Mikeas, Gangrel |
Vida humana
Aprendió el oficio de explorador de su padre y este del suyo, y así hasta
que se puede recordar, su estirpe fue la que había guiado al pueblo de David
por el desierto hasta Jerusalén.
Gracias a su actitud enérgica y a su sentido común que le salvaba de las
múltiples situaciones de peligro se forjó en un buen explorador pero un oscuro
secreto yacía en el interior de Mikeas, amaba a un hombre en contra de las
leyes de Yahweh, era un compañero explorador como él, y fue un amor
correspondido. Juntos mantuvieron este secreto queriéndose en la oscuridad de
la noche. Los Filisteos mataron a su hombre y jamás los perdonaría por eso,
juró venganza sobre la tumba de su compañero y amante asesinado.
Diez
años después elegidos por el Rey David, grupo de héroes que ayudaron a
la toma de Jerusalén en la gesta conocida como “la gruta del sinnor”. Ahora
todos ellos han prosperado, tienen descendencia, buena posición y son los
consejeros del propio David además de ser Maestros reputados en sus
especialidades.
Ascendido
a Maestro explorador por el Rey David y consejero de este en este campo. Mikeas
asentado en Canaán aprende a equilibrar su calma con sus ansias de venganza
hacia el pueblo filisteo, que tanto sufrimiento le había causado. Siempre que
podía se apuntaba a alguna incursión contra los filisteos. En una ocasión tras
una batalla en la que capturaron a un grupo de enemigos, él era el responsable
de guardarlos y no pudo reprimir sus ansias de venganza y asesinó a sangre fría
a todos los prisioneros ante el horror de sus compañeros que vieron la barbarie
en sus ojos. Este oscuro capítulo de su historia lo marcó como alguien infame y
sin escrúpulos, aunque él había encontrado la calma que necesitaba tras su
venganza.
Durante
estos diez años Mikeas ha vivido atormentado por su pasado y reprimiendo su
verdadera naturaleza y el merito de su supervivencia se debe a su gran sentido
común. A pesar de sus penurias su alma es pura y su energía siempre es
positiva. En una de las incursiones contra los filisteos perdió un ojo que
ahora lleva al descubierto para que nadie olvide con quien está hablando, con
“Mikeas el Infame”.
10 años después de la toma de Jerusalén a los jebuseos,
el pueblo judío asentado y afianzado en la capital del Reino de Judá. El Rey
David reunió al grupo de héroes por los que tomaron Jerusalén y les pidió que
trajeran en Arca de la Alianza a Jerusalén, donde debía estar.
Tras múltiples aventuras donde murió su guía Uzá
exterminado por tocar el Arca, vencieron a un ejército con el poder del la
reliquia y fueron purificando el camino de demonios en llamas, consiguieron
traer el Arca a su nuevo lugar de descanso, en el monte Sion dentro de la
capital de Israel, Jerusalén.
Abrazo y no-vida
No había nada que atase a Mikeas a Jerusalén
y bagó por el Reino de Judá aprovechando la menor ocasión para acabar con la vida
de algún filisteo y así alimentar su sed de venganza insaciable.
Sus pasos lo llevaron a seguir a un grupo de odiosos
Filisteos para darles su muerte merecida. La Bestia hizo el resto y todos
murieron desgarrados sin piedad por Mikeas. Se había quedado solo
rodeado de cadáveres pero en la gruta había alguien más,
una sombra en un alto, sus ojos rojos no dejaban de vigilarle, su aspecto era
animal y Mikeas era la presa. No esperó un segundo y tensó su arco e hizo un
disparo certero, pero este misterioso ser no era un filisteo, y esquivó la
flecha con un rápido e inhumano movimiento. Entonces el ser animal
pasó al ataque y cargó contra Mikeas destrozando todo a su paso, dejando ver su
aspecto bestial y haciendo inútil todo intento de defenderse de
Mikeas. Esa noche Mikeas se convirtió en un Gangrel.
Como buen Gangrel, había sido abandonado por
su Sire tras ser abrazado y sobrevivió como pudo a las inclemencias de su nueva
condición de no-muerto.
Como uno de los mejores exploradores del Rey David,
Mikeas aprendió a sobrevivir solo en el desierto, alimentándose de
animales, ocultándose en grutas y viajando de noche.
Entonces el azar hizo que llegará al Valle de Hinnom,
un lugar cercano a Jerusalén donde vivía una colonia de leprosos. Su
Señor se hacia llamar Kothar y era más viejo que las piedras del desierto, ya
que llevaba allí desde que se recuerda. Kothar adoptó al Gangrel Mikeas y los Nosferatus de la colonia pasaron a ser sus hermanos.
En agradecimiento Mikeas protegía la colonia
de cualquier amenaza externa y vigilaba continuamente sus fronteras.
Durante siglos Kothar ejerció de Sire y Herodes,
chiquillo de Kothar, fue un hermano para Mikeas.
Mikeas tenia dentro una llama aventurera que no podía apagar
y tras escuchar en la colonia una historia sobre una fuente de poder que se
encontraba en un templo funerario en Egipto, partió en su busca. Viajó por
desiertos y llegó a su destino sorteando innumerables peligros y se
encontraba delante de la cámara funeraria dentro de una pirámide en
el corazón del Alto Nilo. Mikeas liberó a una milenaria momia que descansaba en
la tumba y lucharon durante noches enteras, curando sus heridas por
el día. Mikeas tuvo que huir aquella noche pero se encontraron durante los años
en múltiples ocasiones hasta que una noche Mikeas mató a la momia,
quedando tullido para siempre sin uno de sus ojos, que al haber sido dañado mágicamente no podía regenerar.
Mikeas escarmentado regresó al Valle de Hinnom, donde
Kothar su Mentor lo recibió con los brazos abiertos. Pero su destino no estaba
en el Valle y Herodes, chiquillo de Kothar, ofreció a Mikeas la posibilidad de
ir a Jerusalén para vivir en la capital de Judá, y así poder aportar sus
habilidades por el bien del reino. Mikeas acepto y junto a su hermano Nosferatu partió hacia
la Santa Jerusalén sin saber que lo depararía el destino en aquella
gran ciudad.