Mudji “el camellero”
Mudji creció en una pequeña aldea de montaña,
en lo que aquel momento era el Reino de Judá (siglo V a.C.). Muchos hermanos y
hermanas hacían que hubiese que ganarse un bocado del cuenco, su familia era
pobre y estaba marcada, a pesar de acudir los Sabbath al Templo cómo los demás
judíos eran señalados cómo extranjeros. Su familia había llegado unas
generaciones antes a la aldea y se habían asentado y asimilado las tradiciones
de sus vecinos, pero de puertas para dentro continuaban venerando a sus
ancestros y sus tradiciones.
La familia de Mudji recordaba cuando sus
antepasados habían sido esclavos sirvientes de los sacerdotes mesopotámicos, contaban
historias sobre los antiguos Dioses y su desaparición, incluso decían saber donde se
encontraba la antigua tumba de uno de ellos, un Dios Caldeo de la antigua Sumeria.
Un día, contaba Mudji nueve años, se
encontraba en el campo cuidando de las cabras cuando se le acercaron dos
hombres. Lo siguiente fue un fuerte dolor en la cabeza y todo se volvió negro. Había sido vendido como esclavo al jefe de una caravana, dónde se ocupó de los
camellos. Pasó los siguientes años viajando por todo el levante, desde Tebas hasta Persepolis.
Una noche la caravana fue abordada por un
siniestro personaje que pagó un montón de oro por que transportasen un arcón. Las
noches pasaban y una sombra ominosa se apoderó de la caravana. Una extraña
debilidad atenazó a hombres y animales, los más supersticiosos culpaban al
extraño personaje, pero los más avariciosos creían que en el arcón habría oro, mucho más del qué jamás habían soñado.
Imponiendose la codiciosa naturaleza humana trataron
de abrir el arcón, pero por mucho que lo intentaron fue imposible. Hasta que
cayó la noche, entonces se abrió y lo que descubrieron no fue montones de oro, sino
al oscuro personaje y su diabólica sonrisa. Mudji fue el único que mostró la
inteligencia suficiente para ocultarse y el valor para clavarle una daga en las
tripas. Claro que no sirvió de nada, mas al extraño pareció gustarle las
agallas del chaval, se presentó cómo Aleatsh.
Aleatsh, Sire de Mudji |
Los siguientes años los pasó acompañando a su nuevo maestro en sus encargos, aprendiendo sobre ese nuevo mundo recién descubierto. Sin embargo no sólo Mudji aprendía, las creencias de su familia mortal revelaron secretos olvidados largamente, Aleatsh intuyó que detrás de ellos había algo real, algo poderoso.
Se trasladaron a Damasco y con el paso de
los años Mudji se ganó un puesto por derecho en el clan Assamita, pero también
supo que su Sire se encontraba bajo una maldición de la sangre Baali que le
impulsaba a devorar a sus propios congéneres. Quizás el interés de su Sire por
las historias familiares de Mudji no se debía a simple curiosidad, así que
siguió a su lado mientras buscaban a los antiguos Dioses.
Al cabo del tiempo, encontraron el último refugio de un Matusalén, uno de los más viejos y poderosos, uno llamado Innominat. En su tumba la magia caldea hacia tiempo que había perdido su fuerza.
Al cabo del tiempo, encontraron el último refugio de un Matusalén, uno de los más viejos y poderosos, uno llamado Innominat. En su tumba la magia caldea hacia tiempo que había perdido su fuerza.
Mudji trato de detener a su Sire pero no era
rival para él. Pelearon sobre la tumba del Matusalén hasta que perturbaron el sueño del
anciano y esa noche su existencia cambió para siempre…