos babilonios completan mapas de constelaciones ( crean los fundamentos de la astronomía y las matemáticas modernas).


La celebración
En todas las casas y las tabernas del barrio judío de Babilonia se organiza una gran celebración que dura días y noches, previas a la partida del pueblo elegido.

Los personajes se encuentran en la taberna del "Templo hebreo”. Allí en varios grupos se habla de la partida, de cómo se está preparando el éxodo, del regocijo de regresar a Jerusalén, su tierra por derecho y de que todos soportarán las exigencias y la buena voluntad del Rey Ciro de Persia.

En la taberna se organizan los descendientes de los exiliados, sus sacerdotes son ensalzados y entre ellos y varios ancianos coordinan la salida de todo el pueblo de Israel. Estos sacerdotes son nombrados por Ciro oficiales del Templo, otorgándoles un estatus mayor con el que ensalzarán su religión monoteísta.

También sigue habiendo sacerdotes que mantienen un rango menor al de oficial del templo, y estos son los que más contacto tienen con el pueblo, sintiéndose en muchos casos más unidos a sus hermanos israelitas.

En varios de estos grupos se demuestra que la gran mayoría son bastante agresivos, ya que es lo que han vivido en la gran ciudad de Babilonia y también es evidente que todos ellos están muy seguros de sí mismos.

Los israelitas desconocen que los personajes tengan algo que ver con la negociación que ayudó al Rey Ciro a pactar con los dirigentes de su pueblo, sus nombres son desconocidos por las masas.

Meir da un exitoso discurso, llenando de júbilo a todos los presentes, donde ensalza al pueblo de Israel demostrando una vez más por que los sacerdotes son los líderes del pueblo. Benshajar a lado de Meir, apoya su discurso de tal manera que los Israelitas acaban vitoreando al sacerdote y a Yahweh.

Lazarus jarra en mano, rodeado de mujeres mantiene una pose de héroe. No necesita decir palabra alguna, su presencia habla por él.

Nahum lo celebra en solitario, apartado del jolgorio para que nadie le reconozca.

Tras varios discursos regados con aguardiente, los israelitas aquí reunidos, están ansiosos de demostrar que volverán a ser el gran pueblo que Yahweh eligió.

La celebración termina en una pelea muy violenta y agresiva con huesos rotos, miembros amputados y un par de muertos.

Lazarus protege a las mujeres en la pelea, mientras Meir asiste a los heridos, Nahum bebe tranquilamente mientras ve como se rompen huesos y Benshajar se esconde asustado bajo una mesa.

Meir reza una plegaria por los caídos para que su camino al cielo sea tranquilo.


El camino de regreso
El camino de regreso a Jerusalén es largo y tedioso. Su lento paso transcurre a través de los reinos antaño conquistados por Babilonia y ahora persas.

Los personajes han sido asignados en la misma zona de la columna de regreso, donde miles de israelitas retornan a su hogar arrebatado hace casi sesenta años.

Las emociones son de alegría y regocijo, ya que el regreso a Jerusalén es algo soñado por todos alguna vez en su dura vida, quien más y quien menos tiene un viejo familiar o un amigo que vivió en Jerusalén y que murió soñando regresar. La mayoría son descendientes de aquellos exiliados, algún anciano que fue arrancado de su hogar de niño ahora regresará por fin a su querida y santa Jerusalén.

Paisajes escarpados, rocosos desniveles, gargantas de piedra rojiza,  poca agua y dunas de finísima arena donde las temperaturas pueden variar desde un calor abrasador por el día hasta un frío aterrador por la noche.
 
Norte del Mar Muerto

Benshajar durante el camino cuida de los moribundos y si es necesario les ofrece sepultura mientras Meir les oficia el rito del adiós.

Meir se encarga de ayudar a mujeres, niños y ancianos en el duro viaje, cuidando del rebaño como Dios le pidió. Comienza a llamar a Lazarus, la Espada de Miguel, Arcángel de Yahweh.

Lazarus como hombre de armas experimentado protege de peligros a los suyos y se pasea entre el pueblo mostrando su porte heroico para que todos lo admiren.

Nahum es uno de los cazadores que alimenta a los más cercanos con presas y frutos recolectados, con conocimientos adquiridos en  su vida de nómada.


El incidente
Un día cualquiera comienzan a aparecer por la mañana cabras muertas que han perecido de noche,  sin razón aparente de fallecimiento, estaban completamente sanas y bien alimentadas. Por precaución y por si hubieran perecido de alguna enfermedad desconocida para las tierras del norte, no se debería comer su carne y así lo aconsejan los sacerdotes, dejándolas para que los carroñeros den buena cuenta de ellas.

Lazarus y Nahum hacen guardia nocturna para evitar posibles incidentes. Benshajar se arrima a los sabios que los acompañan para aprender los principios de astronomía que los Persas les habían enseñando antes de partir.


El odio local
Los retornados no ven con buenos ojos a los locales, al igual que ellos, ya que ven a los venidos de Babilonia como invasores y traidores. Los lideres que se dirigen hacia Jerusalén nos los van a aceptar como compañeros residentes, ya que supuestamente son adoradores de Yahweh, pero saben que sus costumbres religiosas se han asalvajado de tal modo que sus adoraciones y ritos paganos son irreconocibles para los verdaderos guardianes de la Fe. En Babilonia se ha mantenido la llama encendida gracias a los profetas y sacerdotes cosa que en los alrededores de Jerusalén solo han sobrevivido sin guía alguna.

Los locales miran a los retornados con inquietud, con miedo, con envidia y e incluso con rencor, ya que piensan que se han vendido al invasor.

Un local les escupe mientras pastorea su rebaño y jura a voz en grito que jamás poseerán estas sus tierras, en un dialecto israelita a penas reconocible. Se ocasiona un tumulto de gente que lo apresan le cortan la lengua por blasfemar y le roban su rebaño como pago por su osadía ante los elegidos de Yahweh.

Meir ayuda al sangrante tullido ante las miradas amenazantes de sus compañeros israelitas, no debería tener compasión con un enemigo de Yahweh. Meir sufre una crisis de fe y reza a Dios preguntándose ¿por que tanto sufrimiento?


En tierra de Judea
Ya en tierra de Judea, algunos hombres de armas, familiarizados con la guerra, ven a un ladronzuelo local que está robando en un carro de uno de los oficiales del Templo. Lo apresan, lo encadenan y lo interrogan, es un muchacho judío de las tribus locales.
 
Desiertos de Judea

Los oficiales del templo deliberan muy fugazmente y condenan al joven allí mismo delante de mujeres y niños. La Ley de dios dice: “Ojo por ojo y diente por diente” y le cortan las dos manos, mientras le dejan desangrarse en el desierto.

Meir explica su crisis de fe a sus compañeros sacerdotes y le dicen que el Demonio está tentándole, es una prueba para él, debe superarla. El sacerdote habla de s problema con sus compañeros y Benshajar le aconseja que finja para proteger su senda, Lazarus con firmeza le dice que no han sido elegidos para gobernar y sí para acatar órdenes, y debe limitarse a hacer lo que debe sin cuestionarse nada, él como soldado lo tiene muy claro.

Meir sigue el consejo de Benshajar y finge que su crisis ha dado fin, venciendo la tentación del maligno, acto que celebran sus compañeros sacerdotes.


Jeziel, Oficial del Templo
Buscando a Séfora
Jeziel, Oficial del templo, reúne a los personajes. Es anciano, lleva un chal que usa en momentos de oración y un cuerno de carnero.

Le han hablado muy bien de los personajes y de cómo solventaron el asunto de la Traición a Babilonia, seguro que fue una difícil situación y no todos son elegidos para hablar frente a todo un Rey Persa.

Hace sonar el shofar, que es un cuerno de carnero atado con junco, para aumentar su resonancia. Y les dice señalando el cuerno:

“Es posible que éstos cuernos hayan sido los que derribaron con su rugido los muros de Jericó o que al menos su sonido haya asustado tanto a sus habitantes como para abrir las puertas.” 

“Sois bienaventurados ya que personas importantes han hablado bien de vosotros, hermanos y os he llamado para pediros ayuda. Debéis buscar a la hija de un buen amigo. Su nombre es Séfora y tiene dieciséis años. Es importante mantener el asunto con cierto tacto y sutileza ya que su madre es viuda y no quiere escándalos.”

Su madre llorosa, Adalia, está en un segundo plano en el Sukot, tienda de desierto hebrea. Adalia llorosa dice que sospecha de un muchacho llamado Saulo, que la ha rondado en Babilonia y cree que ha aprovechado la convulsa situación para escaparse con ella. Adalia les da una descripción del chico.

Cuando los personajes abandonan el lugar el oficial del Templo abraza con mucho cariño a la mujer.
 
Adalia, la madre
Benshajar y Meir se fijan en la reacción de oficial del templo y llegan a la conclusión de que la desaparecida puede ser también su hija, seguramente  secreta, aunque lo sacerdotes pueden tener mujer, no se deben haber desposado ya que la mujer es viuda y estaría mal visto entre la comunidad.

Comienzan a buscar a la chico pensando que así darán con la chica y mientras están con ello encuentran más cabras muertas. Tienen la sensación de que alguien les observa.

Lazarus reúne a un grupo de guardianes que pide que trabajen en secreto  para él y que le alerten si ven al chico llamado Saulo, dándoles su descripción. Todos están pletóricos de que el héroe Lazarus les haya pedido algo y le ayudarán por encima de todo.

Meir pide investigar los cuerpos de las cabras muertas. Lo hace en secreto en una tienda apartada y protegida por alguno de los guardianes de Lazarus. Los animales parecen no tener sangre y tienen unas incisiones en las ubres, parecen heridas recientes por donde pueden haber perdido sangre, son dos incisiones redondas separadas por un  par de dedos de distancia, como si les hubieran clavado un par de puntas de daga muy afiladas. Abriendo su cuerpo descubre que no hay una sola gota de sangre en las arterias.

Meir llega a la conclusión de que son Vampiros, criaturas del Demonio. Meir reúne a sus amigos para contarles su siniestra hipótesis mientras da fuego a los cuerpos de los animales desangrados.


La amenaza
Nahum busca al chico en los alrededores del campamento y ante él la horrible visión de un torbellino de sombras que se materializa en un oscuro ser gigante hecho de sombras y con los ojos en llamas que le susurra al oído con voz de ultratumba “déjala o morirás maldito junto con toda tu estirpe”. Nahum le lanza una flecha y esta le atraviesa como si estuviera hecho de humo. Después huye aterrado lejos de lo ocurrido y se esconde en unas cuevas esperando su muerte.  

Al no regresar Nahum en un día entero, los personajes inquietos deciden ir a buscarlo y siguiendo su rastro lo encuentran aterrado, oculto en una cueva y apuntándoles con una de sus fletas en su arco tensado. Nahum explica lo que ha visto y sin hacerle mucho caso, lo tranquilizan y regresan juntos al campamento.

Inquietos siguen con el asunto, uno de los guardias de Lazarus encuentra el cuerpo de un chico muerto tirado a un lado del camino. Responde a la descripción dada por la madre de Séfora, es Saulo.
 
Saulo, el novio
Lazarus ve como el cuerpo está frío y tiene unas marcas en el cuello igual que las de las cabras. De pronto ve como el chico levanta, mientras le comen los gusanos y se va adentrando en el desierto. Lo sigue mientras comienza a difuminarse y se pierde en la oscuridad del desierto. ¿Era su atormentada alma quizás?. No hay rastro alguno del chico y el temor empieza a invadir a los personajes. ¿Puede ser que Nahum tuviera razón al contar su tenebrosa visión?

Lazarus explica nervioso lo que ha visto y encuentra un rastro que les conduce a un pequeño campamento nómada que ha sido atacado recientemente, este rastro parce de alguien ligero y previamente se había perdido en el campamento de los israelitas. En el pequeño campamento nómada  hay dos hombres durmiendo en sus sacos de piel de becerro, que al intentar despertarlos descubren que están muertos, tienen las marcas de mordisco en el cuello y han muerto desangrados. Ben se hace con una antorcha improvisada, el fuego purificador limpia todo mal.

Lazarus y Benshajar empieza a oler a descompuesto, tanto que llegan a vomitar y a encontrarse fatal. Regresan a limpiarse su aliento con agua ardiente ayudados por el resto de personajes.

El rastro de la chica parece perderse de nuevo hacia el final de la columna de retornados. Parece que alguien sigue sus pasos, una mujer, y hay rastros de sangre que gotean de la perseguidora.

El grupo cuenta lo que ha sucedido al Oficial de Templo que les ha encargado la empresa y al hacerlo este aterrorizado y envuelto por el pánico más absoluto entra en un estado de catatonia inducido por la horrible historia.

Los personajes son conscientes de que si lo sucedido llega a ser conocido por las gentes, el pánico se apoderaría de ellos por completo y reinaría el caos, ganando así el maligno. 


Combatiendo las Tinieblas
Finalmente se encuentran con la perseguidora que está alimentarse de Séfora con unos largos colmillos ensangrentados. Cuando los ve les rige con las fauces abiertas enseñándoles los colmillos, acto que aterroriza a los personajes de una forma que jamás habían sentido.
 
Vampiresa Ravnos

Algunos de los personajes ven a un oficial del Templo que les dice que la dejen en paz o serán castigados por Yahweh. Mientras lo dice, un viento huracanado comienza a soplar y el sacerdote les alerta de la ira de Dios mientras les dice que abandonen o serán horriblemente castigados.

La vampiresa carga a muerte contra los personajes con ira irracional en sus ojos y sus colmillos listos para morder. Todo el grupo tienen un enfrentamiento con la atractiva vampiresa que les ataca con todo lo que puede incluyendo sus peligrosos colmillos.

Nahum ataca a distancia con su arco y Lazarus, ardiendo en llamas atacado por los poderes de la vampiresa atesta severos golpes y acaba decapitando a la criatura, momento en el que deja de arder, al parecer influenciado por algún tipo de poder de la vampiresa.

El cuerpo de la criatura de la noche ha envejecido al igual que su cara que es quemada por Meir en una fogata junto a sus restos, que arden como la paja seca.

Meir con sus conocimientos de medicina salva a Séfora de morir desangrada y su madre se abraza a su hija casi inerte. Lazarus carga con la joven y la llevan a descansar a un lugar seguro.

Los personajes buscan a Jeziel, el Oficial del Templo, y este no está para recibirles.

Séfora, la hija
Los personajes cuidan a Séfora mientras su madre no se aparta de ella, cuando se percatan de que tiene colmillos como la vampiresa que mataron la noche anterior. Séfora les ataca y Lazarus la decapita al igual que hizo con su Sire de las tinieblas.  Su madre llora en shock y cuando despierta está bien y pregunta por su hija, que ha sido quemada a sus espaldas por los personajes, eso sí, tras Meir darle al cuerpo la extrema unción.

Meir alerta a sus compañeros de que no duden en matarle si cambia y se convierte en un vampiro. Y el sacerdote se pasa la noche rezando por sus almas.

Al parecer Adalia madre de Séfora ha olvidado todo lo ocurrido, su mente intenta protegerla de la horrible realidad. Benshajar aconsejado por Meir le dice a la madre que Séfora ha huido a Babilonia con Saulo, que se ha casado y que es feliz allí. La madre se entristece pero lo entiende y espera que su hija sea feliz y viva en paz.

Meir comienza a escribir sus aventuras en un relato al que llama: “Los retornados”

Jeziel, el Oficial del Templo les recompensa con algunos recursos por haber descubierto el paradero de Séfora, lo hace muy pálido y sin mediar palabra. A los personajes les queda la duda de que es lo que sabe o cree saber sobre lo ocurrido, pero Jeziel no parece tener ganas de remover las ascuas ya apagadas.


El enfermo
Una noche antes de llegar a Jerusalén, a las afueras del campamento, Nahum regresaba de coger agua cuando el nómada se percata de que un oscuro transeúnte arrodillado va a ser decapitado en secreto por un hombre armado con una gran espada, a su lado otro hombre ilumina la escena con una antorcha.

Nahum acude en su ayuda y salva la vida del indefenso encapuchado justo en el momento en el que va a caer la espada sobre su cuello. Los atacantes ordenan Nahum que se largue de aquí, este asunto no le incumbe. El nómada los ahuyenta y salva la vida del condenado a muerte. Cuando le ayuda a incorporarse el encapuchado le estornuda en la cara un asqueroso esputo sangriento que le llega a Nahum hasta la garganta. El quemazón y el asco es indescriptible y el hombre se asusta huyendo mientras el nómada se queda arrodillado vomitando bilis y todo lo que ha cenado.

De pronto en el campamento hay un grupo de hombres armados con antorchas que tapándose la boca con las capas rodean al leproso y lo queman vivo ante el asombro de los atónitos espectadores. Los gritos y el olor a carne quemada se apoderan de la noche.

La violencia una vez más ha hecho aparición acabando en la muerte del enfermo por el fuego purificador.

Nahum, oculta su malestar, pero esa noche no puede descansar. Su temperatura ha subido y la fiebre le impide pensar con claridad. Se pasa la velada tosiendo sangre, con una sensación de quemazón que recorre sus entrañas y que empieza a transformarse en picor por toda su piel. Nahum empieza a rascarse y poco a poco su piel empieza a pudrirse y a desmenuzarse como un terrón de arena congelada y sus miembros están alargándose de una forma tan grotesca que le hacen parecer un verdadero monstruo.
 
Nahum, el leproso

Sea cual fuere la enfermedad que tuviera el inoportuno transeúnte está claro que se la ha contagiado a Nahum, y por alguna razón los síntomas de la misma se expanden igual de rápido que el fuego en un pajar.

Nahum sabe cuál es su destino si alguien se entera de su nueva condición, sin duda alguna sería el final de sus días, así que decide irse y morir dignamente en la soledad del desierto, en el mismo lugar donde nació.


Descanso de israelitas

La llegada a la tierra Prometida
Por desgracia, las condiciones en Jerusalén y sus alrededores no depararon a los israelitas que volvían, un regreso muy optimista ni alborozado. La región estaba todavía virtualmente deshabitada.

Así que tras los sacrificios iniciales y las oraciones, el siguiente punto del día era proseguir con los aspectos prácticos de supervivencia.

Hubo por supuesto, exultación por estar de vuelta en Jerusalén. No obstante no quedaba gran cosa de Jerusalén en aquel entonces, y la mayoría de los que retornaron vivían fuera de la ciudad, en las regiones al sur.

Establecer cultivos, construir casas y crear acuerdos comerciales con las aldeas vecinas se convirtió en prioritario.


Lazarus intenta organizar a los hombres que le han ayudado como guardianes durante el trayecto para tener una protección organizada.

Benshajar ayuda a los enfermos y entierra dignamente a los muertos, si hiciera falta, con el apoyo espiritual de Meir que reza y oficia las ceremonias de despedida.

Meir a solas, entierra en tierra de Judá, los restos de sus antepasados que con tanto celo guardaba para que descansen en la tierra de la que fueron injustamente expulsados. Con esta ceremonia personal da descanso a las almas de los suyos que tanto tiempo llevan sin descanso.  


Los cultivos
La tierra, no obstante, seguía asolada desde la venganza de Nabucodonosor, las tierras habían sido sembradas con sal para que nada pudiese crecer y habían hecho falta generaciones para que comenzara a germinar algo. Los cultivos eran pobres, había poca caza y la supervivencia continuaba siendo absolutamente precaria.


Construyendo casas
Montaron, los llamados sukot, cabinas o tabernáculos, de origen israelita parecidos a los que construyeron por primera vez hace siglos sus antepasados cuando vinieron por primera vez a estas tierras huyendo del yugo egipcio.

Estos sukot eran insuficientes para las altas temperaturas del día y el frio de la noche que calaba hasta los huesos. A penas disponían de recursos para cubrir de pieles y telas estos tabernáculos donde se afinaban familias enteras.


Acuerdos comerciales
Comenzaron a tantear para afianzar los primeros acuerdos comerciales con las aldeas vecinas.

Era una ardua tarea ya que la hostilidad de los lugareños locales era notoria ya que sentían como si los extranjeros acomodados venidos de Babilonia, venían a quitarles sus tierras y a darles órdenes desde lo alto de sus sanos caballos.

Sumando eso a que apenas nada crecía en las inmediaciones y que la caza era casi inexistente, casi nos les quedaba materia prima después de alimentar a los miles de israelitas retornados ahora acampados la mayoría en las tierras del sur de Judea.