La muerte de un héroe
Ya era conocido
cuando solamente era un soldado judío en el ejército babilonio. La belleza de
Lazarus era tan sublime como el manejo de su espada en batalla.
Como humano nació,
creció y murió siendo algo extraordinario, un ser de tal belleza que en su
lugar en el campo de batalla, cubierto de sangre, era otorgado de un aura casi
divina. No parecía de este mundo. Un cuerpo perfectamente esculpido bañado en
la sangre de sus enemigos, solo era cuestión de tiempo que un Cainita se fijase
en él. Y tuvo que ser un Toreador, desde el instante en el que Elsh lo abrazó
la batalla se convirtió en el Arte de Lazarus. La maestría del manejo de la
espada aumentó al tiempo que su apariencia dejó de ser humana.
Siempre había querido
matar a su Sire y entonces fue cuando éste le regaló a “Legendaria”, una obra maestra
de la herrería y la orfebrería, forjada por maestros y hechiceros expresamente para
Lazarus. Un arma digna de los Dioses regalada por alguien que solo creía en los
Templos. Lazarus comenzó a cambiar a partir de ese momento.
Nunca dejo de
practicar su arte, lucho en batallas de ejércitos nocturnos en las fronteras de
Persia contra los griegos. Mató a un príncipe Assamita. Sedujo a la futura
Princesa de Jerusalén entrando en la política vampírica sin quererlo…pero algo
faltaba en su no vida.
Entonces conoció a
Bactria, la que sería su chiquilla, hacia la que se volcó de tal forma que
incluso aprendió habilidades que no había usado en más de un siglo, solamente
para ser mejor Sire. Parece que el destino sabía que iba a morir, ya que ahora
su chiquilla es la única descendencia de Lazarus, el héroe de Judá.
Lazarus murió por el
aleteo de una mariposa, pero lo hizo siendo mejor persona que cuando nació hace
159 años.