La Torá Negra II
Segundo Templo de Jerusalén |
364 a. C.
Son tiempos difíciles
para Jerusalén. Este fatídico año es precedido por una tremenda hambruna que
azota la ciudad. Las cosechas son escasas y el precio de las materias primas se
eleva hasta precios privativos. Las enfermedades y muertes entre los humanos
aumentan rápidamente, sobre todo en las personas vulnerables de la población,
niños mayores y débiles.
Cazar se vuelve más
peligroso y complicado para los vástagos de Jerusalén y la fe es el único
refugio que le queda para el alma de los heridos y frágiles humanos. Se hace
incomodo vivir en el entorno al Templo, si eres un cainita.
Los sacrificios a Yahvé
se incrementan notablemente para aumentar la esperanza de que la suerte cambie…
pero no lo hace, y el comercio se resiente especialmente, al igual que los
negocios de la ciudad… la propia Jerusalén sufre como si fuera un viejo ser de
piedra, tierra, madera y carne humana.
Nehebkau Neb-Nesut, Setita |
Neb-Nesut y Nahum
regresan a Jerusalén y las frías sombras de su muralla les acogen con recelo.
Ha sido un largo viaje desde Babilonia. Han pasado trece años desde que
salieron de Jerusalén con la esperanza de encontrar la Torá Negra y al fin el
sueño se ha hecho realidad.
Por consejo de su
Sire Abraham, Meir debe quedarse en el templo de Erciyes ubicado en lo alto del
monte con su mismo nombre. El monte Erciyes es un macizo estratovolcán ubicado
a 25 kilómetros al sur de Kayseri, Turquía. Es la montaña más alta en el centro
de Anatolia. También se le conoce como el Monte Argeo y domina la villa de
Cesarea de Capadocia. Erciyes es el bastión y centro espiritual del clan
Capadocio.
Meir ignora por qué
Abraham le pide que no regrese a Jerusalén junto con la Torá Negra, portada ahora
por el Agente de la Profecía: Neb-Nesut. Seguro que alguna buena razón le ha
llevado al anciano Capadocio para ordenar a su fiel chiquillo esa directriz.
Meir, para viajar más seguro, pide a Ragabash, el Assamita aliado de Neb-Nesut,
que le acompañe al Templo, aunque no podrá entrar, le será de utilidad si
alguien intenta hacerle daño por el camino, Ragabash es un temible guerrero
nórdico.
Así es como la
compañía de buscadores de la Torá Negra se divide y solo dos de los vampiros que
partieron de Jerusalén regresan con la sagrada reliquia: La Torá Negra.
La Torá Negra |
Desdémona se
encuentra en el salón del trono conversando con el Guerrero Negro. Recordemos
que el Assamita ha salvado la no vida de la Princesa Brujah de Jerusalén,
ganándose así la confianza de la guerrera griega.
La Princesa le
pregunta si comparte Sire con el Espectro, anterior Assamita protector del
anterior gobernador. El Guerrero Negro asiente y le asegura a Desdémona que
está aquí para proteger los intereses persas, defendiendo al gobernador de
cualquier ataque contra su posición. Cerca de cada gobernador de cada una de
las satrapías de Persia, hay un protector como él, haciendo el mismo trabajo.
Ambos cainitas tienen
una afinidad innegable, debido a que los dos son griegos, ella de Troya y el de
Esparta. Ambos comparten sus pasados en una agradable conversación, nadie diría
que son guerreros.
Desdémona pregunta al
Guerrero Negro si tiene algún interés oculto aquí en Jerusalén. Este le asegura
no tener nada parecido, que le va a decir él, y ella le promete presentarle en
sociedad, como a un cainita más de su corte, cuando su gente regrese del viaje
en busca de la Torá Negra. Partieron hace ya más de diez años y ha llegado el
momento que Desdémona estaba esperando con gran anhelo.
La Torá Negra en
manos de Neb-Nesut,
el Agente de la Profecía, ya viene camino de Jerusalén.
Merit, Esclava personal de Neb-Nesut |
Neb-Nesut contacta
con su ghoul en Jerusalén, Merit, ahora ghoul de Adeben, si no, hubiera
envejecido trece años al no recibir sangre periódica de su domitor
Neb-Nesut. Merit ha contactado con
Aileen, la ghoul domestica de Desdémona, y ambas lo han arreglado para avisar a
la Princesa del esperado momento.
Desdémona hace llamar
a su consejero Abraham, que sale de entre sus papeles y escritos para escuchar
lo que la Princesa tiene que decirle. La Brujah pregunta sobre el Sire del
Guerrero Negro, pero el viejo Capadocio no sabe quién puede ser. Desdémona
intuye que puede tener algún interés en Jerusalén, aunque a lo mejor solo son
imaginaciones de la Brujah.
Cuando Desdémona le
dice a Abraham que los cainitas que partieron en busca de la Torá Negra, hace
ya trece años, se encuentran a punto de entrar en Jerusalén, el Capadocio no
cabe en sí de gozo. Llora sangre y se arrodilla rezando a Yahvé con los ojos
cerrados. La Princesa Brujah se arrodilla junto a Abraham y reza a sus dioses
griegos para que la sagrada reliquia regrese sin daño alguno.
Aileen, Ghoul doméstica de Desdémona |
Abraham se encuentra
bajo la puerta principal de Jerusalén, espera nervioso la llegada de aquello
que más desea en el mundo. Cuando una pequeña caravana aparece en el horizonte,
el Capadocio se acerca raudo a recibirles. Allí están Neb-Nesut y Nahum que
salen a recibir al viejo y estudioso sabio. El Capadocio llora sangre mientras
Neb-Nesut le acerca el zurrón de cuero donde guarda el divino tesoro.
La visión de la Torá
Negra es algo que Abraham no puede creerse y la coge como si se tratase de un
efímero copo de nieve caído del inmenso cielo. La delicadeza con la que la
abraza y los nervios transformados en alegría hacen que el Capadocio se funda
en un largo abrazo con la esperada reliquia, que lleva buscando toda su larga
vida. Este es un momento histórico para la Estirpe y Neb-Nesut y Nahum están
siendo testigos de él.
Neb-Nesut y Nahum
hacen una larga reverencia al Capadocio hasta que comienza a abrir el rollo
negro que guarda la reliquia. Neb-Nesut pensaba que solo podía tocarla él, pero
al parecer esto no es así, la supuesta fe que debería tener tal tesoro debía
haberlos reducido a todos a cenizas, sin embargo no ha sido así, la Torá Negra
es inofensiva en sus manos, quien sabe si para otros cainitas lo será…
–Con los mejores deseos de Set –le dice Neb-Nesut a Abraham mientras
este abre el rollo de la Torá y admira el escrito níveo sobre papel azabache. –Set y Yahvé pueden ser amigos…– continua
Neb-Nesut, ya sin ser escuchado por Abraham.
La reliquia es de una
belleza indescriptible y el Capadocio toca las letras escritas en un idioma
antiguo, mucho más de lo que nadie puede recordar. Abraham se sume en un trance
parecido al de un Toreador con una obra de arte única, admirando y leyendo la
Torá Negra, sin poder esperar a llegar a un lugar adecuado para ello.
Neb-Nesut, alerta, se
da cuenta de que alguien les está observando, como no podía ser de otro modo,
pero no consigue saber quién es. Nahum se sube a los tejados y tensa su arco con
una flecha cargada, buscando a quien les espía, sin encontrar a nadie. Sin
embargo Neb-Nesut no siente peligro alguno, y él es capaz de olerlo a
distancia. Así que si alguien les observa parece que solamente quiere ver este
momento tan especial.
Abraham, embelesado,
porta la reliquia como si de su propio bebé recién nacido se tratara, con un
mimo y un cuidado extremo para cualquier observador. El viejo Capadocio, de
modo automático, guía a Nahum y a Neb-Nesut hasta el osario de Meir donde
Desdémona se encuentra ojeando unos textos mientras les esperaba.
Allí el Capadocio le
muestra con sumo cuidado la bienaventurada Torá Negra. A pesar de que la
Princesa invidente no es capaz de ver la reliquia, siente como su poder mana de
ella como si fuera un objeto tocado por uno de sus Dioses, como su lanza de
Artemisa, una reliquia guardada largo tiempo en un templo en Troya, seguramente
un arma empleada por algún guerrero del pasado, se dice que quizás por el
propio Aquiles.
La Brujah da la
enhorabuena a los aventureros y pregunta por los que faltan. Neb-Nesut le dice que
se dirigieron al templo de Erciyes y le narra estos trece años de aventuras en
los que han recorrido medio mundo conocido para acabar en el mismísimo lugar
donde Abraham abrazó a Meir. El Capadocio no es capaz de levantar la cabeza de
la Torá Negra, que lo tiene completamente hipnotizado.
–¿Alguien más sabe que está aquí? –pregunta Desdémona
a sus vástagos.
–Alguien nos ha observado una vez hemos llegado a Jerusalén, no parecía
alguien peligroso, pero no hemos conseguido pillarle –responde Nahum.
–Hapu, ¡ese Nosferatu entrometido! –dice Desdémona
molesta.
–Seguramente esté más interesado en que la Profecía de
Set se está cumpliendo y en observarme a mí, su agente que sigue los designios
de Set escritos en ese curioso texto –dice Neb-Nesut– no deberíamos darle mayor importancia.
–Si ese Nosferatu os ha seguido, seguramente ahora ya se
sabrá que habéis conseguido la Torá Negra y que se encuentra aquí en Jerusalén –dice Desdémona– y eso no me gusta. Puede atraer a
interesados indeseables.
La Princesa Desdémona
cuenta a los presentes como en estos más de diez años ha mantenido el trono sin
intromisión alguna, a excepción de un asesino Assamita, que otro de su clan, el
Guerrero Negro, consiguió matar, salvándole la no vida.
Neb-Nesut muestra su
descontento por la aprobación de Desdémona a dejar al Guerrero Negro realizar
su cometido en Jerusalén. A pesar de ello, el Setita acata la decisión de su
Princesa.
Abraham, Buscador de las Revelaciones Sagradas, Matusalén Capadocio, Sire de Meir |
Neb-Nesut, tras una
década fuera de Jerusalén, retoma sus negocios con la venta de esclavos. Su
ghoul Merit, a quien dejó al frente, no ha sabido gestionar correctamente la
tarea, debido a que el mercado ya estaba siendo explotado por otro Setita de la
corte de Desdémona, el Sumo Sacerdote: Adeben. De hecho Merit ha sido alimentado
como ghoul por Adeben, trabajando para él, cosa que Neb-Nesut no ve mal ahora
que vuelve a retomar a su valiosa esclava.
El Setita aprovecha
las influencias conseguidas en su reciente viaje, en Salónica, Macedonia y
Memphis, Egipto, para poner en marcha una ruta de comercio de esclavos para que
pase por Jerusalén y haga triangulo con las tres ciudades.
Al mismo tiempo,
Neb-Nesut se preocupa por la Torá Negra y ayuda a Abraham a traducir y
descifrar la reliquia. Después de todo la Profecía del Preterno habla
precisamente de Neb-Nesut y por esto decide involucrarse en descifrar su poder.
El Setita consigue hacerse discípulo de Abraham, ahora que Meir no se encuentra
cerca, y juntos avanzan en la búsqueda de la verdad entre sus enigmáticas
palabras.
Con la Torá Negra entre
manos, Abraham pone toda la carne en el asador para traducirla y pide ayuda a
los sabios de la hermandad de Meir, que le echan una mano sin dudarlo. Antes de
traducirla por completo, deben buscar algún fragmento donde aluda a la
helenización y el fin el Imperio Persa.
Hapu, Nosferatu |
Nahum el Nosferatu,
por orden de Desdémona busca a Hapu, también Nosferatu, para saber si realmente
fue él quien les espió, y de ser así cuanto ha conseguido averiguar sobre la
Torá Negra y su reciente paradero. Puede ser un peligro añadido ya que nadie
sabe quién puede estar interesado en esta poderosa reliquia.
Ambos Nosferatu se
encuentran en un oscuro callejón cerca del muro este, y lejos de ser Nahum
quien averiguase las intenciones de Hapu, es Hapu quien “despluma” toda la
información que Nahum sabe, entre ella, donde está la Torá Negra, en la
biblioteca de Meir, y quien se está encargando de traducirla, Abraham con ayuda
de Neb-Nesut.
Nahum tiene una
extraña sensación de haber sido engañado, al haber proporcionado toda la
información valiosa al enigmático Nosferatu.
En ocasiones el azar
no juega a nuestro favor. Entre Nosferatu, la información es una valiosa moneda
de cambio donde no todos saben manejarla y está claro que Nahum no es un
experto en este campo.
Salón del Trono de Jerusalén |
Desdémona, por fin se
siente segura con parte de su corte a su lado y decide reunirlos a todos en un
Conclave, para que los que no se conocen lo hagan.
Adeben, Donna, el
Guerrero Negro, Neb-Nesut, Abraham, Nahum, todos los vástagos de Jerusalén
acuden a la llamada de su Princesa Desdémona excepto el Nosferatu Hapu, que no
parece estar en la ciudad, o lo está demasiado escondido.
En este encuentro
todos los cainitas de Jerusalén se conocen por fin y se ponen cara, si no lo
habían hecho antes.
Algo escama al bello
Neb-Nesut, sin mascara por cierto, y es la inusual sociabilidad del Guerrero
Negro, un asesino del clan rival que se preocupa por hablar con sus vecinos no
muertos, algo poco habitual, sin duda.
La empatía de
Desdémona hace que se percate de las buenas migas que Adeben y el Guerrero
Negro están haciendo. Inaudito, un Seguidor de Set y un Assamita, que deberían
estar matándose, charlan amigablemente ante la Brujah. Esto hace a la Princesa
Brujah plantearse que su idealismo puede ser posible. Ella siempre había soñado
con un lugar en el que los clanes no sean importantes, si no que todos
construyan dejando al margen rivalidades entre clanes. Desdémona se emociona al
ver que puede lograrse y derrama una lagrima de sangre en silencio, sin que
nadie se percate.
Durante la reunión
Neb-Nesut sugiere a Desdémona, desplegar su influencia para hacer que las caravanas
de esclavos que vendrán de Macedonia y Egipto, pasen antes por Mizpa para así
apoyar a su chiquilla. No debe estar pasándolo bien debido a las presiones de
las ciudades vecinas, lideradas por cainitas persas bajo la sombra de Alamut.
Desdémona acepta la ayuda de Neb-Nesut y le agradece su interés por ayudar a su
chiquilla, hace tiempo que no sabe de ella.
En este Conclave
Nahum pide ayuda a Adeben para que le enseñe a desenvolverse correctamente en
las calles, el arte de las fullerías, algo que al Nosferatu le falta en grandes
cantidades. El Seguidor de Set acepta el reto y a partir de esa misma noche,
tras el Conclave, comienza a formar al Nosferatu a desenvolverse como es debido
en las calles de Jerusalén.
Ephraim, Chiquillo de Kothar, Nosferatu |
La muerte puede llegar
cuando menos te lo esperas y esto es lo último que debió pensar Nahum antes de
morir. Nahum regresaba a su refugio después recibir las primeras lecciones en
fullerías por Adeben, cuando en un callejón oscuro se encontró a su hermano de
sangre Ephraim. El leproso informa a Nahum de que Kothar, Sire de ambos, está
preocupado por el futuro, porque cree que el mal está tentándole.
–Deberías regresar al
valle de Hinnom
–dice
Ephraim asomando entre las sombras– y
olvidar la impía civilización corruptora, de no ser así ésta te aplastará y
morirás. Nuestro Sire Kothar así lo ha profetizado… Si no lo aceptas, serás
libre de afrontar tu destino, pero no será el mismo que el nuestro… Kothar quiere
salvarte, acepta su mano Nahum…
–No puedo hacerlo –responde Nahum– me necesitan. Dejaré un legado, seré un héroe…
Ante las palabras
llenas de soberbia envenenada de Nahum, a ojos de Ephraim, éste no puede controlarse
y la bestia toma los mandos de sus actos, desconectando su consciencia y
dejando paso al instinto animal que hace que se abalance frenético contra su
hermano.
Ephraim con sus
fauces abiertas, mostrando sus mortales colmillos, agarra por el cuello con las
dos manos a Nahum, que no se espera este repentino ataque por parte del
santurrón de su hermano, ¡jamás ha hecho daño a una mosca!
Nahum, Arconte Nosferatu |
Crujen todos los
huesos del cuello de Nahum mientras intenta zafarse de su hermano Ephraim, pero
la fuerza descomunal del viejo Nosferatu lo atrapa como si de un cepo para osos
se tratase.
Mientras Nahum
aumenta sus dotes físicas a base de sangre de su organismo, Ephraim lanza un letal
mordisco que arranca de cuajo la cabeza de Nahum, decapitándolo y convirtiendo
sus restos rápidamente en polvo al viento.
Ephraim cae de
rodillas con los restos de su hermano entre los brazos y llora desconsoladamente.
La sangre corre por sus ajadas mejillas y desesperado, recoge los restos de
Nahum a modo de hatillo con sus ropajes, regresando a Hinnom ofuscado, arrastrando
los pies, sin que nadie le pueda ver.
Nadie sabe de la
muerte definitiva de Nahum, nadie excepto su asesino, su propio hermano…
Adeben, Ancillae Seguidor de Set |
Pasan las noches y
Adeben da la voz de alarma presentándose ante su princesa Desdémona, ajena a
todo mal, se encuentra con el Guerrero Negro, en ocasiones el Assamita se
presenta ante ella y charlan sobre su Grecia natal, ambos son de allí.
El Setita está
extrañado de que Nahum no acuda a sus enseñanzas sobre fullerías, sobre todo
porque el Nosferatu estaba muy interesado y la única noche que estuvieron
juntos avanzó mucho en este campo, tan importante para su trabajo.
¿Habrá vuelto al
valle de Hinnom? Especulan ambos cainitas. No lo saben, pero a Desdémona le da
mala espina, sería la primera vez que Nahum hace algo sin avisar.
La Brujah inquieta
por la repentina desaparición de su Arconte Nahum, comunica a los dos cainitas
presentes que irá a Hinnom para averiguar dónde se encuentra Nahum. El Guerrero
Negro recomienda a Desdémona que no vaya sola y la Princesa le ofrece ir con
ella. El Assamita accede sin pensárselo dos veces y Desdémona le da una estaca
diciéndole:
–No dudes en empalarme si ves que voy a salirme de mis
cabales
–dice la Brujah al Assamita.
–Creo que debería venir con nosotros Neb-Nesut, es alguien tremendamente diplomático, por no
decir que es al agente de la Profecía y a Kothar le llaman “El Profeta” –sugiere el Guerrero
Negro.
Desdémona hace llamar a Neb-Nesut y tras contarle lo sucedido le pide que le acompañe a Hinnom. Los tres cainitas irán juntos a la colonia leprosa.
Valle de Hinnom (o Gehenna) |
El silencio acompaña
a los tres vástagos que caminan en plena noche cerrada, ante la luna creciente,
de camino a la prohibida colonia leprosa de Hinnom. La Brujah conoce bien el
camino, durante un tiempo vivió entre ellos. En aquellos tiempos Kothar y ella
legaron a ser aliados.
Una vez allí, las
bocas de decenas de cuevas observan a los tres visitantes venidos de la civilización
De ellas comienzan a salir tímidamente múltiples leprosos que no quitan ojo a
los intrusos. De una de las cavidades emerge el viejo Kothar. Es como ver a un
anciano Dios casi extinto. Su rostro cadavérico ya sin carne, solo tiene un
ojo. Sin piel en su cuerpo y casi descompuesto por completo, sus huesos se
muestran por múltiples sitios. Parece un milagro que se mantenga en pie.
El Nosferatu camina
con dificultad hasta el centro del camino de Hinnom, frente a Desdémona, y ésta
al verle le hace una reverencia, como si de un Rey se tratase.
Las estrellas
iluminan esta noche fresca y la brisa acaricia a los presentes, ululando
suavemente en susurros.
–Zeus sabe que os respeto, Kothar –comienza a hablar
Desdémona dándose cuenta de que hay cierta tensión en el ambiente.
–Estos son Neb-Nesut y el Guerrero Negro –dice la Brujah
presentando a sus silenciosos acompañantes, en un discreto segundo plano.
–Se porque estás aquí Desdémona –dice Kothar con tono
gélido– Nahum ha muerto. El camino de la
corrupción acabó con él, de una vez por todas. De nuevo se repitió la historia,
un hermano mató a otro, pero esta vez el que murió se lo merecía por no
regresar con su familia.
Desdémona se temía lo
peor, aunque aun albergaba una fugaz esperanza. Una furtiva lágrima de sangre
recorre su mejilla mientras su alma se resquebraja partiéndose en mil pedazos. La
Brujah lamenta su muerte pero acepta lo ocurrido, después de todo Kothar era su
padre y si él lo quiere así…
La bestia de la Brujah
lucha por escapar dada la rabia que estalla en su interior. Todo el mundo sabe
que los Brujah son especialmente sensibles a las provocaciones contra su
autocontrol, sin embargo Desdémona hace alarde de su entereza manteniendo el
tipo mientras llora ante Kothar.
El Nosferatu no es
capaz de calmar a la herida mujer e impertérrito la observa llorar y controlar
su ira. Tras ella el Guerrero Negro, estaca en mano, espera el momento en el
que pierda la batalla contra la bestia para empalarla por la espalda, pero, por
fortuna, no sucede.
Kothar, el Profeta, Matusalén Nosferatu, Sire de Nahum |
El Guerrero Negro es
quien la ayuda a levantarse y hace de apoyo para que no vuelva a caer. Un
Assamita, quien lo diría…
–Nahum era como un hermano para mí –dice Desdémona con
dificultad.
–Aceptamos que dejaras que uno de tus hijos matase al
otro, pero no estaría de más que como expiación de su crimen, Ephraim no se
acercara a Jerusalén durante los próximos siglos. –Dice Neb-Nesut con
cierto recelo ante el anciano Nosferatu.
–¡No habrá tal castigo! –grita Desdémona molesta
ante las afirmaciones de Neb-Nesut–
bastante mal lo tiene que estar pasando el bueno de Ephraim por haber matado a
Nahum. Me cambiaría por el sin dudarlo para que dejara de sufrir.
–Mientras estemos en tus dominios, tus deseos son ordenes
mi Princesa –responde
Neb-Nesut– pero fuera de Jerusalén,
Ephraim no será más que un paria que ha roto las Tradiciones de Caín y no ha
pagado como debe por ello.
–Neb-Nesut, tómatelo como quieras –dice Desdémona– si el Profeta ha decidido esto, así será.
Buenas noches Kothar.
Tras lo cual la
desvalida Brujah, se da la vuelta y junto a sus dos compañeros se alejan de las
miradas temerosas de la colonia de leprosos de Jerusalén, también llamada la
Gehena.
De regreso a
Jerusalén Neb-Nesut intenta comprender por qué Desdémona no ha sido más implacable,
dado que el temor nunca ha sido un impedimento para tomar decisiones difíciles.
–Kothar y Ephraim, son viejos, son tremendamente viejos,
el primero tiene milenios y el segundo siglos de edad… y son buenas personas –explica la Brujah a
Neb-Nesut– ¿Qué tendríamos que ganar si
muere Ephraim?
–Haríamos que se cumpla la ley –dice Neb-Nesut– y que cualquiera que transgreda las
Tradiciones en Jerusalén page. ¿Quién te dice que ahora no lo hará otro cainita
con el pretexto de que Ephraim no ha recibido castigo? La ley está hecha para
todos, ¿o solo para los que tú decidas?
–Kothar le castigará. Todo queda en familia. Por mi es
suficiente, ya se ha derramado demasiada sangre inocente por hoy –dice Desdémona.
–Creo que te has equivocado, Desdémona –dice el Guerrero
Negro mirando a los vacios ojos de la Brujah –estoy con Neb-Nesut. Has sembrado un peligroso precedente en
Jerusalén, esperemos que no llegue a oídos indeseables.
Desdémona piensa en
las palabras de sus compañeros mientras regresan a Jerusalén, ahora arropados
por el frio y el silencio.
Pesada es la corona
que soporta la Princesa…
Anat, Matusalén Brujah |
363 a. C.
Ha pasado todo un año
de estudio y con la ayuda de Neb-Nesut Abraham ha encontrado algo prometedor en
la Torá Negra.
El Anciano Capadocio,
con la bendición de Desdémona organiza un encuentro para tratar este delicado
tema. Solo los vástagos más cercanos son invitados a asistir; Neb-Nesut, al fin
y al cabo es el Agente de la Profecía; Y por supuesto Desdémona, nadie ha
apoyado tanto la búsqueda como ella en esta última década. Del reino vecino del
norte, de Tiro, llegan Anat, la Anciana Brujah y Agea la vieja Archimaga troyana,
antepasada de Desdémona.
Todos se encuentran
en un lugar seguro elegido por Abraham, algún sitio oscuro y recóndito bajo el
cementerio judío, entre el osario y el laberinto de Mezuzás.
Neb-Nesut se postra
ante Anat, la Diosa Egipcia de la fertilidad, era conocida por el Setita por
ser una joven e impetuosa diosa de la guerra a la que se relacionó también con
la Atenea griega.
–Me postro ante la esposa de Set, mi Diosa Anat –dice Neb-Nesut
vanagloriando la figura de la Anciana Brujah.
Anat, Diosa egipcia de la guerra, la fertilidad, las montañas, y los manantiales |
–Conozco tu profecía Neb-Nesut –dice Anat mirando a los ojos del
Setita– agradezco tu ayuda.
–Diosa de mi patria –responde Neb-Nesut orgulloso– ayudaré con más ahínco si cabe.
Anat sonríe y mira a
Abraham concediéndole la palabra. A Neb-Nesut le cuesta apartar la mirada de la
Madre de los Dioses pero hace un esfuerzo.
Iluminado con velas y
ya con la atención de todos los presentes, Abraham, de forma casi ritual,
enseña a los presentes la Torá Negra en todo su esplendor y la abre buscando
uno de sus pasajes.
Con gran energía Abraham lee en alto las palabras de la reliquia. Son palabras que suenan a una lengua muy antigua, mezcla entre arameo y hebreo. Nadie presente puede entender lo que dice el Capadocio, pero parece algo importante por la forma que tiene Abraham de pronunciarlo. Poco después, cierra los ojos, mira al cielo y traduce su contenido para que los presentes lo entiendan. Es un pasaje que habla sobre la helenización:
Tras una pausa en la
que Abraham parece meditar, mira a los presentes y con mucha alegría les dice:
–Parece que aun no ha nacido –continua Abraham– Pero no queda mucho tiempo para que suceda.
El Eterno será la clave para el cambio de todo el mundo tal y como lo conocemos
ahora. Unirá a los griegos para aplastar al Persa y sembrar la semilla del
mañana.
Anat llora sangre de
alegría y Agea asiente orgullosa, como griega de nacimiento.
Agea, Archimaga Ilustrada |
–Me trasladaré a Macedonia, ese es el reino donde nacerá –dice Agea muy seria– buscaré la familia que concebirá a ese
niño tan especial, para cuando nazca, protegerlo hasta que se valga por sí
mismo. Lo haré desde una distancia prudencial, para no llamar la atención y
prepararé el camino para los que vendrán después…
–Por supuesto lo apruebo, mi vieja amiga –dice Anat secándose las lagrimas de sangre– apoyaré desde Tiro toda ayuda posible. Una cosa tenemos clara, que no
queremos que sea con vínculos de sangre, disciplinas, abrazos o mierdas de ese
tipo. Aquí y ahora pactaremos no influir con las Tinieblas al Eterno, no
podemos hacerlo así esta vez. Hay demasiado en juego. Nunca ha funcionado y
esta vez no sería diferente. Si lo hacemos romperíamos los principios desde los
que edificar un nuevo comienzo.
Abraham extiende su
mano cadavérica, mientras con la otra abraza la Torá Negra. Anat pone su mano
fuerte y femenina sobre la de su compañero, Agea la suya encima de la de Anat,
Desdémona y Neb-Nesut son los siguientes. Los cinco pactan no influir al Eterno
como la Estirpe lleva haciéndolo desde el principio de los días, esto ya es un
cambio en la sociedad cainita.
Tras el pacto todos
se ponen manos a la obra. El grupo, desde diferentes frentes, buscan la forma
de poder ayudar desde la distancia a que todo ocurra. Anat empieza mover hilos
para conseguir información útil. Agea partirá sin demora, no sin antes
despedirse de Desdémona, la última de sus descendientes. Ambas troyanas se
funden en un abrazo sin mediar palabra alguna. Los sueños pueden hacerse
realidad.
Abraham se compromete
a buscar ayuda mágica para ayudar de la mejor forma posible pero sin exponer al
Eterno a su influencia. Si es un descendiente divino, su fe le hará ser
intocable, ni siquiera para ayudarle…
Abraham viajara al
Monasterio de Erciyes, donde se encuentra ya su chiquillo Meir adelantando
trabajo. A este templo de sabiduría viajan los Capadocios más viejos y sabios
del mundo. Quizás pueda hablar con el mismísimo Capadocio, el Antediluviano y
Señor fundador del clan, o con Japhet su chiquillo más aleccionado. Ellos
podrán arrojar luz sobre sus sombras.
Damara, Toreador |
Como si de una brisa
de aire fresco se tratara, una noche cualquiera, se presenta una cainita Toreador
ante la Princesa Desdémona, como dictan las Tradiciones.
Es una belleza de
cabellos rubios y ojos azul cielo. Su vestido azul de alta cuna nos muestra a
una mujer de cierto estatus noble. Se presenta como Damara, Ancillae de Tiro, chiquilla
del difunto Orión. Viene interesada por la muerte de su Sire y la de su hermana
Nerea. Cuando Nerea fue abrazada Damara solo era una ghoul al servicio de
Orión, su futuro padre vampírico. La Toreador está Interesada por el refugio de
su Sire, su familia y las posesiones que pudo dejar tras su muerte definitiva.
Desdémona vivió en
primera persona la noche en la que Orión y Nerea perdieron la no vida, ambos
eligieron el bando equivocado, el mismo que Desdémona y los suyos aplastaron
sin piedad aquella noche, hace ya más de una década. La Brujah le cuenta a Damara
como sucedió todo, sin ocultarle ningún detalle por amargo que pudiera sonar.
Neb-Nesut se
encuentra en la presentación, en un segundo plano, escuchando a la Toreador
pedir a Desdémona quedarse a vivir en Jerusalén, Tiro y su corruptela no es
para ella.
Es pública la
enemistad entre Tiro y Jerusalén, desde que Meir fue Príncipe de Jerusalén, por
eso la reticencia de los vástagos de aquí ante una visitante de Tiro que desea vivir
con ellos.
Desdémona le pregunta
si sabe que al estar aquí pude estar incurriendo en la ira de Adón, el Príncipe
de Tiro. No le sentará bien seguro.
A ella no parece
importarle demasiado, prefiere honrar la memoria de su Sire viviendo en
Jerusalén, si Desdémona se lo permite.
La Princesa Brujah
acepta a Damara en su palacete y se queda intercambiando impresiones sobre la
Toreador con Neb-Nesut.
El Setita no se fía
de ella en absoluto. Cree que podía tener intenciones ocultas y que no le
importa nada Orión, si no conseguir posición en Jerusalén ¿Por qué ha dejado su
posición de Ancillae en Tiro?
Desdémona piensa en
las palabras de Neb-Nesut y pide consejo a Abraham, al fin y al cabo sigue
siendo su consejero, aunque esté inmerso en la traducción de Torá Negra en todo
momento.
La Princesa Brujah se
presenta en la biblioteca de Abraham y allí, entre velas y montones de rollos
de papel viejos, el Anciano Capadocio le dice que se fía de la Toreador. La
conoció cuando solo era una Ghoul y era la antítesis de Nerea, antes Ghoul de
Orión también. Es sabida de la ambición desmedida de Nerea, la misma que la
llevó a la muerte junto a sus compañeros de cama, los Assamita. Damara es
totalmente contraria a ella. Seguramente Orión la selecciono pensando en el
equilibrio en su familia.
Desdemona, Princesa Brujah de Jerusalén |
Desdémona decide
celebrar un Conclave para presentar en sociedad a Damara, la recién llegada. Lo
hace en su palacete y a él asisten Neb-Nesut, siempre junto a la Princesa,
Donna, un poco ausente. El Guerrero Negro, imponente y atento, como siempre.
Adeben, enigmático y agradable, para ser Seguidor de Set.
Damara conversa con
Desdémona sobre el clan Nosferatu. En Tiro eran ratas de cloaca, que espiaban
para el Príncipe y apuñalaban por la espalda a todo el que podían. La Princesa
Brujah le dice que en Jerusalén no tienen ese problema con los Nosferatu, que
son buena gente, pero que no se los encontrará, viven todos apartados de la
ciudad, en una colonia alejada y no les gusta merodear por Jerusalén. Damara
agradece que esto sea así, como Toreador le repugnan los Nosferatu y todo lo
que representan.
Desdémona le propone
a Damara, viajar a Mizpa, ciudad donde es Princesa su chiquilla Astarté. Cree que
podría ayudarla a constituir una estructura cainita en la ciudad, dado que está
sola y esto la preocupa.
Damara acepta viajar
a Mizpa y ayudará a Astarté en su cometido. Además ella es una maestra en
arquitectura y puede ayudarla también en ese campo. La Toreador ve Mizpa como
una oportunidad de honrar la memoria de su Sire, construyendo algo duradero de
lo que su creador se hubiera sentido orgulloso.
La Toreador parte
hacia Mizpa, con una carta de recomendación para Astarté, dictada por
Desdémona, su amada Sire.
Por lo que Desdémona
sabe, la entrada de Damara no fue muy alentadora y Astarté no recibió con los
brazos abiertos a la Toreador, sin embargo, sigue allí y parece que ambas
conviven en paz en Mizpa, esto ya es un logro para la Princesa Brujah.
Jerusalén Capital de la satrapía de Yehud |
361 a. C.
Tras el último Conclave,
Neb-Nesut se percata de lo útil que puede llegar a ser la habilidad de la
empatía. Intentó ponerse en el lugar de los presentes sin éxito y considera que
es algo interesante para socializar de una forma, digamos, más amigable. La
corte de Desdémona no se parece nada al mundo del que Neb-Nesut procede, donde
los valores y códigos son otros completamente diferentes. A pesar de lo cercano
que se encuentra Egipto, es como otro mundo diferente.
La empatía es un
talento que generalmente se aprende de humano, pero el Seguidor de Set se
empeña en aprenderlo y comienza a fijarse en los comportamientos sociales de
los esclavos de su propiedad y de todo humano en su área de influencia.
Neb-Nesut comienza a
entender que la empatía es la habilidad de comprender los estados emocionales
de otros y presentar una respuesta apropiada, independientemente de si se
compadece genuinamente de los otros o simplemente desea utilizarlos. El setita
descubre que es crucial para descubrir motivos y es de ayuda para detectar la
insinceridad.
El primer paso es
saber quién es experto en este arte y fijándose en ellos comienza a aprender la
habilidad de: adivinadores, comandantes, cotillas, mercaderes, padres,
sacerdotes, timadores… son, sin saberlo, los maestros indirectos de Neb-Nesut y
en el plazo de un par de años practicando, el vampiro parece comprensivo a la
gente con la que comparte algo en común.
Donna, Capadocio |
Desdémona, tras el
jarro de agua fría recibido en Hinnom, se centra en mantener la concordia que
ve que puede prosperar por primera vez en Jerusalén. No parece haber nadie
enemistado directamente con nadie y los intereses de los diferentes cainitas de
la ciudad no chocan unos con otros. Así que parece el momento adecuado para
potenciar esto y hacer que el milagro de las alianzas suceda. Por algo la
Brujah es en realidad una idealista empedernida.
La Princesa se
preocupa de cada uno de los cainitas a su cargo y se desvive por ayudar a todos
ellos desde su trono, sin impórtale en absoluto su clan, posición o intereses
personales. Parece que esto empieza funcionar, puede estar ayudando a Donna con
algún problema mundano del que no tiene solución, como puede interesarse por
Adeben y su influencia religiosa en Jerusalén. Esto parece impresionar
especialmente a este último, Adeben, jamás había conocido a un líder que se
inmiscuyera tanto en las tareas del día a día de sus vasallos, a los que trata
siempre como iguales.
Al mismo tiempo, Desdémona
mantiene el contacto regular por carta con su chiquilla Astarté, la Princesa de
Mizpa. Parece que no ha acogido con agrado a Damara, la Toreador que Desdémona
envió a su ciudad, pero aun así todo indica que la cosa está funcionando, cada
una por su camino. Astarté reinando y gestionando los asuntos de estado y
Damara metida de lleno en la rehabilitación de las estructuras, construcción de
nuevos templos o realce de las artes, por variopintas que sean. Sin embargo
algo atormenta a Astarté y es la paranoia constante de la posibilidad de ser atacada
por los Príncipes Sátrapas de las ciudades vecinas de Yehud, bajo la sombra de
Alamut. No se lo ponen fácil ya que entorpecen todo lo que pueden desde la
sombra y en conjunto contra Mizpa.
Esto hace que Desdémona
no esté del todo satisfecha por la no vida de su chiquilla, ya que no perece
ser feliz en su cometido, a pesar de estar haciendo un buen trabajo, al fin y
al cabo ya lleva años en el cargo y nadie se lo ha arrebatado. Cierto es que su
reputación como chiquilla de Desdémona, juega a su favor, pero seguro que ella
también está haciendo méritos para que todo funcione correctamente.
Elsh, el Constructor de Templos, Matusalén Toreador |
Mizpa, el centro
administrativo de la provincia de Yehud, al mando de Astarté como Princesa de
la noche, se convierte en una ciudad prospera. El comercio de especias es la
base de sus recursos pero hay otra razón para su prosperidad, ha atraído la
mirada de un viejo conocido de Jerusalén, Elsh, el Toreador más anciano del
lugar y el arquitecto más reputado, ya que todos los templos que merece la pena
nombrar de la zona, han sido obra suya.
El fenicio Elsh,
atraído por las fiestas celebradas por Damara, donde los Toreador y maestros
humanos de la zona se reúnen para compartir y exponer sus conocimientos y su
saber. Elsh se ha dado cuenta de que, a pesar de su ostracismo, debido su
avanzada edad, le gusta de vez en cuando reunirse y cenar con los demás
Toreador, generalmente griegos, para charlar e intercambiar conocimientos de su
arte favorita: la arquitectura. Hablan de asuntos arte, mostrándose obras,
construcciones y planos. Todo interesado es invitado a estas celebraciones
siempre y cuando pueda aportar algo.
Es innegable que
estas fiestas adquieren cierto renombre al acudir alguien tan famoso y anciano
como Elsh. Muchos chiquillos jóvenes desean conocerle y Mizpa es el lugar, una
ciudad que ahora saben situarla en el mapa.
Estas reuniones empiezan
a conocerse como los Cenáculos de Mizpa. Un cenáculo es una reunión poco
numerosa de personas unidas por vínculos ideológicos o profesionales,
generalmente de escritores y artistas.
En cuanto a los
cenáculos en sí, en cada ocasión se centran alrededor de una obra de arte, si
es un cuadro, lo admiran en el Dominio de uno de ellos; si es una escultura allí
donde esté expuesta; y si es una construcción de Elsh, la reunión la hacen in
situ y el anciano Toreador se recrea explicando los entresijos de la obra. Elsh
comparte desde su fuente de inspiración hasta la construcción final, pasando
por los problemas para conseguir materiales a buen precio o la baja calidad de
la argamasa utilizada en los pisos inferiores.
Damara, a pesar de
ser neonata Toreador en la ciudad, se encarga de organizar los cenáculos para
que todo transcurra correctamente, y por el momento parece que son un éxito. Es
difícil asistir si no eres un Toreador, pero en ocasiones van diferentes
maestros cainitas de otros clanes, versados en artes varias como la escritura o
la pintura.
Los ecos de los
cenáculos llegan hasta Jerusalén y Desdémona se siente orgullosa por este auge
Toreador en Mizpa, así se lo transmite a su chiquilla Astarté.
Navid, Sátrapa de Betel, Toreador |
Astarté, que le va
contando todos los avances de Mizpa a Desdémona, le dice que acaba de nombrar
Primogénita Toreador a Damara. Cree que se lo ha ganado y que con lo que está
consiguiendo en Mizpa se ha ganado su merecido ascenso. El arte es una
disciplina que Astarté no tiene tiempo para ensalzar, la política es lo suyo y
este nombramiento es sin duda algo positivo para Mizpa. Desdémona está de
acuerdo y cree que está haciendo las cosas excelentemente bien y así se lo
transmite.
Hablando de ascensos
de poder, Desdémona nombra a Neb-Nesut, Ancillae de Jerusalén. Ascendiendo al
Seguidor de Set al siguiente escalón para dejar de ser un neonato cualquiera. Está
por encima del Guerrero Negro o del propio Ephraim.
Astarté, Diosa de la Naturaleza, Chiquilla Brujah de Desdémona |
Astarté escribe a
Desdémona para contarle que ha cerrado las fronteras de Mizpa a cualquier
vástago que no sea un Toreador invitado a los Cenáculos de Damara.
Ha pillado a dos vástagos
que han entrado en Mizpa sin permiso y a los que ha tenido que ejecutar en
público cainita para dar ejemplo. Un Nosferatu y un Gangrel, ambos eran espías
de los Reyes cercanos, no ha conseguido concretar quienes han estado
involucrados pero ya no se acercarán más a su ciudad o saben lo que les espera.
Las relaciones son ya
muy hostiles con el resto de las ciudades de la satrapía de Yehud. Jerusalén y
Mizpa son las ciudades más importantes, la capital y el centro administrativo,
y sin embargo son las más odiadas por las demás ciudades del entorno. Esta
enemistad está siendo trasmitida al populacho humano, que no saben en realidad el
porqué de este odio visceral, pero heredan este mismo sentimiento
relacionándolo con los persas y su corrupción.
Desdémona felicita y
apoya a Astarté por su decisión de ejecutar ejemplarmente a los espías de los Sátrapas
Reyes de Yehud.
El Guerrero Negro, Assamita |
360 a. C.
El Guerrero Negro se
encuentra con Desdémona y Neb-Nesut, hablando sobre una noticia que acaban de
enterarse acerca del mundo humano: Nectanebo II ha sido nombrado Faraón de
Egipto y ha iniciado una campaña contra los persas en Fenicia y Palestina.
Justo los reinos vecinos al norte y sur de Yehud. Los egipcios se acaban de
aliar con gobernadores persas rebeldes de Fenicia y Palestina.
Cuando en plena
discusión irrumpe Adeben con cara de pocos amigos, parece que algo va mal.
Adeben, con los ojos
ensangrentados parece que quiere decirle algo importante a su Princesa. Se
posiciona ante ella y la mira a sus ojos blancos y vacíos.
El setita se confiesa
ante Desdémona, ignorando a los otros dos cainitas presentes.
Sus intenciones iníciales
eran las de impartir la religión de Set, en secreto y suplantar a Yahvé en
Jerusalén. Ya había empezado a hacerlo, los disturbios religiosos fueron cosa
suya.
Se declara un
adorador de Set, pero el apoyo y amistad incondicional que Desdémona ha sentido
hacia él, le hace replantear todo en su no vida. No quiere traicionar a alguien
que ha confiado tanto en él.
–Me he dado cuenta ahora que estoy lejos de Egipto –dice Adeben
llorando sangre y con los puños apretados– que
nunca había tenido una familia y libertad para crear, solo órdenes en una
guerra interminable que aquí no hay.
Estoy a tu disposición mi Princesa… y tú eliges mi
destino.
Adeben se arrodilla,
llorando sangre y arrepentido hasta la medula, algo inaudito para un Seguidor
de Set y seguramente único en la historia de la Estirpe.
–Esto es algo bueno, un logro –dice Neb-Nesut
mirando a Desdémona antes de que tome una decisión sobre lo que va a hacer con
su compañero de clan– Tienes a un cainita
leal y sincero ante ti…
–Desdémona, debes ejecutarlo– dice el Guerrero Negro mirando a la Princesa–
Si dejas a las serpientes hacer y
deshacer a su antojo, esto será un infierno. Debe servir de ejemplo.
–¡Aceptaría mi muerte si es lo que deseas! –dice Adeben alzando
la cabeza y rasgándose las vestiduras mostrando su pecho descubierto y pálido.
–Si te dejo vivir, ¿Cuál será tu curso de acción a partir
de ahora?
–pregunta Desdémona pensativa.
–Estoy en tus manos –dice Adeben claramente arrepentido.
Desdémona saca una
daga de plata escondida en su hábito y se raja la palma de la mano derecha,
ofreciéndole la sangre que gotea en el suelo a Adeben para que beba de ella. El
Setita lo hace arrastrándose como una serpiente y se vincula a su Princesa,
atándose para siempre ya que ahora la concepción del Seguidor de Set sobre la
Brujah es y será buena y positiva hasta el fin de los días de uno de los dos.
Acto seguido,
Desdémona degrada a Adeben de Antiguo a Ancillae mientras le deja claro que no
habrá un segundo vínculo de sangre.
Guerrero Negro,
claramente decepcionado por la falta de justicia sale del lugar molesto
pensando que esta es la segunda vez que Desdémona malea la ley a su
conveniencia.
Mapa con las provincias (satrapías) del Imperio aqueménida |
358 a. C.
Entre los humanos: el
faraón egipcio Teos, sucede a su padre Nectanebo al trono. Planeando un gran
ataque sobre Persia, invita a Esparta a ayudarlo.
Y mientras en
Jerusalén, llega
una misiva del nuevo embajador Persa de Alamut, Cyro. En ella se interesa por
Jerusalén y el estado de sus cainitas. Pide colaboración a Desdémona, ya que
tiene pensado visitarla en cuanto le sea posible, para facilitarle información
sobre la situación política de la ciudad así como por el estado de sus cainitas
y sus intereses.
Desdémona, de forma
fría y calculadora, sin fiarse ni un pelo de los Assamita, accede a que venga
para lo que tenga que venir, pero sin demasiada hospitalidad en su respuesta.
Monte Erciyes, Anatolia |
357 a. C.
En el mundo humano: los
egipcios liderados por el rey Teos y los espartanos por el rey Agesilao II, con
algunos mercenarios atenienses bajo su general Chabrias, emprenden un inesperado
ataque a las ciudades fenicias del rey persa. Sin embargo, tienen que volverse
debido a revueltas en Egipto. Conjuran contra el Faraón Teos, que es derrocado
y se exilia a Persia. Nectanebo II, se proclama Faraón de Egipto
En el mundo de la
noche: Abraham lleva seis años en el Monasterio de Erciyes, en Capadocia,
traduciendo y descifrando la Torá Negra y buscando la forma de ayudar al Eterno
sin influirle directamente, y por fin ha dado con algo interesante, ha
encontrado un antiguo y desconocido ritual que puede ayudarlos.
El Capadocio se
presenta ante Desdémona y le explica de qué se trata el ritual que ha
encontrado. De forma sobrenatural creara Avatares, humanos poseídos por los
espíritus de los cainitas protectores. De modo que por la noche los cainitas puedan
despertar en los cuerpos de sus huéspedes y ayuden al Eterno en su cometido. Aun
tiene que estudiar el ritual y hacerlo, no hay constancia de que nadie lo haya
hecho antes. Abraham se pone manos a la obra el ritual, puede tardar años en
estar listo del todo.
Mientras tanto Anat y
sus espías, comenzarán a conseguir información de los posibles elegidos como
avatares.
Osario Capadocio |
Anat ya esta oteando Macedonia
y su actual capital Pella, en busca de elegidos como anfitriones. Cree
interesante que estos cainitas elegidos conozcan el entorno antes de que nazca
el Eterno.
Prepararán un viaje a
Grecia… Anat escribe a Desdémona:
“Todo marcha como
debe, los Dioses nos son favorables.
¡La historia nos
espera! Abraham ha hecho grandes avances, es solo cuestión de tiempo que nos dé
a conocer los detalles. Es la mejor noticia que podíamos esperar.
El orgullo de tal
gesta no será comparable con nada acontecido hasta la fecha.
Agea me informa de
que algunos de los compañeros del Eterno ya han nacido, pero el propio Eterno
aun está por nacer.”
Con la ayuda de
Abraham y el permiso de Desdémona, Anat, en proyección astral, busca un
santuario seguro en la ciudad Jerusalén. Mientras descansen en este santuario
ocupando los cuerpos de los anfitriones cercanos al Eterno, ella los
supervisará y protegerá personalmente. Finalmente Abraham consigue un lugar
seguro preparado para guardar los cuerpos en sopor de los elegidos para poseer
el entorno del Eterno.
Mezuzá |
Nadie más sabrá de su
existencia y solo Anat y Abraham podrían acceder de forma segura. Aquel que
intente acercarse, arderá en el laberinto de Mezuzás por el poder del fuego
purificador del grandioso Yahvé.
Abraham y Anat, les
enseñan el santuario a Desdémona y a Neb-Nesut, que ahora forman parte de los
pocos que conocen el secreto. Ellos serán sin dudarlo dos de los elegidos para
ayudar al Eterno.
Cyro, Embajador Assamita |
Ante la inminente
llegada de embajador persa, Desdémona pide consejo a Abraham. Han pasado muchos
años desde la masacre Assamita del Conclave pero no puede sentirse cómoda con
esta visita.
Abraham le quita
hierro al asunto, cree que la Brujah ya se ganó su independencia y desde entonces
a penas la han molestado. El viejo Capadocio no cree que a los Assamita les
convenga tenerla de enemiga, ha demostrado en múltiples veces ser un hueso duro
de roer. Además Desdémona está trabajando por el bien de Jerusalén, y no deja
de ser la capital de una satrapía persa, al fin y al cabo.
La Princesa Brujah
recibe la noticia de que el embajador está de camino a Jerusalén y prepara una
recepción sin ningún tipo de pompa ni boato. Invita a los cinco residentes, su
corte actual al completo: En ella hay dos Capadocio: su consejero el anciano
Abraham y Donna la Señora de la Torá Negra; Sus dos Ancillaes Setitas Neb-Nesut
y Adeben; y el Guerrero Negro, Assamita.
Cyro, embajador
Assamita de Alamut, llega solo y expone su cometido ante la corte de Desdémona:
Viene para ver como
prospera la ciudad; quiere tomar nota de los actuales problemas, sobre todo en
el ámbito religioso, le preocupa la tensión política causada por este asunto;
al mismo tiempo evaluará la cuantía del ejército y las defensas de la ciudad,
así como la cantidad de hombres en edad de armas que hay entre el populacho de
Jerusalén, por si se necesitara llegado el momento. También está interesado, así
se lo transmite a los presentes, por los Vástagos de la ciudad y todos sus
intereses.
En la recepción, Cyro
habla con cada uno de los cainitas y casi todos ellos muestran una frialdad y un
distanciamiento evidente, no llega a palparse un ambiente hostil, pero si muy
enrarecido.
Cyro se hubiera
llevado una mala impresión de su viaje de no ser por el cercano y receptivo
Neb-Nesut, el Setita con máscara de oro, que se interesa por el Assamita y le
facilita toda la información veraz que necesita, incluso si no es sobre el
mismo.
Neb-Nesut y Cyro
terminan acercando posturas sobre religión, los persas siempre han sido más
receptivos a permitir que sus súbditos adoren a sus propios dioses.
Desdémona aprovecha
para lanzarle una puya al embajador, diciéndole que su capacidad bélica no es
tan alta como hubiera deseado por culpa de los Príncipes persas de las ciudades
de la satrapía, que no dejan de entorpecer todo lo referente a Jerusalén y
Mizpa. Afirmación que no es cierta, ya que Jerusalén nunca ha sido una potencia
bélica a tener en cuenta y eso Cyro lo sabe, igual que sabe que Desdémona está
aprovechando para denunciar la hostilidad de los Príncipes Sátrapas persas,
asimismo llamados Reyes de la noche.
Tras este interesante
acercamiento del embajador Cyro, este se despide anunciando una próxima visita,
pero esta vez la convocatoria será en una de las ciudades de la región. Este
último anuncio inquieta a Desdémona, no se fía nada de viajar a una ciudad
hostil, aunque pertenezca a la satrapía de Yehud y Jerusalén sea su
capital. De hecho la Brujah no ha
mantenido relación alguna con los Príncipes vecinos, a excepción de las
comunicaciones con su chiquilla Astarté, Princesa de Mizpa.
¿Trampa?
Tal y como anunció Cyro,
el embajador de Alamut, envía otra misiva a Desdémona. Desea hacer un
acercamiento de los todos los señores de la noche de Yehud en la capital
administrativa, Mizpa. Alamut desea asentar las bases para un futuro cordial y en
paz. Desdémona tiene muchas dudas sobre esta invitación y antes de partir
convoca a su corte en un Conclave, para hablar sobre ello.
Van llegando por
orden, el Guerrero Negro con su imponente armadura griega azabache pulido,
Adeben, Setita con aspecto de brujo desgarbado, Abraham con Donna del brazo, ambos
representando al clan Capadocio, y por ultimo Neb-Nesut, vestido con caros
ropajes de lino y su pulida y brillante mascara de oro, que casi siempre lleva
puesta, ocultando su bello rostro.
Desdémona, desde su
trono de oro y joyas preciosas, les cuenta a los presentes el asunto de la
invitación a Mizpa.
Abraham y el Guerrero
Negro creen que es algo positivo que sea en Mizpa y bueno para acercar posturas,
dando un bálsamo diplomático a la tensión entre Alamut y Jerusalén.
–No parece una encerrona –dice Neb-Nesut en
un tono bajo pero audible– la ha
convocado en Mizpa, nuestro territorio. Espero que no vengan con exigencias o
intenten humillarnos como es habitual en ellos…
–Nosotros vamos a seguir el mismo camino que hemos
emprendido desde nuestras… diferencias –dice Desdémona a Neb-Nesut.
–¿Qué les vas a pedir? –pregunta Neb-Nesut.
–Que nos dejen en paz para que Jerusalén prospere –responde Desdémona.
–Eso ya lo tienes –dice Neb-Nesut– parece que quieren más. No deberías humillarte en ningún caso…
–No quiero que me metan en su guerra –dice Desdémona.
–Y menos contra Egipto –añade Neb-Nesut.
–Mantendremos nuestra neutralidad –dice Desdémona.
–Deberían dejar de ponernos piedras en el camino –dice Neb-Nesut– está claro que Persia quiere que le
mostremos respeto humano, somos una satrapía persa, pero no hacia el clan
Assamita. Deberían mostrar respeto hacia la capital de Reino de Judá, Jerusalén
y reconocerla como tal.
–¿Abraham? –pregunta Desdémona buscando la aprobación
de su consejero.
–La neutralidad es el camino para que nos dejen de lado y
podamos centrarnos en lo importante. –Sentencia el anciano Capadocio.
–Abraham, ¿sabes si el embajador Cyro es el Rey persa también
llamado Cyro?
–pregunta la Brujah con curiosidad.
–Lo es. Fue un gran Rey. El mismo que liberó al pueblo
judío de las cadenas de Babilonia y los devolvió a su derruida tierra… –responde Abraham.
–El mismo que condenó a muerte a un rio porque estaba en
su camino de conquista… y lo hizo desaparecer. Asesinó a un rio. –Dice Desdémona.
–Sí, el Rey de Reyes –responde Abraham.
Preparativos
Desdémona confirma a
Cyro su asistencia a la recepción en Mizpa. Y contacta con su chiquilla Astarté,
Princesa de Mizpa. Confiesa estar solitaria y paranoica, no se fía de este
encuentro, traman algo. Las cosas en la ciudad están mal, sufre cierres
comerciales del resto de ciudades del entorno, pero Astarté prefiere llevar
esto sola, no se fía de nadie, se le está agriando el carácter…
La Princesa de
Jerusalén piensa a quien dejar al cargo de la ciudad durante su viaje a Mizpa y
ha pensado en Donna, confía en ella y su bondad. Se lo ofrece y la Capadocio,
abrumada, rechaza la oferta de Desdémona. Recuerda lo mal que le fue de
embajadora en la ciudad de Tiro, la diplomacia no es lo suyo. Como segunda
opción se lo ofrece a Adeben, el Seguidor de Set arrepentido y este acepta sin
pensárselo dos veces: Adeben Regente de Jerusalén, suena bien…
Desdémona se fija en
que Adeben esté en la senda correcta en su día a día y así parece que es. La Princesa
le deja de Regente pero con Abraham de consejero y el Guerrero Negro de
protector. Así se asegura de que no sucumba a una mala tentación y siempre esté
vigilado.
Por último Desdémona
decide tener un detalle con su chiquilla Astarté y llevarle un regalo que
demuestre el aprecio y el orgullo que tiene su Sire por ella. La Princesa de
Jerusalén contacta con Damara en Mizpa y le encarga una joya muy especial,
había pensado en una pequeña insignia de plata con el escudo del clan Brujah.
La Toreador acepta el encargo y se lo tendrá preparado para cuando vengan a
Mizpa, sin duda será un bonito detalle para Astarté, aunque Damara no tiene
claro que su Princesa lo aprecie.
La Recepción
Neb-Nesut y Desdémona
viajan a Mizpa, hacia el norte de Jerusalén, cerca está Betel, donde Navid, el
Príncipe Toreador rige bajo el yugo persa.
Nada más llegar a
Mizpa, Desdémona se encuentra con una ciudad prospera y llena de vida, los
comerciantes mueven las especias de un lugar a otro y todo funciona como un
gran hormiguero. Eso sí, las gentes parecen menos amigables que en Jerusalén,
se fían menos de los extraños.
Desdémona se
encuentra con Astarté en una torre residencia habilitada como refugio. Todo
está muy cuidado, soldados, servidumbre, orden y limpieza. Sire y chiquilla se
encuentran en un comedor circular, a la luz de las velas. Allí, sin mediar
palabra alguna Desdémona se acerca a Astarté y se dan un largo abrazo mientras
lloran sangre desconsoladamente. Desdémona le regala la insignia que Damara le
ha hecho llegar al entrar en la ciudad. Astarté permanece fría como una
estatua. Neb-Nesut acompaña a Desdémona en un discreto segundo plano, como
corresponde a la etiqueta.
La noche siguiente
todo está listo para la recepción en la propia torre de Astarté, los sótanos
acogen una sala de armas y un amplio y acogedor salón de recepción sin
ventanas, ampliado bajo tierra. Todo está listo para la llegada de Cyro, el
embajador de Alamut.
Desdémona, vestida
para la ocasión, elegante, de corte sobrio, oscuro, pero apuesto, junto a ella
Astarté, su chiquilla la Princesa de esta ciudad, vestida con un imponente
vestido rojo, tremendamente llamativo y provocador. Su belleza eclipsa a la de
cualquier persona conocida. Los Toreadores quedan embelesados a su paso y en
este caso Damara es la única Toreador presente.
Neb-Nesut, elegante,
como siempre, con su máscara de oro tapando su verdadero rostro. Su capa verde
recuerda al color de la piel de una serpiente, señoras de su Egipto natal.
Damara, Primogénita
Toreador, si vestido es blanco impoluto y su pelo rubio brilla como el sol. Las
joyas que lleva tienen un valor incalculable y la belleza e su rostro solo es
eclipsado por la de la propia Astarté, su inmediata superior en posición.
Cyro, el embajador y
los Príncipes de Yehud, llegan a Mizpa y se presentan en la torre, primero ante
Astarté y después a los demás.
Del norte llega
Navid, Príncipe Sátrapa de Betel, del clan Toreador. Navid es un joven apuesto
de piel blanca y pelo largo de color castaño brillante y muy bien cuidado. El
Toreador huele a perfume de flores exóticas y es muy correcto en su trato, un
verdadero diplomático y tremendamente colaborativo. Se nota que tiene un trato
especial con Astarté y Damara, aquí presentes.
Ayesha, Sátrapa de Jericó, Ventrue |
Del oeste, cerca de
Jerusalén, Kansbar, el Príncipe Sátrapa de Beth-Zur, Assamita. Un hombre negro,
calvo y con el semblante serio de un juez. Su cara está marcada con feas
cicatrices de cortes que le dan una apariencia tremendamente imponente. Su
túnica negra con cuello blanco, impecable, sin una arruga, cubre su musculoso
cuerpo.
Venido del sur, de En-Gedi,
El Príncipe Sátrapa Nosferatu Behrooz, es un horrible Nosferatu con un aspecto espeluznante.
Su piel es como la de un reptil, sus zarpas, huesudas y afiladas, parecen
tremendamente peligrosas y su cara inhumana es más la de un demonio reptiliano,
con una boca llena de colmillos afilados, y unas enormes orejas acabadas en
punta. Con una oscura y amplia túnica negra llena de barro seco y restos de
verdín, el ser remata su desagradable aspecto.
Behrooz, Sátrapa de En-Gedi, Nosferatu |
Se presenta como
Alamut, Príncipe y Señor de Babilonia. Su poderío es innegable. Tiene un ojo
blanco y una cicatriz en la cara que le parte la nariz y el ojo dañado que le
da un rigor especial. Su semblante es el de un fiero guerrero. De barba
cuidada, turbante dorado y armadura de placas de oro persa.
Con esta corte de
Babilonia llega también un miembro del mismísimo Consejo de Señores de Alamut. Su
nombre es Davar, y será testigo de que todo vaya como debe.
Davar es un guerrero
legendario, vestido igual que si viniera de una batalla. Su armadura rojo
sangre, su yelmo con puntiagudos pinchos. Pieles negras adornan los hombros de
su capa y una lanza en sus manos cubiertas por fuertes brazales. Su apariencia
impone y emite un poder que hace que nadie cuestione su autoridad.
Una vez hechas las
presentaciones y comenzado el encuentro, los cainitas empiezan a mezclarse y a
charlar mientras beben sangre, iluminados por luces indirectas de algún fuego
oculto. Las sombras acompañan la velada y dan ambiente al lugar.
Davar inmóvil como
una estatua no habla con nadie, solo observa a todos los presentes con sus ojos
dentro de su imponente yelmo.
Davar, Miembro del Consejo Assamita de Alamut |
El embajador Cyro
plantea a Desdémona que deben solucionar un problema diplomático. Un esclavo
escriba camina junto al embajador y va tomando nota de todo lo que ocurre.
–Hace unos años –dice Cyro con voz grave mientras todos le
escuchan– un grupo de cainitas de
Jerusalén, liderados por Meir el Capadocio, chiquillo de Abraham, de Jerusalén,
en él también se encontraba el aquí presente Neb-Nesut, conocido como el Agente
de Profecía, viajaron desde Egipto hasta
Persia, atravesaron la frontera de la satrapía del reino de Babilonia. Allí no
se presentaron al señor de la ciudad, el Príncipe Alamut, para expoliar una
reliquia escondida en las entrañas de las ruinas de la vieja ciudad. Estos
cainitas rompieron la Antigua Costumbre, del Dominio.
–Las Antiguas Costumbres apuntalan la sociedad Cainita y
son el único pacto social auténtico entre los demonios de la noche. Las
Antiguas Costumbres son los restos del gobierno de Caín en Enoch; de aquí que
sean respetadas pero no siempre… –Continúa Cyro mirando a los ciudadanos de
Jerusalén.
–A pesar de todo, las Antiguas Costumbres, también llamadas
Tradiciones, forman el convenio en el cual se basan todos los príncipes, y
señores, para legitimar sus pretensiones y derechos como príncipes. –Dice Cyro caminando
lentamente por el lugar.
–Los ancianos de nuestro clan no consideran como vampiro
a un chiquillo, hasta que su Sire le recita las Seis Tradiciones, sellando su
pacto con Caín.
–“Así como yo soy señor de Nod, así vuestro dominio es vuestra
responsabilidad. Vosotros sois su señor, y todos respetarán esto o sufrirán mi
cólera. Todos se presentarán cuando entren en él, y por vuestra parte vosotros
los protegeréis. Por derecho, se os permite cazar dentro de los límites de
vuestro dominio, su sangre la vuestra propia. Aceptad sus responsabilidades,
cuidad de vuestro dominio y mostrad a otros el mismo respeto que vosotros
esperáis”. Así habló Caín.
–Tomáis las Viejas costumbres para reclamar Jerusalén
como Princesa
–dice Cyro mirando a Desdémona– pues
bien, debéis igualmente seguir las demás viejas costumbres y acatarlas cuando
se quebranten.
–Decidimos aceptar tu condición tras asesinar a Assur. Te
lo ganaste. Pero esto no se puede tolerar. Expoliar tumbas como ratas ¿Qué
somos ladrones? –pregunta
Cyro extendiendo los brazos.
–La sentencia es la Muerte Definitiva a todos y cada uno
de los que hayan entrado en el dominio de Babilonia sin ser invitados.
El Príncipe de
Babilonia habla sin que Cyro se lo espere:
–Declaro el derecho a una Ordalía.
El embajador se le
queda mirando perplejo.
–Tomo prestada de la sociedad mortal esta ley, y como
marcan las antiguas costumbres, ordeno una Ordalía para permitir a los acusados
demostrar su inocencia. A él por romper la costumbre –señala a Neb-Nesut– y a Desdémona por ser su Princesa y
permitirlo. –Alamut
señala a Desdémona acusatoriamente mientras entrecierra los ojos.
Alamut, el Rey de
Babilonia, mira a Desdémona retándola a entrar en la Ordalía.
–¿Estás seguro? –pregunta Desdémona acercándose a Alamut
mientras este sonríe plácidamente.
–La Ordalía que reclamo será la de juicio por combate. Enfrentemos
a los acusados contra quienes os acusan. – Alamut mira a los Príncipes Sátrapas que
se encuentran en grupo escuchando atentamente.
–Debido a vuestra posición, este juicio por combate servirá para probar
vuestra inocencia, los Dioses saben que los Cainitas menores rara vez tienen
este privilegio. –Dice
Alamut mientras mira a los acusados.
–Yo, Alamut, como Príncipe agraviado debo fijar las condiciones del
juicio:
–Será aquí, mismo. Sin
armas, sin protecciones, sin Disciplinas y nuestros colmillos serán nuestra
única arma. Yo lucharé contra Desdémona y uno de ellos –señala a los Príncipes
Sátrapas– luchará a muerte contra el
ladrón de la máscara de oro –Alamut señala a Neb-Nesut– Una vez se acaba con su adversario no se
podrá ir por el del otro. Declaro que el juicio sea hasta la Muerte Definitiva
de uno de los dos.
–¿Qué has hecho? –pregunta Desdémona en susurros mirando a
Neb-Nesut y sin saber por qué la están acusado. Neb-Nesut la mira sin tener
respuesta.
Lanza de Artemisa |
Neb-Nesut cuestiona
la veracidad del juicio e intenta echar por tierra sus argumentos, pero con un
grito tajante, el embajador le calla dejando claro que no es tiempo de hablar,
si no de luchar.
Nehebkau Neb-Nesut Avatar Tifónico |
Ante la atenta mirada
de Davar, los cuatro Príncipes Sátrapas se miran entre ellos. Uno de entre los
cuatro debe ser el elegido para luchar a muerte contra Neb-Nesut. Por sus
miradas queda claro que a ninguno le hace gracia morir por algo que no han
elegido, pero si no lo hacen tendrán un castigo más severo por parte de
cualquiera de los Assamita presentes.
Alamut comienza a
despojarse de sus protecciones hasta quedarse en una ligera toga que poco más
que le cubre sus partes.
El Embajador da un
paso atrás mirando a los cuatro Príncipes Sátrapas esperando a que uno de ellos
decida luchar contra Neb-Nesut, que sonríe inquietantemente.
Mientras espera, Neb-Nesut
empieza a hincharse y comienza a transformarse en un ser monstruoso delante de
todos los presentes. Sus huesos crujen y sus músculos y su carne se estira
imposiblemente. Es ahora una criatura de leyenda llamada Avatar Tifónico. Una forma
híbrida de humano y serpiente con una larga cola prensil en lugar de piernas.
Los Setitas a veces usan esta clase de “forma de guerra” con funciones
religiosas, pero hoy será con otros fines.
Todos los presentes
quedan impresionados al ver la forma de engendro hibrido de Neb-Nesut. Los
cuatro Príncipes, de donde saldrá su rival, están acojonados al ver a lo que se
van a tener que enfrentar cuerpo a cuerpo. Saben que no está usando Disciplinas,
seguramente los magos Assamita se han ocupado de ello, pero esta forma debe ser
algún tipo de don espacial que solo conocen unos pocos agraciados…
–No es una Disciplina –asegura Neb-Nesut aprovechando el
“vacío legal”
En ese momento, el
gran Kansbar, del clan Assamita, el Príncipe Sátrapa de Beth-Zur, da un paso al
frente y mira a Neb-Nesut sin miedo alguno. Sus tres compañeros le miran
aliviados por no tener que ser ellos quienes se jueguen la vida combatiendo.
–Si es justicia lo que se reclama en esta sala –dice Astarté en voz
alta, recibiendo todas las miradas–
declaro que el ganador de este combate sea quien reine desde entonces en la
ciudad del vencido.
En embajador Cyro y
Alamut, el Príncipe de Babilonia, están de acuerdo. Davar asiente.
–Firmemos el que será llamado el tratado de Mizpa. –Dice Cyro mirando
al escriba. A continuación todos los presentes firman con sangre, haciéndose
una pequeña herida y curándose después.
Astarté habla con la
servidumbre mientras todos firman y cuando terminan tienen un banquete de
sangre ante ellos. Decenas de jarras de sangre por doquier para calmar la sed
antes de los combates a muerte.
Los cuatro luchadores
beben sangre hasta hartarse.
Neb-Nesut empieza a
reptar alrededor de su oponente intentando intimidarle para que pierda los
nervios mientras se alimenta, cosa que le es inútil, ya que el Assamita está
completamente concentrado en el futuro combate a vida o muerte e ignora las
argucias del Setita.
Una vez alimentados,
Astarté abraza a Desdémona deseándola suerte y llorando sangre, le coge la mano
y la pone en su insignia Brujah de plata sobre su toga, el reglo de Desdémona.
La Sire sonríe y se siente preparada para el combate a muerte.
Todos se despojan de
armas y armaduras, y esperan su turno de combate mirando a su adversario. Los
cuatro están listos para morir.
Davar señala con su
lanza a Neb-Nesut y después a Kansbar, tendrán que empezar ellos por tener la
posición más baja que sus mayores.
Kansbar, Sátrapa de Beth-Zur, Assamita |
Davar eleva la lanza
y la deja caer con su peso. Justo en el momento que la punta golpea el suelo y
saltan piedras del golpe y da comienzo la justa.
Kansbar corre a toda
prisa hacia Neb-Nesut, que lo espera impaciente.
Neb-Nesut, con un
movimiento muy ágil se apoya sobre sus brazos y atrapa a Kansbar constriñéndolo
con su cola, dándolo varias “lazadas”. Ambos vampiros muestran sus colmillos
encarados y forcejean intentando morder al otro. El primer mordisco lo da Neb-Nesut en el cuello del Assamita
pero no consigue traspasar su dura y correosa piel.
Solo se oye a ambos
cainitas luchando a muerte, mientras los demás en silencio observan el combate
muy atentos.
Neb-Nesut abre sus
fauces, y siendo más raudo que su rival, muerde fuertemente a Kansbar,
arrancándole parte de su pecho, por donde sangra y caen trozos de pulmón y
musculo desgarrado. El Setita aprovecha que su oponente está herido para
aplastarle con su cola prensil y le suenan huesos rotos que dejan al Assamita
destrozado por dentro y colgando de la cola de Neb-Nesut como un guiñapo de
trapo.
Kansbar entra en frenesí
rugiendo y la bestia posee su cuerpo, que vuelve a erguirse mientras lucha por
mantenerse con no vida. Neb-Nesut, en clara superioridad, le muerde el brazo
derecho, tira de el fuertemente y con un desgarro que hace crujir huesos y arranca
tendones le amputa de cuajo el miembro. Esta herida es demasiado para el machacado
Assamita y Kansbar muere al instante.
Lo que queda de su
cuerpo cae al suelo sobre un gran charco de sangre y restos bajo Neb-Nesut, que
en forma de Avatar Tifónico se desliza junto a Desdémona, dejando un reguero de
sangre de su oponente a su paso.
Las caras de los Príncipes
de Yehud, que miran con horror el cadáver del más letal de sus compañeros, son
un verdadero poema. El miedo se dibuja en sus semblantes y hace que Neb-Nesut
se regocije en su victoria.
Con esta victoria
Neb-Nesut es ahora el Príncipe de Beth-Zur, lugar de donde era príncipe el
difunto Kansbar.
–¡Exijo que esto termine aquí! –grita Neb-Nesut
cubierto de sangre y señalando a sus acusadores– Con la muerte de un solo Assamita será suficiente. El transgresor fui
yo y he luchado en nombre de mis compañeros. Desdémona no estaba al tanto de
mis acciones.
–¡Silencio! Ahora me toca a mí –dice Desdémona
apartando a Neb-Nesut y dando un gran puñetazo al suelo haciendo saltar pedazos
de piedra por los aires.
La Brujah no desea
clemencia alguna. Desdémona ya ha preparado su alma para morir si fuera
necesario, y un buen combate a muerte le quitará las telarañas acumuladas
durante tantos años en el trono. Neb-Nesut repta y la deja pasar, ahora es el
turno de la Princesa de Jerusalén…
Alamut, Príncipe de Babilonia |
Alamut, Príncipe de
Babilonia y rival de la Brujah, mira a Desdémona y sonríe mientras se cruje el
cuello y mueve sus musculosos brazos llenos de cicatrices de decenas de
batallas. El Assamita se encuentra ya frente a la Brujah y la mira a sus ojos
vacíos, seguramente si no fuera ciega hubieran tenido un duelo de miradas,
donde el primero que apartara la vista, sucumbiría al rival y seria mortalmente
golpeado por su contrincante, empezando con desventaja.
Davar eleva su lanza,
y por segunda vez esta noche, la deja caer golpeando la roca del suelo de
nuevo. Ambos cainitas corren uno contra el otro y chochan como dos verdaderas
fuerzas de la naturaleza.
Alamut atrapa con un
abrazo letal a Desdémona que ha sido más lenta que el Assamita. Comienza a
apretar aplastando a la Brujah y la crujen los huesos de las costillas al
romperse. La Brujah empieza a sangrar por la nariz y las orejas y Alamut sonríe
malévolamente.
La Brujah mal herida
entra en frenesí y muestra sus colmillos mientras intenta zafarse de su
atacante sin éxito.
Neb-Nesut ve peligrar
la no vida de su Princesa, y sin que nadie se percate, intenta influir con
Disciplinas mentales a Alamut, pero no funciona, seguramente los Assamita hayan
preparado hechizos realizados por sus brujos para que no se puedan romper las
normas.
Desdémona consigue
zafarse del abrazo de oso de Alamut, agarrándole ella esta vez y aplastando al
Assamita, rompiéndole la espalda con su desmesurada Potencia. Mientras lo hace,
grita en frenesí enseñando sus mortales colmillos y de un brutal mordisco en el
cuello, le arranca la cabeza de cuajo a Alamut.
El cadáver del Príncipe
Assamita se transforma casi instantáneamente en cenizas, debía ser viejo y el
tiempo recupera lo que es suyo.
Desdémona cubierta de
sangre y cenizas de Alamut, grita alzando sus brazos al aire y la bestia deja
de influir en sus actos.
La Brujah recupera el
control y no recuerda nada de lo que ha ocurrido durante el frenesí, pero ve el
resultado y como todos le miran con miedo y respeto.
La Brujah utiliza su
sangre para curar sus huesos rotos y las heridas mortales que ha sufrido en el
combate a muerte.
Astarté se acerca a
ella y le devuelve la lanza de Artemisa, esa reliquia de acero rojizo que siempre
ha acompañado a la Brujah, desde que partió de Troya hace ya tanto tiempo…
–Hoy no era el día –dice Desdémona a su chiquilla mientras
coge la lanza– no pensarías que tu Sire
iba a morir hoy ¿verdad?
–Saludos al nuevo príncipe de Beth-Zur –dice Desdémona encarándose
hacia Neb-Nesut, que ya ha vuelto a recuperar su forma humana, con esa mascara
de oro tan característica.
Cyro mira a ambos
cainitas mientras estos se regocijan en su aplastante victoria. Junto con todos
los demás cainitas persas y Assamita, Cyro se va del lugar dejando solo a cinco
vástagos: Desdémona, Astarté, Neb-Nesut, Damara y… alguien que debía haberse
ido pero no lo ha hecho, uno de los Príncipes Sátrapas: Navid, el Príncipe
Toreador de Betel, aliado de Astarté.
Navid da la
enhorabuena a ambos cainitas por su victoria y propone a Desdémona una alianza
entre Jerusalén y Betel. La Brujah extiende su mano ensangrentada y se la da al
Toreador que la coge mirando a los vacíos ojos blancos de la Princesa de
Jerusalén. Este Príncipe es el único de la facción persa que da el paso para
acercarse a Jerusalén. Puede ser una táctica para salvar su no vida, pero eso a
Desdémona le trae sin cuidado, mientras no la traicione.
El nacimiento del
Eterno
Esa misma noche,
Abraham, en proyección astral, se presenta ante Neb-Nesut y Desdémona y con su
incorpórea imagen, traslucida y con un fulgor ligeramente azulado, les dice que
la madre del Eterno está a punto de dar a luz en Pela, la capital de
Macedonia.
–Será el momento de que tú, Desdémona, Neb-Nesut –dice Abraham con voz
cavernosa– y los elegidos por vosotros de
vuestra máxima confianza, para la protección del Eterno, partáis hacia Pela
para contemplar el nacimiento de aquel que cambiará el curso de la historia.
Desdémona y Neb-Nesut
regresan a Jerusalén para preparar el viaje al corazón de Grecia, como ya se ha
visto en la historia, el mayor rival del Imperio Persa.
Este será el comienzo
de algo GRANDE…