El peso de la corona
Amara tuvo una vida
humana de lo más mundanal. Trabajaba como cantinera para sus tíos cuando todo
cambió al conocer a su Sire Cyra. Ella fue la que le dio pie para reclamar un
trono que le había sido arrebatado a su verdadero padre, descendiente de la
casa de David y futuro Rey de Jerusalén.
Vivía escondida por
su secreto, humillada por los babilonios que imponían su ley ahogando al pueblo
judío al que habían sometido. Pero la llama se encendió la noche que fue
castigada públicamente a recibir diez latigazos por rebelarse ante un soldado
de Babilonia. Fue la vergüenza para su familia adoptiva pero la sangre que
manaba de su espalda le dio la fuerza necesaria para luchar por su pueblo
incluso más allá¡ de la muerte.
Princesa Cyra de Persia, Sire de Amara |
Cyra la Princesa
exiliada de Persa, se volcó en enseñar a reinar a la joven Amara, ahora
orgullosa Ventrue de sangre azul. Por fin el destino conjuro para mostrarle la
senda para reinar sobre la noche de Jerusalén.
Nunca olvidará sus orígenes
ni a quienes comenzaron a su lado ese difícil camino de la inmortalidad. Meir,
Liezer, Nahum, Benshanjar, Oded y por supuesto Lazarus, el héroe judío qué
caminó a su lado en todo momento, yacieron juntos y murieron juntos aquella fría
noche, en el salón del trono a manos de una antigua Brujah griega supuestamente
aliada de Cyra, su creadora.
Poco duró su reinado,
unas noches nada más, pero fueron tan intensas que jamás nadie olvidará el
nombre de la primera Princesa de Jerusalén, Amara, descendiente del Rey David.
El último pensamiento de Amara antes
de morir fue: “Un buen líder está hasta
el final, mejor morir con honor que vivir siendo marionetas. Ninguna
desconocida va a decidir mi muerte. Es un acto de libertad y de poder” y
esta es la verdadera razón por la que Amara se arrojó contra la espada de la asesina de Lazarus, encontrando así la muerte definitiva.
Amara ha muerto...¡¡¡¡Viva
Amara!!!!