Capítulo 37: Crónicas de Yehud III, La Coronación de Tiro (386 a. C.)

 Crónicas de Yehud

III



La Coronación de Tiro, Parte 1

(386 a. C.)

 

Oded, Primogénito Toreador

Olivos en Jerusalén

Hay un vampiro que ha permanecido lejos de su amada Jerusalén durante un par de años. Oded, el Primogénito Toreador. En su ausencia Mudji ha otorgado su posición en la ciudad a otro Toreador más joven, Orión de Esparta.

La intención de Oded cuando abandonó Jerusalén, era conseguir ciertos recursos de su área de influencia, los agricultores situados a las afueras de la ciudad. Ahora lo ve más factible que nunca, dado que recientemente se han abierto más rutas de comercio.

Tras la misteriosa muerte de su contacto Pedro, jefe caravanero de Jericó, el  Toreador ha pensado mucho en cual debe ser su lugar en la corte de Jerusalén. Y más ahora, que Samas, el Ventrue babilonio, ha prometido ante el Regente realzar el comercio. Trabajo que Oded había intentado desde que se responsabilizó de un puñado de agricultores, que apenas tenían que cultivar en las áridas tierras que rodean Jerusalén.

Viendo que no hay un producto concreto que plantar y crezca con vigor, Oded decide viajar por toda la satrapía de Yehud, antiguo reino de Judá, para encontrar las semillas idóneas que plantar y si todo va bien, exportarlo a otras ciudades en previsión de la apertura de vías comerciales, si Samas hace bien su trabajo, claro está.

En sus viajes nocturnos de Oded, recorre los polvorientos caminos de la vieja Judá.  Conoce la provincia al completo que incluye las ciudades de Betel en el norte, Mizpa, Jericó en el este, Jerusalén, Beth-Zur en el oeste y En-Gedi en el sur. El centro administrativo de la provincia es Mizpa y allí es donde Oded descubre que Judá dese hace tiempo es una importante fuente de aceite de oliva. Ya tenía claro lo que debía plantar: Olivos.

Ánfora de aceite de oliva

Oded viaja de ciudad en ciudad por toda la provincia, aprendiendo sobre el cultivo de los olivos, en Betel aprende el sistema de recolecta de la aceituna o vareado, en Jericó la elaboración del aceite a base del prensado de las olivas, casi la tercera parte de la pulpa de la aceituna es aceite; Por esta razón se extrae fácilmente con una simple presión ejercida por un molino. En Beth-Zur se familiarizó con su conservación en tinajas de barro y finalmente en En-Gedi  aprendió como comercializarlo.

Oded ha aprendido mucho sobre el aceite y cuál es la mejor forma de sacarle partido, cómo descubrió en varios rollos de escritos de sacerdotes en la ciudad de Mizpa, El centro administrativo de la provincia de Yehud.

“Los aceites vegetales se emplean de forma habitual, generalmente en la gastronomía, aunque también se le han dado otros usos como: los religiosos, la cosmética y como combustible en la iluminación para las lámparas de aceite de la vida diaria y en los templos.

Hace más de tres mil años, los egipcios empezaron a comercializar el aceite de oliva​ importándolo de Creta.​ En el interior de las cámaras funerarias hay vasijas y ánforas con aceite de oliva.

Este aceite es un producto común en el Mediterráneo, junto con el pan y el vino.​ Los griegos comenzaron a producirlo hace un par de milenios con la conquista de Creta. Desde hace un par de siglos los griegos llevan la producción de aceite a Italia.

Los fenicios, el gran pueblo comerciante mediterráneo, llevó el cultivo del olivo a las costas del sur de la península ibérica. Tenían la esperanza de que dicha tierra hubiera de convertirse en una de las principales zonas de producción del oro líquido.“

Así que cuando, después de un par de años ausente, Oded llega a Jerusalén cargando con un par de sacos de semillas de olivas, tiene bien claro lo que sus agricultores deben plantar a partir de ahora, para prosperar como se merecen.

El Toreador ha regresado esperanzado y tiene claro que comercializar y exportar. Incluso ha pensado en hacer una variante muy especial, tendrá un ingrediente secreto: la sangre de criminales torturados.

 

Salón del Trono del Príncipe de Jerusalén

Oded presenta sus respetos

Lo primero que hace Oded cuando regresa a Jerusalén es presentarse al Regente en el palacio de Innominat.  Allí la enorme e imponente pantera negra de Mudji le da la bienvenida rondando y oliendo al Toreador mientras éste se acerca al trono.

A la derecha del trono, Meir, el Capadocio Senescal de Mudji, permanece de pie muy expectante y saluda cordialmente a Oded. La inquietante faz cadavérica de Meir y sus ojos sin vida observan al Toreador, que aunque viste elegante, sus ropajes están visiblemente desgastados.

Sus deterioradas botas son la muestra del largo viaje de Oded. El Toreador le cuenta a Mudji todo lo que ha aprendido recorriendo todo el reino.

El desfigurado Príncipe Mudji, con su aspecto de mercenario sanguinario, acaricia la empuñadura de su hoja de forma inconsciente.

–Me gustaría pedirte permiso y ayuda para construir un molino –propone Oded a Mudji, que le escucha acomodado en su imponente trono de oro.

–Quizás Meir posea algún sabio que pueda ayudarte en ese menester –responde Mudji presuponiendo su permiso.

Meir no pierde oportunidad y en ese mismo instante, completamente inoportuno, comienza a negociar con Oded su participación en la construcción de dicho molino. Ambos podrían ser socios y a cambio el sacerdote se llevaría parte de los beneficios de la producción. No son capaces de llegar a un acuerdo cuando ambos se dan cuenta de que debe ser un tema a tratar en privado y no ante el trono de Mudji.

–¿Y mi parte? –pregunta Mudji sorprendiendo a ambos cainitas que le miran sin esperar su intervención en la negociación.

–Si seguís rateando con los negocios, sin llegar a acuerdo alguno, me permitiré cobrarme mi pedazo de pastel… –amenaza el Príncipe desaprobando los métodos de sus súbditos.

–Yo siempre he ayudado desinteresadamente a Jerusalén. –Dice Oded molesto por su comentario, mientras Meir permanece callado.

Oded hace una reverencia a ambos Vástagos y se despide retirándose a su refugio, situado en un humilde campamento de labradores, a las afueras de Jerusalén.

Mudji y Meir permanecen solos hablando sobre varios asuntos concernientes al gobierno nocturno de la ciudad.

 

386 a. C.

La fecha elegida ha sido el Solsticio de invierno. Aun faltan poco más de seis meses para la celebración de la coronación en Tiro, tiempo suficiente para preparase e informarse debidamente.

 

Jerusalén, Capital de la satrapía de Yehud, 386 a. C.

Conclave del solsticio de verano

Mudji reúne a sus Vástagos de confianza, como suele ser común coincidiendo con los solsticios. La razón de este conclave es la coronación en Tiro, a la que han sido invitados gran parte de la corte de Jerusalén.

Se encuentran presentes, Mudji, sentado en su trono, con su aspecto descarnado a causa de sus cicatrices de quemaduras por toda su piel. A sus pies, tumbada a su lado izquierdo, se encuentra Nayl, la sigilosa y protectora pantera negra del Príncipe Assamita, que aburrida mueve la cola hacia los lados.

A la derecha del trono, Meir el Senescal de Mudji, su nívea piel lo delata como un Capadocio que más bien parece un cadáver frio y muerto, pero a su vez irradia un aura de santurrón que hace que todos le consideren puro e inocente, aunque no necesariamente ingenuo. A priori, nadie desconfía de Meir pero las malas lenguas dicen que  las pocas veces que se equivoca, recibe castigos menores por sus fallos.

Desdémona, la Brujah troyana, situada frente a Mudji, a cierta distancia, con su mirada vacía, dada su evidente ceguera por la película blanquecina que cubre sus ojos. A su lado el siempre fiel Fafner, sentado y formal, sin moverse respirando rápidamente con la lengua fuera refrigerando así su peludo cuerpo lupino.

Junto a la Brujah, Oded, el Primogénito Toreador, miembro del Consejo de Mudji. La imagen del aparente hombre es la de un atractivo muchacho muy seguro de sí mismo, que modestamente bien vestido, irradia un aura de seguridad que no deja a nadie indiferente. Hacía un par de años que no veía a Nahum y a Desdémona, y les saluda contento por volver a encontrárselos.

Nahum, el horrible Nosferatu, siempre un tanto apartado del resto, es un ser solitario y distante al que poco le gusta socializar. Su alma de nómada le hace estar más cómodo solo o en espacios abiertos. Aunque eso era cuando aún era humano, antes de ser un leproso abrazado por Kothar, el Profeta.

–Príncipe Mudji –rompe el hielo Meir– no sé si lo habrá pensado pero en la coronación de Tiro debería pronunciar un discurso, aunque sea por protocolo. Unas palabras diplomáticas donde muestre su cordialidad y tienda su mano como aliado. Y de paso proclame a Samas Ancillae de Jerusalén, como prometió.

–No creo que Samas deba ser ascendido con mucha pompa, debería ser algo discreto… –apunta suspicazmente Oded, nunca se ha llevado demasiado bien con el Ventrue.

–Me parece bien Meir, ve preparándome el discurso y ten en cuenta que no soy un orador carismático, ni tampoco se leer. –Apunta Mudji a su Senescal.

Meir asiente y así lo hará.

–¿Desdémona? –pregunta Meir atrayendo la atención de la Brujah– Habla con Samas y juntos organizad bien el viaje hasta Tiro.

–¿Mudji habéis pensado en un regalo para el nuevo Príncipe de Tiro? –pregunta el Capadocio mientras Mudji niega con la cabeza.

–La última vez que llevamos un presente a Tiro fue al Príncipe que ocupo el trono antes incluso que Enki…–recuerda Meir con la mirada perdida– le regalamos un precioso tomo forrado de oro, con la historia de Tiro en su antiguo idioma. Fue un regalo costoso y que de poco sirvió… ya que noches después el Príncipe de Tiro, murió en un viaje de camino a Jerusalén, quería conocerla para estrechar lazos con el Príncipe Innominat. Entonces Enki, el infame Sire de Innominat, lo mató de forma sibilina, nadie pudo presentar una prueba jamás, pero la noche siguiente ya estaba Enki sentado en el trono de Tiro…

–Quizás podamos regalarle un arma especial… –dice Desdémona aportando su opinión.

–Se me ocurre una idea –dice Meir mirando a Oded mientras sonríe– podrías dibujarle un paisaje de su ciudad. Tus dibujos siempre han plasmado sufrimiento ajeno pero esta vez podrías mantener pintar con Vitae de criminal, le da un toque exótico, pero con Tiro desde un punto de vista paisajístico.

–Me gusta la idea… –piensa en alto Oded mientras mira a un punto indefinido de la estancia.

–Cambiando de tema… –dice Desdémona dirigiéndose a Mudji– ¿habéis pensado a quien vais a dejar como Regente mientras estemos todos en Tiro? Nadie con posición se quedará en Jerusalén. Igual estamos fuera un mes… y por poner un ejemplo, al Espectro no le veo con buenas intenciones….

–Sí, he pensado en el problema –responde Mudji– pero aun no tengo la solución.

–Mi chiquilla Donna podría hacerlo –ofrece Meir– se ha encargado varias veces de recibir a vástagos en mi dominio y alguna vez en el palacio.

–Además es Capadocio, un clan nada belicoso, y que puede verse como diplomático si hubiera problemas –dice Desdémona.

–Me parece bien Donna –dice Mudji asintiendo con la cabeza.

–Hablaré con ella y con Umaskal, para que le ayude con la protección. –Puntualiza Meir planeándolo en alto.

–¿Meir… no has pensado nunca ser Príncipe? –pregunta Mudji a Meir dejándole fuera de juego.

–No, nunca he tenido esa ambición –responde Meir– incluso cuando me vi obligado a tomar el Principado en el pasado…

–Te ofrezco ser Príncipe. Deberías ser fiel a Alamut y beber de mi sangre una sola vez. –propone Mudji a su Senescal.

Meir ni se lo piensa. Rechaza la oferta inmediatamente y continua con la conversación que tenían antes de que Mudji le ofreciera ser el Vástago más poderoso de Jerusalén.

El Capadocio piensa que tiene en Tiro un par de sabios de la Tora Negra, uno de ellos es Aharon Yehuda, el Maestro teólogo.

–Oded se me ocurre que podrías tallar una estaca artesanal para regalarle al Príncipe de Tiro… –sugiere Mudji.

–No se tallar madera –responde Oded– solamente se dibujar.

–¿Y llevarle un poco de tu aceite? –pregunta Meir.

–Solo tengo semillas y la coronación es en unos meses… ­­–responde Oded– pintare una obra de arte, no se hable más.

–Pregunta a Orión. –dice Mudji– En tu ausencia le puse en tu puesto y debe demostrar sus habilidades para ganarse una petición que ha hecho para aumentar su posición a Antiguo. Él se encargará de idear un regalo a la altura.

–Puedes contar con mi ayuda, puedo proteger a quien lo necesite… –propone el silencioso Nahum desde su apartada sombra en el salón del trono.

–La persona más importante a la que podrías proteger es el propio Mudji –dice Oded, señalando con la cabeza a su Príncipe, sentado en el ostentoso trono de oro.

Nahum asiente mirando a Mudji y el Príncipe aprueba su ofrecimiento. Desde esa noche Nahum es una sombra para el Assamita y vigila sus espaldas ante cualquier posible atentado contra el gobernante de la noche de Jerusalén.

 

Desdémona, Brujah Troyana
Brujah y Ventrue

Desdémona y Samas se disponen a organizar el viaje, la Brujah preparará a sus guerreras para proteger la caravana que los llevará a Tiro, mientras que Samas conseguirá que una de sus rutas comerciales, la más segura, deje vía libre hasta su destino.

Pero el Ventrue es distante con la Brujah, aun ayudando con sus recursos. Tras semanas de estrecha colaboración, Desdémona descubre que Samas odia los griegos, humanos y vampiros, y la vampiresa es originaria de Troya. Entiende ahora por qué la rivalidad con Orión, Toreador espartano.

Desdémona no duda en comunicar a Mudji del odio que siente Samas por los griegos y que se siente despreciada por ello.

–Es Ventrue exculpa El Príncipe– suelen tener cierta altanería para con la mayoría de Vástagos y más hacia los Brujah…

–No estoy de acuerdo con sus prejuicios –replica Desdémona molesta–  trago con Samas por que debemos trabajar conjuntamente, pero que quede claro que no me gusta  que me menosprecien. No me hago responsable si en alguno de sus desplantes la bestia sale a pasear y le rompo la cabeza de un golpe.

–Si debes defenderte de los prejuicios de Samas a golpes, que así sea –responde Mudji– Samas deberá atenerse a las consecuencias que sus palabras tengan sobre ti.

–No seré yo quien alimente su odio –asegura La Brujah– por mí no hay problema mientras no pase la línea... solamente quería advertirle por si sucede.

Mudji se da por enterado y ambos Vástagos se despiden cordialmente.

 

Torre de la Torá Negra
Preparando el viaje

Meir reúne a Oded, a solas, en la torre de la Torá Negra para prestar al Toreador el apoyo que no ha recibido del Príncipe Mudji.

–Oded –comenta amablemente el pálido Capadocio– Me parece mal que Mudji no haya aceptado el regalo de tu dibujo. Por ello te propongo que lo hagas de todos modos, será un detalle que el Príncipe de Tiro agradecerá igualmente y te servirá para afianzar tu posición frente a los tirios.

Oded está de acuerdo con el Senescal de Jerusalén y acepta hacerlo.

–Debes perdonar la falta de tacto de nuestro Príncipe –se disculpa Meir– al fin y al cabo es un guerrero, nadie le enseño a ser diplomático.

Durante las noches siguientes Meir lee al Príncipe Mudji el discurso que ha escrito para él, ya que éste no sabe leer, será algo sencillo, para que lo memorice y lo recite en la coronación.

Mientras, Oded, piensa en dejar a cargo de su proyecto de plantación de olivas a su Ghoul, para que movilice en su ausencia lo que crea necesario y ayudar con la primera siembra. Eligiendo un buen sitio, plantando las semillas y encargándose de su irrigación inicial. Meir ayuda a Oded, prestando el conocimiento de sus sabios de la Torá Negra, para lo que sus agricultores o su ghoul, puedan necesitar.

 

Orión, Toreador Espartano
El eficiente Orión

Orión, el Toreador espartano, se presenta ante el Príncipe Mudji para hablar con él sobre un movimiento que, como Primogénito Toreador, se ha permitido hacer, ya que el Assamita lo puso en ese cargo cuando Oded se marcho de Jerusalén.

 –He tomado una decisión diplomática –explica Orión– lo he hecho actuando como Primogénito Toreador en funciones. Le recuerdo que aun estoy a prueba para mi ascenso de posición en la Estirpe.

–Es sabida de la histórica y aun vigente alianza entre Anat e Innominat –dice Orón con tono narrativo– y también la reciente alianza entre Alara, el Matusalén Setita y Anat, la Matusalén Brujah. Por lo que una alianza con Alara podría ser estratégicamente interesante en previsión de la posible caída del imperio persa. De todos modos, la decisión de esa alianza está en sus manos, ya que es vos el soberano de Jerusalén. Lo mío es solamente una sugerencia diplomática.

–Y es aquí… –continua de forma dramática Orión– donde le he dejado el camino preparado por si quisiera forjar, finalmente, esta alianza con Egipto. Si no, todo quedará en un gesto de apoyo puntual.

–Como sabéis soy espartano y aun tengo lazos con mi patria, sobre todo con el rey de la paz. En Esparta hay dos reyes, dos diarcas, uno se encarga del país cuando éste se encuentra en paz y otro toma las riendas cuando hay guerra. De igual modo siempre que hay una batalla, uno queda en la ciudad y otro parte a liderar a los soldados por la gloria de Esparta… –Orión recuerda sonriente mientras habla.

–He tendido puentes para que Egipto y Esparta se alíen. –dice Orión muy seguro de sus palabras y sorprendiendo gratamente a Mudji– Parece ser que Persia prepara una ofensiva para recuperar Egipto. Mi gesto ha sido directamente tratado con Alara, el Matusalén y aunque los espartanos están dispuestos, aun no ha habido respuesta por parte de Egipto ni de Alara.

–Una alianza peligrosa, no va a dar beneficios directos a Jerusalén. –Apunta Mudji– por no decir que los Seguidores de Set son serpientes impredecibles…

–Como le digo será una puerta abierta a una alianza con Alara, sin prejuicios por su clan –dice Orión.

–Los Setitas son dueños de Egipto, pero Jerusalén es Assamita –dice Mudji– no voy a ceder la ciudad a las serpientes. Separo lo humano de lo vampírico. Si Alara es arrasado por los persas, no lloraré.

–Entonces simplemente tendremos una alianza menos –dice Orión sarcásticamente.

–Alara parece un guerrero formidable, pero como Seguidor de Set es un enemigo declarado de los Assamita y Persépolis lo verá como un peligro. Nunca tendrá su respeto –dice Mudji.

–Cambiando de tema… –dice Mudji– quiero pedirte que idees y prepares un presente a la altura del Príncipe de Tiro para regalárselo en su coronación.

–Me ha estropeado la sorpresa… –dice Orión– ya estaba trabajando en ello.

–Empiezo a entender porque Innominat confió en ti y contó con tu apoyo. –Dice Mudji mientras Orión sonríe. El Toreador hace una reverencia y se despide desapareciendo de su presencia y dejándolo de nuevo solo sobre su ostentoso trono de oro persa.

 

Socios de la noche

Oded y Meir, ambos miembros del Consejo de Mudji, tienen un negocio entre manos del que ambos quieren ser socios. El Toreador quiere plantar olivos y producir aceite para venderlo y obtener beneficios para él y para Jerusalén. El problema es que no dispone de los recursos suficientes y quizás Meir pueda ayudarle.

Ambos idean un plan para llevar a cabo la empresa:

- Oded pondrá todos sus modestos recursos para iniciar el negocio y Meir pondrá la misma cantidad de los mismos ya que el dispone de más oro proveniente del acuerdo con Samas.

- Oded usará su influencia entre los agricultores de Jerusalén para que comiencen a plantar los olivos en el lugar más apropiado, cerca de Jerusalén.

- Para la construcción de un molino, impulsado por carga animal, necesitan más recursos. Podrían hacerlo con los que disponen, pero sería algo precario y muy básico. Deciden apostar por algo más costoso pero de mejor calidad.

- Para conseguir estos recursos extras Meir ha pesado que puedan recaudarse a base de donaciones de los hombres adinerados, entre los que tiene cierta influencia, para que estos mismos hombres se sientan que aportan para una causa buena para todo Jerusalén. El molino será motivo de orgullo para Jerusalén  y de él saldrá el oro líquido que puede hacer famosa a la ciudad.

- Los beneficios de la producción servirán para pagar el oro inicial aportado por ambos Vástagos y después serán compartidos por ambos y la propia administración de Jerusalén.

 

Mudji, Assamita Príncipe de Jerusalén
Conclave de Mudji

Avanzados los preparativos para el viaje, Mudji decide reunir a los Vástagos de confianza.

–En tu ausencia– explica Mudji a Oded– ascendí a tu puesto de Primogénito del clan a Orión, lo hice para probar su valía, ya que éste me pidió aumentar de posición a Antiguo.

–Puedo otorgarle la posición en Tiro, igual que a Samas –propone Oded.

–Así si arde la coronación será en Tiro y no aquí en Jerusalén… –bromea Mudji ya que nunca ha tenido demasiada fe en el Toreador y sobre todo en su relación con su neonata Nerea.

Oded explica a Mudji la idea que Meir y el tienen para iniciar la plantación de olivos y la construcción de un molino tirado por animales de carga.

–Fenomenal –exclama Mudji– todo lo que sea progreso para Jerusalén me parece perfecto.

He oído que para que los olivos tengan buena calidad se tardan al menos un siglo…  –aporta Mudji.

–Doce o trece años –puntualiza el sabio Meir– para iniciar la producción. Es cierto que para obtener un producto de la máxima calidad ya requiere que pasen al menos cien años de su siembra inicial, pero por ahora se puede hacer aceite para usos más corrientes y que no sea excesivamente caro, para cubrir gastos y empezar a funcionar.

Todos se ponen al día en los asuntos que tienen entre manos y regresan a los mismos para que cuando llegue la hora de viajar a Tiro, todo esté preparado.

 

Invitaciones

Orión aporta a Mudji la lista de invitados a la coronación de Tiro, que ha conseguido gracias a sus contactos.

 

Lista de Invitados a la Coronación


Jerusalén

Mudji, Assamita, Regente de Jerusalén

Meir, capadocio, Senescal de Jerusalén

Kothar, Anciano Nosferatu

Abraham, Anciano Capadocio

Oded, Toreador, Primogénito del clan

Ephraim, Nosferatu

Nahum, Nosferatu

Amal, Ravnos

Desdémona, Brujah

Orión, Toreador

Samas, Ventrue

Espectro, Assamita


Tiro

Anat, Matusalén Brujah

Elsh, Anciano Toreador

Adón, Ventrue

Ahinadab, Nosferatu


Cartago

Ahirom, Regente de Cartago


Alamut

Bicor, embajador de Alamut y Persia


Humanos

Evágoras I, Rey de Salamina de Chipre y Tiro

 

Tras leerle la lista de invitados, Orión aprovecha la visita para impresionar a su Príncipe dándole información sobre los invitados a la coronación:

–No creo que asistan los Nosferatu del valle de Hinnom. El Profeta de los leprosos no va a poner en peligro la vida de su chiquillo favorito, Ephraim, sabiendo que Nahum, seguramente asista. Si necesita información sobre lo que allí acontezca ya se la dará este díscolo chiquillo que, a mi parecer, más bien es la oveja negra de la familia de leprosos…

–Dante no ha sido invitado, pero como no está liberado, por protocolo, puede ir con su Sire Amal si lo desea, como neonato a su cargo. Es algo habitual. Incluso Amal podría enviar a Dante en su lugar y quedarse él aquí. Dependería de la confianza que el Ravnos tenga en su neonato, ya que cualquier gran fracaso por su parte repercutiría directamente sobre su Sire.

–Si me sorprende, sin embargo, la invitación a Abraham. No me malinterpretéis, se lo merece por edad, pero sacar a un anciano tan ocupado de sus escritos y tablillas… Por no decir que nunca asiste a ninguna celebración cainita. Puede que esta coronación sea una excepción para el Capadocio…

–¿En qué sentido? –Pregunta Mudji, que escucha atentamente al Toreador.

–Puede decidir asistir porque hay vampiros de peso invitados… –responde Orión.

–Al menos si hubiera problemas en la coronación, la presencia de estos vampiros de peso tendría su relevancia. –Dice Mudji.

–Lo que suele ocurrir con los Vástagos… –continua Orión alardeando de su conocimiento– es que cuanto más ancianos son, más cautelosos ante el peligro se vuelven, sobre todo a exponerse a un peligroso viaje a través del desierto, expuestos a los mortales días que los separan de su destino y quizás les acerquen a la muerte definitiva...

–No os voy a engañar… yo también temo el viaje. –Confiesa Orión de pasada.

–En cuanto a Ahirom –continua Orión– ¿Regente de Cartago? ¿Este Brujah no era el lugarteniente del Príncipe? Cabe la posibilidad de que aproveche la coronación para anunciar su nueva posición, quizás no lo hayan hecho antes para no llamar la atención o no parecer vulnerables.

¿Podrías investigar el sequito del Príncipe de Cartago? –pide Mudji al servicial Toreador.

–Lo intentaré. –Responde Orión.

–También me sorprende sobremanera la asistencia de Evágoras, rey de Chipre y Fenicia. Por lo que se no es un cainita. ¿Sabe usted algo al respecto? –pregunta Orión.

–No, lo último que supe es que era ghoul de Anat o que al menos esta bajo su control. –Dice Mudji.

–Eso me hace pensar que también puede haber humanos prestigiosos invitados, en cuyo caso habrá que tener mucho cuidado con la Tradición del Silencio de la Sangre, sabemos del peligro de que los humanos conozcan de nuestros dones… –Advierte el Toreador.

Tras la instructiva charla con Orión, Mudji lo despide y queda pensativo el resto de la noche, hasta que comienza a aclararse el cielo para dar paso al día, momento en el que todos los Vástagos de Jerusalén descansan en sus oscuros refugios.

 

Dante, Neonato Ravnos,
Chiquillo de Amal Faruk
Asistencia de Dante

Dante, chiquillo Ravnos de Amal, pide audiencia con Mudji y tras presentarse debidamente le explica:

–Mi Sire, Amal Faruk ha tenido que marcharse apresuradamente por un asunto urgente, del que ha preferido no contarme nada por mi seguridad. Me ha dado esto –Dante entrega la invitación que Amal ha recibido para la ceremonia de Tiro– y me ha dicho que vaya yo en su lugar, así aprenderé sobre la corte vampírica y le ayudaré en lo que sea necesario, si no hay inconveniente…

Dante se arrodilla ante Mudji esperando contestación mientras Mudji piensa mirando al extravagante y fantástico Ravnos. Su aspecto es claramente llamativo, con esos cuernos de animal que le salen de la cabeza.

–Si Amal confía en ti, yo no voy a hacer lo contrario. –Responde Mudji.

–Agradezco su decisión. –Dice Dante– le aseguro que no le defraudaré.

Mudji observa como el Ravnos se va saltando de alegría mientras el Assamita piensa: “Este Dante es otra ´Nerea´. Espero el momento en el que la caguen y tenga que cortar las cabezas de sus Sires…”

 

Preparando el presente

Orión se presenta ante Mudji, cómo Primogénito Toreador, para ponerle al día al Príncipe sobre sus avances:

–Estoy trabajando para conseguir un presente a la altura del nuevo gobernante de Tiro. Algo que sea realmente especial.

–Confío en ti, Orión –Responde Mudji.

–Como ve, he hecho los deberes de Primogénito Toreador, cómo me ordenó. Me gustaría que lo tuviera en cuenta… –puntualiza Orión.

–Tu diligencia es apreciada y reconocida, a diferencia de la de Oded –responde Mudji dejando sorprendido a Orión.

El Toreador abandona el salón del trono con una ensayada reverencia.

 

Mercado de Jerusalén
Negocios nocturnos

Oded y Meir comienzan a mover hilos para poner en marcha su idea de negocio. El Toreador reparte las semillas que trajo de sus viajes y ambos Vástagos comienzan a utilizar sus influencias, para conseguir el oro extra que necesitan por medio de la idea de Meir, de conseguir donaciones de los pudientes.

Los sabios y adinerados judíos, entre los que el Capadocio mueve hilos, ven el negocio como una oportunidad de lucrarse y de iniciar un negocio interesante y comienzan a aportar oro persa, hasta conseguir en unos pocos meses, la cantidad necesaria para iniciar el negocio.

Los agricultores de Oded, bajo la influencia de éste, se ven con el dinero aportado por los nobles en las colectas promovidas secretamente por Meir, con ayuda de su Torá Negra, ya que los sabios son maestros y consejeros de muchos de estos cortesanos. Nunca se habían visto con semejante cantidad de oro y la tentación es demasiado grande, gastándose hasta la última moneda en vino y otros bienes que no aportan nada al negocio de Oded y Meir. Alguien metió la mano en el motín pensando que no se notaria y seguido de ese primero hubo un segundo y así la codicia se extendió hasta que no quedó nada en el arca destinada para la construcción del molino.

Menos mal que Meir calma a los nobles y adinerados de la ciudad explicando lo acontecido como una prueba del Yahvé, que el pobre rebaño no ha sido capaz de pasar. Suerte que para ellos solamente eran limosnas y así se lo toman sin mayor trascendencia.

Sea como fuere, ambos cainitas están como al principio y no han podido empezar con el proyecto por este improvisto, por culpa de los codiciosos agricultores de Oded, nunca habían visto tanto oro junto, fue una prueba demasiado dura para ellos. Al menos han disfrutado del dinero mientras se lo gastaban, pero del molino y de la plantación… aun, nada de nada.

 

Ephraim, Nosferatu, Chiquillo de Kothar
Jugosa información

Ephraim, contacto de Mudji de entre los Nosferatu, decide estrechar lazos con su Príncipe aportándole cierta información sobre los invitados a la coronación de Tiro.

–Un placer verte Ephraim –dice Mudji al leproso.

–Quiero confirmarle –dice Ephraim– que Kothar no van a asistir a la coronación, como tampoco lo ha hecho en Jerusalén. No deberían invitarle, al Profeta le molesta mucho que frivolicen haciéndolo.

–Me esperaba esta noticia –responde Mudji– Aunque debiera enfadarse con Anat, ella es la que ha invitado a los asistentes, o alguien a su cargo. Quizás el nuevo Príncipe. Informa a Kothar de que yo no tengo nada que ver.

–Así lo haré. Por supuesto yo también debo declinar la invitación. –Continua Ephraim– No voy a hacer un viaje tan largo, con el peligro que conlleva, para asistir a un acto protocolario, como chiquillo de Kothar.

– Con todo el respeto, invitar a cualquier Assamita, vos, el Espectro o Bicor de Alamut, me parece una temeridad mayúscula. Tiro es una ciudad que acaba de ser liberada de los persas y ya no está al mando de Alamut. Supongo que este cambio de Príncipe será porque ahora Tiro es libre de los persas y querrán también reclamar su libertad el Mundo de Tinieblas. Aun así me parece una forma desafortunada de restregarles a Alamut que Persia ya no controla sus movimientos y su oro no es necesario en la capital Fenicia. Por no hablar de la importantísima perdida de recursos que les ha supuesto a la corte aqueménida perder Tiro y las ciudades Fenicias que Evágoras ha liberado.  

–Quien se sienta insultado, que actúe pues en la coronación –dice Mudji– yo voy a observar y a disfrutar.

–A lo mejor no disfruta tanto y le causa la muerte definitiva –advierte Ephraim.

–Que aburrida sería la no vida sin combates… –responde Mudji sonriente.

–Es de alabar que vaya a ser un cambio de gobierno sin violencia. Es extraño asistir a un traspaso de poder tan inusual. Normalmente suelen rodar cabezas y esta vez Anat ha conseguido que eso no suceda… muy Brujah, eso sí…

–Ni Donna ni Umaskal, han sido invitados, seguramente por ser Caitiff, aun siendo Donna una Capadocio Adoptada.

–Hay Vástagos de Jerusalén que no han sido invitados, por ejemplo los neonatos. –Dice Mudji– tampoco será relevante su asistencia.

–Es evidente que Anat desea presencia anciana en la celebración. Elsh también ha sido invitado y como Toreador más anciano de la zona seguramente acudirá, aunque se aburrirá como una burra si nadie le habla de arquitectura, cómo siempre… tan predecible. –dice Ephraim denostando al anciano Toreador.

–Irán Orión, Oded y puede que Nerea –responde Mudji– habrá Toreador de sobra para que Elsh pueda charlar de sus temas con ellos.

 

Admiel, Ghoul Bibliotecario
La desaparición de Ushpa

Mientras Meir visita la biblioteca de la Torá Negra, Admiel le cuenta a su señor:

–Señor Meir, olvídese de Ushpa –dice Admiel molesto– lleva unas noches sin venir. Seguramente no ha sido capaz de soportar estar lejos de su madre. Si esa es su fortaleza, no lo quiero a mi lado.

–¿Has ido a buscarle a ver si está en casa con su madre? –pregunta Meir a su ghoul bibliotecario.

–¿Yo? –responde insensible Admiel– lo ultimo seria que tendría que ir a buscarle a casa para venir a trabajar. No es mi tarea, debe ser él quien quiera hacerlo. Además mi Señor, ¡esta biblioteca no se lleva sola!

–Admiel, debes preocuparte por Ushpa. –Explica Meir con mucha paciencia– puede ser que haya una razón importante. Te faltan datos, tú deberías saberlo, eres un analista. Con las personas es igual…

–Ya sabe señor que no se me dan bien los seres, lo mío son los escritos –se excusa Admiel.

–Además Ushpa ha demostrado su valor y entereza en más de una ocasión –sigue explicando Meir.

–Tiene razón Señor –responde Admiel – ahora no se qué hacer…

–Debes aprender para otra vez Admiel –alecciona Meir a su viejo ghoul– No presupongas nada sin contrastarlo antes.

–Entiendo –responde Admiel avergonzado.

–Nunca te acostarás, sin aprender una cosa más –recita Admiel de la sabiduría popular.

–Iré a buscarle. Avísame si regresa a la biblioteca –dice Meir.

 

Abraham, Buscador de las Revelaciones Sagradas,
Matusalén Capadocio, Sire de Meir
El descuidado Abraham

Meir pasa primero por el refugio de su Sire Abraham. Entre calaveras, huesos, papeles y tinta, a la luz de las velas, el Capadocio pregunta a su prestigioso Sire:

–Mi Sire, saludos. Venía a ver si sabes algo sobre Ushpa el joven aprendiz de Admiel, hijo del difunto Tehuspa, el buen tabernero cimerio. –Pregunta Meir.

–No tengo ni idea de donde puede haber ido el chaval. –Responde Abraham pensativo.

–Por cierto, ¿vas a asistir a la coronación de Tiro? –pregunta Meir.

Abraham, tras pensar durante unos segundos y como una momia que revive, comienza a revolver papeles y coge una carta sin abrir que estaba enterrado sobre una montaña de rollos escritos en lenguas olvidadas. Con la carta en la mano la eleva y mira a Meir:

–No se… –responde Abraham con cara de no estar muy interesado en asistir.

–Te excusaré ante el nuevo Príncipe de Tiro. –Se ofrece amablemente Meir de forma protocolaria.

–Te lo agradezco. Si no es indispensable sabes que preferiría seguir con mi sagrada búsqueda… –agradece Abraham a su chiquillo Meir.

–Iré yo en tu lugar, descuida. –Dice Meir mientras Abraham calma su expresión de preocupación, el no quería ofender a nadie. 

  

Judith, Madre de Ushpa
Buscando a Ushpa

Meir deja a Abraham con sus escritos y se encamina a casa de Judith, la madre de Ushpa, que se encuentra llorosa cuando Meir aparece por la puerta.

–Hace unas noches que no veo a Ushpa –dice Esther– le pido que por favor deje volver a casa a Ushpa. Me había dicho que iba a venir a dormir durante el día pero el otro día, tras una cariñosa despedida, no ha vuelto a casa. Temo por mi hijo.

–Yo tampoco se nada, si no, no estaría aquí preguntando por tu hijo. –Dice Meir mientras la mujer se preocupa muchísimo y cae al suelo arrodillada ante el Capadocio.

–Ushpa es lo único que me queda tras la muerte de su mi marido Te-hus-pa  –llora la mujer–, en aquel horrible incendio también perdimos la taberna que nos daba sustento. Sé que no me merezco su compasión. Me abrió las puertas de su casa y yo le ofendí. Recuerdo que me dijo que yo le había dado una valiosa lección… pues ahora puede devolverle el favor: busque a mi hijo… ¡busque a Ushpa por favor!

Meir no pude resistir la mirada de pena de esa mujer y sabe que sin su hijo morirá de desesperación y Yahvé querría que hiciera algo al respecto. Antes de marcharse, el cadavérico Capadocio promete a la mujer que hará lo posible por encontrar y traer de vuelta a su hijo. La mujer queda llorando desconsoladamente en su casa, mientras llama entre sollozos a su hijo Ushpa.

 

Imagen espectral de Anat, Matusalén Brujah

El ruego de Anat

Mudji se encuentra solo en su trono cuando una luz azulada prende en el centro de la estancia. Es una imagen espectral de una mujer flotando a medio metro del suelo. Su visión es traslucida y se encuentra rodeada de una pálida luz verdeazulada que da una fantasmagórica apariencia a la mujer. El espectro es el de alguien conocida: Anat.

–Interesante poder –dice Mudji a la Matusalén Brujah mientras ésta no le da importancia a su aparición.

–Mudji debo pedirte un favor –dice La Brujah– debéis asistir todos los que podáis a la coronación. El nombramiento no va a ser a alguien de mi clan y llegado el momento deseo tener apoyo para que quede claro quién está con el nuevo Príncipe y hacer más fuerza como grupo.

–Estaremos yo y mi corte de Vástagos de Jerusalén –dice Mudji– Supongo que habrás designado a un digno sucesor…

–Prefiero mantener su identidad en el anonimato hasta la coronación, –responde Anat– por su propia seguridad. Dado que hasta ser ascendido es vulnerable y no quiero que mis enemigos intenten matarlo antes de estar más blindado, como Príncipe

–Misteriosa y sabia decisión… –apunta Mudji.

–No solamente requiero de vuestra presencia en Tiro para asistir a la coronación. –Continua Anat de forma criptica– Este solamente es el primero de muchos pasos que nos llevarán a dirigir al mundo en la dirección correcta.

–¿Crees que habrá problemas en la coronación? –pregunta directamente Mudji– Tu nombramiento tendrá efecto sobre Alamut, ya que tu eres Aliada de Innominat y tu sucesor o sucesora no tiene por qué tenerlo.

–No estoy haciendo nada diferente. Jamás me vendí a los Assamita cuando acepte ser Princesa de Tiro. Innominat no me pidió pleitesía a Alamut, si lo hubiera hecho sabe que no hubiera aceptado el cargo. –Responde Anat.

–Innominat tenía fama de organizar unas fiestas muy sangrentas. Quizás volvamos a vivirlas… –bromea Mudji.

–La última visita de Vástagos de Jerusalén a Tiro sí que acabó en una batalla campal, aquí en el plano astral. –Dice Pensativa Anat– Aunque Innominat no tuvo el valor suficiente para invitarnos al cavernícola de Davar y mí misma.

–Aun así, la noticia de quien será coronado en Tiro, puede ser acogida con cierto agrado por Alamut. –Dice Anat.

–Ahora sí que me has dejado intrigado… –responde Mudji sorprendido.

–Cuento con que haya bajas de asistencia entre cainitas de menos confianza –sigue Anat– pero es crucial la asistencia del prestigioso Sire de Meir, Abraham el Capadocio, Buscador de las revelaciones sagradas.

–Le haré llegar a Meir tu interés. Aunque Abraham me saca varios siglos de antigüedad, así que no puedo prometer nada al respecto. –Dice Mudji.

 –Es crucial su asistencia –insiste Anat– no solo será importante para Abraham, también lo será para su sagrada búsqueda.

 –Hablaré con mi Senescal Meir –responde Mudji.

Tras una reverencia flotando en la estancia, Anat desaparece y lo hace atravesando el techo del salón del trono y dejándolo de nuevo casi a oscuras mientras Mudji hace llamar a su Senescal Meir.

 

Biblioteca de la Torá Negra
Príncipe y Senescal

Mudji convoca a Meir y se encuentran en el salón del trono. El Príncipe, desfigurado Assamita, ocupa su trono mientras el pálido Capadocio entra, saluda y se sitúa frente a su superior.

–Tu Sire Abraham está invitado a la coronación de Tiro…  –comienza Mudji.

–No va a asistir. –Responde Meir sin dejar terminar a Mudji – Tiene mucho trabajo con sus escritos… leer pergaminos, ya sabes…

–Anat agradecería su asistencia. Me ha dicho que sería beneficioso para su búsqueda. –Dice Meir ante el estupor de Meir.

–¿Te lo ha hecho saber Anat en persona? –pregunta Meir.

–Sí. Ya sabéis, cosas de Matusalenes. Yo no cuestionaba nunca a mi Matusalén directo, Innominat. –Dice Mudji – Intentar entender a Vástagos tan ancianos es perder el tiempo.

–Si Anat quiere algo de Abraham, ¿no debería pedírselo directamente? –se cuestiona Meir en voz alta y con cierta desidia –Se lo haré saber pero no prometo nada…

–El interés de Anat en su asistencia, es patente  –repite Mudji.

–Está bien, haré esto por ti, pero tú deberás hacer también algo por mí  –propone Meir a un descolocado Mudji– Ha desaparecido Ushpa, ayudante de mi ghoul bibliotecario, Admiel, ¿podrías hablar con tus contactos para ver si averiguan dónde está?

Segundo Templo de Jerusalén

–No sé si mis contactos pueden saber algo…  –se excusa Mudji – pero puedo intentarlo.

Meir da una descripción detallada del muchacho a Mudji y también le dice cuáles son sus hábitos y donde vive y trabaja.

–Nahum te puede ayudar  –dice Mudji– el Nosferatu patrulla la ciudad todas las noches.

–Un humano no es más importante que la preparación para la coronación de Tiro  –sentencia Mudji ante la desazón de su Senescal Meir.

Meir se despide fríamente de Mudji y busca a Nahum por las calles de la ciudad. Lo encuentra encaramado en un tejado cerca del aterrador Templo de Jerusalén. Ante la inquietud de la fe del gran templo a Yahvé, Meir pide a Nahum que busque a Ushpa, el joven ayudante de Admiel.

Nahum le pide todo lo que pueda saber sobre él para que le sea más sencillo encontrarle y Meir le facilita toda la información sobre la cual Nahum comienza a buscarle.

 

Osario de Meir
Buscando al joven

Meir dedica todos sus esfuerzos a buscar a Ushpa y en el calor de su refugio.

Rodeado de cadáveres y huesos, bajo el cementerio de los olvidados, el Capadocio se dispone a realizar un ritual, mediante el cual los espíritus del más allá  podrán ayudarle a guiar sus pasos hasta el joven aprendiz.

El ritual pertenece a la magia de los Capadocio y es un rito de Mortis llamado: “Piedra Vidente”.

Para llevarlo a cabo Meir necesita una piedra donde pueda escribir y la sangre de un pájaro.

Meir consigue una gallina en la cocina de la Torá Negra, ya que allí vive Admiel y debe disponer de alimento humano además de la Vitae de la que le proporciona regularmente su Domitor Meir. Igualmente se hace con una piedra adecuada en las inmediaciones del cementerio y la pule para poder escribir sobre ella con facilidad.

Ya con los ingredientes, regresa a su refugio, atravesando de memoria el laberinto de las Mezuzás, y se dispone a realizar el ritual:

Para crear una “Piedra Vidente”, Meir pinta el nombre de Ushpa con la sangre de la gallina sobre

Mezuzá de Meir

 la piedra que previamente ha pulido y consagrado. La sangre podría ser de cualquier pájaro pero la tradición germánica insiste en usar la sangre de una abubilla, pero Meir no dispone de tiempo para ser tan específico, además no es necesario. Meir debe apaciguar a los espíritus y lo hará mediante una oración hacia sus ancestros. El Capadocio acaba de crear una piedra mágica que usará para seguir el rastro a Ushpa. 

Los espíritus no esperan y ya empiezan a susurrarle al oído hacia donde ha ido el escurridizo chaval.

Meir busca a Donna sin éxito y le informa, a un preocupado Admiel del comienzo de la búsqueda de Ushpa.

–Oh ancestros guiadme – ora Meir para comenzar con la búsqueda mientras sujeta la piedra encantada.

De pronto los espíritus fantasmales aparecen entonces en la “Piedra Vidente” y susurrarán el paradero del objetivo en el oído de Meir. Solamente el Capadocio puede escucharlos y nadie puede verlos, así que puede estar tranquilo ya que nadie inesperado oirá lamentos del otro mundo.

Meir comienza la búsqueda desde la casa de la madre de Ushpa y escucha atentamente las voces del más allá. Los espíritus no solo le muestran huellas luminosas en el suelo, si no que le susurran lo que el niño sentía y pensaba.

 

Venta de esclavos
La culpabilidad de Ushpa

Meir empieza a sentir que tras el robo de los rollos por parte de su madre, Ushpa se siente solo, ya que ahora ella vive fuera de la torre de la Torá Negra.

A pesar de que Meir la ha perdonando, el niño se siente culpable y se escapa para ir a buscar los tres escritos que su madre había robado de la biblioteca de la Torá Negra, para venderlos hace unas noches.

Sigue la pista hasta el mercado nocturno. En una zona un tanto turbia, Meir acaba frente a un puesto donde venden esclavos. Los tienen atados y apiñados como a animales, con un papel colgado del cuello donde tienen escritas sus características notables. El esclavista, un señor muy mayor, los trata fatal peor que a perros apaleados. Meir, encapuchado pregunta al inquietante hombre, con buenas palabras, sobre el paradero de Ushpa.

El hombre le da una respuesta un tanto inesperada:

–Sí, vi a ese pilluelo, quería saber quien había comprado unos escritos a su madre, al parecer quería recuperarlos y al decirle que era alguien que ahora se encuentra en Egipto, el joven preguntó cómo podría ir. Le ofrecí viajar con la caravana de esclavos… y lamentablemente sabemos que el precio a pagar será su propia libertad. Lógicamente este detalle no se lo hice saber, se enterará cuando llegue a su destino en la tierra del Nilo. –sonríe el esclavista mostrando en su boca un desfile de dientes de oro.

Esclavista del mercado nocturno


Meir agarra la mano del tenebroso esclavista y disimuladamente, mientras se despide de él tendiéndole la mano, le arranca disimuladamente unos pelos de su brazo. El hombre extrañado y dolorido, recoge el brazo y lo pega contra su pecho, apartándose molesto del siniestro encapuchado que más bien parece un cadáver andante, aunque por su aspecto no cree que pretenda nada malo.

Meir se retira la túnica dejando ver su cadavérica y santurrona faz que deja a hombre impactado y asustado. El Capadocio señala al esclavista, le mira enfadado maldiciéndole:

–La muerte vendrá a visitarte y espero que cuando lo haga tomes la decisión correcta –amenaza el Capadocio como lo hace un animal herido. Y se retira dejando siniestro tendero con mal cuerpo y recogiendo sus bártulos, esta noche cerrará antes su negocio.

Ushpa ha partido de Jerusalén y lo ha hecho en una caravana de esclavos con destino Egipto. La piedra mágica de Meir efectivamente le guía a la puerta de la muralla por la que la caravana salió de Jerusalén dirección el reino de los faraones.

Meir mira hacia el horizonte de la noche, y no puede dejar de pensar en ese niño que ha partido valientemente, para recuperar el honor que su madre perdió sin querer.

 

Ojos de tumba

Meir regresa a su refugio, dispuesto a realizar otro ritual que en su día le enseño Abraham, pero aun no había utilizado nunca, este un poco más turbio que el anterior.

Este ritual implica realizar una serie de encantamientos que le llevan a Meir un par de horas completas y requiere que el Capadocio tenga un objeto pequeño que esté relacionado con la víctima o un mechón de la misma, los pelillos que le ha arrancado al esclavista del mercado, le pueden valer.

Los pequeños cabellos son consumidos por el ritual, quemados en un pequeño incensario.

El destino de todo ser está escrito, según dicen los sabios, de modo que todo ser viviente porta consigo una premonición de su muerte. Este ritual permite a Meir despertar en el esclavista las imágenes del fin que le llegará, forzándole a experimentar premoniciones de su propio fallecimiento.

En el transcurso de la próxima semana, el esclavista experimentará una serie de percepciones incoherentes y visiones aterradoras sobre su propia muerte.

Meir despierta el lado más siniestro de su alma y el tenebroso esclavista comienza a tener estas horribles visiones, como si viviera una pesadilla, pero sin haberse dormido. Aterrado se esconde esperando la muerte y pensando en el cadavérico santo que le maldijo en el mercado.

La idea de Meir es dejar al mercader de vidas, preparado para la visita de Donna y Umaskal, a los que va a contactar para encargarles la búsqueda de Ushpa, que comenzará en cierto puesto de un aterrorizado esclavista que no tendrá más remedio que hacer todo lo posible por ayudar a encontrar a ese joven, al que condeno al más cruel destino hace cuatro noches.

 

Boceto del Cetro para el Príncipe de Tiro

El regalo de Orión

Orión envía uno de sus criados griegos para concertar una cita con Mudji. Tras unas noches de arduo trabajo ya dispone del regalo oportuno, y desea ofrece la idea en persona para que el Príncipe dé el visto bueno al presente. Así Orión podrá ponerse a fabricarlo para que esté listo antes de la coronación de Tiro.

Mudji reúne a Meir, Oded, Nahum y Desdémona para que Orión les exponga junto a él su idea. Los cinco Vástagos reciben a un incomodo Orión, ya que no esperaba tener a nadie más que al Príncipe en su presentación. Aunque finalmente le puede la ilusión de su idea y comienza a exponerla ante todos.

Nahum aprovecha para decirle a Meir que no ha encontrado a Ushpa. Meir le agradece su esfuerzo y confiesa estar ya tras su pista.

Orión saluda, por este orden a Mudji, a Oded, deteniéndose en su saludo más que con el resto, a Meir y después a los demás.

–Tengo ya la idea para el regalo al nuevo Príncipe, o Princesa, de Tiro. –Explica Orión–  Al desconocer el género del gobernante, he elegido algo que pueda servir para ambos sexos.

–Seguramente con esa posición ya tendrá de todo lo que desee, o a lo sumo desde esa misma noche lo conseguirá con solamente chasquear los dedos. Pero quizás haya algo que no tenga. Un gobernante que se precie debe poseer su trono, sus súbditos y… ¡un cetro!

Orión enseña y va pasando entre los presentes los bocetos que ha hecho para que el mejor orfebre de todo Fenicia lo haga realidad.

–Es una pieza preciosa de oro, enjoyada y con una calidad y un estilo dignos de un Rey. –Describe Orión apasionadamente– Enviaré a mi chiquilla con el presente para que vos, Príncipe Mudji, disponga de él y pueda acudir a la coronación con un presente a la altura del acontecimiento y de lo que se espera de vos.

–Sé también que el nuevo Príncipe o Princesa, no será del clan Brujah –deja caer Mudji mientras

Boceto detalle del Cetro
para el Príncipe de Tiro

los presentes ven los bocetos de la pieza de orfebrería. Orión se muestra sorprendido por la primicia de Mudji.

–¿De qué clan será? –Pregunta Nahum al Príncipe.

–No sé el clan, solo sé que no será Brujah y que puede agradar a los Assamita –dice Mudji mientras observa los dibujos de Orión.

Oded está impresionado por los dibujos, si se hacen realidad, el cetro será una verdadera obra maestra, que embelesará a cualquier Toreador con tan solo mirarla, algo que no le gusta en exceso, ya que deja fuera de juego a todo su clan, el incluido, en presencia del gobernante de la noche de Tiro.

–Estoy impresionado por la calidad de los dibujos –dice Oded– es una obra maestra. ¡Muy buen trabajo!

–Muchas gracias mi Primogénito. Para mí es un honor que opine eso sobre mi trabajo… bueno no es mío, pero una vez esté hecho como si lo fuera… –dice Orión muy agradable con su superior de clan, a pesar de responderle de forma entrecortada.

–Aprovecho para recordarle, con Oded, Primogénito Toreador, aquí presente –dice Orión a Mudji mientras éste mira a Oded– mi prometido aumento de posición a Antiguo de Jerusalén...

–Serás recompensado como mereces, más pronto de lo que crees –dice crípticamente Oded– en la coronación de Tiro puedes tener tu recompensa…

–Me gustaría pedirle también, si pudiera ser Nerea quien le dé el presente al nuevo Príncipe de Tiro, en nombre Mudji y Jerusalén, por supuesto.

–Por qué no –responde Mudji al Toreador.

–Gracias mi Príncipe –responde Orión nervioso.

–En la ceremonia, cuando Nerea entregue el cetro al Príncipe de Tiro, será cuando Oded confirme tu posición, como Antiguo de Jerusalén. –Dice Mudji.

Cuando se toca este tema, Orión no puede ocultar su evidente miedo, es un detalle, que aunque Desdémona esté ciega, no pasa desapercibido para ella, ya que el Toreador habla entrecortadamente, está nervioso. La Brujah no tiene duda de que teme algo en relación a la coronación de Tiro.

Cuando la recepción llega a su fin, Desdémona se encuentra a solas con Orión, antes de que abandone el palacio.

Oded por su parte está preparando su peculiar regalo para el Príncipe de Tiro, para confeccionarlo solamente requiere de un lienzo, unos pinceles y sangre de hombres culpables y torturados por él mismo. Se pone manos a la obra ¡La pintura quedará perfecta!

 

Fafner, Ghoul de Desdémona

Temor de Toreador

Desdémona, la guerrera Brujah ciega, acompañada por Fafner, su lobo lazarillo, y Orión, el sabio Toreador espartano, se reúnen gracias a la iniciativa de la mujer que se interesa por los oscuros temores que ha percibido en su compañero de corte.

–¿Qué te asusta tanto? –pregunta Desdémona a bocajarro.

–El viaje a Tiro. No me gusta correr peligro innecesariamente –responde Orión sinceramente a su compatriota griega.

–¿Por qué no se lo dices a Mudji? –pregunta la Brujah– creo que se puede hablar con el Príncipe…

–Temo que un guerrero Assamita no comprenda mi temor por viajar… –dice Orión– pero tienes razón.

–Yo te ofrezco ayuda y protección durante el viaje –dice Desdémona– puedo prestarte a dos o tres de mis guerreras, para que guarden tus espaldas día y noche.

–Agradezco enormemente tu ofrecimiento, compatriota griega –dice Orión sinceramente.

–Debes pensar que Mudji sirve al Matusalén Innominat y éste es el Dios de la verdad y como tal, la valora enormemente –explica Desdémona.

–Mi educación espartana me impide mostrarme vulnerable ante mis superiores –explica Orión– en Esparta no hay lugar para la debilidad y viví más de cuarenta años con esa cultura bélica, corriendo por mis venas. Es difícil ignorarla, de ahí vienen muchos de mis defectos, virtudes y miedos…

–Entiendo tu postura y la respeto –dice Desdémona– solamente quería interesarme por ti y aconsejarte bajo mi humilde punto de vista.

–Tus palabras me ayudan compañera troyana –dice Orión antes de despedirse cordialmente de la Brujah.

     

Donna, Capadocio, Neonata de Meir

La valiente Donna

El Senescal Meir propicia un encuentro con su chiquilla Donna, en la intimidad de su refugio, bajo el cementerio de los olvidados.

–Donna he de comunicarte algo de vital importancia –dice Meir con cierta inquietud en su voz.

–Me hubiera gustado que estuviera también Umaskal, pero no importa te lo cuento directamente –explica Meir.

 Meir le cuenta todo lo ocurrido sobre la repentina marcha de Ushpa a Egipto. Y el Capadocio le da la piedra hechizada que ayudará a Donna a buscar al niño.

–Donna. Quiero que encuentres a Ushpa –dice Meir cogiendo las manos de su querida chiquilla– se que ésta es una peligrosa empresa y que aun eres una neonata, pero creo que este puede ser el salto para que seas adulta y demuestres por ti misma que eres una gran cainita.

–Esta piedra te guiará hasta Ushpa –continua Meir– posee un ritual de Mortis y los espíritus te girarán a través de ella. Todas esas almas son soldados de Yahvé, no lo olvides nunca Donna.

Meir le cuenta a Donna su episodio con el esclavista y le sugiere que utilice su miedo para que les ayude a encontrar a Ushpa.

–Se sentirá culpable y no querrá morir, ahora mismo está viendo su futura muerte una y otra vez –sonríe Meir.

–Me gustaría que te acompañase Umaskal –sugiere Meir– seguro que podrá defenderte bien.

–Prefiero ir sola –dice Donna con cierta tristeza en la mirada– creo que es mi momento para demostrar que puedo hacerlo por mí misma, sin ayuda.

–Creo que Ushpa es alguien especial. –Dice Donna cambiando rápidamente de tema– Un gran humano, su valentía y su sentido del honor le honra más que a muchos Vástagos adultos. Debemos salvarlo del destino oscuro que se cierne sobre él.

–Por eso deseo salvarle. –Dice Meir– El Señor lo ha puesto en nuestro camino y debemos recuperarlo. Toma esta bolsa de oro, te ayudará en el viaje –dice Meir mientras le pone en las manos una pesada bolsa con monedas, la mujer se pregunta de dónde ha sacado Meir tantos recursos, nunca se ha interesado por los bines materiales...

–Es la empresa de tu vida Donna –dice Meir mientras su chiquilla está claramente asustada– Utiliza la Torá Negra que se encuentre en los reinos de camino a Egipto. Allí también hay dos hermanos sabios que te ayudarán en lo que necesites: refugio, alimento, conocimiento…

–Volveré con Ushpa o no lo haré –dice dramáticamente Donna, mirando a los ojos a su Sire adoptivo Meir, Capadocio Senescal de Jerusalén. La neonata se arrodilla ante su señor y este le toca la fría frente en señal de cariño y aprobación.

–Parte, niña. –Dice Meir orgulloso de su chiquilla.

–Contactaré con vos por medio de la Torá Negra –dice Donna– Cuando tenga información la escribiré en el idioma codificado que inventamos y se la haré llegar por medio de la red de sabios que tantas alegrías nos está dando.

–No dudes en mentar que eres chiquilla de Meir, Senescal de Jerusalén, chiquillo de Abraham –aconseja Meir– tu abuelo es un vampiro prestigioso y su nombre puede abrirte alguna puerta.

Donna cubre su bello rostro con una capucha y agarrando fuertemente la piedra, que se la ha colgado con una cuerda al cuello, parte dirección Egipto mientras Meir la ve partir con la pena, el miedo y el orgullo que solamente puede sentir un padre.

Meir aprovecha para utilizar  su contacto con Anat, la Matusalén Brujah, ya que le permite utilizar la red de la Torá Negra en su beneficio y ahora le pide a cambio que si puede ayudar a su chiquilla, aunque sea en detalles que la puedan ayudar, se lo agradecerá y servirá de pago por la ayuda que le presta Meir.

Después de despedir a Donna, Meir se dispone a encontrarse con su Sire Abraham, al que le informa de la partida de Donna y de paso le pregunta si desea replantearse su asistencia a la coronación de Tiro, ya que Anat asegura que puede ser positivo para su búsqueda sagrada de la Torá Negra.

Abraham, loco de contento acepta la invitación y empieza a organizar los preparativos para el viaje. Decide viajar con el grupo de la corte del Príncipe Mudji, si a éste no le importa.

A Meir no le ha costado absolutamente nada convencer a su Sire diciendo las palabras mágicas: Torá Negra.

Seguidamente Meir le comunica a Mudji que Abraham viajará con ellos a Tiro. Dado el efecto que han hecho las palabras Torá Negra sobre el Sire de Meir, Mudji le pregunta que es la Torá Negra.

–La Torá Negra son unos textos sagrados, nunca encontrados que serian como encontrar el saber absoluto. –Responde Meir– Un equivalente vampírico a los diez mandamientos de Moisés. El conocimiento de cómo conectar pasado, presente y sobre todo futuro. Al parecer en ella escribió un Profeta explicando cual sería el destino de nuestro mundo. Una serie de profecías que de cumplirse serian el fin de los días. Mi Sire Abraham lleva siglos buscando la Torá Negra y aprendiendo a interpretar textos proféticos para la noche en la que la encuentre.

Mudji no es un vampiro de creencias ni supersticiones, así que hace poco caso a las palabras de Meir y ambos cainitas regresan a sus quehaceres.

 

Cetro para el Príncipe de Tiro

El regalo de Nerea

Semanas más tarde Mudji recibe la visita de Nerea, chiquilla de Orión. La neonata es la belleza y el descaro personificado, su pelo negro y su intensa mirada, acompañada de vestimentas de lo más modernas y atractivas.

Sus curvas sensuales dibujan sus pasos cuando camina, hipnotizando a hombres y Vástagos. No se puede negar que es una mujer extremadamente atractiva.

Con una reverencia se presenta ante Mudji y con mucha gracia y la mano de una cortesana experimentada cierra las puertas del trono a sus espaldas mientras esboza una sonrisa picara y salvaje.

Cuando se despoja de su gruesa capa de viaje, hecha de pieles de zorros blancos, muestra bajo ella que esta noche está especialmente ligera de ropa.

Las líneas perfectas de su cuerpo se dibujan bajo su minúsculo vestido semitransparente de azul tirio. En sus manos lleva un arcón cubierto de terciopelo azul, color típico y característico de la corte real de Tiro. Cuando lo abre el preciosísimo cetro descansa sobre telas azules. La pieza es increíble. Tallado en oro, grabado con antiguos escritos tirios y encastrado con joyas de múltiples colores y reinos.

Nerea explica la pieza mientras la coge con mucha delicadeza con ambas manos, sus palabras suaves acarician los oídos del Príncipe Mudji que sentado sobre su trono se siente cortejado y poderoso.

La neonata Toreador se acerca al Assamita lamiendo sensualmente el cetro de oro y tirándolo al suelo, seduce al guerrero acariciando las tremendas cicatrices que cubren todo su cuerpo.

Mudji se deja seducir y no detiene en ningún momento a la Toreador, que bien podría ser la diosa de la sensualidad.

La mujer se desnuda y se sienta sobre Mudji besando apasionadamente al poderoso Vástago. Nerea acaricia al Assamita, que da sangre a su miembro y cuando está en erección, ambos vampiros hacen salvajemente el amor sobre el trono de Jerusalén. Trono sobre el que varias generaciones de Vástagos se han acomodado desde tiempos de Cyra y que ahora sirve de asiento para el placer y el deseo de dos no muertos.

Pero bien saben los cainitas que el sexo humano solamente es un pasatiempo agradable comparado con el intercambio de sangre, que hace que ambos amantes sientan un placer superior equivalente a mil orgasmos humanos.

Esta es la intención de Nerea cuando muerde su propia muñeca rasgándola con sus afilados colmillos y dejando correr la sangre sobre la blanquecina piel de su brazo.

Es evidente que la vampiresa desea que se vinculen mutuamente con sangre, pero Mudji la aparta y no se lo permite. Hay un momento en el que Nerea está dispuesta a beber de la sangre de Mudji en primer lugar y se dispone a morder su cuello pero el Príncipe la agarra antes y la detiene.

–Mi posición no me permite tener ningún tipo de vinculo de sangre… se excusa Mudji ante la excitada mujer que abre la boca enseñando sus colmillos ensangrentados con su propia sangre. Dentro de su sensual boca, su lengua roja baila ansiosamente pidiendo Vitae.

Nerea se detiene sintiéndose atraída por la firmeza y la negación del Príncipe Mudji. No hay enfado ni frustración en su expresión y la mujer se viste en silencio, limpiándose la sangre derramada por su brazo y tapando su nívea piel con la capa de zorro blanco.

Para la neonata Toreador su amante el Vástago más poderoso de Jerusalén, se hace el interesante, atrayéndola aun más por lo inesperado de su reacción. No todos los hombres son capaces de rechazarla, bien lo sabe ella.

–Espero que no sea esta la ultima vez… Dice Mudji mientras sentado en el trono de la lujuria, observa a la hermosa Vampiresa.

–Seguro que no. –Dice Nerea mientras besa en los labios al Príncipe y se despide de él con una sonrisa cómplice.

 

Samas, Ventrue Babilonio

El ascenso de Samas

Samas el Ventrue de Jerusalén pide audiencia con el Príncipe Mudji y éste se la concede y avisa a su Senescal Meir para que también esté presente. El Ventrue ha pedido a Mudji ascender de posición a Ancillae en la corte de Jerusalén y hacerlo en la coronación de Tiro.

–Quería agradecerle su decisión de ascenderme, con las condiciones que le pedí. También quería aprovechar para explicarle, mi Príncipe, la razón de mi petición de que mi ascenso sea en Tiro –confiesa Samas mientras mira a Mudji– es bien sencilla, pasarle mi ascenso por las narices a un viejo rival de mi propio clan: Adón, el comerciante de Tiro. Quería que lo supiera para que hubiera transparencia entre nosotros.

–Me parece bien que tengáis una rivalidad sana –apunta Meir viendo que Mudji permanece en silencio. Mudji piensa de lo extraño de la confesión de Samas.

–Tenemos un nuevo proyecto entre manos. –Dice Meir al comerciante Ventrue– Un molino para hacer aceite de oliva.

–Sí, he oído que no ha empezado con buen pie. El proyecto no ha dado sus frutos como se esperaba… –dice Samas sabiendo de lo que habla.

–Sí, esta vez han sido los campesinos –explica Meir– que no han sabido administrar debidamente el dinero que los nobles habían invertido en el futuro molino.

–¡Que esperabas del populacho! –Responde Samas con cierto desprecio– no saben más que hacer sus tareas y a veces ni eso. ¡Se lo merecen!

–Por cierto Samas, estas organizando el viaje a Tiro con Desdémona ¿verdad? –pregunta Meir.

–Sí. –Responde escuetamente Samas extrañado por la pregunta, ya que fue él quien se lo pidió.

–Vendrá también Abraham, mi Sire –dice Meir.

–Perfecto. Lo tendremos en cuenta. –Responde Samas– todo está ya organizado para ir con la máxima seguridad y viajar lo más rápida y cómodamente posible. Seguiremos rutas comerciales alternativas que son más seguras para no encontrarnos asaltantes ni otros peligros. Sus no vidas están en las mejores manos.

Cuando Samas sale de la estancia Meir le dice a Mudji que su chiquilla no podrá ocupar el trono como Regente cómo habían quedado, ya que la ha enviado a buscar al ayudante de Admiel, que está de camino a Egipto, para recuperar los escritos de la Torá Negra que su madre robó y vendió.

Mudji piensa a quien podría dejar al mando y cuando Meir ya ha abandonado el palacio, otro Vástago llama a la puerta del palacio. Orión se presenta ante el Príncipe y su Senescal haciendo una perfecta reverencia.

 

Regente de Jerusalén

El Toreador se presenta ante Mudji y le explica:

–Todos los pesos fuertes entre la corte cainita de Jerusalén han sido invitados a la coronación de Tiro… quería preguntarle ¿quién se quedará guardando Jerusalén?

–Soy consciente –responde el Príncipe.

–Me ofrezco para regentar Jerusalén en su ausencia. Enviaría a Nerea a Tiro en mi lugar, es una cortesana nata y mi ausencia y sustitución por mi chiquilla entra dentro de la etiqueta, sin molestar al anfitrión. Nerea sabrá como agradar, mejor que yo...

–Así mataría dos pájaros con una flecha. Mi neonata seria conocida en una importante corte vecina, lo que realmente le gusta a ella, y yo me quedará seguro en Jerusalén… no voy a engañarle, no me gusta correr riesgos innecesarios y este lo considero uno considerable.

–He de decir a mi favor que he regentado Jerusalén en dos ocasiones y ambas con éxito. Para mi será un honor y podré demostrar que merezco mi ascenso a la posición de Antiguo.

De nuevo Mudji se encuentra sorprendido por la astucia que ha demostrado el “maldito” Toreador… en realidad no tiene más que prejuicios hacia él. Si no existirá su punto débil llamado Nerea…

–No me disgusta tu plan. –Confiesa Mudji– Lo único que tu neonata no está liberada aun y sus acciones siguen siendo responsabilidad suya. –Y mientras dice esto Mudji piensa en la reciente visita de Nerea… ¿No estaría su Sire detrás de sus acciones? En cualquier caso, incluso las buenas acciones como la que Nerea espléndidamente sobre el trono, son responsabilidad de su Sire Orión, ya que como ´dl mismo ha dicho no ha sido aun liberada.

­–Correré el riesgo –dice Orión mientras Mudji regresa a la conversación después de pensar en Nerea.

–Me sigue preocupando lo de las malas compañías de Nerea que me contaste previo a su abrazo… –dice Mudji con tono suspicaz– háblame más de ello, ¿en qué consistían?

–Asuntos de rebaño rebelde. Mucho vino, relaciones carlanes, alucinógenos. Excesos varios –Se explica Orión– algo habitual en las fiestas de las cortes del Oeste.

–¿Seguro que solo eran humanos? –pregunta Mudji entrecerrando los ojos mientras mira a Orión desde el mismo trono en el que hace unas noches se estaba trajinado a su chiquilla.

–Temo que los Seguidores de Set pudieran estar tras ella… –dice Mudji– es su forma de actuar…

–Nada de eso mi Príncipe. Puede estar tranquilo. –dice Orión sonriendo y sin preocupación en su voz– Solo eran chiquilladas de humanos. Pero todo se ha solucionado al morir Nerea. Ahora juega a otro juego y en este, ella es la nueva.

–¿Lo puedes asegurar? –insiste el Príncipe.

–No, pero correré el riesgo. –Responde Orión– Así de seguro estoy.

–He pensado que voy a ascenderte a Antiguo antes de mi partida a Tiro. –Dice Mudji– y te dejaré de Regente al mando de Jerusalén estrenando tu nueva posición de Antiguo Toreador de Jerusalén, cuarta posición más importante de mi corte.

–Muchísimas gracias mi Príncipe –dice Orión mientras hace una elaborada reverencia con una sonrisa de oreja a oreja.

–¿Lo anunciareis vos? ¿O preferís que lo haga yo organizando algún tipo de celebración…? –pregunta Orión.

–Yo lo me encargaré –Dice Mudji– Oded prefería que te hubiéramos dado la posición en la coronación en Tiro, pero finalmente todo cuadra mejor así.

–Gracias una vez más –repite Orión muy contento.

–Serás nombrado Antiguo y Regente de Jerusalén mañana por la noche, yo se lo comunicaré a mi corte más cercana –dice Mudji.

Ambos Vástagos se despiden y Orión camina sobre nubes mientras abandona el salón del trono.

 

El Ascenso de Orión

El Príncipe Mudji reúne a su corte más cercana: Meir, su Senescal Capadocio, Oded, el Primogénito Toreador, Desdémona del clan Brujah y Nahum Nosferatu.

–Orión será nombrado Antiguo de Jerusalén y cuando partamos hacia Tiro asumirá la Regencia en mi ausencia. Su chiquilla Nerea acudirá a la coronación en su lugar. –Dice Mudji mientras suelta una sonora carcajada de desdén.

–¿Por qué te ríes? –Pregunta Desdémona– No lo entiendo. ¿Acaso esperas que Orión haga algo malo en tu ausencia para poder castigarle?

–Tengo un presentimiento. –Dice Mudji con una amplia e inquietante sonrisa– con Orión voy a tener que hacer algo que puede que no me guste pero voy a disfrutar…

Suponiendo la pronta llegada del amanecer todos los vampiros regresan a sus refugios.

 

La petición de Orión

Orión queda con Desdémona a solas y le agradece sus consejos.

–Al final le confesé al Príncipe mi temor y todo salió bien. –Dice Orión– Los Dioses han estado de mi lado. Quería agradecerte tus consejos y de paso pedirte un favor…

–Me vas a pedir que proteja a tu chiquilla… –se aventura a responder Desdémona.

–No exactamente. Pero si me gustaría que la prestases atención para que no cometa ninguna estupidez. –Dice Orión preocupado– ya sabemos como es mi chiquilla y si tú estuvieras pendiente, yo estaría más tranquilo.

–No puedo hacerme responsable de sus actos –dice la Brujah.

–Lo sé. Jamás se me ocurriría proponerte tal cosa –corrige Orión.

–Le daré la protección extra que te ofrecí a ti. Durante el viaje estará más protegida de lo habitual. –Dice Desdémona.

–Gracias otra vez –dice Orión– temo que se equivoque y haga cualquier temeridad. Tu seguro que sabrás lo que hacer…

–Yo me dedico a proteger. –Dice Desdémona– Esa es mi función. Si sucede algo yo estaré a su lado y lucharé para protegerla si fuera necesario, pero no puedo hacer nada más, no seré su niñera.

–Espero que todo vaya bien y no ocurra nada. –Añade Orión Es una neonata y es vulnerable, temo por su vida.

–¿Cómo lo haremos? –pregunta la Brujah.

–Puedes pasar a recogerla por su refugio antes de partir de Jerusalén. Alguien irá a buscarte a la granja y te llevará donde ella, que estará lista para el viaje. –explica Orión.

–Muy bien –y Desdémona ofrece la mano a Orión que la agarra con suavidad mientras cierra el trato con la Brujah.

 

Saddam,
Capitán de la guardia de Jerusalén, 
Ghoul de Mudji

Mudji precavido

El Príncipe Mudji tiene un encuentro con su contacto Ephraim, el leproso Nosferatu de Hinnom. Sucede en el salón del trono mientras el Assamita permanece pensativo en su trono, el mismo al que algunos han asegurado una y otra vez que está maldito.

Junto al Príncipe Mudji, a su izquierda, sin ningún tipo de cadena ni atadura, descansa aburrida la pantera negra ghoul del gobernador de la noche, Nayl, cuyo nombre significa precisamente noche.

Hoy, excepcionalmente, a su derecha, un paso tras el trono, se encuentra el otro ghoul de Mudji: Saddam, capitán de la guardia persa de Jerusalén. El Príncipe Assamita presenta a Saddam a Ephraim y le dice quien es. Mudji pide al capitán que se posicione frente a él y junto al leproso Ephraim.

–Como sabes, estaré ausente de Jerusalén, y me gustaría que si sucediera algo peligroso en la ciudad, se lo comunicases a Saddam para que el alerte a Orión, o haga lo que estime oportuno para solucionarlo. –dice Mudji dirigiéndose a Ephraim.

–Saddam. Este es mi amigo Ephraim. Si te trae noticias, hazle caso y actúa en consecuencia comunicándoselo a Orión, el Regente al que dejaré al cargo de Jerusalén en mi ausencia. –dice Mudji dirigiéndose esta vez hacia Saddam.

–Tengo serias dudas sobre Orión y su chiquilla Nerea –confiesa Mudji a Ephraim– llámalo recelo…

–A mi todo Toreador me causa recelo –añade Ephraim.

–Me gustaría pedirte un favor… –dice Mudji al Nosferatu mientras Saddam queda en un segundo plano en la conversación– Hasta que nos vayamos de Jerusalén me gustaría que espiases a Nerea, la chiquilla de Orión y me informes de si ves algo sospechoso.

–Puedo correr el riesgo, –dice Ephraim– pero si decido hacerlo, como su contacto, debo pedirle algo a cambio. Nuestra relación no tendría sentido si ahora me ordenase como Príncipe, lo que antes me pedía como contacto… a no ser que prefiera que dejemos de ser contactos y sea su súbdito…

–Mantengamos la misma relación cercana que siempre hemos mantenido –responde Mudji.

–¿Qué gano yo de exponerme espiando a la neonata de los Artesanos? –pregunta Ephraim.

–¿Qué deseas? –responde Mudji con otra pregunta.

–Información sobre Tiro. –Responde el Nosferatu tras pensárselo– Toda la que puedas conseguir tras la coronación. La filtraré debidamente y puede que Kothar esté interesado en saber que se cuece en la ciudad de la roca.

–Cuando nos vayamos a la coronación, Nerea también lo hará, así que al que deberás espiar entonces será a Orión, lo harías mientras yo no esté en Jerusalén. Me gustaría saber si gobierna de forma adecuada en mi ausencia. Será solamente hasta que yo regrese de la coronación. –Añade Mudji a su petición inicial.

–De acuerdo. Tenemos un trato Mudji. –Dice Ephraim mientras se acerca al Assamita y le estrecha su mano enferma, áspera y purulenta con mucha fuerza– Cumpliré mi parte. Espero que vos cumpláis la vuestra.

Una vez el Nosferatu desaparece ofuscado y se va de la estancia, Mudji concluye la conversación con Saddam, que no se ha enterado absolutamente de nada de lo que han hablado.

–Si Ephraim te dice que Orión se sale de lo que debería hacer como Regente y se encabrita… ¡te ordeno que lo mates durante el día! Aquí, en estos escritos –Mudji le ofrece unos papeles que Saddam recoge– está el refugio de Orión, su dominio y sus lugares de costumbre, siempre cercano a las familias griegas.

Mudji dispone de la información de todos los refugios, dominios y lugares de costumbre, de los Vástagos de Jerusalén. Al menos lo que de cara a la galería se sabe. Información dada por Oded que fue recolectada hace un par de años. Puede ser que alguno haya cambiado, pero en general serán los mismos.

 

Preparando el viaje

Oded, por su cuenta, reúne información sobre la reciente toma y liberación de los persas de la ciudad de Tiro, para plasmarla en su cuadro pintado con la sangre de torturados. Habla con Meir que no estuvo allí en persona, pero le pone en contacto con Desdémona que le describe lo que allí vivieron desde el punto de vista de alguien ciego que reúne información con todos sus demás sentidos.

Meir prepara sus cadáveres “ritualizados” con Mortis, para que todos puedan beber sangre incorrupta de ellos, antes de iniciar el camino a Tiro y así no llamar la atención cazando a su paso.

El Capadocio dejará que se alimenten de su despensa cubierta de mortajas, todos los Vástagos que viajarán con él. Pudiendo alimentarse hasta estar completamente saciados de sangre y recobrar su color humano, ese rubor en las mejillas que perdieron con la muerte. Todos menos el propio Meir y Abraham, ya que por debilidad de clan, siempre parecerán unos cadáveres aunque su cuerpo se encuentre lleno de Vitae. Esta ayuda por parte de Meir hará que no tengan que cazar durante el viaje, a no ser que sea por una situación extrema.

Samas y Desdémona se encargan de preparar las haimas de viaje. Las haimas de viaje, son pequeñas tiendas que van sobre camellos. Se basan en las jaimas habitables de los nómadas, tiendas cómodamente trasportables para vivir en el desierto. Estas en concreto están y pertrechadas con un doble fondo en la parte baja de cada una, en la que pueden viajar dos vampiros dormidos durante el día. Y así la caravana no necesitará buscar refugio seguro para todos cada noche y avanzarán al doble de la velocidad habitual. 

La Brujah da las ideas, en Troya era habitual esta forma de viajar, y Samas ordena fabricar estos ingenios en madera, su oro y sus contactos son de suma importancia para que todo esté listo para la noche que todos partan hacia Tiro.

A pesar de sus diferencias ambos vampiros trabajan con profesionalidad, no les conviene a ninguno de los dos tener una tangana por los prejuicios del Ventrue y la bestia latente de la Brujah.

Los dos Capadocios, Sire y chiquillo, viajarán juntos; Nahum con Mudji; Oded con Samas; Desdémona con Nerea; Y Dante viajará solo. Pero Samas hace los movimientos necesarios para que Oded y Dante viajen en la misma haima y sea el mismo quien viaje solo al fin. Evidentemente por su comodidad y seguridad, Samas viajará mejor así.

Por supuesto cuando Dante se entera de con quien le toca viajar, se ofrece para cambiar su pasaje y viajar con la bella Nerea. Desdémona le deja claro al Ravnos que será ella quien duerma con la Toreador. La razón que la Brujah le da a Dante es que será por su seguridad, ya que va a protegerla personalmente durante el camino. Dante concluye la conversación:

–El honor de mi Sire está en juego… así que seré bueno. –Dice el Ravnos mientras sonríe a la guerrera ciega y piensa cómo será tener sexo con alguien invidente…

La silenciosa y frágil Hylia, ghoul de Desdémona, sacerdotisa de Artemisa, viajará en la haima de su Domitora Brujah. Fafner, el ghoul de la Brujah lo hará acompañando al carro desde fuera muy de cerca.

Las guerreras de Desdémona son asignadas por la Brujah de la siguiente forma: dos por haima, a excepción de dos extras en la haima de Nerea y ella y otras dos más protegerán la haima en la que viaja el Matusalén Abraham, que seguro que suma más años de edad que todos los demás presentes juntos.

Nayl, la pantera inmortal de Mudji, viajará a una distancia prudencial de la caravana. Siempre al acecho, adelantada para ver que les depara el camino o por los lindes del mismo husmeando por si hubiera peligro. Sigilosa y protectora no se separa de la caravana teniendo siempre a la vista el lugar donde viaja su amo Mudji.

Meir y Oded no traen a nadie de su círculo con ellos. Dejando a sus ghoules en Jerusalén ocupados con sus tareas habituales.

Oded habla con Dante y ya que viajarán juntos durante el par de semanas que durará el viaje,  el Ravnos puede contarle por el camino como fue el ataque a Tiro para así poder plasmar mejor el dramatismo en su obra, que retocará cada noche durante la marcha, en descansos o en la misma haima, con la complicación añadida de la poca iluminación y el movimiento continuo. Nada que un gran artista cómo Oded, no pueda solventar.

 

Carta de Donna

Antes de partir Donna le hace llegar, por medio de la Torá Negra, una carta codificada a Meir. Se la da el Gran sabio, Najman, director del la Torá Negra desde Jerusalén. Esto es bueno, quiere decir que la neonata Capadocia sigue viva para poder escribir…

 

“Mi Sire Meir,

He llegado a una aldea con mar en frontera con el reino del sur de Arabia. Al parecer aquí fue donde el valiente Ushpa descubrió donde se encontraba el comprador de los tres escritos.

El niño ha embarcado en una nave con destino la ciudad de Tebas, en Egipto, no sé si esta ciudad tiene puerto o irán a ella por tierra después de atracar en cualquier otra.

Ahora deberé encontrar yo la forma de viajar a Egipto. Uno de los hermanos de la Torá Negra en Arabia me ayudará a viajar de forma segura y me ha puesto en contacto con los hermanos que viven en Egipto y Libia. Estoy recibiendo mucha ayuda de nuestra familia, esto me hace sentirme mejor y en parte en contacto con mi hogar, Jerusalén.

Muchas gracias Mi Sire.

Siempre tuya:

 

Donna, tu chiquilla y neonata Capadocio

 

 

Nerea, Neonata Toreador,
Chiquilla de Orión

La huida de Nerea

Cuando a pocas horas de partir, Desdémona va a buscar a Nerea donde Orión le dijo, no se encuentra allí.

La Brujah busca rápidamente a Orión y le pregunta por su chiquilla. El no sabe nada y Desdémona agota las pocas horas que tiene antes de partir con sus compañeros, en buscar a Nerea. Pide una prenda de la mujer a Orión y el Toreador le da un vestido de su chiquilla, uno semitransparente de color azul tirio.

La Brujah da a oler el vestido de Nerea a su lobo Fafner y este sigue el rastro de la neonata hasta el palacio del gobernador judío de Jerusalén, Bagohi. Que a estas horas de la noche, presumiblemente descansa plácidamente mientras su guardia personal le protege de todo mal.

Allí Desdémona pregunta a uno de los guardianes por el Espectro y la alerta del soldado se convierte rápidamente en una necesidad imperiosa de encontrar al misterioso guardián del gobernador.

El imponente Espectro se personifica ante Desdémona. Su acorazada armadura completa suena rozando ligeramente con la piedra del suelo cuando aparece ante ella y está solo. No ver a Nerea inquieta a la Brujah que entabla una breve conversación con el Assamita:

–Me envía el Antiguo Toreador Orión. Vengo a buscar a Nerea. Sé que ha estado aquí… –dice Desdémona.

La cabeza del Espectro niega un par de veces, la invidente Brujah lo sabe por el ruido que hace al moverse.

–¿No está ahora? –Pregunta Desdémona.

El yelmo del Espectro vuelve a negar, esta vez una sola vez. Desdémona acaricia a Fafner y el lobo

El Espectro,
Assamita guardián del gobernador

tira de ella hacia fuera, parece que el olor conduce a otro lugar…

La guerrera Brujah se despide del misterioso Assamita que no se ha dignado a decir una sola palabra.

Fafner, huele el vestido y guía a Desdémona hasta la puerta que lleva dirección norte, fuera de Jerusalén. Parece que Nerea ha partido hacia Tiro por sus propios medios. No se pude negar que tiene un par de ovarios o es estúpida perdida.

Desdémona comparte esta nueva información con Orión, que se preocupa por la noticia de su neonata sola, por un peligroso camino hacia un lugar desconocido…

–A lo mejor se ha adelantado para hacer algo digno… –dice Desdémona dando una nota de positivismo ya que percibe la inquietud del Toreador en su inestable tono de voz.

–Rezaré a los dioses del Olimpo por ella –dice Orión mirando al cielo. Curiosamente ambos Vástagos son griegos y conocen bien las deidades del Olimpo a las que se refiere el Antiguo espartano.

Nerea pide llevarse el vestido de Nerea por si tuviera que buscarla en Tiro. Por supuesto Orión se lo da sin querer pensar en esa posibilidad.

Solo espera que su chiquilla haya llevado protección, para el peligroso camino en el que muchos cainitas han perdido la no vida, hace unos pocos años lo hizo un Príncipe de Tiro y su guardaespaldas Gangrel.

–El cetro lo tiene ya Mudji, se lo hizo llegar Nerea en persona –dice Orión a Desdémona que no había caído en el detalle.

Ambos Vástagos se despiden y Orión desea a su compatriota Brujah que los dioses viajen a su lado.

 

Satrapías persas
Antes de partir

Con este cambio repentino Desdémona decide viajar sola en su propia haima que iba a ocupar con Nerea. Igualmente redistribuye las guerreras y pone a una de más en la haima de Mudji y otra en el suyo, dejando únicamente la haima de cola con una guerrera, el de Oded y Dante.

La Brujah ofrece a Samas protección extra de sus soldados de Artemisa, pero el Ventrue las rechaza, ha traído sus propios mercenarios pagados por él. Cuatro guerreros armados hasta los dientes que escoltan día y noche el carro de  Samas. Cualquiera que intente hacerle daño se las verá primero con estas cuatro diestras y experimentadas espadas pagadas con oro persa.

Justo antes de partir, Mudji entabla conversación con la Brujah:

–A lo mejor Anat tiene un gesto con Alamut en la elección del nuevo Príncipe de Tiro. –dice Mudji para romper el hielo.

–¡Elegirá a Bicor, el embajador de Alamut! –dice Meir con sorna mientras pasa cerca de ambos vampiros, y de la misma se va sonriendo y quitándole hierro al asunto.

–¿Por qué ibas a proteger con más guerreas a Nerea? –pregunta Mudji a Desdémona.

–Me lo pidió Orión –responde la Brujah– por supuesto me ofrecí a ayudarle. ¿Te molesta?

–No. –Responde Mudji– simple curiosidad.

¿Y cómo sabes que no estaba Nerea? Aun no hemos partido. Puede venir aun… –pregunta Mudji.

–Orión me pidió que la buscara hoy y no estaba. –Explica Desdémona– La he buscado y el olfato de Fafner me ha llevado al palacio real, allí el Espectro me ha dicho que ya no estaba y al parecer ya ha partido en dirección Tiro. –Dice la Brujah enseñándole el vestido de la Toreador. El mismo que llevaba cuando le hizo la visita a Mudji.

Esto hace pensar al Príncipe en aquella apasionada noche pero la Brujah no se percata de cambio alguno en la faz de su interlocutor, hay detalles que por ser ciega se le escapan, como es lógico.

–¿Orión sabe de su desaparición? –Pregunta Mudji a la guerrera troyana.

–Si lo sabe. –Aclara Desdémona mientras Mudji dibuja una sonrisa de oreja a oreja que deja escapar una risita que la Brujah escucha.

–¿He hecho algo mal? –pregunta la Brujah a su Príncipe.

–No. Tu no. –responde Mudji mientras entra en su haima dejando a la Brujah pensativa y subiendo al suyo para partir de Jerusalén.

La caravana de los cainitas de Jerusalén se dispone a partir. Cinco haimas con ocho Vástagos protegida por un lobo, una pantera, diez guerreras troyanas y cuatro mercenarios. Todos alineados salen por la puerta norte en dirección a la ciudad isla de Tiro, en el reino de libre, hasta hace poco satrapía de Persia.

 

El viaje a Tiro

Viajan ocho cainitas: Mudji y Nahum; Meir y Abraham; Oded y Dante; Desdémona; Y Samas. Durante el viaje se conocen un poco mejor.

 

Meir, Capadocio, Senescal de Jerusalén

Primera haima: Abraham y Meir

En la primera haima, escoltado por tres guerreras de Desdémona, viajando con Meir está Abraham, es evidente que es un anciano muy sabio, al que le gusta estar solo con sus pensamientos y sus estudios, únicamente tiene un tema de conversación que le apasiona: su búsqueda de la Torá Negra, escritos proféticos sobre el futuro.

Con Abraham va Meir, que pasa todo el viaje con su semblante sosegado y actitud calmada evidente para todos sus compañeros. El Capadocio demuestra ser un apersona paciente, devota y conocen un poco más su naturaleza de cuidador, que asoma cada vez que alguien en la caravana necesita cuidar de alguien, aunque sea para la cosa más sencilla.

 

Nahum de Hinnom, Nosferatu

Segunda haima: Mudji y Nahum

En la segunda haima de la caravana van Mudji y Nahum, escoltados por tres guerreras de Desdémona y la mirada atenta de Nayl, la pantera negra del Príncipe que vigila desde la distancia continuamente.

Mudji en todo momento muestra respeto a Abraham, el único anciano presente. Habla con su solitario compañero de viaje, Nahum, se lleva muy bien con él. Le recuerda a sus inicios en Jerusalén, él también empezó siendo un juez y verdugo en las calles más oscuras de la ciudad, al igual que ahora lo está siendo Nahum. El Príncipe muestra sin tapujos su naturaleza de juez que guía sus pasos continuamente. Arropada su personalidad con una coraza autócrata que se le ajusta a la perfección, para hacer las cosas de la única forma correcta: la suya.  Sus normas son suyas y las hace cumplir. Escucha y juzga y ejecuta.

Nahum es un leproso de naturaleza solitario, al que le gusta hacer las cosas a su aire. Ahora se encuentra claramente fuera de lugar e incomodo ante tanto trato social. Es transparente en su comportamiento y es evidente su conducta de defensor, por la cual defiende cualquier causa que considere justa siendo honesto consigo mismo y con su vía del cielo. Tiene muy buen concepto del Príncipe Mudji y no tiene problema alguno con él.

El Príncipe Assamita aprovecha para ofrecerle a Nahum ser su “Azote”, su brazo armado y ejecutor en Jerusalén, con una posición solo superada por él mismo e igualada por la del Senescal Meir. Nahum responde al Príncipe que se lo tiene que pensar y la cosa queda en el aire.

El Senescal Meir aconseja al Nosferatu, y le dice que todo buen gobernante necesita una espada que le limpie la ciudad de malhechores. Pero que si acepta el ofrecimiento de Mudji deberá actuar como tal, no le vale tener la posición y no utilizarla. Perderá libertad a cambio de ser un peso político en la noche de Jerusalén, debe sopesarlo para tomar la decisión.

 

Caravana con haimas de viaje
Tercera haima: Samas

El Ventrue siempre escoltado y protegido por sus cuatro mercenarios, viaja de forma cómoda solo él, en la haima. De vez en cuando se relaciona con algunos de los demás Vástagos de la caravana.

Durante el viaje todos conocen mejor a Samas, un comerciante que tiene oro persa “que le sale por las orejas”. En varios de sus comentarios ha dejado claro su odio visceral hacia los griegos, sean humanos o cainitas. Nadie sabe las razones, pero deben ser de peso, por el nivel de rabia en sus palabras.

El Ventrue se pasa el camino relamiéndose de su éxito que restregara por la cara a su rival y compañero de clan Adón, ya que lleva más de diez años en Tiro y aun no ha conseguido posición alguna mientras sirve a los insolentes y equivocados Brujah.

Samas aprovecha para hablar con Oded, el Primogénito Toreador. La primera vez que se vieron no se quedó con buen sabor de boca. Entiende que sienta que ha venido para pisar su campo de comercio incipiente, pero hay espacio para todos. Lamenta el asesinato de su mercader en Jericó. Una lástima. Quizás el destino le alertaba de que el comercio no es lo suyo.

–¿Puedo ayudarle de alguna forma? –Pregunta Samas a Oded– Me haría sentir mejor.

–No hay problema alguno compañero –responde Oded de forma amigable– Tu estas mejor y yo no estoy en contra de nadie, ni deseo enfrentamiento alguno. Todos queremos lo mismo: la prosperidad de Jerusalén. Por supuesto si nos podemos enriquecer con ello pues mejor que mejor…

–Pórtate bien con Jerusalén y fomenta las buenas relaciones con la vecina Tiro. Se leal a Mudji y no nos deshonres, somos tus superiores en posición. –Aconseja Oded al altivo Ventrue.

Otro asunto importante del que se encarga Samas durante el viaje, es pagar las mejores posadas en la ruta, para que todos puedan refugiarse de forma segura por el camino y no duerman de noche en el incomodo carro. Al no ser necesario y como van bien de tiempo, el Ventrue se puede permitir el lujo de organizar el viaje con escalas para dormir en refugios seguros y cómodos, hasta llegar a Tiro. Su oro persa abre todas las puertas y cierra todas las bocas.

 

Guerreras de Artemisa
al servicio de Desdémona

Cuarta haima: Desdémona

La Brujah viaja en la cuarta haima con su sacerdotisa ghoul, Hylia, escoltadas en todo momento por tres de sus guerreras. Fafner corretea cerca del carro sin perder de vista a su ama.

Desdémona demuestra ser en todo momento una profesional desmedida. Su  conducta es, en todo momento, protectora y sus compañeros de viaje descubren cual es su verdadera naturaleza: idealista. La Brujah piensa que hay esperanza incluso para Samas, que la odia abiertamente, por ser griega y seguramente por ser Brujah. Desdémona piensa y comparte sus ideas en alto:

–Los rencores pasarán. Hay esperanza para todos. El odio también es un obstáculo salvable, poco a poco se mitigará y se descubrirá la verdad. Al fin y al cabo Samas también es un compañero. –Asegura la Brujah a sus compañeros este o no, Samas escuchando.

La Brujah se centra en su trabajo de protección de la caravana, organizando y en contacto continuo con sus guerreras.

Con los demás compañeros de viaje tiene una relación cordial y con sus dos ghoules le ata un lazo de cariño más que evidente. Con sus guerreras, Desdémona, es su líder militar y así lo demuestra constantemente cuando están junto a ella, el trato es completamente mutuo por su parte también.

 

Hylia, Sacerdotisa de Artemisa,
Ghoul de Desdémona

Quinta haima: Dante y Oded

En la quinta y última haima de la caravana, escoltado por una guerrera de Desdémona están Oded, el Primogénito Toreador y Dante, chiquillo de Amal Faruk, miembro de los Hijos de Faruk.

Oded es un tipo muy perfeccionista, altivo y muy organizado. Se interesa por su compañero de viaje Dante, tiene conversaciones cordiales con el Ravnos, mientras pinta su obra siguiendo los detalles que le cuenta sobre la liberación de Tiro, en la que Dante estivo. Oded es alguien muy seguro de sí mismo y es evidente en todas sus conversaciones. Tampoco esconde su verdadera naturaleza de monstruo, ya que tortura y pinta con sangre de los condenados que murieron agonizando en sus manos. Incluso se siente en parte orgulloso de ella. Es inquietante pero el Toreador se lo cuenta a Dante sin pelos en la lengua como si fuera algo normal. Al Ravnos no se asusta ni siquiera le parece mal, es más aplaude su valentía mostrándolo abiertamente.

Dante es un ser peculiar, es feliz y se pasa el camino encontrando el momento para beber, bailar y pasárselo bien en alguna taberna del camino y así lo hace. Lo necesita para vivir como la Vitae.

Coquetea con toda mujer posible, Desdémona, Hylia y las guerreras de la Brujah. Todas pasan de sus argucias para ligárselas pero no por ello Dante deja de intentarlo de formas diferentes, flores, chistes, pavoneo… Es un ser entrañablemente salido.

Lo hace las primeras noches hasta que cuando Desdémona lo ve coqueteando con Hylia, la Brujah le agarra por detrás, fuerte del hombro, con Potencia, sin hacerle daño pero curvándole la espalda ligeramente:

–Deberías alejarte de los ghoules de otro en general, pero en particular: ¡aléjate de Hylia! Si la tocas un pelo, te arranco la cabeza. Ni te acerques a ella si quieres seguir viviendo. –Amenaza de muerte la Brujah al Ravnos.

–Con mis guerreras humanas haz lo que quieras mientras no las hagas daño, ni afecte negativamente a su rendimiento, ni a su profesionalidad en su labor No puedes vincularlas ni debilitarlas. Pero recuerda a Hylia… ¡nada de nada! –Advierte Desdémona y suelta al Ravnos que tenía un ramo de flores para regalarle a la Brujah y que tira al suelo y pisotea delante de la Brujah, sin pensárselo dos veces mientras sonríe nerviosamente. 

 

Nayl, Ghoul de Mudji

Sobre los ghoules

Tras las severas palabras de Desdémona hacia Dante, Mudji, que ha escuchado lo ocurrido en silencio, el Príncipe quiere aprovechar para dejar algo muy claro:

–No aparece en las Tradiciones, pero en Jerusalén hay que tener respeto por todos y cada uno de los ghoules. ­–Dictamina Mudji– Mi interpretación sobre ellos es que si los dañas, es como si dañases el dominio de otro Vástago y eso si va contra las Tradiciones. Respetar el dominio de otro cainita. Los ghoules en Jerusalén son parte del dominio del cainita domitor del mismo. Son territorio prohibido para otro Vástago que no sea el dueño.

Los Vampiros que, durante un descanso en el camino, escuchan las palabras de Mudji están todos de acuerdo sobre su reciente ley. Seguro que el libro de Nod original menciona esta Tradición pero se perdió al decidir cuáles eran las más importantes.

Se encuentran descansando en un pequeño osáis en pleno desierto, donde los caballos beben agua y los ghoules comen algo, hasta que vuelvan a retomar la marcha. Ahora que tiene la atención de todos, Mudji continúa:

–Aprovecho para dejar claro que en Jerusalén, la propia Jerusalén es lo más importante. Da igual el clan y las influencias o facciones a las que seáis sometidos. Yo soy Assamita, pero antes, está Jerusalén. Sigo siendo fiel a Alamut, pero en segundo plano y una cosa no interfiere en la otra.

–Mi consejo para todos los Vástagos de la ciudad, indiferentemente de su clan, es que el objetivo principal siempre es Jerusalén. Me da igual que seáis griegos, babilonios, judíos, egipcios, Assamita, Brujah o Nosferatu. Nadie debería tener otra lealtad que no fuera la de Jerusalén. Si la tenéis, deberéis elegir entre ella y mi espada.

Concluye Mudji mientras desenfunda su espada y la eleva hacia el cielo dirección Jerusalén.

A todos los presentes le queda claro el mensaje y con este en sus pensamientos, continúan su viaje a Tiro.

 

Desiertos de Yehud