Benshahjar,
Hijo de la mañana, “El Albino”
“Vine a
este mundo bajo el manto de un alba soleado tras una noche tormentosa, mi madre
devota del altísimo y único Dios pereció en el parto. Mi padre, según me contaron, murió antes de que yo naciera en
la ciudad de Babilonia como esclavo solo por ser judío. Era un gran erudito y
lo condenaron a una vida de sufrimiento.
Benshajar, El Sepulturero |
En Babilonia
nadie más aceptaba o deseaba a un niño albino y huérfano, así que crecí en un
entorno eclesiástico ya que unos monjes hebreos me adoptaron.
Aprendí de cada uno de ellos y su basta biblioteca. Me versaron en todas las artes que existían pero una tremenda necesidad de comprender la muerte y todo lo relacionado con esta me hizo centrarme en esos oscuros conocimientos. Nunca exponía lo aprendido a mis parentibus, puede que por miedo o porque seguramente ellos no serían capaces de comprender estas curiosidades, así que solo lo recolectaba, quería saber, quería saber cómo, cuándo, porqué.
Aprendí de cada uno de ellos y su basta biblioteca. Me versaron en todas las artes que existían pero una tremenda necesidad de comprender la muerte y todo lo relacionado con esta me hizo centrarme en esos oscuros conocimientos. Nunca exponía lo aprendido a mis parentibus, puede que por miedo o porque seguramente ellos no serían capaces de comprender estas curiosidades, así que solo lo recolectaba, quería saber, quería saber cómo, cuándo, porqué.
Como
puedo comprender que hay más allá de esta vida, cuando el sino decide que es el
momento de que marches de este mundo y porque tiene que ser así.
Soy muy
consciente de que nací robándole la vida a mi mater ¿eso tiene algún sentido
para la existencia o para la próxima?. Mi padre fue esclavo muriendo lejos de la
tierra que le vio nacer antes que a mí, obligado por babilonios que nos
consideraban sus némesis solo creer en algo diferente ¿estos son los caminos
inescrutables del señor?
Tiene
que haber algo más, esta vida solo es el primer paso de una senda muy larga, tal
vez sea el camino para llegar al paraíso pero dudo de que existan atajos, la senda se
tendrá que recorrer, paso a paso, tramo a tramo, vida a vida.
¿Por
qué?, sé que siempre que me haga alguna pregunta esta será la última en
responderse;¿por qué estamos aquí?, ¿por qué el mundo es un enigma indescifrable?, ¿por
qué morimos?, ¿por qué me hago estas preguntas?, ¿por qué nací con estas condiciones?, ¿por
qué cuanto más sé más porqués desconozco?.
A veces
parece que solo el dolor de mi penitencia por mis pecados es lo que apacigua
esta curiosidad que me corroe. Me he interesado por todo y parece que me he
obsesionado por nada, pero mis dudas persisten.
Lo peor
siempre fue no entender a mis semejantes, a mis hermanos, a mi pueblo, así que
les observaba, les observaba para entender porque eran como eran y hacían lo
que hacían. Con el tiempo entendí que el ser humano se mueve por
impulsos, por el deseo, incluso por evadirse de la realidad que deberíamos
cuestionarnos, ¿por qué Yahveh nos hizo tan deficientes? ¿por qué nos hizo tan
corruptos? ¿por qué nos resulta tan fácil pecar?
Desde
que nacemos nos preparamos para morirnos, desde que morimos creemos ascender o
desaparecer, según se mire, aunque yo creo que un nuevo camino se abre paso ya
que la vida a veces parece ser simplemente una ilusión de la que aparentemente solo
la muerte nos puede hacer despertar o escapar del mundo de la carne.
Sé que
mis pensamientos son pecaminosos, pero ¿por qué el más alto de todo permite que
sean estas mis inquietudes? ¿por qué realmente está mal que me lo plantee?
Mi
cometido con mi pueblo se reduce a preparar a los difuntos para su funeral, se
ve tanto dolor y ello no me aflige, pero mi curiosidad me lleva a investigar en
los cadáveres, profanándolos antes de su marcha, averiguando el cómo, buscando
el cuándo, intentando satisfacer mis porqués.
Cada
pecado lo pago, cada latigazo me libera, ¿porque cuando mi sangre se derrama me
siento tan sosegado?, la penitencia consigue arrancar la culpa junto a mi carne,
sé que mi curiosidad bien vale el castigo.
Hay
veces que creo que solo en el sepulcro estoy en paz, rodeado de muerte, rodeado
de paz, rodeado de lo que a mi parecer debe ser el fin para comenzar un nuevo
camino, el camino de las sombras.
Mi vida
se reduce a enterrar a mis semejantes y mientras lo hago más porqués fustigan
mi mente.
Mi
pueblo me mira a veces con miedo, otras con curiosidad, no les culpo, me
conocen como “el albino”. La verdad es que no me importa, me resulta tan banal
el aspecto físico, la belleza es tan abstracta y a la vez tan efímera que no
merece ni mi más mínimo esfuerzo en usar mi curiosidad en desentrañar los
secretos que esta guarda y la verdad que me resultan tan predecibles esa gente
que busca insustancialmente una aprobación ya sea propia o ajena ya que sin que
ellos lo sepan o ignoren ya sea consciente o inconscientemente la humanidad se
mueve sobre todo por miedo, miedo a la muerte, miedo al hambre, miedo al
desamor, miedo al rechazo, miedo a la vida misma.
Siempre
que entierro a alguien para que vuelva al polvo del que provenimos me pregunto
cuándo será mi hora, ¿cuándo me tocara a mi hacer ese largo viaje?, caminar la
larga senda a no se sabe dónde yo no estoy seguro de que la meta sea el paraíso
y la realidad es que nadie lo ha visto nunca. Jerusalén es la tierra prometida
y lo único que nos ha prometido realmente es dolor y miseria a mi pueblo ¿Por
qué es así si somos los elegidos de Yahweh? ¿Por qué debería creer que el
próximo tramo de nuestra existencia no será otro valle de lágrimas?
Dicen
que hay que tener fe, fe en él, en nosotros y en sus caminos inescrutables, pero
yo siempre me preguntare por qué.
Solo sé
que quiero saber más que nadie y me resigno a no saberlo antes morir ¿por
qué debería hacerlo?