Capítulo 39: Crónicas de Yehud V, Shah Mat (386-385 a. C.)

Crónicas de Yehud

V


Shah Mat

(386-385 a. C.)

 

(En este periodo persa encontramos el origen de la palabra jaque Mate, que da nombre al fin de la partida del ajedrez.

La expresión “Shah Mat”, siendo el Shah el título de los monarcas persas, significaba “el rey está atrapado” o “el rey no tiene escapatoria”.

La asociación con la muerte vino posteriormente del árabe, el cual modificó la palabra “Mat” por “Mata” que significa muerto.

Así, partiendo del “Shah Mat” persa hemos llegado al significado actual de jaque mate.)

 

 

385 a. C., Jerusalén

Amal Faruk, Ravnos
Antorchas para Amal

Amal Faruk lleva varias noches inquieto. Sus visiones de futuro otorgadas por su poder de Oráculo le han alertado de su camino próximo a tomar. No lo tiene claro aun, pero sabe que será en solitario y fuera de Jerusalén, así que se despide de su chiquillo Dante y le pide que vaya a la coronación de Tiro por él.

Amal no da detalles sobre su marcha a su neonato. Lo hace por su propia protección, y le da la invitación a la coronación que recibió el Ravnos. El Oráculo le ha mostrado como su chiquillo Dante y él se separan durante un tiempo…

Dante, atemorizado, se dispone a estar a la altura y se lo hace saber a su Sire. Ambos se despiden sin saber cuándo volverán a verse.

Amal Faruk decide irse de caza para partir de Jerusalén con su estomago lleno de sangre. Visita tabernas de la ciudad y se dispone a seducir a las suficientes mujeres para no tener que preocuparse por su alimento durante un tiempo.

Pero Amal tiene ante si a una mujer intocable, la inmaculada hija de un reputado tabernero que al ver las intenciones de Amal, pone a todos los clientes de la taberna en contra del pendenciero Ravnos. Una turba de hombres con antorchas y horcas persigue a Amal Faruk por las calles de Jerusalén.

El Ravnos escapa de la ciudad por la puerta principal y lo hace a lo grande, corriendo por su vida. Siempre se le dio especialmente bien correr, huir ha sido una constante en su pasado, por mera cuestión de supervivencia.

Atrás deja a la jauría hambrienta de un buen linchamiento que otea el horizonte de la noche desde lo alto de la muralla, aquí le esperarán. Amal mira a sus espaldas, sus sentidos están a pleno funcionamiento y permanece alerta mientras la luna llena le ilumina el camino, no es una buena luz para esconderse pero si para buscar un buen refugio.

 

Jardines colgantes de Babilonia
La visión

Amal camina por el desierto, sin previo aviso, se detiene y sus ojos se tornan de color blanco. Entre en trance profundo y comienza una de sus enigmáticas visiones:

La luna llena baña la noche, igual que en su realidad actual. Ve la escena como si volase, igual que un Dios vigila su creación. Un hombre con túnica oscura, encapuchado tapa su cara y corre en la noche. Camina de forma rara y de vez en cuando salta para seguir corriendo. Amal sabe que este misterioso personaje ha sido tocado por una mano divina. Lleva un bebé en brazos, de apenas unos días. El retoño tiene su fino cabello blanco y su piel es rosácea como la de un cerdito.

El encapuchado acaba de sacar al bebé de un agujero en la tierra. Ha sido escupido del infierno por una gruta secreta, es nada menos que el hijo bastado de un demonio. Entra un inmenso complejo civilizado. Amal se fija bien en las construcciones y ve un templo a la Diosa lunar Astarté. También ve unos espectaculares jardines colgantes obra del hombre pero hechos con mano divina. ¿Babilonia?

El misterioso encapuchado deja al bebé con mucho cuidado en la entrada en obras de un inmenso templo en construcción. Es redondo y han empezado a edificarlo con ladrillos de limo verde.

Amal se despierta. La visión ha sido muy real y vivida, y el Ravnos no es capaz de interpretar que es lo que significa. ¿Ese bebé será un demonio que crecerá y deberá cazarlo ahora que es mayor? Amal Faruk aun no sabe cuánto equivocado está…

 

Araña tejedora del Destino
La araña

Durante las siguientes noches, Amal empieza a ver el símbolo de la araña tejedora del destino allá donde mire.

Primero la ve en visiones irreales y después en el mundo real, completamente materializada. La ve en una mancha de humedad, en una piedra, tallada en un árbol, en las nubes del cielo, en una mancha de una roca, pintada con sangre en la pared de un callejón, en un charco de barro, en el oxido en la manilla de una puerta de una casa abandonada, en las entrañas de un muerto al que devoran las alimañas… El Ravnos no sabe quien le deja las señales, pero decide estar más alerta que nunca, no descarta que pueda ser una trampa.

Paranoico, Amal, llega a la conclusión de que alguien está guiándole de una forma perversa.

En medio del desierto ve la marca de la araña, esta vez en la cara de un camello moribundo, hecha con un filo muy cortante. El animal ha sido cruelmente rajado y la herida aun está en carne viva.

El Ravnos se alimenta de la sangre del moribundo camello, acabando con su sufrimiento y saciando su hambre no humana, con alimento insípido comparado con la Vitae de las sabrosas mujeres de las que se suele alimentar el apuesto y fantástico Amal Faruk.

Noche tras noche Amal viaja siguiendo las marcas de la araña y acaba en Betel, una ciudad más grande que las últimas en las que ha estado. Está situada en el norte de la satrapía de Yehud, antiguo reino de Judá.

Amal se encuentra ante un sacrificio, un cordero sobre un altar quemado y en su carne carbonizada… ¡el símbolo! llamándolo de forma misteriosa. Impresionado eleva la mirada y ve un tenebroso lugar que le llama la atención…

 

Espantosa cuchilla de los Demonios
La tumba de Betel

El Ravnos se encuentra frente a la tumba de un viejo y olvidado cementerio donde solamente hay una marca legible en la lapida. Es la araña tejedora del destino, la misma que lleva guiándole todo su viaje. Algo curioso: la marca está cincelada en la vieja piedra, hace años, quizás décadas…

Amal busca una pala, no la encuentra, cuando de pronto escucha claramente los gritos de una mujer acallados rápidamente. El Ravnos invoca su daga mágica y se dirige hacia un callejón donde se encuentra con un demonio menor que viola salvajemente a una indefensa mujer. El aterrador ser levanta la cabeza y mira al cainita, quedándose inmóvil en el momento que sus miradas se cruzan.

Amal aumenta sus atributos físicos, gracias al empleo de su preciada sangre, y se abalanza intentando acuchillar al demonio. El ser demoniaco arroja a la mujer al suelo y agarra los antebrazos de Amal, enfrentándose cara a cara con él, y mientras forcejean se miran fijamente a los ojos.

El Demonio cambia la expresión y deja de forcejear. Amal, extrañado deja de hacer fuerza también y apuntándole con su “Espantosa cuchilla de los Demonios”, mira a la chica que llora tumbada en el suelo. Amal se dirige a ella y la ordena que huya. La maltrecha muchacha y se va arrastrándose como puede, dejando un reguero de sangre proveniente de entre sus piernas.

Amal se acerca a la herida mujer y se corta su propia muñeca ofreciéndole de beber sangre y la atónita muchacha, comienza a golpearle gritando y maldiciendo a todos los seres del Averno que esta noche han venido a atormentarla. El Demonio observa la escena satisfecho con la desesperación de la joven y Amal emplea sus poderes de Quimerismo para crear una ilusión y aparecer como un bello ángel que le da de beber néctar sanador de un sagrado cáliz.

–Bebe hija, esto te sanara. ¡y márchate! –dice Amal mientras la mujer bebe y sintiéndose con más fuerza se levanta convencida de estar viviendo un milagro o una mala pesadilla. Llorando desconsoladamente, corre sanada pero encorvada y confundida, desapareciendo fugazmente de la escena.

Amal se gira entonces hacia el demonio menor, que se encuentra mirándolo muy entretenido. El Ravnos empuña su reluciente y luminoso filo y se dirige hacia el ser del Averno cuando, por su cara, se da cuenta de que el demonio lo ha reconocido.

–Yo te conozco, eres conocido en el infierno –dice el demonio señalando al Ravnos con una negra uña puntiaguda mientras sonríe con miles de dientes– “El olvidado” te llaman allí…

Esto enorgullece a Amal, cazador de Demonios: conocido en el infierno, suena bien.

Taurinus, Demonio menor

–Nooooo. No es por lo que tú crees –acara el demonio sonriendo y a continuación cae al suelo de un ataque de risa. Llora lagrimas negras y mira a Amal mientras se descojona vivo.

Amal con sangre fría, le mira sin entender lo que ocurre.

–No veo dónde está la gracia– dice Amal dirigiéndose al demonio, que se revuelca en el suelo muriéndose de risa– ¿Me lo cuentas o quieres que acabe contigo aquí mismo?

El Ravnos se abalanza sobre el demonio y le clava su daga mágica en la pierna, con intención de herirle para que le cuente que le hace tanta gracia. No quiere matarlo, prefiere descubrir que está ocurriendo aquí.

El Ravnos retuerce la daga clavada en el muslo del demonio hasta la empuñadura, sobre el deforme cuerpo de piel correosa mientras el herido demonio grita y se ríe al mismo tiempo. Amal intenta interrogarle pero el demonio no puede parar de reír, todo indica que es algún tipo de pérfida defensa para no hablar.

Así que el cazador saca la daga luminosa de su pierna y de un certero golpe decapita al demonio que deja de reírse al instante. La cabeza rueda por el suelo y su cuerpo cae plomizo a los pies de Amal. De su boca llena de colmillos afilados, surgen unas imposibles últimas palabras:

–Aquí yace la madre de demonios. –Y los ojos del engendro miran al cementerio. Después, sus restos se deshacen en cuestión de segundos, convirtiéndose en un charco putrefacto de heces de camello enfermo.

Amal Faruk observa la tumba que estaba mirando en el cementerio, justo antes de que todo esto ocurriera. El Ravnos busca algo con lo que cavar, encuentra una vieja pala y comienza a socavar la tumba. Para proteger sus profanos actos, crea una ilusión alrededor suyo para que nadie vea lo que está haciendo. La ilusión es una imagen del cementerio y la tumba tal y como estaba antes de llegar el.

De pronto, un relámpago ilumina el cielo y al de unos segundos un tueno corresponde con un estruendo cercano, que hace que retumbe todo el suelo. Comienza a llover a cantaros. La lluvia convierte la profanación de la tumba en un tenebroso barrizal, en el que Amal cava y cava iluminado por los relámpagos, y refrescado por la fría lluvia que cae del cielo. La niebla que se levanta tras la lluvia, ambienta la escena con una guinda lúgubre.

La pala llega al ataúd y Amal lo abre con fuerza para cerciorarse de que… ¡la tumba está vacía! El Ravnos busca bien en su interior pero solo hay un papel polvoriento con la marca de la araña y la palabra “Mizpa”, escrita con sangre seca.

Amal termina la noche cazando al estilo seductor, por las tabernas de Betel. Acaba bien acompañado por tres bellas mujeres de dudosa reputación, a las que ha seducido sin dificultad. El Ravnos pasa la noche con las tres damas y satisface todas sus apetencias.

 

Logriksa, Madre de demonios
En Mizpa

Semanas después, sus pasos le llevan a Mizpa, centro administrativo de Yehud. Una ciudad más grande y avanzada que Jerusalén. Nada más entrar Amal se percata de que hay algo corrupto en el aire. De algún modo percibe como si hubiera un hedor a corrupción demoniaca en el ambiente.

Los transeúntes, por la calle, le miran extrañados y Amal comienza a ver pruebas de su certeza. Restos de cadáveres multados, animales sacrificados, pintadas con sangre… ¡ha dado con un culto demoniaco! Nada puede hacerle más feliz.

Amal comienza a investigar en asunto y rápidamente da con indicios de que se venera a un poderoso ser demoniaco. Descubre un dibujo en sangre en el que se ve una… ¿madre de demonios?

El cazador cainita invoca su daga mágica, iluminada con su luz azulada, y con ella en mano, iluminando tenuemente su entorno, sigue las pistas del culto a la madre de demonios...

Amal vuelve a entrar en trance y su consciencia regresa a la vieja Babilonia. Allí consigue ver el semblante del hombre, que deja con pena al bebé abandonado en las obras de la futura construcción de ladrillos de limo. Su cara es la de alguien solemne y claramente tocado por la mano de algún Dios.

Amal no conoce su rostro y sin saber que desea comunicarle el Oráculo con esta visión, pensativo regresa a su realidad y sigue buscando a la madre de demonios. Quizás ésta demonio conozca la verdad sobre el pasado de Amal Faruk. Él lo ha olvidado y nada de su vida humana está en los recuerdos del Ravnos.

Tras semanas de investigación, y algunos cultistas demoniacos despellejados, Amal descubre que el culto pertenece a la que llaman Logriksa, “la paridera del mal”. Sus tentáculos se expanden por diferentes ámbitos de la ciudad y el culto la venera en secreto mientras toda la comunidad judía reza a Yahvé.

El Ravnos va cazando a cada uno de los sacerdotes secretos de Logriksa, y con cada una de sus asesinatos, Amal se acerca más a su premio: unos textos prohibidos que protegían con su mísera vida.

Junto a los textos una imagen de Logriksa, “la paridera del mal”, al leer las palabras secretas Amal encaja otra pieza en su pasado borrado...

 

Logriksa, la historia de la madre de demonios

…la demonio había sido enviada a la tierra desde el 4º Círculo para corromper y conseguir el alma del hombre más puro de la creación.

El que pondría en peligro toda su existencia, ya que había una profecía en el Infierno, que decía que el hijo del hombre más puro de la tierra crecerá y desencadenará la destrucción del Infierno.

Ella pensando que se encontraría con un ser amenazador y destructivo, lo hizo con un hombre amable, cariñoso, honesto y justo. Se enamoró perdidamente de aquel al que debía destruir, y en una noche de amor incondicional, fue fecundada por él.

Logriksa huyó, por miedo a haber desencadenado la destrucción de su mundo.

Su hijo podría ser parte de los acontecimientos que desencadenarían el fin de los suyos.

Increíblemente no quiso mal para el hombre del que se había enamorado y huyó lejos. Tampoco quería matar a su semilla, que crecía sana en su impío cuerpo sin alma, milagrosamente no creado para dar vida.

Embarazada y a punto de dar a luz, solo tenía clara una cosa: regresaría al infierno para parir a su vástago, y se llamaría como su padre: Faruk.

 

Amal acaba de saber que puede ser el hijo parido por una Demonio y que de algún modo, huyó del infierno…

Sigue habiendo muchas lagunas…

pero a lo mejor prefiere no saber más…

En su mano, palpita la marca de la araña del destino, que duele como si le hubieran atravesado la extremidad con un clavo ardiendo. Cob le susurra al odio: “No todo es lo que parece, ni lo que parece es…”

Entonces Amal despierta mirando la tumba en Betel. Un relámpago ilumina el viejo camposanto, pero esta vez… ¡la marca no está en la lapida!

Llueve y el agua fría relaja el cuerpo tenso de Amal.

¿Qué está ocurriendo? ¿Ha sido real o solo una visión? ¿Qué quería decir?

La marca en su mano ha desaparecido junto con su dolor. Y en la tumba no se puede leer nada, no hay señal alguna, y el enterrador se le acerca y le pide a Amal que abandone el campo santo, no son horas para estar aquí.

El Ravnos deja la ciudad de Mizpa y se encamina hacia Tiro, el Oráculo guía sus pasos, ya que se acaba de ver en el palacio real de la ciudad fenicia, hablando con su chiquillo Dante. Así que sin más dilación, el Ravnos encamina sus pasos hacia Tiro.

 

Joven Elías de humano,
El protector del bebé
El protector del bebé

Otra vez, una visión que continua la que tuvo tras salir de Jerusalén, hace varios meses. Amal ve la luna llena que baña la noche. Un hombre con túnica, claramente tocado por la mano divina, lleva al peculiar bebe albino en brazos y lo protege mientras corre. Ha salido de un agujero que acaba de escupir el Infierno a una gruta secreta.

El encapuchado deja al bebé en la base de un gran templo en obras con ladrillos de limo verde, y le susurra:

–Joven Amal, Astarté te protegerá… el encapuchado se fija en el que el bebé tiene las orejas ligeramente en punta y le sonríe antes de dejarle solo en la oscuridad de la noche de Babilonia.

La imagen del encapuchado se aleja del bebé y varía levemente. Pasa rápidamente el tiempo y envejece. Su semblante se vuelve castigado por las adversidades y el sufrimiento. Ahora dos cuervos le dan de comer mientras le susurran en sus viejos oídos la voz de Dios.

Tras mucho vivir, ya más pálido y sin vida, ha olvidado a Astarté y entra en un largo letargo antes de que la voz de un Dios, o la de una Diosa, lo despierten. 

Amal despierta de su visión justo ante las inmensas murallas de la isla de Tiro. En ese momento se da cuenta de que una vez pensó que el bebé era el demonio al que tenía que cazar, pero resulta que era el hijo medio demonio parido por una madre del Averno, era Amal Faruk, al que conocen en el infierno como el que “El olvidado”…

 

 

386 a. C., Tiro

Anat, Matusalén Brujah
Antecedentes

Tres Vástagos deben decidir que responder ante la petición de Anat, Matusalén Brujah, para ayudar a buscar los sagrados textos de La Torá Negra, unas palabras proféticas escritas por Elías hace 500 años.

Anat asegura que en esos textos debe estar la dirección correcta de la humanidad: el helenismo. Si así fuera estarían encaminados hacia un futuro prometedor. De otro modo el Imperio Persa se podría hacer con ellas y girar las tornas para volver todo aun más oscuro, mucho más oscuro.

Meir, del clan Capadocio y Senescal de Jerusalén, Nahum, Nosferatu chiquillo de Kothar y Desdémona, Brujah originaria de Troya, que por azares del destino acabó en Jerusalén, formando parte de la corte de Mudji, junto a sus compañeros aquí presentes.

Los tres han descansado plácidamente en sus aposentos seguros, en el palacio real de Tiro, lugar donde aconteció anoche la coronación del nuevo príncipe de Tiro. Un acto transgresor por parte de Anat, anterior princesa de la ciudad, que abdicó y nombró a Adón, Ventrue comerciante de la propia Tiro. Para sorpresa y desprecio de sus compañeros de clan los cartagineses y el propio Samas, Ventrue rival del recién nombrado príncipe.

Los tres Vástagos comentan la precipitada marcha del príncipe Mudji ayer noche, antes de que la ceremonia terminase. Lo último que supieron de él fue que intentó matar al rey de Chipre y Tiro, Evágoras I, para contentar a enviados del clan Assamita, que lo pusieron contra la espada y la pared debido a sus continuas desavenencias con Alamut.

Anat insistió para que Mudji se quedara a una reunión secreta que había organizado, y que según ella era la razón principal por la cual había invitado a la corte de Jerusalén.

Agea, Archimaga troyana ilustrada, Anat, Diosa Matusalén Brujah y el propio Abraham, buscador de las Revelaciones Sagradas, explicaron a los tres invitados que el futuro de la humanidad pasaba por encontrar la Torá Negra y que requerían de su ayuda para concluir cuanto antes esa decisiva misión, antes de que la corte aqueménida, manejada por el ambicioso clan Assamita, acabase con el mundo, tal y como lo conocemos.

 

Meir, Senescal Capadocio
La Respuesta

Creo que Mudji ha cortado por lo sano con los Assamita –dice Meir– y lo entiendo, la verdad.

–Lógico y normal. –Puntualiza Desdémona.

–Siempre hemos sido vasallos de los Assamita y lo único que han demostrado una y otra vez, es una tremenda exigencia injustificada y una división interna problemática. –Dice Meir– Apoyo a Mudji. Le debo lealtad. Es mi deber como Senescal.

En cuanto a la búsqueda de Anat… –Dice Meir– voy a ayudar. No solo porque lo veo como algo interesante y justo, si no porque creo que se lo debo a mi Sire. En parte me creó para que le ayudase a encontrar la Torá Negra. Mi forma de ayudarle ha sido recopilar saber entre el que él selecciona lo que necesita para continuar sus estudios.

Sin embargo veo un problema y es que si nos posicionamos de parte de los griegos, por lo de la integración helenística, creo que estamos un poco lejos de Grecia. Jerusalén está en Persia, y Grecia en guerra continua con ellos, así que no lo veo claro… –sigue Meir.

–Te entiendo Meir. –Responde Desdémona– Yo sin embargo como neonata que soy esto me queda grande, además de que no entiendo nada de lo que ocurre. Mi lugar es apoyar a Mudji y proteger Jerusalén desde mi granja de camellos. Os deseo toda la suerte del mundo y por supuesto que si me entero de algo referente a la búsqueda os lo haré llegar. En cuanto al tema del helenismo como mejora, creo que puedo aportar mi granito de arena desde el día a día en Jerusalén. Todo ese asunto de la Profecía se me queda grande… Lo dicho, la ciudad es el área en el que puedo ayudar, si protejo la ciudad

–Te lo agradezco Desdémona. –Responde Meir– Si tú me pedirías ir a la guerra yo tendría que rechazarlo ya que no sería útil en un campo de batalla y esto lo veo como una petición a la inversa, eres una guerrera. De todos modos creo que una cosa no quita la otra, es decir, puedes ayudarnos en la búsqueda con algo puntual si lo necesitamos…

–Aprecio a Anat, la quiero mucho –continua la Brujah– pero no creo que pueda ayudar a buscar libros… ¡no sé leer! Si tú no vendrías a la guerra Meir, yo no iría a buscar textos perdidos.

–Además… –continua Desdémona– que yo proteja Jerusalén para que los demás sigáis con la búsqueda, es mi forma de ayudar a la propia búsqueda y es mi papel en este drama.

–Se agradece que vigiles Jerusalén. –Dice Meir.

–Bueno… una ciega que vigile… –apunta Desdémona quitando hierro al asunto.

–Sé de buena fe que hay cosas que no se ven con los ojos y cosas que engañan a la vista. –Responde sabiamente Meir.

–¿Y tu Nahum? –pregunta Meir al Nosferatu.

–La verdad es que no lo sé… –responde el Nosferatu– por cercanía debiéramos apoyar a Persia, la Grecia de Anat queda lejos. Me cuesta decidirme…

–No sería apoyar a un reino o un clan, si no buscar la Torá Negra y después ya veríamos que nos desvela. –Explica Meir– Tienes que decidirte Nahum, no puedes estar en tierra de nadie.

–Yo quiero hacer lo que sea beneficioso para Jerusalén… ¡como buenos judíos! –dice Nahum– Pero no sé si mi Sire Kothar me lo permitirá o como le sentará que tome esa decisión…

–Kothar, Kothar, Kothar… –dice Meir– ¿me permites un consejo sincero? Busca tu propio camino. No puedes estar siempre agraciando a tu Sire. El tiene sus ideales y tú deberías tener los tuyos. Por su puesto no te digo que lo deshonres, pero no puedes estar siempre pensando: ¿Qué pensará Kothar de esto o de esto otro? Si lo haces nunca serás libre y por lo que se, eres un Vástago libreado y no debes pleitesía a nadie.

–Sí, tenía pensado pasar  de él… –dice Nahum.

–Tampoco te digo que pases de él. Si no que elijas tu camino sin condicionarte continuamente con el suyo. –responde Meir.

–Igual te estás metiendo en camisa de once varas Meir –dice Desdémona alertando al Capadocio.

–Solamente digo que no sea su esclavo. –Explica Meir– Que sea libre de elegir y equivocarse, así aprenderá. Te aseguro Nahum que yo y tu Sire seguimos el mismo camino, el del cielo y adoramos al mismo dios, Yahvé, pero no haríamos las cosas igual y seguro que ni parecidas.

–Por ejemplo mi Sire me dio la opción de ayudarle con la búsqueda de la Torá Negra –dice Meir– y elegí hacerlo a mi manera, no igual que él, enterrado en pergaminos, si no con un punto de mira más abierto. Creo que verdaderamente puede ser beneficioso para la humanidad y entra dentro de mis ideales, igual que de los de mi Sire, pero sus pensamientos no condicionan los míos. Cada uno somos un ser diferente e independiente.

–Los pensamientos de tu Sire no deberían condicionar tus acciones ni tus objetivos. –Explica Meir a Nahum– Tú por tú lado, yo por el mío y que encuentres la paz que aquí dejas…

–Sí, tengo claro que lo que tenemos en común es nuestro camino –explica Nahum  Te he entendido Meir… y sobre el tema de de Persia o Grecia… no me decido…

–No es Persia o Grecia Nahum –corrige y puntualiza Meir– es buscar la Torá Negra o no hacerlo.

–¡Si voy a ayudar en la búsqueda de la Torá Negra! –responde Nahum con el nuevo punto de vista dado por Meir.

–En cuanto al peliagudo asunto de la Caza de Sangre a Desdémona y a Amal… tenemos que pensar que hacemos con ella. –Dice Meir pensando en voz alta.

–Estoy pensando en aceptar la propuesta de Mudji de ser el Azote de Jerusalén. Creo que puede favorecerme y puedo hacerlo como es debido –dice Nahum sacando el tema.

–Tendrás que tener cuidado con tu fama justiciera como Gad…–dice Meir– puede que haya veces que ambos papeles sean contradictorios.

–No tiene por qué –explica Nahum a Meir– La fama es entre los humanos desafortunados de Jerusalén. Y ser Azote es una posición vampírica que no afecta a los humanos, solo a cainitas.

–De acuerdo Nahum. En cuanto a la coronación de Tiro… –dice Meir cambiando de tema– Creo que deberíamos tener tratos cordiales con Tiro. El príncipe Adón y su Senescal Nosferatu fueron sometidos en el pasado por el malvado Enki y nos han pedido disculpas sinceras.

–Samas no se fue muy contento. Entiendo su peliaguda situación pero no podía hacer lo que me pidió en la coronación, era dejar mal a Mudji y no podía hacerlo, a pesar de lo que Samas crea… –explica Meir ligeramente preocupado– espero que enfríe la cabeza y recapacite.

–Has hecho bien Meir –dice Desdémona– Además que Adón fuera nombrado príncipe era una opción en la que todos pensamos, no sé qué historia se montó en la cabeza para no ver que era posible…

–En definitiva... –dice Meir volviendo al tema que les ocupa– Soy pro-Torá Negra. Es un libro que tiene la sabiduría de siglos pasados, presentes y futuros en un solo escrito. Me gustaría hablar con Mudji sobre este tema, seguro que puede recapacitar, ya que al clan Assamita también le gustaría conseguir esos escritos y podríamos ayudarnos…

Los tres vástagos salen de la habitación de Meir, en la que se encontraban, y mientras van de camino de buscar a Anat comentan:

–Lo dicho Nahum –dice Meir al Nosferatu– piensa en ti mismo. Si te equivocas de camino, pues eliges otro…

–Me resultó muy feo lo que hizo Kothar al no venir a la coronación habiendo sido invitado también… –dice Nahum para justificar que su Sire también se equivoca.

–Bueno en Kothar no es algo extraño… lo raro hubiera sido que hubiera venido –responde Meir.

–Nahum. Solo puedes arrepentirte de lo que no hiciste –dice Desdémona al Nosferatu mientras caminan por los lujosos pasillos del palacio real buscando a Anat.

 

Ciudad isla de Tiro (Roca)
Muerte de un rey

El príncipe Mudji ha intentado matar al rey de Chipre y Tiro, Evágoras. Atentó contra él cuando el grupo de Assamita asistentes a la coronación de Tiro le pidió apoyo para la reconquista persa de Chipre.

Mudji se fue airado de la celebración, mientras los demás Vástagos de su corte aceptaron asistir a una reunión secreta con Anat y su misteriosa aliada Agea.

Pero cuando los Assamita asistieron al rey moribundo y Assur, Matusalén asirio le dio sangre, Mudji se bloqueó. Pensó que este gesto gustaría a los Assamita, pero al parecer no estaban de acuerdo en que se actuara de una forma tan poco honorable y deshonrosa, para quién había demostrado ser un digno rival liberando Chipre y Tiro con apenas fuerzas de batalla, el aun rey, Evagoras de Salamina, un enemigo digno y valiente.

Mudji abandona la coronación muy enfadado, no sin antes intentar ser persuadido por una afectada Anat, que no le convence para quedarse.

Esta será la última vez que se verá a Mudji con vida…

 

Agea, Archimaga Ilustarda
La petición de Agea

Poco después del anochecer Agea, la anciana ilustrada, llama a la puerta de la habitación de Desdémona. Quiere hablar con ella sobre cuál será su respuesta al ofrecimiento de Anat, la Matusalén de su clan.

–Desdémona, hija mía, –dice Agea– te pido que nos ayudes con la sagrada búsqueda de la Torá Negra, como puedas, se de tus limitaciones. Será para que tu Sire y los que son cómo el no hereden la tierra, sean debidamente juzgados y paguen por sus horrendos pecados… Crearemos un mundo dónde tú y tu familia viváis seguras y en paz.

–Agea. Todo esto se me queda muy grande. –Responde Desdémona– Aun soy una chiquilla que estoy aprendiendo de la no vida. No creo que sea mi destino. Velar por Jerusalén será mi forma de aportar la búsqueda, pero no  me interesa formar parte activa de ella.

Sois ancianos de miles de años que buscáis algo trascendental y yo no puedo aportar nada.

–Lo lamento. Si tú no quieres hacerlo no funcionará. –Dice la Anciana cabizbaja– Le daré tu respuesta a Anat. Creo que haces lo correcto... Todo aporte es valioso. También las sirvientas conquistan reinos. Sin sus cuidados los reyes no sabrían que hacer y no podrían conquistar nada… todo depende del papel que quieras interpretar en el drama de la vida… y has elegido no ser protagonista… lo entiendo. 

–Antes de que nuestras vidas se separen de nuevo. –Dice Agea– he de confesarte algo. Desdémona, ambas somos troyanas, y no es fortuito, eres de mi sangre. Tú eres la última de nuestro linaje. Si el Oráculo no te hubiera abrazado, ahora serías mi acompañante. Pero el destino es caprichoso y una vez siendo cainita debías labrarte tu futuro.

–¿Así que eres mi antepasada? –pregunta Desdémona recordando que Agea le regaló a Fafner, que se encuentra a su lado muy contento viendo como ambas hablan amigablemente.

–Eso es… –dice Agea con lágrimas que Desdémona no ve– cuídate mi niña…

Y ambas se funden en un fuerte abrazo que hace recordar a la Brujah el calor de la familia que perdió hace tantos años.

Tras hablar con Agea, Desdémona regresa junto a sus compañeros.

 

Nahum, Nosferatu
La respuesta de Nahum

Anat, la Matusalén Brujah, busca a Nahum, el Nosferatu, para preguntarle cual será su respuesta a la propuesta de ayudar a buscar la Torá Negra. Finalmente se encuentran en una de las estancias palaciegas de lo más ostentosa, está cubierta de tapices y alfombras pesas.

–Y bien Nahum… –comienza Anat– ¿cuál será tu respuesta?

–Tenéis mi apoyo para buscar esas sagradas escrituras –contesta Nahum– creo que es algo que nos beneficiará a todos.

–Te agradezco tu ayuda Nahum –añade Anat–  seguro que Kothar se siente orgulloso de que ayudes a mantener estas palabras sagradas en buenas manos. Díselo, seguro que te da su bendición... y agradécele a él también tu ayuda. Pocas cosas son tan importantes para el viejo Profeta Nosferatu, como la palabra de Dios…

–Me gustaría que hablaras con él sobre este asunto… –pide Nahum temeroso.

–No Nahum. –Responde tajantemente Anat– debes enfrentarte a tus propias batallas.

El Nosferatu asiente pensativo y se despide silenciosamente de la anciana Brujah.

 

Elsh, El Constructor de Templos,
Anciano Toreador
Oded fuera de combate

Oded, Primogénito Toreador de Jerusalén, aprovecho la coronación de Tiro para desatar sus instintos más básicos y decidió cazar a la vieja usanza, en lugar de beber de las cómodas copas rebosantes de Vitae.  

Todo era propicio, el lujo de la celebración, los invitados más ilustres, la música interpretada por los mejores maestros y por supuesto las damas más dispuestas para ser fuente de alimento rica en nutrientes, lista para saciar el hambre no humana del vampiro.

Una bella e inocente cortesana fue la elegida, de entre todo el ganado, y Oded se alimentó de ella bebiendo sangre de su fino cuello. Quien iba a adivinar que la mujer no solo había bebido vino e hidromiel, si no que había ingerido sustancias psicotrópicas que le hubieran hecho disfrutar de la celebración de otro modo peculiar. Sin embargo esa toxicidad había pasado directamente al torrente sanguíneo de Oded, y era el Toreador el que empezaba a notar los efectos de la droga en su organismo.

Fue tan fuerte el subidón, que dejó fuera de combate a Oded, haciendo que su percepción se alterase de tal modo que no era capaz de articular palabra o siquiera andar sin caerse.

Afortunadamente estaba allí Elsh, un anciano Toreador que se percató del estado de Oded y lo acogió esa noche en su propio refugio en Tiro, para que el Primogénito no sufriera desdicha por tan desafortunado accidente. 

Esto hizo que Oded no se encontrase junto a sus compañeros de Jerusalén cuando se reunieron en secreto  con Anat.

La noche siguiente, Oded se despertó en el estudio de un maestro constructor, sirviente del maestro arquitecto Elsh. El anciano fenicio le explicó lo ocurrido y el Primogénito de Jerusalén no desaprovechó el momento para agradecerle sus cuidados y pedirle algo muy especial:

Respetado Anciano… –dice Oded terminando de asesarse en una palangana al suelo del camastro en el que ha descansado durante el día– Me gustaría pedirle ayuda con un proyecto que tengo entre manos. Quiero construir un molino en Jerusalén, para trabajar la oliva y hacer un aceite digno de los Dioses… Me gustaría pedirle que fuera el arquitecto del molino.

–Sabe que no construyo más que templos religiosos… –dice Elsh– pero haré una excepción para alguien tan ilustre como vos, el Primogénito Toreador de Jerusalén.

Oded se extraña de la facilidad con la que el Anciano ha accedido a su proposición. Pero toda ayuda será bienvenida. Imposible que nadie pueda planificar la edificación una construcción mejor que Elsh, maestro arquitecto de templos tan ilustres como el propio templo de Salomón, aunque necesitará recursos que ahora mismo escasean en la bolsa de Oded.

 

Oded, Primogénito Toreador
Reencuentro

Oded regresa a palacio y se encuentra con Amal, que acaba de llegar de su viaje por tierras de Yehud. El Ravnos le recuerda al Toreador su mala cara y éste le alerta de alimentarse con sumo cuidado. 

Ambos Vástagos se encuentran con sus compañeros, que están departiendo sobre su decisión a la propuesta de Anat. Nahum, Nosferatu y Meir, Capadocio y Desdémona, Brujah.

–Buenas noches… a ambos… –saluda Meir fijándose en la mala cara de Oded.

–¿Qué te ocurrió Oded? –pregunta el Capadocio– desapareciste a noche en la celebración.

Aceptad un consejo –responde el Toreador– No os alimentéis de cualquiera. Me sentó mal la “comida”.

–Y tu Amal –dice Meir dirigiéndose al estrafalario Ravnos– llevábamos meses sin verte. ¿Todo bien?

–Sí. He estado solucionando unos asuntos propios –responde Amal pensativo.

Meir resume, a ambos Vástagos, la situación en la que se encuentran. Y se muestra claramente molesto por la actitud exigente de los Assamita, a quienes culpa de la tensión y posterior reacción de su príncipe Mudji, que abandonó la coronación a noche y al parecer no ha pasado aquí el día, presumiblemente ha regresado solo a Jerusalén.

El Capadocio no olvida contarle a Amal la reciente caza de sangre que los Assamita han impuesto sobre él y Desdémona, en toda Persia nada menos.

–Lo único que nos beneficiaria a todos por igual, incluidos Assamita, seria la paz. –Puntualiza Meir.

–¿Y esa paz se va a conseguir encontrando un libro llamado la Torá Negra? –cuestiona Amal– permíteme que lo dude, me cuesta creerlo… dudo incluso de su existencia.

–No es el libro en sí –aclara Meir– son las respuestas que en el encontraremos y que mi Sire será capaz de interpretar.

–Si lo encontramos, grandes Vástagos nos deberán grandes favores –responde Nahum firmemente.

–Imagina que encuentras el libro de Nod, las primeras palabras escritas por Caín, el primero de nosotros. –dice Meir en un tono ilustre– ¿No sería acaso algo trascendental?  Si el libro de Nod existe, también puede existir la Torá Negra.

–No es algo que me convenza pero por los favores de los que habla Nahum podría ayudar a encontrarlo. –Dice Amal.

–Yo no sé ni leer. Buscar un libro no debería ser algo importante para mí –dice Nahum– pero reconozco que la situación actual está muy negra y si encontrar esos escritos pueden mejorarla y de paso hacer que tengamos reconocimiento, seria en nuestro beneficio y todos ganaríamos.

 

Abraham, Buscador de las Revelaciones Sagradas,
Matusalén Capadocio, Sire de Meir

Palabras de Capadocio

Abraham, anciano Sire de Meir, envía un criado para encontrarse con su chiquillo en sus propios aposentos. Meir se disculpa ante sus compañeros y se dirige a la cita con aquel que le dio la vida eterna.

–Buenas noches Sire –dice Meir al ver el cadavérico semblante de su creador.

–Meir –dice Abraham mientras se sienta en un florido banco junto a la cama recién hecha de Meir– Esperaba que hicieras honor a tu clan y tu sangre y ayudases con todo a la búsqueda, lo necesitamos. Nunca te he pedido nada pero ahora estamos más cerca que nunca de encontrar la Torá Negra y sin tu ayuda tardaríamos más… cuento con el poder al completo de ambos para dedicarnos en cuerpo y alma a la sagrada búsqueda.

–¿Cuál será tu respuesta Meir? –pregunta Abraham a su chiquillo del alma.

–No tienes ni que preguntarlo Sire. –Responde Meir ligeramente preocupado– Sabes que siempre te ayudaré. Fui creado para buscar la Torá Negra contigo y la hermandad de sabios tiene su nombre en homenaje a tu sagrada búsqueda. Cuenta conmigo y con la Torá Negra para esta búsqueda vital.

–Me lo imaginaba, pero aún así te lo agradezco chiquillo –añade Abraham aliviado.

–Anat y Agea ya no cuentan con Mudji para sus planes. –Dice apenado Abraham– Pero quiero pedirte encarecidamente qué uses tu posición para convencerle de que preste su ayuda o que permita y defienda la misma, poniendo medios. Si no Meir, nuestros caminos podrían separarse para siempre…

–Descuida Sire. Haré todo lo que esté en mi mano –dice Meir cogiendo la momificada mano de Abraham, mientras este le mira orgulloso.

–Me quedaré en Tiro –dice Abraham sin saber muy bien cómo gestionar sus emociones– lo haré para investigar unas pistas encontradas en escritos fenicios. Anat y Agea estarán conmigo para organizar la búsqueda a gran escala, por todo reino conocido. Seréis informados cuando sea necesario y mientras tanto deberíais ir pensando cómo vais a contribuir a la búsqueda personalmente.

Meir se estremece cuando piensa en dedicar todos sus esfuerzos a la empresa de su Sire.

–Estoy preocupado por mi chiquilla Donna. –Confiesa Meir apenado– la envié a Egipto para recuperar al joven y valiente Ushpa… temo por su vida ya que ahora se encuentra entre serpientes de Set, que pueden quebrar su inocencia… ella sería la única razón por la que dejaría la búsqueda en un segundo plano. Creo que mi chiquilla bien lo merece.

–Podrías encomendar la tarea de su búsqueda y guarda a aquellos Cainitas que bajo tu posición no van a ayudar en la búsqueda y así poder dedicar toda tu energía a algo que trasciende la vida de una chiquilla y de nosotros mismos. –Propone Abraham a su chiquillo Meir.

–No sé lo que va a responder finalmente Oded. –Dice Meir– Pero creo que le veo interesado por el pago de un Matusalén. Puede que esto le convenza.

–A Amal no le veo haciéndolo, es egoísta e impulsivo. Aun no se lo han propuesto… –Dice Meir pensando una posible solución– su chiquillo Arang está en Egipto en misión para Cartago… pero veo improbable que deje de lado lo suyo para ayudar a Donna. Igual tengo que viajar a Egipto para buscarla…

–Una lástima, pero te entiendo –dice Abraham mirando a Meir.

–Aunque Amal tiene un talón de Aquiles –añade Meir– Noa, una valiosa ghoul cartaginesa que el Ravnos desea abrazar. Si conseguimos a Noa seguro que nos lo agradece…

–No sé cómo ayudar Meir –responde Abraham– las conspiraciones no son lo mío, lo sabes. Creo que no debemos hacerlo así… Nadie que no desee participar en la búsqueda, de corazón, debería hacerlo. Luchamos contra el interés propio y egoísta del imperio persa y si mercantilizamos la búsqueda puede ocasionar imprevistos. Por no hablar de los recursos empleados en conseguir a esos posibles ayudantes…

–Desdémona tiene unas guerreras que podrían ser útiles para la protección mientras se efectúa la búsqueda… aunque no parece interesada en absoluto –dice Meir.

–Si no quiere ayudar, no podemos obligarla. No contaremos con ella ni con sus sirvientas. –Dice Abraham.

–En cuanto a Mudji… –añade Meir– no le veo colaborativo. Espero que no sea un enemigo de la búsqueda. Supongo que mientras nuestros intereses no choquen contra los de los Assamita…

Ambos concluyen la charla y Abraham agradece de nuevo a su chiquillo su lealtad incondicional con un largo abrazo.

–Por esto fuiste abrazado, estaba escrito Meir. –Concluye Abraham.

Ambos Vástagos se encaminan hacia donde los compañeros de Meir se encuentran departiendo.

 

Respuesta

Abraham y Meir se encuentran con Anat y Agea, que se disponen a entrar a la estancia donde discuten los cainitas de Jerusalén. Dentro Nahum, Desdémona, Amal y Oded hablan acaloradamente sobre el asunto en cuestión.

Todos se saludan, algunos de ellos acaban de hablar a solas. Todos tienen claro por qué están aquí.

Anat se acerca discretamente a Desdémona y la dice en voz baja:

–Gracias por todo, Desdémona. –Dice Anat cogiendo las manos de la invidente mientras el lobo de la troyana las mira sin quitar ojo– Entiendo tu decisión. Nos dirigimos hacia caminos diferentes pero quién sabe si en el futuro volvamos a encontrarnos. Fue un placer luchar a tu lado, demostraste ser una valiente cainita. En cuanto a tu Caza de Sangre, debes verla como una herida que lucir con orgullo. Los Brujah griegos se sentirían orgullosos de esa cacería Assamita que algún día cicatrizará, ¡seguro!

–Caminos diferentes… o no, quién sabe. –Aclara Desdémona con voz enigmática.

–Debo pedirte que tengas cuidado y no viajes por las satrapías persas, al menos por el momento. Jerusalén será una ciudad segura, mientras siga gobernada por Mudji o alguien afín a los helenos.

Anat suelta las manos de Desdémona y se dirige a Amal y Oded, los Vástagos que no estuvieron ayer en su reunión secreta en la bodega.

–Amal, Oded. –Dice Anat– Vuestros compañeros os han explicado la vital empresa en la que nos vamos a embarcar y sois libres de elegir si deseáis ayudarnos a cambiar el mundo, tal y como lo conocemos. Limpiándolo de corrupción y de mal, comenzando con una sagrada búsqueda: La de la Torá Negra.

–En mi caso no tengo nada que aportar a esa búsqueda –responde Oded mientas a Anat le mira y asiente insensible.

–No me importaría ayudar si puedo sacar algo a cambio… –responde Amal.

Agea y Anat se miran y la Brujah continúa hablando:

–Si esa es tu forma de ayudar… será mejor que no lo hagas. Esto no debe ser una obligación en ningún caso. –Dice Anat con voz firme.

–Os ayudaré entonces. –Contesta contradictoriamente el Ravnos que claramente muestra reticencia en su voz.

–Todo se demostrará a su debido tiempo y el paso del mismo dará o quitará la razón a quien sea oportuno. –Dice Anat.

–Meir, Nahum y Amal, desde ahora sois buscadores de las sagradas escrituras. Podéis empezar como creáis oportuno, desplegando vuestros recursos como deseéis oportuno.

–Agea, Abraham y yo residiremos en Tiro y aquí estaremos organizando la búsqueda –dice Anat dirigiéndose a los que van a colaborar– siempre que no estemos en algún lugar que requiera actuar sobre el terreno. Adón, el príncipe recién coronado, nos proporcionará los recursos, el tiempo, la protección y la tranquilidad necesaria para nuestra búsqueda.

–Vosotros liderareis la búsqueda desde Jerusalén. –Señala Anat a los tres cainitas No podemos arriesgarnos a perecer todos juntos, dejando desamparada la búsqueda.

–No significa que dejéis de hacer aquello que sabéis hacer –continua hablando la anciana Agea– si no, que orientéis vuestro objetivo principal de forma conjunta para conseguir el paradero del conocimiento que salvará todo lo que conocemos.

–Y por primera vez, todos juntos construyamos algo bueno para siempre. –Dice Anat – Ahora podéis entender mejor porque permanecía distante en el enfrentamiento de los Assamita contra Mudji. Ahora mismo no nos conviene un conflicto abierto, podría haber bajas de aliados potenciales y necesitamos paz y concordia para conseguir nuestra ansiada calma, para poder dedicar nuestros esfuerzos a la búsqueda. Si eso significa no azuzar el avispero, que así sea.

Los dos grupos se despiden y los canitas de Jerusalén se disponen a emprender el camino de regreso a su ciudad.

Amal crea una ilusión para que su aspecto sea el de alguien común que y no parecerse en absoluto al Amal que tiene una Caza de Sangre en toda Persia.

 

Ahinadab investiga

Mientras los personajes se encuentran preparando el regreso a su hogar y cuando se disponen a partir de Tiro, son interceptados por Ahinadab Nosferatu lugarteniente del príncipe de Tiro, que se presenta escuetamente y comienza a narrarles la historia de un héroe de Grecia:

 

Evágoras I, Rey de Chipre y Tiro, Ghoul Adón
Evágoras I

–Evágoras I, rey de Salamina de Chipre desde hace 24 años, consiguió que Salamina fuera una helénica y floreciente ciudad comercial. Se proclamó descendiente divino de Teucro, gran héroe griego hermanastro de Áyax, familia reinante desde hacía mucho tiempo en Salamina, situada en la costa este de la isla de Chipre.

–Durante su niñez, Salamina cayó bajo el dominio fenicio, se repartieron Chipre con los griegos, lo que provocó su exilio.

–Ya de adulto, en Cilicia, obtuvo el apoyo de cincuenta partidarios y regresó secretamente hace 24 años para recobrar su trono. Esperando una respuesta del emperador persa para pagar el derecho de conservar su trono, testeó la amistad de los atenienses, y recibió ayuda de Conón, gran estratega ateniense, tras su derrota en Egospótamos, batalla naval contra Esparta.​

–Al comienzo de su reinado, durante algún tiempo, mantuvo relaciones amistosas con Persia, lo que garantizaba la ayuda del Shah de Persia, Artajerjes II a Atenas y contra Esparta.

–Hace 9 años tomó parte en la Batalla de Cnidos, en la que la flota espartana fue derrotada, y por los servicios prestados, tuvo el honor de ver a los atenienses erigir su estatua al lado de la de Conón, en el Cerámico, barrio de alfareros de Atenas. Pero la energía y la empresa del rey Evagoras suscitaron pronto la envidia del Gran Shah de persa, y las relaciones se volvieron tirantes.

–Hace 5 años, Chipre y Persia estaban prácticamente en guerra. Ayudado por los atenienses y el faraón Acoris, Evagoras extendió su poder más allá de Chipre: tomó varias ciudades de Fenicia, entre ellas Tiro y persuadió a los cilicios de que se rebelaran.

–Según Isócrates, orador ateniense:

–“Evágoras es un rey modelo que tiene por objetivo favorecer la felicidad de sus súbditos y el poder de su estado, y ello mediante la cultura y la mejora de la civilización helénica.”

–No cabe la menor duda de que el rey Evagoras es un héroe heleno que fue amparado bajo el ala de Anat, Matusalén griega, como su ghoul. A noche, como muestra de buena voluntad, y en contra de los designios de su clan, Evagoras fue “regalado” por Anat al nuevo Príncipe de Tiro, el Ventrue Adón, mi Señor…

–Pues bien… el rey Evagoras ha sido envenenado, oficialmente por un esclavo eunuco, y está malherido debatiéndose entre la vida y la muerte. Los mejores físicos y herbolarios lo llevan intentado estabilizar todo el día, pero al parecer tiene las horas contadas...

Cuando Ahinadab está hablando con los Vástagos de Jerusalén, es llamado por un criado y se ausenta por un instante para regresar con cara de pocos amigos para, con tremenda sangre fría, anunciar lo inevitable:

–Evagoras ha muerto.

 

Ahinadab, Senescal Nosferatu de Tiro
Interrogatorio

–Debía hablar con ustedes para preguntarles por el atentado contra el rey, –dice Ahinadab– y ahora debo hacerlo para esclarecer quien ha asesinado al rey de Salamina y Tiro. Evidentemente no lo ha asesinado un esclavo eunuco. El Príncipe Adón me ha pedido que investigue el fatídico suceso y aquí estoy… debo haceros unas preguntas antes de que regreséis a Jerusalén.

Ahinadab se dirige a todos los presentes pero sobre todo mira a Meir, máxima autoridad de Jerusalén presente, como Senescal.

El interrogatorio de Ahinadab es firme y severo, preguntando a los presentes sobre su contacto con el rey, si vieron algo extraño o si sospechan de alguien.

Meir protagoniza las respuestas, representando al grupo de cainitas de Jerusalén, como su superior de posición vampírica. El Capadocio intenta evadirse en sus respuestas pero sin mentir, eso iría claramente en contra de las leyes de Yahvé.

Aunque su intención es la de proteger a su superior Mudji, sin duda el culpable de la muerte de Evagoras, Ahinadab consigue ponerle contra las cuerdas y le saca la información que Meir no quería darle: Mudji es el principal sospechoso del asesinato del rey.

Meir deja claro que no le vio matarlo y que el Capadocio pensaba que solo había intentado asesinarlo pero sin éxito. Cierto es que no ayuda en absoluto la repentina marcha de Mudji durante la ceremonia y su pronta huida a Jerusalén en solitario. ¿De qué huía? El Capadocio pide al Nosferatu que por favor se investigue a fondo el asunto, ya que a pesar de ser sospechoso puede que Mudji no fuera el que finalmente asesinara al rey, él mismo no lo tiene claro.

Ahinadab le asegura que así será, les agradece su colaboración y les dice que les informará sobre el resultado de la investigación.

 

Hylia, Sacerdotisa de Artemisa,
Ghoul de Desdémona
Ultimas palabras de Mudji

Cuando Ahinadab termina su interrogatorio, los cainitas de Jerusalén comparten sus inquietudes sobre la peliaguda situación. Mientras, Hylia, sacerdotisa ghoul de Desdémona le da un mensaje de Mudji, que a su vez le fue transmitido una guerrera de la Brujah que habló con él antes de que se marchara:

“Que le hagan llegar una invitación a Jerusalén al Regente de Cartago”

Desdémona busca por palacio a Ahirom, Regente de Cartago, de su mismo clan Brujah y al no encontrarlo decide buscarle en el puerto de Tiro y allí se encuentra con Noa, que concluía unos asuntos tardíos antes de partir. Zarparán en breve y le dice que su señor y Mudji ya han hablado y que han decidido mantener un contacto cordial entre reinos, yo seré el enlace, dice orgullosa. Mudji ofreció Jerusalén como lugar seguro para los Brujah de Cartago al igual que ayudar a defenderse del ejército humano persa, no así de los Assamita.

Después Mudji partió en camello a toda prisa a continuación, como si persiguiera a alguien o le persiguieran a él…

Desdémona le agradece su valiosa información, se despide de ella que se embarca en un navío rumbo a Cartago y la Brujah regresa con sus compañeros para preparar el regreso a Jerusalén.

 

Dante, Chiquillo de Amal,
Neonato Ravnos
La partida de Dante

Amal decide cambiar el aspecto de todos utilizando su Quimerismo para crear una ilusión y que así puedan parecer una caravana de mortales mundanos y no llamar atenciones indebidas.

Antes de partir Dante y Amal se encuentran y Sire y chiquillo se abrazan tras casi seis meses sin haberse visto.

Dante le cuenta toda su aventura representando al clan Ravnos en Tiro. Le explica el encuentro que tuvo con Noa y la información que tiene de Arang. Lamentablemente Noa no prevé ser liberada pronto y si lo hace será como una Brujah de sangre ardiente. El odioso Arang es un esclavo de los Brujah cartagineses que se han aprovechado de su deuda por, en el pasado, haber matado al hermano del Regente. Se lo merece, bajo su punto de vista. También le cuenta que vio a Mudji MUY “interesado” por Noa.

Amal pide a Dante que parta hacia Cartago para vigilar y proteger a Noa del clan Assamita. Dante tiene miedo y no se cree capacitado para emprender tal gesta él solo. Amal le convence de que esto será su prueba de fuego y que si lo hace bien, será liberado como Vástago y dejará de ser un Neonato a su cargo.

Ambos se despiden con un abrazo y Dante promete no defraudar a su Sire: Amal Faruk. El Sire Ravnos ve marchar a su chiquillo hacia el puerto para conseguir un “pasaje” hacia Cartago y pensativo, Amal regresa junto a sus compañeros.

Cuando Amal se encuentra con sus compañeros, Meir le pregunta por Dante, y el Ravnos le cuenta su decisión.

Desdémona aprovecha para contarle a Amal el desafortunado episodio en el que tuvo que amenazar a su chiquillo cuando intento acercarse a su sacerdotisa Hylia, Amal le quita hierro y pide viajar con Desdémona. Por supuesto la Brujah se niega al igual que lo hizo con su chiquillo, de tal palo, tal astilla.

 

Conclusiones de la investigación

Justo antes de partir, Ahinadab se encuentra con los cainitas de Jerusalén y les pone al tanto de la conclusión de su investigación:

- Todos los Assamita estaban bajo sospecha, ya que Evágoras ha liberado satrapías persas.

- Mudji estuvo hablando con Evagoras y le dio la mano. Los demás Assamita no se acercaron a él hasta que comenzó a agonizar.

- Los Assamita tienen un poder de su Disciplina de Extinción, con el que pueden sangrar a una víctima incluso hora después de haber tocado su piel. Mudji estuvo con el rey poco menos de una hora antes de que fuera envenenado.

- Mudji se fue de la coronación en el momento en el que Evágoras moría. Y no se quedó en el palacio, donde tenía refugio seguro, se fue, al igual que Samas, posible cómplice del príncipe Assamita, ya que el abandonó la celebración antes y tampoco se quedó en el palacio durante el día.

- Samas tenía razones para querer hacer daño a Adón, ya que se fue enfadado por el ascenso de su compañero.

- Puede que Mudji fuera pagado por Samas, y que decidieran huir juntos.

- Sea como fuere, es evidente que Mudji asesinó a Evagoras.

Tras estas duras declaraciones Ahinadab desaparece sin dejar rastro y la caravana reducida a tres camellos se dispone a regresar a Jerusalén. En ella viaja la corte de Vástagos de Mudji: Desdémona, Amal Faruk, Nahum, Meir y Oded.

 

Caravana de la corte de Jerusalén
Bestias lunares

Todo transcurre con normalidad en la caravana de regreso a Jerusalén, mientras viajan cruzando el tortuoso desierto, pero no todos los paisajes son de dunas. Se encuentran en pleno desfiladero rocoso cuando Desdémona tiene un mal presentimiento y da un grito que detiene la caravana.

Reciben el ataque de dos enormes hombres lobo, bestias lunares cómo los llamaba Caín, con el aspecto del Dios Anubis. Más bien parecen dos enormes chacales negros que caminan sobre las dos patas traseras y visten complementos claramente egipcios.

Comienza el ataque y la peor parte se la llevan la mitad de las diez guerreras de Desdémona, que mueren descuartizadas a zarpazos de las bestias lunares.

Oded y Desdémona son los elegidos para recibir sendos ataques de los lupinos. Heridos de muerte, ambos a punto están de perecer bajo sus peligrosas garras.

Uno de los Garou se enfrenta a la frenética Desdémona, que con su lanza sagrada en mano, luchan a muerte acabando la Brujah con su atacante. Mal herida y a un paso de la muerte definitiva salva su no vida. Sin embargo no tiene tanta suerte su inocente sacerdotisa ghoul Hylia, que es golpeada por la bestia y lanzada a distancia donde pereció al momento del tremendo puñetazo reventada por dentro. 

La otra bestia atacó con saña al Primogénito Toreador y lo hubiera matado de no ser por la intervención de Meir, que  con sus poderes sobre la vida y la muerte solo tuvo que tocar al peludo hombre lobo, para envejecer su cuerpo en cuestión de segundos. Su pelaje se volvió blanco y sus huesos quebradizos y no sin antes asesinar a alguna de las guerreras de Desdémona, sucumbió a un ataque al corazón y murió como un anciano decrepito.

Lanza de Artemisa,
Arma Sagrada de Desdémona
Ambas bestias regresaron a su forma original: la de hombres.

Nahum se perdió el combate, ya que no pudo reprimir el terror natural que todo Vampiro tiene a un Hombre lobo, enemigos por antonomasia, y huyó corriendo por el desierto hasta salir de su radio de acción.

Amal no tuvo tiempo para hacer mucho más que salir de su haima sobre el camello y prepararse para actuar invocando su filo mágico, que no pudo utilizar por que el combate se resolvió en apenas unos segundos.

Desdémona desatada y con una furia incontrolable, a lanzazos, destroza el cadáver del lupino con el que ha luchado y del que quedan tan solo pedazos. La sangre de lupino que corre por sus venas, al haber sido absorbida mágicamente por su lanza y después a ella, hace que la furia sea más bestial que nunca. 

Fafner acompaña a su dueña mientras esta se cura sus heridas y  el  lobo la lame la mano en el momento en el que vuelve en sí. Él tampoco ha sido capaz de defender a su querida Hylia y las cinco fieles guerreras que han perecido en el ataque. Los Garou no han hecho daño al lobo, que ha luchado valientemente sin suponer un peligro para los atacantes.

Fafner, Ghoul de Desdémona
Las cinco guerreras supervivientes apenas han tenido tiempo para luchar pero han estado dispuestas a perder su vida por proteger a su señora Brujah. Todas rodean a Desdémona mientras grita al abrazar el cuerpo sin vida de Hylia.

Desdémona se repone y pide a Meir que las entierre con un par de monedas sobre sus ojos y 12 son las ultimas monedas justas que tiene el Capadocio en su bolsa… curiosa coincidencia.

Meir se ocupa de enterrar a las mujeres, pero no sin antes alimentar con ellas al mal herido Oded, por supuesto sin que Desdémona sea testigo de esto.

Tras el peligroso ataque, la mermada caravana reúne a los supervivientes. Amal ha recuperado a un asustado Nahum. Heridos y alerta todos retoman su viaje de regreso a Jerusalén.

 

385 a. C., Jerusalén

El Nuevo Rey de Salamina y Tiro

Poco después de su partida de Tiro, corre la noticia de que el rey Evagoras ha muerto. Su pueblo está consternado mientras su temperamental primogénito Nicocles, de tan solo 11 años, es prematuramente nombrado rey de Salamina y Tiro. No está preparado para reinar y nadie cree que sea capaz de mantener los éxitos de su padre durante mucho tiempo.

 

Orión, Regente Toreador Espartano
Orión Regente

Los Vástagos de Jerusalén llegan a la ciudad y lo primero que hacen es visitar el salón del trono para hablar con su Príncipe Mudji, pero el Assamita no está.

En el trono se encuentra sentado el Regente Orión, cainita Antiguo Toreador, nombrado por Mudji antes de partir hacia Tiro.

–Pensábamos que  había llegado Mudji… –dice Meir al viejo Toreador mientras éste le hace una reverencia.

–No lo ha hecho, mi Senescal. Sois los primeros en llegar de la coronación –responde Orión con preocupación en su semblante.

 –Quizás Mudji haya venido por otro camino. Supongo que habrá viajado con Samas, ambos salieron antes de la coronación –dice Meir.

–¿Y mi chiquilla? –pregunta Orión notablemente preocupado.

–Estuvo del brazo del Espectro durante toda la coronación, supongo que viajaron juntos a Tiro y supongo también que regresarán juntos. –Responde Meir– Parece que hicieron buenas migas…

–Nos atacaron unos hombres lobo por el camino… –dice Amal a un impresionado Orión que escucha con atención, muy intranquilo pensando en su neonata.

 –Aquí todo ha estado tranquilo dice Orión dirigiéndose al Vástago con más posición entre los presentes, el Senescal Meir.

–Lo más reseñable es que he mantenido contacto con Alara, Señor de Egipto. Dice Orión– Sigue interesado en una alianza con Mudji y él se ha ofrecido para ayudarle en su difícil situación. Le pedirá apoyo para defender Egipto, en caso de decidir ser aliados, y de este modo demostrar su lealtad. Sabe que Mudji no comulga con Alamut y le ofrece su mano para salir de las arenas movedizas…

–Me ofrezco permanecer de Regente, por la estabilidad de Jerusalén, hasta el regreso de Mudji. –Dice Orión– No es la primera vez que Mudji viaja a Alamut. Seguramente haya sido reclamado por Innominat y no ha podido, o no haya creído oportuno, comunicarse con nosotros. Él confió en mí para ascenderme a Antiguo y dejarme en la Regencia de Jerusalén hasta su regreso, y lo hizo por alguna razón.

–Si Mudji te puso en el trono, no seré yo quien te aparte de él. –Dice Meir– Yo seguiré siendo el Senescal y siempre y cuando no vayas en contra de los intereses de Jerusalén no tendré nada en contra de mantengas tu posición.

–He oído que el rey Evagoras ha muerto y que su primogénito ha sido coronado… –dice Orión– Anat me ha informado de que ha impedido que Adón, actual príncipe de Tiro, declare caza de sangre a Mudji en la propia Tiro. Parece ser que Adón se ha declarado enemigo de Mudji y ni siquiera Anat puede impedírselo, además, según palabras de Anat, Mudji se desentendió de ella y su empresa despreciando su apoyo… así que poco más puede hacer la Matusalén por el Assamita…

 –¿Qué ha ocurrido en Tiro? –pregunta Orión Mudji fue invitado para afianzar alianzas y no solo ha roto lazos con Anat, aliada de su mentor, si no que se ha forjado un nuevo enemigo: el nuevo príncipe Ventrue de Tiro, Adón.

–Es complicado… –responde Meir– La presión de Alamut ha forzado a Mudji a tomar direcciones que le han perjudicado diplomáticamente.

–Entiendo –responde Orión.

–Parece que hay una alianza de Esparta con Egipto para defender la inminente reconquista por parte de Persia del Reino del Nilo… –Dice Meir.

–Yo fui quien propicié los puentes para dicha alianza, aún conservo lazos con Esparta. –Responde Orión.

–Creo que deberíamos buscar a Mudji –dice Amal– no me huele nada bien que no haya llegado aún. Viajaba solo y salió antes de Tiro. Él es quien debe tomar decisiones sobre todas estas alianzas y enemistades… y no está aquí.

–Habrá tomado rutas seguras y más lentas –dice Meir– posiblemente junto a Samas, el sabe por dónde regresar…

–Sufrimos un ataque lupino –dice Amal– han podido sufrir otro ellos.

Todos están de acuerdo en formar una partida de búsqueda para dar con el paradero actual de Mudji y se ponen manos a la obra.

 

Desdémona, Brujah Troyana
Toreador y Brujah

Todos abandonan el salón del trono y Orión pide a Desdémona que se quede por favor. Su cara denota preocupación, que la Brujah no puede ver.

Pide explicaciones sobre Nerea. Está defraudado con Desdémona por no haber podido hacer retener a su chiquilla. Tenía permiso para hacerlo. Si la hubiera ayudado, aunque hubiera sido a la fuerza, Orión ahora le debería la vida y serian aliados. No la acusa de nada solo lo lamenta.

Desdémona no reacciona bien ante las palabras de Orión. Nunca acepto ser una niñera de nadie y argumenta que la neonata no la hubiera hecho caso. Tampoco quería ponerse en peligro por ella ante la corte Assamita de Alamut, a los que Nerea se había arrimado por puro interés.

La Brujah se ofrece salir a buscarla y Orión la retiene, no se perdonaría que le ocurriera algo a Desdémona, viendo el peligro de viajar solo.

La tensión inicial desciende cuando la Brujah se disculpa ya que ella si ha perdido a seis compañeras, entre ellas a su querida Hylia, una inocente y fiel ghoul que jamás hizo daño a nadie, más bien todo lo contrario.

Orión se despide triste de Desdémona y ésta sale del salón del trono dejando al desesperado Toreador sumido en la más negra oscuridad de tristeza.

 

Ephraim, Chiquillo de Kothar, Nosferatu

Palabras de Nosferatu

El hermano Nosferatu de Nahum, se presenta ante Meir y pide audiencia. Mudji le pidió, como su contacto Nosferatu, que vigilara a Nerea antes de partir a Tiro y lo hizo. También le pidió que espiara a Orión en su ausencia y también lo ha hecho. Reporta a su Senescal Meir, en ausencia del Príncipe Mudji.

Ephraim cuenta que descubrió como Nerea se encontró en secreto con el Espectro, pero no le dio tiempo a comunicárselo a Mudji, para cuando fue al palacio, todos se habían ido a la coronación.

Sobre Orión todo ha acontecido correctamente, parece que el Antiguo Toreador se siente cómodo en el trono como Regente, demasiado a su parecer. Ha mantenido contacto abierto con Alara, Setita de Egipto. El Nosferatu pide su pago pactado por espiar a Orión: Información sobre Tiro.

Meir le cuenta el episodio de la reciente muerte del rey Evagoras, la coronación vampírica a grandes rasgos y la situación actual entre Persia y Egipto. El Capadocio no entra en detalles, no lo considera oportuno y el Nosferatu se va, no sin antes saludar tímidamente a su hermano Nahum, que le devuelve el saludo de forma silenciosa con un rápido movimiento de mano.

 

Irrumpe el profeta

Desdémona reúne a sus compañeros en el salón del trono, aprovechando la usencia de un deprimido Orión, que no se encuentra presente esta noche. La Brujah quiere contarles una teoría que se le ha ocurrido tras hablar con Orión y que éste la echara en cara no haber forzado a su neonata Nerea para traerla de vuelta.

–Me escama que Orión tenga tratos tan a la ligera con Setitas –dice Desdémona– su chiquilla podría bien ser una Setita, se comporta como una serpiente, siempre lo ha hecho y es la debilidad de Orión, que está perdidamente enamorado de ella.

–Interesante… –dice Meir.

–Esto es una guerra y nada de lo que está ocurriendo es diferente de las estrategias que se  llevan a cabo en las guerras. –Dice Amal.

–Orión, un espartano que pacta insistentemente con Egipto, con Alara, un viejo y poderoso Matusalén. –Continua Desdémona– ¿Y si no vuelve Mudji? ¿Y si todo esto ha sido orquestado por Orión para conseguir el trono, en el que ahora está sentado? ¿Y si los Seguidores de Set intentan conseguir Jerusalén desde las sombras? Yo solo lanzo la hipótesis…

–Tus palabras me han hecho pensar… –dice Amal dubitativo.

En ese instante, irrumpe un hombre vestido con una túnica roída y dos grandes cuervos negros apoyados en sus hombros. Es un hombre feo y desagradable, parece preocuparse poco por su higiene. El siniestro personaje camina descalzo, muy despacio, hasta situarse ente el trono vacio, frente a Meir que se encuentra a lado del mismo. Todos los presentes permanecen en silencio y lo miran con los ojos como platos.

–Temed la ira del único Dios. Mi Dios: Yahvé. –El viejo mira hacia el techo y sus palabras resuenan revotando en las paredes e introduciéndose en los oídos de los personajes de una forma impactante.

Ely Yahu, Malkavian

–El tuyo y el mío –dice Meir dirigiéndose al recién llegado.

¿Quién eres tú? –pregunta Amal desconcertado.

–Soy Ely Yahu, el Precursor –responde el recién llegado– la ira de Dios os alcanzará a todos. Soy el profeta que anuncia su palabra. Yo soy el que os indicará el camino.

Amal comienza a reírse a carcajada limpia y acercándose al extraño dice a sus compañeros: –¡Me encanta este tipo!

–¡Un poco de respeto! –grita Meir malhumorado dirigiéndose al Ravnos que se toma las palabras del profeta a guasa.

Amal no puede parar de reír al ver al profeta.

–¡Sal fuera de la estancia! –ordena Meir a Amal– si faltas al respeto al tocado por Yahvé… ¡abandona este lugar!

Viendo que el Capadocio lo dice en serio Amal guarda la compostura y se disculpa por sus modales y Meir le abronca:

–Soy Senescal de esta ciudad y pido un respeto hacia cualquier profeta de Yahvé. –Dice Meir aun enfadado– Si no, te vas de aquí. ¡Acepto tus disculpas pero escucha en silencio!

–Vale vale, tranquilízate –dice Amal llamando a la calma.

–¿Quién es este hombre? –pregunta Oded a sus compañeros.

–Alguien iluminado –responde Meir.

–En Grecia los llamamos de otra forma… –responde Desdémona, aun incrédula por lo que está sucediendo.

–Tú eres Meir –dice Ely señalando al Capadocio– chiquillo de Abraham. Sé que crees en el verdadero Dios. Todos debemos estar unidos para luchar contra los Baali. ¡Debéis protegeros de la zorra Baali!

–Prosigue por favor –pide Meir escuchando atentamente sus palabras.

–Todos debemos prepararnos –continua Ely confundido– no puedo recordar todo lo que escribí en la Torá Negra… pero la puta Baali… esa si la recuerdo… desea mi muerte y la de todo seguidor de Yahvé.

–¿Este escribió la Torá Negra? –pregunta Desdémona a sus compañeros con tono jocoso – Meir, preséntaselo a tu Sire…

–Yahvé me habló a través de una zarza en llamas… –continúa el siniestro profeta– y me dijo que nos cuidásemos de la serpiente…

El desarrapado hombre se aleja, cierra los ojos y escucha a sus cuervos como le hablan sin emitir sonidos…

Amal, ya más centrado, se acerca al lunático y le coge una mano, cerrando también sus ojos. De pronto, ambos entran en un trance, y sus ojos se tornan blancos y convulsionan al compás.

Ambos Vástagos, por separado, ven la misma visión en primera persona:

“Se ven nadando en un mar de olas y luchando contra monstruos marinos. A  su lado reciben la ayuda de amigos y aliados, en el aire vuelan dos cuervos. Están en una búsqueda muy complicada, menos mal que no están solos, pero el camino está lleno de peligros muchos peligros…”

Ambos cainitas salen del trance al mismo tiempo y se miran a los ojos. Acaban de conectar de una forma sobrenatural e incomprensible. Nunca se habían visto… ¿o sí? Ambos comparten un pasado borrado del que no se acuerdan…

–Nuestros caminos están entrelazados –dice Amal– ¡yo te ayudaré!

–Hijo… tu eres el elegido –dice Ely– la espada que acabará con esa zorra Baali.

Ely el profeta, cuenta lo que ha vivido en la visión premonitoria que acaba de tener y que ha compartido con la visión de Oráculo de Amal.

–Cuenta con ello Ely –dice Amal muy comprometido, como si su concepto del extraño hubiera cambiado como la noche y el día– ¿cómo te puedo ayudar? ¿por dónde empezamos?

–Jezabel… es el nombre de la zorra Baali que nos llevará a la perdición… –dice Ely dirigiéndose a Meir– Tu Sire Abraham dijo que estabais buscando los textos perdidos.

–Tú eres Elías… –dice Meir– ¿Sabes donde están los textos que escribiste?

–Me hizo olvidar… –contesta Ely– me encerró en una cueva… la zorra Baali… Abraham me encontró y un Ángel me iluminó y dicto mis palabras… solo pude ver su cara… nada más que eso… El Ángel era un enviado de Yahvé y por su gracia hice milagros. Mis actos hicieron que asesinaran a 450 Profetas de Baal… ¡fue un día glorioso!

–¿Hace cuanto tiempo ocurrió eso? –pregunta Amal.

–Jerusalén ya existía y su rey fue engañado por su puta esposa Baali… –responde Ely –El rey Abad, padre de Ozokias, Abraham era joven aun… fue antes de que ninguno de vosotros nacierais…

–Hace unos 500 años aproximadamente –responde Meir recordando viejos escritos y cronologías perdidas leídas hace décadas por el Capadocio.

–¿Cuándo despertaste? –pregunta Amal.

–Hace unas noches… –responde Ely Yahu.

–¿A qué has venido? –pregunta Meir.

 –A buscar mis profecías para poder descifrarlas y volver a recordar… –responde el inquietante profeta.

–¿Dónde está el Príncipe? –pregunta Ely– lo necesitamos… ¡bajo su gobierno penderé en llamas las cabezas de los infieles!

–Son importantes sus palabras, debemos ayudarle –dice Amal dirigiéndose a sus compañeros.

–No me creo nada de lo que dice este lunático –dice Desdémona– un cainita salido de una cueva y con semejante golpe en la cabeza…

–¡Yo le ayudaré! –dice Amal muy convencido de sus palabras.

–Veo que estás interesado en matar demonios y Baali –dice Meir.

–Aquí aceptáis a cualquiera que diga una locura que os cuadre. –Dice Desdémona– a mí no me interesa. No le conozco de nada. No tengo por qué fiarme de su palabra y no me creo lo que dice. Se supone que escribió el libro que busca tu Sire Abraham –dice la Brujah dirigiéndose a Meir– y sin embargo dice conocerle y que le ayudó. No me cuadra nada de lo que dice.

–¿De qué clan eres? –pregunta Amal.

–¡Todos somos hijos de Yahvé! –responde Ely enérgicamente.

–Yo soy Ravnos. –Responde Amal.

–Soy hijo de Caín, como a su vez fue hijo de Adán y este de Yahvé. –Dice Ely mientras eleva la palma de su mano derecha y se prende una llama ardiente que no parece quemarle, sin embargo si ilumina y parece real. Asimismo no da miedo alguno a los presentes.

–No es un Brujah –dice Desdémona al sentir el calor del fuego que ha creado.

–¿Tu Sire no te dijo tu clan? –insiste Amal mirando su aura con su poder para ver diferentes seres sobrenaturales para ver si es un Caitiff sin clan, ya que conoce el color de sus integrantes. Efectivamente el aura de Ely pertenece a un tipo de Vástago que nunca ha visto, es el primero de su especie o clan que conoce, quizás ni el mismo sepa su nombre.

–Hijo de Yahvé, ¡soy un hijo de Yahvé! Me lo dijo el Ángel –insiste Ely.

–Curioso, tienes un aura desconocida para mí… –dice Amal interesado en el profeta.

Debo buscar refugio antes de que amanezca. Dice Ely dándose media vuelta y saliendo por donde ha entrado– Lo encontraré junto a los hombres píos…

Y se va dejando el salón del trono en un silencio extrañamente acogedor.

 

Carta de Anat

La noche siguiente Meir recibe una carta, Najman, Gran Sabio de la Torá Negra, es quien le da la misiva en persona al Capadocio, viene de Tiro y es de Anat:

 

Compañero Meir,

Fui testigo del asesinato del rey Evagoras, las sospechas son más que evidentes de que Mudji lo mató. Este fue un ataque hacia mis intereses, ya que el rey, mi antiguo ghoul, era una muestra de aprecio para que el príncipe de Tiro lo tuviera en cuenta. Mudji ha demostrado ser un sátrapa Assamita defendiendo los intereses persas contra un Ghoul Tirio propiedad del príncipe de un Tiro.

Al matar Mudji al héroe y rey Evágoras, atentó directamente contra mí, poniendo en peligro mis intereses y mi trabajo previo. Me gustaría decírselo en persona pero Agea me ha recomendado no hacerlo y dejar que se enfríe la situación. Por eso dirijo la misiva hacia vos, su Senescal.

Hazle saber que desde ahora rompo lazos con Mudji y me recluiré en la sagrada búsqueda, empezando aquí, en Tiro, con Agea y tu Sire Abraham, tal y como acordamos.

 

Anat, Matusalén Brujah

 

Kothar, el Profeta, Matusalén Nosferatu,
Sire de Nahum

El ultimátum de Kothar

Ephraim, hermano Nosferatu de Nahum, lo lleva ante Kothar a petición de este mismo. Se ven en lo más profundo de una oscura cueva, en el valle de Hinnom, donde solamente se oye la inquietante voz de su Sire.

–Chiquillo –dice Kothar– Se que vas a ayudar a Abraham en su búsqueda sagrada. Me parece correcto, es bueno preservar la sabiduría de Yahvé para que no caiga en malas manos. Me siento satisfecho. Las palabras de ese Profeta secundarán las mías y se verá que no me equivoco.

–Gracias Sire –dice Nahum inquieto.

–Sin embargo ha llegado a mis oídos que Mudji te ha ofrecido ser su Azote y que tienes pensado aceptar… –continua Kothar con tono inquisitivo y acercándose sospechosamente a su chiquillo– ¿No creerás que vería bien que te vendas como una ramera cualquiera verdad? ¿No has pensado que ocurrirá si los intereses Assamita chocan contra los de tu camino? ¿A quién harás caso? ¿A caso morirás como un mártir?

–Si te vendes a Mudji, no vuelvas a pisar Hinnom, no es lugar para el brazo ejecutor de un Assamita invasor. Elige tu camino Nahum… dice Kothar lanzando un ultimátum y desapareciendo, dejando solo en la oscuridad a su chiquillo Nahum, que emprende el camino de regreso con más sombras que luces.

 

Joven Elías de humano,
El protector del bebé
El pasado del profeta

Meir reúne a sus Vástagos de confianza y lo hace en la Torá Negra. El Capadocio habla con Ely Yahu, el profeta recién llegado, y le pregunta sobre su pasado y sus intereses comunes. Yahvé está en la hoja de ruta de ambos, eso es algo que los une, sin duda alguna.

Meir, como hombre versado, sabe con detalle la historia de Elías y la contrasta con Ely Yahu, que aun teniendo lagunas brumosas en su memoria, coinciden con las historias que conoce el Capadocio sobre el profeta:

Elías fue un profeta hebreo. Su nombre es una forma helenizada que proviene del nombre hebreo Eliyahu y que significa "mi Dios es Yahveh". Elías era oriundo de Tishbé, en la región de Galaad y al oriente del río Jordán

El ministerio profético de Elías comienza en la época del reinado de Ajab, hijo de Omrí, quien gobernó el Reino de Israel hace 488 años.

Hay relatos sobre el que narran historias conocidas como la del enfrentamiento entre Elías y el rey Acab, "quien hizo el mal a los ojos del Dios Yahveh, más que todos los que le habían precedido" y "tomó por mujer a una cananea, Jezabel, hija de Itobaal, rey de Sidón y se fue tras Baal y Asera, le sirvió y se prosternó ante él".

En el relato se describe que el rey Ajab instauró una nueva religión importada por su esposa Jezabel, lo que provocó la ejecución de la mayoría de los profetas locales de la religión tradicional. Yahveh envía a la región una sequía y por ende, una hambruna.

Tras su victoria Elías, huye por temor a la venganza de Jezabel y se adentra en el desierto, deseándose la muerte. Sin embargo, después de que el Ángel de Yahvé le da de comer y beber se sintió reconfortado y anduvo hasta el monte Horeb, donde se escondió en una cueva.

En medio de una depresión, el profeta Elías ora a Yahvé y demuestra un exceso de celo y pasión en su misión. Dios se le manifiesta y le apoya presentándose como una voz apacible y suave tras vientos, temblores y un fuego y le da nuevas misiones, y acaba señalando a Eliseo como su sucesor.

Meir también ha leído sobre Eliseo y es información que corrobora con Ely Yahu:

Eliseo fue escogido como el sucesor del profeta Elías durante el reinado de los reyes Joram, Jehú, Joacaz y Joás. En hebreo, su nombre es Elisha, una abreviación de Elishúa, "Dios es mi salvación. Hijo de Safat, Eliseo era un pastor-agricultor que nació y habitó en Abel-mehola.

Al parecer, Eliseo era un hombre que poseía una gran fortaleza física, ya que era capaz de arar la tierra dirigiendo doce yuntas de bueyes. Mientras llevaba a cabo mencionada actividad, Eliseo fue llamado por Elías.

Al pasar Elías frente a Eliseo, mientras este último araba la tierra, le colocó su manto y pasó de largo. Eliseo comprendió este gesto simbólico y se apresuró a alcanzar a Elías que se alejaba, rogándole que le permitiera ir a despedir a sus padres antes de irse con él. Sacrificó a los bueyes y asando sus carnes, hizo un festín de despedida invitando a los lugareños. Después siguió a Elías para estar a su servicio. Elías siempre lo trató como si fuera su hijo.

Elías huyó de Jezabel y fue al monte Horeb. En el camino se quedó dormido dos veces y un ángel lo asistió y le ordenó que fuera al monte Horeb caminando durante cuarenta días y se quedara en una cueva. Es allí donde Yahvé-Dios lo consuela, mostrando su «espíritu» y le ordena que vaya a Damasco con la instrucción de ungir a Hazael como rey de Siria, a Jehú como rey de Israel y a Eliseo como profeta y también su sucesor.

Eliseo fue el heredero profético de Elías, pero tenía un carácter muy diferente a este último: Elías era una figura solitaria, mientras que Eliseo fue líder de varias generaciones de profetas; se vinculó con los soberanos de Israel pertenecientes a su época, amonestándolos, aconsejándolos en sus guerras y estimulando, cuando lo creyó necesario, la desobediencia hacia ellos.

Sin embargo, hay un gran vacío de memoria tras la muerte de Elías. Faltan muchas piezas del puzle de su pasado.

 

Admiel,
Ghoul Bibliotecario de Meir
El futuro de Mudji

Todos los Vástagos de confianza de Meir se encuentran en la torre de la Torá Negra, allí su ghoul Admiel, les abre la puerta con evidente desgana, no le gustan las visitas, demasiado ruidosas para la lectura.

Tras la evidencia de que Mudji ha desaparecido, deciden que Amal y Nahum irán a recorrer el camino que separa Jerusalén de Tiro para seguir los pasos de su príncipe y averiguar su paradero de una vez por todas.

Amal decide invocar su poder de Oráculo, por el que en ocasiones ve el futuro. Quiere saber donde se encontrará Mudji para así poder buscarlo en la dirección correcta. La visión que tiene, tras entrar en un profundo trance, es perturbadora: negrura absoluta.

El Ravnos no tiene claro si Mudji no tiene futuro o si ha muerto. ¿Qué diferencia puede haber? En algún momento tendrá que morir, el destino de todos será negro al fin y al cabo… pero una lágrima de sangre recorre la mejilla del feérico Ravnos cuando abre los ojos para contar a sus compañeros lo que ha visto.

–Mudji ha muerto o va a morir. No tiene destino… –dice Amal afectado.

Desdémona y Oded deciden acompañar a Nahum y a Amal para buscar a Mudji. Sin más dilación parten con Fafner a la cabeza.

Viajan por el desierto dirección Tiro, y desandan el camino que Mudji debió seguir para regresar a Jerusalén.

Durante semanas peinan el desierto hasta que al fin Fafner y Amal descubren un tenue rastro que les conduce a una fosa común, donde se encuentran enterrados los restos de todos los miembros de una caravana: cuatro mercenarios, Samas, el Ventrue y… Mudji, el Príncipe Assamita, que confirma la sospecha de su fallecimiento.

Oded confirma con Psicometría que fueron asesinados por los mismos hombres lobo que les atacaron a ellos, o al menos unos muy parecidos.

Vivamos con Oded, las últimas horas de Mudji como si estuviéramos allí:

 

Mudji, Assamita Príncipe de Jerusalén

Abandonado la Coronación

Mudji decide abandonar la coronación de Tiro. Anat ha intentado convencerle muy insistentemente, en vano, de que asistiera a una reunión secreta que era la verdadera razón de su invitación.

El príncipe Assamita de Jerusalén acaba de usar su Disciplina de Extinción para matar al rey Evágoras que agoniza en brazos de Adón, el nuevo príncipe de Tiro. La corte de Mudji se queda para ver qué es eso tan importante que Anat tiene que contarles.

Mientras se dirige a las caballerizas a por un camello, Mudji piensa:

No en vano había saludado a todo Vástago conocido y desconocido, presentándose dándole la mano, por si debía utilizar su mortal poder y decidía en algún momento de la coronación, desangrar a alguno de los pobres incautos que había tocado; Usaría la llamada de Dagon con ellos si fuera necesario…

Y efectivamente lo empleo poco antes de abandonar la celebración. El príncipe de Jerusalén decidió matar a Evágoras para aprovechar la puerta que abrió Assur y así intentar desactivar la Caza de Sangre contra Desdémona y Amal. 

Pero cuando los Assamita asistieron al rey y Assur le dio sangre, Mudji se bloqueó. Pensó que este gesto gustaría a los Assamita pero al parecer, no estaban de acuerdo en que se actuara de una forma tan poco honorable y deshonrosa para quién había demostrado ser un digno rival, liberando Chipre y Tiro con una astucia y efectividad inusitada.

Mudji pensaba que con este movimiento, en vez de atacar Chipre que era lo que le pedían los Assamita, su pago estaba cumplido. Pero no fue así, las cosas no serian tan sencillas.

Solo sabían que Mudji estaba asesinando al rey, los  Assamita y la corte del propio príncipe, ya que él mismo se lo contó. Los demás en la coronación no sabían quien estaba intentando matar a Evágoras.

La verdad es que Mudji no tenía especial interés en matar al rey Evágoras, pero decidió hacerlo como una táctica extrema. Pero como al hacerlo no gustó a los Assamita, pues Mudji se quedó ganas es de rajar a Bicor, embajador de Alamut.

El orden cronológico de los hechos fue el siguiente:

Mudji charla con el rey Evágoras a solas y se presenta dándole la mano. Activa su poder de Extinción: La llamada de Dagon. Un terrible poder que permite a Mudji ahogar a su víctima en su propia sangre.

Los Assamita se reúnen a solas con Mudji y su corte declaran la Caza de Sangre a Desdémona y Amal, y le lanzan el ultimátum a Mudji.

Mudji se concentra y activa la segunda parte de la llamada de Dagon,  destruyendo los capilares de Evágoras e inundando sus pulmones con sangre, lo que comienza a provocar la asfixia del rey. La sangre daña su sistema desde dentro mientras inunda su cuerpo, hasta que el rey se derrumbo entre estertores agónicos.

Evágoras se debate entre la vida y la muerte retorciéndose en el suelo, ante el estupor de los presentes, Evágoras comienza a ahogarse y a escupir sangre. Ya en el  suelo, se convulsiona entre violentas sacudidas, su cuerpo lucha por vivir.

Entonces es cuando Mudji se lo dice a los Assamita y estos se apresuran a ayudarle, dándole Assur de su sangre de Matusalén. El subidón de adrenalina en el rey lo despierta, cómo la electricidad de un rayo lo hace con un cadáver. Sus ojos inyectados en sangre y le dan un aspecto fantasmagórico que asusta a los presentes pero poco después entre estertores agónicos, se derrumba en brazos de Adón, El Príncipe de Tiro, que intenta reanimarlo sin éxito.

Entonces es cuando Mudji decide irse tras discutir con Anat, lo hace sabiendo que su corte se queda en la coronación, aún no saben nada de la muerte del héroe de Salamina, rey de Chipre y Tiro, solo saben que Mudji les dijo que intentaba matarlo.

Justo en el instante en el que Mudji abandona la coronación, Evágoras yace en abrazos de Adón, ante la atónita corte que revolucionada busca un culpable de haber envenenado al rey.

 

Guerreras de Artemisa
al servicio de Desdémona
Pensamientos de Mudji

Mudji tiene intención de dirigirse a Jerusalén. Sin esperar a ver qué ocurrirá.

Samas, el Ventrue comerciante de Jerusalén, también se ha ido antes y a Mudji le parece bien ir con él. Samas no sabe nada de lo ocurrido con el rey y está muy enfadado por lo ocurrido en la coronación.

Mudji no esperaba cambiar una ciudad aliada dirigida por una Matusalén, por una dirigida por un tendero llamado Adón.

Ya fuera de palacio, Mudji busca a alguien del entorno de Desdémona y se encuentra con una de sus guerreras. La pide que le transmita un mensaje a la ghoul de la Brujah para que le llegue a Desdémona: “Que le hagan llegar una invitación a Jerusalén al Regente de Cartago”

Mudji piensa en  ofrecerle a Samas ser príncipe de Tiro, llevándose a Orión de consejero. Aunque el Assamita pines que una cosa es perder a Anat de aliada y otra es ganársela de enemiga…

Siempre se va a ganar un enemigo, piensa Mudji, Anat o Assur, esperaba que fuese Alara, el Setita. Al menos así, respeta la memoria de Innominat y actúa directamente contra los Assamita, aunque éstos ya le han dejado claro qué sí que va contra ellos y que debe corregir su dirección.

A pesar de que Mudji tiene una opinión negativa sobre Bicor, Bicor es un embajador, un mero comunicador, no da opiniones personales. Diplomático del más alto nivel, representante oficial entre Alamut en Persia y los demás reinos. Embajador acreditado por el Consejo de Alamut y reconocido en el extranjero como máximo representante del Nido de Águilas.

Mudji piensa en el  Espectro, un soldado que nunca ha jugado contra Alamut y puede que esté aliado con Bicor El príncipe está molesto por no poder interactuar con el gobernador Bagohi y ahora Bicor con sus exigencias… ¿No estarán filtrando información para que a Alamut llegue lo que les interesa sobre Mudji?

Una cosa quedó vigente: Durante la coronación, el clan Assamita estaba unido a excepción de Mudji.  A su manera, el clan le ha tendido la mano a Mudji, este también a su manera, les respondió, atentando contra Evagoras, enemigo persa.

Mudji no lleva nada bien que le digan lo que debe hacer en su ciudad. El príncipe de la capital de Yehud es un juez, su única preocupación es Jerusalén y después Alamut, pero no por miedo, si no por mejorar. Si para eso hay que sacudir el árbol y reventar unas cuantas manzanas podridas...

Por eso ayudaba a  Anat y porque era aliada de Innominat. Pero que lo diga Alamut no significa que Mudji crea que la orden sea legítima. El orden que entiende Mudji es el que le enseño su mentor, no el de Alamut. Mudji cree en un orden muy rígido: El de Innominat.

Cedió poder al Consejo porque así lo dispuso Innominat. Pero eso de ser príncipe y que le den órdenes en su ciudad... Alamut se está ganando un enemigo. Si no lo ven, piensa Mudji, es que Bicor es un diplomático pésimo o tiene algo personal contra él. Siempre le ha caído mal, fue verle en la coronación y tener ganas de matarlo.

Pero si esto acaba en enfrentamiento, eso no será bueno para Jerusalén ni para los persas, ni para los Assamita…

Mudji sigue cavilando… le han pedido que recupere una satrapía mortal pero le impiden controlar el gobierno mortal de Jerusalén. Al Assamita le parece que se está buscando su odio eterno. ¡Ya puestos le podían haber pedido que conquiste Cartago y Atenas, con 4 camellos y 8 leprosos! ¡Que la final es sobre lo que le dejan influir en su ciudad!

Sabe lo que Alamut quiere y lo que podría hacer, incluso sin ir directamente contra Anat. Pero a Mudji le parece que por un lado le exigen ser y tener el poder de un príncipe y por otro lado, solo le dejan sentarse a la mesa de los niños. Si no le dan el poder que reclama no le pueden pedir lo que le están pidiendo, piensa el Assamita muy molesto.

Mudji solo entiende que está recibiendo a diestro y siniestro y se le acabó la paciencia: va a empezar a devolver los golpes.

Seguro que Adón y los suyos, ahora están investigando quien ha podido ser en asesino del rey. Evágoras había sido un regalo de Anat, que lo cedió a Adón como ghoul, ya que hasta ahora era suyo… esto es un problema añadido ya que no cree que Anat esté muy contenta tras la muerte de su juguete el rey Evágoras.

 

Samas, Ancillae Ventrue
La marcha de Samas

Mudji se encuentra en el establo, preparando uno de los camellos para irse hacia  Jerusalén. Encuentra un rastro de un camello y cuatro caballos  que acaban de abandonar el lugar. Puede ver a lo lejos, como los guardias reales abren las puertas de la muralla de palacio y un grupo de jinetes escoltan un camello con haima. Se van raudos y veloces, sin esperar al amanecer. Era Samas y sus mercenarios. No ha esperado ni un instante para marcharse de Tiro.

El Ventrue, recién ascendido a Ancillae por Mudji, se siente encolerizado y frustrado, en tal grado que quiere regresar a Jerusalén a digerir el injusto ascenso de su rival de clan, Adón.

Mudji tenía pensado ir con él, pero antes de marcharse tiene que hacer un movimiento diplomático. Está pensando en ofrecerle una alianza a Ahirom, Regente cartaginés. Se le ha ocurrido que quizás pueda acceder a permitir a Noa viajar a Jerusalén, en calidad e embajadora de Cartago. Mudji piensa que sería una buena chiquilla suya, nunca le ha gustado la idea de que los Ravnos sean el clan más numeroso de Jerusalén y bella ghoul parece una gran cortesana.      

 

Noa,
Ghoul del Regente de Cartago
La complaciente Noa

Mudji busca al Regente de Cartago en los aposentos de invitados de palacio  y se encuentra con su ghoul Noa, que le lleva servicialmente hasta su señor.

Por el camino Mudji entabla comunicación con Noa:

–Pensaba que ya os habríais marchado… dice Mudji para romper el hielo.

–Fletar un barco a Cartago requiere de su tiempo –responde Noa– está ya todo casi listo, saldremos a lo sumo mañana a primera hora del anochecer.

–Amal me ha hablado de sus visiones de Oráculo –confiesa Mudji ante la misteriosa y bella mujer– en ellas apareces tu. Habla a menudo de ti y de tu abrazo para formar parte de sus hijos de Faruk… ¿Qué opinas tú de todo eso?

–Me siento honrada. –Responde Noa muy sincera– A pesar de haberme criado entre lujo, en una familia noble, nunca me he sentido querida ni apreciada. Solo vilmente utilizada constantemente. Mi familia jamás me quiso y me crie muy sola, únicamente con el consuelo de la servidumbre.

Acepto con gusto la llamada de Amal Faruk, alguien que me ha abierto los brazos y ofrecido una familia y un objetivo honesto y beneficioso para todos.

Mudji sorprendido por la respuesta, ve en Noa los atributos necesarios para crear descendencia vampírica…

–Pero no parece que los Brujah vayan a dejarte marchar tan fácilmente… –puntualiza Mudji– ¿te encuentras bien con ellos?

–Sí, me siento arropada y aceptada en cierto modo –responde Noa– pero no me gusta estar continuamente en juegos políticos. No estoy cómoda.

–Pues ve acostumbrándote, eso es lo que te espera en tu no vida, seas Brujah o Ravnos –Alerta Mudji– sigue haciéndolo así de bien y tendrás tu recompensa.

Cuando llegan, Noa abre la puerta de una gran habitación donde está Ahirom, pensativo y dando vueltas. La ghoul se despide con un gesto de cabeza y Mudji le corresponde igualmente. Ambos gobernantes de la noche se quedan solos y el Assamita cierra la puerta mirando al Regente Brujah.

 

Ahirom,
Regente de Cartago, Brujah
Acercamiento a Cartago

–Parece mentira que intercambie una probable aliada, Anat, por un Ventrue desconocido. –Dice Mudji– Anat acaba de regalar Tiro a los ambiciosos Ventrue…

–Eso mismo pienso yo –dice Ahirom muy enfadado y conteniendo la bestia– Cartago rompe lazos con Tiro por culpa de la estupidez de Anat.

–Ha sido un largo y peligroso viaje para volver a Jerusalén con tan solo una patada en la entrepierna… –dice Mudji– quiero que seamos aliados y Cartago y Jerusalén tiendan puentes para ayudarse mutuamente. Es sabido que no tengo buenas relaciones con Persépolis y Jerusalén siempre está bajo la mirada atenta de Alamut…

–La única opción que tienes para que Cartago se alíe a Jerusalén es que nos apoyéis incondicionalmente ante un posible ataque de Persia. –Propone el Brujah sin paños calientes– ¿Estáis dispuesto a enfrentaros a Persia cara a cara en la batalla?

–A Persia si, a los Assamita no. –Puntualiza Mudji.

–Es lo mismo –dice Ahirom– El imperio Persa esta bajo la atenta mirada del clan Assamita, igual que antes de él lo estuvieron los asirios y los babilonios después de ellos. Assamitas y persas en la actualidad son lo mismo. Si te metes con unos, lo haces con los otros.

–Puedo comprometerme a golpear a los persas mortales, pero no puedo hacerlo contra mi clan. –Explica Mudji– Puedo ofrecerte tumbar posibles conjuras persas contra Cartago o incluso ofrecer Jerusalén como un enclave seguro para tus Brujah.

–Entonces no podemos ser aliados. –Concluye el Brujah– Seremos contactos pues. Nos ayudaremos puntualmente y si tu rascas mi espalda yo rascaré la tuya pero sin mayor compromiso…

–Pensaba que tendría que preocuparme de los Setitas de Alara y estoy más pendiente de los de mi propio clan o de los Brujah griegos de Anat… –dice Mudji– me parece bien, seremos contactos.

–Creo que Egipto tuvo su momento. Pero cada una de las cuatro veces que Egipto se ha liberado de los persas lo ha hecho a costa de mucha sangre Setita. Igual que cada una de las veces que los persas han conquistado Egipto, los Assamita en la sombra han masacrado Setitas objetando que esa tierra es suya por derecho de conquista. Mientras que los Seguidores de Set han muerto al sol como serpientes al fuego empujados por las espadas curvas de los Assamita persas defendiendo que la tierra del Nilo siempre les ha pertenecido por derecho.

No creo que Alara sea peligroso. Su tiempo ya pasó. Un Matusalén es tan poderoso como lo sea su imperio y Egipto hace tiempo que dejo de ser una amenaza seria.

Me fio menos de los Assamita aqueménidas y sus ansias de expansión y conquista de todo reino conocido...

–Debes saber que yo sigo siendo fiel al clan Assamita, al menos a la facción que defiende los valores originales que nos enseño Haquim e Innominat me inculco. –Responde Mudji.

–Debo decirte Mudji que juegas con fuego –dice Ahiroum– Si fueras uno de mis Brujah ya te hubiera matado por infiel. No podría permitir que uno de mis príncipes de confianza ayudase al enemigo a luchar contra los intereses del clan, que es lo que hiciste a sabiendas en Chipre.

Alago tu valentía y creo que tienes verdadero fuego Brujah en tu interior. Estoy convencido de que en tu caso los Assamita se equivocaron al abrazarte. Si mi clan te hubiera conocido cuando solo eras un sanguinario camellero…

–Solo hago lo mejor para Jerusalén. –responde Mudji– y mi clan no me ha ayudado en mi ciudad, así que yo tampoco lo haré.

–Por lo que sé, protegen con celo el gobierno humano de Bagohi… ¿no es cierto? –pregunta el Brujah.

–Sí. A costa de no dejarme actuar. –Responde Mudji molesto.

–Si muero, lo hare defendiendo Jerusalén. –Concluye Mudji.

–Me gustaría preguntarte por Arang –cambia de tema el Assamita.

–Arang. Un Vástago excelente. No entiendo como sigue siendo un neonato sin liberar por su Sire. Supongo que serán excentricidades de Ravnos… –Dice Ahirom– Es un fiel soldado y nos es de mucha utilidad. Actualmente está buscando a nuestro príncipe desaparecido en Egipto. Fue allí en busca de una alianza estratégica con los egipcios y hay rumores de que los Setitas lo han matado por entrar sin permiso en sus sagradas tierras. También dicen que pueden haberlo asesinado los Assamita, por miedo a una alianza de los Brujah cartagineses con los Setitas egipcios…

–Me siento orgulloso de Arang, Vástago de mi corte… –continua Mudji– En cuanto a Noa, quería ofrecerte que viniera conmigo a Jerusalén y que fuera nombrada embajadora de Cartago en Yehud, residiendo con nosotros. Me gustaría ofrecerte llevármela conmigo.

–No puedo hacerlo. Me es muy útil. Pero si puede ser nuestro enlace y siempre que desee contactar contigo lo haga por medio de Noa ¿te parece? –ofrece el Regente cartaginés.

–Perfecto. –Responde Mudji mientras se acerca y le ofrece el brazo al Brujah.

–Buenas noches Mudji. Espero que sigamos en contacto realmente. –Dice Ahiroum agarrando el brazo del Assamita como muestra de cercanía.

Mudji se despide de Ahiroum y también de Noa, que le da recuerdos para Amal Faruk.

 

Desiertos de Judá
Fauces entre dunas

Mudji se dirige al establo donde elige al mejor camello. El Assamita lo tranquiliza mientras se abre una herida en la muñeca y sangra en la boca del animal, que bebe de su Vitae adquiriendo una fuerza y energía fuera de lo habitual. Mudji fue camellero en su vida humana, sabe como tratar a estas bestias.

El príncipe Assamita galopa con soltura sobre el animal, que corre más raudo que nunca. Después de cruzar en barca a tierra firme desde la isla de Tiro, el desierto se abre paso y el Assamita dirige al camello hacia Jerusalén, con la intención de interceptar por el camino la caravana de Samas que partió hace unas horas.

El frio cortante de la noche y las interminables dunas de arena, son bañadas por la luz de una hermosa luna llena que observa curiosa a Mudji. El paisaje es un sueño hecho realidad, si no fuera por lo que el Assamita se encuentra en lo más profundo de un estrecho desfiladero.

Mudji se encuentra con los restos desperdigados de los cuatro mercenarios que protegían a Samas. Han sido descuartizados y esparcidos por la arena y las rocas de forma bestial. Hay cabezas cercenadas, torsos desgarrados y miembros amputados de cuajo, todo bañado en charcos de sangre seca que adornan el silencioso cañón.

Un poco más adelante, sobre el cadáver de su camello destripado,  descansan los pedazos del Ventrue, que ha sido horriblemente asesinado y descuartizado.

Mudji desenfunda su sagrado y mortal falx, su espada corta curva, reliquia perteneciente a uno de los guardias del rey David. El Assamita desmonta del camello y empela sangre para aumentar la resistencia de su piel, volviéndola casi como la piedra.

De pronto ante Mudji, una bestia lunar, cómo los llamaba Caín. Es un hombre lobo con el aspecto del Dios Anubis. Un enorme chacal negro que camina erguido sobre las dos patas traseras y viste con ropajes claramente egipcios. Sus tremendas fauces babean sin cesar y sus garras afiladas como cuchillas desean el contacto con el solitario y temeroso vampiro.

Garous de Anubis

Al instante ambos seres sobrenaturales están luchando a muerte. El combate es encarnizado. Garrazos y mordiscos por parte del salvaje lupino y tajos y espadazos, propinados con destreza, por Mudji el guerrero Assamita.

Los cortes y zarpazos salpican sangre que cae sobre la helada arena, envolviendo la Vitae con miles de milimétricas perlas del desierto. La lucha cuerpo a cuerpo es salvaje y sucede con celeridad en escasos segundos. Mudji prepara un golpe mortal para el cual debe recibir otro del lupino, pero la bestia lunar desgarra el interior del Assamita con un zarpazo bajo, que se introduce por el vientre de Mudji y acaba saliendo por su cuello, dejando al Assamita casi partido en dos.

Es Mudji quien contraataca, también de abajo a arriba, clavando su espada desde el estomago y sacándola por el hombro, desgarrando hueso, musculo y entrañas. Ambos se encuentran al borde de la muerte y la victoria podría decantarse por cualquiera de los dos.

Ambos luchadores se preparan para atacar al contrario, empleando tácticas diferentes:

El lupino, a punto de expirar su último suspiro, mira la luna llena y con un aullido, que rasga el cielo, pide ayuda a Selene, su diosa nocturna. La luna baña su cuerpo con su luz sanadora y el Garou sana milagrosamente parte de sus heridas, entrando a continuación en una rabia incontrolable que canalizará contra el siervo del Wyrm, con el que debe acabar.

Mudji, al borde de la muerte definitiva, decide dejar que la bestia posea su cuerpo, entrando en frenesí, para así no sufrir dolor y perder emplear la máxima eficacia y mortalidad en sus golpes. A cambio, el Assamita renuncia a su libre albedrio y a pensar sus acciones, durante lo que quede de lucha. Ahora será la bestia la que controle sus movimientos y decida, por instinto, lo que Mudji debe hacer para sobrevivir, acertado o no.

Mudji enseña sus colmillos de vampiro mientras se alza sin dolor alguno. Deja caer su espada abalanzándose frenético sobre el lupino, su intención es morder y desgarrar al gran depredador hasta acabar con él. Con tan mala pata que no llega del todo al enorme animal y queda expuesto ante sus mortales, afiladas y ensangrentadas garras.

El Hombre lobo, mal herido y rabioso, toma impulso y con un golpe desgarrador, introduce su zarpa derecha en el pecho de Mudji, que atraviesa al Assamita matándolo en el acto.

Lo último que ve Mudji son los ojos rabiosos de su asesino, que cae arrodillado ante el cuerpo del vampiro. El cadáver de Mudji se deshace rápidamente hasta convertirse en un montón de huesos putrefactos, cubiertos con sus ropajes ensangrentados.

El Garou arrodillado sobre la arena, eleva sus fauces y lleno de gloria dedica su sangriento sacrificio a Selene, la diosa luna, que lo observa con orgullo y benevolencia.

Ante la salvaje muerte de Mudji, Jerusalén acaba de quedarse sin príncipe, pero al menos el Assamita ha muerto luchando como lo que en realidad era: un guerrero. Innominat se sentiría orgulloso, sentado sobre el asiento del Consejo que Mudji liberó para él.

El hombre lobo entierra los restos de sus víctimas en las frías arenas del desierto. Así no alertarán a más no muertos inoportunos pudiendo atacarles sorpresivamente.

 

Cetro para el Príncipe de Tiro
Represalias

Mientas en Jerusalén, Meir se encuentra en el salón del trono junto al recién llegado Ely Yahu y el Regente Orión. El Capadocio tiene dudas sobre si Elías es el verdadero profeta abrazado, una reencarnación del mismo o un lunático, del poco conocido clan Malkavian, que cree ser el verdadero profeta.

Mientras Elías y Meir charlan, Orión recibe un pesado cofre cerrado y cubierto por una rica tela de azul tirio. 

Los tres Vástagos lo abren, parece que lo han enviado desde Tiro. En el cofre hay dos cabezas humanas y el cetro de oro que Mudji le regaló al príncipe de Tiro, pero partido por la mitad, símbolo de la alianza rota entre ambas ciudades. Es una declaración de que ambas ciudades están en guerra y que Adón, príncipe de Tiro es ahora enemigo de Mudji, príncipe de Jerusalén.

Aharon Yehuda,
Maestro teólogo de la Torá Negra

Parece que las consecuencias del asesinato del rey Evagoras a manos de Mudji, no se ha hecho esperar.

Meir reconoce una de las cabezas, es la de Aharon, su sabio representante de la Torá Negra en Tiro, y deduce que la otra cabeza pertenece al otro sabio que recientemente había acogido Aharon en la hermandad. El primer decapitado fue elegido personalmente por Mudji para formar parte de  la Torá Negra y era un ilustrado hombre maestro en el campo de la teología, por eso lo eligió el Capadocio.

El Senescal, muy afectado, a punto está de sucumbir al frenesí, pero consigue, gracias a su fuerza de voluntad, no hacerlo y recapacitar sobre la horrorosa situación.

Orión está sorprendido por la contundente respuesta de Tiro y Meir no da crédito de que hayan atentado contra la Torá Negra, cuando su única misión era la de dar luz a la oscuridad de la ingenuidad.

Lagrimas de sangre brotan de los muertos ojos de Meir, que lamenta la pérdida de sus compañeros y la obscena profanación de sus cuerpos, que ya no podrán descansar en paz.

–Adoradores de Baal… –susurra Ely Yahu al oído del silencioso Meir.

–¿Te encuentras bien? –pregunta Orión a al paralizado Senescal.

–He tenido días mejores –dice Meir limpiándose la sangre de la cara con un pañuelo blanco, mientras mantiene la mirada perdida.

–Es una provocación a algo que sucedió en Tiro –dice Orión– en caliente será mejor no actuar. Ese es mi consejo Senescal.

–Esperaremos que venga Mudji… –dice Meir en voz baja.

 

Salón del Trono del Prínipe, Jerusalén

Disculpas de Orión

Orión, Regente de Jerusalén, se da cuenta del duro golpe que Meir acaba de recibir y disculpándose con Ely, allí presente, pide una audiencia a solas con el Senescal para tratar un tema que le puede hacer que Meir se entretenga con otras cuestiones y no se hunda en la pena y la desdicha.

–Mi Senescal –dice Orión al cabizbajo Meir– Como sabéis, con todo el dolor de mi corazón aun no sé nada de mi chiquilla Nerea. Pero dadas las ofensas que protagonizó tanto en su ausencia en el viaje, como en la propia coronación, me siento en deuda con Mudji y dado que el no está aquí, quería ofrecerle mis disculpas en su nombre.  

Me gustaría disculparme por los actos de Nerea, dado que soy su responsable y ella aún es mi neonata ya que no ha sido liberada. Como dicta la Tradición, sus acciones son responsabilidad mía, para bien o para mal. Cuando la envié a Tiro, lo hice con esperanzas de que recondujera su carácter e interactuase con Vástagos de buena fe… pero lejos de ello ha ofendido a los cainitas de Jerusalén y se ha juntado con asesinos –Orión se arrodilla ante Meir– apoyaré al Príncipe de Jerusalén y su gobierno con especial atención hasta que Mudji, o en su ausencia vos, mi Senescal,  consideréis saldadas dichas ofensas. ¿Cuáles son mis nuevas responsabilidades de Antiguo en Jerusalén? pregunta Orión con la cabeza baja– ¿Cómo puedo ayudarle en sus labores de Senescal ahora que no está Mudji? Estoy a su entera disposición.

–Orión –responde Meir– mientras hagas bien tu trabajo será suficiente pago. Ahora mismo necesito que me apoyes en el gobierno por completo y mantengas a los griegos de tu entorno controlados para que no tengan ningún roce con los judíos. Tiro nos acaba de declarar la guerra y me siento tremendamente dolido por su ataque contra la Torá Negra. Su ofensa no quedará sin castigo… Yahvé nos enseñó el camino: ¡Ojo por ojo y diente por diente! Se hará justicia. –Asegura Meir con los ojos enjuagados en sangre y con pena y rabia mezcladas en su cadavérica faz.

–¿Por qué razón está ocurriendo esta guerra? –pregunta Orión.

–Supongo que por el asesinato del rey Evagoras –responde Meir– a causa de la presión de Alamut, Mudji decidió actuar y parece que no solo ha molestado a los Assamita, también ha molestado, y mucho, al príncipe de Tiro. Evagoras era un héroe, y su ghoul recién regalado por Anat, que le iba a permitir gobernar el mundo diurno…

–Anat debería haber actuado, esto enturbia nuestra relación –afirma Meir pensativo.

–¿Pero Anat no había salido de la política? –pregunta Orión– si es así ¿cómo puede estar detrás de esta declaración de guerra o siquiera haberla permitido? ¿Insinúas que la Matusalén Brujah puede estar tras el ataque contra Jerusalén? Anat siempre ha sido un ejemplo de diplomacia y se ha mantenido fiel a su palabra… –dice Orión defendiendo a la Brujah y extrañado por las insinuaciones de Meir.

–No creo que haya sido Anat, si no el príncipe de Tiro, el Ventrue Adón. –Puntualiza Meir.

–El mensaje es claro. –Dice Orión.

–Debo avisar a Anat de lo ocurrido, puede que no lo sepa –dice Meir rectificando sus palabras.

–La muerte del rey Evagoras ha debido ser un duro golpe para ellos. –Dice Orión– Era un héroe para el pueblo, les ha liberado nada menos que del odioso invasor persa y su muerte crea una grieta por la que la corte Aqueménida puede volver a Tiro, Chipre y Fenicia…

–Hay otro asunto que me inquieta –dice Orión– el rumor sobre el pérfido Espectro. No ha regresado de Tiro desde que se supo que podía ser un asesino dormido… ¿No habrá regresado porque es cierto el rumor y siente que ya no está seguro aquí? No dudo de que Samas pueda estar con él tras este último movimiento...

–En Tiro estuvo toda la noche con Assur, Matusalén Assamita y Bicor, el embajador de Alamut…–apunta Meir.

Terminada la conversación que, como dijo Orión, produce su labor balsámica para el espíritu del Capadocio, Meir coge con delicadeza las cabezas de sus allegados y las envuelve cuidadosamente en una manta. Con ella pasa por el salón del trono y mientras se dispone a enterrar los restos y rezar por sus almas perdidas, el profeta Ely Yahu le dedica unas palabras que pone los pelos de punta a Orión y que Meir parece ignorar:

–Ojo por ojo y diente por diente… deberíais arrasar la ciudad de Baal –susurra el inquietante orador mientras el Capadocio le mira con la mirada perdida

–Meir, sabes que estoy de tu lado y te apoyaré en lo que necesites –dice Orión para despedirse del Senescal.

 

Muerte confirmada

Noches más tarde el grupo de Vástagos que salió a buscar a Mudji regresa con la fatídica noticia: El príncipe Assamita de Jerusalén ha muerto.

Desdémona, Nahum, Oded, Amal, Meir, Ely Yahu y Orión se reúnen en el salón del trono para compartir el jarro de agua fría. Informan al Regente y al Senescal.

Meir recibe la noticia con pena e incertidumbre, ya que ahora la situación puede volverse inestable en el gobierno, aunque cómo Senescal decide que el gobierno se mantenga como Mudji lo quiso dejar antes de su partida, con Orión de Regente y el de Senescal.

Informan también de la muerte de Samas, dando nuevas oportunidades a Oded con el comercio, aunque no saben muy bien como coger esas riendas ya que nadie conocía donde se refugiaba el Ventrue.

El Capadocio comparte sus malas noticias personales y les cuenta a su vez la tragedia del inefable arcón recibido de Tiro.

–¡¡¡Sangre y fuego sobre sus cabezas!!! –grita Ely rompiendo el incomodo silencio.

 

La decisión de Orión

Los presentes conversan y rebajan el tono de la velada pensando cual puede ser el mejor futuro para Jerusalén. En esta línea Orión ha tomado una decisión y decide compartirla con todos desde su trono, como Regente, ya que quiere ser un Regente más fuerte y sin fisuras, como la de su díscola neonata…

–Como sabéis ni el Espectro ni Nerea han vuelto de Tiro y nadie sabe de ellos –dice Orión apesadumbrado– Yo como Sire de Nerea me arrepiento de haberla enviado a la coronación sola. No voy a negar que me haya dolido que nadie ejerciera su autoridad para traerla de vuelta a Jerusalén…

–Pues bien, tengo noticias al respecto –continua Orión mientras Desdémona pone mala cara dándose por aludida– El Espectro no ha regresado a Jerusalén, y sin conocimiento o permiso de Mudji, ha decidido tomar partido en la guerra contra Egipto, ayudando a los persas. Parece confirmado que Nerea se escapo con él –dice mirando a Meir– también sin avisarme, sin tener en cuenta que al no estar liberada, sus actos aun son responsabilidad mía…

–Atribuyo la decisión impulsiva de mi chiquilla a la rebeldía de una neonata, al fin y al cabo es como le gusta hacer las cosas a Nerea. –Dice Orión con lagrimas de sangre en los ojos– Admiro la energía de Nerea y mis sentimientos hacen que a pesar de todo no me pueda enfadar con ella, la disculpo, cada cual es libre de hacer lo que le plazca y ser libre si lo desea…

–Ya lo decía Caín en uno de sus mandamientos, escrito en la Crónicas de las Sombras del libro de Nod: “No abracéis el Amor, pues el Amor en mi abrazo crecerá frio, se marchitará y morirá” –recita Orión de forma magistral.

–Pero no debo guiarme con el corazón  y si con la cabeza. Mi preocupación viene más bien de sus inoportunas compañías con los Assamita –dice nervioso– pensando que Nerea puede liarla o incluso morir. Al fin y al cabo aun no ha sido formalmente liberada y según las sagradas Tradiciones sus actos son responsabilidad de su Sire, es decir mía. Mi cabeza estará encima de mis hombres dependiendo de las acciones de Nerea en la guerra junto a los Assamita.

–Desde este instante libero a mi neonata Nerea, pasando a ser mí chiquilla, libre para tomar sus propias decisiones y responder por sus actos –dice Orión llorando lágrimas de sangre que corren por sus mejillas manchando su semblante de carmesí.

–La permití ir a la coronación de Tiro siendo neonata y asumiendo las consecuencias de alguna posible salida de tono que pudiera tener, pero no asumo en absoluto su participación en una guerra, en la que no deseo tomar partido, ya que Jerusalén tampoco ha decidido tomar parte. Ahora sus actos y consecuencias de los mismos pueden ser más severos y creo que si ha decidido ser libre, libre será y no tendré yo que pagar por sus errores. Ella ha decidido su madurez, aliándose por conveniencia a quien no debía y escapándose a guerrear sin consentimiento de Sire ni Antiguo. La decisión no ha sido mía, si no de ella, actuando de esa forma tan ingrata hacia alguien que le ha dado la vida eterna. Por su estupidez no voy a morir yo. Por mucho que me duela, sigo apreciando mi vida más que la suya. Ante el Senescal Meir y el Primogénito Toreador Oded, yo Orión, como Regente y Antiguo de Jerusalén digo que las acciones de mi chiquilla Nerea son solo suyas y  las consecuencias de las mismas la repercutirán nada más que a ella misma.

–¿De verdad? –pregunta Desdémona enfadada por la decisión de Orión– no puedo creerme lo que oigo. ¿De verdad eres tan cobarde? –le echa en cara la Brujah insultando al Regente.

–No tengo que darte ninguna explicación –responde Orión a Desdémona sin entender bien por que reacciona así, ya que los demás parecen estar de acuerdo con su decisión. –¿Qué crees que debería hacer en esta situación?

–¿Qué deberías hacer? –pregunta retóricamente Desdémona muy airada– por ejemplo ir a buscarla y no deshacerte de ella a la menor contrariedad. Me parece increíble…

–Senescal Meir, ¿Podemos continuar la conversación a solas? –pregunta Orión controlando su bestia y dando la espalda a Desdémona.

–Por supuesto –dice Meir pensativo– disculpadnos.

Ambos Vástagos salen del salón del trono, y ahora a solas continúan con la conversación más tranquilamente.

–No entiendo la reacción de Desdémona –dice Orión a Meir– ¿De verdad es tan difícil de entender que si eres mayor para escaparte, eres mayor para pagar por ello y no que pague tu Sire por tus errores?

–Te entiendo Orión y pienso como tú. Creo que has tomado la decisión correcta. –Dice Meir tranquilizando al Toreador– No se lo tengas en cuenta, han ocurrido muchas calamidades y ella misma ha tenido varias bajas…

–Lo sé… –responde Orión– agradezco tu voto de confianza…

–Me gustaría marcharme para no alimentar la tensión en el salón del trono –pide Orión a Meir– y si le parece bien vernos mañana por la noche para informarle sobre unos asuntos diplomáticos importantes.

–Lo entiendo. Estas excusado. Ve tranquilo, yo me encargo de la situación. –dice Meir.

 

Conclave de cambios

Meir regresa disculpando a Orión, se adentra en la acalorada conversación que tienen los Vástagos en el salón del trono, sobre la situación actual del gobierno nocturno de Jerusalén y el Senescal Capadocio pide a Oded hablar a solas. Ambos se van, como máximas autoridades vampíricas, dejando a los demás hablando ante el trono vacío.

–Mudji ha muerto –dice Oded– tenemos que tomar una decisión para afianzar un gobierno conveniente y que los Assamita no metan las manos una vez más.

–¿Y qué sugieres? –pregunta Meir.

–Para empezar plantearnos quitar a Orión de la Regencia y ponernos nosotros –dice Oded.

–Técnicamente él es el príncipe. –Dice Meir– ya que Mudji le puso de Regente a su marcha. El Regente pasa a ser la máxima autoridad hasta que Mudji volviera. Al haber muerto, Orión podría reclamar el trono ya que Mudji lo eligió a él.

–Podemos decir que hemos desterrado a Mudji y que hemos hecho limpieza para que los Assamita nos vean con buenos ojos –sugiere Oded con tremenda sangre fría.

–Si los Assamita se enteran de que Mudji ha muerto van a venir y se va a liar –dice Meir.

–Podemos ser príncipes nosotros dos, seremos más fuertes que uno solo –dice Oded dirigiéndose a Meir.

–¿Seguro que eran los restos de Mudji? –dice Meir pensando que a lo mejor todo esto es una horrible pesadilla de la que despertar.

–Lo vi con mis poderes de Auspex. Viví sus últimas horas –dice Oded– no hay ninguna duda, Mudji ha muerto asesinado por un lupino, Muerte definitiva.

–¿Y si formamos un Triunvirato? –dice Meir mirando a Oded– nosotros dos y Orión.

–Orión es bueno gestionando el trono. Yo podría ser el Senescal y tú el Primogénito y responsable del comercio, ahora que Samas ha muerto. –Dice Meir– Si Orión lo hace mal le apartamos del poder y listo. No podrá hacer nada sin nuestro consentimiento, somos dos y el uno. Se ha disculpado y se avergüenza de los actos de su impertinente chiquilla. Me fio completamente de él. No tendrá poder absoluto, solamente será la cabeza representante que porte el incomodo peso de la corona. Tú el comercio y yo la religión. ¿Cómo lo ves Oded? Sería un gobierno basado en la nueva democracia helenística, tendríamos un voto cada uno.

–Me parece bien –dice Oded a Meir y ambos regresan al salón del trono junto a los demás.

–Hemos decidido que el gobierno de Jerusalén será un Triunvirato –explica Meir– Orión, Oded y yo. Necesitamos que nos apoyéis en esto para avanzar por el bien de Jerusalén.

–Tenéis mi apoyo –dice Amal Faruk.

–El único poder es el de Yahvé. ¡El dictado del profeta! –dice Ely Yahu a voces.

–Ha dicho que si –dice Amal en tono jocoso.

–Arrasar y salar sus campos, son adoradores de Baal –continua Ely sin hacer caso de las palabras del ninguno.

–No me gusta la idea –dice Desdémona sin dar más explicaciones.

–No daríamos el control a uno solo –dice Meir.

–Entiendo que son movimientos políticos –dice Desdémona– ¿pero qué pasa si uno me da una orden y otro me da otra que choca con la primera? ¿A quién haría caso?

–¿Qué candidato propondrías? –pregunta Meir a la Brujah.

–Tú –responde Desdémona– u Oded, sois los más viejos. Es tu oportunidad, vamos échale valor…

–No deseo ser príncipe, ya he tenido oportunidad de ascender en otras ocasiones, e incluso durante un breve periodo de tiempo lo fui, pero no es para mí… –dice Meir afligido.

–Podrías dictar que se sigan las leyes de Yahvé sin que nada más importe –dice Desdémona– ¡Animo Meir! Ayudarías en la búsqueda de la Torá Negra más que nunca, poniendo toda Jerusalén en esa dirección.

Discuten sobre la decisión de Orión de liberar a su neonata y Oded la defiende mientras que Desdémona cree que podría hacer más que dejarla por imposible, si tanto la quiere.

–Y el cielo se cubrirá –dice repentinamente Ely–  Lloverá sangre. Habrá mucho dolor y un lobo se comerá un corazón... percatándose después que es el suyo propio… y la luz dorada apagará la oscuridad… ¡y la oscuridad y la luz luchan en una batalla eterna!

La noche llega a su fin y cada uno regresa a sus refugios habituales.

 

Orión y Meir a solas

A la noche siguiente, más calmados y mentalmente descansados, Orión queda con Meir y Oded en la torre de la Torá Negra.

–Quería compartir cierta información que hubiera compartido con todos si no se hubiera caldeado la conversación… –dice Orión– Ha llegado a mis oídos que Alara, el Matusalén Setita, se encuentra molesto porque Anat no va a ayudarle a defender Egipto del muy próximo ataque persa. Me ha pedido el apoyo del Príncipe de Jerusalén…

–Será algo que debemos valorar en el futuro. –Dice Meir.

–Me gustaría tratar un asunto a solas con el Senescal –pide Orión

–Sin problema –Dice Meir mientras se despiden de Oded que se encamina al salón del trono donde espera el resto de Vástagos. Aun no le cuentan a Orión la idea del Triunvirato para tenerlo verdaderamente cerrado, aun hay muchas dudas.

–Quería compartir con vos información sensible que he averiguado sobre el Espectro –dice Orión– El gobernador parece estar protegido por alguien vestido exactamente igual que el Espectro, con una armadura igual a la suya. Al parecer es un ghoul suyo. Parece que era la forma que tenía el Assamita persa de proteger a Bagohi de día. He mandado observarle y he descubierto que ahora el ghoul recibe periódicamente sangre de Alamut, cada dos o tres semanas, y así sigue protegiendo a Bagohi durante el día. Pero por la noche ya no es protegido por el verdadero Espectro si no por este mismo, a excepción de unas horas en las que descansa y el gobernador se encuentra en manos de sus guardias reales.

Ambos Vástagos charlan sobre este y más asuntos hasta un par de horas antes de que la noche llegue a su fin, y se despiden más unidos que antes. Parecen confiar el uno en el otro.

 

Conspiración

Oded preside el conclave en el salón del trono esta noche, ya que Meir y Orión se encuentran en una reunión privada que les llevará toda la noche.

Con él se encuentran Amal, Desdémona y el recién llegado Ely, que es bienvenido e invitado por Meir, ya que el profeta es contacto de confianza de su Sire Abraham.

Comienzan a hablar sobre el Regente ausente, Orión, y Oded les da la información aportada por el Regente Toreador, de que Alara quiere aliarse con Jerusalén. Rápidamente Desdémona se enciente:

–Es un cobarde. No es capaz de defender a su chiquilla tanto que la quiere. Me resulta extraño que tenga tanto trato con Setitas, sabiendo que aquí en Jerusalén los Seguidores de Set no tienen ninguna influencia. –Dice Desdémona desconfiando del Regente.

–Tratos con serpientes y tratos con Baali, ambos te acaban mordiendo la mano. –Dice Ely.

–Opino igual –dice Amal.

–Bastante tenemos –dice Nahum– como para invitar a los Setitas a la fiesta.

–Cada vez estoy más convencida de que Orión es un Setita, o tiene alianzas con ellos. Se me ocurre algo… –dice Desdémona– ¿y si decapitamos a Orión, acusado de ser Setita y enviamos su cabeza a Alamut, como mensaje de que Jerusalén es independiente? Con el mensaje de que no vamos a meternos con nadie y el primero que atacase Jerusalén seria declarado nuestro enemigo.

–Yo no voy a permitir eso –dice Oded.

–¿Me queréis explicar de que conoce el gran Matusalén Alara al pequeño Toreador Orión? –pregunta Desdémona alterada.

–No vamos a cortar la cabeza a nadie, y menos a quien Mudji puso en el trono y Meir confía y secunda. –Dice Oded– Antes de matarle le degradaríamos, si se lo mereciese y hay pruebas de lo que acusas, Brujah.

–Creo que es un cobarde y se está portando mal con su chiquilla –Dice Desdémona.

–No estoy de acuerdo. Todos hubiéramos hecho lo mismo en su lugar. Su chiquilla le está haciendo la vida imposible y va a acabar haciendo que le maten. Creo que ha hecho lo más inteligente en su situación, Nerea se lo ha buscado y Orión solo está protegiendo su no vida. –Dice Oded.

–La ha dejado sola. Dice que está enamorado y mira lo que hace. Nadie enamorado hace lo que él ha hecho –Dice Desdémona.

–Nerea es una zorra sanguijuela –dice Amal– lo digo por experiencia –dice el Ravnos sonriendo.

–El hombre pusilánime es fácil de controlar por el diablo y no merece nada… –dice Ely.

–No viaja a Tiro por cobardía y al volver me echa en cara que no protegiera a su chiquilla y que no la trajera de los pelos enfrentándome a todos los Assamita de la coronación. –Dice Desdémona.

–Me aburre este tema ya –dice Oded desganado.

–¡Manda su cabeza a Egipto o a Alamut! –dice Ely señalando a Oded.

–Si descubrimos que Orión tiene pactos con los Setitas, estoy de acuerdo en matarlo. –Dice Amal.

–Se lo enviamos a Alamut y nos libramos de la Caza de Sangre –dice la Brujah– y así nos libramos de tener que ir a ninguna guerra obligados.

–¡Ha comido de la manzana que le ha ofrecido la serpiente! –dice Ely con tono tenebroso.

–No se va a hacer nada de eso que habláis. –Dice Oded– por una razón: Porque yo lo mando, como mayor autoridad presente. Soy el Primogénito Toreador y en ausencia del Regente y el Senescal yo tengo mayor posición.

–También podemos quitarle del medido sin derramar sangre –dice Amal.

–No quiero hacerle mal a Orión. Es un Antiguo de mi clan que siempre ha hecho las cosas bien y ha estado ahí para ayudarnos. Es un poco cobarde, si, pero no merece la muerte –Dice Oded– ¿Cuántos de vuestro clan están ayudando a Jerusalén?

–Yo solo digo que el siguiente príncipe Assamita que llegue va a ser peor que al que podemos poner nosotros. Alamut nos tiene manía y nos van a joder. Jerusalén va a perder y nosotros en ella… –dice Amal calentándose y ya son tres contra uno, ya que solamente Oded no quiere tomar parte de esta conspiración contra Orión.

–Se os está yendo la cabeza… ¡os digo que no lo vamos a hacer y os prohíbo que lo hagáis vosotros! –Ordena Oded malhumorado.

–¿Y entonces cual es la mejor solución? –pregunta Amal– habrá que hacer algo.

–Meir está encantado con Orión, yo también y Mudji lo dejó de príncipe. –Dice Oded– Quitaros esa absurda idea de la cabeza por qué no la vamos a llevar a cabo.

–¿Qué hacemos pues? –pregunta otra vez Amal con ganas de acción.

–No hay por qué hacer nada. –Responde Oded.

–¿Qué es lo que queréis hacer los demás? –pregunta Oded.

–Ya conocéis mi opinión. –Dice Desdémona.

–Yo empalaba a Orión y lo enviaba a Alamut para que ellos decidan qué hacer con un Setita traidor. –Dice Ely en un tono armonioso dirigiéndose a Oded– Entiendo que prefiráis esperar a que Meir tome una decisión como superior en posición, ya que si no va a molestarse..

–Lo hablaremos con Meir y veremos que hacemos. –Concluye Oded cansado.

Se despiden y cada uno regresa a su refugio seguro para pasar el día. Mañana por la noche se deberán tratar asuntos de importancia relativos al futuro de Jerusalén y quizás alguno de estos asuntos sea la decapitación o el empalamiento del actual Regente de Jerusalén… o no.

 

Satrapías persas