Retorno a
Jerusalén
Capítulo II: Seres de las Tinieblas
تولد دوباره به تاریکی
(en Persa)
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Nahum |
Nahum libre
Hacía mucho tiempo
que no era un hombre libre, desde sus orígenes nómadas. Nahum se encuentra en una taberna bebiendo
solo, apartado del gentío que festeja la libertad del pueblo de Israel,
intentando pasar desapercibido, ya que para el mundo Nahum está muerto.
Sus compañeros
esclavos, ahora libres también, ebrios de vino barato lo identifican y atónitos
se abalanzan sobre él sin dar crédito a lo que ven sus ojos. Se habían llevado
el cuerpo de Nahum de la obra del Templo, recuerdan claramente su cadáver pálido
antes de que fuera llevado a enterrar. ¿un milagro? ¿una farsa? ¿por qué está
Nahum entre los vivos?.
El nómada se presenta
como Jeremías y niega rotundamente ser Nahum, tal es el convencimiento con el
que lo dice que sus compañeros esclavos le creen y piensan que se han
equivocado confundiéndole con otro muy parecido a Nahum. Brindan por su
compañero muerto y dejan al personaje tranquilo y pensativo.
Benshajar |
Benshajar tentado
El
sepulturero se encuentra recogiendo sus escasas pertenencias para abandonar su
cementerio cuando tres sacerdotes de Marduk se presentan ante él. Le piden ser
un sacerdote de Marduk y partir con su pueblo Israelita hacía Jerusalén, donde
podría llegar a ser Sumo Sacerdote del Dios Marduk.
Benshajar
les responde: “Condenaría mi alma, soy
venerado por los míos. No puedo traicionar a mi Dios, el Dios de Abraham. Sois
unos paganos que intentan tentarme. Vosotros deberíais uniros a la única
religión de Yahweh”
Los
sacerdotes le chantajean diciendo que saben de sus prácticas de profanación que
no son bien vistas en su religión y si en la de Marduk y le prometen el
conocimiento sobre la Muerte que tanto anhela conseguir.
Benshajar rechaza su
oferta y es amenazado sutilmente por los sacerdotes que le dicen que duerma con
un ojo abierto ya que tienen seguidores suyos entre el pueblo Israelita.
Lazarus |
Lazarus rechazado
El Héroe se dispone a
despedirse de Babilonia, yaciendo en la cama de una adinerada noble que lo ha
invitado a beber en una oscura taberna, donde los secretos son guardados como oro en paño.
La bella noble bebe
con Lazarus y tontea con él antes de culminar en un acto del que su marido
jamás se enterará. Mientras tanto el apuesto dueño de la taberna adulado por su
empleado, el responsable de la taberna, saluda
a la pareja mientras la noble cambia de objetivo carnal.
Cuando Lazarus quiere
darse cuenta la zorra ya se encuentra entre los brazos del rico dueño de la
taberna y el Héroe Israelita les ofrece compartir el lecho con ambos a lo que
niegan mientras se besan dejando a un lado a Lazarus. Este apura su copa y se
va sabiendo que esta noche no copulará con una zorra babilonia, pero que ella se
lo pierde.
Meir |
Meir ¿corrupto?
Un sacerdote del
Templo, recién nombrado por el Rey de Persia para reconstruir el Templo de
Jerusalén, se presenta secretamente ante Meir y le ofrece la oportunidad de
ascender a sacerdote del Templo, un honor del que pocos son elegidos. El sería
el que ascendería a dicho honor, pero para ello debe matar a un corrupto y
odioso sacerdote del Templo con un veneno que un encapuchado les proporciona
desde las sombras.
Sustituiría a un
sacerdote que no merece estar en ese prestigioso lugar, solo llevando un frasco a una taberna, donde el dueño se lo proporcionará a la victima, matándolo en
el acto y sin opción a que puedan sospechar de él.
Meir coge el frasco
aún sin aceptar y tras la reunión conspirativa lleva el veneno a su amigo Benshajar
para que lo diluya y que no haga el efecto mortal predicho. Benshajar dice
conocer al objetivo, es alguien respetable por lo que llegan a la conclusión
de que se trata de una venganza personal.
Meir tira el veneno y
decide no condenarlo declinando la tentación de conseguir influencia y poder a
cualquier precio.
Babilonia bajo los persas
Después de pasar
varias vicisitudes, tras la ocupación Persa, Babilonia ahora pertenece al
imperio de Ciro II, el Grande, Rey de Persia.
Ciro II justifica ante el pueblo que es bueno y
justo sucesor de los antiguos reyes de Sumer y Akad y que les va a tratar bien,
además que el dios babilonio Marduk, soberano de los hombres y los países, le
ha dado el dominio de Babilonia y su Imperio Neo babilónico y por ello le
tienen que obedecer.
Con Ciro, Babilonia
se convierte en un centro de aprendizaje y avance científico. Los eruditos
babilonios completan mapas de constelaciones ( crean los fundamentos de
la astronomía y las matemáticas modernas).
La celebración
En todas las casas y
las tabernas del barrio judío de Babilonia se organiza una gran celebración que
dura días y noches, previas a la partida del pueblo elegido.
Los personajes se
encuentran en la taberna del "Templo hebreo”. Allí en varios grupos se habla de
la partida, de cómo se está preparando el éxodo, del regocijo de regresar a
Jerusalén, su tierra por derecho y de que todos soportarán las exigencias y la
buena voluntad del Rey Ciro de Persia.
En la taberna se organizan los descendientes de los exiliados, sus
sacerdotes son ensalzados y entre ellos y varios ancianos coordinan la salida
de todo el pueblo de Israel. Estos sacerdotes son nombrados por Ciro oficiales
del Templo, otorgándoles un estatus mayor con el que ensalzarán su religión
monoteísta.
También sigue habiendo
sacerdotes que mantienen un rango menor al de oficial del templo, y estos son
los que más contacto tienen con el pueblo, sintiéndose en muchos casos más unidos a sus hermanos israelitas.
En varios de estos
grupos se demuestra que la gran mayoría son bastante agresivos, ya que es lo que
han vivido en la gran ciudad de Babilonia y también es evidente que todos ellos están muy seguros
de sí mismos.
Los israelitas
desconocen que los personajes tengan algo que ver con la negociación que ayudó
al Rey Ciro a pactar con los dirigentes de su pueblo, sus nombres son
desconocidos por las masas.
Meir da un exitoso
discurso, llenando de júbilo a todos los presentes, donde ensalza al pueblo de
Israel demostrando una vez más por que los sacerdotes son los líderes del
pueblo. Benshajar a lado de
Meir, apoya su discurso de tal manera que los Israelitas acaban vitoreando al
sacerdote y a Yahweh.
Lazarus jarra en
mano, rodeado de mujeres mantiene una pose de héroe. No necesita decir palabra
alguna, su presencia habla por él.
Nahum lo celebra en
solitario, apartado del jolgorio para que nadie le reconozca.
Tras varios discursos
regados con aguardiente, los israelitas aquí reunidos, están ansiosos de demostrar
que volverán a ser el gran pueblo que Yahweh
eligió.
La celebración
termina en una pelea muy violenta y agresiva con huesos rotos, miembros
amputados y un par de muertos.
Lazarus protege a las
mujeres en la pelea, mientras Meir asiste a los heridos, Nahum bebe
tranquilamente mientras ve como se rompen huesos y Benshajar se esconde
asustado bajo una mesa.
Meir reza una
plegaria por los caídos para que su camino al cielo sea tranquilo.
El camino de regreso
El camino de regreso
a Jerusalén es largo y tedioso. Su lento paso transcurre a través de los
reinos antaño conquistados por Babilonia y ahora persas.
Los personajes han
sido asignados en la misma zona de la columna de regreso, donde miles de israelitas
retornan a su hogar arrebatado hace casi sesenta años.
Las emociones son de alegría
y regocijo, ya que el regreso a Jerusalén es algo soñado por todos alguna vez en su dura vida, quien más y quien menos tiene un viejo familiar o un amigo que
vivió en Jerusalén y que murió soñando regresar. La mayoría son descendientes
de aquellos exiliados, algún anciano que fue arrancado de su hogar de niño
ahora regresará por fin a su querida y santa Jerusalén.
Paisajes escarpados,
rocosos desniveles, gargantas de piedra rojiza, poca agua y dunas
de finísima arena donde las temperaturas pueden variar desde un calor abrasador por
el día hasta un frío aterrador por la noche.
Benshajar durante el
camino cuida de los moribundos y si es necesario les ofrece sepultura mientras
Meir les oficia el rito del adiós.
Meir se encarga de
ayudar a mujeres, niños y ancianos en el duro viaje, cuidando del rebaño como
Dios le pidió. Comienza a llamar a Lazarus, la Espada de Miguel, Arcángel de Yahweh.
Lazarus como hombre
de armas experimentado protege de peligros a los suyos y se pasea entre el
pueblo mostrando su porte heroico para que todos lo admiren.
Nahum es uno de los
cazadores que alimenta a los más cercanos con presas y frutos recolectados, con
conocimientos adquiridos en su vida de nómada.
El incidente
Un día cualquiera comienzan
a aparecer por la mañana cabras muertas que han perecido de noche, sin razón aparente de fallecimiento, estaban
completamente sanas y bien alimentadas. Por precaución y por si hubieran
perecido de alguna enfermedad desconocida para las tierras del norte, no se
debería comer su carne y así lo aconsejan los sacerdotes, dejándolas para que
los carroñeros den buena cuenta de ellas.
Lazarus y Nahum hacen
guardia nocturna para evitar posibles incidentes. Benshajar se arrima a
los sabios que los acompañan para aprender los principios de astronomía que los
Persas les habían enseñando antes de partir.
El odio local
Los retornados no ven
con buenos ojos a los locales, al igual que ellos, ya que ven a los venidos de
Babilonia como invasores y traidores. Los lideres que se dirigen hacia
Jerusalén nos los van a aceptar como compañeros residentes, ya que
supuestamente son adoradores de Yahweh,
pero saben que sus costumbres religiosas se han asalvajado de tal modo que sus
adoraciones y ritos paganos son irreconocibles para los verdaderos guardianes
de la Fe. En Babilonia se ha mantenido la llama encendida gracias a los
profetas y sacerdotes cosa que en los alrededores de Jerusalén solo han
sobrevivido sin guía alguna.
Los locales miran a
los retornados con inquietud, con miedo, con envidia y e incluso con rencor, ya
que piensan que se han vendido al invasor.
Un local les escupe
mientras pastorea su rebaño y jura a voz en grito que jamás poseerán estas sus
tierras, en un dialecto israelita a penas reconocible. Se ocasiona un tumulto
de gente que lo apresan le cortan la lengua por blasfemar y le roban su rebaño
como pago por su osadía ante los elegidos de Yahweh.
Meir ayuda al
sangrante tullido ante las miradas amenazantes de sus compañeros israelitas, no
debería tener compasión con un enemigo de Yahweh. Meir sufre una crisis de fe y
reza a Dios preguntándose ¿por que tanto sufrimiento?
En tierra de Judea
Ya en tierra de Judea,
algunos hombres de armas, familiarizados con la guerra, ven a un ladronzuelo
local que está robando en un carro de uno de los oficiales del Templo. Lo
apresan, lo encadenan y lo interrogan, es un muchacho judío de las tribus
locales.
Los oficiales del
templo deliberan muy fugazmente y condenan al joven allí mismo delante de
mujeres y niños. La Ley de dios dice: “Ojo por ojo y diente por diente” y le
cortan las dos manos, mientras le dejan desangrarse en el desierto.
Meir explica su
crisis de fe a sus compañeros sacerdotes y le dicen que el Demonio está
tentándole, es una prueba para él, debe superarla. El sacerdote habla de s
problema con sus compañeros y Benshajar le aconseja que finja para proteger su
senda, Lazarus con firmeza le dice que no han sido elegidos para gobernar y sí
para acatar órdenes, y debe limitarse a hacer lo que debe sin cuestionarse
nada, él como soldado lo tiene muy claro.
Meir sigue el consejo
de Benshajar y finge que su crisis ha dado fin, venciendo la tentación del
maligno, acto que celebran sus compañeros sacerdotes.
Jeziel, Oficial del Templo |
Buscando a Séfora
Jeziel, Oficial del
templo, reúne a los personajes. Es anciano, lleva un chal que usa en momentos
de oración y un cuerno de carnero.
Le han hablado muy
bien de los personajes y de cómo solventaron el asunto de la Traición a
Babilonia, seguro que fue una difícil situación y no todos son elegidos para
hablar frente a todo un Rey Persa.
Hace sonar el shofar,
que es un cuerno de carnero atado con junco, para aumentar su resonancia. Y les
dice señalando el cuerno:
“Es posible que éstos cuernos hayan sido los que
derribaron con su rugido los muros de Jericó o que al menos su sonido haya
asustado tanto a sus habitantes como para abrir las puertas.”
“Sois bienaventurados ya que personas importantes han
hablado bien de vosotros, hermanos y os he llamado para pediros ayuda. Debéis
buscar a la hija de un buen amigo. Su nombre es Séfora y tiene dieciséis años.
Es importante mantener el asunto con cierto tacto y sutileza ya que su madre es
viuda y no quiere escándalos.”
Su madre llorosa,
Adalia, está en un segundo plano en el Sukot, tienda de desierto hebrea. Adalia
llorosa dice que sospecha de un muchacho llamado Saulo, que la ha rondado en
Babilonia y cree que ha aprovechado la convulsa situación para escaparse con
ella. Adalia les da una descripción del chico.
Cuando los personajes
abandonan el lugar el oficial del Templo abraza con mucho cariño a la mujer.
Benshajar y Meir se
fijan en la reacción de oficial del templo y llegan a la conclusión de que la desaparecida
puede ser también su hija, seguramente secreta, aunque lo sacerdotes pueden tener
mujer, no se deben haber desposado ya que la mujer es viuda y estaría mal visto
entre la comunidad.
Comienzan a buscar a
la chico pensando que así darán con la chica y mientras están con ello encuentran
más cabras muertas. Tienen la sensación de que alguien les observa.
Lazarus reúne a un
grupo de guardianes que pide que trabajen en secreto para él y que le alerten si ven al chico
llamado Saulo, dándoles su descripción. Todos están pletóricos de que el héroe
Lazarus les haya pedido algo y le ayudarán por encima de todo.
Meir pide investigar
los cuerpos de las cabras muertas. Lo hace en secreto en una tienda apartada y
protegida por alguno de los guardianes de Lazarus. Los animales parecen no
tener sangre y tienen unas incisiones en las ubres, parecen heridas recientes
por donde pueden haber perdido sangre, son dos incisiones redondas separadas
por un par de dedos de distancia, como
si les hubieran clavado un par de puntas de daga muy afiladas. Abriendo su
cuerpo descubre que no hay una sola gota de sangre en las arterias.
Meir llega a la
conclusión de que son Vampiros, criaturas del Demonio. Meir reúne a sus amigos
para contarles su siniestra hipótesis mientras da fuego a los cuerpos de los
animales desangrados.
La amenaza
Nahum busca al chico
en los alrededores del campamento y ante él la horrible visión de un torbellino
de sombras que se materializa en un oscuro ser gigante hecho de sombras y con
los ojos en llamas que le susurra al oído con voz de ultratumba “déjala o morirás maldito junto con toda tu
estirpe”. Nahum le lanza una flecha y esta le atraviesa como si estuviera
hecho de humo. Después huye aterrado lejos de lo ocurrido y se esconde en unas
cuevas esperando su muerte.
Al no regresar Nahum
en un día entero, los personajes inquietos deciden ir a buscarlo y siguiendo su
rastro lo encuentran aterrado, oculto en una cueva y apuntándoles con una de
sus fletas en su arco tensado. Nahum explica lo que ha visto y sin hacerle
mucho caso, lo tranquilizan y regresan juntos al campamento.
Inquietos siguen con
el asunto, uno de los guardias de Lazarus encuentra el cuerpo de un chico muerto
tirado a un lado del camino. Responde a la descripción dada por la madre de
Séfora, es Saulo.
Lazarus ve como el
cuerpo está frío y tiene unas marcas en el cuello igual que las de las cabras.
De pronto ve como el chico levanta, mientras le comen los gusanos y se va
adentrando en el desierto. Lo sigue mientras comienza a difuminarse y se pierde
en la oscuridad del desierto. ¿Era su atormentada alma quizás?. No hay rastro
alguno del chico y el temor empieza a invadir a los personajes. ¿Puede ser que
Nahum tuviera razón al contar su tenebrosa visión?
Lazarus explica
nervioso lo que ha visto y encuentra un rastro que les conduce a un pequeño campamento
nómada que ha sido atacado recientemente, este rastro parce de alguien ligero y
previamente se había perdido en el campamento de los israelitas. En el pequeño
campamento nómada hay dos hombres
durmiendo en sus sacos de piel de becerro, que al intentar despertarlos descubren
que están muertos, tienen las marcas de mordisco en el cuello y han muerto
desangrados. Ben se hace con una antorcha improvisada, el fuego purificador
limpia todo mal.
Lazarus y Benshajar empieza
a oler a descompuesto, tanto que llegan a vomitar y a encontrarse fatal. Regresan
a limpiarse su aliento con agua ardiente ayudados por el resto de personajes.
El rastro de la chica
parece perderse de nuevo hacia el final de la columna de retornados. Parece que
alguien sigue sus pasos, una mujer, y hay rastros de sangre que gotean de la
perseguidora.
El grupo cuenta lo
que ha sucedido al Oficial de Templo que les ha encargado la empresa y al
hacerlo este aterrorizado y envuelto por el pánico más absoluto entra en un
estado de catatonia inducido por la horrible historia.
Los personajes son
conscientes de que si lo sucedido llega a ser conocido por las gentes, el
pánico se apoderaría de ellos por completo y reinaría el caos, ganando así el
maligno.
Combatiendo las
Tinieblas
Finalmente se
encuentran con la perseguidora que está alimentarse de Séfora con unos largos
colmillos ensangrentados. Cuando los ve les rige con las fauces abiertas enseñándoles
los colmillos, acto que aterroriza a los personajes de una forma que jamás habían
sentido.
Algunos de los
personajes ven a un oficial del Templo que les dice que la dejen en paz o serán
castigados por Yahweh. Mientras lo
dice, un viento huracanado comienza a soplar y el sacerdote les alerta de la
ira de Dios mientras les dice que abandonen
o serán horriblemente castigados.
La vampiresa carga a
muerte contra los personajes con ira irracional en sus ojos y sus colmillos
listos para morder. Todo el grupo tienen un enfrentamiento con la atractiva vampiresa
que les ataca con todo lo que puede incluyendo sus peligrosos colmillos.
Nahum ataca a
distancia con su arco y Lazarus, ardiendo en llamas atacado por los poderes de
la vampiresa atesta severos golpes y acaba decapitando a la criatura, momento
en el que deja de arder, al parecer influenciado por algún tipo de poder de la
vampiresa.
El cuerpo de la
criatura de la noche ha envejecido al igual que su cara que es quemada por Meir
en una fogata junto a sus restos, que arden como la paja seca.
Meir con sus
conocimientos de medicina salva a Séfora de morir desangrada y su madre se
abraza a su hija casi inerte. Lazarus carga con la joven y la llevan a
descansar a un lugar seguro.
Los personajes buscan
a Jeziel, el Oficial del Templo, y este no está para recibirles.
Séfora, la hija |
Los personajes cuidan
a Séfora mientras su madre no se aparta de ella, cuando se percatan de que
tiene colmillos como la vampiresa que mataron la noche anterior. Séfora les
ataca y Lazarus la decapita al igual que hizo con su Sire de las
tinieblas. Su madre llora en shock y
cuando despierta está bien y pregunta por su hija, que ha sido quemada a sus
espaldas por los personajes, eso sí, tras Meir darle al cuerpo la extrema
unción.
Meir alerta a sus
compañeros de que no duden en matarle si cambia y se convierte en un vampiro. Y
el sacerdote se pasa la noche rezando por sus almas.
Al parecer Adalia
madre de Séfora ha olvidado todo lo ocurrido, su mente intenta protegerla de la
horrible realidad. Benshajar aconsejado por Meir le dice a la madre que Séfora
ha huido a Babilonia con Saulo, que se ha casado y que es feliz allí. La madre
se entristece pero lo entiende y espera que su hija sea feliz y viva en paz.
Meir comienza a
escribir sus aventuras en un relato al que llama: “Los retornados”
Jeziel, el Oficial
del Templo les recompensa con algunos recursos por haber descubierto el
paradero de Séfora, lo hace muy pálido y sin mediar palabra. A los personajes
les queda la duda de que es lo que sabe o cree saber sobre lo ocurrido, pero
Jeziel no parece tener ganas de remover las ascuas ya apagadas.
El enfermo
Una noche antes de
llegar a Jerusalén, a las afueras del campamento, Nahum regresaba de coger agua
cuando el nómada se percata de que un oscuro transeúnte arrodillado va a ser
decapitado en secreto por un hombre armado con una gran espada, a su lado otro
hombre ilumina la escena con una antorcha.
Nahum acude en su
ayuda y salva la vida del indefenso encapuchado justo en el momento en el que
va a caer la espada sobre su cuello. Los atacantes ordenan Nahum que se largue
de aquí, este asunto no le incumbe. El nómada los ahuyenta y salva la vida del
condenado a muerte. Cuando le ayuda a incorporarse el encapuchado le estornuda
en la cara un asqueroso esputo sangriento que le llega a Nahum hasta la
garganta. El quemazón y el asco es indescriptible y el hombre se asusta huyendo
mientras el nómada se queda arrodillado vomitando bilis y todo lo que ha
cenado.
De pronto en el
campamento hay un grupo de hombres armados con antorchas que tapándose la boca
con las capas rodean al leproso y lo queman vivo ante el asombro de los
atónitos espectadores. Los gritos y el olor a carne quemada se apoderan de la
noche.
La violencia una vez
más ha hecho aparición acabando en la muerte del enfermo por el fuego
purificador.
Nahum, oculta su
malestar, pero esa noche no puede descansar. Su temperatura ha subido y la
fiebre le impide pensar con claridad. Se pasa la velada tosiendo sangre, con
una sensación de quemazón que recorre sus entrañas y que empieza a
transformarse en picor por toda su piel. Nahum empieza a rascarse y poco a poco
su piel empieza a pudrirse y a desmenuzarse como un terrón de arena congelada y
sus miembros están alargándose de una forma tan grotesca que le hacen parecer
un verdadero monstruo.
Sea cual fuere la
enfermedad que tuviera el inoportuno transeúnte está claro que se la ha
contagiado a Nahum, y por alguna razón los síntomas de la misma se expanden
igual de rápido que el fuego en un pajar.
Nahum sabe cuál es su
destino si alguien se entera de su nueva condición, sin duda alguna sería el
final de sus días, así que decide irse y morir dignamente en la soledad del
desierto, en el mismo lugar donde nació.
Descanso de israelitas |
La llegada a la
tierra Prometida
Por desgracia, las
condiciones en Jerusalén y sus alrededores no depararon a los israelitas que
volvían, un regreso muy optimista ni alborozado. La región estaba todavía
virtualmente deshabitada.
Así que tras los
sacrificios iniciales y las oraciones, el siguiente punto del día era proseguir
con los aspectos prácticos de supervivencia.
Hubo por supuesto,
exultación por estar de vuelta en Jerusalén. No obstante no quedaba gran cosa
de Jerusalén en aquel entonces, y la mayoría de los que retornaron vivían fuera
de la ciudad, en las regiones al sur.
Establecer cultivos,
construir casas y crear acuerdos comerciales con las aldeas vecinas se
convirtió en prioritario.
Lazarus intenta
organizar a los hombres que le han ayudado como guardianes durante el trayecto
para tener una protección organizada.
Benshajar ayuda a los
enfermos y entierra dignamente a los muertos, si hiciera falta, con el apoyo
espiritual de Meir que reza y oficia las ceremonias de despedida.
Meir a solas,
entierra en tierra de Judá, los restos de sus antepasados que con tanto celo
guardaba para que descansen en la tierra de la que fueron injustamente
expulsados. Con esta ceremonia personal da descanso a las almas de los suyos
que tanto tiempo llevan sin descanso.
Los cultivos
La tierra, no
obstante, seguía asolada desde la venganza de Nabucodonosor, las tierras habían
sido sembradas con sal para que nada pudiese crecer y habían hecho falta
generaciones para que comenzara a germinar algo. Los cultivos eran pobres,
había poca caza y la supervivencia continuaba siendo absolutamente precaria.
Construyendo casas
Montaron, los
llamados sukot, cabinas o tabernáculos, de origen israelita parecidos a los que
construyeron por primera vez hace siglos sus antepasados cuando vinieron por
primera vez a estas tierras huyendo del yugo egipcio.
Estos sukot eran
insuficientes para las altas temperaturas del día y el frio de la noche que
calaba hasta los huesos. A penas disponían de recursos para cubrir de pieles y
telas estos tabernáculos donde se afinaban familias enteras.
Acuerdos comerciales
Comenzaron a tantear
para afianzar los primeros acuerdos comerciales con las aldeas vecinas.
Era una ardua tarea
ya que la hostilidad de los lugareños locales era notoria ya que sentían como
si los extranjeros acomodados venidos de Babilonia, venían a quitarles sus
tierras y a darles órdenes desde lo alto de sus sanos caballos.
Sumando eso a que apenas
nada crecía en las inmediaciones y que la caza era casi inexistente, casi nos
les quedaba materia prima después de alimentar a los miles de israelitas
retornados ahora acampados la mayoría en las tierras del sur de Judea.