El resurgir de Yehud
Décima parte
Por un hilo de plata
(392-390 a. C)
Mesopotamia, 2.594 a. C |
Mesopotamia
Antigua Mesopotamia
hace más de dos mil años…
Todo niño sueña con
el día en que sus deseos se hacen realidad. Innominat era un jovencito muy
formal. Su madre decía sorprendida que no lloró al nacer, había sido bendecido
por los dioses, quizás era uno de ellos.
Nunca se quejaba, no
gritaba, ni tenía los berrinches habituales de su edad. Pero esto era algo
nuevo para los padres de Innominat, su hermano mayor Enki había sido todo lo
contrario. De niño lloraba hasta casi morir ahogado, se peleaba con otros niños
a diario, robaba a sus padres y se auto–mutilaba solo para saber hasta dónde
llegaba el umbral de aguante de su dolor, esto con solo cinco años de edad.
Ambos niños eran los
príncipes de Mesopotamia y tenían que dar ejemplo. Aunque debía reinar el
primogénito, el Rey ya se estaba planteando cambiar las leyes para otorgar el poder
a Innominat, su hijo predilecto.
Enki tenía 3 años más
que Innominat y la envidia le corroía a diario. Veía como su padres
tenias
tratos de favor hacia el pequeño constantemente. Enki loco de celos comenzó a
planear su venganza.
Era el cumpleaños de
Innominat, hacía seis años y sus padres habían conseguido un perro lobo de
color blanco, traído de lejanas tierras, como regalo sorpresa para su hijo.
Enki se enteró y recordó todos los cumpleaños que había pasado castigado por
que había partido la nariz a otro niño o había quemado alguna dependencia real.
Enki estranguló al
cachorro de lobo con sus propias manos y mientras lo hacía pensaba en que el
cuello que estrujaba era el de su odioso hermano Innominat, el ladrón de toda
su vida.
Cuando llegó la hora
de los regalos un esclavo dio la voz de alarma sobre la muerte de la mascota y
cayó al suelo vomitando cuando vio el interior de la caja del presente.
Después de ahogarlo,
Enki le había arrancado los ojos y se los había metido en la boca. La sangre manchando
el pelaje blanco y puro del cachorro… es una imagen que Innominat nunca
olvidará.
Mientras su padre se
llevaba a rastras a Enki, al pozo de castigo, éste se reía a carcajadas. Innominat, quebrado
por dentro, siempre tan templado, lloró por primera vez en su corta vida.
Enki había mancillado
la inocencia de su hermano Innominat, había aplastado su ilusión y sus sueños
habían muerto con aquel cachorro. Ninguno de los dos niños fue el mismo desde
ese sangriento episodio.
Amal Faruk, Ancillae Ravnos |
La encrucijada de
Amal
Amal, el Ancillae
Ravnos de Jerusalén, Cazador de demonios, tiene un problema existencial.
Recurre a Meir, sabio
y Senescal de Jerusalén. El puede tener la solución y sabe que Innominat no va
a ayudarle a bordear la línea del bien y del mal. No le gustaría llegar al
extremo de romper alguna tradición.
Se encuentra con el
sacerdote en el osario del cementerio de los desalmados, dominio de Meir. Una verdadera catacumba
Capadocia. Amal, preocupado le cuenta su disyuntiva a Meir:
–Buenas noches Meir. Gracias por recibirme en tus
dominios. Necesito tu opinión sobre varios acontecimientos en los cuales estoy
sumergido y veo que las opciones que me quedan no son las mejores. Te considero
alguien sabio y de carácter templado por lo que espero tu objetividad con el
asunto. Te expongo mi encrucijada.
–Sabes que Arang fue el que mato a el hermano del Brujah.
Y él tiene a una Ghoul que salió en mis visiones. Su destino es ser una de mis
hijas para la orden. El caso es que le he solicitado a esa Ghoul que se llama
Noa.
–Pero él me ha pedido que le ayude a cazar a quien mato a
su hermano. ¿Entiendes mi encrucijada? En esencia sin saberlo me está pidiendo
que elija entre mis dos hijos cosa que evidentemente no pienso consentir. No
voy a sacrificar a Arang por mi futura hija Noa. El destino de ambos es estar
conmigo. No tener que elegir. Por eso sé que tengo que hacer algo.
–Había pensado. Lo menos problemático que se me ha ocurrido.
Es hacerle creer que consiguió su cometido gracias a mi Quimerismo. Así todos
ganamos, no mata a Arang y me da a Noa. Y él se va satisfecho creyendo que
cumplió su estúpido deber de venganza.
–Pero hay otra vertiente. Hacerle creer que Enki es el
que lo hizo y así ganar un fuerte aliado contra él. Y a parte así eliminando
cualquier posible relación con Arang sobre ese asunto.
–¿Qué opinas? ¿Tal vez a ti se te ocurra otra manera?
Tras pensar la
respuesta, Meir le dice a Amal:
–Se me ocurren tres soluciones:
–La primera: es que Yahvé proveerá, pero sé que a esta no
la harás caso. Yo buscaba una esclava en mis viajes para ciertos cometidos y
resulta que me encuentro con la viuda de alguien que nos ayudó sin
proponérmelo. Esta me imagino que no será de tu agrado así que te expongo dos
más.
–La segunda: fingir la muerte de Noa y zanjar el asunto.
Dejar de darle vueltas a lo de Enki, pues estás haciendo una bola de arena
demasiado grande y al final acabará mal.
–Y la tercera: por lo que sé de los Brujah, son honorables, ¿y si le
retas a un duelo? A primera sangre, sin disciplinas pueden ser los términos,
o a sopor.
–No es mala idea –dice Amal– Pero
¿qué pasa con Arang? él no va a desistir.
Le explica Meir:
–Si tu ganas, te quedas con Noa; si pierdes, le dices la verdad del asesino de su hermano. Desapruebo la
mentira, aunque alguna vez mentir puede ser mejor que decir la verdad. Al igual
que puedes fingir la muerte de Noa, puedes fingir la muerte de Arang. Creo que
son las únicas tres opciones que creo que no acabarán en un charco de sangre y
matanza. El resto serían perjudiciales para todos.
–Arang mato a su hermano, él está en su derecho de clamar venganza. Ojo
por ojo. En lo de Noa puedo ayudarte. No sabemos si Arang está vivo o muerto.
Lo importante aquí es que tienes un camino fácil y otro difícil, el fácil es
elegir, el difícil es querer tener todo.
–Hay otra solución, le dices al Brujah que el culpable es Arang, lo
matas, y cuando se vaya el vampiro contento y satisfecho, conviertes a Arang en
vampiro. Si es tan importante para ti ahí tienes una forma de salvarlo,
abrazándolo.
–De otro modo, como te he dicho, no se me ocurre cómo evitar el
conflicto. ¿Recuerdas hasta donde llegaste para culminar tú venganza? Es lógico
que él haga lo mismo. Robarle ese derecho sería indigno de alguien que se cobró
la suya.
–Así que tienes dos opciones, eliges entre Noa y Arang, o
usas tus artes y obtienes todo. Y en lo de obtener todo has de asumir que
también puedes perder todo.
–Solo tú sabes que Arang mato a su hermano; y ahora yo.
Yo no sé lo contaré a nadie, pues se guardar un secreto, pero cómo solucionarlo
depende solamente de ti. Si nadie sabe quien mato a su hermano, él buscará el
objetivo de su venganza. Si crees que su vida vale, mentir y manipular, pues
adelante, yo no te juzgaré, eso es trabajo del Señor, no mío. Eso sí, opino que
está mal y no deberías hacerlo.
Responde Amal muy
alterado:
–Cuando Arang mató al hermano del Brujah era un humano
normal y corriente. No se le
debería aplicar ese castigo, tal venganza me
parece exagerado. Por no hablar de que un ser de la oscuridad acabó con su
familia, así que lo de Arang también podría ser considerado venganza. Si
pensamos así esta espiral de violencia y venganza nunca acabará. ¡Ojo por ojo y
el mundo se quedo ciego!
Osario de Meir |
–Después de escuchar tus palabras Meir, creo que lo haré a mi manera. No eres capaz de darme una solución que convenza. Agradeceré tu
silencio en todo este asunto…
Meir le replica
irritado:
–No puedes decidir cuándo se puede uno vengar y cuando no
según conveniencia. Él ha perdido a su hermano, ¿tú qué harías si te ocurriera
lo mismo? Pides empatía, pero no la muestras.
–Me has pedido consejo y te lo he dado. La decisión es
tuya, nadie la va a tomar por ti. Si no te gusta el resultado, cámbialo, pero
no intentes enmascarar lo que deseas en realidad, y es obtenerlo todo sin
perder nada. No me parece mal, que quieras obtenerlo todo, pero no te
justifiques. El egoísmo es natural en los humanos, y aún siendo vampiros,
seguimos manteniendo nuestros defectos de humanos.
–Tuya es la decisión. Si crees que has de mentir, miente,
si crees que has de matar, mata, yo solo te aconsejo lo que creo que debes
hacer, no soy quien va a tirar la piedra y no soy quien te juzgará. Lo que
decidas hacer lo respetaré, me guste o no.
–Solo espero que mantengas tu palabra –dice Amal– Haga lo que haga no me juzgues, ni
traiciones contando nada.
–No seré yo quien revele tú confesión –dice Meir– Aunque sigo pensando y espero que logres
tus objetivos de la forma menos cruenta. Rezaré al señor por ti. El te ayudará
en tu camino, ya lo veras.
–Lo intentare solucionar de la mejor manera. –dice Amal mirando al
infinito y apretando los dientes– Pero si
no veo otra solución haré lo que tenga que hacer.
–No espero menos de ti –dice Meir– Al final, al borde del abismo, uno sólo se
tiene a su mismo y al Señor. Cuando tengas que empuñar la espada, que no te
tiemble el pulso, y no dudes, pues la duda es la muerte.
–Eres del clan de los embusteros –dice Meir intentando hacerle
pensar a Amal– sería indigno de ti si no lograses idear un
embuste creíble ¿no crees?...
Concluye Amal
pensativo:
–Puede que el duelo al final sea la mejor solución.
Enfrentarme a él. Si gano, me da a Noa y da por concluida su venganza. Si
pierdo, le digo quien fue el asesino de su hermano y se queda con Noa. Todo a
una carta. A primera sangre, sin disciplinas...
–No me gusta dejar al azar el resultado de mis visiones
de Oráculo. Veremos que me depara el destino…
Oded, Primogénito Toreador |
Oded el comerciante
Oded, Toreador de
Jerusalén, siempre ha estado muy interesado en hacer resurgir el comercio en la
ciudad y crear una ruta que pasara por la capital de la satrapía de Yehud.
Dejando en un segundo
plano su pasión, impartir dolor. Comenzó a hacerse con el escaso mercado de la
agricultura de Jerusalén. Una vez pudo influir en los agricultores, su segundo
paso fue aprender ha habilidad y hacer contactos en el comercio.
Creó un ghoul
mercader, Melkart “el cojo”, un fenicio originario de Tiro, con el que ha
viajado durante estos cuatro años por toda la satrapía de Yehud. Su deseo es
desviar una ruta caravanera y hacer que pase por Jerusalén, para que así la
ciudad pueda beneficiarse de dicha mercadería.
Asdrúbal, mercader de Cartago |
Melkart y dos
mercenarios protegen durante el descanso diurno a su Señor Oded, mientras que por la noche el Toreador intenta conseguir contactos para expandir su influencia.
Viaja en rutas por
tierra y mar por varios reinos: Yehud, Israel, Arabia, Egipto, Anatolia,
Grecia; y por grandes ciudades comerciales: Damasco, Cartago, Tiro.
Pedro, jefe caravanero de Jericó |
Durante estos años es
capaz de obtener dos contactos fiables: Asdrúbal, un modesto mercader de
Cartago y un importante jefe caravanero de Jericó llamado Pedro. Y así su red
de contactos comienza a ser más amplia, el primer paso para tener influencia en
el comercio de la zona.
Las noticias que
llegan a Oded sobre Jerusalén inquietan al vampiro Toreador y decide regresar a
su hogar para prestar servicio a gobierno y poder ayudar en estas oscuras
noches.
Meir, Senescal de Jerusalén, Capadocio |
El Ángel Meir
En las dependencias
de la torre de la Torá Negra, la esposa del difunto Teushpa se ha encargado de
las labores domesticas, ya que desde la ausencia de Donna estaba todo bastante
dejado de la mano de Dios.
Preparó la comida
para el hambriento bibliotecario y puso a su hijo a ayudar al ghoul en tareas
de orden de documentos y limpieza de estanterías.
Ambos consideran a
Meir un ángel terrenal, los acogió y se encargó del funeral de su padre y
esposo Teushpa. Como Cimerios no creen en la mismas deidades, pero la mujer y
su hijo desean convertirse al judaísmo después de ver como Meir hizo el milagro
de la lluvia que apagó la taberna en llamas.
Muchas cosas malas
pasaron esa noche, pero Meir se ha encargado de que no sean peores. Le están
eternamente agradecidos y desean servirle en la Torre si él lo acepta.
Por supuesto el Capadocio
les acoge con gusto e incluso piensa en hacer ghoul a la mujer,
pero sopesando
la idea se da cuenta de que puede ser fatal para la relación con su hijo, ya
que la oscura vida de un ghoul al servicio de su Señor no muerto puede ser una
carga muy pesada para la madre de un infante.
Torre de la Torá Negra |
Así que con el
permiso y el orgullo de su madre, Meir comienza a educar al niño, enseñándole a
leer y escribir. Cuando el Capadocio está pensando en que el joven sea un
aprendiz de alguno de los sabios de la Torá Negra, Admiel es el que se adelanta
y pide a su Señor Meir que el pequeño sea su ayudante en la biblioteca. Le ha
estado ayudando y es un chaval muy avispado, puede hacerlo bien.
El Oráculo Amal
El Ravnos ve a Dante
de nuevo, ese fantástico sátiro. Pero esta vez no se encuentra divirtiéndose,
si no trabajando. Está en una mazmorra, alimentando con sangre a un encadenado,
inmovilizado y herido Arang, el primogénito y hasta hace poco ghoul de Amal.
Arang se encuentra
empalado y Dante muestra cierto apego con el preso, como si le fuera
tremendamente familiar. Saca con cuidado la estaca del corazón de Arang y le da
de beber de un cubo lleno de sangre de animal, hasta que el vampiro se sacia.
Momento en el que Dante vuelve a empalarlo.
Amal piensa en Arang,
¿será ya vampiro? De momento no ha interferido en su destino, y piensa en cómo
reunirse con Dante, el tercero de sus hijos.
Mudji, guerrero Assamita |
El secreto de
Innominat
El Espectro ha sido descubierto
por Innominat como espía de Alamut. El Príncipe no ha interferido en sus
reportes al nido de Águilas, no tiene nada que esconder. Incluso en una ocasión
le ha dejado al mando de Jerusalén, junto a Orión. Innominat confía en él y al parecer el sentimiento es
mutuo.
El Espectro tiene un
encuentro secreto con Mudji. Le dice que celebra la noticia de que Innominat se
haya posicionado con Alamut.
Bicor, el nuevo embajador
le ha enviado una carta. Está de camino a Macedonia para investigar el inicio
de una rebelión contra Persia, originada por los Brujah griegos. Le ha llegado
información de que Innominat ha comenzado dicha rebelión y que ésta puede
comenzar la caída del Imperio Persa.
El Espectro entrega
la carta a Mudji y éste hace un gesto de no entender lo que pone, sin siquiera
mirar la misma, no sabe leer. El Espectro lee en alto la carta a su compañero
de clan:
Espectro,
Voy camino de camino a Macedonia para
investigar el inicio de una rebelión contra Persia, originada por los Brujah
griegos.
Me ha llegado información de que Innominat
ha comenzado dicha rebelión, que puede comenzar la caída del Imperio Persa
dañando gravemente la posición del clan. De todos es sabido que dicha caída es
deseo de Innominat para escarmiento del Consejo, según palabras suyas.
Debes hablar con Mudji sobre este delicado
asunto, mantened el asunto en secreto, no creo que fuera bueno para nadie que
Innominat estuviera enterado.
Espectro, me reportaras a mi directamente y
yo lo haré a Alamut.
Bicor, embajador persa de Alamut
El Espectro pregunta
a Mudji por ello y le pide que le informe en secreto. Reportará al
embajador y éste
a Alamut. El embajador Bicor fue quien sugirió al Espectro que hablara con
Mudji a solas, por ser el vampiro más cercano a Innominat.
El Espectro, Assamita |
Mudji le asegura que
esto es una maniobra de los enemigos del Príncipe. Innominat es alguien que
siempre dice la verdad y que odia los engaños y subterfugios.
El Espectro sugiere
que Innominat haya podido ser suplantado por Enki cuando abandonó Jerusalén durante
su largo viaje a Grecia. Teme que los conduzca a la destrucción. Mudji le
tranquiliza diciendo que es Enki el Maestro de las mentiras.
El Espectro pide
discreción y por su parte Alamut ha disipado las dudas sobre las diferencias personales
que tuvieron en el pasado. El infame era su Sire y no él.
Mudji deja claro al
Espectro que no va a traicionar a Innominat y le dice que si lo considera
oportuno delatará la fuente de donde ha conseguido esta información: El propio
Espectro. El guardián del gobernador le pide a Mudji que por favor no lo haga y
que espere a que el embajador traiga noticias sobre su investigación.
El Espectro le dice a
Mudji que su misión fue, es y será proteger al gobernador de Jerusalén y eso nunca
cambiará, lo demás es alterable, pero esto no.
Es sabido por todos
que Innominat quiere que el Imperio Persa caiga para dar una lección de
humildad al clan Assamita, le asegura el Espectro. Mudji le dice que todo es una
conspiración de Enki o de Alamut y que el embajador es un estúpido si piensa
que le va a ocultar esta información a Innominat hasta el final de su
investigación.
Ambos Assamitas se
despiden con una semilla de inquietud en su interior.
Nasim, soldado persa ghoul de Innominat |
El soldado del
Príncipe
Nasim, nuevo soldado ghoul
al servicio de Innominat, entrena a solas con su espada y se esfuerza por hacer
su trabajo lo mejor posible y estar a la altura del anterior guardián, Umaskal.
Se encuentra
preocupado por no satisfacer bien sus necesidades y desea que le oriente hacia
donde crea necesario. Y deja claro a su Señor que él le protegerá de día y de
noche y si puede hacerlo mejor, solo tiene que decirle cómo. Sus deseos son
ordenes para él.
Innominat le pide al
ghoul que no sea impaciente, nadie se convierte en un maestro de la noche a la
mañana.
Admiel, bibliotecario de Meir |
Ratones y disculpas
Meir se fue de
Jerusalén y se olvido de dar solución al problema de los ratones de la biblioteca
de Admiel. El ghoul está muy disgustado y se sincera ante su Señor.
–Puede que unos ratones no sean un problema de relevancia
para el importante Senescal de Jerusalén. –llora Admiel– Pero para mí son todo mi mundo. Preservar el saber del pueblo judío
pasa por atender las necesidades más básicas de conservación de los escritos,
si no, todo el trabajo no servirá de nada.
Las lagrimas del
bibliotecario son un deshago acumulado por no ver a la que ha sido como su
hermana durante más de cien años, Donna. La echa mucho de menos y sabe que no
se ha ido de viaje, no es tonto. Admiel Le pide por favor a Meir que haga lo
posible para recuperarla viva.
–Por eso precisamente se me olvido el asunto de los
ratones –asegura
Meir– Admiel estoy centrado en recuperar
a nuestra querida Donna. Sigo en ello, Yahvé proveerá. Sigo dedicando todos mis
esfuerzos en ello. Aun así te pido perdón por mi olvido…
Y le da el diario que
consiguió en Salamina, viendo muy feliz como Admiel cambia su expresión en
cuestión de segundos cuando coge el raro diario manuscrito.
Una vez se seca las
lagrimas y se encuentra mejor. Le confiesa a Meir haber encontrado una solución
al problema de los ratones. Dejar un espacio de dos dedos en el margen izquierdo,
e incluso se puede hacer una línea roja para que los dañinos mordiscos de los
roedores no lleguen a los textos. Enseña a Meir unas hojas en blanco con una
fina línea roja perpendicular en el borde izquierdo, que sirve de margen para
comenzar a escribir.
Cambiando de tema, Admiel
recordando haber visto al nuevo ghoul de Innominat, le dice a Meir que no le
gusta.
–Umaskal era mejor que esta estatua sin sangre, siempre
jugando con su espada...– refunfuña Admiel mientras se pierde en la biblioteca con
su nueva adquisición.
Arang, primogénito de Faruk |
Diario de Arang
Amal encuentra en su
refugio parte del diario escrito por Arang
…
Hoy he vuelto a soñar con él, ese espeluznante
ser con cuernos. Tiene la piel gris ceniza y un extraño símbolo en su pecho
descubierto. Me estaba ayudando de nuevo. Me daba de beber ¿sangre? Mientras yo
estaba herido y una gran estaca atravesaba mi pecho. Me encontraba en una
oscura y sucia celda y solamente había luz en los ojos del mágico ser.
…
Siento la presencia de ella otra vez, estaba en
mis sueños.
Es pálida como la leche y su belleza no es de
este mundo, bien parece un hada. Su pelo también es blanco y su túnica negra
tiene símbolos que no conozco. Sus ojos mortecinos son inquietantes pero por
alguna extraña razón sé que es de mi sangre y que un gran lazo nos une.
Tengo la sensación de que sus consejos ayudarán
a mi padre, pero ¿Qué padre? Mi padre murió hace mucho tiempo ¿Por qué siento
que pertenezco a otra familia? Una familia que habita en las sombras…
…
Salón del trono, Jerusalén |
Cónclave
Al enterarse de la
llegada de Oded a la ciudad, Innominat deja a un lado sus estudios sobre
rituales y convoca a sus Vástagos de confianza para abordar su problema con
Enki.
Oded es el primero en
llegar, con su ghoul Melkart, al que presenta ante el Príncipe. Le cuenta su
viaje, sus ambiciones comerciales y sus éxitos haciendo contactos en lugares
importantes como Cartago, Tiro y Jericó. Innominat le advierte del problema con
Tiro y le cuenta su reciente conflicto con Enki, su hermano, Príncipe de Tiro y
todos los “ataques” y conspiraciones del Infernalista solamente para hacerle
daño.
El Toreador le
pregunta por sus labriegos, que han horadado con sudor y lagrimas las estériles
tierras de alrededor de Jerusalén. Oded e Innominat habían llegado a un acuerdo
por el cual el Príncipe haría llover con su magia en los campos de los
agricultores de Oded. Así lo ha hecho cada cierto tiempo, no en exceso para no
llamar la atención.
Meir y Amal llegan al
Cónclave y se alegran de ver a Oded. Hacía más de cuatro años que partió de
Jerusalén. Charlan amigablemente entre los tres mientras Innominat piensa en
una solución definitiva a su enemistad con Enki.
Amal cuenta su
premonición en la que ha visto a Dante, su tercer hijo. De ella ha deducido que
Arang es Vampiro y supone que el resto de ghoules secuestrados por Enki también
lo son.
Meir no puede
soportar la noticia de que Donna sea una vampiresa chiquilla de Enki, un
Infernalista. La bestia le posee inundando su alma de odio hacia Enki. El
Capadocio poseído por la bestia se abalanza sobre Amal, el portador de las malas
nuevas, y colmillos fuera lo arroja al suelo intentando morderle salvajemente.
El Ravnos forcejea con el descontrolado Capadocio y Oded inmoviliza a Meir
separándolo de Amal hasta que se calma y recupera la cordura, no sin grabar a
fuego en su alma un odio visceral hacia Enki.
Innominat, en pleno
fragor de la pelea, ordenó a su ghoul Nasim que separase a los vampiros, prueba
que el ghoul no superó por que al ver la virulencia con la que Meir había
atacado a su compañero y el tamaño de los colmillos de su boca se cagó de miedo
quedando inmovilizado por completo.
Mudji llega tarde a
la convocatoria y saludando a los presentes se une a la conversación. La
tensión se masca en el ambiente y las actitudes de los presentes le dicen que
ha ocurrido algo grave. El Assamita está pensativo, lo que no saben sus
compañeros es que acaba de tener encuentro secreto con el Espectro.
Innominat muy tranquilo intenta hacer entrar en razón a
su ghoul, pero este se encuentra en estado de shock. Su mente de humano no ha
sido capaz de procesar lo ocurrido dándole una explicación racional y no puede
ni articular palabra.
Mudji se acerca a
Amal y le susurra al oído si puede ver el aura de Innominat para saber si es él
o un Demonio. El Ravnos lo hace y efectivamente es su Príncipe, su aura de
Assamita es evidente. Recordemos que el Ravnos no puede ver emociones en las
auras, si no tipos de seres, clanes, tribus etc.
Innominat saca el
tema del tratado de paz y deduce que cree que no vieron una opción mejor a lo
que Meir insulta a los asesinos del clan por ser unos paganos sin honor. El
Príncipe le deja claro que no puede faltar al respeto a todo su clan. El
Capadocio dolido con la actitud diplomática de Alamut dice que los judíos
hicieron mejor las cosas a lo que Innominat le pregunta si ser esclavos y
sufrir una penuria tras otra es hacer mejor las cosas. Ambos vampiros discuten
sobre ello sin llegar a ninguna conclusión.
El Príncipe le
recuerda a su Senescal que ya no son humanos que ahora son Vampiros y que los
actos ya no son iguales que de humanos. Se vuelven a enzarzar hablando sobre la
religión a lo que Meir recuerda el ojo por ojo sugiriendo que deberían ir por
Enki a Tiro.
Innominat le anima a
que vaya a Tiro y muera valientemente ante su hermano. ¿de qué serviría eso? Meir
se siente ofendido y se va al Templo a orar.
Amal interrumpe
diciendo que Enki se está preparando. Meir, dispuesto a salir por la puerta,
con solo escuchar el nombre de Enki debe controlarse, ya que la bestia quiere
salir para destrozar todo aquello que se encuentre a su paso.
El Ravnos pregunta a
Innominat por su hermano y éste le dice que era el Dios de los ríos y las aguas
subterráneas, de ahí su obsesión por controlar las fuentes y pozos de
Jerusalén.
Todos vuelven a sus
quehaceres cuando termina el Cónclave. A excepción de los dos Assamitas,
Innominat y Mudji que se quedan a solas.
Templo de Jerusalén reconstruido por Zorobabel |
Curando el odio
Cuando termina el
Cónclave Amal rastrea a Meir y en sigilo llega al Templo, donde Meir reza. El
lugar es aterrador para ambos vampiros, ya que se encuentran a tiro de piedra
del altar, lugar desde donde irradia la fe con su máxima potencia, seria
tocarlo y arder.
Meir reza y mantiene
la cabeza fría procurando que todo esto no le afecte tanto, debe tomar la
decisión correcta. El Ravnos escondido tras una columna utiliza su Quimerismo y
hace que Meir vea a Enki volando sobre el altar, está riéndose del Capadocio,
provocándole con su pagana presencia en tan sagrado lugar.
Meir piensa que es
una prueba del Señor y se mantiene firme, sin moverse, controlando a su bestia
para superar poco a poco su odio. El resto de la noche es un sufrimiento ya que
la visión del Enki no desaparece y Meir está a punto de caer inconsciente
cuando decide abandonar el Templo. Tras él, en las sombras Amal satisfecho por
ayudar en secreto a su compañero a superar su odio, no cree que sea bueno que
los sentimientos nublen el juicio del Capadocio. Se necesitan unos a otros para
superar esta crisis.
–Nos veremos pronto…–masculla Meir a Enki con ira contenida,
justo antes de abandonar el Templo.
A la noche siguiente,
Amal se encarga de esperar en sigilo y esperar a que Meir salga de su refugio y
de nuevo con su Quimerismo, crea la última prueba para el Capadocio: Escucha la
risa de Enki que remueve su odio mientras la bestia de su interior desea escapar
y tomar el control. Meir se mantiene firme y a base de fuerza de voluntad
consigue superar su odio al malévolo hermano de Innominat, ladrón de Donna
entre otras atrocidades.
Amal, escondido se siente satisfecho con haber podido ayudad
a Meir, aunque el Capadocio nunca se imaginó que fuera el Ravnos quien le
ayudó, si no Yahvé poniéndole a prueba otra vez.
Innominat, Matusalén Assamita, Príncipe de Jerusalén |
En tela de juicio
Mudji e Innominat, a
solas en el salón del trono por petición del primero.
–Tengo rumores alarmantes de Alamut. –dice Mudji
preocupado– Ha estallado la llama de la rebelión
contra Persia en Macedonia, Grecia. Los Brujah están tras ella. Dicen que tú
estás detrás de todo. El nuevo embajador parece estar investigando el asunto.
–No estoy detrás de ninguna rebelión y por supuesto no he
provocado nada –responde
Innominat.
–El Consejo de Alamut se llevó una bofetada por tu parte
al desvelar al traidor…–recuerda Mudji.
–No lo entiendo –dice Innominat– ¿Quién te ha dado tal
información?; ¿El Espectro?, ¿Davar? Dudo que haya sido Davar. ¿me acerco?
–Por honor a Alamut la misión del Espectro es vigilarte –dice Mudji– No concibo que la fidelidad hacia tu
persona sea algo diferente que la afinidad por el clan. Para mi es lo mismo,
pero para otros, son cosas diferentes.
–Siempre he hecho lo mejor para el clan y para Haquim –asegura Innominat.
–Esas han sido mis palabras al Espectro –dice Mudji– te pido por favor que no se lo digas a él.
Le podrías crear un problema con Alamut, por mi culpa.
–Quizás tenga que ir de nuevo a Alamut…–dice Innominat– me
prestaría con gusto para que los hechiceros de mi casta vieran en mí mis
verdaderas intenciones. Me siento solo ante el clan. Defiendo al Imperio Persa
por secundar a Alamut.
–Política –dice Mudji– Tienes un simpatizante entre los hechiceros, allá en Alamut. Nergüi, un
Maestro Hechicero. Él me ayudó en secreto a desenmascarar al traidor del
Consejo.
–Le agradecí a Nergüi su apoyo –dice Innominat.
–Esto es sin duda una estrategia de Enki para poner a
todo nuestro clan en tu contra. –Dice Mudji– Tengo claro que es una trampa de tu hermano. Ha movido ficha de nuevo.
–¿Puedes avisar de esto a Davar? –pregunta Innominat.
–Lo haré –responde Mudji haciendo un ademan de sumisión
hacia su Señor.
Orión, Toreador griego |
La presentación de
Nerea
Orión, el Toreador griego,
pidió permiso a Innominat para organizar reuniones periódicas de vampiros.
Prometió tener ojo y no invitar a enemigos ante la advertencia del Príncipe de
que las fiestas en Jerusalén siempre acaban con muertes.
El Toreador tiene
además una razón para organizar el evento, la presentación de su nueva Ghoul,
Nerea. Invita a todos los vampiros, ghoules y rebaño de Jerusalén. Será una
desenfadada reunión en la terraza ajardinada de su hogar, donde habrá música,
buena Vitae y charla agradable.
La fiesta transcurre
en una modesta villa cercana al Templo, donde los esclavos de Orión de encargan
de que sus invitados tengan todo lo necesario. El jardín e encuentra habilitado
para la recepción y un esclavo toca el laúd mientras las bellas esclavas sirven
Vitae o vino dependiendo de la condición del invitado.
En la reunión están
presentes y son recibidos por Orión y Nerea:
El Príncipe Innominat
que llega junto a su ghoul Nasim. Su mirada está cansada y parece abstraído,
como en otro lugar. El Toreador le agradece su hospitalidad y le honra con su
presencia. El Matusalén Assamita pide a Nasim que vigile el exterior para que
nadie les moleste durante el evento.
Amal, el mujeriego
Ravnos, que queda prendado de Nerea en el mismo momento en que la ve,
deslumbrante y soberbia; en exceso para ser humana. Amal ya tiene un objetivo
en la fiesta, conquistar y encamar a la ghoul de Orión.
Oded, el Toreador se
presenta a Orón. Viene con su ghoul Melkart “el cojo”, que haciendo honor a su
renombre tiene una pata de palo en lugar de pie derecho. El Toreador se queda
hipnotizado al ver a Nerea, que le sonríe picara. A penas puede hacer nada que
no sea mirar a la bellísima humana.
Meir llega solo, como
suele ser común en él. Su aura de santidad es palpable y calmado y serio se
presenta a los asistentes.
El misterioso Espectro
llega y tras los saludos de rigor al anfitrión y al Príncipe se queda en un
discreto segundo plano sin hablar con nadie.
Ephraim, el Nosferatu
chiquillo de Kothar, se muestra tal cual es, un horripilante leproso que da
grima solo con verlo. Sus harapos arrastran porquería de la calle mientras el
feo ser se disculpa por ello dejando un intenso hedor a enfermedad tras de sí.
Mudji llega tarde,
viene de dar caza a un indeseable criminal que acababa de matar. Con él ha
saciado su hambre no humana y tras presentarse se acerca a su contacto Ephraim
para hablar con él. Charlan sobre Alamut, sobre Innominat y sobre Kothar, su
Sire.
Orión habla con
Innominat sobre la guerra. El Toreador cree que es la salida cobarde a los
problemas de la política. Ephraim el Nosferatu, se suma tímidamente a la
conversación y aporta algo muy simple pero muy certero:
–Si hay guerra habrá muertes y si no la hay puede que
nadie tenga que morir.
Innominat cree que
debe haber guerras para imponer la justicia y cuando esto se eleva a territorio
de Vampiros, los humanos suelen ser los que más pierden. Según su opinión todas
los enfrentamientos vienen por diferencias entre Vampiros. Si dejasen a un lado
estas diferencias no habría guerras. Orión le pone en la tesitura de si sería
capaz de negociar para terminar con la guerra e Innominat cree que a veces no
es posible negociar, pensando concretamente en su hermano Enki. Ambos vampiros
discuten sobre el tema e Innominat decide abandonar la ceremonia, no cree tener
nada que aportar en este momento y prefiere centrarse en sus rituales, es su
forma de abstraerse de la realidad.
Durante un momento, Amal,
entra en trance y percibe con su visión de Oráculo como Enki,
al igual que
ellos, degusta sangre de vampiro, en copa de cristal. Se encuentra en la bodega
Hyrum, anterior Príncipe de Tiro. Bebe compulsivamente y saborea toda la Vitae que
puede sin tener en cuenta los vínculos de sangre que le puedan encadenar. El
Ravnos ve como selecciona sangre que no se bebe él, como quien recolecta frutos
maduros, parece que es para invitar a los suyos. Quizás sea para que adquieran la
posibilidad de desarrollar poder o disciplinas concretas. Cuando sale del
trance, todo sigue igual en la fiesta y para su gozo, Nerea le mira pícaramente.
Bodega de Hyrum, Tiro |
Ambos Toreadores,
Oded y Orión, hablan sobre la agricultura de Jerusalén y también a cerca del
nuevo interés de Oded por avivar el comercio de la capital de la satrapía de
Yehud. Orión guarda respeto ante Oded, ya que éste es el Primogénito del clan,
nombrado en su día y secundado por el gobierno actual de Innominat.
También hablan de
Nerea y se percibe que Orión está claramente enamorado de la humana, ahora
ghoul suya. La conversación se encauza hasta llegar al pasado de Orión en
Esparta, donde cuenta como de joven fue un soldado en tiempos de guerra y tras
una vida de violencia extrema, tras su madurez, llegó a ganarse un retiro de
paz y enseñanza de sabiduría. Vida con la que comulga ahora mismo, por eso no
se encuentra en Esparta, ya que están tremendamente obsesionados por la guerra
y la pureza de la sangre.
Nerea, ghoul de Orión |
La caza de Amal
Hay dos presentes en
la fiesta para los que la ceremonia necesita algo más de acción: Amal y Nerea.
El juego inicial de
miradas pasa a las palabras y tras dejar clara la atracción animal del Ravnos
hacia las hembras humanas; Nerea nerviosa y excitada se deja llevar por el
zalamero Amal que encandila a la bella ghoul hasta que se encuentra con ella en
una estancia oscura, lejos del bullicio de la fiesta.
Para el Ravnos es una
interesante y prohibida conquista, pero para la humana es una aventura amorosa
de magnitudes épicas. Pasan de los besos ardientes a las caricias subidas de
tono y acaban haciendo salvajemente el amor en el frío suelo de mármol blanco de
la villa de su Señor Orión.
Orión ha empezado a
sospechar cuando Nerea aparece risueña con un recipiente de vino de la bodega.
El Toreador vuelve a tranquilizarse al verla y se olvida de sus dudas cuando la
ghoul le sonríe y le lanza un beso que va directo al cuitado corazón del sabio
espartano.
Amal muy satisfecho e
imaginativo crea una ilusión muy peculiar: una bandeja de plata que lleva uno
de los guapos sirvientes. Sobre ella una copa por vampiro, y en el interior de
cada copa un liquido cristalino con matices arco iris que se mueven solos.
El Ravnos coge una de
ellas y propone un brindis por todos los presentes. Orión, Mudji y Meir cogen
una de las copas y los cuatro beben del fantástico brebaje. El sabor es el
placer destilado en estado puro. Simplemente el sentimiento de éxtasis,
parecido al que sienten cuando beben sangre de un ser vivo pero diferente.
Orión, especialmente, alucina con el sabor de la feérica bebida.
Tras este manjar de
dioses la celebración toca a su fin. ¡Sin muertes!... y los presentes se
despiden hasta la próxima. Ha sido una agradable velada donde ha habido buena
conversación, excelente música y los que han querido han degustado el placer…
Cyprium, librero salamino |
El ciego de Salamina
Ya en la noche
siguiente, Cyprium, el librero anciano salamino, contacta con Meir. Le escribe
una carta dictada a su nieto y ayudante, al que enseñó a escribir antes de
quedarse ciego.
Desea mantener
correspondencia periódica con Meir, cree que ambos pueden ayudarse a distancia,
intercambiando escritos y saber.
Por supuesto esto es
una grata sorpresa para el Capadocio y le escribe agradeciéndole su carta y
aceptando el intercambio de sabiduría entre Salamina y Jerusalén.
Ahirom, buscador de Cartago |
El buscador de
Cartago
Ahirom, Brujah de
Cartago al que denominan el Buscador, viene a Jerusalén y se encuentra con
Innominat. Quiere soluciones, castigos y compensaciones. A su vera se encuentra
Noa, silenciosa y observadora.
En Tiro se ha
enterado de la verdad. El ghoul de Amal fue quien mató a su hermano. El Ravnos
es su actual responsable y le ha engañado diciéndole que había sido Enki, y
cuando sucedió ni siquiera era Príncipe de Tiro. Esta información se la ha dado
el propio Enki, pero le es irrelevante, él quiere que Amal pague por romper su
palabra.
Debe regresar a
Cartago con la cabeza del asesino de su hermano. No puede hacerlo con las manos
vacías. Solo pide que se haga justicia. Quiere un castigo para el Ravnos
mentiroso y pide como pago la cabeza del asesino de su hermano.
Por supuesto Noa no
dejará de ser su ghoul, no después de esta ofensa. Nadie se burla de un Brujah
cartaginés.
–No quiero más engaños –asegura Ahirom muy enfadado– no me fiaré de nada de lo que vea y oiga
ante el mentiroso Ravnos. No me engañará más con su Quimerismo. Sus ilusiones
no me apartarán de conseguir mi venganza.
–Amal es Ancillae de Jerusalén y tú, Innominat, eres su Príncipe y como
tal eres responsable de sus actos. ¡No me ha engañado un Ravnos nómada, si no
un Ancillae de tu gobierno!
–Esto puede desembocar en una catástrofe diplomática
entre Cartago y Jerusalén. Soy el lugarteniente del Príncipe de Cartago y en su
ausencia tengo la potestad de declarar una guerra si me dan razones suficientes
para ello.
–Nadie engaña a un Brujah cartaginés y queda impune. Príncipe Innominat,
esto está en tus manos. Y espero que tu juicio esté a la altura…
–Yo Innominat, te presento mis más sinceras disculpas. –dice el Príncipe– Te ofrezco salir fuera y hablar del asunto
en un tono más desenfadado.
El Brujah se niega
pidiendo, casi exigiendo, un juicio contra el mentiroso Ravnos. Innominat le
pide que se tranquilice y le dice que todo se aclarará.
–Amal, de buena fe, me contó lo ocurrido y me dijo toda
la verdad.
–explica Innominat– tuvo miedo. Esa fue
la causa de sus mentiras. Temió por su vida. Sé que mi enemigo Enki no es
culpable de la muerte de tu hermano. Fue la salida más rápida que se le ocurrió
a Amal en ese momento. Debes entenderlo, en tu ira podías haberlo matado.
–Lamento la muerte de tu hermano –continua Innominat– pero
su fallecimiento fue culpa de un cazador al que Amal apadrinó para que dejara
de matar vampiros.
–Amal es un cobarde culpable de engañarme enviándome a
Tiro, ante tu enemigo Enki –dice Ahirom.
Enki es un infernalista –acusa Innominat.
–¿Amal será castigado? –pregunta el Brujah sin entrar en las
acusaciones entre enemigos.
–Así será –responde Innominat muy sereno mientras Noa
calma a su señor con su lenguaje no verbal.
Inscripción incisa del Segundo Templo |
El juicio contra Amal
Nasim busca para
Innominat a Amal y le ordena presentarse ante él de inmediato. Así lo hace y cuando
el Ravnos entra en el salón del trono, la mirada de odio de Ahirom hace que Amal
se dé cuenta de que el Brujah está auto-controlándose para no abalanzarse sobre
él.
Amal mira a Noa y
sonríe ligeramente. La mujer está muy seria y no solo no le corresponde a su
gesto si no que baja la mirada. Hay mucha tensión en el ambiente e Innominat en
su trono evalúa el caso en silencio para dictar una sentencia justa que
contente a todos.
Noa es el calmante
que Ahirom necesita en este instante para no saltar a por Amal.
–¿Ves lo que han generado tus mentiras? –pregunta Innominat a
Amal– Ahirom es el segundo al mando de Cartago y lo enviaste a matar a Enki.
No tiene razón de ser…
–¡Me mentiste! –grita el Brujah a Amal– Tus engaños me llevaron ante Enki y podían haberme matado, pero
también a tu querida Noa…
–No quisiste venir a Jerusalén –dice Amal–después de destrozar esa estancia en
Tiro, ¿crees que me iba a fiar de decirte la verdad? Soy un Ravnos ¿Qué
esperabas de mi?
Ambos vampiros se
enzarzan en una estéril discusión que va subiendo de tono.
–Perdiste la carta que te di. En ella dejaba todo
debidamente explicado. –dice Innominat.
–No me arrepiento de nada de lo que hice –dice Amal orgulloso.
–Innominat, ¿puedes terminar con esta farsa por favor? –pide el Brujah al
Príncipe.
Innominat levanta las
manos pidiendo silencio y ambos vampiros le hacen caso.
–Amal, por tus presentes errores –sentencia el
Príncipe– Como castigo quedas despojado
de toda tu posición en Jerusalén. Ya no eres Ancillae.
–¿De acuerdo? –pregunta Innominat a Ahirom
–De acuerdo –responde Ahirom relativamente satisfecho.
Acto seguido el
Brujah y su ghoul se despiden y se van. Noa antes de irse, mira a Amal con un
atisbo de esperanza en sus ojos, como diciendo “este no es el momento, pero
llegará”. Esto deja al Ravnos más tranquilo cuando ve partir a su deseada
“hija”.
Cuando ambos se han
ido Amal se sincera con Innominat:
–Te pido perdón, Innominat. Reconozco que igual se me fue
un poco de las manos enviándole a la boca del lobo. Aunque seguramente que esta
situación no le ha gustado nada a tu hermano y enemigo Enki. Eso es bueno para
nosotros, que sepa que también movemos ficha…
El Príncipe recibe la
disculpa con agrado y le despide de su dominio, quedándose de nuevo solo y cansado,
se siente muy cansado…
Noa, segunda hija de Faruk |
Noa la prudente
Poco antes del
amanecer, Noa se las arregla para encontrarse a solas con Amal. Su mera
presencia calma al Ravnos y ambos se miran a los ojos con sinceridad.
–Solo puedo aconsejarte prudencia Amal –dice Noa– igual ahora no es el momento, pero todo se
andará, si el destino es que estemos juntos, seguro que sucederá. No quiero que
dañes a Ahirom, te lo pedí y lo reitero. Si lo haces yo misma no querré formar
parte de algo que se sustenta sobre asesinatos de inocentes.
–Tengo algo que decirte sobre mi hermano mayor Arang –continua Noa mientras
Amal escucha atentamente– tampoco debes
precipitarte. El Destino jugará sus cartas igualmente. Debes fiarte de tu
Príncipe Innominat, sabe lo que hace.
–Sabré cómo ganarme la libertad y volver a Jerusalén a tu
lado –dice
Noa con lágrimas en los ojos– Arang necesita tu apoyo más que yo. Estoy
bien, de verdad. Estaré mejor preparada más adelante. Esta será mi prueba para
ganarme ser una hija tuya. Haz que Arang vuelva Padre, seguro que lo
conseguirás.
–Será más pronto que tarde –dice Amal triste
pero orgulloso– he visto a tu siguiente
hermano, al tercero. Su nombre es Dante.
En los labios de Noa
se dibuja una sonrisa. Noa abraza a Amal y el Ravnos le da un beso en la boca
que pilla desprevenida a la mujer, aunque no le desagrada el afectuoso y
sensual gesto.
–Buen viaje hija, hasta la vista –se despide Amal
mientras Noa se aleja melancólica pero feliz. Tiene una familia que la espera, aquí
en Jerusalén.
Escudo del Clan Assamita |
Secreto Assamita
Bicor, el embajador,
se encuentra en secreto con El Espectro y con Mudji. Requiere información sobre
lo que les pidió y les dice que mañana se reunirán los cuatro Assamitas en el
palacete de Innominat.
–No hay ninguna conspiración por parte de Innominat –dice Mudji– como ya te dije la otra vez. El Príncipe
no tiene ningún interés en la rebelión de Macedonia. Nunca iría contra los
intereses del clan. Es una locura. No miente, nunca lo ha hecho.
–¿Estás seguro de lo que dices? –pregunta Bicor– puede que ni tú, ni él mismo tengáis toda
la información necesaria para dicha afirmación.
–Doy mi palabra y pongo mi vida a disposición del clan si
me equivoco –dice
Mudji muy serio.
–Lamento escuchar eso –dice el embajador bajando la mirada, afectado
por algo que ha descubierto.
Estimel, pirata Brujah |
Cabeza de turco
Innominat, Oded, Meir
y Amal debaten sobre la posibilidad de que el Toreador envíe uno de sus
contactos a Tiro para conseguir información del enemigo. Amal a su vez informa
de las últimas visiones de Oráculo que ha tenido. De nuevo pueden ser de un presente
en otro lugar, de un futuro cercano o de uno lejano.
Bicor se presenta
ante Innominat. Hay presiones desde Alamut por saber la verdad y actuar en
consecuencia. El embajador Persa, ha conseguido que Enki dé caza a Estimel, el Brujah
pirata enemigo de Innominat. Responsable de las muertes del Príncipe y de la
embajadora Assamita.
Bicor viene acompañado
de dos tuaregs vestidos de negro a su espalda. Ambos fuertemente armados,
parecen asesinos de primera línea. Los tuaregs dejan frente al Príncipe un
ataúd cerrado.
Con Bicor viene Mudji
que se posiciona leal junto a su Príncipe Innominat, y el Espectro que lo hace
frente al Príncipe, junto al embajador.
Bicor sabe que el
asesinato de la embajadora Kayhana fue una venganza de Estimel por enviarle para
ser juzgado por Ventrue Cartagineses, Innominat estaba con ella en ese momento.
Tiene dudas sobre las razones que le impulsaron a matar al Príncipe de Tiro, y
dispone del cuerpo empalado del Brujah para interrogarlo antes de juzgarlo. Los
tuaregs abren el ataúd y los presentes ven al pirata Brujah inmovilizado por
una estaca que atraviesa su corazón.
Bicor ofrece al
Brujah empalado al Príncipe. Innominat al ver el cuerpo de Estimel informa al
embajador de que va a hacer un ritual para que este mentiroso diga la verdad y
solamente la verdad.
El Matusalén tapia
por dentro las puertas de entrada al salón del trono. Lo hace con maderas,
clavos y martillo conseguidos por Nasim. Las posiciona en forma de cruz y sobre
ellas espolvorea hueso triturado mientras conjura viejas palabras en sumerio.
–Ya no se puede mentir en esta habitación –dice Innominat tras
unos minutos de ritual.
Meir sabe que
Innominat está realizando hechicería Assamita. El Capadocio ha leído sobre este
ritual en concreto.
Amal intenta decir
mal su nombre para probar la hechicería de Innominat y no es capaz más que de
decir su verdadero nombre, Amal Faruk. No puede articular mentira aunque la
piense.
Innominat hace un
gesto y Meir desempala a Estimel. En ese instante sus ojos se vuelven de color
blanco, han dado vuelta a sus cuencas y comienza a salir sangre roja por su
nariz, oídos y boca. Meir, antorcha en mano lo rocía con el fuego purificador y
Estimel se descompone quemándose para terminar siendo un montón de cenizas humeantes.
Meir ya ha visto este
tipo de protección maligna. Lo hacen para no poder sacar información de los
caídos. El Capadocio reza un salmo a Yahvé.
Oded espera que se
enfríen y toca los ropajes de Estimel. Con su Psicometría ve como Bicor y sus
dos matones persiguen, acorralan y empalan al Brujah.
Puede ser un cabeza
de turco de Enki, pero de nuevo no disponen de pruebas, ya que no es más que
polvo.
–Si quieres puedes preguntarme lo que quieras. Estoy
obligado a decir la verdad –le dice Innominat al embajador, que le mira
muy pensativo.
–Tenía penado que fuera mañana, pero creo que podría ser
hoy mismo –responde
Bicor– Deberíamos quedarnos los cuatro
Assamitas y el Senescal Meir.
Innominat pide al
resto de vampiros que salgan y recompone el ritual para que su efecto perdure.
Bicor, Embajador persa de Alamut |
El juicio de
Innominat
Innominat ocupa el
trono de Príncipe de Jerusalén. A su lado derecho Meir, el sacerdote Capadocio,
con su semblante cadavérico pero santo al mismo tiempo. Al otro lado Mudji
siempre fiel a su mentor.
Frente a ellos el
Espectro a un lado de la sala y ante Innominat Bicor, embajador de Alamut,
escoltado por sus dos imponentes guardaespaldas armados con grandes y bellas
cimitarras de Damasco.
Bicor muy serio, mira
a Mudji con cierta pena, mientras éste desenfunda su hoja y se arrodilla con la
misma sobre sus manos expuestas cara arriba. El embajador pregunta a Innominat por
el asesinato del Rey de Macedonia.
El Príncipe narra
cómo en su viaje con la anterior embajadora Kayhana, llegaron hasta Chipre,
allí se separó de la embajadora y tuvo un encuentro con la Matusalén Brujah
Anat. Tras éste la Brujah pidió que Innominat asesinara al Rey de Macedonia
como muestra de buena fe ante su petición de ayuda. Tras evaluar que no
influyera negativamente al Imperio Persa
ni al clan Assamita, Kayhana se ofreció a hacer el trabajo sucio y asesinó
limpiamente al Rey de Macedonia.
Bicor cuenta que a
raíz de ese asesinato, el maestro del Rey subió al trono y rompió las buenas
relaciones que el anterior Rey tenía con Persia, comenzando una rebelión contra
el Imperio Persa, alentando a la unión de los estados Griegos y a la
helenización del mundo conocido. Y todo comenzó con el asesinato perpetrado por
Innominat.
–¿No crees que deberíamos haber sabido este movimiento? –pregunta el
embajador– Tú, que eres el defensor de la
verdad. Matas a traición a un Rey Macedonio y sin decir nada al clan. Acabas
con un griego aliado de Persia. Ahora el nuevo Rey se plantea la rebelión y la
helenización aunando Grecia contra Persia.
–Esto ha desembocado en una situación de inestabilidad ocasionada
solamente por ti
–continua Bicor– Si el imperio persa cae
por esto y los griegos llegan a Alamut, puedes ser el culpable de la extinción
del clan. Por suerte ya estamos tomando cartas en el asunto y no llegarán tan
lejos… esperamos. Debes ser castigado por esta afrenta.
–Innominat, ¿Asumes tu error? –pregunta
inquisitivamente el embajador.
–Si –responde con rabia el Príncipe.
–¿Asumes tu castigo? –pregunta de nuevo Bicor.
–Si –responde Innominat.
–Innominat, por el poder que Alamut me ha otorgado –sentencia el
embajador– eres destituido del puesto de
Príncipe de Jerusalén hasta nueva orden.
Bicor le acerca una
carta con el sello de Alamut que el Príncipe recoge y abre:
Innominat
de Mesopotamia, de la casta hechicera del clan Assamita.
Queda
destituido de la posición de Príncipe, asumiendo su Senescal Meir, las
funciones de gobierno de la noche, como nuevo Príncipe de Jerusalén.
El Consejo de Alamut
–Tu Senescal Meir será el nuevo Príncipe de Jerusalén hasta
que el asunto de Macedonia se solucione –dicta Bicor arrodillándose ante el Capadocio
como muestra de respeto.
–Dios te salve, Meir, Príncipe de Jerusalén –dice el embajador
con voz firme que retumba en las paredes del salón del trono.
Meir se encuentra
anonadado e incomodo a partes iguales, nunca ha perseguido las posiciones de
poder, son algo que le han venido dado más por su antigüedad y su sabiduría que
por su interés.
–He unido mi destino al de Innominat y así seguirá
mientras él lo desee –dice
el Capadocio mirando al abatido Matusalén.
–¿Recuerdas tu promesa? –pregunta Bicor mirando a
Mudji.
–Como te dije, mi no vida está a disposición del clan –dice Mudji decidido
incluso a morir por su fidelidad a Innominat.
El embajador mira al
suelo y vuelve a mirarle a los ojos perdonándole la vida, ya que finalmente se
ha declarado a Innominat culpable por transgredir los intereses del clan con su
asesinato al Rey de Macedonia. Acontecimiento que le guste o no ha desembocado
en una peligrosísima situación poniendo al Matusalén contra las cuerdas.
Bicor y sus
guardaespaldas abandonan la estancia y se van de Jerusalén.
Meir, Mudji y el
Espectro se quedan ante Innominat que se encuentra hastiado y abatido.
–Con vuestro permiso, me voy a dormir –dice Innominat con
idea de caer en un largo letargo y dejar todo esto atrás...
–Ve a descansar si lo deseas –dice Meir– Has tenido una pesada carga a tus espaldas
gobernando Jerusalén…
390 a.C. |
El extenuado Innominat
El Matusalén
destronado se encuentra muy cansado de todo. Meir como muestra de respeto y
para dejarle claro que desearía seguir contando con él en su gobierno le ofrece
a Innominat ser su Senescal. El niño sumerio lo rechaza.
Amal y Oded vuelven a
entrar en el salón del trono y los demás les cuentan lo ocurrido mientras el
Espectro se va sin hacer mucho ruido.
Entre todos intentan
animar a Innominat y convencerle de que no se vaya al letargo, ya que tiene
mucho que ofrecer. Por no decir que Enki sería el ganador indiscutible de la
partida.
Amal pregunta a todos
por qué no Meir le cede el poder a Innominat y todo continua como hasta ahora.
Al menos puede hacerlo de puertas para adentro. De cara al exterior el
Capadocio seguirá siendo el Príncipe.
–Esto ha sido un movimiento maestro de tu hermano Enki,
¿Qué vas a hacer?… ¿nada?... yo te diré lo que deberías hacer… ¡RESPONDE! –dice el Ravnos dirigiéndose
a Innominat.
–Ya no soy el Príncipe –responde Innominat
desganado.
–Si te metes en sopor, ganará Enki –dice Meir
–¡Hagamos algo! –dice Amal muy enérgicamente –vayamos a matar a Enki, aprovechemos este
movimiento para atacar…no ha cambiado nada para nosotros.
–He sido humillado por mi clan –dice Innominat con
un suave hilo de voz– Acepto mi castigo.
–El Príncipe sigues siendo tú. ¡Olvida a Alamut! –reprende el Ravnos al
Matusalén.
La intensa noche
comienza a llegar a su fin y cada mochuelo se va a su olivo.
Dante, tercer hijo de Faruk |
El primer chiquillo
de Amal
Cuando Amal se retira
para dormir en una taberna cualquiera, tras tomar las medidas de seguridad de
cada noche el Ravnos se percata de que hay alguien más con él en la habitación. ¡Es
Dante! el tercero de sus hijos, el mismo al que vio en su visión de Oráculo. Se
encuentra ante él y su semblante es ligeramente pálido.
–Sire, aquí estoy– Dante se arrodilla ante un atónito Amal.
El neonato cuenta que
fue abrazado en una bodega por Enki, el Príncipe de Tiro. Previamente trabajó
para él de carcelero. Tras esto le recompensó con la vida eterna, le explicó
quien era su verdadero “padre” y le liberó. Le dijo que su Sire, del que había
surgido la sangre que le dio la no vida, le esperaba en Jerusalén.
Dante no tiene
pensamientos negativos sobre Enki, ha sido amable y cordial con él. No ha sido
maltratado por Enki, todo lo contrario, le salvó de morir, le dio empleo de
carcelero y le abrazó indicando su camino sin ordenarle nada ni maltratarle. Dijo
que Amal sabría apreciar su regalo.
–Disponía de tu Vitae y prefirió abrazarme con tu sangre, Vitae de Ravnos. –dice
Dante– Me dijo que lo hizo porque sabía
que iba a ser lo mejor para todos.
Amal no da crédito y
comienza a pensar que quizás Enki no sea tan malvado como lo pintan por estos
lares. Continúan hablando del enemigo de Innominat.
Dante no cree que
Enki sea malvado, simplemente tiene una forma peculiar y no convencional de
hacer las cosas. El Chiquillo de Amal cree que Enki es un Príncipe imponente y
poderoso al que le debe todo. No le gustaría hacerle daño, no tiene razón
alguna para hacerlo. Él pondría en duda todo lo que no ha visto con sus ojos y
Enki para él ha sido alguien al que debe agradecer la inmortalidad.
Amal no sabe cómo
gestionar este regalo del destino y comienza a pensar que pueda ser una trampa de
Enki, pero no puede dejar de escuchar a su nuevo chiquillo.
Dante le habla de Arang,
el primogénito de Faruk. Estaba encerrado en una celda, junto a Donna y Umaskal,
vivió allí una temporada, fue cuando lo conoció.
–Creo que debe labrarse su propio destino –dice Dante con una
tremenda familiaridad, ya que se encuentra vinculado a Amal, como todo
chiquillo con su Sire– cada uno de nosotros debemos hacerlo, la vida
no es un camino de rosas y ese es su infierno personal. Si es apto para la
inmortalidad saldrá con vida, si no, no debía ser.
–Padre, preséntame ante el Príncipe de Jerusalén –le pide Dante a Amal.
–Te presentaré gustosamente –le dice Amal con los
ojos enjuagados en lágrimas sangre mientras le da un abrazo a su nuevo
chiquillo.
Sinceramente este
acto de Enki deja completamente descolocado a Amal. Ahora mismo no cree que
atacarle sea la mejor opción. Al menos consigue que el Ravnos le dé al enemigo
de Innominat el beneficio de la duda y genera peligrosas dudas en él.
Jerusalén |
La presentación de
Dante
Meir se encuentra en
la torre de la Torá Negra explicándole a su ghoul Admiel la nueva situación. El
bibliotecario se siente orgulloso de su Señor Capadocio y de que ahora sea la
máxima autoridad en Jerusalén. Meir le
responde con su frase favorita: “Yahvé
proveerá”.
Amal y Dante se
presentan ante Meir, que a primera vista piensa que el Ravnos ha aprovechado la
inestable situación política para abrazar a un humano. Pero nada más lejos de
la verdad.
–Meir, tengo que presentarte a mi primer chiquillo. Dante
–dice
Amal orgulloso mientras su chiquillo se arrodilla ante el nuevo Príncipe.
El Ravnos le cuenta
la inverosímil historia mientras el neonato arrodillado espera la bendición de
Meir.
Tanto Amal como Meir
sondean el aura del recién llegado Dante y todo parece en orden, nada fuera de
lo común. Y esto escama a Meir. ¿Será otra estratagema de Enki? ¿un caballo de
Trolla?
–Así que eres padre por error –le dice Meir a Amal.
–Eso parece –responde Amal– por cierto, Dante ha visto a nuestros ghoules ya abrazados como
chiquillos de Enki. Arang, Donna y Umaskal, los tres. Después de esto hablaría
con Enki, no parece tan maligno como parecía.
–Padre…–interrumpe Dante– Enki e Innominat son enemigos, no deseo que vayas a Tiro y seas dañado
por su entrenamiento continuo. Puede dañarte sólo para hacer daño a su hermano.
–Innominat seguramente se haya ido a dormir por un largo
tiempo –dice
Meir.
–¿Y si yo creo una ilusión de normalidad aquí en
Jerusalén y con el subterfugio vamos a Tiro y vemos como está el panorama? –pregunta Amal a Meir.
–Por lo que más queráis –pide Dante– os ruego que no hagáis daño a Enki, le
debo todo…
Amal tranquiliza a su
chiquillo Dante y tras la presentación le enseña la ciudad de Jerusalén,
empezando por sus tabernas.
Nergüi, maestro hechicero de Alamut |
El hechicero
Innominat ya pensando
en su retirada, se encuentra en su refugio, bajo la fría arena y sobre el
campamento de su amplio rebaño.
De pronto es
arrastrado de forma sorpresiva, al mundo astral. Desde el que ve la ciudad de
Jerusalén mientras abandona su cuerpo. Su espíritu, atado con un cordón de
plata a su cadáver. Se eleva por encima de las nubes más altas del cielo y
aparece en un frío desierto con arenas azules turquesa.
El cielo es blanco
con puntos negros que “brillan” como estrellas pero en negativo. El Matusalén
se encuentra rodeado de pequeños charcos de agua plateada semejante al mercurio
líquido. Su cuerpo es etéreo y está flotando a un metro del fantástico
desierto.
Frente a él, un
anciano con rasgos nororientales. Podría ser de origen mongol y por sus
vestimentas parece un hechicero o un chaman de algún tipo.
–Mi nombre es Nergüi, maestro hechicero de Alamut. Vengo
para darte mi apoyo y para decirte que a pesar de lo ocurrido sigues teniendo
seguidores y simpatizantes en el Nido de Águilas. Por eso estoy yo aquí.
–Estoy aquí para
ayudarte de la única forma que puedo hacerlo sin crear más discordia en el clan
de la que ya hay. Si llega el momento del enfrentamiento, lo más seguro es que
Enki haya amañado el combate, de alguna forma, tu y yo sabemos que es su forma
de actuar.
–Usa esto si quieres equilibrar la balanza –le da una piedrita pulida
marrón con vetas, es Ágata coralina, muchas veces utilizada para hacer amuletos
y joyas por su belleza– El nombre
"ágata" proviene del río Achates, al sur de la isla de Sicilia, donde
se dice que se encontró la primera de estas piedras… Con este talismán tendrás
las mismas oportunidades de ganar que él, no es mucho, pero al menos él no
tendrá ventaja.
Talismán de Ágata coralina |
–Ahora la ventaja la puedes tener tu, si te armas
debidamente. Utilizando este amuleto el combate será en la penumbra y todos los
presentes en un radio de una estancia grande viajarán contigo y serán
proyecciones astrales de su cuerpo, que estará abandonado y a merced del
ganador. En el mundo de los muertos solo dañarán los objetos mágicos o
reliquias. Tan solo se podrán utilizar algunas disciplinas psíquicas, aquellas
que no interfieran al mundo de la piel.
–Se reducirá todo a quien sea el ganador de un duelo
singular en el que los atributos mentales y sociales serán sustituidos por los
físicos y la fuerza de voluntad será vuestra salud. El vencedor será aquel que corte al otro el
tenue hilo de plata que le ata a su cuerpo. El perdedor perderá su conciencia
en la penumbra para siempre dejando su cadáver vacío en un sopor infinito a
merced de los que regresen al mundo de la piel.
–La piedra solo tiene una carga y durará una hora, tras
la cual todo volverá a la normalidad, a excepción de los que hayan cortado su
hilo de plata, que nunca jamás despertarán. Regresareis al reino de la piel, en
el que habitualmente vivimos y todo seguirá su curso, sea cual fuere que
debiera ser.
–Ahora mismo esto no está sucediendo. Este es un plano
diferente a la realidad, Enki no lo puede rastrear, ni escuchar, no en tan poco
tiempo. No sabe nada de esto. En el momento que lo nombres o hables de ello en
el mundo real, puede escucharlo y ya no estarás en ventaja. Es opción tuya
usarlo o no. Para hacerlo solo debes concentrarte en la piedra, bañarla en tu
sangre y apretarla con fuerza con tu mano derecha arrojándola después.
–Te deseo suerte Innominat. Recuerda que si ganas estarás
legitimado para volver a ser Príncipe de
Jerusalén, tendrás los apoyos necesarios desde Alamut, yo moveré hilos entre la
casta hechicera para que el Consejo apoye tu regreso al trono, ya que te
pertenece por derecho propio. Esto solo será una pesadilla de la que al fin
despertarás…
–Sabes que no puedo atacar Tiro ¿verdad? –pregunta Innominat.
–Ya no eres el Príncipe de Jerusalén –responde Nergüi.
–En cuanto al asunto de Macedonia. –dice Innominat– Kayhana no merece esa macula, su honor debe
ser limpiado.
–Hay esperanza Innominat –dice Nergüi– Mata a Enki y los que te apoyamos
moveremos ficha para que todo regrese a su lugar, de donde nunca debió moverse.
–¿Tengo tu palabra? –pregunta Innominat.
–La tienes, si no, no estaría aquí –responde el
hechicero.
–Sé listo Innominat –dice Nergüi– deja que Enki se confíe, que crea que te ha ganado. Que baje la
guardia. Que piense que has caído en su trampa…
Innominat sonríe y le
da la mano semitransparente al hechicero de Alamut. Tras lo cual reemprenden
sus raudos viajes de retorno a sus cuerpos, despertando Innominat allí donde se
había desvanecido.
Ahora todo ha
cambiado e Innominat aprieta la piedra de Ágata con fuerza y se duerme soñando
con su venganza.
Mapa con las provincias (satrapías) del Imperio aqueménida |
La invitación
Innominat reúne a sus
vampiros de confianza, Mudji, Meir, Amal y Oded. Se ha alimentado tanto de su
rebaño que sus mejillas están sonrojadas y su aspecto es perfectamente humano.
Recuerda como todos
poseen armas especiales que infringen daños agravados para los vampiros y pregunta si tienen una para él. Oded le
da una de las dos dagas serpenteantes que tiene e Innominat les dice que va a
ir a Tiro por Enki, quien quiera puede seguirle. Todos deciden apoyar al Matusalén
e ir con él a Tiro.
Amal le cuenta
orgulloso a Innominat lo de su chiquillo Dante y también que ya es oficial
que
los tres ghoules que robó Enki son sus chiquillos.
Ahinadab, espía Nosferatu |
Meir, el Príncipe de
Jerusalén, se encuentra con Ephraim el Nosferatu y le comunica que se ausentará
de la ciudad pidiéndole que esté al tanto de si llegan vampiros a la ciudad y
en ese caso que los tenga vigilados.
De pronto Ahinadab, Nosferatu
de Tiro, sospechoso de espiar en Jerusalén durante el corto periodo que pasó aquí, se presenta ante Meir arropado por
la ciudad de Tiro y su Príncipe Enki que da sus saludos, agacha la cabeza y le entrega
una carta con el sello de la satrapía de Phoenicia.
Querido Gobernante de la
pequeña Jerusalén:
Por la presente, tengo el
placer invitarle a vos y a sus acompañantes a mi corte, para que presencien un
acontecimiento digno.
Espero confirmación de
quienes vengan.
Enki, Dios de los ríos y las aguas subterráneas
Meir lee la carta y
despide al Nosferatu que espera la contestación de quienes asistirán a la ceremonia.
El Príncipe Capadocio le dice que irán todos los presentes excepto Ephraim,
también confirma la asistencia de Anat y quizás de Orión.
Innominat le pregunta
si fue él quien secuestró a los ghoules a lo que el Nosferatu no contesta nada,
como si no hubiera oído al Matusalén y desaparece literalmente ante sus ojos.
Ephraim asustado se
va tras él. Todos los presentes comienzan a hablar sobre la invitación y de la
amplia posibilidad de que sea una trampa.
Innominat le dice a
Meir que Anat no debería ir, no le da explicaciones de porque, pero el Príncipe
quiere invitarla de todos modos e intentará pedírselo en persona.
Mapa de Fenicia |
Preparando el viaje
Amal aprovecha para
irse de putas, puede que esta sea la última vez, así que disfruta de los
placeres de la carne mientras se alimenta de ellas para viajar con el estomago
bien lleno de sangre.
Meir aprovecha para
buscar a Anat por Jerusalén y sus inmediaciones pero sin la ayuda de Innominat
no es capaz de encontrarla.
Tras esta infértil
búsqueda el Príncipe Meir se encuentra con Orión y tras invitarle a Tiro y
rechazarlo, por sugerencia del Toreador le deja de Regente de Jerusalén, será ayudado
por Ephraim.
Antes de tomar esta
decisión Meir ha escudriñado el aura de Orión asegurándose que es una buena
persona sin macula en su halo.
Orión le pregunta a
Meir el por qué de su viaje diplomático a Tiro, baluarte de Enki, enemigo de
Innominat. El Capadocio le explica que ellos mismos harán de cebo y podrán
comprobar si el tratado de paz es real o solo una pantomima.
El Toreador le ofrece
la posibilidad de que nunca regresen y Meir le dice que en ese caso espera que
Yahvé guíe sus pasos como Príncipe. El Capadocio le cuenta que ha mancillado la
inocencia de su doncella ghoul, Donna, abrazándola en contra de su voluntad.
Orión le pregunta a
Meir si ha pensado en el camino de la paz y Meir le dice con gran pesar que
estaría dispuesto a sacrificar a Donna por el fin de las hostilidades.
Meir se retira para
escribir una carta a Alamut:
A
los ancianos de Alamut.
Soy
Meir, Príncipe de la noche de Jerusalén. Por la presente os informo de haber
recibido una invitación de Enki, príncipe de Tiro, en donde se me invita a mí y
a mis allegados a asistir a una reunión.
Voy
a Tiro con toda la voluntad de respetar el tratado de las satrapías firmadas
por Enki, Innominat y vosotros, Alamut.
Dejo
constancia de este acto y espero que el clan de los guerreros cumpla su palabra
y que si Enki rompe el tratado o toma cualquier acción en contra de Jerusalén y
sus gentes, acaben con su existencia y honren su palabra.
Atentamente:
Meir,
del clan Capadocio,
chiquillo
de Abraham
Ephraim, Nosferatu |
Tras escribir la
carta, el Príncipe Meir reúne a todos sus vampiros de confianza. Les comunica
que solamente irán invitados con él aquellos que prometan no atacar primero una
vez se encuentren en Tiro en presencia de Enki.
Amal y Oded aceptan
sus condiciones. Mudji enmudece condicionado por la respuesta de su mentor
Innominat y el Matusalén tras mucho pensarlo y meditarlo decide aceptar
solamente si Enki no provoca primero. Deja claro que al menor intento por su
hermano de burla o humillación lo matará o morirá en el intento.
Amal pide por favor
que si hay lucha no dañen a Arang, quiere dar una oportunidad a su ghoul, el
primogénito de los hijos de Faruk. El
Ravnos decide dejar a Dante en Jerusalén y le pide que le desee suerte en
recuperar a su hermano Arang. Ambos Ravnos se abrazan y se pierden de vista…
quizás para siempre.
Meir pide al Espectro
que en su ausencia, viajará a Tiro, apoye al Regente Orión y que haga llegar la
carta que le da a Alamut.
–Tu decisión te honra Meir –dice el Espectro.
–Los Capadocios siempre nos sacrificamos por un bien
mayor –dice
Meir– si no volvemos encárgate de que lo
recuerde Alamut.
–Así será –dice el Espectro antes de despedirse.
Anat, Matusalén Brujah |
Deuda entre
Matusalenes
Antes de partir,
Innominat tiene un encuentro secreto con Anat. Sabe que tiene muchas ganas de
ir con él a guerrear a Tiro, pero debe hacer algo más importante para él:
–Debes solucionar mi problema con Macedonia –pide Innominat a Anat– Debes dejar mi nombre limpio y en lo alto
y demostrar que nada de esto es una conspiración.
–Para mí es un esfuerzo doble –dice Anat– sabias que quería ir a reventar cabezas infernalistas a Tiro… y por
otra parte el asunto de Macedonia tiene que ver con mis propios intereses de
unificación de Grecia, helenización del mundo y principio del fin del imperio
Persa. Pero lo haré, te di mi palabra de que te ayudaría. Estamos en paz
después de esto.
La imponente Anat,
arrodillada ante Innominat extiende el brazo hacia el niño que le da su pequeña
extremidad como muestra
de cierre de trato entre Matusalenes.
Melkart, mercader fenicio |
Innominat decide no
decirle nada a Davar, prefiere enfrentarse a su enemigo él y los suyos. No
quiere meter en esto a su aliado Assamita.
Todos los vampiros se
reúnen en una caravana liderada por Melkart, el mercader fenicio ghoul de Oded.
En ella viajan de forma segura y rápida hasta Tiro, ciudad del Príncipe Enki de
Mesopotamia.
Ciudad de Tiro |
El banquete de Enki
Ya en el palacio real
de Tiro, escoltados por Ahinadab, el Nosferatu, se encuentran en un imponente
banquete. En el comedor hay una larga mesa donde exquisitas piezas de
cubertería y brillantes copas de cristal pulido descansan sobre un mantel rojo
sangre.
La iluminación parece
salir de las paredes de piedra, de algún modo mágico. El lugar es agradable y
huele a jazmín. Los sirvientes se encargan de coger los enseres de los
invitados y de servirles Vitae o cualquier petición que tengan para hacerles.
El comedor está
adornado con bellas estatuas griegas de varios dioses helenos, entre los que
está presidiendo Zeus, también llamado Baal en otras culturas más antiguas,
Dios muy venerado en Cartago.
Enki, encapuchado y
siempre ocultando su cara, preside la mesa. A su lado derecho se encuentra Ahinadab,
el Nosferatu y al izquierdo Adon, el comerciante Ventrue.
–Bienvenidos a Tiro. Os ruego disfrutéis de la Vitae de
vampiros difuntos, a los que no podréis vincularos. Es un placer para mí tener
a mi hermano y a su corte como invitados –la voz rota de Enki le ofrece a Innominat sentarse
al otro lado de la larga mesa.
El Príncipe de Tiro
se comporta de forma muy amable y el ambiente parece extrañamente tranquilo,
como si sobrenaturalmente, la bestia interior de cada uno de los vampiros
presentes estuviera ligeramente adormecida.
Criados sirven la
Vitae y Enki brinda por el reencuentro entre hermanos y por una larga y
duradera paz entre satrapías.
–¿Te preguntarás como me enteré de tu asesinato del Rey
de Macedonia? –pregunta
Enki a Innominat– Los espíritus de los
Vástagos no suelen quedarse entre dos mundos, raro es cuando lo hacen, nadie
sabe donde van, pero he conseguido hacer un ritual para atarlos durante un
tiempo. Tuve la suerte de poder charlar con Kayhana, la anterior embajadora. Me
costó mucho pero al final me dio la información que necesitaba, justo antes de absorber
su esencia. Tranquilos ya estaba muerta, no transgredí ninguna tradición, el
culpable de su asesinato ya ha pagado su crimen.
Adon, comerciante Ventrue |
–La embajadora era tu pequeño cachorro blanco ¿lo
recuerdas?
–se incorpora Enki y dice susurrando– El
perro chillo y lloró hasta que su lengua se volvió morada y sus ojos
empalidecieron sin vida… igual que los de tu embajadora. –El hermano de
Innominat se ríe a carcajadas.
–No te reías tanto cuando de niño eras tú el que llorabas
por los pasillos de palacio…–dice Innominat controlando su ira y tratando
de responder a la provocación de Enki.
–… le hice llegar esa información al embajador –continua Enki
obviando las palabras de su hermano– Lo de la destitución fue idea suya. Como dijo
Mudji supongo que a los asesinos no les gustó que movieras el avispero en
Alamut. Muchas cosas cambiaron desde entonces y les hiciste trabajar de nuevo,
eso no es nada popular entre antiguos apoltronados.
–Bien, después de los entrantes –dice Enki– creo que ya estáis preparados para los tres
platos principales. Os presento a mis tres chiquillos: Arang, Donna y Umaskal.
Meir y Amal deben
luchar contra sus sentimientos para calmar a sus bestias interiores, ya que
desean venganza por este atroz acto de Enki. Innominat no siente nada por
Umaskal, solamente era un peón para él, pero le cuesta sentirse distante al
volver a verle. Mudji escupe sangre en su copa preparando una de sus
disciplinas para el combate.
Los tres chiquillos, “familiares”
de nuestros personajes, aparecen con un semblante mortecino y serio. Parece que
les hubieran arrancado su humanidad, como así fue, y se hubieran llevado su
alma en el proceso.
Son tres cuerpos
huecos que caminan mirando a sus antiguos Señores, sin ningún tipo de sentimiento.
Arang y Donna se
sientan ante Amal y Meir, sus antiguos Señores, y Umaskal lo hace a lado de
Innominat. Los tres les miran fijamente sin mediar palabra.
Meir y Amal, muy
incómodos e impotentes, sienten una ira contenida y una tensión apaciguada que contrasta
brutalmente en la escena actual.
Comienza la música de
trovadores aderezado con danzas de exóticas bailarinas. Las copas se llenan
solas, de modo mágico, con sangre de vampiro de la bodega de Hyrum, el anterior
Príncipe de Tiro.
Meir comienza a rezar
mentalmente para que Yahvé apacigüe su ira. Sin duda alguna esto es una prueba
suya y el Capadocio mantiene la vacía mirada de Donna, ahora sin alma, sin
humanidad, sin inocencia. Su aura sigue siendo blanca como la luz divina y eso
le hace tener un atisbo de esperanza. También ve en sus colores de halo su
confusión, esto puede ser la grieta de la coraza que Enki le ha puesto en
contra de su voluntad…
Mudji alerta con una
mano en la copa de sangre y la otra en la empuñadura de su hoja.
Amal intenta invocar
su fantástica espada, "Espantosa cuchilla de los Demonios", pero… ¡maldición!
Las Disciplinas vampíricas no funcionan en este lugar. Ya empiezan las
jugarretas de Enki…
Oded bebe sangre expectante,
él no tiene nada personal que perder, excepto su no vida.
–¿Si te pregunto algo? –cuestiona Innominat a
Enki– podrás decirme la verdad por una
vez en tu vida. Por los viejos tiempos…
–Ahora mismo…–responde Enki– estoy haciendo muchas cosas que nunca hubiera hecho…
–Esto se va a solucionar con una batalla campal o será
algo entre tú y yo? –pregunta
Innominat.
–Puedo responderte…–dice Enki levantándose y acercándose lentamente
a su hermano, cómo una serpiente se acerca a su presa.
Enki se posiciona
entre Innominat y Umaskal y le pide a éste último que le deje sentarse a lado
de su hermano. El chiquillo de Enki se levanta y éste se sienta silenciosamente
y comienza a hablar:
–Bien hermano, tenemos varias opciones ante nosotros y
como postre te daré a elegir:
–Podemos dejar nuestras hostilidades aquí y ser unos
cordiales vecinos de satrapía, y dejar el pasado atrás, sin haceros más daño.
No olvides que mis acciones sólo son la respuesta a las tuyas, en algún momento
del pasado, de nuestra larga vida. Supongo que esta opción no te gustará a ti
ni a los tuyos, habéis venido aquí por sangre.
–También podemos jugarnos todo a una carta, un duelo
entre hermanos. El que gane, se queda con todo. Se me ocurren varias formas de
solucionarlo…
–Duelo con espadas. A primera sangre, sopor o quedar incapacitado.
O duelo de Amaranto mutuo. El más rápido diaboliza al otro. Previo duelo de
miradas, es un clásico, claro está.
–¿Tienes algo pensado?, seguro que si… sorpréndeme
hermanito… –tienta
Enki a su hermano.
–Si has aceptado batirte en duelo conmigo, es porque
tienes alguna trampa preparada. Eres un mentiroso…–dice Innominat
desafiante.
–Yo no te he insultado hermano…–responde Enki.
Innominat señala a
Umaskal, de pie tras Enki, y ríe sarcásticamente.
–¿A caso no es eso un insulto? –pregunta Innominat.
–¡No te vayas por las ramas Innominat! ¡elige! –ordena Enki perdiendo
la paciencia.
Innominat se raja
disimuladamente la mano derecha con una de sus largas uñas y aprieta su puño
sangrante contra el amuleto de ágata.
–¿ prefieres que todos luchemos o solamente tú y yo? –pregunta Innominat.
–Bailemos todos juntos, ¿Por qué no?… –responde
sarcásticamente Enki.
Innominat arroja al
suelo la pequeña piedra ensangrentada que tiene en la mano y de pronto toda la
realidad parece deshilacharse. Los vampiros presentes salen repentinamente de
sus cuerpos. Se encuentran en forma espiritual atados a sus cuerpos únicamente
por un fino hilo de plata.
Donna, Doncella de Meir |
Batalla en la
penumbra
Todos flotan en el
aire, a unos metros de la mesa del comedor, junto a las lámparas de araña del
techo. Se encuentran en el “plano astral”, un reflejo de la Umbra, mundo de los
muertos, también llamado Penumbra. Todo ha sido proyectado astralmente y es un
oscuro reflejo del mundo mortal.
Los vástagos son ahora
proyecciones psíquicas de ellos mismos. Sus sentidos se encuentran fuera de su
cascarón físico. Han salido de su cuerpo como entidades de pensamiento puro.
En este estado las
formas astrales de los vampiros son inmunes al daño físico y a la fatiga y flotan
en el aire; mientras las formas materiales de los Vástagos presentes quedan en
un estado aletargado mientras sus “yos” astrales están activos. En este estado
ninguno será consciente de lo que le suceda a su cuerpo hasta que regrese a él.
En la Penumbra, dos
formas astrales se pueden encontrar y relacionarse como si fueran sólidas.
Pueden hablar, tocarse e incluso pelear. Al carecer de cuerpo físico, los espíritus
de los presentes poseen rasgos mentales y sociales en vez de los físicos de sus
cuerpos.
Debido a la ausencia
de forma material el único modo de dañar a una entidad psíquica es cortar su
cordón de plata. Este efímero hilo de plata conecta la psique de cada vampiro
con su morada. Si se llegara a cortar, la conciencia quedaría atrapada en el
plano astral, el reino de los fantasmas, los espíritus y las sombras. Sufriendo
para siempre una terrorífica eternidad hasta que su cuerpo fuera destruido, en
el mejor de los casos.
Todas las proyecciones
astrales de los presentes comienzan a luchar en dos bandos. Cada vampiro intenta
cortar el cordón de plata del rival para así poder vencerle. No todos los
Vástagos saben esta información pero al ver al contrario intentar cortar su hilo
con sus colmillos o sus armas mágicas, si las tuvieran, los que no lo sabían
intentan hacer lo mismo por mera supervivencia.
Innominat armado con
la daga serpenteante de Oded y Enki con un par de hoces aguadañadas. Los
hermanos enfrentados luchan a muerte uno contra el otro. Se encaran forcejeando
mutuamente e intentando cortar el hilo del otro. pelean en un combate muy
igualado y de momento ninguno es capaz de llevar la delantera en la lucha.
Umaskal, guardián de Innominat |
Donna frente a Meir se
abalanza contra él y muerde su hilo con sus colmillos. Intenta romperlo con furiosa cólera para
vencer al Capadocio. Mientras tanto Meir lejos de defenderse abraza a Donna
susurrándola al oído: “tranquila Donna,
todo está bien. Hemos venido a salvaros”. Esto petrifica a Donna que comienza
a temblar sin saber qué hacer a continuación.
Mudji se da cuenta de
que su espada, una reliquia de edades pasadas, permanece en sus manos aun
siendo un espíritu y con ella lucha contra Adon, el comerciante Ventrue. Cortándole
de un par de tajos su hilo de plata. El Ventrue se aleja desapareciendo en el
techo de la estancia como absorbido por una fuerza lejana. Su grito es
aterrador y el guerrero Assamita Mudji, busca su siguiente víctima.
Amal sin armas en las
manos se encara contra su primogénito Arang que dispone de sus dos filos con
los que comienza a cortar el hilo del Ravnos. Amal desesperado no puede con el
diestro cazador y que con dos diestros tajos acaba cortando su hilo mientras le
dice al oído: “lo siento”. Amal se
aleja raudo como engullido por una fuerza sobrenatural y oscura que le hace
desaparecer por completo.
Umaskal, de un golpe
certero con su espada mágica, corta la mitad del hilo de palta de Mudji que acababa
de despachar al Ventrue.
Ahinadab, el espía
Nosferatu, se abalanza contra Oded y éste le corta casi todo su hilo de plata
con su daga ritual. El Nosferatu le corresponde con un tremendo mordisco a
colmillo descubierto en su hilo que le deshilacha parte del mismo.
En plena batalla Meir
le dice a Donna que vaya donde Umaskal, su amado, que se aparten y ellos les
protegerán. La mujer no puede ignorar al Capadocio, durante décadas ha sido
como su padre y temblando le hace caso dirigiéndose hacia Umaskal, que la ve
entre la batalla y se apresura a protegerla para que nadie la pueda dañar.
Meir con “Castigo y
Justicia” (Su estaca y maza hechas con el bastón de Moisés) en sus manos, reza para
sí mismo en voz alta: “Yahvé, es la hora
de aplicar tu castigo…”
Umaskal abraza a
Donna y en guardia la protege para que nadie pueda cortar su hilo de plata.
Mientras Meir acude a ayudar a Oded contra el pérfido Nosferatu.
Mudji carga contra
Enki, ayudando a su mentor Innominat, intentará desequilibrar la balanza y
vencer a su odioso y maléfico hermano. Mudji corta casi la mitad del hilo de
plata de Enki con un solo tajo de la hoja de su reliquia. Innominat le ayuda
contra Enki, ni ambos vampiros pueden
contra el infernalista.
Arang, tras dar buena
cuenta de su anterior Señor Amal, se dirige firme hacia Meir y le corta parte
de su hilo de plata con un calculado golpe de filo mágico. Meir lucha contra
Arang diciéndole “por Amal” y se
encara defendiéndose del temible guerrero. El Capadocio golpea con su maza el
hilo de plata de Arang con tal furia que se lo parte en dos, venciéndole y
despojándole de su anclaje. El primogénito desaparece con un grito desgarrador.
Todos luchan por su
vida en el plano astral. Es una batalla silenciosa entre espíritus, como si
fuera una tormenta de vientos de diferentes temperaturas enfrentados. Mientras
en el mundo de la piel sus cuerpos descansan sobre la mesa del comedor del
palacio real de Tiro.
Innominat pifia y se
enreda con su hilo de plata. Enki riendo nerviosamente aprovecha esta ventaja
para cortarle la mitad del hilo de plata, dejándole más cerca de su
desvanecimiento total. Lleva mucho tiempo esperando este momento.
Mientras Innominat se
desenreda su hilo de plata, Mudji con un diestro golpe corta el hilo restante
de Enki y éste grita incrédulo mientras es arrebatado por la nada que le arrastra
hasta hacerlo desaparecer.
–Enki ha muerto. Se acabó –dice Innominat con
una paz inaudita. Mientras Mudji orgulloso le saluda sonriente con un gesto de
cabeza.
Umaskal abraza a
Donna y se mantiene al margen de la batalla viendo como Mudji ha vencido a su
Sire Enki.
Oded consigue dar un
certero tajo con el cual corta lo poco que quedaba del hilo de plata del
esquivo Nosferatu Ahinadab, que con cara de incredulidad es absorbido por una
fuerza invisible que le hace desvanecerse en un instante.
Umaskal aprieta los
dientes y pensando en Enki, se abalanza contra Mudji para vengar a su Sire y
Señor, al que está vinculado completamente. Al no estar Enki muerto del todo el
vinculo sigue latente y es más fuerte que el amor que siente por Donna, ya que
la deja sola y desamparada. Umaskal corta parte del hilo de Mudji y lo hace por
la espalda, sin éste percatarse. Mudji se gira y de un rápido corte deja a
Umaskal con apenas una pequeña hebra de hilo de plata, a punto de sucumbir a la
nada. Mirándole a los ojos le dice: “piensa
en Donna” y Umaskal le mantiene la mirada con rabia, acaba de matar a su
Sire…
–¡Umaskal, por tu bien y el de Donna retírate inmediatamente!
–ordena Innominat a su antiguo ghoul con voz intimidante.
Oded se acerca
volando a lado de Innominat dando apoyo al Matusalén.
–¡Umaskal, Donna! Ya está todo solucionado. Sentimos el
retraso pero ya estamos aquí… –dice Meir levantando los brazos con tono
conciliador para calmar los ánimos y evitar que maten a Umaskal.
Innominat mira muy
serio a Umaskal y éste baja su espada abatido y con lágrimas de sangre en su
espiritual rostro mira a Donna, que está siendo consolada con cariño por Meir.
Llorando de rabia y confuso, Umaskal pide clemencia.
–Tendrás un juicio justo, tienes mi palabra –dice Innominat.
–Podéis hacer lo que queráis conmigo, pero dejadla a
ella, no tiene culpa de nada –pide Umaskal con el corazón en un puño.
Innominat se siente
bien por haber acabado con la vida del infernalista de su hermano Enki, enemigo
suyo desde que tiene uso de razón. El descanso del Assamita es inaudito. La paz
que siente en este momento se funde con el silencio y los sollozos de Donna.
Todos flotan en el
aire, son etéreos, espíritus semitransparentes con una ligera luz azulada y
fantasmagórica. Todos los enemigos de la corte de Enki han sido vencidos. Adon,
Comerciante Ventrue, Ahinadab, el espía Nosferatu y Arang, chiquillo de Enki y
antiguo ghoul de Amal.
En el bando de
nuestros héroes, Amal ha sido la única baja y el silencio es una muestra de
afecto hacia él en este momento.
Donna y Umaskal permanecen
abrazados y expectantes sobre su incierto futuro. Todos ellos flotan durante un
tiempo esperando hasta que todo vuelva a la normalidad.
–Meir, ¿se podrá despertar a los que han perdido su
espíritu una vez regresemos a nuestros cuerpos? –pregunta Innominat al
Capadocio.
–Conozco poderes de los Capadocios que pueden buscar esas
almas perdidas y hacerlas regresar a sus cuerpos huecos. Puede que mi Sire
Abraham, gran maestro de la Disciplina de Mortis, sepa cómo hacerlo –responde Meir.
Regreso al mundo de
la piel
Tras una calmada
espera todos regresan a sus cuerpos a la velocidad del rayo. Despiertan en el
mismo comedor donde se habían desvanecido.
Los cuerpos inertes
de los que no han regresado permanecen quietos como cascarones vacios de vida. Adon,
Ahinadab, Arang, Amal y Enki son los que siguen inmóviles apoyados sobre la
mesa, como si durmieran un sueño eterno tras haber ingerido el veneno de la
venganza.
Meir utiliza a
“Castigo y Justicia” para empalar a Enki e Innominat aprovecha para tocar su
ponzoñosa Vitae y con magia caldea saber todo sobre su sangre.
Enki efectivamente es
un Caitiff, su sangre no tenía un clan definido. Es de la misma generación que
Innominat, Matusalén de quinta. No ha diabolizado como hubiera cabido de
esperar. Y también sabe que no está vinculado por sangre a nadie.
Meir recoge la
capucha de la toga de Enki y ve su rostro desfigurado y monstruoso, claro
reflejo de su alma. Mientras Mudji sugiere vincularle con sangre y utilizarle
como a un esclavo, una marioneta a su merced. Esto sería una humillación mejor
que la muerte e incluso podría serles útil.
Innominat comienza a
pensar en las posibilidades de que algo se torciera de nuevo con Enki e
introduce las manos en el interior de su cuerpo frío y muerto. Lo agarra por
las entrañas y con gran furia lo destroza desde dentro partiendo su cuerpo por
la mitad y deshaciéndose éste en cenizas. Su túnica negra y sus armas caen al
suelo desapareciendo en humo negro.
Innominat recompuesto
recoge las cenizas de su hermano y las guarda con un pedazo de su propia túnica,
haciendo un hatillo con ellas.
Meir se preocupa por
Umaskal y Donna, ambos siguen juntos, abrazados y confundidos. El Capadocio los
saca del lugar para que no sean testigos de nada que pueda impresionarles. Al
fin y al cabo siguen siendo neonatos vinculados a Enki que acaban de liberarse
de sus cadenas emocionales al morir éste.
Innominat toca la
sangre del Ventrue y del Nosferatu y descubre que ambos son de séptima
generación. Entre Oded y Mudji sacan a Amal a Arang a Adon y a Ahinadab, ahora
todos en letargo y sin espíritu.
Todos se dirigen al
refugio de Abraham, el prestigioso Sire de Meir, que les acoge bajo su
cementerio, en unas criptas llenas de huesos y pergaminos. Si chiquillo le
cuenta la situación y lo ocurrido esta noche.
Abraham confirma a
Meir que efectivamente puede invocar a los “espíritus” perdidos de los que
rompieron sus hilos de plata y en un gesto muy diplomático recomienda tener
clemencia con Adon, Ahinadab y Arang. Solamente fueron cortesanos de un tirano
llamado Enki. Cree que si les piden que apoyen al nuevo gobierno de Tiro
sugerido por Innominat pueden tener mucho más que ganar que si los ajustician.
Su chiquillo Meir le
cuenta que ahora, circunstancialmente es Príncipe de Jerusalén, pero que él no
lo había buscado. Y que le parece bien no cargar juicios contra la corte de
Tiro.
Tras un largo y arduo
ritual Abraham despierta a los cuatro que perdieron su hilo de plata. Todos
están mareados y confundidos y tardan un tiempo en entender que han vuelto a la
no vida tras pensar que habían muerto para siempre.
El Príncipe Meir se
dirige a Adon y a Ahinadab y les dice que deben la vida a los vástagos de
Jerusalén y como pago deberán tener una vida ordenada. Ambos agradecen su
compasión y será tal y como dicta el sabio Príncipe de Jerusalén.
Mudji sugiere al Capadocio
vincular a Adon, el Ventrue comerciante, pero Meir declina la idea. Serán
libres, han sido salvados para seguir con sus vidas.
Amal y Arang se miran
y sin mediar palabra se abrazan emotivamente. Es como si se conciernan de
siempre o como si al menos hubieran pasado por un infierno juntos… y así ha
sido.
Arang no es chiquillo
de Amal, pero ya es un vástago que por supuesto apadrina el Ravnos pidiéndole
permiso al Príncipe Meir. Éste se lo da sin pensárselo dos veces.
Sello de Innominat |
Jerusalén, el hogar
Todos regresan a
Jerusalén y cuando se reúnen en el salón del trono hay dos Assamitas
esperándoles. Bicor el embajador y Nergüi, el Maestro hechicero de Alamut.
Ambos dan su
beneplácito y apoyo incondicional a Innominat y le devuelven el Principado de Jerusalén
recolocando a Meir como Senescal del Matusalén. Por fin el clan apoya a
Innominat y las sombras de su pasado se han disipado con la muerte de Enki. Por
su parte han investigado a su malvado hermano y han destapado todos los engaños
tras los que estaba. Dando por fin la razón a Innominat, Dios de la verdad.
Innominat de nuevo en
el Principado, decide absolver a Donna, Umaskal y Arang, por no ser dueños de
sus actos y ser manipulados por su difunto hermano para intentar hacerles daño.
Donna será chiquilla
de Meir y Arang y Dante chiquillos de Amal. No así Umaskal, que no será acogido
por Innominat por ser Caitiff y no Assamita. Umaskal lo acepta sin reprobar la
decisión de su antiguo Señor. Sabrá apañárselas solo y podrá estar junto a Donna,
para siempre, que es lo que de verdad le importa.
Los presentes hablan
de la posibilidad de recomendar a algún vampiro conocido como Príncipe de Tiro,
quizás Adon el Ventrue comerciante de aquella ciudad o Anat, tal y como ella
misma había sugerido en el pasado.
Innominat recibe
noticias de Anat, ha apaciguado las cosas en Macedonia. El Imperio Persa puede
estar tranquilo ya que los Griegos siguen más pendientes de sus guerras
intestinas que de la imposible unión contra el enemigo común. También ha limpiado
el nombre de Innominat por la muerte del Rey de Macedonia tal y como atestigua
el embajador de Alamut. El río parece haber vuelto a su cauce.
La Brujah se alegra
de que Innominat vuelva a ser Príncipe de Jerusalén y Anat es nombrada Princesa
de Tiro por derecho propio. Ella misma ha reclamado el trono y al hacerlo bajo
la luz de Innominat los Vástagos de Tiro la han apoyado sin rechistar.
Finalmente todo ha
acabado bien. Tras la dificultosa batalla contra el destino parece que se ha
deslumbrado la orgullosa victoria y en Jerusalén, la luz ha ganado a las
Tinieblas, otra vez…
Epílogo:
Marca de los Hijos de Faruk |
Perdido en la Umbra
Más allá del reino
material se encuentra otro lugar, un mundo de inmortales lleno de sombras vivas
y luz mortecina. Entre calles angostas con construcciones arcaicas y derruidas
de lo que debió ser una gran ciudad, yo Amal, huyo por mí no-vida.
Corro asustado, seres
que habitan en la oscuridad me persiguen por un entorno silencioso y sepulcral.
El miedo me invade y no sé cómo escapar.
Después de horas de
angustiosa persecución creo haberles perdido de vista, miro a mi alrededor y todo
es tétrico. El color ha huido de estas tierras junto a toda la felicidad que
pudiera existir y la frustración me invade. Caigo al suelo de rodillas,
sollozando, mientras empiezo a golpearlo hasta que consigo desahogarme.
Entonces cierro los ojos y he intento calmarme.
Para cuando me quise
dar cuenta ya no me encontraba en aquellas extrañas calles. Empecé a sentir y a
escuchar un barullo de murmullos. Cuando abrí los ojos me encontraba en medio
de una taberna muy peculiar. Parecía un sueño, un reflejo del mundo real.
Mire a mi alrededor y
vi espectros. Estaban sentados en torno a las mesas del comedor, manteniendo
conversaciones ininteligibles para mí. Sus rostros no eran visibles, sólo
cuando me acercaba a alguno podía atisbar un semblante distinguible.
Deambulé entre las
mesas con los murmullos de fondo, hasta que pude otear a alguien que me
saludaba desde la barra de la oscura taberna. Me acerqué a él y cuando estaba
muy cerca pude ver su rostro.
Taberna de Zikaron, en algún lugar de la penumbra... |
No salía de mi
asombro… ¡era Zikaron! el difunto tabernero de Jerusalén, contacto de Mudji.
Me saludó alegremente
y me preguntó a ver qué tal me encontraba, yo le conteste asombrado que era el
último ser que esperaba encontrarme allí.
–Amal, ¡por el amor
de Dios! –dijo Zikaron– ¿te ha comido la lengua el gato?...
y dime, ¿Qué tal te encuentras? ¿te sirvo uno de mis bebidas especiales?...
¡Invita la casa!
–Eres realmente tu
Zikaron? –pregunto Amal absorto– ¿Eres el Zikaron que
conocí en vida?
–Pues claro, ¿quién
iba a ser si no? –respondió con otra pregunta Zikaron mientras me servía una copa con un
líquido rojizo.
– ¿Que tal estoy?... –dijo Amal– Supongo que bien… ¿estoy muerto Zikaron?
La carcajada de Zikaron
resonó en toda la taberna mientras yo intentaba coger el vaso espectral. No
podía hacerlo, atravesaba mi mano. Verdaderamente necesitaba un trago…
–Amal, tú ya estabas
muerto cuando te conocí –dijo Zikaron– cuando mueras realmente no quedara nada
de ti, es la maldición de los nuestros, no hay nada más allá del velo para nosotros.
Nuestras almas están tan encadenadas a nuestro cuerpo físico que nos volvemos
cenizas con ellos…
–¿Por qué sigo yo
aquí si también soy un vampiro? –pregunto Zikaron–
no puedo responderte, debería haber seguido mi camino. Supongo que al no ser
Vástago más que unas horas mi parte humana pesó más que la no muerta.
–Es irónico, ¿no
crees? –dijo Zikaron– robamos la inmortalidad que nos
espera más allá del mundo material para tenerla en ese lugar, pero la
consecuencia de ello es que realmente nos hacemos mortales para la existencia.
Nuevamente una
carcajada ensordece el murmullo de la taberna.
Zikaron, tabernero de la penumbra |
–¿Entonces qué hago
yo aquí? –preguntó desubicado Amal– No recuerdo bien lo
que ocurrió…
Un repentino recuerdo
vino a la mente de Amal. Arang cortando su hilo de plata, el cual conectaba con
su cuerpo físico.
–Arang… me mato –dijo Amal con pena y la mirada perdida. Una nueva carcajada de Zikaron le hizo
volver a la taberna.
–Sigues sin
entenderlo Amal –dijo Zikaron– nadie te ha matado, aún. Tu
espíritu se ha separado de tu cuerpo físico mediante una poderosa magia y tras
la ruptura de tu cordón de plata tu alma a salido despedida a las fauces de la
penumbra. Es una putada no te lo voy a negar.
–Por cierto, hay
cosas que no cambian –dijo Zikaron consternado–
cierro en unos minutos y no puedes quedarte. Tienes que cuidarte de tu destino
más allá de mi sancta sanctórum.
–¿Tu sancta sanctórum?
¿A qué te refieres? –preguntó Amal.
Como te he dicho, yo de algún modo, trascendí tras mi muerte y he decido ayudarte. Te busque en
cuanto sentí que te encontrabas en este lugar. Viniste a mi taberna por
instinto, en el mundo de la piel es un lugar que te ha dado muchas alegrías… ya
me entiendes –dijo Zikaron guiñando el ojo a Amal.
–Te estoy dando un poco
de descanso y algo de conocimiento, Amal –dijo
Zikaron– Es mi regalo por ser tan fiel cliente de mi taberna.
–Gracias, supongo…–dijo Amal confundido.
–También debes saber
que Arang, como tú, se encuentra perdido en la penumbra. –Dijo Zikaron– Este lugar es basto como la existencia en si misma
pero sus distancias no son tan largas como parecen. Aquí en la penumbra los
lazos y vínculos son atajos que te comunican y acortan el trayecto hasta donde
deseas ir. Búscale Amal, sé él padre que ansias ser, sé el maestro que estas
destinado a ser. Ella también lo desea y te ayudara.
–¿Qué porque soy tan
sabio si solamente era un tabernero en el mundo de la piel? –pregunta y responde Zikaron– Sería muy complejo de explicar y se
termina el tiempo, pero digamos que ahora dispongo de la memoria de todos mis
ancestros, resumiendo mucho.
Cuando quise
preguntarle a quién se refería con “Ella”, el lugar se desvaneció y note como
algo tiro de mí, el mundo a mí alrededor se movía a una velocidad de vértigo.
Me sentía abrumado
por todo lo que estaba ocurriendo. De nuevo, no sabía dónde me encontraba.
Cuando se me pasó el
aturdimiento pude visualizar árboles a mí alrededor. Era lo único que había,
parecía un denso cenagal, un tenebroso pantano.
Ruidos extraños de
cada sombra seguidos de ecos espeluznantes. El miedo volvía a apoderarse de mí.
Tomé un paso más ligero, ya que unos amortiguados aullidos de lupinos llegaron
a mis oídos. Historias de Garous y de espíritus salvajes aparecieron en mi
imaginación.
Cuando quise darme
cuenta, escuche música festiva y una tenue luz de una Kumpañía de zíngaros. Me
acerque con cuidado, no me fiaba de este lugar. El miedo, la confusión y la
desesperación parecían ser las leyes naturales que regían en el mundo de los
muertos.
Me escondí tras un
mortecino árbol y desde allí pude distinguir un centenar de figuras ensombrecidas
que bailaban y cantaban sonidos cacofónicos para mis oídos.
¿No podía ser! ¡Entre
ellos había un hombre igual a mí mismo! y se despedía de la Kumpañía, alejándose
hacia la oscuridad. Le seguí y vi como mi otro yo estaba cerrando un trato con
un gran Demonio que me era asquerosamente familiar. Era el trato que tan
deshonrosamente acepte en el pasado.
La tierra y las
raíces de la ciénaga le tragaron. Sin pensarlo salí corriendo hacia la Kumpañía
pues sabía perfectamente lo que iba a ocurrir y no lo podía permitir, debía
evitarlo, esta vez podría hacerlo.
Cuando llegue hasta
donde se encontraban acampados el infierno había llegado antes que yo. Como una
maldición que se debía cumplir, un mar de tierra se tragó al centenar de zíngaros, hombres mujeres, niños y mayores.
De nuevo había
perdido a toda mi familia...
Grite y llore
mientras oía la infernal risa de “Adh-Dhubab Zevuhv”, también llamado el
Innombrable, el Señor de las moscas o Belcebú.
Mientras seguía
inmerso en mi propia desesperación los entes espirituales de toda la Kumpañia
comenzaron a emerger de la tierra. Eran todos y cada uno de mis compañeros y
familiares. Todos me miraban con sus
mortecinos ojos y al unisonó empezaron a culparme de su desgracia.
Intente excusarme con
mi amnesia y me mostré profundamente arrepentido por lo ocurrido. Mi alma
estaba quebrada desde ese momento y solamente quería enmendarlo, pero no sabía
cómo hacerlo.
La culpa se volvió
dolor y en mi cabeza resonaban sus voces una y otra vez. Para no volverme
completamente loco perdí la conciencia mientras escuchaba de fondo la risa del odiado Demonio Adh-Dhubab.
Una tenue luz me
despertó. Me encontraba en una gran estancia abovedada y una voz muy familiar
me llamaba.
–Amal, despierta…
Amal, vuelve no puedes dejar que la culpa te consuma… –decía la voz.
–Amal, es importante
que te centres, ¿Sabes quién soy? –preguntó la voz.
–No puedo verte
bien…–respondió Amal confundido.
–Mira a tu alrededor,
medita y piensa, ¿Dónde te encuentras? –preguntó de nuevo la
voz.
Poco a poco las
formas del lugar se volvían más tangibles, lo que creía que era una bóveda
firme era más bien de tela, como una gran carpa.
–Estoy… estoy… ¿estoy
en la tienda de Muraguri? –dijo Amal.
–Bien, ahora mírame y
dime, ¿Quién soy? –preguntó la voz.
Intente escudriñar,
pero no conseguía discernir con claridad.
–La culpa no te deja
ver Amal… –siguió la voz– libérate de la culpa. Tanto mi
muerte como la de tus familiares no son pecados tuyos, es parte del camino, es
parte de tu destino. Tu no elegiste tus pecados, ni tus defectos Amal. Nada de
lo ocurrido es culpa tuya. Solo eres culpable de ser una creación de la
existencia, eres culpable de vivir.
–Ten mi regalo de
perdón y acepta que el destino es el verdadero culpable ya que él es el que
toma el camino, tu solo andas por él. –Dijo la voz.
–¿Muraguri?” –preguntó Amal.
La imagen de mi mentor
se volvió clara ante mí.
Muraguri, mentor de Amal |
–Si, Amal. Soy yo. –Dijo Muraguri– He venido a rescatarte de ti mismo. La Umbra es un
sitio incorpóreo y aquí los pensamientos y sentimientos son los que predominan
en este lugar. Tú mismo te estabas encerrando en tu culpa y ello te iba a
consumir hasta que desaparecieras de dolor.
–¿Y porque me has
salvado? ¿Realmente crees que merezco el perdón Muraguri? –preguntó Amal con ira.
–Porque mereces
piedad Amal –dijo Muraguri– ya no eres el mismo que cometió
esos errores. Tu viejo yo era egoísta y mezquino. En cambio desde que
despertaste solo has buscado como redimirte y ello te honra, te hace merecedor
de poder tener otra oportunidad.
–Entonces... ¿ahora que
debería hacer? –preguntó Amal.
–Tienes que buscar a
Arang y salvarle. El solo ha sido un daño colateral en todo esto y su destino
es estar contigo. Ser uno de tus hijos. –aseguró
Muraguri– Piensa en él… piensa en el
vínculo que os une.
Cerré los ojos y me
concentre en Arang. En la noche que le encontré, en las cosas que hice para
poder conseguir que fuera el primero de mis hijos.
Empecé a escuchar las
risas de dos mujeres y cuando abrí los ojos pude ver que estaban jugando a un
juego de mesa. Había un hombre fumando en pipa observando con una sonrisa de
felicidad. Era una hermosa familia disfrutando de su vida.
De pronto, un ser
demoníaco irrumpió en la estancia destrozando la puerta. Las amplias risas de
felicidad se transformaron en un instante en ensordecedores gritos de miedo y
desolación.
El hombre vociferaba
alzando inútilmente un atizador de chimenea como arma contra el aterrador ser.
Un golpe seco le dejó inconsciente y a continuación la masacre de la familia
tiñó todo de sangre.
Arang arrodillado frente
a la dantesca escena, llorando, mientras observaba los acontecimientos sin
poder hacer nada, viendo al hombre que era él, tirado en un rincón, con el atizador aún en la mano, mientras los
pedazos de su familia adornaban las paredes.
Cuando todo acabó pude
comprobar atónito que todo volvía a estar como al principio. Se volvían a
escuchar las risas de dos mujeres. Todo iba a volver a repetirse ante los ojos
del impotente Arang. Era su infierno personal.
Quise hablar con
Arang pero no respondía, así que decidí intentar llevármelo, pero era imposible
estaba anclado sobrenaturalmente al lugar .
Tras un par de
repeticiones angustiosas de la horripilante escena y de pensarlo, concluí que
era mejor intervenir en la escena e intentar cambiar los escabrosos
acontecimientos.
Intenté usar mis
poderes sin éxito y tras una decena de repeticiones más del horror y de
esfuerzos titánicos por mi parte, al final conseguí crear mi daga efímera y
entablar un fiero combate con el Demonio. Cuando conseguí neutralizarle creí
haber conseguido mi cometido, pero para mi sorpresa… ¡todo empezó de nuevo!... se
escuchaban unas risas de dos mujeres.
Tras mucho pensarlo
decidí hacer lo mismo que hizo mi maestro Muraguri conmigo, pensé en cambiar su
entorno para que fuera algo más relajado, elegí un descampado con una noche
estrellada. Y efectivamente allí estábamos los dos.
–Arang, escúchame,
Arang, vuelve conmigo –dijo Amal.
–Es culpa mía, no fui
capaz de proteger a mi familia. ¡No pude ayudarles! –dijo Arang llorando desesperado.
–Arang, no es culpa
tuya. –dijo Amal– Fue todo una trampa, no quisieron
matarte para que tu dolor fuera más doloroso que la propia muerte. Solo eres
culpable de haber vivido. Eres un buen hombre y eras un buen padre y marido.
–Al igual que tampoco
te culpo por haberme cortado el hilo de plata. –prosiguió Amal– No fue culpa tuya. Yo te entrego mi perdón.
–¿hilo de plata? ¿Quién
eres? –pregunta confundido Arang.
–Soy Amal Faruk, tu
padre. Tienes que librarte de la culpa Arang –dijo Amal– Nadie puede controlar el destino. Deja atrás el dolor y vuelve
a mí para regresar al camino.
–¿Amal? pero… pero –titubea Arang y seguidamente ambos cazadores se abrazaron emotivamente.
–Padre lo siento, no
sé lo que me paso… –lloraba Arang.
–Yo sí, así que no te
angusties. –dijo Amal– Ahora recomponte. Tenemos que buscar
la manera de volver a nuestros cuerpos. Por lo que he entendido si nuestros
espíritus vagan por estas sendas es porque nuestro cuerpo físico aun existe. Viajemos
juntos y busquemos, la esperanza es lo último que se pierde hijo mío.
Nos encaminamos en
busca de algo que nos indicara como encontrar nuestros cuerpos. Buscamos
orientación para dar el siguiente paso.
No conseguíamos salir del entorno que yo cree para Arang. Un campo interminable
de paz y serenidad, hasta donde la vista alcanzaba.
Pasado un largo tiempo,
difícil de precisar, llegamos a un tenebroso bosque. Tuve un mal presentimiento y poco después Arang
y yo huíamos por nuestra vida. Nos perseguían escondidos entre la maleza.
Eran muchos y no podíamos verlos.
Consiguieron
rodearnos. Nos acechaban listos para atacarnos cuando un gran silencio se
adueño de todo. Sólo veíamos sus ojos amarillos, decenas de ellos.
Cuando se abalanzaron
hacia a mí, ni pude verlo, pero Arang fue más rápido y le asesto un poderoso golpe
que evito que le hirieran.
Comenzó el combate, espalda
con espalda, luchábamos contra algo invisible que no cesaba en su empeño de
acabar con nosotros. Golpes y patadas en un continuo ataque sin descanso.
Las heridas eran ya
criticas. Habían conseguido inutilizarme un brazo y Arang yacía en el suelo con
una pierna mal herida. Ambos sangrábamos por los costados por innumerables
garrazos que nos habían asestado esas criaturas ofuscadas.
Cuando la esperanza
se nos agotaba como una vela, en su último aliento, los aullidos que antes nos
atemorizaban se convirtieron en gritos de dolor y muerte. Aullidos agónicos de
bestias seguidos de sonidos de huesos rotos y desgarros musculares.
La tensa calma nos
hacía pensar que el depredador que había matado a nuestros atacantes estaba
ante nosotros. Pero tampoco podíamos verlo, la oscuridad era demasiado intensa.
Arang y yo,
exhaustos, nos apoyábamos mutuamente alzando patéticamente nuestros filos.
Éramos un blanco fácil y estábamos mal heridos.
Una araña gigante
apareció de entre los árboles, donde debería tener la cabeza tenía el
torso humano de una mujer. Era un ser
difícil de asimilar. Se quedo observándonos y nosotros a “ella”.
–¡Seguidme! ¡ambos! –ordenó la araña con voz de mujer.
Dubitativos decidimos
seguirla, no teníamos muchas más opciones. Tras una larga marcha por el mortecino bosque
llegamos a un claro y en ese lugar pudimos apreciar el gran tamaño que el monstruo tenia.
–¿Qué quieres de
nosotros? –le preguntó Amal.
–Lo mismo que el
destino quiere Amal –dijo la araña– al igual que
de tu hijo Arang y de los que están por llegar.
–¿Quiénes están por
llegar? –preguntó esta vez Arang.
–Tus futuros
hermanos, los hijos de tu padre. El principio de una fuerza necesaria para
intentar crear un equilibrio –respondió la
araña.
De su boca salió una seda
plateada que en contacto con nuestras heridas las sanó. Al parecer el daño
había sido generado de algún modo en nuestro cuerpo espiritual. Y una vez
recuperados del todo, la gran mujer-araña prosiguió:
–Yo soy Cob, espíritu
tejedor de la realidad y del propio destino. Yo os he mantenido a salvo y ahora
estáis en mi reino.
–¿Tú nos has ayudado?
¿Tú eres quien me enviaba esas imágenes premonitorias? –preguntó Amal.
–Si Amal, pude hacerlo gracias a
que Muraguri abrió tu mente para poder ver –respondió Cob– Pero yo no creo el Destino, ni lo cambio, soy otro
mero instrumento más de la existencia. Sólo que de vez en cuando puedo
modificar algunas cosas simples, siempre y cuando no rompa las reglas. Ahora
mismo os protejo en este plano hasta que consigan haceros regresar a vuestros cuerpos.
–¿y cuál es tu
interés en todo esto? –preguntó Arang.
–Yo tejo los posibles
destinos –responde Cob– no elijo que hebras son las que
permanecerán en el tiempo, la mayoría se rompe en pequeños hilos para no dejar
ni rastro de su existencia, pero otras se establecen fuertes hasta ser parte
del tapiz de la realidad.
–Sé que vuestros
destinos cambiaran las cosas. –dice la gran
araña– Intervengo porque me interesa que acabéis con todo el mal posible. El
mal que vosotros conocéis como demoníaco o infernal. Rompe mi red destinal y
pone en tela de juicio la misma existencia.
–Mi labor es mantener
el mundo de la piel y el mundo espiritual separados entre sí –continua Cob– Cuanto más Wyrm haya en el mundo de la piel más me
debilitare, puede que hasta acabe desapareciendo si éste crece demasiado, lo
cual provocaría unos acontecimientos cataclismicos. Por eso podéis ayudarme
disminuyendo al aumento de corrupción, para así poder mantener el equilibrio
entre ambos mundos. ¿lo entendéis ahora?
–¿Y ahora? ¿Qué
debemos hacer? –pregunta Arang.
De repente ambos sentimos como
si nos golpearan el pecho y nos retorcíamos en el suelo de puro dolor. Sentimos
algo parecido a un latido, pero era otro golpe más fuerte aun, retumbaba por
toda nuestra caja torácica.
–Bien. Ya era hora.
Algo de suerte en vuestro destino –dijo Cob– tenéis
mis mayores bendiciones para todos los hijos de Faruk.
Un tercer “latido”
golpeó nuestros pechos y ambos acabamos tumbados en el suelo del puro dolor. Un último
latido más nos sacó de ese estado haciéndonos sentir como si estuviéramos inmersos
en el mar. Después nos sentimos arrastrados por un vórtice de viento, alguien
tiraba de nosotros como si quisiera sacarnos de esta realidad.
Abrí los ojos y sabia
que ya no me encontraba en aquel oscuro reino. Desperté y vi a Abraham, el
anciano Capadocio, el prestigioso Sire de Meir. Estaba sonriéndome. Mi hijo Arang se
encontraba tendido a mi lado despertando también, haciéndonos a la idea de que
habíamos regresado del reino espiritual.
Tenía todo mucho más
claro. Había sido esclarecedor. Jerusalén era nuestro hogar pero tenemos que
buscar al resto de hijos de Faruk, donde sea que se encontrasen. Para así poder
ayudar a Cob en su noble cometido.
Partiremos de Jerusalén,
sabiendo que nuestro destino y el de mi orden está más allá de estos muros. Lo
haremos con la promesa de que volveré para seguir cumpliendo mi cometido en Jerusalén, la ciudad Eterna.