Capítulo 17: Retorno a Jerusalén, Una nueva vida (539 a.C)

Retorno a Jerusalén


Capítulo I: Una nueva vida


Babilonia
El Comienzo
Un selecto grupo de humanos corrientes, con vidas dispares están a punto de unir sus caminos fruto del azar para forjar un único destino: liberar al pueblo judío.



Lazarus, el Soldado
Lazarus, el soldado
Todo el pueblo judío de Babilonia había oído historias de Lazarus, el esclavo judío que había conseguido ser soldado Babilonio y luchar en las guerras como un verdadero héroe. Esto Lazarus lo veía como algo normal, ya que había nacido para ser un héroe y ser adorado y venerado por todos.

Gandas era el nombre de un soldado Babilonio que decían que podía ser el relevo de Lazarus en el pódium de la gloria. En la taberna “el Templo Hebreo” todos hablaban de Gandas el nuevo héroe, cuestionaban que fuera más fuerte y hábil con la espada que Lazarus, y decían que el soldado judío temía al soldado Babilonio. Lazarus no pudo aguantar más y de un puñetazo en la mesa pregunto dónde podía encontrar a el cobarde de Gandas, le indicaron que en una taberna babilonia a la que no debía ir ya que era frecuentada por soldados babilonios y no permitían la entrada a judíos.

Lazarus se encaminó a la taberna prohibida y tras entrar de un portazo y llamar la atención de todos los asistentes preguntó por Gandas, que se levantó y se burló del judío diciendo que en la taberna no permitían la entrada  a perros, gracia que todos rieron. Lazarus le lanzó una mirada de odio y le retó a quitarse los galones y a luchar para demostrar quién era mejor.

Salieron a la plaza principal rodeados de un gentío que comenzaba a corear ambos nombres, Gandas vitoreado por los babilonios y Lazarus por los judíos, el combate prometía ser interesante. Los letrados presentes aconsejaron que fuera sin armas para no dejar al ejercito sin un valioso hombre, pero ante la incredulidad de Lazarus, éste retó al soldado babilonio a un combate con armas y a muerte.

Gandas por supuesto accedió y fue armado con un hacha de dos manos que debido a su gran tamaño parecía más bien un hacha de mano. Lazarus blandió su espada deseosa de sangre y el enfrentamiento dio comienzo arropado por los gritos de apoyo a uno y otro contrincante.

El duelo fue épico y Lazarus comenzó herido en la primera tanda de golpes. Le bastó con la segunda tanda en la que como una coreografía mortal hirió en ambos brazos desarmando a Gandas cortando su pecho y decapitándolo,  terminando victorioso el combate a muerte.

Lazarus salpicado por la sangre de su rival, enseño a la multitud la cabeza de Gandas y preguntó a voz en grito: -“¿Alguien más osa luchar?”- A lo que el silencio dio una contundente respuesta, seguida de una magna guación de los judíos presentes que venían en Lazarus su esperanza para ser liberados algún día por Yahveh.


Amara, La Cantinera
Amara, la cantinera
Pensando en lo pequeña que se sentía atendiendo y limpiando en la cantina de sus tíos, la Taberna de “el Templo Hebreo”. Amara pasaba los días esperando que su momento llegara y el destino llamara a su puerta, pero día tras día seguía sin cambiar nada.

Una noche poco antes de cerrar, un judío fugitivo entro muy asustado a su cantina pidiendo ayuda por el amor de Yahveh, Amara lo escondió en las cuadras y le dijo que no llamara la atención. Un cliente contable que solía ir a terminar sus trabajos con una jarra de vino alertó a Amara del peligro que conllevaba esa situación y que si la pillaban iban a pagar ella y sus padres adoptivos, tíos de Amara.

Dos guardias babilonios con malas pulgas llegaron buscando al fugitivo y Amara los engatusó regando sus gaznates con vino gratuito, del que dieron buena cuenta. A sus rondas de vino se sumó un tonel del mejor vino de regalo para los guardias, y este fue el momento en el que uno de ellos empezó a sospechar. Registraron la posada, las habitaciones, la taberna y las despensas dejándose la cuadra. Y cuando se iban a ir con su tonel de vino, el fugitivo huyo de pánico y cayó a los pies de los guardias que lo apresaron pidiendo explicaciones a la cantinera, Amara no pudo con su prepotencia e impertinencia y los amedrentó verbalmente por la injusticia que estaban cometiendo tratándolos como animales. Uno de los guardias se cansó de escuchar a una mujer judía que gritaba demasiado y la calló de un puñetazo. Amara se levantó sangrando y le reventó una jarra en la cabeza. Los soldados la inmovilizaron y se la llevaron junto al tonel de vino y el incauto fugitivo  ante la atónita mirada de los asistentes.

Amara fue encarcelada y tras unas noches en las mazmorras fue condenada a recibir diez latigazos en la plaza principal del barrio judío. Humillada ante todo su pueblo regresó herida a la cantina de sus tíos y estos le reprendieron por su insensatez, debía aceptar su lugar y no poner en peligro sus vidas y todo lo que habían conseguido con el sudor de su frente. Tenia suerte de seguir con vida.

La mujer herida y castigada por sus padrastros lloraba impotente mientras curaba sus heridas de las que para siempre quedarán unas cicatrices que le recordarán cuál es su sitio en la tierra como judía, certeza que no iba a aceptar mientras estuviera viva.


Meir, el Sacerdote
Meir, el sacerdote
Ha elegido un camino difícil ya que la religión del Dios Yahveh está prohibida en Babilonia y todo el pueblo judío la sigue en secreto. Confiando en los sacerdotes elegidos como Pastores que ejercen sus ritos y ceremonias con el fin de que las almas de los elegidos descansen por fin en el paraíso.

Meir recibe una visita de una familia en duelo que acaba de perder al padre de familia, el encuentro comienza en una concurrida taberna del barrio judío llamada el “Templo Hebreo” paradójico ya que los hebreos tienen prohibido tener templos en Babilonia. La anciana mujer acompañada por su primogénito suplican a Meir que por favor oficie el funeral a pesar de que el difunto había sido excomulgado en vida, según la familia por asuntos de dinero de lo que el difunto no tenía culpa. El problema es mayúsculo ya que Meir debe elegir entre la ética y la religión, no puede dar descanso a un alma que ya no es judía y al mismo tiempo la familia sufre por su cabeza de familia. Difícil solución.

Para complicarlo todo Meir había recibido la alerta de un hermano sacerdote sobre estos turbios asuntos y ambos estaban de acuerdo en que no se pude dar descanso al alma de un excomulgado, si algún sacerdote lo hiciera sufriría el peor de los tormentos, y esto no parecía ser una frase hecha.

Meir pide a la familia que lleven el cuerpo al cementerio de un conocido  e influyente sepulturero de confianza llamado Benshajar. Cuando la familia lo hace Meir les dice que no puede oficiar el rito de despedida pero que alberguen cierta esperanza de que su familiar pueda encontrar el camino al Paraíso en el más allá si verdaderamente lo merece.

En secreto Meir intenta hablar con el difunto sin conseguirlo, en ocasiones escucha voces de los que han cruzado al más allá. Y cuando cree que nadie le ve da la extrema unción al difunto para que vaya al Paraíso como un judío más, saltándose las leyes de Yahveh. Su parte moral ha pesado más que la religiosa. Esto es visto por Benshajar el sepulturero que advierte a Meir del peligro de lo que acaba de hacer, pero le asegura que su secreto está a salvo con él.


Oded, El Torturador
Oded, el torturador
Todo está listo, las herramientas de tortura, las brasas encendidas, el lienzo, los pinceles ordenados y lo más importante el condenado para poder torturarlo y después captar su tormento en un lienzo pintado con su propia sangre.

Cuando Oded elige cuidadosamente como empezar la sesión e infringe la primera quemadura en la castigada piel del afónico preso alguien osa interrumpirle. Oded molesto escucha al soldado que le dice que este hombre ha sido liberado y que mañana vendrá por él, y lo quiere sin un rasguño. El Torturador muy callado acepta la orden del soldado y empieza a recoger su material y cuando el soldado abandona el calabozo, Oded cierra la puerta de la celda con llave desde dentro. Se acerca a su víctima y con un tono condescendiente pasando un dedo suavemente por su pecho le dice: “no creas que vas a tener tanta suerte...”.

No solo Oded pasa la noche torturando al preso esmerándose en que no muera ni se vea al daño físico en su cuerpo, si no que como castigo excepcional, cuando la víctima está desvanecida de dolor, Oded secciona las cuerdas vocales del pobre hombre para que nunca jamás pueda hablar. Una vez terminada la sesión de tortura, Oded pinta en un lienzo con la sangre del torturado un cuadro con la escena, que no acaba de convencerle del todo el mediocre resultado, aunque su verdadera obra de arte es la que ha hecho en el hombre y no en el lienzo.


Nahum, El Nómada
Nahum, el nómada
Ya casi había olvidado sus tiempos de nómada, cuando su única preocupación era comerciar en los bazares, conducir su caravana por el desierto y acampar al aire libre sin ataduras de ningún tipo.

Ahora era un esclavo de un adinerado babilonio y mano de obra gratis para construir un templo de un Dios pagano en el que ni siquiera creía. Sus compañeros esclavos ejercían también duras labores en la obra y todos los días sobrevivía deslomado por apenas un mendrugo de pan duro.

En una ocasión un niño babilonio se compadeció de él al verle descansar al pie de la construcción y le dio un trozo de pan fresco del día, mientras sus padres lo apartaban del esclavo judío. Esa noche Nahum llenó su estómago gracias a la caridad de un hijo de sus enemigos y le dio que pensar.

Unos días después el destino quiso que ese mismo niño estuviera a punto de ser asesinado por sus compañeros esclavos que lo acorralaban en un callejón mientras se burlaban del pequeño e indefenso "invasor". Nahum defendió al niño que se agarró a él repitiendo desesperado una y otra vez una de las pocas palabras que sabía en hebreo “Amigo”. Entre los sollozos del infante Nahum se enfrentó al cabecilla que solo tenía un único objetivo: matar al niño en venganza de sus opresores amos babilonios. Nahum no lo permitió y a pesar de no ser un luchador se encaró al gran esclavo que violentamente le golpeó y lo tumbó de un puñetazo en la nariz. Sangrando Nahum volvió a plantarle cara y ambos esclavos discutían de si la culpa era o no de un indefenso niño o de si su venganza debería orientarse hacia un indefenso inocente. Nahum golpeó con una piedra a su oponente y pelearon volviendo a quedar el nómada en el suelo herido y al ver que de esta forma no podía conseguir nada alerto a gritos a los guardias mientras el gran esclavo ahogaba al pequeño con una sola mano. Cuando la guarda llegó el joven había muerto asfixiado y se llevaron al asesino condenándolo a muerte y clavando su cabeza en una pica en la entrada de la obra como mensaje de que era lo que jamás se debía hacer.

Nahum había obrado en conciencia con su religión, Yahveh no quiere que inocentes paguen por los errores de sus padres, otro tema diferente es qué desea Yahveh para los invasores y esclavistas babilonios como los que mataron a su familia en el desierto.


Benshajar, El Sepulturero
Benshajar, el sepulturero
Benshajar también tiene un papel difícil en la comunidad judía ya que se encarga de algo tan importante como dar descanso a los difuntos en una religión prohibida en Babilonia. Al mismo tiempo tiene cierta influencia entre los sacerdotes de Yahveh ya que Benshajar se expone a un peligro mortal cada vez que realiza su trabajo sin pedir nada a cambio.

Una noche sin luna Benshajar recibe una inesperada visita en el campo santo. Una mujer con una criatura recién nacida en brazos pide ayuda al sepulturero. Asegura que el niño es suyo alegando que su pelo y su tez son claros y pide que Benshajar se case con ella y acepte el hijo como suyo. El sepulturero petrificado por la situación no da crédito a lo que está sucediendo, el jamás ha yacido con una mujer y sus deseos carnales nunca han sido liberados.

La mujer insiste y dejando al niño comienza a desnudarse provocando a Benshajar, esté coge al niño y llama a la guardia Babilonia que se los llevan del lugar mientras la mujer grita desesperada. El sepulturero regresa a su trabajo sin entender por qué Yahveh le ha enviado semejante prueba.

Contexto histórico: 
La Bella Babilonia
Babilonia fue una antigua ciudad de la Baja Mesopotamia. Ganó su independencia después del período del renacimiento sumerio, aunque hay menciones a su existencia desde tan temprano como Sargón de Akkad.

Después de mucho tiempo presenciando las luchas entre los estados regionales de Isín, Larsa y Ešnunna, Babilonia fue convirtiéndose poco a poco en una potencia regional, primero sustituyendo el papel que habían tenido Akkad o Kiš para muy posteriormente convertirse en capital de un vasto imperio bajo el mandato de Hammurabi (siglo XVIII a. C.). Desde entonces se convirtió en un gran centro político, religioso y cultural. 

Nabucodonosor II

Fue bajo el gobierno del rey Nabucodonosor II (605–562 a. C.) cuando Babilonia llegó a ser una de las ciudades más espléndidas del mundo antiguo.

Nabucodonosor ordenó la completa reconstrucción de las tierras imperiales, incluyendo la reconstrucción de los Jardines colgantes de Babilonia (una de las siete maravillas del mundo), de los cuales se dice haber sido construidos para su nostálgica esposa Amytis. 


Reyes de Babilonia
Reyes de Babilonia
Evilmerodac, hijo de Nabucodonosor II, sucedió a este en el trono tras su muerte, siendo depuesto a los dos años por su cuñado, yerno de Nabucodonosor,  Neriglisar, como resultado de una conspiración palaciega.

En el primer año de su reinado, en el mes duodécimo, a los veinticinco días del mes, Evilmerodac, sacó de la cárcel al rey de Judá, Joaquín; quien sufrió por treinta y siete años la cautividad impuesta, por el rey Nabucodonosor.​ Evilmerodac, hizo sentar a su mesa al rey Joaquín, todos los días de su vida, hasta su muerte.

Neriglisar, General y rico hacendado, poseía importantes dominios en Babilonia y en Opis. Durante cierto tiempo fue comisario real de la contabilidad del templo de Sippar. Participó como militar en el asedio a Jerusalén de 587 a. C.. Yerno de Nabucodonosor II, sucedió al hijo de éste, Evilmerodac, como resultado de una conspiración palaciega, cuando ya era de edad madura.

La Bella Babilonia

Dedicó la mayor parte de su reinado a trabajos pacíficos, como la restauración de templos, palacios, muelles y canales. Participó en una campaña, en Cilicia, pacificando el país hasta la frontera con Lidia.

Murió cuatro años después, siendo sucedido por su hijo, nieto de Nabucodonosor, Labashi-Marduk.

Labashi-Marduk, nieto materno de Nabucodonosor II, llegó al trono tras la muerte de su padre Neriglisar, siendo derrocado a los tres meses y asesinado.​

Su muerte marca el fin de la dinastía de Nabopolasar, ya que tras ella fue colocado en el trono Nabu-naid, más conocido como Nabónido.


La expansión persa
Ciro II, de ascendencia meda,  nieto del rey medo Astiages, encabezó una revuelta contra su abuelo, se alió con Babilonia y tras vencer a su enemigo.

En el 559 a. C. asume el trono de Persia Ciro II, de la dinastía Aqueménida. Hasta ese momento los persas eran nominalmente súbditos de los medos. Con Ciro esto cambió, puesto que independizó al país y lanzó a continuación una guerra de conquista contra sus antiguos amos. A pesar de haberlos derrotado, Ciro les permitió seguir ocupando cargos y mantener cierta autonomía.

A continuación se dedicó a conquistar las zonas del Asia Central y la frontera con la India, donde se fundaron ciudades y se construyeron fortificaciones para proteger el Imperio frente a los ataques de los nómadas del Asia Central.

Las fuerzas persas pasaron a la ofensiva en Asia Menor y subyugaron el reino de Lidia, cuyo rey era el famoso Creso. Esta zona junto con Jonia estaba poblada por griegos o tenía influencia griega, lo que hizo que la población fuera levantisca.

Ciro obtuvo el control de las provincias de Asiria, Mesopotamia, Siria, Armenia, y Capadocia. También invadió la parte occidental de la India, sometiendo a las tribus nómadas.

Hay inquietud entre el pueblo judío ante la expansión Persa cada vez más cercana a Babilonia.

Imperio de Ciro II, El Grande


La chispa de la resistencia
Todo comienza con un par de  informaciones valiosas conseguidas de conversaciones del pueblo israelita por el barrio judío que llegan a oídos de Meir el sacerdote.

- El Rey Nabónido de Babilonia está en el oasis Árabe de Tema, regresa por la amenaza de Ciro el Persa.

- Los sacerdotes de Marduk se enemistan con el Rey Nabónido por sus reformas religiosas que les prohíben honrar a su Dios.

Sabiendo Meir que esta información es sensible y significa sin duda que algo grande se está moviendo, contacta con Benshajar, el sepulturero, por si pudiera ayudarle a gestionar este envenenado “tesoro”.

En otro lugar a Oded, el torturador, le encargan la tortura de un persa para sacarle información que pueda ayudar al Rey Nabónido de Babilonia.

Ejecutando una metódica tortura Oded le saca información muy valiosa, seguramente la más valiosa con la que jamás se ha encontrado en un calabozo y decide guardársela para él y no ofrecerla al Babilonio. Cuando le preguntan, éste les miente y se encarga de que el torturado no pueda hablar cercenandole las cuerdas vocales. Poco después es condenado a muerte por ser un enemigo del Imperio Babilonio.

Esta es la información que consigue Oded de la tortura del persa:

- Los sacerdotes de Marduk negocian en secreto con Ciro II.

- Los judíos ayudarán a Ciro en su invasión a  Babilonia a cambio de su libertad.

- Los Persas se han entretenido más de lo debido en su avance hacia Babilonia, llevan meses sin avanzar a la altura del río Diyala

Oded para deshacerse del cuerpo del persa recurre a quien tantas veces le ha ayudado en estas situaciones, Benshajar el sepulturero, que le ayuda sin dudarlo. Oded pide a Benshajar un encuentro secreto con un sacerdote de confianza para darle una información vital que pude desequilibrar la futura guerra de Persia contra Babilonia a favor de los Persas y lo más importante, ganando los judíos en todo esto.

Benshajar decide avisar a Meir, el sacerdote, y eligen tener el encuentro en un lugar especialmente seguro. Meir recurre a la taberna del "Templo Hebreo” y habla con Amara que accede a dejarles un sitio secreto y seguro a cambio de formar parte de la resistencia.

Entre tanto Lazarus es ordenado, una vez más, a hacer un trabajo que está por debajo de su estatus de soldado, sólo por ser judío. Debe escoltar a un esclavo a comprar un tonel del mejor vino a la taberna del "Templo Hebreo”, y así lo hace.

El esclavo es Nahum, el nómada, que atónito reconoce a Lazarus el héroe de Israel, y ni corto ni perezoso le pide que lo libere. Lazarus dice que no tiene dinero y que hará lo que pueda para interceder en su liberación si está en su mano, pero que ahora no es el momento.

Una vez Lazarus y Nahum llegan a la taberna, en ella Amara casi desfallece al ver al imponente e impresionante Lazarus, le deja pasar anonadada aunque la taberna esté cerrada. Una vez dentro se encuentran con Meir que piensa que Lazarus es la persona que tiene la información y con la que va a entrevistarse y se presenta ante él contento de que esté en esto. Lazarus no entiende muy bien a qué viene tal cortesía pero acepta la confusión y acaba en la reunión por puro azar.

Por fin llegan a la reunión secreta, Benshajar, el sepulturero y Oded, el torturador. Ya están todos y son conducidos por Amara anonadada con la hermosura de Lazarus.

En una despensa, el grupo de seis conspiradores se encuentran alrededor de una vela. En poco espacio y donde apenas se distinguen en la oscuridad, empiezan a intercambiar la valiosa información, cuando disponen de todo se dan cuenta que tienen algo muy valioso entre manos y que si llega a los cauces adecuados podría ser decisivo para que los Persas ganasen Babilonia, a sus opresores amos; o también podría suponer su muerte si llegase a malas manos.

Deciden que los que tienen influencia en ámbitos religiosos puedan mover hilos para que esta información llegue al sumo sacerdote y por él al líder israelita al que llaman “Príncipe de Judá”, ellos sabrán cómo darle utilidad.

También deciden regresar a este lugar cuando tengan más información y ante la imposibilidad del esclavo Nahum de regresar deciden liberarlo con una argucia. Benshajar conoce un veneno que puede hacer pasar por muerto a Nahum, es el veneno de un sapo dorado y se encamina a un bazar donde poder encontrar un herbolario que se lo venda. Lo consigue y tras darle a Nahum la dosis adecuada este “muere” para su antiguo amo. El cuerpo de Nahum es llevado a Benshajar para que lo dé sepultura y este se queda esperando que despierte para ayudarlo, ya que lo hará muy debilitado y hambriento. Así sucede y Nahum es libre al fin y dado por muerto por su amo que no lo echa de menos.


Natán, sacerdote judío
El trato con los persas
Un sacerdote más experimentado que Meir, se encuentra con los personajes en la segunda reunión secreta en la ya habilitada despensa del "Templo Hebreo”. Allí mismo los personajes son reclutados por haber sido ellos quienes han conseguido la información. Natán no se fía de que otro haga este trabajo y pueda traicionarlos. Son los únicos en los que el Sumo Sacerdote Josué y Zorobabel el Príncipe de Judá confían. Serán los encargados de acompañar a Natán y ayudar a negociar con el Rey Persa Ciro II el Grande.

La propuesta para el Rey Persa es la siguiente: Les ayudarán desde dentro, si cuando conquisten Babilonia liberan al pueblo de Israel. 

Natán y su séquito personal junto con los personajes se encaminan al río Diyala donde se encuentra el ejército Persa. El sacerdote dispone de un salvoconducto que puede llevarle ante el propio Rey Ciro II el Grande.

Preparan en secreto el viaje y parten en la oscuridad de la noche montados en caballos junto a Natán y sus cuatro escoltas.

Por el camino sufren un fatídico accidente y en lo alto de un desfiladero se topan de bruces con una tormenta desértica que despeña al sacerdote Natán y  todo su séquito, matándolos a todos en el acto.

Una vez pasa la tormenta los personajes, aún con vida, bajan a recoger el salvoconducto de Natán para llevarlo ante el Rey Persa. Los personajes son responsables ahora de la negociación con Ciro y de la posible libertad del Pueblo de Israel.

Ya en lo profundo de la garganta, entre los cadáveres de sus compañeros consiguen el salvoconducto de Natán para llegar hasta el Rey persa y una cartera de cuero con valiosa información estratégica sobre las debilidades del Rey Nabónido. También encuentran entre los ropajes de los escoltas un mapa con la ruta hacia el río Diyala, lugar donde se encuentran los persas.

Dan sepultura a los muertos, Meir oficia sus entierros para que sus almas descansen y se dirigen hacia el río Diyala, al encuentro del Rey Ciro el Grande, y mientras se preguntan:  ¿Por qué los persas no avanzan en su conquista hacia Babilonia?


Estandarte de Ciro
(en el Museo Nacional de Irán)


Un río condenado a muerte
Cuando llegan al río Diyala, se encuentran a todo un ejército de miles de hombres realizando tareas de excavación por todo el cauce del río. No parecía un río, si no decenas de  canales que desangraban al mismo.

Escoltados por un grupo de diez imponentes Inmortales, la guardia de élite Real, llegan ante Gobrias, gobernador Persa de Gutium. Este se entrevista con ellos y se lo pone realmente difícil en su conversación, llevándolos al límite.

Ejercito Persa
Tras el tenso parlamento, en el que los Inmortales han estado a punto de cortar la cabeza a todo aquel que se saliera un poco de la estricta etiqueta, su copero sirve unas copas de vino a todos y les cuenta porque están aquí en un tono épico.

“Mi Señor Ciro II, el Grande, Rey del Imperio Persa, nos dirigió a su ejército hacia su próxima conquista, Babilonia. 

Para ello teníamos que atravesar el río Diyala y por no disponer de embarcaciones para cruzarlo decidimos hacerlo montados en nuestros caballos sagrados, pero las turbulencias del el río se llevaron a unos cuantos de estos valiosos corceles, entre ellos uno blanco especialmente valioso para nuestro Rey, los caballos perecieron ahogados en el río Diyala.

Gobrias, gobernador Persa de Gutium
Entonces, Mi Señor Ciro enfureció y decidió condenar el río a muerte, por lo que juró por lo que más quería, que lo secaría hasta dejarlo en menos que un charco. Dijo literalmente: “que hasta las mujeres podrían atravesarlo sin que sus aguas les cubriera nada más que sus pies”.

Ciro se ha obsesionado con este cometido y ha dejado a un lado la guerra contra Babilonia y está haciendo todo lo que está en su mano para asesinar al río. 

Dividió  a su ejército en dos grupos: al primero lo ubicó en la orilla del río, con la orden de cavar sin parar. Cavaron 360 canales durante 3 meses solo para desangrar el afluente, que quedó convertido en una red de diminutos arroyos.

Ahora que todo ha acabado mi Rey Ciro junto con nosotros sus hombres, marcharemos victoriosos sobre lo que fue el río “muerto”.

Ni las fuerzas de la naturaleza pueden con los Persas de Ciro el Grande.”

Gobias termina la copa de vino de un trago.

Los Inmortales desarman bruscamente a los israelitas y los escoltan para que se entrevisten con Ciro, en su imponente tienda Real.

Lazarus se encuentra ensimismado al ver las actuaciones y las imponentes presencias de los Inmortales Persas, siente admiración y le gustaría luchar contra uno de ellos y morir si fuera necesario.

Los Inmortales, Guardia Real de élite

El origen de los persas
Ciro II, rodeado de comodidades y sobre las más ricas alfombras persas, les habla en un todo altivo:

“Nuestro origen surgió de un grupo de tribus nómadas hace más de mil años. Nuestra tierra había sido azotada por las guerras. Por el agresor y militarista Imperio de Asiria. Los asirios constantemente lanzaban campañas contra los pueblos que los rodeaban, saqueando, efectuando matanzas y deportando a las poblaciones. Esto provocó un gran deterioro humano y económico en toda la zona, incluso en Asiria, que llegó a despoblarse debido a las graves bajas sufridas en las guerras. Finalmente Asiria comenzó a debilitarse, sus enemigos se unieron en una gran coalición, la derrotamos y poco después los asirios habían sido totalmente sometidos. 


Ciro II, el Grande

La nueva situación mostró cuatro nuevos ejes de poder: Los medos, los neo babilonios, los egipcios y diferentes estados con influencias griegas. Estos estados englobaban variadas poblaciones, no todas sumisas al nuevo orden. Siguió habiendo guerras, pero no tan cruentas como las campañas asirias. El mayor problema era que estaban desorganizados.

Muchos de esos gobiernos eran intolerantes y cobraban impuestos excesivos. Los persas somos un núcleo de pueblos con identidad propia que habitábamos sometidos al gobierno de los medos, pero con un cierto grado de autogobierno.

Actualmente somos un pueblo invasor que comienza a fusionarse con los pueblos que está conquistando. Somos el mayor imperio que la historia ha conocido ... y el mundo será nuestro.”

Escucha a los personajes y acepta las condiciones de estos y su valiosa información estratégica sobre las debilidades de Nabónido. Además accede a cederles regresar a Jerusalén tras su libertad, punto que no estaba en la negociación inicial pero que los personajes con gran habilidad han conseguido convenciendo al Rey persa.

Los personajes regresan a Babilonia a esperar el ataque Persa.

(El río Diyalacon el tiempo volvió a sus antiguas proporciones después de que los canales desaparecieran bajo la arena hasta llamarse el rio Gyndes.)


La conquista de Babilonia
El Rey de Babilonia era Nabónido, había pasado una gran parte de su reinado en el oasis árabe de Tema, pero había regresado a Babilonia probablemente a raíz de la amenaza de Ciro. Las campañas contra Babilonia comenzaron y Nabónido se enemistó con los sacerdotes  del dios Marduk, Dios Babilónico soberano de los hombres y países.

De origen asirio el Rey Nabónido hacia que no perteneciera, a la dinastía anterior, y que ascendió al trono tras derrocar al joven rey Labashi-Marduk, nieto materno de Nabuconodosor II. Legitimó su apropiación del trono mediante su casamiento con Nitocris, una hija de Nabucodonosor II y viuda de Neriglisar.

El Rey Persa Ciro II, se proclamó victorioso sobre los babilonios en la batalla de Opis. Sippar, ciudad babilonia, se rindió y Gobrias, gobernador persa de Gutium, entró sin batalla​ en Babilonia. Ciro llegó varios días más tarde.

Para la conquista de Babilonia, Ciro tuvo el sustancial apoyo del sacerdocio babilonio, Los Sacerdotes de Marduk, que estaban enfrentados con Nabónido a causa de sus reformas religiosas y ayudaron a Ciro II a conquistar Babilonia a cambio de que sus privilegios les fueran devueltos.

Así mismo los israelitas ayudaron Ciro II a cambio de su libertad. La llegada de Ciro es celebrada por la comunidad judía de Babilonia.

La región de Siria-Judea, que formaba parte del Imperio neo babilónico, fue subyugada pacíficamente. Ciro permitió el regreso a Jerusalén de las comunidades judías deportadas en Babilonia (Esdras).


La liberación de Babilonia
Tras un periodo sin guerras los persas atacaron Babilonia apoderándose además de toda la Mesopotamia, Siria y Palestina. Los persas liberaron a los israelitas de su cautiverio en Babilonia y en muchas zonas fueron recibidos como libertadores.

Babilonia de Nabónido

Año 539 a.C., por medio de una serie de brillantes maniobras políticas y victorias militares decisivas, Ciro II, el rey de Persia penetró en Babilonia.

Tras la conquista de Babilonia, Nabónido antiguo Rey, fue nombrado gobernador de la ciudad de Carmania, al sur de Babilonia.

Rey Nabónido de Babilonia
Los dioses que Nabónido introdujo en Babilonia fueron devueltos a sus lugares de origen y Ciro II  restauró el culto a Marduk, con lo que se convirtió, después de la herejía de Nabonid, en el “soberano del mundo” aceptado por todos. 

Los babilonios le reverenciaron, una vez superados los desastres padecidos atribuidos al hereje Nabónido.

Cabe recordar que el pueblo de Israel había sido bien tratado en manos de los Babilonios, ya que eran bienes preciados por ser profesionales cultivados de todos los gremios artesanos, ejercito, políticos, nobles y demás población útil y productiva para sus antiguos conquistadores. A pesar de esto no se podía olvidar que destruyeron Jerusalén y cautivaron a la mayoría del pueblo israelita en Babilonia.

La Caída de Babilonia

Aun así hay familias que lloran a los babilonios, ahora conquistados, sienten incertidumbre hacia los persas y sus intenciones tras el ataque a Babilonia donde han asesinado y destruido toda fuente de poder del anterior imperio babilonio.

El Rey Ciro, decretó que el Templo de Jerusalén debía ser reconstruido y su gloria restaurada, para ello este proporciona fondos y permiso al culto de Yahveh para regresar a Jerusalén. Como resultado tal y como había acordado con ellos, dio la libertad al pueblo judío y 42.360 ciudadanos, 7.337 esclavos, 200 oficiantes del templo. 736 caballos, 245 mulas, 435 camellos y 6.270 burros abandonaron Babilonia para regresar a Jerusalén. Muy poco a poco, la gente se las apañó para volver a la zona.


Cilindro de Ciro (en el Museo Británico)
Cilindro de Ciro
Los personajes son llamados, entre esta multitud israelí, para regresar a Jerusalén, la tierra prometida otorgada por Yahveh, ellos eran el pueblo elegido. Lo celebran junto a los suyos igual que todos los elegidos para repoblar Jerusalén, la capital de la ahora llamada Judea, antes Judá.

Ciro regala una pieza de arte a Zorobabel, líder israelita como muestra de buena fe y de que va a cumplir con la palabra dada. Los personajes son los encargados de entregársela, como presente del Rey persa, por ser ellos quienes llevaron el mensaje original de pacto antes de la conquista de Babilonia.

Meir con su conocimiento de caldeo lo traduce y comparte la información con sus compañeros: Elaborado con arcilla escrita en cuneiforme con la Crónica de Ciro II de Persia, declara los derechos humanos de los hombres aunque es un "panfleto" propagandístico del rey persa, que justifica su conquista porque el rey de Babilonia, Nabónido, había olvidado el culto de Marduk y le dio el reino al persa, que era bueno con el dios de Babilonia. (Es la primera declaración de derechos humanos de la historia)

Los personajes preguntan y descubren que pueden encontrar a Zorobabel en la torre de  Babel, en lo alto del Zigurat.

Los personajes se preguntan ¿quién es Zorobabel?. Por lo que saben es un gran líder hebreo al que llama "Príncipe de Judá". Descendiente del rey David. (Antepasado de Jesucristo).


La torre de Babel
La Torre de Babel
Este imponente edificio en cuya cúspide estaba la Esagila, Templo dedicado a Marduk, originalmente tenía siete pisos y más de 90 metros de altura.

Zorobabel se encuentra en este templo agradeciéndoles a los sacerdotes de Marduk su ayuda para la conquista de Babilonia por los Persas. La audiencia ha concluido para cuando llegan los personajes.

La vista desde este lugar es extraordinaria, toda la ciudad se divisa desde lo alto, las nubes bajas, los vientos en el rosto, el frío de la noche. Todo parece tan pequeño y tan inmenso a la vez, los personajes se sienten indefensos ante tan magna construcción humana.

Zorobabel se presenta al igual que los personajes y comienza a hablar de La Torre de Babel:  

“Es una significativa edificación construida por los hombres en tiempos inmemoriales, asociado con el histórico zigurat Etemenanki de la antigua ciudad de Babilonia.

La leyenda de la torre reposa sobre una realidad, pues existía en efecto en Babilonia una construcción de varios pisos y de origen desconocido, que fue ya restaurada en tiempos de Nabopolasar, hace 86 años, y este fue el  fundador de la dinastía caldea.

Incluso esta construcción se llamaba Etemenanki, que puede ser interpretado como «la mansión de lo alto entre el cielo y la tierra».

Circulan de boca en boca entre los israelitas historias sagradas que afirman sobre la construcción de la torre, que los hombres pretendían alcanzar el Cielo. Una inscripción del tiempo de Nabopolasar señala:

Y Zorobabel les enseña y traduce la inscripción en caldeo.

"Marduk (el gran dios de Babilonia) me ha ordenado colocar sólidamente las bases de la Etemenanki hasta alcanzar el mundo subterráneo y hacer de este modo que su cúspide llegue hasta el cielo".

En otra inscripción que también les enseña, de los tiempos de Nabucodonosor II, se precisa que la decoración de la cúspide estaba hecha de:

"ladrillos de esmalte azul brillante, es decir, adornada del color del cielo, perfectamente adaptada para dar la impresión de que el edificio se perdía en el azul infinito.”

Zorobabel está melancólico y pletórico al mismo tiempo, e invita a los personajes a admirar la magna obra del Señor, aquí en lo alto de la torre de Babel.


Zorobabel, Gobernador de Jerusalén
Zorobabel
Zorobabel continúa charlando con los personajes:

“Mi nombre significa "semilla de Babilonia" soy el nieto de Joaquín, ante-último Rey de Judá. Tengo sangre real en mis venas, soy el líder del pueblo de Israel, exiliado y que al fin retornaremos de Babilonia. 

Probablemente soy hijo de Pedaya, aunque legalmente se me considera hijo de Salathiel, así figuro ya en los textos “hijo de Salathiel" descendiente de David.

Mi nombre oficial, o babilonio , era Sesbazar, y aquí morirá ese nombre cuando parta hacia mi verdadera patria.

El Rey babilónico  Nabucodonosor II exilió a Jeconías de Babilonia y mató al último rey de Judá, tío de Jeconías, el Rey Sedecías. Potencialmente, Salathiel, mi padre, se hubiera convertido en el heredero legítimo al trono, si la monarquía de David hubiese sido restablecida.

Regresamos a Jerusalén y Judá después del cautiverio babilónico, hace 58 años. 

Seré el primer gobernador del repatriado pueblo de Israel. He sido nombrado gobernador por el Rey Ciro, y me ha devuelto reliquias sagradas que Nabucodonosor, su predecesor, había tomado del templo antes de destruirlo. Los vasos sagrados de oro y plata pertenecientes al Rey David y también he recuperado la Torá y los libros de los Profetas, sagradas escrituras que nos pertenecen como pueblo de Israel."

Pide opinión a los personajes, y agradece su importantisima labor en el pacto con Ciro al igual que el traer el cilindro, presente del Rey Persa.

Pide por favor que se lo lleven al sumo sacerdote Jeshua. Y así lo conocen y tendrá el placer de agradeceros vuestra importante labor. El sumo sacerdote se encuentra en los jardines colgantes.


Los jardines colgantes
Los jardines colgantes
Se encuentran con Jeshua en los jardines colgantes de Babilonia. Una belleza arquitectónica tal que es una de las maravillas del mundo descubierto. 

A la luz de la luna llena las cascadas de agua y los olores de las hierbas aromáticas hacen  del lugar un encuentro muy especial.

-“Buenas noches, soy Jeshua, podéis llamarme Josué.”

Recoge el cilindro que los personajes le dan sin mucho interés y pregunta a los personajes: -“¿sabéis leerlo?”- Al responderle Meir afirmativamente Josué asiente sonriente.

“Es un placer conoceros y agradeceros vuestra dura labor, como sabéis tengo el título de sumo sacerdote, "hijo de Jozadak", perteneciente a la dinastía de sumos sacerdotes, descendiente de Aarón.”

Mira al cielo infinito mientas respira el aroma de los jardines.


Jeshua, Sumo Sacerdote

“Solo un descendiente de David, y otro de Aarón, tienen la autoridad divina para reconstruir el Templo de Salomón.” Zorobabel el Príncipe de Judá es descendiente de David y yo soy descendiente de Aarón, así que tenemos entre manos la difícil y sagrada tarea de reconstruir el Templo”

J
Los jardines colgantes
osué les pide opinión sobre el regreso del pueblo de Israel y Meir dice que debe regresar a Jerusalén a dar descanso a los restos de sus antepasados que murieron en tierras lejanas a Judá.

Josué los mira de un modo curioso y sorprendido al mismo tiempo, ya que sus profesiones y apariencias son tan dispares y como los designios de Yahveh que los colocan a menudo extrañamente en el ojo del huracán.

Josué también los mira en diferentes ocasiones con pena, otras con admiración y las menos con miedo. No quiere explicar el porqué de sus sensaciones pero les dice que tiene un mal presentimiento en su futuro, que anden con cuidado y no se aparten de la senda de Yahveh.

Para terminar los bendice y reza con ellos ante la belleza de los jardines mientras el viento frío corta sus caras y mueve sus túnicas.


Los libertadores Persas
A medida que los persas iban incorporando a su imperio nuevas zonas, mostraban políticas muy tolerantes. Los gobiernos locales contaban con miembros de las élites locales, los impuestos generalmente eran menores, los persas tenían una gran tolerancia religiosa, e incluso liberaron a muchos pueblos sometidos, como por ejemplo los hebreos que se hallaban deportados en Babilonia.

En muchas zonas donde antes estaban en anarquía, los persas también fueron bienvenidos como los restauradores de las leyes. Las zonas que se caracterizaron por el apoyo a los persas fueron sobre todo Palestina, ya que los hebreos estaban felices de contar con un gobierno que respetara y apoyara su religión, y también la zona de Siria, especialmente las ciudades fenicias, que además de ser respetadas por los persas, estos les proporcionaron nuevos mercados por tierra y apoyaron su desarrollo naval.

AÑO 500 a.C.